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03| Sodomita

A veces de verdad creo que el universo conspira en tu contra, o como sea que se le llame. Durante un tiempo -cuando vivía con mi mamá- creí mucho en esto de las energías de las personas, las vibras, el poder de la mente y todo eso, pero en realidad nunca me dio resultado, parecía una especie de vudú mal diseñado y con agujas sin punta pinchándome por todas partes. 

Una vez, por encender velas para orarle a unos santos, terminé incendiando la cortina del living y gran parte de la pared, la cual aún tiene la mancha negra. Ese día los bomberos subieron corriendo doce pisos por las escaleras hasta la puerta de mi departamento solo para que yo les dijera "apague el fuego con el extintor" 

Estoy seguro de que querían colgarme del primer gancho que encontraran disponible.

Mi madre, por otra parte, vive más pendiente de que sus inciensos no se apaguen, a que de cómo estoy yo, o si aún no me he muerto de inanición.

Y en realidad, creo que fue un error pedirle un mantra para que me acepten en alguna empresa, porque ahora estoy sentado en el suelo, rodeado de velas blancas -otra vez- y en completa oscuridad, recitando algo que me tuve que aprenderme de memoria, porque no podía tener los ojos abiertos mientras practicara este supuesto ritual de Ley de Asunción. Y en lugar de eso, pareciera que estoy intentando comunicarme con la bestia, ni siquiera yo me acuerdo del sentido real de las palabras.

—Ah caray, creo que tuve que haber golpeado antes de entrar —abro un ojo solo para ver a Hoseok cargando con muchas bolsas parado en la puerta de mi departamento—. ¿Tu mamá también está aquí? —me pregunta en susurros con una mueca de desagrado. Digamos que Hoseok y mi madre tienen una pésima relación, ninguno de los dos se soporta, Hoseok la trata de fósil andante, o fosil de la era de los dinosaurios, la cosa es decirle fósil. Mientras que ella lo acusa constantemente de sodomita.

Niego con la cabeza y vuelvo a cerrar el ojo para retomar mi concentración. Mi amigo de toda la vida, entra -según él- sin hacer el menor ruido posible, pero con solo dar un paso, crea un concierto de bolsas de papel. Yo suspiro resignado, con él dando vueltas por ahí no tendré paz, así que prefiero levantarme para ayudarlo con las bolsas y que no cree un desastre.

—Pensé que habías dejado todo esto de las velas y los rituales raros —me dice, quitándose el bolso y dejándolo al lado del sillón—. No me digas que tu madre te ha vuelto a llevar al lado oscuro, porque le pego. 

Yo comienzo a reír, de verdad es una relación de odio puro, nunca puedo tener a los dos en la misma habitación —No, idiota —luego de acomodar las bolsas en la encimera vuelvo a mi sitio en el suelo —Solo le pedí un mantra para practicar la Ley de Asunción durante tres días y lograr que alguna empresa me llame para establecer contrato, de eso depende que no tenga que fotografiar penes para sobrevivir.

El desconcierto se deja oír en la voz de mi amigo —¿Qué? ¿El gran Min Yoongi fotografiando penes? Pensé que nunca tendría la dicha de ver esto.

—Cállate, ¿quieres? Déjame terminar esto —no sé qué carajos hace aquí, yo le pedí dinero para abastecerme con comida, no que me trajera la comida al departamento, Hoseok no entiende instrucciones básicas. Aunque es el único que no me juzga por la desición que tomé de estudiar fotografía, no puedo pedirle dinero a mi madre porque ella fue la primera que me advirtió que esto pasaría tarde o temprano, tengo la presión constante de hacerle saber que me está yendo bien debido a que decidí seguir "mi sueño" y no una carrera que me diera dinero abundante, como ella quería. Le pedí esto del mantra diciéndole que quería tener dos trabajos, no sabe que estoy desempleado.

Es una auténtica mierda que la vida funcione en base al dinero.

Y también es una auténtica mierda que la Ley de Asunción no sirva. 

Elijo levantarme otra vez e ir hacia la barra, donde está Hoseok ordenando el contenido de las bolsas, solo llego para quejarme y sufrir, a estas alturas es lo único que puedo hacer. Abro Instagram y le muestro el perfil del chico —Él me ofreció contrato, me dio tres días para pensarlo. 

—Woow —sé que mi amigo se está deleitando con las imágenes, no me sorprendería si me llego a enterar que él compra ese tipo de fotografías —Si yo fuera fotógrafo, ni siquiera le hubiera pedido tiempo para pensar. Y aunque fuera una estafa, moriría feliz viendo a la belleza que me estafó.

—Lo sé, pervertido —le quito el celular antes de que comience a salirle baba por la boca—. Pero yo no fotografío hombres, menos hombres femeninos. 

—Ay por favor —reclama indignado—. Fotografiar hombres no te hace gay, tienes que sacarte eso de la cabeza, hyung —yo ruedo los ojos, he oído ese discurso millones de veces —¿Cuántos años tienes? ¿Sesenta? 

Lo miro ofendido —No. 

—¿Entonces? —insiste—. Las nuevas generaciones están avanzando, y nosotros somos parte de ellas, tenemos que avanzar también. 

Es un poco complicado avanzar cuando sientes que hagas lo que hagas, todos te van a juzgar. Mi padre era la persona más homofóbica y cerrada de mente que pudo haber existido, y cuando Hoseok me conoció, todo colores y lleno de vida, yo era igual a ese hombre; amargado, denigrador, oponiéndome a los cambios, sujetándome a las tradiciones heteronormadas como una soldadura. No veía más allá de mi propia nariz, muchas veces hice sentir mal a Hoseok con este mismo tipo de comentarios, pero él aprendió, de cierta forma, a saber como ayudarme para comenzar a cambiar. Porque aún no entiendo cómo, pero él me quiere más de lo que lo hizo mi familia.

—Solo en un aspecto estoy de acuerdo con tu mamá —yo vuelvo a mirarlo, sé lo que dira a continuación—. Que todas las cosas suceden por algo —murmuramos al unísono—. La diferencia está, en que cuando finalmente pasan, ella se ofende, y yo no.

Yo suelto una carcajada, porque tiene razón, mi mamá insulta a medio mundo cuando las cosas pasan pero no son lo que ella esperaba. —Cuando fui a "Dalí catcafe", creo que ofendí a un chico —confieso por lo bajo, sabiendo que Hoseok fue capaz de escucharlo.

—No puede ser, ¿qué le dijiste?

—Me dio una tarjeta de la tienda, y yo pensé que era su número telefónico. 

La carcajada que deja escapar Hoseok me hace sentir mucho mejor, a veces olvido que con las personas correctas, por más vergonzosa que sea una situación, también puedes obtener momentos gratos. —Espera, necesito ver esa tarjeta. Necesito reírme con la evidencia en la mano. 

Yo la rebusco de mala gana, pero me hace feliz verlo reír, ojalá él fuera eterno. —Bueno, si tú no vas a llamar, yo sí lo haré —se levanta del lugar donde estaba sentado y me guiña un ojo, llevándose la tarjeta hacia la terraza para marcar el número. Dudo que venga el chico de nombre Taehyung, o en realidad es lo que espero, suficiente vergüenza pasé ese día, no quiero verlo al rostro en un buen tiempo.

Saco mi celular y entro al perfil del joven, sé que Hoseok tiene razón, sé que fotografiar hombres no me hace gay, pero muy en el fondo, aún hay algo que me impide hacerlo. Quizás no quiero que mi mamá trate a otra persona de sodomita -aunque en realidad no tienen porqué conocerse- o quizás, no quiero que me trate a mí de sodomita. 

O tal vez tengo miedo de otra cosa que aún no soy capaz de entender.

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