Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3 | Reminiscencias del pasado

En ese momento entendí la frustración que invadía a los humanos cuando se olvidaban de cosas como, por ejemplo, el mando del garaje y, ya subidos en el coche frente al portón, se daban cuenta de que no podían salir tras rebuscar mil veces en bolsillos y bolsos. Aunque, claro, lo mío era mucho peor. En mi caso el olvido era global.

Maldita sea.

Tendría que haberme limitado a visitar a las parcas y haberles solicitado la extensión del hilo de vida de Yoon Gi una semana más. ¿Cómo era posible que esa fantástica y sencilla solución no se me hubiera ocurrido hasta ahora? Y, a todo esto, ¿por qué había tenido yo que entrar en la habitación de aquel chico? ¿Qué me había llevado a aparecer de repente en ese hospital? Porque ahí tenía otra inquietante laguna mental que resolver que, para colmo, era mía.

—Yoon Gi... —El titubeo de aquel desconocido, emitido con un cierto tono de timidez, me devolvió a la conversación—. Si vas a comer... Pues... Puedo venir en otro momento.

—No, entra.

Regresé a la cama con el teléfono aún en la mano, me crucé de piernas en el colchón y tiré de la sábana, con una molestia dirigida hacia nada y al mismo tiempo hacia todo. Me fastidiaba estar en blanco. Me molestaba no poder expresarme bien. Me indignaba ser un dios y verme atado así por una oración que ni siquiera había sido para mí. Pero lo que más me enojaba era descubrir que mi propia mente estaba llena de agujeros.

—No me pienso tragar ese asqueroso de pollo aguado —volqué la frustración en la comida—. Jamás, ¿me oyes? Nunca volveré a comer eso.

—No te encuentras bien, ¿verdad?

Giré la cabeza, con los brazos cruzados y la manta apretada en el puño, y me encontré con su mirada preocupada, analizándome de arriba a abajo, ya dentro, junto a la cama.

—En absoluto —negué—. Estoy estupendamente.

No respondió. Tampoco se movió.

—Mis analíticas son perfectas —añadí.

Nada. Siguió igual. Ah; por Zeus. No me creía.

—Por cierto... —Opté por cambiar de tema y centrar la atención en las flores; insistir sobre mi buena salud solo me enfadaría aún más—. Gracias por el... —¿Regalo? ¿Presente? ¿Obsequio? ¡Bah!—. Ese ramo que has traído.

—Lo mismo no es lo que esperabas. —Mi interlocutor cejó en su actitud pensativa y me lo mostró—. Los demás insistieron en que debía comprarte rosas pero me pareció que quizás no fueran con tu estilo así que he elegido otras flores. ¿Te gustan?

Pues bonitas eran. Más que bonitas. Lucían preciosas.

—Se ven bien —asentí—. Son muy alegres.

—Es que pensé que preferirías algo que trasmitiera un poco de vitalidad ya que los hospitales son deprimentes. —Las depositó en la mesita—. El jarrón no me termina de convencer pero es el mejor que he podido encontrar.

—A mí me parece bonito... Esto... Tu...

Me volví a interrumpir. Seguía sin tener ni idea de quién era así que no sabía cómo debía llamarle. ¿Amigo quizás? ¿Bro? ¿Tío? ¿Colega? ¿Compa?

—Me llamo Park Jimin. —Mi visita debió captar mis dudas porque se apresuró a presentarse—. Nos hemos cruzado algunas veces por la oficina pero nunca hemos hablado. A lo mejor no me recuerdas.

Aquella información me quitó un peso de los hombros. No me conocía. Por lo tanto, no había riesgo de que metiera la pata.

—¡Ah, sí! ¡Sí, ya! —fingí—. ¡Park Jimin, claro! ¡Ese Park Jimin!

Entendía que no habría más tipos con el mismo nombre y apellido en la empresa pero bueno. Efectos de comunicarse dentro de una mente vacía, suponía.

—¡Te acuerdas de mí! —El gesto de Jimin se tiñó primero de sorpresa e, instantes después, de felicidad—. ¡Cómo me alegro! ¡No sabes las ganas que tenía de poder hablar contigo!

¿Ah, sí?

—Todas las mañanas me dejabas un vaso de mi café favorito en la mesa —continuó—. Me daba vergüenza que lo hicieras pero te confieso que me hacías feliz durante el resto del día.

Entonces eran para él. Los pedidos de café realizados en la aplicación amarilla de comidas. Y tenía muchos. Vaya.

—Sí, sé que te compré unos... ¿Quince? —indagué.

—Fueron bastantes más.

Ah. Mira tu. Resultaba que aparte los adquiría en tiendas.

—Y, ¿por qué crees que lo hice? —proseguí—. Me refiero a lo que pensaste sobre ello.

—Al principio creí que, como eras nuevo en la empresa, buscabas agradarnos y nos comprabas a todos —contestó—. Después me di cuenta de que era solo a mí y... —Desvió la vista a la pared—. No sé... Hoseok dice lo hacías porque te resulté simpático. Jung Kook, sin embargo, opina algo muy diferente.

Hoseok. Jung Kook.

Me apunté los nombre en el blog de notas. Ya tenía dos humanos a los que interrogar sobre la vida de Yoon Gi, a parte del que tenía delante. Parecían conocerle y eso me interesaba. Ni en broma pensaba pasarme los siete días acordados en la plegaria con la cabeza como un colador. La sensación era angustiante.

—Y... Oye... —Las pupilas de Jimin regresaron sobre mí justo cuando configuraba una carpeta para anotar mis descubrimientos—. Tienes la cama un poco chafa —observó—. ¿Te la coloco mejor?

—No, gracias.

—Vas a coger frío en los pies.

—Lo dudo.

—Pero acabas de despertar de un coma. Debes cuidarte más que nunca.

No me dio tiempo a objetar más. En un abrir y cerrar de ojos, agarró la manta por el lado y tiró pero, como aún la mantenía sujeta y mi fuerza era excesiva, no solo no pudo estirarla sino que perdió el equilibrio al intentarlo.

Ahogó una exclamación cuando se tambaleó hacia atrás mas no ocurrió nada porque me incorporé rápido y le sujeté del brazo antes de que se cayera.

—Gracias. —Sus ojos marrones quedaron muy cerca de los míos—. Y perdón por la torpeza.

Escuché el sonido de su respiración agitarse. Percibí el rubor de sus mejillas. Mi propio corazón dio un vuelco.

—No pasa nada.

Le solté. Le faltó tiempo para abrir distancia. Quise hablarle, preguntarle por qué me huía así. No pude. De repente dejé de verle y el escenario se tornó oscuro antes de que el parpadeo me hiciera visualizarme siglos atrás, dentro del templo que habían levantado en mi nombre los ciudadanos de una pequeña pero próspera urbe de nombre Argo, situada en las lindes de una frondosa montaña.

Mis dedos acariciaron el pilar de grueso mármol. Siempre había amado ese tacto frío, sublime, al igual que había adorado el sonido de mis pasos sobre aquel reluciente suelo y la paz que se respiraba.

—Por favor, Eros, escucha mi humilde plegaria.

Me giré hacia el centro de la sala. Una persona de apariencia idéntica a la de Jimin, ataviado con una túnica de color blanco, una diadema dorada en la frente a juego con brazaletes en ambas muñecas y un cabello castaño semilargo suelto, permanecía arrodillado, con un enorme ramos de flores en el regazo.

—Padre desea echarme de casa porque a mis veinticuatro años no he recibido aún ninguna propuesta de matrimonio —continuó—. Dice que soy una vergüenza sin virtud alguna y es posible que sea cierto. En el pueblo los más ancianos comentan que nadie me quiere como esposo porque la diosa del deseo me maldijo al nacer con el eterno desamor.

Se incorporó. Sus pies descalzos avanzaron despacio por la losa, con el ramos entre las manos, para a continuación depositarlo a los pies de la imponente escultura alada que me representaba.

—Quizás no sea digno de recibir tu ayuda. —Un par de lágrimas se le deslizaron por el rostro—. Sin embargo, eres el único al que puedo acudir —continuó, en un sollozo—. Ruego por tu clemencia, gran dios. Te imploro que me ayudes a romper mi maldición. —Levantó la cabeza hacia la estatua—. Permíteme amar y ser amado. Te daré mi alma como pago a cambio. Te daré lo que quieras. Cualquier cosa.


N/A: he tardado un poco en ponerme a escribir esta historia porque no tenía del todo claro qué enfoque darle. Tenía medio hecho el capítulo pero por mucho que me ponía con él no me gustaba el resultado así que decidí darme tiempo hasta encontrar un punto que me convenciera. Lo he rehecho muchas pero estoy contenta. ¡Amé la escena de Jimin del final! Y espero que a quien lea también le haya gustado ❤️

Por cierto, la ambientación es una civilización ficticia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro