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Fresas y Chocolate

Jeon Jungkook no era de los que pasaban excitándose fácilmente, de hecho, tenía una abstinencia casi magnífica para soportar las provocaciones, hablaba de la de las chicas que trataban de bajarle los pantalones, y la de algunos chicos que se lo querían bajar ellos mismos para que los follara. Pero… Había una única persona que hacía flaquear todo maldita abstinencia que pudiera tener.

Y ese era Kim Taehyung, su roommate.

Ambos compartían el mismo pensar, que el pertenecer a una fraternidad universitaria era una tremenda estupidez; por lo que, ambos habían coincidido en el contrato de alquiler de un apartamento. Ambos tenían sus propios cuartos, sus propios baños, sus propios espacios. Solo habían dos lugares en los que coincidían a diario, la sala y la cocina.

Jeon y Kim se llevaban perfectamente bien, entre ellos jamás hubo ningún problema; ambos eran obsesionados de la limpieza, ambos trabajaban a medio tiempo y se repartían en parte perfectamente iguales cada gasto que incurría en su pequeño hogar.

Pero había un problema…

Que últimamente a Taehyung se le había pegado la obsesión de comer fresas con chocolate de una manera… que daba mucho que imaginar. Como en esos momentos, que su lengua lamía la fruta, quitando todo rastro del líquido blanco; ya que, casualmente lo hacía únicamente con chocolate blanco derretido. El chico separó sus labios ingresando la fresa, deslizó la fruta desde el interior de su boca hasta sacarla limpia de todo el dulce, creando un sonido tentador que hizo provocar una erección en Jungkook. 

—¿Sabes? He estado considerando entrar al equipo de voleibol. —Comentó el menor, sacando a Jeon del pequeño trance sexual en el que estaba sumergido. 

—Te vendría bien, hacer… actividad física —dijo observando su cuerpo. 

—¿Me estás diciendo gordo, Jeon?

《Gorda me la pones》, pensó Jungkook con gracia. Sonrió y negó. 

—No te estoy diciendo gordo. Nunca hace daño hacer ejercicio. Mírame a mí. 

Taehyung asintió viendo su cuerpo con descaro cuando el azabache siguió untando la mayonesa en los panes. Ese día era libre en la universidad, y ambos estaban en la cocina preparando un aperitivo. Aunque de eso solamente se encargaba Jungkook, Tae solamente existía en la misma atmósfera que el azabache, comiendo fresas con chocolate para seducir a su roommate, pero por alguna razón, este nunca caía, y él dulce lo empezaba a empalagar.

—Claro que te veo. —Susurró, siendo perfectamente escuchado por el contrario.

—Si lo haces, ¿cómo repartirá tu tiempo con tu trabajo? —El menor se encogió de hombros.

—Renuncié ayer, me ofrecieron un mejor trabajo que no requiere estar presente, trabajaré desde casa.

—Me parece bien —comentó, jungkook sentía su miembro doler demasiado. 

—Volviendo al Voleibol, ¿Qué dices? ¿Crees que me quedarán bien los shorts cortos que se ponen?... parecen tantas, tal vez no me queden tan mal.

Taehyung disimuló comiendo más fruta, mientras jungkook arrugó su entrecejo imaginando cómo se vería.

《Mierda, duele》, pensó, pero su imaginación, y tampoco la vestimenta del castaño ayudaba a su situación. 

Jungkook se volteó con la bandeja de sándwich para meterla en el horno por unos minutos. Taehyung suspiró resignado a que su ardiente compañero de apartamento lo ignorara de por vida. Jungkook fue consciente de su gesto de decepción, entonces captó con emoción toda la travesura del menor. Claro, ¿Cómo fué tan estúpido para no notarlo?

Kim tomó la fresa número mil que se había comido en toda una semana y la sumergió en la tacita con chocolate blanco que tenía enfrente, la sacó y la llevó a su boca, sintiendo el sabor familiar. No se percató cuando Jungkook llegó por detrás de él y lo volteó con rapidez.

El pelinegro tomó la mitad de la fresa que el castaño tenía en sus manos y la mojó nuevamente en el chocolate. La guió a la boca del más bajito y este hipnotizado separó sus labios para aceptar la fruta en su boca. Casi al instante Jungkook se acercó a sus labios, arrebatando de su boca la mitad de la fruta, mientras besaba sus labios.

Al separarse, Jungkook terminó de masticar y tragar el trozo de fresa, mientras relamía sus labios. Se divirtió con el sonrojo de Taehyung, ya no era el chico atrevido que había pasado seduciéndolo. El azabache se acercó a su rostro, quedando a escasos centímetros de sus labios. 

—¿Crees que no me he dado cuenta de la manera en la que comes? ¿Cómo si quisieras tener mi verga en tu boquita?, ¿Eso quieres, Taehyung?

El menor jadeó. Su roommate estaba siendo más ardiente de lo que imaginó que sería.

—¿Y si así fuera? —dijo encarando al más alto. Jungkook sonrió apartándose de él, quitó el botón de su pantalón y lo bajó, dejando ver su pene cubierto nada más por su ropa interior. 

La boca de Taehyung se hizo agua, el tamaño parecía ser bastante grande, tanto, que se estaba arrepintiendo. 

—Solo tenías que pedirlo. Anda cariño, es todo tuyo.

Kim despegó su culo de la isla de la cocina, caminó hacia él y sin despegar su mirada de sus ojos se arrodilló. Rozó con sus dedos el miembro erecto, al hacerlo, este se movió a causa del escalofrío que sufrió Jungkook. No quiso hacer esperar más al azabache, mucho menos esperar él por algo que deseó hace mucho tiempo.

Con rapidez bajó la ropa interior, haciendo que el pene de Jungkook rebotara hacia afuera. Lo tomó con una de sus manos e inició moverla. Aún le parecía irreal, estaba arrodillado frente a Jeon Jungkook moviendo su mano sobre su pene a punto de hacerle un oral. Acercó sus labios hacia la punta, mojándolos con el líquido que empezaba a salir de su uretra. Pasó su lengua limpiando de su fluido, y se tomó un momento para introducir su lengua en la entrada de su pene, sacándole gemidos roncos. 

Profundizó más su acción arrastrando su lengua desde su base, delineando cada relieve de sus palpitantes venas hasta llegar de nuevo a la punta e introducirlo hasta que este tocó la campanilla de su garganta. Deslizó hacia afuera y hacia adentro, intercalando con movimientos de su lengua cada vez que sacaba el pene de su boca.

Jungkook lo apartó y jaló hacia arriba con fuerza. Llevándolo hacia la isla en medio de la cocina lo sentó en la barra y pegó sus labios a los suyos besándolo con urgencia. Quitando la fina blusa de seda que llevaba puesta, arrancando y haciendo pedazos de igual forma los shorts cortos que llevaba, dejándolo desnudo para él. 

—Ahora es mi turno.

Jungkook sonrió observando el chocolate, sin pensarlo mucho hundió sus dedos en él y los guió a la entrada del castaño. 

—¿Qué haces? —Un gemido sonoro salió de su boca. Los dedos de Jungkook entraban y salían de él con facilidad.

Aquello podría parecer asqueroso,  pero era a la vez, lo más ardiente del mundo. Jungkook tomó la taza de chocolate y la dejó caer por todo el pene y estómago del menor. Mientras seguía penetrando con sus dedos, su boca se encargaba de saborear y limpiar el dulce de su cuerpo.

Al llegar a su miembro, chupo y saboreo con gusto, mientras sus dedos se resbalaban cada vez más rápido en su interior. Taehyung acostado en la plataforma se sentía en el cielo, tantas veces soñó con eso, que temía que en cualquier momento despertara de ese magnífico sueño.

Jungkook se irguió y alineó su glande en la dulce entrada del castaño, dejándose ir hasta el fondo con fuerza; tras un gemido alto de parte de ambos, inició las embestidas rápidas y duras. El chico se aferraba a los bordes de la superficie, sus piernas se abrieron más recibiéndolo. Jungkook no paró, hasta que ambos terminaron, Taehyung mojó su torso de sus propios fluidos. Segundos después Jungkook salió de él, dejando que su semen cayera en la mesa y al suelo, se agachó hacia el torso de Tae y lamió, deshaciéndose del orgasmo del menor.

—Tan dulce, como el mismo chocolate. 

Las piernas de Taehyung temblaron; ninguna de sus fantasías sexuales, llegarían a compararse con lo que acababan de hacer. Ambos rieron al ver extrañados hacia el horno, pues tendrían que volver a preparar los sándwich. 

El proyecto final de la universidad, era la mayor pesadilla de cualquier universitario; si en preparatoria era difícil, en la universidad se triplicaba. Es por eso que los maestros habían consentido que el proyecto se hiciera en grupos de cuatro; fue así como terminaron en la casa de ambos, con un par de chicos que estudiaban su misma carrera.

—Listo —dijo Park, uno de los compañeros de ambos—, solamente falta la bibliográfica y la conclusión. 

Su chico estaba del otro lado, con su codo apoyado en la mesa, y su cabeza en la palma de su mano. Se veía perfecto, no entendía como la belleza de Tae podía traspasar lo sobrenatural. A veces hasta parecía como si estuviera fuera de su propio alcance.

Estaba por hablar, cuando sintió algo en su entrepierna, vió hacia abajo y pudo divisar el pequeño pié de Taehyung restregándose en su pene por encima del pantalón, logrando su cometido, que era crearle un erección. Lo observó con los ojos entrecerrados, pero el malvado castaño se encontraba observando a otra parte, mientras seguía el roce.

—Mi amor, creo que ya deberíamos irnos —mencionó Min, la pareja del otro chico.

—Pero estamos a punto de terminar.

—Faltan dos semanas para entregar el proyecto final, vamos bastante adelantados con la investigación. Podremos hacer esas dos cosas otro día, ¿verdad?

Jungkook y Taehyung asintieron. La pareja empacaron sus cosas en sus bolsos y en menos de lo que pensaron ya se habían ido.

Taehyung se levantó de la silla y se desnudó con rapidez, subió a la mesa y se colocó frente a Jungkook con las piernas abiertas. El azabache estaba anonadado de lo lujurioso y necesitado que podría llegar a ser su chico; si, suyo, porque no permitiría que el castaño mirase a nadie más, y si tenía que follarlo a diario para complacerlo, con gusto lo haría.

—Quiero que me folles, aquí y ahora.

Jungkook se levantó de la silla, quitando su pantalón y su ropa interior y volviendo a sentarse con una sonrisa.

—Tú lo quieres, lo provocaste, ahora arréglalo.

Taehyung mordió su labio sentándose sobre él y con su mano dirigiendo el miembro de Jungkook a su entrada. Descendió con lentitud, sintiendo las manos del azabache posarse en sus caderas y ayudarle a sus rápidos movimientos.

Momentos después Jungkook se levantó con el menor en brazos, lo volteó contra la mesa, teniendo una perfecta vista de su estirada entrada, volvió a introducirse en él, y con desespero reanudó las embestidas. Haciendo a la mesa tambalearse por la fuerza ejecutada. Taehyung culminó entre gemidos y temblores, el azabache lo tomó de la mano y lo guió hacia la cocina en donde lo sentó arriba de la plataforma.

Quitó su ropa, quedando completamente desnudo. Se dirigió al refrigerador con una sonrisa perversa, sacó el frasco y lo caminó hacia el menor, colocándolo en la mesa entre sus piernas.

—¿Tenías esto planeado? —preguntó Tae coqueto. 

—Tal vez. 

—¿Qué quieres que haga?

—Acuéstate.

Taehyung obedeció, abriendo sus piernas solo un poco. Jungkook entre sus piernas vació parte del contenido del frasco, la sensación fría hizo a Taehyung gemir y arquear su espalda. La boca de Jungkook recorrió cada rincón de su cuerpo, incluso cuando el  siguiente orgasmo del castaño azotó su cuerpo, Jeon siguió el trabajo de hacerlo enloquecer.

Sin poder soportar más su propia erección, embistió al chico. Jungkook lo atrajo hacia él,  haciéndolo quedar sentado, recibiendo al mayor, cada estocada con más y más ganas.

—Tae… te quiero.

Taehyung se separó para tomar su cabeza y besarlo, en esos momentos no quería decirlo con palabras, quería que supiera por medio de ese beso que él sentía algo mucho más fuerte que eso.

Movió sus caderas al ritmo de sus embestidas. Y con sus pies ayudaba a que él fuera más profundo.

—Vamos al cuarto —Pidió el menor.

—¿A cuál? 

—Al que quieras, pero vamos ya.

Jeon obedeció, abriendo la primer puerta que era la habitación de Taehyung,  al entrar se dejó caer con él en la cama, entre risas y besos torpes Tae invirtió las posiciones,  quedando encima del peli negro. Una idea pasó por su mente, se levantó y caminó hasta el sillón que tenía dentro de su cuarto y se sentó en él. Tomó de al lado en la mesita aquel contenedor, y con gracia lo movió mostrándolo a Jungkook. 

—¿Tenías esto planeado? —preguntó levantándose de la cama con una sonrisa.

—Tal vez… ¿Quieres más fresas y chocolate,  Kookie?

Preguntó con voz inocente, Jeon mordió su labio y quitó el contenedor de las manos del menor. Se acercó a besarlo y al poco tiempo se separó con sus ojos oscuros y aquella mirada que hacía a Tae enloquecer.

—Abre bien las piernas, cariño.

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