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39| Seokjin

La forma que tuvo mi madre de enterarse sobre la relación que mantenía con Jimin, fue la peor. Lo hizo a través del noticiero, un día lunes a las 9 de la mañana, dos días después de que se hubiera desatado el caos en mi departamento. Me llamó alterada, gritandome a través del teléfono y pidiéndome una explicación, ese día le dije que no podía hablar, que iría a verla para que conversemos, pero estaba reacia a escuchar, de repente cambió de opinión y no quería saber nada de mi.

Había pasado a ser una vergüenza para ella. Una escoria.

Pero aun así, seguía siendo mi madre, y yo la adoraba, entonces arrastré mi orgullo hasta la puerta de su casa y golpé dos veces. Ella abrió la puerta, y al ver que era yo, su rostro volvió a congestinarse, intentó cerrar la puerta para impedir que entrara, pero lo evité, debía escucharme aunque sea un segundo. 

Empuje la puerta sin llegar a lastimarla y me colé dentro de la casa, en contra de su voluntad —Mamá...

—¡Largo de aquí! —sus ojos negros como el alquitrán echaban chispas, estaba roja, tenia el aliento entrecortado y la vena de su cuello palpitaba peligrosamente —¡Fuera de mi casa! ¡No quiero saber nada de ti!

Trague grueso, sentía las lágrimas picar por salir a borbotones —Mamá... —ella fue a buscar un periódico que tenía en la basura y lo tiró a mis pies, era una de las pocas personas que seguía leyendo las noticias en papel. Una de las fotos ahí presente era de cuando se llevaron a Jimin, y en la siguiente salía yo con Minsoo en brazos y besando a Jimin en la mejilla, ni siquiera me dejaban darle un abrazo. Desvié la vista, sin soportar la verguenza que sentía, no podía mirarla al rostro. 

—Yo no te crié así —el enojo dio paso a la tristeza y comenzo a llorar —Yo no crié un fenomeno, Yoonie —ese apodo me lo colocó mi padre cuando era niño, solo ellos lo utilizaban. 

Recogí el periódico y observé el rostro de Jimin, miraba enojado a la cámara mientras era arrastrado por los policías hacia un auto, tenía sus manos esposadas —Estoy seguro de que si hablaras con él...

—¿Hablar con él? ¿Estás loco? —se limpió las lágrimas y se acercó a mi, volvía a estar furiosa, durante un segundo se me pasó por la mente que quizas mi madre necesitaba ayuda psicológica, porque pasaba de una emoción a otra con demasiada facilidad —Ese día que fui sin avisar, yo te advertí que él era rarito —me apuntó en el pecho con el dedo índice —Y nunca me dijiste nada, me hiciste pasar por una pobre tonta. ¡Pensabas que nunca me enteraría! 

Sostuve su mirada lo más que pude, pero realmente, la mayoría de las cosas que ella decía eran ciertas, nunca estaría listo para presentarle a Jimin formalmente.

—¡Pero no contabas con que era un puto asesino! —continuó gritandome muy cerca del rostro —¿Te imaginaste salir en la televisión como pareja de un maldito asesino, Yoonie? ¡Un maldito sodomita! 

—¡Basta! —grité al escuchar las últimas oraciones. Era verdad, Jimin era un asesino, pero en ese momento era su vida y la de Minsoo o la vida de Jungkook, y estoy feliz de que haya elegido su propia vida —Cállate, por favor. No tienes idea como fueron las cosas, no sabes cómo se desarrolló nuestra historia. 

—¿¡Su historia!? —me empujó con ambas manos hasta que choqué contra la pared —¿Hace cuanto se conocen? —sus dientes comenzaron a rechinar, tenía la mandíbula tensa, y yo sentía que en cualqueir momento le daría algo al corazón.

—No necesitas saberlo —murmuré —Pero ten claro una cosa, yo no voy a separarme de Jimin. Voy a estar con él, y si no quieres aceptarlo, está bien. 

Recibí toda su furia, todos sus golpes e insultos, y volví a ser un niño viviendo en una familia homofóbica, creciendo con la idea de que aquello era un error, viviendo con el miedo constante de enamorarme de un hombre por temor al que dirán mis propios padres. Por temor a ser golpeado por las personas que decían quererme.

—¡Fuera de mi casa! —fue la ultima vez que tuvo que gritarlo, salí prácticamente huyendo, sintiendo mi rostro arder por los golpes que recibí —¡No quiero saber nada de ti! —cerré los ojos al escuchar lo último y corrí por la calle, sintiendo como un peso se liberaba de mi espalda. 

A lo lejos vi el auto de Seokjin, el hijo de la vecina de mi madre, él se detuvo justo donde estaba yo y bajó la ventanilla —¿Te encuentras bien, Min? —me preguntó, y yo solo pude derrumbarme y comenzar a llorar al lado de una de las ruedas de ese auto.

Hoseok abrió la puerta de su departamento y me dejó pasar, él sabía lo que sucedería si yo iba a verla, por ende ni siquiera le sorprendió el estado en el que llegué. Minsoo se paró del sillón en el cual estaba viendo televisión y llegó a donde estaba yo para saludarme. Me agaché a su altura y lo único que hice fue abrazarlo mientras dejaba que las lágrimas siguieran cayendo. Había logrado mantenerlo conmigo y evitar que me quitaran su custodia, Hoseok me ayudaba a cuidarlo cada vez que yo debía asistir a la comisaría o algun juicio, pero aún así, Minsoo extrañaba a Jimin tanto como yo. 

—Hobi hyung me dio de cenar sopa y arroz, dice que comer ayuda a que la tristeza se vaya —me dijo aún sin deshacer el abrazo, en su voz podía sentir la melancolía que albergaba su corazon —¿Quiere un poco también?

Yo sonreí al escuchar la pregunta, me limpié las lágrimas y le di un beso en su cabellos negros —De acuerdo —dejé que Minsoo y Hoseok me sirvieran la cena, tenía el corazón tan destrozado, que ni siquiera tenía hambre, pero tampoco podía dejar que comenzaran a preocuparse por mi. 

—¿Pudiste hablar con ella? —preguntó mi amigo. 

Yo solamente negué con la cabeza —No quería escuharme —le di un sorbo a la sopa y sentí náuseas —Estaba furiosa. 

—¿Crees que con el tiempo cambie de opinión? —Hoseok se sentó frente a mi en la barra para hacerme compañía. Minsoo volvió a su lugar en el sillón para continuar viendo sus dibujos animados.

—No lo sé —le di otro sorbo a la sopa y esta vez mi estómago la toleró mejor que la vez anterior —Me encontré con Jin hyung, él me trajo hasta acá. Me contó su historia pero...había una gran diferencia entre ambas situaciones. 

Hoseok asintió —Puedo adivinar cuál es —yo solo lo observé, esperando que continuara —Su madre no llegó a los golpes, la tuya sí lo hizo. 

Asentí —¿Se nota demasiado? —pregunté, me avergonzaba que Minsoo me viera en este estado, aún es un niño. 

—No tanto, pero creo que te haría bien colocarte un poco de hielo para bajar la inflamación —sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas nuevamente, pero no quería seguir llorando, ya había sido suficiente. 

Yo había hecho todo lo posible para enmendar la situación, pero si ella no quería saber nada más de mi, yo iba a respetar su decisión, aunque aquello me rompiera el alma en mil pedazos. 

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