16| Fin de mes
—Entonces...¿qué te dijo el médico? —le pregunto luego de cerrar la puerta del departamento tras de mi. Durante todo el trayecto de vuelta, Jimin fue un mar de lágrimas y mejillas rojas, intentaba responder a mis preguntas, pero la tristeza lo ahogaba y solo conseguía emitir un sollozo.
—Me dijo que Minsoo tendría que quedarse un par de días más —dejó su bolso en el colgador que había a unos cuantos metros de la puerta —es solo una medida cautelar, para ver como evoluciona luego del coma inducido.
—¿Entonces por que lloras tanto, jimin? Yo vi a Minsoo bastante bien. Deberías al menos, estar un poco más tranquilo.
Jimin volvió a hacer un puchero y se sentó en el sillon —No lo se, hyung. No puedo parar. Es solo un niño, no tendría que estar pasando por nada de esto.
Me siento a su lado y estiro una mano hasta alcanzar su hombro, dejo unas leves caricias y noto como poco a poco Jimin se va calmando. El llanto no se detiene por completo, pero mengua lo suficiente como para que pueda hablar con claridad —Supongo que solo es una mezcla de emociones. El que Minsoo haya despertado después de tanto tiempo, el verlo sonreír nuevamente, el que usted me haya acompañado. —se detuvo y guardó silencio durante unos minutos —Estoy un tanto acostumbrado a hacer las cosas solo. Me cuesta un poco concebir...que usted está conmigo.
—Jimin...
—Lo sé —me interrumpe —Sé que no somos nada, no se preocupe. No lo decía con un sentido romantico —se enjuga las lágrimas y respira hondo, haciendo su mejor esfuerzo para no volver a llorar.
—No, o sea, no iba a reclamar nada —retiro la mano avergonzado de que Jimin ya se haya hecho esa imagen de mi. No es algo de lo que pueda culparlo, porque yo mismo me he presentado así y he sido así de duro con el amor entre personas del mismo sexo, sin embargo, su reacción me dolió más de lo imaginado.
—¿No? —pregunta.
—No, solo quería decirte que está bien sentirte así. Yo muchas veces no sé lo que siento, y trato de hacer mi mejor esfuerzo con lo que sí entiendo. —Nada de lo que acabo de decir es una mentira, no se identificar mis emociones de la mejor manera, sin embargo, Hoseok me ha ensañado que siempre debo intentarlo.
Jimin se queda mirandome por unos segundos, sus ojos volvieron a tener esa tonalidad clara de gris.
Creo que mientras no estemos en la calle o a vista de toda la gente, puedo estar con Jimin y sentirme cómodo con su presencia. Lo que me aterra son las miradas acusadoras, aquellas personas de religión que dicen "lo que ustedes hacen es pecado". Pero, ¿cómo evitar aquello si vivimos en la gran Seúl? Definitivamente no hay forma, no existe manera alguna porque incluso mi madre es una de ellas.
—Hyung, ¿le gustaría quedarse a dormir algún día aquí?
Aquella pregunta me tomó desprevenido. No supe que responder, y Jimin notó inmediatamente mi duda, así que se apresuró a aclarar —No piense que lo estoy presionando. Solo es una invitación.
—Yo...no lo sé —susurro. Pero los ojos hinchados y llorosos de Jimin me hacen cambiar de opinión. Me prometí a mi mismo intentarlo, y es algo que debo cumplir, aunque me muera de miedo por dentro. Tambien quiero ser feliz, y con Jimin, quizas pueda serlo —Puede que no sea una mala idea —concluyo—. Aunque...¿tu no trabajas de noche?
Una leve sonrisa se asoma en sus labios, no puedo evitar recordar el beso de hace unas horas, nunca imaginé lo placentero que sería —Sí, pero puedo cambiar mi turno de noche por uno de día.
Se acerca un poco más y apoya su mano sobre mi rodilla —Puede ser el día que a usted le acomode.
Siento mi estomago un manojo de nervios al tenerlo tan cerca, no se como lo haré para dormir una noche entera con él, si apenas me toca y ya siento que me voy a desmayar. Hasta entonces creí que conocía lo que era desear a alguien, a una mujer. Pero tener a Jimin tan cerca, me hizo entender que quizás todo este tiempo estuve deseando al género equivocado.
—Jimin.
—Dígame.
—¿Puedo besarte otra vez? —Creo que me volví adicto a ti.
El sonrió, y sin decir nada, acercó su rostro hasta que nuestras narices se rozaran. Cerró los ojos e inclinó la cabeza, fueron toques suaves, delicados, al igual como lo era él. Un beso tras otro en el sillón de su departamento, y yo no sabía como detenerme.
Quería un poco más de lo que él podía darme, quería tocar su rostro, así que levante mis manos y acuné sus mejillas, tal como lo hizo conmigo en la mañana. Mordí su labio inferior y lo oí gemir, justo en ese momento, algo se removió dentro de mi, porque no eran los gemidos falsos que escuchaba cada vez que lo grababa, este fue genuino, gutural y esporádico. Fue el gemido de un hombre.
—Podría quedarme mañana —susurré cuando nos separamos. Mi corazon está agitado, pidiendo a gritos un poco de oxígeno.
Jimin continúa con los ojos cerrados —Tengo algunos encargos para mañana — yo asiento, aunque él no pueda verme —. Podríamos trabajar en ellos y luego se queda a dormir.
—Me parece bien.
Cuando abre sus ojos, noto que algo cambió en ellos, ya no tenía el aura de tristeza que lo invadía cuando salimos de aquí. Ahora tiene una expresión vivaz, juguetona y algo tímida. Jamás había conocido a alguien que tuviera unos ojos tan expresivos, quizás se deba al color, o es que simplemente Jimin es así, transparente. —Creo que será mejor que me vaya, hoy debo hacerle el pago a Hyejin.
—¿Quien es ella? —pregunta ladeando la cabeza.
—Es la mujer que me arrienda el departamento donde vivo—. Por algún motivo que desconozco, ella prefiere que le realice el pago en efectivo, jamás me ha a aceptado una transferencia.
—¿Ya es fin de mes?
Sonrío un poco al ver su expresión de sorpresa —Sí. Ya es momento de pagar las cuentas.
Arruga su nariz. Y yo lucho conmigo mismo para tomar el valor suficiente y despedirme de él con un beso en sus labios.
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