Tattoos and cakes
Kim Namjoom era su vecino, pero para llegar a la conclusión de la pequeña discusión que se estaba llevando a cabo en la cochera de la casa del moreno, tenía que retroceder un poco los acontecimientos.
Fue la mañana de apenas una semanas atrás, cuando lo despertó el sonido de un camión en retroceso, justo entonces abrió los ojos y escuchó mucho ruido proveniente de la calle. Se asomó por la ventana y pudo ver el camión de mudanza, y de la cabina, observó bajar al ser más extraño y a la vez más hermoso que sus ojos habían visto.
Un chico de piel más morena que la suya, con un corte de cabello en el que los costados estaba casi rapado y del resto caían mechones castaños por todo alrededor, llevaba lentes oscuros y aún así pudo apreciar los metales en su labio, orejas, cejas y uno en su nariz que le daba un aspecto rudo. Pero lo que más llamó su atención fue el sinfín de tatuajes que cubrían sus brazos hasta su cuello, y le resultó erótico el movimiento de sus labios y mejillas al mantener el movimiento de una paleta dentro de su boca.
Se duchó lo más rápido que pudo, se vistió con su ropa habitual, un short y una blusa de botones. Bajó por las escaleras, encontrando a dos perfectos desconocidos charlando animadamente con sus padres. Y siendo su madre que al interceptarlo saltó del sofá sonriente para tomarlo de la mano y ponerlo frente a aquellos dos señores.
—Él es mi hijo, Seokjin. Cariño, ellos son los nuevos vecinos de al lado.
—Es un gusto conocerlos —dijo haciendo una reverencia hacia los dos mayores.
—Los señores Kim vendrán a almorzar hoy con nosotros.
—Genial —respondió con una falsa emoción que nada más sus padres lograron notar—. Si me disculpan, saldré de compras.
—Hijo ¿Puedes venir conmigo un segundo?, con permiso.
Su padre lo llevó hacia la cocina, sacando a la vez su billetera de la bolsa delantera de su pantalón. Sacó su tarjeta y se la tendió, inmediatamente Jin la tomó y lo observó con duda, esperando alguna indicación.
—Necesito que vayas al supermercado a comprar un pastel para compartirlo con la nueva familia.
—Si hubiera sabido, lo hubiera hecho yo —dijo el menor con un puchero.
—Lo sé, hijo. Y no dudo que sería más exquisito que el de un supermercado, pero no hay tiempo para hornear.
El pequeño peli rubio asintió y salió de la cocina rumbo a la salida, no sin antes tomar las llaves del gancho en donde se encontraban colgadas. Se dirigió al auto con tranquilidad, evitando a toda costa voltear hacia la casa vecina, ya que había visto de reojo al chico moreno con tatuajes rondando por el camión. Se subió al auto y arrancó, sin percatarse que desde que salió de su casa un par de ojos lo seguían, comiéndose su cuerpo entero con la mirada.
Al regresar, Jin metió el pastel al refrigerador y así fué como al llegar la tarde se encontraba en la cocina ayudándole a su madre a preparar la mesa para recibir a los Kim, una gran coincidencia que ellos igualmente tuvieran ese mismo apellido. Poco después, el timbre sonó, y el señor Kim se apresuró hacia la puerta para recibir a los invitados.
Una pareja elegante entró, y detrás de ellos su hijo. SeokJin terminaba de condimentar la ensalada cuando escuchó voces provenientes del comedor, su madre le indicó adelantarse y así hizo. Con el bowl en manos se encaminó hacia el comedor, quedando estático en su lugar, sintiendo su cuerpo temblar y sus mejillas enrojecerse de forma súbita. El chico de vestimenta negra y tatuajes hasta el cuello estaba de pie, observándolo con una ligera sonrisa y una expresión extraña.
—Hijo, ven. A los señores Kim ya los conoces, pero no conoces a su hijo —mencionó su padre. Jin colocó el recipiente con ensalada en la mesa y caminó tímido hacia ellos.
¿Tímido? ¡Quería que se lo tragara la tierra! ¿Por qué?, ese chico estaba de infarto, le había movido el mundo entero, y ahora que lo veía de cerca no podía hacer más que confirmar que le encantaba.
—Él es Namjoon, nuestro hijo —dijo la madre del castaño.
—U-un… gusto. Mi nombre es SeokJin.
Alzó su mano hacia él, y el moreno la tomó gustoso.
—Muy bien, pasemos un momento a la sala mientras terminan aquí ¿Les parece?
—Claro.
Los mayores salieron del área del comedor. Jin siguió con su vista a su padre y devolvió su atención al frente, dándose cuenta que el más alto no lo soltaba.
—¿Po-podrías, soltarme?
Pero muy al contrario, Namjoon lo atrajo hacia él, obligándose a poner ambas manos en su firme pecho para no chocar su rostro en él. Las manos del mayor se fueron a su cintura y apretó la zona sacando un quejido agudo de los esponjosos labios rosados del chico que le robó toda su atención y el resto de sus pensamientos desde esa mañana.
—Así que… Jinnie. Tienes una cintura hermosa.
El chico no pudo contestar, estaba embelesado en los ojos de dragón de ese chico realmente guapo y ardiente que lo veía queriendo comérselo.
—G-gracias.
«¿Gracias? ¿Es enserio Kim Seokjin? ¡Aléjate!», pero no podía y mucho menos quería.
Los labios del moreno se acercaron a su cuello, dejando un beso delicado, rozando luego hasta llegar a su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios. Se quedó un momento ahí, sintiendo el exquisito temblor en el cuerpo del menor. Perfecto, podía tenerlo a su antojo.
Eran dos desconocidos ¿Y qué?, tendrían mucho tiempo para conocerse siendo vecinos, porque las ganas de tocarlo apenas lo vió había sido extremadamente tentadora, y el chico de cabello rubio no estaba ayudando en lo más mínimo con la sumisión que tenía hacia él. Le encantaba el chico, le encantaba su aroma, y su pene parecía pensar exactamente lo mismo. Suerte que su camisa era larga.
—Será mejor que mantengas tu distancia, si no quieres que el lobo te coma, Caperucita.
Se acercó a sus labios, dejando a Seokjin en completo shock antes de salir de la cocina. No había sido exactamente un beso, ese hombre había tomado con sus dientes su labio inferior jalando de él. Le costó procesar su voz grave que le hicieron temblar las piernas, y aún más al hacer eso. Mierda.
Si, estaba jodidamente acabado.
¿Química instantánea? Definitivamente
¿Tensión sexual? Y de la más jodidamente deliciosa.
Por la tarde del día siguiente, acomodado en el diván frente a su ventana, veía hacia la calle, pero para eso tenía que inclinarse un poco, ya que frente a su ventana había otra que pertenecía a la casa vecina. Algunos chicos jugaban con patinetas, por lo que él nada más se divertía mirando de vez en cuando, distrayéndose de la maravillosa lectura del libro en sus rodillas flexionadas.
No hubo más interrupción por varios minutos, pero había empezado a sentir una mirada puesta en él. Levantó su rostro y ahí estaba, con esa mirada como la de un depredador justo en su dirección, ni siquiera pretendió disimular que lo había sorprendido viéndolo, en cambio el moreno sonrió mordiendo el pequeño aro que atravesaba su labio.
Jin cerró su libro con lentitud, sin perder de vista la perfecta imagen del moreno, este sonrió en grande cuando los labios del chico se entreabrieron y su lengua recorrió inconscientemente la abertura de los belfos acaramelados. Namjoon jadeó sin demostrar que es pequeño chico de piel como la porcelana lo volvió loco desde un principio y que cada cosa que hacía le excitaba y se maravillaba, tanto así que no había momento que no fantaseaba con besar sus labios, su cuello, de tenerlo junto a él muy cerca de su cuerpo. Desnudo. Besar cada curva de su silueta y sacar gemidos de su garganta y gritos que clamen por su nombre.
El menor observó cómo el chico se recostó en el vidrio de su ventana y llevó una de sus manos a su boca formando con su dedo índice y pulgar un círculo, y atravesando con su lengua el mismo haciendo un movimiento obsceno con ella.
Seokjin se sonrojó hasta las orejas, sabía a la perfección lo que eso significaba y por eso mismo se alarmó hasta caer del diván en dónde estaba sentado.
Se llevó las manos a su cabeza dolorida. Sin atreverse a levantarse y asomarse por la ventana se arrastró hacia el borde de su cama y se levantó para acostarse en ella, con la respiración agitada y su corazón latiendo a mil por hora.
Era un hecho que Kim Namjoon era un completo atrevido, que no tenía filtro alguno y que no le interesaba ocultar sus intenciones. SeokJin se preguntó cuánto tiempo más podría soportar aquella tortura de ser tentado por su ardiente vecino.
Los días pasaban, y cada que se sentaba en el diván de su ventana Kim aparecía como por arte de magia, con el pasar de los días habían interactuado un poco. Si, un poco. Porque no podía pasar mucho tiempo sin que el chico tatuado se le insinuara o hiciera gestos y señas obscenos. La verdad era que a pesar que Namjoon quería devorar el cuerpo de Jin, amaba molestarlo y ser el único capaz de avergonzar y hacer que las mejillas del menor se tiñeran de rosa.
Ese día en especial, ambos se veían sin decir ni una palabra ni hacer ni un movimiento, como si fueran imágenes enmarcadas las cuales no querían perder de vista; sus ojos igualmente, no se posaban en otras partes de su cuerpo, solo se mantenían fijos en los contrario, como si fuese capaz de leer sus mentes. SeokJin no podía negar que estaba cayendo rendido ante esos ojos de dragón como el le llamaba, y Namjoon pensaba que jamás en la vida se había obsesionado tanto con alguien, hasta llegar a pensar si en realidad estaba enamorado.
Nam fué el primero en romper con la pequeña burbuja en la que estaban, Jin sintió la decepción y agachó su cabeza al ver que Namjoon se alejó de la ventana, por un momento creyó que habían conectado lo suficiente. Sin embargo, el castaño volvió a aparecer, está vez arrastrando una silla y poniéndola frente a la ventana, abrió el vidrio y solo así pudieron observarse con más claridad a través de los escasos tres metros que los separaban.
—Hola —murmuró Jin. Aunque eso había sonado más a pregunta debido a la impresión de ver que su vecino se sentaba con tranquilidad.
—Hola, chico lindo —Nam había notado que cada vez que lo cachaba en ese lugar, tenía un libro en sus manos— ¿Tanto te gusta leer?
—Bueno… si.
—¿Qué lees?
Aún le parecía anormal estar entablando su primera charla con Namjoon, y al ver cómo apoyaba sus antebrazos en el marco de la ventana supo que la plática iba en serio.
—De todo un poco… ciencia ficción, romance, terror. Lo que sea que me llame la atención. ¿Y a tí? ¿Qué te gusta hacer?
—También me gusta leer.
—¿Enserio?
—¿Por qué? ¿No aparento?
—Yo… no quiero ofenderte, pero en realidad no. —Namjoon sonrió con cierta gracia.
—¿Y qué aparento? ¿Que me guste reunirme con un grupo de amigos a fumar marihuana en un callejón?
—¡Yo no quise decir eso! —dijo alarmado.
—Tranquilo, hermoso. Era broma. No lo aparento, pero me gustan las cosas tiernas y dulces. Tú por ejemplo.
—¿Y-yo… te gusto?
—¿No era obvio?
—Pensé que solo querías molestarme y jugar conmigo…
—Tengo que admitir que al principio fué así, pero ahora quiero conocerte.
—Oh.
—¿Qué te gusta hacer además de leer? —Jin estaba extrañado, no creyó que su vecino fuera tan hablador. Él lo era, pero Namjoon parecía estar realmente interesado.
—Mmmm. Me gusta cocinar.
—¿Eres universitario?
—Si ¿Y tú?
—También
—¿Qué estudias? —El chico rubio pareció entusiasmado con la pregunta, y no le importó demostrarlo en su tono de voz y en la manera que se acomodó en el diván para escuchar la respuesta.
—Arquitectura y diseño gráfico.
—Oh ¿Tienes carrera doble? —El mayor asintió.
—¿Y tú?
—Gastronomía
—Serás chef, interesante.
—Bueno, no fué fácil en realidad. Mi mamá al principio no estuvo de acuerdo, pero mi papá paga mi carrera, así que él me apoyó.
—Eso es muy bueno de su parte… Mi padre es arquitecto, desde pequeño crecí viendo planos y maquetas. Me encantaba cuando a veces me llevaba a las construcciones de los proyectos que dirigía. Así que no dudé en seguir sus pasos.
—Eso… eso es demasiado lindo. Pero… ¿Por qué entonces estás estudiando diseño?
—Ah —Namjon rió un poco, eso había sido por una locura, una locura que no estaba arrepentido de hacer, porque resultaba que con el paso del tiempo le fue gustando su segunda carrera—. Eso fue por una apuesta.
—¿Una apuesta?
—Si. Mi mejor amigo apostó a qué no podría llevar una carrera doble como él. Él estudia producción musical y marketing.
—Debe ser difícil estudiar ambas cosas. —el moreno negó.
—En realidad no, cuando estudias algo que en serio te gusta no te aburres, tampoco te estresa demasiado.
—Estoy de acuerdo. La carrera de gastronomía suele ser pesada por la labor bajo presión, aún así me encanta…
Pasaron hablando por horas, horas que ni ellos supieron calcular, entre sonrisas, carcajadas y miradas interesadas, conversaron hasta que ya la noche había llegado y la luna estaba en su punto más alto.
—Ya es media noche… —Murmuró Seokjin fijándose en el reloj de pared de su habitación.
—Deberíamos ir a dormir.
—Si… deberíamos…
—Pero…
—Pero…
—Quiero seguir viéndote —La sonrisa de Nam lo puso nervioso. Jin sabía que era cuestión de tiempo para que ellos dos llegaran a ser algo más, no era un tonto para no notarlo.
—Podremos charlar mañana.
—Mañana… ¡Oh sí! Nos vemos al rato en la cena.
—¿En la cena?
—Si, tus padres invitaron a los míos a comer. Tu mamá está de cumpleaños ¿No?
—Si, deberías venir más temprano. Digo… si quieres, es que mis papás no estarán y yo cocinaré… no es que quiera estar a solas contigo… es solo que…
La carcajada de Namjoon lo hizo callar de golpe y se cubrió el rostro con sus manos por la vergüenza.
—Eres hermoso, no te cubras. Me encanta verte sonrojado.
—¡Ya! —alargó apenado—. Haces que me sienta peor.
—Nos vemos al rato, para probar tus delicias.
Jin asintió e inmediatamente Namjoon se alejó de la ventana cerrándola y encaminándose a su cama. En cambio Jin se quedó un rato más en su posición, sin quitar la vista de en frente con una sonrisa ilusionada. Se estaba enamorando demasiado de él.
Al día siguiente no dejó pasar ni un minuto más para correr a la habitación de sus padres y saltar encima de ellos, despertando a los mayores con un susto enorme, felicitando a su madre y ofreciéndole çocinar para el almuerzo y la cena sin aceptar una negación. Y tampoco era como que la señora Kim se negara a probar la deliciosa comida de su hijo, pues claro estaba que el chico enamoraba con su comida.
Jin preparó el almuerzo con la felicidad a tope, y luego se puso a la labor de la cena, esmerandose en cada uno de los platillos, ya que no solo era el día especial de su madre. Si no que de igual manera sería la primera vez que Namjoon probara su comida, y eso a la vez lo mantenía nervioso.
Hasta que la puerta siendo golpeada lo sacó momentáneamente de su concentración culinaria. Corrió hacia la puerta y entonces pudo ver a Nam, se apartó y lo dejó pasar con una sonrisa.
—Maldición. Huele realmente increíble.
—Gracias —dijo el rubio con un ligero sonrojo—. Vamos, espero que no te moleste acompañarme en la cocina.
—Contigo, hasta en el infierno.
Jin caminó intentando ocultar que eso había movido su mundo entero. No quería parecer tan accesible, pero esque Kim Namjoon no se la ponía para nada fácil. Ganas no le faltaban de lanzarse a él y besarlo, de sentir su arete rozar con sus labios y talvez llegar mucho más lejos que eso.
—¿Qué estás preparando?
—Es sorpresa…
—Ey, yo no soy el que cumple años. Aunque me encantaría que un día cocinaras exclusivamente para mí.
—Sabrás lo que es hasta que lo pruebes —dijo sonriendo, evadiendo lo antes dicho con nerviosismo.
—¿Estabas preparando un pastel? —cuestionó Nam, observando todo lo que había en la mesa
—Sip ¿Quieres ayudarme a hacer el resto?
—No sé si debería…
—¿Por qué?
—Digamos que… yo y la cocina no nos llevamos bien.
—No es tan difícil. Ven te enseño.
Pasaron algunos largos minutos explicándole cómo hacer las cosas, utilizar cuchillos y así. Pero no, era un caso perdido, al punto que su corazón latía en su garganta cada vez que veía los cortes terriblemente mal hechos en las verduras.
—Nam, déjalo. No hay caso, dame el cuchillo.
—Te lo dije.
—Deberias tener restricción a las cocinas.
—La tengo en la de mi casa. Y por lo que veo en esta también.
—Ni lo dudes.
Jin siguió amasando la mezcla en la mesa. Namjoon no pudo evitar verlo por completo. Era realmente hermoso, y al estar tan concentrado se veía casi celestial. No había querido distraerse en sus piernas, pero igualmente lo hizo cuando el menor caminó hacia la estufa y probó el caramelo que preparaba para la cubierta de mermelada de unas galletas.
Lo observó llevar la cuchara a sus labios y asentir a sí mismo, hacia su propia creación. Estaba satisfecho de ello. No podía, Namjoon no podía resistir más.
Jin se dirigió hacia donde la masa esperaba en el bowl, pero luego sintió la presión en su espalda. Se volteó y a pocos centímetros estaba Namjoon observándolo con esa mirada que siempre lo ponía nervioso.
—Tienes caramelo en tus labios —dijo el mayor. Jin quiso llevar la mano a su boca para limpiarse, pero Namjoon se lo impidió.
Jin estaba confundido, o más bien a la espera, porque se imaginaba a la perfección lo que Kim haría, solo esperaba y rogaba no quedar como un estúpido. Y bendijo a todos los dioses cuando la lengua de Namjoon paso por sus labios, limpiando todo rastro del dulce, adentrándose tal vez un poco a su boca antes de separarse. Con los ojos cerrados Jin cortó su propia respiración, sintiendo y disfrutando de ese momento que provocó cosquillas en su estómago. Pero pronto el contacto había terminado.
—Delicioso, es lo más rico que he probado.
Él quería más. Mucho más.
—Puedes… puedes seguir haciéndolo —dijo con voz temblorosa, aún sin abrir sus ojos.
Y eso fue lo último, lo que había colmado la abstinencia de Namjoon. Pues sus labios se juntaron a los del rubio, empezando un beso completamente hambriento de sentir y explorar cada rincón de su boca, mordiendo y chupando sus labios a su gusto y antojo, recibiendo nada más los gemidos delirantes del menor.
Sus pelvis chocaron, y Seokjin gimió con fuerza en sus labios al sentir la dureza chocar contra su vientre. Era grande, de eso sí podía estar seguro. Los labios del moreno pasarán a devorar su cuello con deseo, haciendo que retrocediera hasta que su trasero chocó contra el borde de la mesa. Nam sin despegar sus labios de su piel extendió sus manos a lo largo de la mesa, apartando las cosas que le estorbaban para colocar al menor en ella y quedar entre sus piernas.
La camisa de Jin fué levantada con fuerza, y sin darle tiempo siquiera a avergonzarse sintió los dientes de Namjoon jalar su pezón, haciendo que un tirón en su miembro despertara su cuerpo entero en una calentura casi sofocante.
Las manos de Nam bajaron por sus costados, acariciando con lentitud su fina y delgada cintura hasta llegar al borde de su pantalón. No era capaz de apartarlo, no era capaz de negarse o protestar, porque su miembro dolía dentro de su ropa, y él más que Namjoon quería eso, sin importarle donde estaban.
El pantalón del menor quedó a medio camino a sus piernas. Hubiera protestado de las acciones del castaño, porque eso era algo que no estaba en sus planes permitir, no porque no quisiera o deseara, si no por vergüenza. Pero tener de rodillas a Namjoon chupando su pene era una jodida maravilla.
Su pelvis se contraía cada vez que la punta de su miembro tocaba el fondo de su garganta y volvía para chupar su glande como si de un dulce se tratara. Sus gemidos bien podían escucharse por toda la casa, anhelaba que esa sensación se extendiera más allá. Namjoon se apartó, con sus labios brillosos por su propia saliva y los fluidos que salieron de Jin por la excitación.
Con una fuerza sorprendente volteó el cuerpo del menor, obligándolo a dejar su culo frente a él y su frente hacia la mesa. Namjoon no está dispuesto a recibir negativas, así que no esperó para tomar cada glúteo en cada mano y separarlos para darle paso a su lengua paseándose en la apretada argolla del menor. Jin se removió jadeando descontroladamente, estaba a punto de terminar, ya no podía soportar más. Soltó un grito extasiado cuando la lengua de Nam se abrió paso un poco en su interior y casi de inmediato hilos de semen salían de él con fuerza.
Apoyó ambas manos en la mesa, vuelto un cuerpo perdido en el placer de su reciente orgasmo. Pero si creía que eso se acababa estaba equivocado, pues sintió el miembro de Nam restregarse entre sus glúteos. Un gruñido ronco se escuchó a sus espaldas, reviviendo la calentura nuevamente. Nam se alineó a su entrada, y con lentitud empujó abriéndose paso en su cuerpo.
El rubio gemía y se quejaba a la vez por la intromisión estorbosa, porque no negaría que dolía y se sintió sumamente extraño, hasta que la pelvis de Nam chocó contra sus nalgas, y Jin con la respiración acelerada rogaba mentalmente que no lo partiera a la mitad.
—Puta madre, Jin. Eres jodidamente perfecto. Estás… demasiado apretado.
Los movimientos eran lentos y casi tortuosos para ambos, el dolor y la petición de no ser partidos a la mitad se convirtieron en lo contrario, porque ahora deseaba que Namjoon lo dejara sin poder caminar.
—Nam… más rápido.
Nam obedeció maldiciendo la petición del menor. Con fuerza entraba y salía de él, amando el sonido que hacía su saliva ante los choques. El mayor atrajo a Jin hacia su pecho, tomó su rostro y ladeó su cabeza para juntar sus labios en esa posición. SeokJin estaba a punto de caer, la sensación que empezaba a acumularse en su vientre y en su pene estaba haciéndole perder el control. Namjoon tomó su miembro con una mano y con la otra rodeó el pecho del rubio para que no se separara, movió su mano un par de veces para al final interponer su dedo pulgar en la uretra del menor, causando estragos y temblores en su cuerpo.
—Jinnie, me fascinas.
—¡Nam, oh mierda! Por favor… para… ya no soporto.
—¿Qué quieres?
—Correrme… quiero comerme.
—Pídelo bien, amor. —Detuvo las embestidas duras y rápidas, para moverse de forma lenta en su interior.
—¡No, no te detengas!
—Pídemelo, bebé. Pídele a papi correrte.
Nam apretó más su mano alrededor de su miembro, y empezó a restregar su pulgar sobre el orificio en la punta de su pene. Jin buscó nuevamente los labios del mayor y al encontrarse con ellos lo besó intentando descargar en ellos un poco de las sensaciones en su cuerpo, pero al contrario sentía condenarse a sí mismo.
—Por favor… papi, déjame terminar.
—Puta madre.
Namjoon aceleró las embestidas y con la mano en su miembro lo masturbaba rápidamente llevándolo a un clímax fuerte que le provocó raspar su garganta entre gemidos y gritos de éxtasis. Y poco después Nam terminó en su interior al sentir como el culo del menor ahogaba su miembro de forma exquisita.
En esa posición, y con sus respiraciones aceleradas
Namjoon repartió besos por su cuello y hasta donde alcanzaba; en la comisura de sus labios, en su cabello, mejilla, mandíbula. Y Seokjin se dejaba hacer las caricias suaves y llenas de amor.
—¡Mierda!
—¿Qué sucede? —Namjoon no se alejó de él sino hasta que observó hacia donde el menor miraba horrorizado. Y no pudo evitar reír.
—¿De qué te ríes? ¿No ves semejante sacrilegio?
—¿Sacrilegio? —alzó una ceja con diversión— ¿Hablaremos palabras cultas luego de follar como perros en celo?
—¡Nam! ¡Esto es grave!... Y asqueroso.
El menor apartó la mirada sin poder contemplar lo que había pasado. Pues, en la masa para el pastel de chocolate se podía ver corriendo sus fluidos blanquecinos al igual que en parte de la mesa.
—No es para tanto, se puede hacer más.
—Sí, pero…
Namjoon se agachó a dejar un beso en uno de sus glúteos, y al subir, trajo consigo la prenda inferior de Jin, colocándola de la forma correcta.
—Ve a limpiarte, yo limpiaré aquí.
—¿Seguro?
—Muy seguro, después hablaremos de lo que acaba de pasar.
SeokJin se volteó con vergüenza y miedo a la vez.
—¿Es necesario hacerlo? ¿No podemos hacer como que no pasó?
—¿Estás bromeando, verdad? Porque si es así no le hallo el chiste —el rubio agachó la cabeza —Ve a tu cuarto, luego hablamos.
Jin obedeció, por un momento Namjoon se perdió en un punto fijo en la cocina ¿Acaso el menor creía que lo que había pasado era cosa de sexo y ya?, el quería que fuera suyo; su amante, su novio, su vida entera de ser posible. Había confirmado que no era una obsesión, mucho menos un capricho, en realidad estaba enamorado de su hermoso vecino.
Limpió el desastre que habían causado, incluyendo los botes y utensilios que en algún momento cayeron al piso por el ajetreo de hace unos minutos. Se decidió a sorprender al menor, con una idea que seguro iba le iba a gustar a Seokjin.
La cena llegó, Nam se había retirado para cambiarse y regresar con sus padres, alrededor del comedor habían globos con flores artificiales, igualmente en la pared y a lo largo de la casa. Era algo super sencillo, sin música y sin nada, pero que pretendía un ambiente familiar y demaciado hogareño.
La cena se llevó a cabo, Jin se vistió lo más bonito para recibir a los invitados, o mejor dicho a Namjoon. Ya que al regresar de limpiarse, habían hablado de cómo intentar llevar las cosas a más, y por supuesto que Seokjin había aceptado, aunque no sabía si ya podía llamarlo su novio, la esperanza que ese día llegara estaba latente en su pecho.
El timbre sonó acompañado de sutiles toques. Los padres de Jin fueron a recibirlos, con abrazos y regalos de por medio pasaron a la mesa del comedor, y tan pronto como Jin apareció empezó la cena. Namjoon estaba boquiabierto, observando de vez en cuando la perfecta imágen del menor, que llevaba un short más corto de lo normal que se apretaba a su esculpida cintura, y un top de mangas larga color rosa, que llevaba las letras “Kiss Me” con lentejuelas más oscuras.
¿Acaso era un reto? Porque ganas no le faltaban de mandar todo a la mierda y besarlo ahí mismo. Oh, claro que sí era un reto, lo descubrió cuando casi se atragantó con la comida por sentir algo rozar su entrepierna, y si, ahí estaba el inocente y según tímido chico que se sonrojaba a la menor palabra obscena rozando su pie por encima de la ropa, despertando su miembro en una fracción de segundos.
—Creo que la hora del pastel llegó —dijo el rubio con una sonrisa, invitando a su padre a ir por el pastel que estaba en el congelador, puesto que Seokjin era fanatico de los postres y pasteles fríos.
Desde la puerta del comedor, el señor Kim cantó el feliz cumpleaños a su esposa en compañía de todos en la mesa. Al terminar, el pastel fue servido por la cumpleañera y pronto todos se hallaban degustando del dulce nevado con torta. El pie de Seokjin no dejaba de rozarse en la entrepierna de Nam, que se hallaba divertido y excitado ante la situación. El pequeño rubio iba a hacer que perdiera la cabeza.
—Mmmm, hijo este pastel está increíble ¿Le echaste algo nuevo, no se parece a nada que hayas hecho antes.
—Concuerdo —dijo el señor Kim, padre de Namjoon—. Está espectacular, hasta me recuerda al pastel que hacía mi madre.
Namjoon sonrió en grande, llamando la atención en la mesa. Pues él recordó algo que seguro avergonzaría al menor.
—¿Verdad que sí? Es que todo lo que prepara Jinnie es exquisito. Además, si mal no recuerdo creo que le echó un ingrediente especial.
Los ojos de Nam y Jin se encontraron, y el menor casi que le daba un infarto ahí mismo al comprender. Ahora ya sabía a qué se debía tanta insistencia por parte del castaño a usar la mezcla que según él había preparado. No la había cambiado, era la misma masa que…
—Si me disculpan, creo que no me siento para nada bien.
—¿Te pasa algo, cariño?
—No mamá, solo. Necesito ir a tomar aire, es todo.
SeokJin salió casi corriendo de la casa, sentía un profundo asco en esos momentos.
—Creo que le iré a hacer compañía, a lo mejor y salimos a caminar un rato —dijo Nam, llevando un último trozo de pastel a su boca, porque enrealidad estaba sabroso.
—Está bien hijo, ve con él.
—Muchas gracias, Namjoonie.
—No hay de qué, señora Kim.
Nam salió corriendo tras el menor, al salir y toparse con la noche y el frío del sereno, se encontró con el chico abrazando sus rodillas sentado en la banqueta. Entonces se sintió pésimo.
—Jinnie…
—¡Aléjate de mí, maldito enfermo!
—Amor, escúchame…
—¡No! ¿Cómo pudiste hacer algo así? —Nam quiso acercarse, pero el menor se levantó huyendo de su tacto.
—Agh, no me dejas de otra.
Namjoon lo emboscó y cargó al menor a su casa, o mejor dicho al garage en donde se encontraba su auto.
—¡Suéltame! ¡Bájame, asqueroso!
—Jinnie, escúchame —lo pegó a su pecho, recibiendo un par de puñetazos en él que más bien parecían caricias, los golpes del menor no dolían lo más mínimo.
—¿Cómo pudiste? Es el cumpleaños de mi mamá. —no tenía porqué reír, pero le daba gracia y lo hizo—. Y todavía te ríes, cínico.
—No lo hice ¿En serio me crees capaz de hacer algo así?
El menor se separó un poco de él.
—¿No lo hiciste?
—Por supuesto que no, solo lo dije porque tú, pequeño travieso, estabas rozando tu pie en mi pene con claras intenciones —Jin se sonrojó, tenía razón, el le había hecho pasar por eso en el comedor de su propia casa, pero esa broma había sido de muy mal gusto.
—¿Y qué es eso que le echaste a la masa? Si estaba rico.
—Ah, eso era café en polvo —respondió simple—. Encontré un bote con él en un estante y recordé la receta del pastel especial de mi abuela. Es lo único que sé preparar, y eso porque no incluye cuchillos.
—Eres malo, muy malo —dijo escondiéndose en su pecho—. Te odio.
—Yo te amo.
SeokJin levantó su cabeza con sorpresa y sin darle tiempo a decir nada, Namjoon ya tenía sus labios sobre los suyos.
—Sé que es demasiado pronto, pero me encantas SeokJin, quiero que seas mi novio.
—Es… ¿En serio?
—Completamente ¿Quieres ser mi novio, Jinnie?
El rubio no respondió con palabras, si no con un largo y húmedo beso que terminó con él sentado en el capó del auto, con Namjoon entre sus piernas embistiendo con fuerza su cuerpo y tratando de no gemir tan alto, para que nadie escuchara como recibía gustoso la verga de su novio.
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