Cada gota es un instante y un momento,

Algo paradójico y banal, tan mágico y mundano,

Que a tu alma ha de hacer vibrar,

Haces parte de la vastedad del universo,

Viviendo y ocurriendo, tan solo siendo y perdiendo,

En otras ocasiones ganando,

O sintiendo el letargo de la vida,

El cansancio que se ciñe a tus huesos y se funden para reencarnar.

Tan solo eres y estas,

Aquí, mirando hacia adelante y atrás,

Personificando un pasado que ya murió, que se extinguió, y no da para más,

Aún así, estas aquí, avivando el fuego de un discurrir sin cantar.

Rogando por un presente que se funde al futuro para atormentar,

Para desgarrar y paralizar, un corazón que imagina y canta,

Sin ir más allá, la mirada está aquí,

En lo terrenal y frágil,

Fragilidad y poderío que se halla en el norte,

¡Levanta tu mirada! Y contempla la inmensidad de tu proceder,

¿El origen? ¿Acaso alguien sabe de él o pretende hacerlo?

No hay más que aquello que tus sentidos pueden captar,

Algo más allá de eso no ha de perdurar,

Tú y yo no somos más que vestigios de una explosión,

Una explosión que avivó el fuego universal,

Que lanzó y desperdigo fragmentos y trozos,

Que aún hoy día siguen en expansión y deconstrucción.

Trozos que formaron un pasado,

Aquello que designamos como antepasados,

Ellos fueron polvos provenientes de la rebelión y colisión de las estrellas y astros,

Fueron polvo universal desperdigado,

Solidificado en carne y hueso, deformado y moldeado,

Y ahora somos lo que se ve, somos lo que intentamos ser.

Polvo de estrellas que se ha perdido,

Que la brisa del viento con el pasar de los milenios,

Ha borrado, corroído y destruido,

Ahora no somos más que vestigios perdidos de lo que un día fuimos,

Ahora somos un camino que trata de parar la lluvia,

Una lluvia que consume y da sequía.