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"RESISTENCIA A LA TENTACIÓN"

Eros Club, que por un tiempo había sido un completo infierno para Jinwoo, lo consideró una tortura para su ego, una profanación para su integridad como ser humano, casi considerándolo una humillación pública. Los primeros dos años en los que trabajó de bailarín fueron difíciles; sin embargo, la carga fue llevadera justamente por una persona en específico: Lee Hyusang.

Cuando audicionó como bailarín, apenas cumplió su mayoría de edad en Corea del Sur, el mundo, a pesar de su forzosa independencia, le resultaba abrumante y peligroso, por lo que halló en él durante sus primeros años un refugio, un lugar en donde sentirse a salvo porque él había demostrado que no era solo un trozo de carne al que debían lanzar dinero; encontró en Hyusang-nim un apoyo que necesitó los últimos meses desde que su novia fue diagnosticada con aquella enfermedad.

Jinwoo no recordaba el motivo por el que se distanciaron; quiso creer que los viajes de negocios del mayor les habían impedido coincidir en sus horarios, pero cuando la revelación de su homosexualidad llegó al conocimiento del joven, este no dudó en poner un punto final a aquella hermandad que tanto tiempo les costó construir en aquellos meses de cercanía. La paranoia lo hizo analizar los momentos juntos en un intento de encontrar un indicio de segundas intenciones, algo que lo motivara a tener una razón de sobra para no volver a Eros.

No la encontró hasta ese momento.

La manera en que Hyusang lo miró en su última noche en Eros fue diferente. No lo vio con aquel chico al que solía brillarle los ojos con ese instinto protector que se asimilaba a la mirada de su mejor amigo, Yoon Taeyang. Le miraba como a un hombre, aquella que le dedicaba su novia cuando quería follar en aquel momento, por lo que el pánico y la incomodidad fueron la primera reacción de su cuerpo.

«Es Hyusang.» «Sabes perfectamente que no se atrevería a tocarte sin tu consentimiento aun cuando es homosexual.» Le recordó su mente.

Y con aquella defensa vino numerosas escenas en las que observó cómo el rubio encaraba a los clientes, que siquiera tuvieron la idea de hacerlo, aun cuando varios le ganaban en tamaño y fuerza. Hyusang siempre encontró la manera de mantenerlo a salvo.

Por lo tanto, el debate de si debería odiarlo como al resto de los suyos se entabló en su mente, en realidad. Ni siquiera sentía un odio certero si lo llegaba a analizar. No. Tal vez no lo hacía, quizás la incomodidad ante la exposición entre ellos lo presionó a observarlos, analizar sus comportamientos y que ellos actuaran como lo que eran... humanos, solo lo hizo tener un cuestionamiento consigo mismo.

«Puede que no sean fenómenos como creí, pero definitivamente no está en mis planes involucrarme con ellos de nuevo.»

Jinwoo no odiaba el baile. Le había agarrado cierto cariño porque le ayudaba a olvidar su propio dolor, la preocupación constante y aquel sentimiento de fracaso que le invadía con frecuencia. Su cuerpo se movía en sintonía, su destreza en el tubo que tanto le había costado en un principio para ese punto la dominaba a la perfección.

Se familiarizó con su desnudez casi expuesta por completo al ver cuerpos desnudos. El usar maquillaje y cuidar de su físico se había convertido en más allá de un compromiso cultural. Se había vuelto una rutina que levantaba su dignidad rota al final del día.

Saliendo de su trance, se levantó de forma abrupta de la silla incómoda cuando el hombre de bata blanca se detuvo frente a él.

El olor al desinfectante, acompañado de constantes pitidos que las máquinas hospitalarias emitían, solo empuñó más su estómago. Yuna había tenido una nueva recaída; los medicamentos en algún punto habían dejado de hacer efecto, por lo que al hallarla bañada en sudor mientras se retorcía de dolor, lo motivó a llevarla a urgencias usando el dinero que había ganado la última noche en Eros.

—Los quistes regresaron —el doctor informó; Jinwoo sintió cómo el peso de una roca invisible se instaló en el estómago—-. Están muy avanzados. Requerirá cirugía.

—Fue intervenida del mismo modo en menos de un año —Jinwoo informó con amargura.

—En este caso necesitaremos la autorización de sus tutores para iniciar las diálisis. Esto ayudará a filtrar la sangre y eliminar los desechos debido a que la función renal está comprometida. —El doctor revisó el informe que llevaba en sus manos—. Normalmente, este tipo de procedimientos pueden ser ambulatorios, pero en caso de Yuna es más recomendable mantenerla bajo observación constante.

Sonaba mal. Terriblemente mal.

No porque serían de sus escasos ahorros para pagar la hospitalización, aunque también consideró el precio del tratamiento. Los padres de Yuna apenas podían mantenerse como para lidiar con un gasto adicional, pero la situación en que se encontraba no le permitió más tiempo para siquiera evaluarla.

—Haga lo que esté a su alcance, doctor. —Este asintió.

Se dejó caer con peso muerto sobre la silla con cruda frustración. No tenía empleo. Su único ingreso económico había expirado días atrás. Jinwoo quiso creer que tenía tiempo. Deseó convencerse de que encontraría la manera de encontrar empleos que igualaran el salario que tuvo como bailarín de Eros.

Pero tampoco era idiota para ignorar lo que había dejado atrás.

Los padres de Yuna llegaron horas más tarde al hospital. Por lo que tomó aquella oportunidad para cambiarse de ropa e ir a los puntos de préstamos que había recolectado mientras aguardaba la llegada de ellos en la sala de espera. Después de todo, Yuna estaba demasiado sedada como para poder darle una opinión al respecto de su decisión.

«Lo siento, chico.» No podemos darle esa cantidad de dinero si no tienes una garantía que nos permita confiar en ti». «Eres demasiado joven para eso, yo que tú me lo pensaría dos veces», «¿Cuenta con una propiedad en su nombre?», «Pierdes tu tiempo, muchacho, nadie metería las manos al fuego para darte la cantidad que necesitas.» Fueron esas en su mayoría las palabras que recibió por parte de ellos. Ni siquiera cuando usó su apellido en un acto de desesperación logró que el resultado fuera diferente.

¿Y si pedía ayuda directamente a sus padres? Definitivamente no, preferiría estar muerto antes de acudir a sus progenitores, sin mencionar que ellos se negarían en brindarle una mano sin algo a cambio. Jinwoo sabía lo que ellos querían: el control absoluto de su vida.

Durante los siguientes días se vio debatiéndose en las decisiones que había tomado a lo largo de su vida. El estrés le había impedido tener un buen descanso, apenas podía comer de forma adecuada ante su afán de recolectar el dinero semanal que necesitaba. Consta de oficios que al final del día solo aportaban más cansancio que una paga decente.

Y por más que odio la idea de volver a Eros. Se resignó ante el hecho de que era necesario. Era claro que tenía que encontrar la forma de obtener más ingresos, pero sus métodos solo terminarían matándolo en poco tiempo. Tras haberlo pensado durante casi una semana, no pudo retroceder después que creer que era lo mejor.

El día que estuvo a punto de ir al sitio y encontrarse con aquel hombre -que tampoco había salido de su cabeza en ese tiempo-, solo porque aún no procesaba del todo aquel segundo contrato que planeaba darle, las cosas se complicaron en el hospital después de ser alertado de que la condición de aquella chica solo había estado empeorando, y que si quería ver mejorías deberían optar por un tratamiento mucho más caro que el que yacía pagando, solo aquel motivo le impidió que Jinwoo regresara esa noche.

Cuando se mudó de Busan a Seúl con la chica, nunca imaginó aquella serie de impedimentos que tendrían llegarían a tal nivel, pero estaba seguro de que el que estaban atravesando era el peor de todos.

¿De dónde mierda sacaría el triple del dinero que estaba pagando? No lo sabía, y tampoco tenía la intención de preocupar a alguien sobre aquello, sobre todo a su mejor amigo. Cuando estuvo a punto de declinar la opción y dejar todo a la suerte, por alguna razón que Jinwoo no pudo comprender, recordó dicha propuesta.

¿Iba a llegar hasta ese extremo? ¿Había perdido la cabeza hasta ese punto para considerarlo?

Lo cierto era que no solo quería dinero para pagar todo lo que implicaba aquel hospital. Más allá de las necesidades vitales de su novia, no podía ignorar el hecho de que se estaba dejando de lado, y aunque era egoísta, por primera vez, pensó en sí mismo también.

Y a pesar de eso, concluyó en que definitivamente necesitaba el dinero.

Jinwoo podría perfectamente contar con sus dedos las ocasiones en la que había llorado, las veces que finalmente aquella coraza se rompió ante la presión de su realidad, de las desafortunadas circunstanciadas. Después de todo, tenía esa obligación de mantener una fortaleza en cualquier momento por el simple hecho de ser hombre, por lo que se sintió patético cuando el llanto lo abordaba al regresar al solitario apartamento, porque de esa forma se podía permitir quebrarse, sin temor a ser señalado por el mundo como alguien débil.

Aquella tarde no fue la excepción. Lágrimas se acumulaban en sus ojos cuando apenas podía pensar en eso. Ya nada era suficiente, y la única solución era una que, ni en sus más locos sueños, hubiese pensado en aceptar, porque por más que intentó ignorarlo, su necesidad lo motivó a reconsiderarlo con tanta frecuencia que por un instante dejó de priorizar el malestar físico que la idea planteada le provocaba a realmente analizar el beneficio que podría darle, pero...

¿Cómo iba a estar con un hombre cuando sabía perfectamente que no gustaba de ellos?

Evaluó en su mente a aquel hombre una vez más. Mientras se perdía en ello, su mente vagó en los pocos recuerdos que le incluían, sentado en aquella sala de espera del hospital.

Sí, era verdad, Hyusang era lo suficientemente atractivo como para que cualquiera lo reconociera, él lo aceptaba, pero jamás había estado de esa forma con ningún sujeto. Y la idea nuevamente lo llenó de incertidumbre.

¿Iba a aceptar tomando en cuenta eso?

Pero para cuando se encontró cruzando la sofisticada entrada del club, supo que sí se había decidido. Al menos tendría que hablar con aquel hombre primero. En cuanto se sumó a la especie de reunión que, al parecer, se estaba llevando a cabo, donde estaban los bailarines en su mayoría presentes. Tomó lugar en un sitio discreto para no llamar la atención de los involucrados.

Solo entonces no pudo evitarlo, sus ojos no fueron capaces de ir a ningún otro sitio donde no fuese aquella persona. Le escaneó durante todo el tiempo que estuvo sentado desde la distancia mientras el rubio se mantenía en pie, incluso no puso tanta atención a sus palabras, solo reparó en la forma en que lucía, la cabellera peinada de manera clásica y aquel andar elegante que caracterizaba a Lee Hyusang.

Ese día no usaba un traje de negocios como solía verlo en las noches, estaba vistiendo unos vaqueros azules claros que cernía sus piernas, usaba un suéter negro con un colgante de plata y los mechones caían a los costados de su rostro donde un par de pendientes relucieron en sus orejas. Para ser un hombre que le llevara cuatro años, Hyusang lucía joven, bien conservado: su piel pálida nívea se veía aterciopelada y Jinwoo estaba seguro de que gastaba un buen dinero solo para el cuidado de su cutis.

—Considero que los espejos son indispensables para las salas de ensayos, eso nos permitirá ver qué mejorar —reconoció la voz de Woojin.

La sonrisa de Hyusang se hizo presente ante la lluvia de bromas que hicieron los demás miembros al respecto. El rubio negó con la cabeza mientras anotaba algo en lo que parecía ser la tableta que solía usar gran parte del tiempo cruzando su pierna delante de la otra.

—Los espejos y las bocinas integradas son lo básico, chicos. Quiero saber algo más que ustedes puedan necesitar más allá de lo requerido. —Jinwoo pudo finalmente conectar con el tema a tratar. Había escuchado semanas antes sobre la construcción de una área de ensayo luego de que Hyusang-nim comprara los dos locales conjuntos a Eros, por lo que asumió que esa reunión se trataba de recolectar ideas respecto a las necesidades de sus bailarines.

Como siempre, Lee Hyusang ponía las necesidades de sus trabajadores como prioridad. Eso era algo que Jinwoo admiraba del mayor: su entrega por los suyos. El involucrarse por completo ante los cambios e innovaciones de Eros, después de todo, el diseño del club fue su idea. El rubio era brillante en ese aspecto.

—Estaba considerando que pusieran salas de ensayo exclusivas del Pole Dance y otro para las Danzas Aéreas —Sunny mencionó.

Hyusang asintió sin dejar de escribir.

—Trataré de encontrar a alguien que me consiga el mismo acetato que tenemos en el escenario. ¿Qué opinan en integrar duchas y áreas de gimnasio? —Hyusang propuso.

Todos se negaron, algo que motivó a sonreír a Jinwoo. A veces olvidaba que el jefe solía sobreestimularse cuando se trataba de remodelaciones, su necesidad de llevarlo todo al otro nivel, en ocasiones lo hacía blanco de bromas de su propia gente que le regañaban para no malgastar el dinero.

Al parecer había algunas cosas que aún no cambiaban.

Para cuando todos se pusieron de pie, Jinwoo también lo hizo; sin embargo, aguardó a que el personal se dispersara y solo en el momento en que aquel espacio estuvo vacío con Hyusang, siendo la única persona presente, se quedó quieto al verse enfrentándose con la realidad: iba a hacerlo.

Sus manos temblaban ligeramente a medida que fue acercándose al mayor, quien se encontraba de espaldas, y de esa forma fue como le interceptó cuando todavía yacía sobre el escenario.

—Lee Sunbaenim... —El rubio dio un respingo al escucharlo, la vista de este se clavó en su persona con notoria sorpresa—. Quería saber si tenía tiempo justo ahora, necesito hablar con usted.

Hyusang parpadeó numerosas veces en respuesta, correspondiendo el contacto visual notoriamente confundido, pero sobre todo, sorprendido. Sus ojos color caramelo analizaron la cara del menor con su ceño frunciéndose. Jinwoo estaba seguro de que Hyusang estaba debatiéndose de qué demonios hacía allí.

—Jinwoo-ssi. —El vello de la nuca del mencionado se erizó ante la pronunciación de su nombre—. ¿Qué...? ¿Q-qué estás...?

El rubio se sentó al borde del escenario, motivando a Jinwoo acercarse un paso más.

—Sí. Estoy aquí —Este replicó rascándose la nuca.

—No niego que me sorprenda tu presencia. ¿Regresaste para... reconsiderar volver a unirte como bailarín? Mencioné que la propuesta no tenía fecha de caducidad, así que yo... me sorprende verte de nuevo —mencionó dejando la tableta a un costado para apoyar las manos en las rodillas—. ¿Qué te trae por aquí?

—Vine a considerar su propuesta —replicó el de mayor altura, se aclaró la garganta—. Ambas.

Hyusang quedó paralizado, solo entonces el sonrojo se hizo notable en su dermis lechosa. Y la vista le sorprendió a Jinwoo, no por ser el causante de aquello, sino porque, por primera vez, consideró que Lee Hyusang era... lindo cuando se sonrojaba.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

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