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31| Día nublado

La noche caía lentamente sobre la ciudad de Seúl, y el hecho de que Jimin no llegase comenzaba a preocuparme. Luego de hablar con él por teléfono, no volví a tener señales de vida de su parte, en otra instancia no le hubiera dado muchas vueltas al asunto, pero debido a lo que estaba sucediendo con Jungkook, me preocupaba lo que pudiera pasarle.

Había logrado convencer a mi madre de irse a su casa, no imaginaba lo que significaría tenerla a ella y a Jimin bajo el mismo techo. Porque ella no es nada tolerante con las personas gays, trans o lesbianas, y Jimin hubiera sido objeto principal de crítica.

Los leves golpes que se dejaron oír en la puerta me trajeron de vuelta al presente, caminé hasta ella y la abrí, al otro lado estaba Jimin con un bolso gigante al hombro y sus característicos lentes negros sobre sus ojos.

—Hola, Yoongi hyung —me saludó con una pequeña sonrisa.

Hice que entrara y enrollé despacio mis brazos alrededor de su cuerpo, permitiéndome sentir el olor dulce del perfume que usaba, Jimin correspondió a mi abrazo y apoyó su cabeza en mi hombro, lo notaba demasiado exhausto —Por fin llegas, me tenías preocupado —murmuré contra su cabello, no quería deshacer el abrazo.

—Lo siento mucho, fue un día demasiado largo —su cuerpo estaba débil y agotado, podía sentirlo por la forma en que hablaba, casi arrastrando las palabras—. Estuve todo el día en la clínica con Minsoo, tenía miedo de que Jungkook le hiciera algo, luego se me apagó el celular...

Lo separé de mi cuerpo y sostuve sus mejillas, le quité los lentes de sol para dejarlos colgados en la entrada y poder observar sus ojos grices, aquellas pupilas singualres habían sido lo primero que me atrajo de él —Está bien, ya estas acá, puedes descansar ahora —me atreví a tomar la iniciativa y besé sus labios, sonreí embobado al ver como correspondía al gesto. No estaba dispuesto a dejarlo ir sabiendo por todo lo que pasaba —Ve a acostarte si quieres, te llevaré sopa.

—No, aún no puede hacer cosas, hyung —me miró preocupado —Usted debería ir a acostarse.

Yo sonreí —Ya estoy mucho mejor, ve —apunté la habitación con la barbilla —Te llevaré sopa y me contarás lo que sucedió con Jungkook.

Hizo un puchero pero de igual forma accedió —Hyung... —me llamó antes de cruzar el umbral —¿Puedo tomar una ducha?

Yo lo miré, sin creer lo que me estaba preguntando —Por supuesto que sí.

Mientras colocaba una porción de sopa de fideos en el microondas, oí la regadera correr durante un breve momento. Me preocupaba que Jimin dejara de alimentarse y dormir como corresponde debido al acoso que estaba recibiendo por parte de Jungkook, si las autoridades no tomaban cartas en el asunto, nosotros debíamos encontrar otra formas de safarnos de él.

Saqué la sopa del interior apenas sentí el pitido del aparato, la coloqué sobre una bandeja y le agregué dos gachas de avena para que la acompañara. Incluí también un vaso de jugo, realmente esperaba que todo esto no se me diera vuelta mientras caminaba. Equilibré lo mejor que pude todas las cosas e ingresé a la habitación, dejé la bandeja sobre el lado de la cama que ocupaba Jimin y me recosté un poco, el esfuerzo había hecho que se me instalara una pequeña punzada en el costado. 

Cuando Jimin salió del baño, ya traía puesta su ropa de dormir. Se acercó a la bandeja y sonrió como un niño pequeño —Hyung, esto huele muy bien.

Antes de que comenzara a comer, sacó su celular y me lo mostró, en él se podía ver una grabación obtenida de una cámara de seguridad, reconocí de inmediato la puerta del departemento de Jimin, y quedé estupefacto cuando vi a Jungkook entrar en él con una llave propia. —¿Cómo...? —intenté formular una pregunta, pero no me salían las palabras, esto había alcanzado otro nivel de obsesión. 

—Encontré un recibo de papas fritas tirado en el living —observé su rostro y noté lo mucho que esto le estaba afectando, ahora entendía a que se refería con tener miedo de lo que le pudiera hacer a Minsoo. Jungkook conoce cada movimiento de Jimin, cada acción y cada lugar al que concurre —Le pedí a Suho si podíamos revisar las cámara del edificio y encontré eso. Yo...realmente no sé que hacer, hyung. Me siento atrapado.

—Está bien que hayas venido, no pienses lo contrario —bajó el rostro y suspiró, podía darme cuenta de que los pensamientos intrusivos estaban jugando con él —Jimin, hablo en serio. 

Se terminó la sopa y dejó la bandeja sobre la mesita de noche, cruzó la cama hasta llegar a mi lado, sus ojos tenían un leve tinte rojo, realmente no quería verlo llorar, mi corazón se partiría en mil pedazos —No quiero que Jungkook le haga algo más, no tengo idea de lo que es capaz, hyung. 

Le sostuve la mirada durante un tiempo, limpié las lágrimas que caían silenciosas por sus mejillas e intenté, mediante el afecto, que su respiración se normalizara —¿Y si nos vamos de Corea? 

En su rostro se plasmó una expresión de confusión total —¿Qué? 

—Eso -—sostuve sus manos, quizás era demasiado precipitado, pero si Jungkook no se detenía, me parecía la opción mas viable —Vámonos a vivir a otro país, Jimin. Si te quedas aquí, tu vida y la de Minsoo correrán peligro. 

—Pero la policía... —se mantuvo en silencio durante un momento, como procesando lo que le acabo de ofrecer —Si logro que Jungkook caiga a la carcel, quizás no sea necesario irse. 

Yo sonreí, en ese momento me di cuenta de lo mucho que Jimin amaba su tierra natal —Solo es una opción, tranquilo. Si hay otra salida menos drástica a esta situación, debemos buscarla. 

Jimin se limpió las lágrimas con el dorso de su mano y volvio a apoyar su cabeza sobre mi hombro. Hasta hace un tiempo atrás no me imaginaba disfrutando una cercanía de este tipo con otro hombre, la veía incluso antinatural, pero ahora descubrí que no imagino una vida sin Jimin, sin su sonrisa, ni sus ojos grices tan característicos de él, una imperfección simplemente perfecta.

—Gracias por quedarse conmigo —murmuro despacio contra mi cuello. Levantó su cabeza y dejó un pequeño beso en mi mejilla. Ya era costumbre sentir sus labios sobre mi rostro, con el tiempo aprendí que Jimin era alguien extremadamente cariñoso y sensible, el contacto físico parecía ser su lenguaje de amor. 

Abrí las mantas de la cama e hice que nos metieramos debajo de ellas. Me giré sobre mi costado que no estaba herido y abrí los brazos, Jimin entendió de inmediato lo que le estaba ofreciendio. —Todo va a salir bien —susurré cerca de su rostro antes de darle un beso, no entendía como no fui capaz de hacerlo antes y me acobardé por tanto tiempo—. Saldrás de esta situación y todo sera un mal recuerdo. 

—¿Y si no es así? 

Medité durante un segundo antes de responder —No existe esa opción, Jimin. Minsoo te necesita...y yo también. 

Lo sentí apegarse aún más a mi sin siquiera lastimarme en lo más mínimo. Sostuve su cuerpo entre mis brazos, teniendo miedo de que si llegaba a soltarlo, pudiera desvaneserse como un sueño al despertar. Jimin era un rayito de sol en un día nublado, no merecía estar viviendo esto. 

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