Extra | La boda
Minsoo estaba a mi lado, sosteniendo los anillos sobre un cojín mullido de color rojo, tal como se lo había pedido en la propuesta de matrimonio. Yo sentía que la corbata del traje que estaba usando me asfixiaría en cualquier momento. Me sudaban las manos y sentía en mi estómago todo un revoltijo de emociones, sé que la persona que camina hacia el altar se hace esperar, pero los nervios me estaban casi comiendo vivo.
—Relájese, Yoongi hyung —me susurró Minsoo, él llevaba un traje de color café y camisa negra, le sentaba bastante bien. Detrás de nosotros estaba el maestro de ceremonia esperando comenzar —Jimin hyung llegará en cualquier momento, estoy seguro. Él jamás se arrepentiría de esto.
—¿Pero y si no llega? ¿Y si en el último momento decide que no quiere casarse? —le pregunté, urgido.
—Sí va a llegar, ten paciencia —esta vez fue Hoseok quien se acercó a mi, él era nuestro padrino de bodas. Mi amigo viajó desde Corea hasta Estados Unidos con casi dos meses de antelación para estar junto a mi en este día, e incluso se vistio de gala, estoy seguro de que sería una de las pocas veces que lo vería tan elegante.
En la primera fila de la corrida de asientos se encontraba Taehyung, quien hace bastante tiempo había formalizado con Hoseok, incluso ahors estaban en proceso de adoptar a una preciosa niña de nombre Jieun, a la cual le darían el apellido Jung. A su lado se encontraba Namjoon, el ex compañero de trabajo de Jimin, quien estuvo al pendiente durante todo el tiempo que duró la investigación, él fue una pieza clave para obtener la libertad de Jimin.
Namjoon mantenía una conversación animada con Seokjin, a él le extendí la invitación como forma de agradecimiento por todo lo que hacía por mi madre. Ella quiso cortar todo contacto conmigo, pero yo seguía siendo su hijo y me preocupaba por su bienestar, sabía de ella casi a diario únicamente gracias a la madre de Jin, ella le compraba la mercadería con la ayuda de su hijo y la acompañaba al médico cada vez que lo necesitaba. Seokjin siempre me mantenía al tanto de todo lo que ocurría.
En ese momento, la melodía de unos violines comenzaron a sonar en el ambiente, indicando que el novio se estaba acercando. Cuando por fin lo vi entrar por la puerta del reciento, envuelto en un hermoso traje blanco y con su cabello castaño, mi corazón volvió a latir con normalidad, Jimin me daba tranquilidad en tiempos de tormenta. Calmaba mis demonios y adormecía mi cuerpo, si no estabamos hecho el uno para el otro en esta vida, entonces diría que me equivoqué de vida, pero jamás de amor.
No nos casamos por la iglesia, pero ambos queríamos que fuera similar, por ende, seguimos todo el protocolo, porque después de todo, era nuestra boda y este momento solo se vive una vez. La persona que venía caminando junto a Jimin para dejarlo en el altar, era su hermana, Haewon. Traía un hermoso vestido color gris ajustado a su cuerpo. A pesar de que Jimin intentó colocarse en contacto con su familia que aún estaba en Busan para que asistieran hoy, fue en vano, ellos no querían saber nada de los hermanos Park, pero ambos habían logrado ser felices teniéndose el uno al otro.
Cuando Jimin llegó a los escalones, le tendí la mano para ayudarlo a subir, le agradecí a Haewon y ella tomó lugar junto a Hoseok, era nuestra madrina de bodas. —Te ves hermoso —le susurré, mirándolo directamente a sus ojos grises, besé el dorso de su mano y obtuve a cambio un hermoso eyesmile.
—Usted no se ve nada mal, hyung —me respondió, coqueto. Jimin nunca perdía su escencia.
Juntamos nuestras y esperamos a que el maestro diera inicio a la ceremonia, todos guardaron silencio y escucharon, él hablo largamente durante casi cinco minutos, hasta que nos cedió la palabra para realizar los votos.
Comencé yo, con los nervios a flor de piel, estaría temblando de no ser porque sentía las manos de Jimin afirmar las mías con cariño —Park Jimin, tú eres mi luz en medio de la oscuridad, prometo velar por ti durante cada día de mi vida, hasta mi último aliento —tome solo una de sus manos y me giré hacia Minsoo para sacar el anillo —Me tienes para ser tu compañero, en cada decisión que tomes, yo te apoyaré. En cada discusión que haya, prometo escucharte, y en cada momento difícil, prometo siempre estar ahí. En este momento te pido que jamás sueltes mi mano, porque yo nunca soltaré la tuya —coloqué el anillo de oro en su dedo anular —Tú me enseñaste a vivir sin miedo, a ser valiente. Gracias, Jimin.
Él se quitó una lágrima silenciosa que bajaba lentamente por su mejilla, tomó un poco de aire y me miró a los ojos, también estaba nervioso —Con usted, Min Yoongi, encontré mucho teimpo atrás lo que nunca busqué. Luego de la muerte de mi abuela y de que Minsoo cayera al hospital, yo estaba solo —él sacó el anillo que me correspondía a mi y lo encajó en mi dedo anular, recordaba perfectamente el tiempo del cual hablaba —Tomó mi mano con amor y me ayudó a salir del oscuro lugar en el que había entrado. Prometo amarlo hasta donde mi vida me lo permita, prometo cuidarlo con infinito amor si alguna vez lo necesita, y prometo ser siempre su compañero, su amigo, su amante, y su confidente. Mientras yo viva, siempre tendrá a alguien con quien compartir su historia.
—Entonces, Park Jimin, ¿acepta usted a Min Yoongi para amarlo, cuidarlo, y respetarlo por el resto de su vida? —preguntó el maestro.
Jimin me miró —Sí, acepto.
—Min Yoongi, ¿acepta usted a Park Jimin para amarlo, cuidarlo y respetarlo por el resto de su vida?
—Por supuesto que sí, acepto.
—Entonces, por el poder que me confiere la ley de los Estados Unidos, un país libre, ustedes pueden besarse.
Jimin elevó sus manos y sostuvo mis mejillas, yo lo sujeté de la cintura, esa era nuestra forma favorita de besarnos. Él movió sus labios sobre los míos con amor, dulzura e infinito cariño, jamás me cansaría de besarlo, lo descubrí desde la primera vez que sucedió, hace muchos años atrás —Lo amo, hyung —susurró sobre mis labios sin soltarme.
—Yo también te amo, Jimin —lo volví a besar y el grito de los invitados fue aún mas eufórico que la primera vez. El banquete sería en grande, y ni hablar de la luna de miel, Jimin merecía ser tratado como un príncipe, y yo ya tenía todo planeado. Nos iríamos a Suiza dentro de dos días, solo nosotros dos.
Las personas que nos importaban estaban junto a nosotros en el mejor momento de nuestras vidas, y a veces, a eso le podíamos llamar fortuna. Jimin me había enseñado a amar con libertad, y ahora yo quería entregarle cada estrella existente en el universo para observar por el resto de mi vida sus ojos grises curvados en un hermoso eyesmile.
Fin. ⭐️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro