Easy Boy
En la universidad él era el chico raro, antisocial, ese que todo creían que era virgen, y que a decir verdad no estaban en lo incorrecto. Jeon Jungkook era el nerd de todo el lugar, solo que algunos se le acercaban por favores académicos. Y a pesar de eso, gracias a todos los santos nadie sabía quién era realmente.
Los Jeon, eran la familia, o mejor dicho, el padre de Jungkook era el dueño de la cadena hotelera más grande del país, con sedes en otros países igualmente. El padre de Jungkook también tenía otras inversiones, empresas y franquicias muy grandes. Y con la convicción de transmitirle a su único hijo el valor del esfuerzo, le había cedido una de sus empresas.
Era así, que con solo dieciocho años, Jeon Jungkook había hecho crecer crecer su empresa a tres más en sedes en todo el país, y varias otras a nivel internacional, el secreto –decía su padre–, era dedicarse a lo que más te gusta. Y a Jeon Jungkook le gustaban los videojuegos y las consolas. Así había inventado él solo un programa para crearlos, y de ahí nació su pasión por expandir su trabajo.
Él no tenía tiempo para pareja… pero, una necesidad de tenerla empezaba a consumir sus pensamientos.
—¿Estás seguro de querer hacer esto?
Kim Namjoon, su mejor amigo y su mano derecha en sus empresas estaba en contra de esa absurda idea que el menor tenía desde hace un mes atrás.
—Muy seguro, Namu —Kim bufó ante la insistencia del menor mientras tecleaba en la computadora—. No es para tanto, Nam.
—¡No es para tanto! —alzó la voz indignado—. Estás acudiendo a una página de scort ¿Y dices que no es para tanto?
—¿Y qué más quieres que haga?
—Que sé yo, que salgas con alguien de la universidad tal vez…
Jungkook lo observó con recelo.
—Sabes muy bien mi fama en la universidad, no quiero involucrarme con nadie de ahí, el único chico que me gusta ahí… no es… adecuado según tú.
—Kook, yo solo quiero lo mejor para tí —ambos se observaron, Jungkook agradecía tenerlo como amigo—… no te niego que Kim Taehyung sea hermoso, lo es. Pero tienes que ver más allá de eso, sabes a lo dicen que él se dedica.
—Ya sé… —dijo con la cabeza gacha.
—No permitiré que mi mejor amigo se vea involucrado con un prosti…
—¡No le digas así! —Interrumpió con un grito. Nam suspiró asintiendo.
—Okey, con un sexo servidor ¿Mejor? —Jungkook arrugó su nariz pero aún así aceptó, era mejor eso a decirle a como el mayor le llamaba. Namjoon se rindió con un suspiro pesado —. Bien, pero ten cuidado ¿Si?
—Lo tendré —dijo con un media sonrisa.
—Y por todo el cielo, sea quien sea usa condón.
El menor se sonrojó hasta las orejas. Su mejor amigo salió de la oficina rumbo a su trabajo y él se quedó frente al computador, en la pantalla ya se encontraba abierta la página de contratación.
Es así como después de un largo formulario y una descripción física en la que daba sus gustos hacia el chico con el que quería estar, dió click enviando la solicitud. Apenas veinte minutos después cayó en su teléfono el mensaje de confirmación, que afortunadamente se haría esa misma noche.
Jungkook no perdió tiempo, se dirigió en su auto hacia su departamento a prepararse para esa noche. No tenía la menor idea de lo que estaba haciendo, y en un rato los nervios ya invadían su cuerpo. En la guantera del auto llevaba lubricante y condones, la idea de tener su primera vez con un chico desconocido era un nervio que no se le quitaba. La descripción que había dado justamente la hizo pensando en la única persona con la que en realidad quería estar, Kim Taehyung, y por eso mismo se preguntaba cómo sería, si él chico llegaría a parecerse mínimamente a él.
Al llegar al lugar bajó del auto con sus piernas casi temblando, observando a todos lados y viendo la hora en su teléfono, estaba cinco minutos antes.
Un chico pelirrojo caminaba por la acera hacia él, el chico logró distinguir a su cliente por su vestimenta y por su auto, pues esas descripciones había dado en una conversación privada de ambos cuando al fin se concretó el pago y el lugar del encuentro.
—¿Jungkook?
El aludido se giró, esa voz la conocía perfectamente, era la voz del chico de sus sueños, al verlo de pie frente a él su rostro palideció perdiendo cualquier pizca de color que antes tuviese.
—¿K...Kim?
—¿Jeon?... Esto tiene que ser una maldita broma.
Su boca se secó al saber que el Taehyung sabía su apellido, jamás pensó que siquiera supiese de su existencia. Pero ahí estaba.
—Disculpa… yo…
—¿Por qué te disculpas? —preguntó molesto, pero al ver como el chico a pesar de ser más alto y musculoso que él se encogía y su labio temblaba mientras frotaba sus manos nerviosas lo conmovió, parecía estar muy nervioso… o muy incómodo. Carraspeó para poder hablar en un tono sutil—. Tú… si quieres otra persona puede ser tu compañía, llamaré a un compañero.
Taehyung estaba por voltear, pero Jungkook lo detuvo tomando su muñeca con ansias.
—No… lamento si te hice sentir incómodo con mi reacción, solo estoy nervioso.
Taehyung lo observó unos momentos, parecía ser cierto por su mirada insegura. Parecía un pequeño niño asustado, pero a la vez, detallando más su rostro podía ver lo atractivo que era. Jungkook apartó su mano de inmediato y dió un paso al verse muy cerca de Kim Taehyung.
—No acostumbro a hacer esto con personas de la universidad… —dijo titubeante—. Prométeme que no le dirás a nadie.
—Ja… jamás lo haría.
—Okay. Entonces vamos.
Taehyung se puso a su par, tomando su mano y entrelazando estas para entrar al vestíbulo del hotel. Ambos subieron al ascensor y llegaron a la puerta de la habitación que les asignó el chico recepcionista. Jungkook a cada paso sentía que su presión bajaba más y más al punto de sentirse desmayar.
Taehyung fue el que entró primero, y luego él.
—De acuerdo ¿trajiste condones y lubricantes? —La pregunta lo tomó por sorpresa, y se sonrojó con fuerza al ser visto directamente por el pelirrojo.
—Lo dejé en el auto. —Respondió apenas.
—Tranquilo, de todas formas no iba a usar lo que trajeras, yo cargo con lo mío.
Taehyung dejó su bolso en el diván frente a la cama, Jungkook seguía de pié sin saber qué hacer, fue cuando el chico volteó y se acercó a él hasta poner sus manos en su pecho. Tae pudo notar con sorpresa que no dió a demostrar, cómo el corazón de Jeon estaba acelerado a más no poder.
—Muy bien… ¿Qué quieres hacer primero? —dijo con tono sugerente, ladeando su cabeza y mostrando una sonrisa que en la vida Jeon Jungkook creyó ver en él.
Jeon retrocedió tambaleándose hacia atrás hasta chocar con la puerta. Tae se mostró confundido y con un suspiro rendido se volteó para alcanzar su teléfono.
—Llamaré a mi amigo.
—¡No! Tae te juro que no es eso.
—¿Entonces que es? Vamos, puedes decirlo. Sé lo que se habla de mí en la universidad, que soy el chico fácil.
Jungkook se quedó perplejo al ver su rostro con una ligera seriedad que lo caracterizaba mucho, sacudió su cabeza, ese era el peor momento para admirar su belleza.
—Yo nunca te he visto de esa forma.
—No vengas con estupideces…
—No lo son, en serio yo… no es por lo que tú crees…
—¿Y qué es? —preguntó con un tono irritado.
—Es que yo… —se quedó callado desviando su mirada, mientras una de sus piernas se movía por la ansiedad y guió una mano a su nuca para limpiar el sudor que se acumulaba en su cuello.
—¡Ya dilo! ¡Me tienes nervioso!
—Yo nunca… Nunca he…
Jungkook suspiró, lo mejor era cancelar eso e irse, no le importaba perder dinero, eso era lo de menos. Pero la vergüenza que estaba pasando enfrente del chico del que estaba enamorado superaba en gran manera su mente. Tae por otra parte se relajó, y su mirada se abrió de más en una mezcla de sorpresa y comprensión.
—Nunca has tenido sexo. —concluyó
Jungkook apartó la mirada nuevamente con sus mejillas ardiendo y las ganas de salir corriendo de esa habitación se apoderaron de él. Pero las manos de Taehyung cerrándose en sus muñecas lo detuvieron antes de siquiera darse la vuelta. El pelirrojo lo guió hasta el diván en dónde quitó y aventó su bolso al piso. Jaló al más alto hacia él, empujándolo para que se sentara y así fué.
Jungkook estaba embobado en la suave mirada de Taehyung, este sin soltar sus muñecas se sentó a horcadas encima del azabache e hizo que sus brazos se entrelazaran en su muy delgada y definida cintura. Con la vista en sus ojos, sus manos se dirigieron por el pecho de Jungkook, por su cuello y hasta pasar a sus mejillas las cuales acunó en sus manos, y finalmente juntó sus labios suavemente sobre los contrarios, haciendo una ligera presión para esperar cualquier respuesta a seguir.
No esperaba ni en un millón de años que la lengua de él se colara por sus labios semi abiertos y que robaran su razón, que siendo que el mayor decía ser virgen estuviera llevando el control de aquél beso húmedo y necesitado. Una de las manos de Jungkook se soltó del agarre en su cintura y se posó en la parte trasera de su cabeza impidiendo que el menor se alejara tan siquiera un milímetro de su boca.
Jungkook estaba en el cielo, besando los labios de un ángel que gemía sobre los suyos mientras empezaba tímidamente a balancearse sobre él. Y explotó, sintiendo ya crecer entre sus piernas de manera súbita sin soltar sus labios. Fue Tae quien se separó con un jadeo extasiado y una sonrisa coqueta hacia él.
—¿No que eras virgen?
—Eso… no quiere decir que no sepa besar.
Las manos de Kim empezaron a desabrochar la camisa del contrario, dejando al descubierto su torso y desprendiendo ese perfume que ya había sentido y que ahora invadía su nariz. Bajó de sus piernas y empezó a desnudarse él mismo quedando sin nada, Jeon tuvo un mini shock ante la perfecta imágen, saboreando sus propios labios sin poder contenerse.
—¿Te gusta lo que ves?
—Me encanta. —Contestó de inmediato, perdiendo la poca timidez que tenía y logran así ruborizar al pelirrojo por primera vez.
Taehyung se arrodilló frente a él, quitando el cinturón y deshaciéndose del broche que sostenía su prenda inferior, bajando el pantalón junto a su ropa interior. Tenía que admitir que el mayor estaba pero que muy bien dotado, al punto que dudó por senda vez de lo que él había dicho antes.
—Tae.. ¿Qué…?
—Shhh. Solo disfruta.
Tomó su miembro con una de sus manos y dirigió sus labios hacia el rosado glande que palpitó ante su aliento. Jungkook cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia atrás cuando los labios en combinación con la lengua de Taehyung se arrastraron por toda su pene, dejando saliva por todo su falo ocasionando que está resbalara en camino hacia sus testículos.
El pelirrojo se apartó, dejando un hilo de saliva entre su boca y la punta del miembro del pelinegro, aquella imágen por poco hizo terminar a Jungkook. Taehyung observó como el contrario nada más apretaba su mandíbula en clara abstinencia, tomó una de sus manos y la llevó hacia boca, lamiendo sus dedos mientras su mano se deslizaba de arriba hacia abajo, aún aferrada a su falo masturbándolo.
—No te contengas. Guíame, folla mi boca, haz lo que quieras.
Taehyung llevó la mano del pelinegro a la parte trasera de su cabeza, empujando sus labios hasta que su glande tocó el fondo de su garganta y por primera vez escuchó un gemido ronco de su parte, el cuál le incentivó a aumentar la velocidad, succionando, y llenando aquella habitación lujosa de los chasquidos de su miembro entrar y salir de la boca de Kim.
—Tae… para
Pero el pelirrojo no se detuvo hasta que sintió el semen de Jungkook invadir su boca. Sólo entonces dejó escapar su, que sorpresivamente seguía erecto, como si hace unos segundos no hubiera tenido un orgasmo.
Jeon lo tomó de las mejillas y junto sus labios. Tae, aún de rodillas entre sus piernas podía percibir la mano de él arrastrarse por su cuerpo con delicadeza, como si quisiera delinear cada parte de su cuerpo y no perder rastro de él. Entonces ambas manos se posaron en sus nalgas, abarcando con cada una sus glúteos, y soltó un gemido en sus labios cuando las apretó con fuerza.
El azabache lo atrajo hacia él, haciendo que este quedara de nuevo encima con sus piernas a ambos lados de él, entre besos tomó los miembros de ambos en sus manos, masturbando al mismo tiempo, cosa que hizo a Tae despegarse para balancear sus caderas perdiendo el control.
Sin poder aguantar más, Jungkook tomó las caderas de Kim y lo cargó con facilidad, adentrándose a la cama, quedando entre sus suaves piernas. Tomó sus manos y las juntó sobre su cabeza, con una sonrisa hermosa Taehyung volvió a recibir los labios de Jungkook sobre los suyos, y pronto lo sintió alinearse en él. Con un jadeo de parte de ambos el miembro del mayor tocó el fondo de Kim Taehyung. Sus piernas temblaron y un calambre exquisito en su espina dorsal lo hizo curvar su espalda recibiendo por completo la dulce intromisión en su interior.
Jungkook apretó las sábanas, pues el interior del menor lo apretaba bastante bien. Las caderas de pelirrojo se movieron debilitando a Jeon, así que para devolver un poco la sensación que él estaba viviendo salió de él y volvió a entrar con fuerza y rapidez, así es como empezaron las embestidas rápidas, fuertes, necesitadas y desenfrenadas. Jungkook besaba su cuello y mordía suavemente su piel, dejando marcas y uno que otro chupete que Taehyung no tenía la intención de parar. Solo se enfocaba en disfrutar como ese supuesto inexperto lo hacía tocar el cielo.
—Kook… ya no aguanto…
Habían pasado de esa manera un buen rato, el azabache talvez había aguantado un par de veces terminar solo para no salir de su interior y seguir disfrutando de su estrechez y de sus gemidos en su oreja. Amaba cada gesto cuando lo veía de reojo y lo apreciaba con los ojos cerrados, su entrecejo fruncido y su boca semi abierta jadeando.
Tomó su cuello en medio de su orgasmo, besando todo su rostro y culminando en sus labios, jalando el inferior al alejarse y volver a su mandíbula, la cual recorrió entre besos hasta llegar a su oreja sin poder contenerse más.
—Te quiero, Tae.
Es lo que había dicho en el mismo instante que terminó en su interior, frase que quizás en algún momento se arrepintió de decir.
Mínimo habían pasado dos semanas, mejor dicho casi el mes desde que el pelirrojo lo evitaba en todas partes, y por más que quiso volver a contratarlo por cantidades exorbitantes de dinero el menor no aceptaba las solicitudes.
Había descubierto la dirección de su casa después de un soborno al director, así que empezó a enviar regalos tras regalo, ramos de flores, uno tras otro con la esperanza que el chico tan siquiera se molestara y así poder hablar con él para disculparse por haberse dejado guiar por el momento. Solo quería verlo e insistirle por última vez. Verlo y hacerlo suyo una última ocasión.
—Namjoon, necesito que le digas a tu amigo que me deje en paz de una buena vez.
El moreno se volteó hacia él pequeño pelirrojo.
—Yo no puedo decirle Jungkook que hacer y qué no, Kim. Él está mayorcito para tomar sus decisiones, lo único que hago es aconsejar.
—Pues aconsejale que me dejé de una vez. Y me está dando miedo porque no sé de dónde rayos saca el dinero para las cosas que me manda, ni siquiera sé si lo consigue de forma legal o qué, pero te juro que…
—¿Qué estás insinuando? —preguntó molesto Namjoon, él no permitiría que hablarán mal de su amigo—. Jungkook jamás ha estado en cosas malas, nunca.
—Eso no me consta, y es tu amigo, pero puede ocultarte cosas. No quiero que él se meta en problemas.
—Antes de juzgar primero pregunta, Kim. Jungkook es mi jefe.
—¿Cómo? —Taehyung ladeó la cabeza sin comprender de qué diablos hablaba el castaño.
—Lo que escuchaste. Mira, yo no le diré nada más a él —sacó de su bolsillo una tarjeta y se la tendió al pelirrojo—. Si quieres que te deje en paz ve ahí a las tres de la tarde y habla tú mismo con él.
Taehyung la tomó y Namjoon sin esperar respuesta se fué dejándolo con la tarjeta en su mano. En ella se veía él logo en dorado de una empresa de videojuegos. La conocía perfectamente, pues era la creadora de los juegos que a él le gustaba jugar, actualmente esperaba la séptima edición de uno de sus juegos de supervivencia más famosos.
Esperó el horario dicho por Kim Namjoon y tomó un taxi hacia esa empresa para terminar con todo eso de una vez, no le importaba si trabajaba para él dueño de la empresa; no caería en ilusiones nuevamente, aunque en su pecho doliera y todas las noches pensara en él; aunque lloró frente a su computadora rechazando las solicitudes de Jungkook, si, tal vez a él tambien le gustaba. Tal vez un poco de más.
Pero no podía estar a su lado, no podía cuando tenía que ayudar a su madre a pagar las cuentas, no podía renunciar a eso cuando los tratamientos de su abuela costaban una fortuna y ese era el único trabajo que le proporcionaba lo suficiente para la despensa y el mantener decentemente a su familia; ya que, el trabajo de su madre en un supermercado no daba para mucho. Él siendo lo que era, no merecía el amor de un chico lindo como Jeon Jungkook.
Entró a la recepción y un chico rubio lo recibió, dirigiendolo con la mano hacia el ascensor y diciéndole que subiera al último piso y preguntara por Jenny. Ya ahí, una chica de cabello lacio y pelinegra lo recibió en un escritorio.
—Buenas tardes, ¿Es usted Jenny?
—Así es, ¿Qué necesitas?
—Bueno… Yo necesito hablar urgente con Jeon Jungkook ¿Está por aquí?
—Si, déjame avisarle —la chica apretó el botón de su auricular—. Joven Jeon, lo buscan… disculpa cariño, ¿cómo te llamas?
—Kim Taehyung.
—Kim Taehyung —repitió —. Okay, enseguida… puedes pasar, es por el ese pasillo, sigue recto hasta la última puerta, ábrela con confianza, ahí está él.
—Muchas gracias.
Extrañado se encaminó hacia la dirección señalada, con todos los ojos de los presentes puestos en él haciéndolo sentir nervioso y tímido. La puerta de al fondo era una llena de grafiti con detalles neones y el pomo de color dorado que a falta de iluminación sinceramente se veía espectacular. Del otro lado, esperó ver tal vez una sala de programación, o un estudio de esos en donde probaban los videojuegos y consolas antes de sacarlos al mercado, jamás pensó encontrarse en una habitación grande con sillones de cuero negro, en uno de los fondos una enorme televisión con un sillón enfrente y una consola en una mesita baja. Más allá un pequeño minibar con un dispensador de snacks, y varias cosas más que a medida que iba viendo se iba impresionando.
—¿Hola?
Caminó al centro de la habitación pero no había nadie, hasta que una puerta se abrió y al voltear se encontró con Jungkook, vestido como siempre lo hacía. Pantalones rasgados pegados a sus piernas y sudadera con converse.
—Jungkook…
No pudo pronunciar palabra alguna, pues el pelinegro casi trotó hasta él y atacó sus labios de manera sorpresiva. No podía apartar su rostro, porque las manos del mayor sostenían sus mejillas. La lengua de él se introdujo en su boca buscando la suya, chupando con suavidad al separarse y volver a besarlo.
Taehyung perdió la batalla, no quería que eso terminara, con todos los días de abstinencia que llevaba su cuerpo empezaba a reaccionar a las manos contrarias apretándole las caderas y atrayéndolo hacia su entrepierna. Tae sintió la evidente erección, gimiendo al sentir que en sus pantalones empezaba a crecer la suya que empezaba a rozar con la de Jungkook.
El mayor lo empujó haciéndolo retroceder en medio del beso y haciéndolo caer encima del sofá bastante grande con él encima. Empezó a tocar su cuerpo, colando su mano por debajo de la camisa del pelirrojo y subiéndola con rapidez para alejarse de sus labios y empezar a chupar uno de sus pezones.
—Kook…
—Déjame… si esta es la última vez… por favor déjame tenerte hoy.
—Estamos en tu trabajo…
—De eso no te preocupes. Nadie entrará aquí
—¿Cómo… sabes?
Jungkook quitó sus zapatos y luego su pantalón junto a los calzoncillos de un tirón con facilidad quedándose entre sus piernas y sin ninguna espera atrapó con sus labios su testículo, lamiendo y chupando ambos. Taehyung gimió alto, sus piernas se apretaron a los costados de Jungkook, más besos se repartían alrededor de toda su intimidad, hasta que con mucha fuerza sintió como se separó y fue volteado quedando de cara al sillón.
—Jungkook…
—Déjame ver tu maravilloso culo.
Tae volteó un poco su rostro, observando los labios brillosos de Jeon, admirando cómo se quitaba la sudadera y dejaba al descubierto su abdomen marcado. Pronto sintió el glande del pelinegro jugar en su ano, y con una lentitud tortuosa se introdujo hasta su fondo, hasta que su pelvis topó contra su redondo trasero.
—Dime que… aquí no hay cámaras.
Jungkook lo atrajo hacia él empezando las embestidas rápidas, dejando que sus gemidos y jadeos chocaran con cada rincón del lugar.
—Si las hay precioso, si esta es la última vez podré masturbarme con este video incansables veces…
—Jungkook —dijo entrecortado por los gemidos.
—Imaginando que mi mano es tu culo recibiendo mi polla.
—Mmm
—O tu boquita…
—Van… a despe… dirte.
—¿Y… tú lo vales? Vales cada maldito riesgo que tenga que correr.
Jeon salió de su interior y volvió a girarlo hacia él, y Tae no protestó cuando se volvió a colocar entre sus piernas para hundirse nuevamente hasta en el él nuevamente, que era torturado deliciosamente por la longitud del pelinegro. Taehyung rodeó con sus manos el cuello de Jeon y atrajo sus labios a los suyos.
—Kook… te quiero, mierda… yo también te quiero.
Sus piernas temblaban avecinando su orgasmo, sintiéndolo hasta en el espesor de su saliva, en las lágrimas acumuladas en sus ojos y en el cosquilleo en su cuerpo completo. Eyaculó en su mismo torso, sintiendo sus propios semen resbalar por sus costados debido al movimiento de las embestidas que seguían desenfrenadas. Jungkook se sentía el chico más afortunado del mundo, y con un sentimiento de felicidad y éxtasis culminó sus movimientos sintiendo invadir el interior del pelirrojo con su esencia, mientras las paredes anales de él se cernían en su pene aumentando la deliciosa sensación.
Ambos respiraban cansados, y el cuerpo de Jungkook terminó recostado encima de Tae sin dejarse caer por completo. Sin poder evitarlo tomó un pequeño respiro antes de besar todo el rostro del menor, culminando en un pico sobre sus labios que poseían una sonrisa tonta.
—Quédate conmigo…
Dijo negándose a qué esa fuera la última vez que podría tenerlo. Los ojos llorosos y tristes de Tae hablaron por sí solos.
—No puedo… por más que quisiera no puedo, Kookie.
—¿Por qué?
—Porque no puedo dejar el trabajo que tengo —no le gustaba dar lastima, pero tenía que decirle—… es el único que he conseguido que me da para ayudar a mi familia —murmuró eso último con vergüenza.
Jungkook se separó de su cuerpo, quedando arrodillado entre las piernas de Tae con un gesto serio que puso nervioso a Kim.
—Déjame ayudarte.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste, déjame ayudarte en lo que necesites. —Tae se levantó apoyándose en sus codos negando con frenesí.
—Ni loco, no soy capaz de aceptar dinero de tu parte. Ya sé que seguro tienes un buen puesto de trabajo aquí… pero todo lo que asumo es demasiado.
—Eres el único que me ha dicho que me quiere sin saber nada —suspiró aventándose a besar sus labios—. No te dejaré ir tan fácil, así tenga que vender mi alma al diablo para tenerte a mi lado.
—Kook, no sabes lo que estás diciendo. Más bien te he metido en suficientes problemas, si tu jefe se llega a enterar de esto perderás tu trabajo.
—¿Jefe? —Jungkook lo observó dubitativo, para después sonreír hasta transformar su sonrisa en risas graciosas que para nada le gustaron al menor.
—¿De qué te ríes?
—Espérame aquí.
Jungkook se fué hacia la puerta de donde había salido anteriormente, regresando con una caja de pañuelos y volviendo al lugar entre sus piernas. Sacó dos y empezó a limpiar el estómago de Tae, este avergonzado trató de hacerlo él mismo pero se rindió cuando Jungkook apartó en varias ocasiones sus manos y siguió haciéndolo él. Ya habiendo terminado de limpiarlo, prosiguió a levantar su pantalón del piso y a colocar su ropa interior y el pantalón, con un Tae muriendo de vergüenza, con sus mejillas casi del color de su cabello.
—Podía hacerlo yo… no soy un bebé.
Jungkook escondió su rostro en el cuello del chico, respirando su dulce aroma.
—Podrías ser el mío.
—Ya te dije que no… ¿No tienes que trabajar? —Intentó apartarlo pero el mayor tenía mucha fuerza.
—No, puedo tomarme toda la tarde.
—Te lo tomas tan a la ligera, Jungkook, ¿Qué harías si se dan cuenta? —el mayor volvió a reír—, ¡Qué te parece tan gracioso! —esta vez Taehyung con mucho esfuerzo logró retroceder sobre él sillón, pero de inmediato Jeon lo jaló de las piernas volviendo a quedar en las mismas—. Déjame ir, en serio tu jefe va a matarte.
Jungkook tomó una postura medio seria, ya que la sonrisa debido a lo chistoso de la situación no se borraba de sus labios.
—En realidad yo soy el jefe.
—¿Cómo?
—Que yo soy el dueño de todo esto.
—No entiendo…
—No hay mucho qué entender… mi papá me cedió una empresa y yo la convertí en esto después de pasar horas y horas frente a una consola y creando un programa para crear videojuegos en mi laptop. Luego hice crecer este imperio hasta que se convirtió en lo que hoy se conoce.
—No inventes… eso es imposible ¿Qué edad tienes?
Taehyung no podía creer que eso fuera real.
—Veintidós, mi papá me la regaló a los dieciocho, cuando ya pudo ponerla a mi nombre.
—¿Eres el puto dueño de una franquicia de videojuegos?
—Básicamente si. ¡Oye! ¿La conoces?
—¿Quién en su sano juicio no?
Jungkook sonrió apuntando a la pantalla de unas sesenta pulgadas.
—Allá está la edición Golden 7 de la consola que se sacó en un inicio, es mi actual proyecto en prueba.
Taehyung importándole poco quedar como un tonto empujó a Jungkook y corrió hasta el sofá para verlo con sus propios ojos, y efectivamente ahí se encontraba la consola de color verde oscuro con el logo en dorado y el mando de los mismos colores. Él apenas había alcanzado con mucho esfuerzo a tener la versión tres, ahorrando casi por seis meses.
—No inventes.
El televisor se encendió y en la pantalla apareció una partida en pausa de la edición de “War Of Blood”, su vídeo juego favorito. Quería llorar, pero solo atinó a chillar de la emoción.
Los brazos de Jungkook rodearon su cintura, y Tae volteó para encararlo.
—Podría ayudarte. En serio quiero que estés conmigo.
—Aún así no podría…
—¿Y ahora por qué?
—Porque no quiero que piensen que estaré contigo por tu dinero o que tú llegues a pensarlo…
—Jamás pensaría eso cuando hace un momento me dijiste que me querías pensando que era un simple trabajador de aquí —ambos se observaron, el rostro de Tae le decía claramente que no iba a aceptar—. Está bien… ¿Qué te parece si trabajas para mí?
—No sé…
—Si sabes, di que sí.
—Jungkook…
—Sé mi novio, Tae.
Mariposas y estampidas de elefantes empezaron a correr en su estómago. Taehyung se aventó a sus labios con una sonrisa. Lo consideró por el momento que lo besó, la idea no estaba mal, así se ganaría su propio dinero sin que Jungkook tuviese que dárselo. Aunque en los planes de Jungkook estaba pagarle mucho más.
—Y si…
—¿Si…?
—Acepto ser tu novio y tu empleado.
—Hecho. Y por cierto, tengo tu primer trabajo.
—¿Cuál?
—Que me ayudes a detectar errores en la nueva versión de Golden antes de sacarla a la venta.
Los ojos de Taehyung brillaron con un toque de diversión, pues eso no parecía ser un trabajo en sí. Más bien parecía una excusa.
—¿Me estás invitando a un partido?
—En modo Vs. —dijo asintiendo.
—¿Es un reto? Porque te cuento que soy el mejor jugando War Of Blood.
—¿Olvidas que hablas con el creador de él?
—Tú mismo lo olvidarás después de un par de partidas.
Y dicho y hecho. Jungkook estaba shockeado, la primera partida lo había dejado pasar porque tenía que admitir que se distrajo; la segunda, no se fijó en la granada que el menor le había lanzado; la tercera, ya empezó a frustrarse y según él inició a “jugar de verdad”. Sin embargo, ya habían pasado ocho partidas y él apenas había ganado una. Y no quería aceptar que el menor realmente si era bueno, incluso sabía códigos que pocos habían logrado descubrir para desbloquear ciertas funciones del avatar en el juego.
La novena partido terminó, ya era de noche y seguía impactado, viendo sobre su personaje las letras “Game Over” en dorado con bordes negros.
—¿Y?
El mayor hizo un puchero, ni haciendo trampa logró ganarle, solo una vez.
—Tengo hambre ¿Quieres ir a cenar?
—¿Estás molesto porque te gané tantas veces? —preguntó con un tono socarrón.
—Un poco, si —Tae estaba por levantarse, pero Jungkook lo atrajo hasta que este quedó encima de él—... Pero se me pasará con un par de besos.
—¿Solo besos?
Jungkook sonrió mordiendo su labio.
—La cena puede esperar.
Ambos acabaron desnudos sobre el sillón, con Tae montando al pelinegro hasta que sus piernas no pudieron más, y hasta que ambos recibieron la mañana acostados sobre él sofá.
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