27| Insa-dong
—Entonces, Jimin se quedará contigo durante el día, y yo vendré en las noches —rodé los ojos, recién habíamos entrado a mi departamento y mi amigo ya estaba planificando la semana completa.
—No es necesario —me senté en el primer sillón que encontré, el corto trayecto desde el estacionamiento hasta mi departamento me había agotado lo suficiente como para llegar casi sin aliento —Puedo quedarme solo durante la noche, estaré bien.
—No es verdad, ¿y si quieres orinar?
Yo fruncí el seño —No entrarás conmigo al baño, idiota.
Taehyung y Jimin soltaron una risa, los tres estaban en mi departamento y no tenían necesidad de hacerlo, aunque de cierta forma me alegraba tener compañía, me preocupaba que esto estuviera perjudicando su descanso.
—Lo sé, hyung. Pero hablo en serio, sé que Jimin esta de acuerdo conmigo —miré a Jimin para observar su reacción, él asintió despacio.
—Yo tengo turnos de noche, y aunque vuelvo en la madrugada, no me gustaría dejarlo solo mucho tiempo.
Suspiré —Está bien, pero solo un par de días, hasta que pueda pararme por mi cuenta al menos.
Eso pareció dejarlos conforme, me despedí de Hoseok y Taehyung con un abrazo, le agradecí a mi amigo por ir a buscarme al hospital y comprar los medicamentos por mi, ya que yo ni siquiera había sacado mi carnet de identidad antes de que la ambulancia me llevara. Apenas pudiera encontrar mi celular y cargarlo, le iba a transferir todo lo que gastó.
Jimin me ayudó a incorporarme y caminamos despacio hacia mi habitación, en ese momento caí en cuenta de que él jamás había venido a mi departamento, por temas de trabajo, siempre era yo el que solía ir. Me ayudó a recostarme, a quitarme lo zapatos y la ropa para colocarme un pijama. Me sentía demasiado expuesto ante él, pero sus acciones estaban envueltas en cariño y dedicación, su rostro no era de desagrado, y me costaba procesar aquello.
—Jimin —lo llamé cuando lo vi tomar unas mantas y llevárselas a la sala de estar —¿Qué estas haciendo?
—Umh... —lo vi dudar, miró las mantas que tenía puestas en el sillón y luego me miró a mi —No quiero molestarlo, entonces pensé en dormir en el sillón por hoy.
—¿De que estás hablando? No me molestas.
Jimin torció los labios y se removió incómodo —De verdad no quiero causarle más dolor, hyung.
—Ven acá —separé las mantas de la cama y le dejé un espacio a mi lado —Hablemos. Quiero que te dejes de sentir culpable por lo que pasó, y creo que hablarlo es la mejor forma.
Jimin volvió a mirar las mantas que tenía en el sillón, pero finalmente accedió, llegó hasta la cama cabizbajo, se quitó los zapatos, los pantalones y se metió a mi lado bajo las sábanas. Ni siquiera podía girarme a abrazarlo, debía estar como momia en un ataúd o sentiría como si me estuvieran enterrando millones de aguas en el costado.
—Debo ir a la comisaría, hyung —murmuró despacio —Tenemos que ir a declarar lo que pasó. También quiero colocar una orden de restricción en su contra, el oficial Hwan me dio esa opción.
Suspiré —Está bien, si es lo que hay que hacer, iremos —él me miró y se acercó un poco más, tomó mi mano y apoyó su cabeza en mi hombro, siendo cuidadoso de no lastimarme —Sí eso hará que Jungkook te deje tranquilo, tenemos que hacerlo.
Dos días después, al salir de la ducha, Jimin me ayudó a vestirme con cuidado. Nos ordenamos lo mejor que pudimos, él se colocó una camisa blanca y pantalones de vestir, su cabello rosa tenía una partitura en el costado, dándole un aspecto sexy y varonil, incluso el gloss en sus labios le sentaba bien. Si alguna vez pensé que Jimin tenía el aspecto de una mujer, definitivamente estaba equivocado, tan solo era otro tipo de masculinidad.
—Hoseok debería estar por llegar —me senté despacio en la barra de la cocina y observé su espalda mientras él lavaba lo que ocupamos al desayuno —Te ves muy bien, Jimin.
Él se volteó y sonrió tímido —No es verdad —ha estado cocinando y lavando todas las cosas, en las noches se va a trabajar y luego llega cerca de las 5 o 6 am, una hora después, Hoseok sale de mi departamento y se va a su trabajo. Haremos eso al menos hasta la semana siguiente. Ayer, muy temprano, fue a visitar a Minsoo a la clínica y volvió para darme almuerzo, intenté decirle que podía quedarse junto a su sobrino durante todo el día, pero él insistió en venir. Me preocupaba en serio su estado de salud, ya que no descansaba lo suficiente —¿Está seguro de que se siente bien para ir? Puedo pedir que extiendan el plazo si es necesario.
Yo negué, mientras antes colocara esa orden de restricción sería mucho mejor —Estaré bien, tranquilo, ya no me duele como antes —llevaba mi bolso completo de analgésicos en caso de que tuviéramos que estar más tiempo del debido ahí. Debía tomar dos pastillas cada cuatro horas, y gracias a eso el dolor se volvía más tolerable.
Mi celular sonó sobre la barra, y al encenderlo, era un mensaje de mi amigo diciéndome que ya había llegado y que estaba fuera del edificio. Salí del departamento agarrado al brazo de Jimin, tomamos en ascensor y entre los dos me ayudaron a subir al auto. Hoseok pidió permiso en su trabajo para ausentarse y acompañarnos a la comisaría de ida y de vuelta. Sí alguna vez mi madre me advirtió que debía alejarme de él, no podía estar más equivocada, Jung era mi mejor amigo fuera gay o heteroseoxual.
—¿Tienen la dirección? —preguntó.
—Sí —Jimin observó su teléfono —es la comisaría 26, queda ahí en Insa-dong con calle Jogno-gu.
Hoseok asintió, Insa-dong era una de las avenidas principales de Seúl y el sabía como llegar, no necesitaba mayores indicaciones. Encendió el auto, colocó primera y nos metimos a la calle, avanzaba lo más despacio que podía, pero a la vez, lo suficnetemente rápido para que no le tocaran la bocina, ya que cualquier bache por el cual pasara el auto significaba dolor para mi.
—¿No has sabido nada de Jungkook? —le pregunté, Jimin tenía la vista perdida en la ventana, su actitud había cambiado demasiado desde que ocurrió aquello, es como si su esencia se hubiera apagado debido al miedo.
Él negó con la cabeza —Nada, tampoco he querido escribirle, dudo que pueda tener una conversación con el —lo sentí suspirar y solo pude preocuparme, alguien con una energía tan radiante y hermosa no merecía estar pasando por esto.
—Se ve a solucionar, tranquilo —estiré mi mano hasta tomar la suya, y recibí a cambio una sonrisa, sus ojos grices iban cubiertos por las gafas de sol negras, las mismas que llevaba cuando lo conocí en la pastelería Daisy —Después no te darás cuanta y estaremos trabajando en tus fotos nuevamente.
Eso lo hizo sonreír un poco más, mi corazón se sentía feliz al verlo así —Eso espero, hyung. Ya no me quedan muchas fotos de reserva.
La estación policial era una de las más grandes que tenía Seúl, por fuera se veían carros de emergencias, y la entrada estaba custodiada por dos oficiales, uno a cada lado. También se veían personas entrando y saliendo, seguramente no eramos los únicos que venían a dejar una denuncia o un testimonio.
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