
05| Ojos grises
Nunca en mi vida había conocido a una persona que tuviera los ojos grises por causa relativamente "natural", hasta hoy, cuando el chico que me contrató la semana pasada me abrió la puerta de su departamento para sacar las primeras fotografías.
Estaba sin lentes de sol, y con una suave capa de maquillaje en el rostro. Por un momento pensé que podían ser lentillas, pero supongo que él adivinó mi incertidumbre, porque inmediatamente me dijo que era un problema oftalmológico llamado "dispersión del pigmento" sus ojos perdieron el color natural por culpa de un medicamento que ingirió hace un par de años, al parecer un antibiótico. Sin embargo, tienen un brillo particular y llamativo.
—Lo siento —digo en voz baja. No sé que tan bien está que me cuente sus cosas en el primer día de empleo, pero supongo que ese detalle de su vista grisácea es algo que tendré que arreglar en las fotografías antes de enviarlas, si es que él me lo pide, claro.
Crucé la puerta de entrada y un desván con apariencia rústica me recibió, tiene una mesa de madera en la parte derecha, la escalera en la parte izquierda y la cocina al estilo americano justo en el fondo. Lo que más me llamó la atención, fue el segundo piso, unos pasos al término de la escalera se ve una cama, la cual pretende tener una pared de vidrio, pero parece de todo menos pared, porque es transparente.
Él se encogió de hombros para restarle consideración—. El color de ojos no es algo que me importe realmente —apagó la tv del living y me hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera—. Pero todos tienden a preguntar, así que suelo adelantarme con las respuestas.
Lo sigo sin decir nada, el leve peso de mi cámara fotográfica y del trípode en mi costado me recuerdan que solo estoy aquí por trabajo, que pronto podré irme a mi departamento—. ¿Le importa si antes almuerzo? Digamos que estuve toda la mañana ocupado y no tuve tiempo de comer algo —se giró para mirarme, y un leve olor a perfume llegó hasta mi nariz, no es un aroma masculino, más bien, es muy parecido al que usaría una mujer.
—¿Te importa si por mientras instalo mi equipo? —él sonrió, entendió mi respuesta. Me llevó hacia una puerta algo escondida, que si él no me hubiera dicho que estaba ahí, yo ni siquiera me hubiera enterado.
—Este es el lugar donde trabajo —desvió la mirada y se hizo a un lado para que yo pudiera entrar por completo. Casi me ahogo con el aire, el color de la habitación es de un rosa pastel, colchón mullido y almohadas peludas del mismo color, unos cuantos juguetes sexuales de diversos tamaños cuelgan del respaldo de la cama. Es la habitación que aparece en las fotografías, no puedo creer que de verdad estoy aquí, si no vomito, Hoseok tiene que darme un premio—. Instale su equipo donde más le acomode, luego vemos el tema de los ángulos y eso.
Avancé hacia el interior, respiré hondo y dejé el trípode en el suelo.
—Si termina antes que yo, puede ir a hacerme compañia al comedor —sí, tal vez vaya para huir de esta habitación. Necesito tener su valentía, ojos despigmentados y un trabajo sucio, yo no podría sobrevivir a eso, ni mucho menos vivir de eso.
Cuando era niño, mi mamá solía decirme que si una mujer se desnudaba frente a un hombre que no fuera su pareja, se iría al infierno por transgredir la palabra de dios, y por ese dicho, muchas veces yo tenía el torpe instinto de taparme los ojos cada vez que veía a un maniquí con cuerpo de mujer sin ropa alguna. No fue hasta que cumplí once años de edad que entendí que un maniquí no se iría al infierno por estar desnudo, ni yo tampoco por mirarlo.
El punto radica en que, ahora estoy teniendo ese mismo instinto, ya van dos veces en que cierro los ojos por inercia cada vez que Jimin se despoja de una prenda, él solo se rie y sigue en lo suyo, como si estuviera acostumbrado.
—En su perfil de instagram vi que solo le toma fotografías a paisajes —se subió a la cama de sábanas rosas solo estando con calzoncillos y una remera que parece tela de cebolla por lo delgada que es—. No se decepcione si mi cuerpo no se parece a uno —se quitó la remera con total descaro y miróna la camara con ojos traviesos, disfrutando de verse apuntado por este objeto.
Respiré hondo e hice un esfuerzo titánico para no salir huyendo, la piel de ese hombre no es como la de otros, Hoseok nunca en la vida se ha quitado un vello, yo lo intenté tras perder una apuesta y me dolió hasta lo que no sabía que podía dolerme, él, en cambio, no tiene ni siquiera uno, por ninguna parte. Su pecho y su abdomen son un verdadero desierto, sus piernas dan la impresión de ser tan suaves como las de una mujer, si no fuera por el bulto sobresaliente de su ropa interior, dudaría seriamente de que él fuera un hombre.
—No puedo —solté de repente al verlo bajándose los calzoncillos, necesito que se detenga y me deje procesar esto—. Espera.
Él me miró aparentemente sin entender lo que me sucedía, desearía poder explicarle que no estoy acostumbrado, que no tengo el valor de verlo sin ropa, pero temo que si lo hago, él no lo entenderá, porque para él no es un puto problema toda esta mierda.
—Hyung... —me llamó. Yo levanté la vista hasta toparme con sus ojos grises, está en la misma posición de antes, con las manos en la tira de su ropa interior—. Las imágenes son sin ropa o con lencería, ya lo habíamos hablado. Usted aceptó.
Cerré los ojos, tratando de calmarme—. Lo sé.
—¿Qué es lo que le atormenta? —me preguntó con interés en la voz. Se movió sobre la cama, quizás, aprovechando de quitarse la ropa interior, yo seguía sin abrir los ojos.
Ni siqueira sé qué es lo que me atormenta, tengo miedos con los cuales debería estar acostumbrado a vivir, pero que, simplemente, nunca dejan de mostrar una faceta nueva, y eso hace que se vuelvan casi imposibles de superar. Jimin no cree que algo esté mal con su cuerpo, pero para mí, todo en él está erróneo, es como un virus de computador, partiendo por el color de su cabello, siguiendo con la forma en que se gana la vida, y terminando con el hecho de que me está obligando a ser parte de esto solo por dinero.
—No hay nada que me atormente —mentí. Hoseok odia que mienta, pero él tambien lo hace, y yo no le digo nada—. Sigamos con las fotos, por favor.
Al abrir los ojos, me di cuenta de dos cosas:
1) Él ya sabe lo que pasa conmigo, lo sé porque al igual que el primer día, la situación solo le divierte, como si ya hubiera visto esta misma escena muchas veces antes, y de cierta forma, estuviera acostumbrado.
2) Desearía poder decirle todo lo que pienso respecto de su persona, peros sus ojos grises me frenan. Me obligan a parar sin siquiera haber comenzado, y eso, es algo que me cabrea.
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