Viagra Joke
Lo odiaba, lo detestaba, de solo ver a ese espécimen humano su cerebro sufría de lo que muchos llamaban ansiedad; y no podía evitar ser como las personas bipolares, solo que él cambiaba de humor con solo verlo.
Y ahora más que nunca, quería matarlo.
—¡Te voy a matar!
El pálido escapaba de él, mientras un cuchillo apuntando a él se alzaba por encima de la cabeza del rubio mientras corría para clavárselo a ese despreciable ser.
—¡Jimin, cálmate! ¡baja ese cuchillo!
—¡Voy a matarte, Min Yoongi!
—Escucha, prometo que no fue mi culpa… solamente…
—¡Cállate, hijo de puta!
Yoongi se arrodilló ante él cuando en el pasillo no tuvo más escapatoria y el rubio lo tenía acorralado. ¿Otra mejor idea que arrodillarse a los pies de Park para rogar por su vida?, no, pues el enano diabólico era capaz de matarlo y hallar el lugar perfecto para que más nunca encontraran su cadáver.
Jimin estaba a punto de apuñalar a ese intento de hombre, cuando fué jalado con fuerza hacia atrás y reconoció de inmediato los brazos de quién impidieron su casi homicidio.
—¡Bájame papá, que hoy sí lo mato!
Yoongi veía con la mano en su pecho, aliviado, como su padrastro sostenía al enano; que si no fuera porque no tenía el cabello teñido de rojo, se llamaría chucky. El hombre mayor lo retuvo en brazos mientras este lanzaba patadas y manotazos.
Una vez el hombre, padre del demonio se deshizo del cuchillo, Yoongi se levantó sosteniéndose del sofá, con la respiración agitada.
—¿Se puede saber qué está pasando aquí?
Su madre entró confundida, Yoongi corrió a esconderse a sus espaldas, mientras el esposo de su madre seguía sosteniendo al chico. Con una voz casi inaudible habló.
—Ese demonio… intentó matarme.
—¡Min Yoongi! —regañó su madre.
—¡Y lo hubiera hecho de no ser por mi papá, idiota!
—¡Park Jimin! —alzó la voz el papá del rubio.
—¿Se puede saber qué pasó?
—¡Este imbécil con su cerebro lleno de mierda chocó mi auto!
El papá de Jimin lo empujó soltándolo y viéndolo en advertencia.
—Un insulto más, Park. Y te prometo que no la cuentas, jovencito.
—¡Vas a defenderlo!
Jimin no podía creer que su padre estuviera de parte de esas persona y no de parte de él, que era su sangre. Odiaba a Min Yoongi, por ende, odiaba a la madre de él por aparecer en la vida de su padre y arruinar la suya.
—No, pero seguramente todo esto fue un accidente ¿No es así Yoongi?
El aludido asintió con frenesí, la madre de esta seguía siendo su escudo, mientras ella se dedicaba a regañar a su hijo.
—Así es señor Park, todo fue un accidente e intenté explicarle, pero él no me escuchó.
—Entiendo —dijo el hombre, dejando con la boca abierta a su hijo—; sin embargo, cada acción conlleva una reacción. Y tendrás que asumir los gastos de la reparación del auto de tu hermano, ¿Te parece bien cariño?
—Me parece perfecto. —Dijo la mujer.
Jimin sonrió medio conforme.
—¿De dónde sacaré tanto dinero mamá?
—No lo sé, hijo. Saca los ahorros de tu tarjeta, pero debes asumir las consecuencias de tus actos. Además, ¿por qué tomaste el auto de Jimin si tienes el tuyo?
—Me quedé sin gasolina, y tenía que salir con urgencia. —El rubio se cruzó de brazos, había escuchado mejores excusas que esa, sabía que todo eso era un teatro del pelinegro.
—Sea cuál sea la razón, tienes que llevar el auto de Jimin al taller. Ahora dejen de pelear por un maldito día, por favor. —Dijo el padre de Jimin sobando el puente de su nariz.
La madre de Yoongi caminó hasta tomar la mano de su esposo y avanzó con él hacia sus habitaciones. Jimin estaba por ir a la suya, pero su cuerpo fue acorralado; o mejor dicho, estampado, con su rostro sobre la fría pared, con el cuerpo de Min haciendo presión para no dejarle escapatoria.
—Touché hermanito, ¿Recuerdas tú broma de la semana pasada? Pues acabo de cobrarme ese altercado. Me hiciste romper con mi novia, pequeño demonio.
—No fue mi culpa que creyera que éramos algo más.
—Explícame cómo quieres que no haya pensado algo más, si saliste de mi habitación en lencería. ¿Qué diría tu papi si las viera?
Jimin no se arrepentía, ese día había disfrutado de la cara de la pareja cuando lo vieron de esa manera. Había amado estropear los planes de su hermanastro al querer follar en su habitación; en su defensa, Yoongi había corrido el chisme de que salía con un profesor en toda la universidad. Eso casi le cuesta la carrera a subprofesor, y a él la media beca que tenía.
Así habían empezado, con pequeñas bromas, pero las cosas habían escalado a un nivel que estaba deteriorando a sus padres, y había llevado a ambos hermanastros a odiarse.
—No te atrevas Min, recuerda que eres un gay de closet. Al menos mi papá sabe que soy gay.
—No te creería, pequeño hijo del diablo.
—Tengo fotos. —Contestó a penas, sintiendo como yoongi aumentaba la presión en su mano pegándole a la pared.
—¿Cómo dijiste?
—Tengo fotos de tí con ese chico de tu clase de historia.
—Mientes.
—Pruébame, y verás que le enseño a papá y a tu mamá como te besaste con él en el salón de clase. ¿Crees que no tengo una garantía si planeas algo peor?
—Vas a arrepentirte, Park.
Yoongi lo dejó libre y se apresuró a subir las escaleras rumbo a su habitación. Él hizo lo mismo, con la ligera diferencia que un magnífico plan para vengarse se dibujó en su maquiavélica cabecita.
Un año, sus padres exactamente en un día estarían celebrando el primer aniversario de su matrimonio. Un año de felicidad y prosperidad. Sin embargo, era un año de infierno, infelicidad y amargura para Yoongi y Jimin. Ambos jóvenes no se llevaron bien desde el principio, se podría decir que desde que sus ojos se conectaron chispas había volado, pero al parecer… de odio mutuo.
Ambos eran ya unos jóvenes adultos, estudiaban en la misma universidad; Yoongi cursaba segundo año de medicina, su sueño siempre fue especializarse en la rama forense; por otro lado, Jimin también estudiaba medicina, con la diferencia que ese apenas era su primer año y quería convertirse en cardiologo; la cuestión era, que toda la universidad sabía de que ambos hermanos no congeniaban, pero nadie sabía el trasfondonde ello.
Es más, ni ellos mismos encontraron una lógica para llegar al trasfondo.
Jimin pasó imaginando las posibilidades y las consecuencias de su plan, iba a ser la broma más espectacular que le gastaría a su hermanastro, sonrió solo de imaginarlo. Es así como al día siguiente, cuando sus padres estaban de un lado a otro dirigiendo a los empleados de la casa para hacer de esa noche una reunión sumamente especial entre las dos familias del matrimonio, él bajó las escaleras tambaleándose y rodeando con sus brazos su estómago.
Su madre y su padrastro lo interceptaron con los rostros preocupados al ver al menor tan doliente.
—Hijo ¿Qué te ocurre? ¿Te sientes mal?
Él asintió.
—Si, no me siento bien del estómago. Creo que iré a la farmacia a comprar algo y no estar así para la cena.
El matrimonio sonrió, pues ambos jóvenes habían demostrado no estar interesados en estar presente en una reunión como esa, pero ahora el rubio estaba tratando de estar bien para poder estar presente, y más felices no pudieron sentirse.
—Por supuesto hijo, ve con cuidado.
Jimin salió de casa, tomando las llaves del auto de su madre para dirigirse a su destino con la emoción al mil; jamás pensó decir eso, pero esperaba que la noche cayera para que la cena familiar ya llegara.
La casa de los Min-Park era grande, de hecho había un salón solamente para reuniones como esa, pero aún así con todo y ese enorme salón la gente no alcanzaba dentro de él; por lo que la celebración se extendió al rededor de todo el primer piso de la casa.
La servidumbre estaba dando vueltas, y un pequeño rubio se escabulló dentro de la cocina para llevar a cabo su maléfica idea, buscó con la mirada a la persona indicada, hasta que vió a la chica joven caminando con una bandeja en la mano. Se dirigió a ella jalando su brazo para llevarla a un lugar más apartado.
—Joven Park ¿Qué pasa?
—Tú vas a ayudarme en algo.
La cena se llevaba a cabo en el patio de la casa, la decoración era tan elegante como la vestimenta formal de cada familiar ahí presente. Grandes toldos con cortinas color doradas se dejaban ver aleteando debido al viento de la fresca noche, y el vestido blanco con detalles dorados de su madre también jugaba con la ventisca que creaba un ambiente muy agradable a la luz de la luna y las velas en el centro de decoración de cada mesa.
Cómo era algo obvio, él estaba sentado en la misma mesa que su madre y padrastro; y por desgracia, Min Yoongi también estaba en esa mesa. Pero le pareció interesante que no solo ellos estaban ahi, también los hermanos de su padre y el hermano de la madre de Yoongi, lo que hacía la velada aún más interesante.
El banquete empezó a ser colocado frente a cada persona, copas de vinos eran acompañadas con las carnes, y los postres fríos daban un cambió al menú bastante agradable; hasta que llegó el momento. Las copas de champagne fueron puestas al frente de cada uno, la chica a la que había chantajeado lo observó con miedo antes de darle la copa al hijo del señor Min, para luego retirarse con rapidez.
El momento del brindis llegó, y bebiendo su copa, Jimin declaró que jamás en su vida había sentido el sabor del champagne tan dulce como la venganza que estaba consiguiendo al ver a Yoongi beber hasta el fondo de la bebida, hasta que no quedó ni una gota en el cristal. Sonrió.
Los minutos pasaron, estaba haciendo lo humanamente posible para no reírse de la imagen de su hermanastro. Este mantenía su cabeza gacha, no aparentaba, pero sabía que su respiración estaba acelerada, y si levantaba la cabeza podría ver su rostro sonrojado y perlado en sudor.
—Cariño ¿Ya te sientes mejor? —la pregunta se escuchó en la mesa, hasta que su tío a su lado tocó su hombro y le apuntó a la esposa de su padre.
—¿Si?
—¿Te sientes mejor?
—Oh, por supuesto. Creo que solo eran los nervios. —Mencionó titubeante, llevando la nueva copa de champagne a sus labios.
—¿Qué sentías? —preguntó su tío a su lado.
Jimin apretó la mandíbula incómodo, eso no estaba en sus planes.
—Jimin en la mañana estaba con dolor de estómago, por lo que salió a la farmacia a comprarse algo —explicó la mujer, él asintió cohibido—. Me da gusto que estés bien.
—G-Gracias.
Y el cerebro de Yoongi hizo click inmediatamente, había visto a su hermanastro tan pacífico desde en la mañana, que temía que en cualquier momento le apuñalara por la espalda con un cuchillo, estuvo todo el día alerta, pero ya había caído a la cuenta de qué se trataba todo eso.
«¡Maldito demonio!», gritó Yoongi en su mente.
Una nueva oleada de calor golpeó su cuerpo, haciéndole gruñir y con eso llamar la atención de toda la mesa, en especial la mirada divertida del bastardo de Park Jimin.
—Amor ¿Te sientes bien? —su madre a su lado tocó su frente, notando la leve tibies mezclada con él sudor —¿Quieres ir al hospital?
Yoongi negó tomando aire profundamente. Ya apretando sus puños alzó su mirada para hablar.
—No, creo que es el olor de la velas aromáticas que me está mareando mucho. Discúlpenme, voy a retirarme un momento.
—Claro cariño, ve.
Yoongi se levantó con rapidez, a Jimin no le dió tiempo de ver los resultados de su dulce venganza, pero se conformaba con haber hecho pasar a Min un mal momento. Ahora sí se sentía perfecto.
Jimin bailaba con su padre y su madrastra, no podía estar más feliz. El idiota de su hermano no había aparecido el resto de la noche, y con la dosis de viagra que habia comprado, dudaba que volviera a la reunión.
La música sonaba bastante fuerte está vez, las mesas fueron removidas hacia los lados para poder crear un espacio perfecto para bailar y seguir pasando un agradable momento. Llegó un punto en el que Jimin se sintió aturdido por tanto ajetreo, por lo que avisándole a su papá que iría al baño, ingresó a la casa y se encaminó al baño más cercano. Al entrar, lavó sus manos y empapó su rostro para poder bajar la presión de su cuerpo. Respiró profundo y segundos después sintió el agradable cambio de la tranquilidad con los ojos cerrados.
Hasta que la puerta se abrió de golpe, no alcanzó a abrir sus ojos, cuando la persona tapó su boca y lo arrastró hasta su habitación. Se extrañó, pues nadie conocía la casa tan bien excepto que los empleados, su padre, su madrastra y… ¡Yoongi!
Su cuerpo fue tirado en la cama, intentó levantarse pero el pálido lo volvió a empujar con fuerza al colchón.
—¿Qué mierda haces?
—Me he masturbado tres veces por culpa tuya, maldito diablo desgraciado.
Jimin rio con ganas, observó la entrepierna de su hermanastro y la erección seguía latente. Se obligó a apartar la mirada de su miembro, pues este era grande y era la primera vez que lo veía de esa manera.
—Te dije que me las pagarías, Min.
—De acuerdo, entonces creo que me toca a mí.
Jaló los pies de Jimin con fuerza hacia él, el pequeño rubio quiso retroceder; sin embargo, la fuerza de Yoongi logró doblegarlo a pesar de su incansable intentó por soltarse.
Volteó su cuerpo de cara al colchón, y juntó sus manos en su espalda usando cinta adhesiva para mantenerlas ahí.
—¡Suéltame!
Los nervios de Jimin lo hicieron botar lágrimas, Min estaba utilizando fuerza bruta en él y lo estaba lastimando demasiado. Yoongi cortó más cinta y la colocó en su boca, sellando bien para que no gritara. Los pasos de Yoongi se apresuraron a una mesa, tomó de ella unas tijeras y entonces Jimin empezó a entrar en pánico, se arrastró por la cama hasta la cabecera de ella, tiró una patada a Yoongi, pero este la esquivó y agarró su pierna volviendo a jalarlo hacia él.
Cerró los ojos muerto de miedo, estaba seguro que ese imbécil le cortaría el cabello. Se había resignado a pensar que quedaría calvo, o que tendría que utilizar peluca por unos meses. Sin embargo, las tijeras empezaron a arrancarle la ropa, los pedazos de la tela eran aventados con furia por Min.
Se removió, pero entre más lo hacía más se lastimaba, hasta que quedó desnudo ante él. Yoongi separó sus piernas con fuerza. Entre lágrimas, Jimin negaba y balbuceaba que se detuviera; pero Yoongi lo ignoraba, dedicándole la mirada de un completo animal.
Con rapidez se bajó el pantalón y se acomodó entre sus piernas. Jimin sintió con mucho pavor, como el pene de su hermanastro se rozaba por toda su intimidad.
—Tú me provocaste esto, ahora tú vas a solucionarlo.
Jimin volvió a negar, completamente aterrado intentó levantarse en vano, pero en ese mismo instante el dolor en todo su interior lo devolvió al colchón. Yoongi había entrado en él de una sola embestida, profunda y ruda. Las estocadas no fueron delicadas. Estaba en shock, su hermanastro, la persona a la que más odiaba lo estaba follando. La confusión llegó de golpe; no, él lo odiaba.
No podía ser que su cuerpo estuviera reaccionando a él.
Escuchó la risa ronca de Min, eso hizo sus piernas tensar y un cosquilleo correr por su vientre.
—Te gusta. —Afirmó. Jimin negó eufórico con los ojos cerrados, mordiendo su mejilla interna mientras sentía las embestidas hacerse lentas, Yoongi pegó su torso al suyo y sin poder contenerse a hacerlo, besó su cuello—. Entonces dime por qué tienes una hermosa erección —salió con lentitud, y volvió a entrar en él con rapidez, haciéndolo gemir—, porqué de tu lindo pene está saliendo líquido —volvió a repetir la tortuosa acción—. Por qué si dices que no te gusta… ¿por qué estás gimiendo?
Las piernas de Jimin se apretaron a sus caderas, su espalda se curvó y su cuerpo entero tembló ante un inminente orgasmo. Yoongi apretó con su mano la pierna de Jimin, embistiendo una y otra vez hasta terminar en su interior.
Salió de él, alejándose y retrocediendo, dándose cuenta de la estupidez que había hecho. Prácticamente había abusado de su hermanastro. Su pene dolía, los efectos no pasaban por mucho que terminara. Observó hacia la cama, Jimin respiraba erráticamente.
—Demonios. Jimin, lo siento.
Se acercó a él, quitando la cinta de su boca y dejando que el menor respirara con más calma. Jimin no decía nada, en ese momento tenía un extraño nudo en la garganta.
—Jimin, por favor perdóname. Yo no…
—Suéltame —exigió el rubio, y sin protestar Yoongi lo hizo.
—Golpéame, mátame, haz lo que quieras.
El rubio se levantó de la cama, caminando hacia el pálido con lentitud. Yoongi no pudo evitar observar el perfecto cuerpo de Jimin; pues tenía una cintura bastante estrecha, sus caderas eran anchas al igual que sus piernas, y su trasero…
—Eres un idiota, imbécil, animal descerebrado. ¿Acaso sabes lo que acabas de hacer?
—Jimin… —el pelinegro se arrodilló, suplicando el perdón del rubio.
Jimin se acercó hasta él, Yoongi no pudo evitar ver hacia el miembro del menor, el cual volvió a estar duro. Jimin puso su mano en el hombro de Yoongi, empujándolo hacia atrás para que quedara sentado en sus talones.
Yoongi se sorprendió cuando Jimin delante de él tomó su miembro y empezó a mover su mano en él, masturbandose.
—Abre la boca, Yoonie.
Yoongi no pudo hacer nada, ya que el pene húmedo del chico ya estaba rozando sus labios. Jimin jadeó echando su cabeza hacia atrás al sentir el roce de los finos labios en su glande, de pronto, la lengua de Yoongi se encontró rodeándole la punta de su pene, y luego, sintió ser recibido por toda la boca del mayor. Yoongi movía su cabeza de adelante hacia atrás con mediana velocidad y apretando sus labios en él.
El cuerpo de Jimin tembló, unos minutos más tarde sintió el espesor del semen del rubio invadir su boca, y sin pensarlo lo tragó. Jimin se alejó, agarrando su camisa para atraer a Yoongi con él. Al llegar a la cama se recostó, abriendo sus piernas lo máximo que pudo.
—Fóllame.
—Jimin…
—No seas un maldito hipócrita y hazlo, siempre haz sabido que nuestro odio es por las ganas que nos traíamos y que no podíamossatisfacer, Min. Yo también quise evitarlo, pero lo hecho, hecho está. Si tan solo nuestros padres no estuvieran casados…
Las palabras quedaron en el aire, ¿Para qué negarlo? ¿Con qué cara Min Yoongi diría que no deseaba estar entre las piernas de su hermoso hermanastro? ¿Cómo Jimin podría decir que no quería tener la verga de su hermanastro solo para él?
Yoongi se quitó la ropa, era la primera vez que Jimin podría ver con lujo de detalle cada parte de su cuerpo. Y mordió su labio cuando Yoongi se acercó a él.
—Esto puede quedar en secreto —susurró en su oído—. Está, y todas las veces que volverá a pasar… porque —Yoongi se alineó en su entrada y lo penetró con lentitud, esta vez Jimin gimió con fuerza, abrazándose del cuello de Yoongi—, no te dejaré ir nunca, pequeño.
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