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7

"PACTO BAJO LUCES SECRETAS"

Hyusang por un instante quiso desaparecer de allí, que el suelo se abriera y se lo tragase sin dejar huella de su existencia. Sin embargo, sabía que simplemente evadirlo no era una opción, pero encontrar su dignidad perdida en aquella propuesta era algo que le estaba costando, por lo que ahí se hallaba, encontrando la manera de evitar mirarlo a la cara cuando sabe perfectamente que será una tarea imposible de hacer, no estando en su posición. 

—Acompáñame a la oficina, Kim. —Hyusang tomó lo que llevaba consigo y subió a la segunda planta tratando de ignorar el hecho de que tenía a Kim Jinwoo siguiéndolo de cerca.

Ocupó lugar al otro lado del escritorio y sacó una de las carpetas de uno de los cajones, al mismo tiempo que el contrario tomó sitio en la silla frente suyo, entrelazando las manos sobre sus muslos. Jinwoo se vio nuevamente observándolo, analizando los detalles en los que consistía el rostro del que una vez fue su jefe. Solo entonces notó una marca rojiza al lado de su ojo izquierdo; parecía ser un lunar de nacimiento en forma de corazón de costado.

¿Cómo no la había notado antes?

Hyusang dejó la carpeta sobre el escritorio mientras se aclaraba la garganta, atrayendo de nuevo la atención del tatuado a su rostro en general.

—Los términos y condiciones son los mismos, por lo que no me parece necesario que necesite explicarlos de nuevo. Aun si quieres que lo haga, no tengo ningún problema...

—Hyusang-nim —Jinwoo le interrumpió, con una expresión relajada—. Será lo mismo de siempre.

Ambos compartieron una larga mirada en la que Hyusang evaluó de nuevo lo que sus palabras intentaron transmitirle. Trató de descifrar su lenguaje corporal, pero lo único que pudo notar fue una densa niebla que le impedía leerle. 

Kim Jinwoo era un frasco de vidrio cuyo vapor contenido en su interior le obstaculizaba recuperar el vínculo que alguna vez tuvo, algo que frustró a Hyusang. Por su parte, Jinwoo también intentó comprender qué era lo que aquellos ojos tan brillantes intentaban transmitirle. El hecho de que su jefe fuera tan... trasparente con sus emociones a tal punto que fueran visibles en su rostro lo indignaba.

Durante toda su vida había convivido con personas que, para su percepción, usaban máscaras de carne que le ocultaban las verdaderas intenciones de sus buenos actos; pero Hyusang era diferente, algo que lo detenía a tener un punto a favor de los contras que se supone que debería tener para no volverse a involucrar con el rubio y su mundo anormal.

—Sobre tu horario de funciones, puedes enviarme tu propuesta al correo —el mayor continuó explicando, intentando aparentar que la mirada de aquel hombre frente a él no le ponía los vellos de punta.

—El horario lo deseo del mismo modo, por lo que no necesito más tiempo de consideración, así que préstame tu lapicero, firmaré ahora —dijo este. 

Hyusang tragó saliva.

Tomó su bolígrafo y se lo extendió. Las yemas de los dedos del azabache le rozaron los nudillos en el momento de hacerlo, por lo que de inmediato observó la reacción del ajeno, quien también levantó la vista a su dirección, donde ambos sostuvieron los lados opuestos del lapicero por un largo segundo. El contacto visual se prologó a tal punto que Hyusang sintió nuevamente la ola de vergüenza de golpearlo sin piedad, así que apartó la mirada como el agarre del objeto.

—Asumo que hay algo más —murmuró este.

—Sí. Lo hay. —Jinwoo otra vez se vio dudando ante el debatir finalmente en voz alta aquel acuerdo que había recibido varias semanas atrás—. Sobre la otra propuesta.

Las orejas del mayor se enrojecieron en cuestión de segundos.

—Sobre eso... Quiero disculparme por cruzar los límites entre un jefe y su empleado, estoy profundamente avergonzado de ese comportamiento y no voy a darle excusas para justificarlo. Porque no existen. Por lo tanto, aguardé a que llegara un momento para hacerlo, y de paso, pedirle que olvide esa propuesta. —Revisó el contrato previamente firmado y cuando Jinwoo se lo extendió de regreso, se puso de pie—. Vamos a ver cómo será su rendimiento este mes y consideraré un aumento en su sueldo, ¿le parece? Considéralo como una compensación a la incomodidad que le causé, no recordando que ya tenía pareja. Así que nuevamente, disculpas.

—Hyusang-ssi... Necesito el dinero. —Jinwoo fue directamente al grano.

Los ojos del rubio volvieron a él, solo entonces pudo notar que aquella fachada de fortaleza en Jinwoo se quebrantó un poco, dejando a la vista a alguien agotado. Hyusang sintió que su pecho se comprimía en respuesta, no solo por la culpa de saber recientemente que el tratamiento se trataba de ella y no de un familiar, sino también por la impotencia de no poder darle una solución definitiva a sus males.

—Podemos hacer un adelanto...

—No es suficiente —el tatuado murmuró, abatido—. Quizás pueda ser de ayuda el primer mes, pero luego no lo será. Los empleos que apenas he logrado conseguir me permiten pagar las cuentas y el hospital me está presionando a aumentar la mensualidad debido al tratamiento de Yuna.

—¿Tuvo una recaída? —Jinwoo asintió apretando la mandíbula. Hyusang se pasó las manos por el cabello, clavando su mirada en un punto fijo detrás de él.

Jinwoo tenía un buen punto. Había pasado mucho tiempo desde la última vez en que el menor se había atrevido a abrirse de tal modo con él, la sinceridad y la cruda frustración en su rostro le motivaron a reconsiderar aquella locura.

«¿Vas a considerar renovarle el contrato?» casi juró escuchar a Sunny en sus pensamientos inestables. El malestar de su equipo con respecto a las actitudes de Jinwoo lo hizo mirar nuevamente la carpeta en su escritorio, ¿estaba haciendo lo correcto al admitirlo de nuevo en su club?

«... Jinwoo-nim Kim y su homofobia.»

¿Por qué aún le seguía causando conflicto aquel hecho? ¿Por qué continuaba negándose a aceptar que el Jinwoo de veintidós años que acogió hace cuatro años no era el mismo chico que tenía enfrente? 

Sencillo, porque el Jinwoo humano que todos eran ignorantes, estaba frente a él, con los mismos ojos grandes de un pequeño cordero que conoció tiempo atrás, porque no importaría en qué situación las cosas se retorcieran, Hyusang se veía incapaz de darle la espalda. 

«Quizás sea porque eres el jefe, de algún modo eso te convierte en la excepción de provocarlo.» ¿Acaso podría serlo? ¿Él? Al parecer, aquella teoría terminó de alguna manera extraña a ser cierta, que Jinwoo se doblegara a considerar tener ese tipo de relación con él solo por dinero. No solo hizo evaluarse su propia mortal, sino la de aquel hombre que tenía en frente, quien seguía mirándolo con una expresión indescifrable. 

—Puedes empezar como estás acostumbrado mañana. Si quieres una modificación de tu horario, puedes mandarme tu propuesta al correo —repitió. Jinwoo frunció los labios en respuesta. 

Si Hyusang tuviera que admitir que esa noche no había dormido bien, sería desvalorizar la cantidad de vueltas que dio en la cama mientras en su mente analizaba lo que había ocurrido esa tarde. Las palabras de Jinwoo, acompañadas a aquella fragilidad mundana, le tocó las hebras internas, le impidieron siquiera usar más su raciocinio ante la situación, priorizando su necesidad por ayudarlo. 

¿Realmente estaba considerando renovar la propuesta? ¿Estaba tentando a un joven a serle infiel a su novia solo para salvarle la vida? El planteamiento sonaba cada vez peor que lo pensaba. 

Por un instante consideró que el dicho que el alcohol motivaba a sacar los lados más oscuros del ser humano era una exageración, hasta que lo vivió en carne propia. Deseó que su error fuera olvidado por ambas partes, algo que no sucedió. Por lo que le tomó casi todo un día en reordenar sus ideas de lo que haría después; trató de mantener un punto neutral ante la toma de decisiones, pero cuando menos lo esperó, ya se estaba plantando frente a la puerta de su camerino con el mismo desastre mental con el que había salido de su oficina el día anterior. 

Tomó una enorme bocanada de aire antes de golpear los nudillos contra el dorso de la puerta de su nombre ilustrado en este. 

El regreso de Kim Jinwoo trajo reacciones diversas: alegría para los clientes, que para esa noche había superado a la clientela habitual, una sensación amarga para lo que tal vez juraron que él no iba a regresar y acogimiento para los que estaban a favor y en un punto neutro en cuanto a los rumores y las actitudes de Jinwoo.Entró una vez que dio el anuncio de su llegada. 

Jinwoo se hallaba frente al tocador, esparciéndose el aceite corporal por los brazos, por lo que Hyusang apreció algunos de sus tatuajes, en especial aquel enorme dragón en su espalda cuando este se inclinó hacia adelante para dejar la pequeña botella de aceite en su sitio. El rubio tragó saliva mientras se acercó para observarlo detenidamente. Jinwoo usaba sus pantalones de cuero y aun sus pies yacían descalzos. 

A diferencia de él, Hyusang esa noche había optado por usar una camisa de corte V pronunciada con unos pantalones de vestir negros, solo para variar la ocasión. Tomó las toallas húmedas y subió la silla para quedar a más altura usando el soporte, solo entonces tiró de la de Jinwoo para acomodarlo abriendo sus piernas. 

El rubio pudo notar cómo el menor se tensó ante su acción; aun así, Hyusang fingió no hacerlo cuando sacó una del empaque para pasarla por el rostro del tatuado. Las ojeras eran notorias en él y eso solo aumentó aquella preocupación que se había impuesto en su pecho la última vez que lo vio. 

—Intenté cubrirlas con polvos de color —Jinwoo mencionó en tono bajo. 

Hyusang sonrió en respuesta. 

Jinwoo apreció de primer plano los peculiares colmillos que sobresalían de los demás dientes antes de volver a observarlo de cerca, muy cerca. Tanto que el olor avainillado de su perfume le inundó los pulmones. Pero a diferencia de los olores molestos con esa esencia, en especial que tuvo la oportunidad de conocer el pasado, la vainilla amarga en la piel de Hyusang no era... molesta. 

—Solo vas a remarcar tu cansancio, si usas esa técnica, déjame a mí —el rubio mencionó. 

Hyusang neutralizó las ojeras usando el corrector adecuado, tratando de ignorar la mirada de Jinwoo clavada en su persona, pero era imposible cuando el aroma de este le cosquilleaba la nariz. El aliento le acariciaba el cuello y se veía tan imponente aun cuando estaban a distinta altura. 

—¿Consideraste lo que hablamos ayer? —Jinwoo interrogó; en respuesta, el contrario asintió.  

—Si te soy honesto. No me arrepiento de haberte hecho aquella propuesta, y quizás estoy siendo un imbécil, por eso —Hyusang confesó con falsa tranquilidad, porque por dentro era un manojo de nervios—. Siento que estoy aprovechándome de tu situación, por lo que estaba considerando posponer la propuesta hasta que pienses realmente en lo que estás involucrándote, no quiero dejarte un trauma. 

—¿Un... trauma? —Jinwoo repitió, el rubio asintió—. ¿Es algo impactante? 

Las mejillas de Hyusang adquirieron color. Ignorando su pregunta, se inclinó casi rozándose la mejilla con la contraria cuando intentó agarrar el lápiz de cejas y tinta de labios. 

Se apartó nuevamente para continuar maquillándolo, dándole un aspecto natural y fresco, dejando al tatuado aturdido ante sus acciones. Al mayor solo le tomó un par de minutos más en terminar el maquillaje completo.

—Listo. Vístete... —Se acomodó en el corto espaldar para mirar el resultado satisfecho. 

—Gracias. —Fue lo que salió de la boca contraria. Sus ojos fueron directos al reflejo de su rostro sutilmente maquillado. 

Se veía bien, muy bien en realidad, lo suficientemente como para impactar a cualquiera que se cruzase en su camino. Volteó a verlo de reojo mientras se levantaba y fue al armario para completar su vestimenta. 

—Sobre el asunto de tu novia... Tengo un amigo que es médico que trabaja en el área de enfermedades relacionadas con lo que me mencionaste ayer. Si encuentro la forma de que la trasladen allí, tal vez su recuperación sea más pronta, incluso podemos llegar a un acuerdo de pago con ellos —Hyusang mencionó—. Pero me preocupas tú. 

Jinwoo suspiró con pesadez en respuesta. 

—Como le mencioné ayer, tengo varios trabajos al mismo tiempo y muchas deudas encima, lo que menos me importa justo ahora es... yo mismo —Jinwoo memoró, impasible. Hyusang arrugó su nariz en respuesta al desacuerdo de su modo de pensar—. Y aunque me ofrezca ayudarme a conseguir una mejor clínica, de igual forma seguiré necesitando dinero para pagar todo eso, y también la manera de pagarle a usted. Es por eso, que solo quiero que lleguemos a un acuerdo. En realidad, no pensé mucho en aceptar renovar el contrato, sabía que tenía que hacerlo, es la fuente de ingresos más estable que tengo; pero, si vine ayer, fue porque de verdad quería hablar con usted sobre la propuesta que me había hecho. 

Jinwoo terminó de vestirse y solo entonces se acercó a Hyusang, quien no tardó en ayudarle a acomodarle la camisa sin mangas, detalle que sorprendió a ambos, porque era un hábito que habían adquirido meses después de su debut como bailarín en Eros. Ambas miradas se conectaron por un segundo antes de que fuera el mayor quien pusiera distancia al terminar lo que hizo. 

—Lo sé. Sé que tenías venías a mí con una convicción diferente a la que estaba esperando, pero... necesito tiempo para considerar renovar esa propuesta. —Jinwoo bufó. 

—¿Por qué le toma tanto tiempo? —renegó el azabache. 

—Voy a follar con un hombre heterosexual homofóbico, ¿por qué lo crees? —Ambos quedan paralizados por aquellas palabras. 

—¿«Homofóbico»? ¿Ese es el concepto que tiene de mí? —Por primera vez, aquello le molestó a Jinwoo, al menos viniendo de él.

Hyusang apartó la mirada apretando los labios.

—Jinwoo-nim...

—Por favor, considere aceptar esto, estaré dispuesto a negociarlo con usted después de mi turno de hoy —insiste. Hyusang levanta su muñeca para revisar la hora, había perdido la noción del tiempo—. Hyusang-ssi... 

—Tienes razón. Ve a presentarte, esperaré aquí. —Jinwoo vaciló por un segundo. 

¿Realmente pensaba considerarlo? ¿Por qué siquiera seguía insistiendo en eso? Soltando un nuevo bufido, se marchó de una vez. Hyusang deambuló un minuto más tarde por el camerino, intentando reordenar las ideas. 

El hecho de que fuera Jinwoo que estuviera presionándolo para reconsiderar la propuesta no ayudó para nada. Durante el tiempo que consideró esta, juró que la situación sería todo lo contrario, que él mismo sería quien intentaría cortejar al tatuado para que aceptara una propuesta que, aunque lo quisiera negar, tenía un beneficio para ambas partes.

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