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"MALSANA PROPUESTA DE LO PROHIBIDO"

La declaración de Seoyeon se mantuvo vigente en sus pensamientos los siguientes días en los que intentó acoplarse al horario surcoreano luego de su viaje de negocios. Al mismo tiempo, adelantó trabajo dentro y fuera de Eros, mientras mantenía un contacto constante con Wooyoung respecto al rol que desempeñaban ambos en el sitio. Si bien su mejor amigo se encargaba de la parte más relacionada con los patrocinios del club, Hyusang era la mente maestra de las negociaciones, por lo que no le importó tomar liderazgo dando su imagen para representación personal de la misma.

Aun así, había ciertas cosas que escapaban de su control; Jinwoo era una de ellas. Había pasado varios días intentando encontrar una forma de acercarse, cualquier excusa que lo motivara a finalmente plantarse frente a él sin sentir forzado aquello. Pero las ideas se escurrían de sus pensamientos, como si se tratara de agua que era vanamente conservada en las manos.

Por lo que allí se encontraba. Nuevamente en el área de bebidas, pasando el dedo índice por el borde del vaso de cristal, era su cuarta ronda de whisky. Mientras sus ojos deambulaban en un punto perdido dentro de la bebida, el calor concentrado en su vientre acompañado de la música a su alrededor solo le imposibilitó mantener sus pensamientos al margen.

-Escuché que el contrato de Jinwoo-ssi termina esta noche -mencionó Sunny desde el otro lado de la barra.

Hyusang asintió lentamente en respuesta.

El rubio había estado evitando aquella confrontación esa semana. Sabía que negociar la renovación del mismo podría ser una excusa perfecta para acercarse; después de todo, era la única forma en la que ambos habían logrado coincidir. Por debajo de las pestañas notó cómo la chica apoyó los codos en la superficie de cerámica, inclinándose a su altura. El olor a su perfume a jazmín fue percibido por el rubio.

-¿Vas a considerar renovarle el contrato? -murmuró ella por lo bajo, escrutándole la cara-. Me imagino que con el tiempo que llevas reincorporado debes estar consciente de lo que ha estado sucediendo en tu ausencia.

Hyusang asintió de nuevo, sintiendo la amargura invadir su paladar.

-Sí. Lo estoy. -Le dio un largo trago a su bebida, sintiendo cómo esta se acentuaba con pesadez en su estómago-. Sabes que, sin importar los antecedentes, el ofrecer una renovación se aplica a todos los casos; no voy a hacer una excepción.

La chica levantó una de las cejas en respuesta.

-¿No lo harás por el compromiso que sientes con tus bailarines o por el hecho de que se trata de Jinwoo-ssi? -indagó ella.

Los labios del rubio se entreabrieron; la respuesta no llegó siquiera a ser formulada en su cabeza como para justificar su decisión. Todos eran conscientes de que Jinwoo se había convertido en una de las estrellas principales con esfuerzo a pesar de sus bordes filosos. Eros se había trasformado en un club reconocido en la ciudad, gracias por parte de aquel empeño, algo que no podía pasar por alto.

Kim, si bien era un gran beneficio monetario, también era un ser humano y el ser tratado como tal implicaba escuchar sus opiniones con respecto a todo el asunto que lo involucrara con el negocio. Entonces, ¿por qué siquiera estaban reconsiderando que Hyusang debía tomarse más tiempo en meditar para mantenerlo con ellos? ¿Tan mala persona era como ellos decían?

-¿Has tenido algún roce con Jinwoo-nim? -Lee preguntó sin rodeos, sorprendiendo a la bartender, quien parpadeó aturdida.

-Pues roces como tal no. En realidad, no he escuchado ninguna chica quejarse al respecto. Por lo que estoy igual de extrañada, no sé si los rumores son ciertos. Quiero creer que los comportamientos de Jinwoo-ssi se tratan de un malentendido que podrían tener una justificación -explicó la chica-. Pero, demonios, preguntarle directamente a él acobarda a cualquiera, por lo que entiendo tu mortificación, ahora que debes enfrentarlo.

Hyusang soltó una risita mientras negaba con la cabeza.

-No le temo -aclaró el rubio.

-Quizás sea porque eres el jefe, de algún modo eso te convierte en la excepción de provocarlo -Sunny se mofó; el contrario frunció el ceño.

¿Ser el jefe le traía algún tipo de privilegio en cuanto a las relaciones con sus empleados? ¿Esa era la razón por la que la imagen del Jinwoo que conocía no tenía concordancia con el Jinwoo que sus bailarines y equipo trataban?

Mantener una conversación prudente por encima de la música fue un caso perdido después de aquel comentario; el bullicio se intensificó en el instante en que las luces se tornaron rojizas, por lo que Hyusang desiste en continuarla y se limita en observar al dueño de aquel cúmulo de atención. Claro, era Kim Jinwoo, ¿cómo podría esperar menos de uno de los bailarines más destacados de Eros?

Él, junto a Park Seojun y Lim Woojin, había convertido la danza masculina en el arte característico de su club, que lo llevó a ser uno de los sitios más prestigiosos de todo Gangnam-gu.

Cada actuación anunciada por las redes sociales de las páginas oficiales de Eros convocaba a un cúmulo de gente más normal de lo acostumbrado; en su mayoría, clientes jóvenes que seguramente podrían ser universitarios u otros de mayores de edad. Después de todo, que aquel trío se presentara a la vez o en una misma noche, no era algo que se hacía seguido, por lo que las entradas se vendían con rapidez cuando eso ocurría.

Sus ojos analizaron al bailarín principal; escrutaron su presencia como sus movimientos mientras mecía lo que quedaba de su bebida en mano de forma ligera. Sin embargo, notó algo. Aquella noche quiso culpar al cansancio y al alcohol por la manera en que se sintió viéndolo actuar.

En el corazón palpitante del escenario, bajo un caleidoscopio de luces que danzan como mariposas errantes, se encontraba él: "K. JW". Sus acciones eran como poesía encarnada en movimientos sinfónicos; una sinfonía de gestos que capturaban el aliento y encendían las almas presentes, o al menos así lo interpretó Hyusang en ese momento.

Cada paso era un verso, cada giro una estrofa que se elevaba por encima de la mundanidad existente.

El público, un mar de rostros anonimatos, quedó prontamente hechizado ante los encantos de aquel hombre, cuyo tatuaje de un dragón se realzaba con alas desplegadas a lo largo de su espalda, donde algunos otros trazos más deambulaban por sus costillas y lo que parecía ser los nudillos de sus manos; aquella expresión de concentración en el rostro del menor solo aumentó la sensualidad del mismo.

Sus ojos iban ocasionalmente al público, donde usaba aquella sonrisa que sabía que era propicia a provocar suspiros. Los aplausos fueron el eco distante de un trueno, una ovación que nació del asombro y la admiración de sus admiradores.

Y allí, en el fondo de la sala, estaba él. Lee Hyusang. Un espectador entre muchos, pero único en su experiencia. La belleza del bailarín lo envolvió como una bruma. Su corazón latió al ritmo de los pasos que se desplegaban ante él. Pero sobre todo, se sintió atraído, no solo por la gracia del bailarín, sino por la pasión inquebrantable que emanaba de su ser.

«Es como si el universo entero se condensara en su figura», pensó, mientras su mente se llena de metáforas de estrellas y cometas, casi sintiéndose inspirado a escribir todo un libro usando a Jinwoo como si se tratara de su Musa. «Cada movimiento es un evento astral, y yo, un simple mortal, estoy siendo testigo de la danza de los cielos.»

La canción Renegade por Aaryan Shah se desvaneció con el pasar de los segundos; la danza llegó a su fin, pero la impresión que dejó fue eterna. Hyusang se quedó con la certeza de que ha presenciado algo más que una actuación; ha sido partícipe de un momento de pura magia. Por lo cual, dándole un último trago a su whisky, se levantó minutos después y fue al camerino del causante del revoltijo de emociones que había causado.

Golpeteó con sus nudillos el dorso de la puerta y aguardó. Entró luego de anunciar su llegada; sus ojos recorrieron el camerino previamente modificado; casi podía jurar sentir el aroma de pintura fresca de las paredes beige. Cerró la puerta detrás de él, finalmente observándolo.

Tenerlo a esa distancia de seguro había sido un logro desde que había regresado a Corea. Observó la forma en que ya se encontraba cambiado con su ropa habitual y tenía el cabello húmedo; Hyusang no supo con certeza si era por el sudor o había tomado una fugaz ducha antes de su propia aparición. Jinwoo estaba empacando alguna de sus pertenencias en la mochila luego de hacerle una reverencia en modo de saludo.

-Hoy hiciste un buen espectáculo, Kim. Nunca me decepcionas -Hyusang rompió el silencio, motivando a aquellos ojos tan oscuros a clavarse en su persona.

-Lo sexual vende, especialmente a ustedes, y si llena sus bolsillos siempre será un buen espectáculo -se limitó a decir el contrario. Hyusang asintió lentamente.

Le devolvió el contacto visual, ladeando la cabeza luego de observar su postura.

La rigidez en sus hombros y las ojeras que pasaron por alto por la escasa luz del escenario le dieron a entender que había algo más allá de un comportamiento hostil. Jinwoo lucía agotado. Si bien mantenía aquel físico intimidante, casi pudo suponer que se trataba de una fatiga a causa de lo que podrían ser las largas horas laborales; después de todo, Hyusang era consciente sobre sus trabajos de medio tiempo y las razones por las que se había convertido en un esclavo de ello.

-¿Me permites unos minutos de tu tiempo, Kim Jinwoo-nim? -El mencionado asintió agarrando una botella de agua del refrigerador.

Hyusang pasó por detrás de él para agarrar una silla y acercarse con ella cuando él tomó otra. Una vez estuvieron uno frente al otro, volvieron a mirarse a las caras, en donde Jinwoo se limitó a analizarle las facciones del rubio a la expectativa de lo que sería lo que le iba a decir.

-Hoy vence tu contrato, como sabes. Has estado trabajando hace cuatro años con nosotros, por lo que eres consciente de que me gusta ocuparme personalmente de este asunto. -El rubio habló con voz tranquila mientras se cruzaba de piernas. Se había pasado por su oficina para tomar el documento, por lo que puso este en su regazo sin dejar de mirarlo.

Los ojos de Jinwoo van de la carpeta negra al rostro del mayor, antes de empinarse la botella de agua y beber grandes tragos de esta y asentir. Al mismo tiempo, Hyusang abrió el archivo, verificando que la información estuviera en orden.

-Hyusang-nim... -El vello del cuerpo del mencionado se puso de punta; la forma en que su nombre fue pronunciado fue extraña y a la vez provocó una reacción en él que no había sucedido antes.

-Tu pago lo haré después de esta reunión, por lo que no tienes que recordármelo cada vez que vengo a hablar contigo -mencionó pasando la página sin mirarle, tragó saliva después-. ¿Has considerado renovar contrato? También puedes manejar el horario y la clientela a tu gusto. Por lo que no tengo problema con ello. No quiero presionarte a que me des una respuesta en este momento; considéralo estos días y me avisas.

Su vista finalmente se levantó y analizó el atractivo rostro del contrario mientras lamía sus labios. Desde aquella distancia no solo podía notar la belleza de aquel hombre de piel dorada, sino que también sintió malestar al ver su desgaste.

Aquellos enormes ojos, que conoció primeramente como grandes ónix pulidos, estaban sin brillo, sin aquella vitalidad que alguna vez lo caracterizó. Su necesidad por ayudarle se atascó en su faringe en el instante en que la realidad le impidió siquiera formular una oración. Jinwoo no aceptaría ayuda de su parte.

¿Qué podría hacer para brindarle un beneficio económico sin que pareciera aún favoritismo en su nombre?

El whisky se sintió casi como espuma en su estómago y luchó con su mente en un vano intento de ordenar sus ideas. El recordar su performance solo distrajo a su cerebro afectado por el alcohol, por lo que se vio así mismo actuar con cierta torpeza, algo que motivó a maldecir para sus adentros.

«¿Vas a considerar renovarle el contrato?» La voz de Sunny resonó en sus pensamientos inestables. El malestar de su equipo con respecto a las actitudes de Jinwoo lo hizo mirar nuevamente la carpeta en su regazo; ¿estaba haciendo lo correcto?

«...Jinwoo-nim Kim y su homofobia.» Seoyeon fue la siguiente en invadirlo. ¿Por qué aún le seguía causando conflicto aquel hecho? ¿Cuál era la razón por la que continuaba negándose a aceptar que aquel Jinwoo de veintidós años que acogió hace cuatro años no era el mismo chico que tenía enfrente?

«Quizás sea porque eres el jefe; de algún modo eso te convierte en la excepción de provocarlo.» ¿Acaso podría ser la excepción? ¿Él? ¿Un hombre abiertamente homosexual de su nivel podría siquiera ser diferente al resto?

Su vista volvió al rostro del tatuado mientras mordisqueaba el interior de su mejilla. El pulso se le disparó ante la idea que irrumpió en su mente, idea que lo convirtió nuevamente en un desastre nervioso frente al menor y que intentó disimular, acomodándose en la silla.

-Hay algo más... -Se inclinó hacia adelante, enderezando sus piernas para apoyar los codos en sus rodillas; Jinwoo le siguió con la mirada, levantando ambas cejas en respuesta-. Tengo una propuesta exclusiva para ti, Kim Jinwoo. Soy consciente de que necesitas dinero y la paga de tus otros trabajos no es suficiente, por lo que vengo a duplicar la oferta de lo que ganas normalmente aquí como bailarín.

«¿Qué demonios piensas ofrecer más allá de eso, Hyusang?» Se burló de sí mismo.

Hyusang era más que consciente de los rumores que circulaban sobre Jinwoo, de su mente cerrada y su homofobia cruda. Había escuchado personalmente a cada testigo de ello y, sin embargo, le pareció ilógico, dado a su trabajo en el club, por lo que quiso comprobarlo por su cuenta. Tratando de ignorar lo intimidante que lucía aquel hombre frente a él, finalmente terminó lo que iba a decir:

-Kim Jinwoo. Seamos compañeros sexuales. Te daré un contrato exclusivo. Podrás trabajar como bailarín del mismo modo y tal vez tendrás dinero de sobra que puedas utilizar para los gastos que debes pagar y de paso podrás darte los gustos que mereces. -«¡¿Pero qué demonios?! ¡¿Has perdido la cabeza?!»-. Es una propuesta temporal, no tienes que responderme ahora. Solo considerálo.

Hyusang dejó de respirar en el instante en que analizó lo que acababa de decir. Jinwoo permanece quieto, viéndole en silencio.

Cuando escucha aquello, permanece de ese modo antes de que una mueca descolocada deforme su cara. El pelinegro boquea un par de veces antes de levantarse, por lo que Hyusang se ve obligado a levantar la cara para poder mirarlo. La idea de que solo va a golpearlo pasa por sus pensamientos, causando que los músculos adoloridos de su espalda se contrajeran.

-Creo que usted está equivocado. Si decidí trabajar aquí fue por mera necesidad; no estoy interesado en obtener beneficios propios, no me malinterprete, señor Lee. Pero no hago ese tipo de tratos con nadie. Si bien usted es mi jefe, no conoce nada sobre mí; mis necesidades económicas no son de su incumbencia; he podido sobrevivir con venderme al público solo por eso, por necesidad... ¿Y ahora quiere que me convierta en su... puta personal? No soy un marica como ustedes. -El rubio tembló ante la rudeza de su voz; Jinwoo calló por un momento mientras se colgaba la mochila en su hombro-. El hecho de que trabaje en este sitio no significa que eso esté definiendo mi sexualidad.

Hyusang, cuando reconsideró lo lejos que había llegado, fue el momento en que sintió que casi la sobriedad le llegó de golpe en conjunto con una enfermiza sensación de vomitar. ¿Qué demonios había hecho? Hyusang se levantó de la silla con el rostro acalorado, sintiendo sus piernas trémulas por la brusca acción.

-Jinwoo-ssi...

-Consideraré lo de renovar el contrato para seguir trabajando aquí, pero, descarte eso último, no he estado con hombres y no soy partidario de estarlo. Tenga una buena noche -el mencionado le interrumpió antes de realizar una nueva inclinación de cabeza.

Jinwoo escapa de aquel camerino, casi luciendo espantado ante lo que ha escuchado, dejando a un aturdido Hyusang atrás.

¿Hyusang había perdido la jodida cabeza? Era lo más probable. Pero lo que tenía casi seguro era que había arruinado lo que alguna vez fue su relación con Jinwoo y, que de seguro, podría perder a un buen bailarín por su descuidada boca.

-Qué situación más vergonzosa -murmuró para sí mismo yendo a la puerta y finalmente se marchó luego de apagar la luz.

¡Hola, hola, mis lectores eróticos!

En esta ocasión vengo de celebración por mi cumpleaños. Sí, esta chica rara detrás de las letras nació este mismo día y quería celebrarlo con ustedes trayéndoles una doble actualización de "Eros Club". Espero que les guste mucho. No olvides comentarme qué tal te está pareciendo la historia y tus locas teorías; te estaré leyendo y respondiendo a tus opiniones.

¡Les deseo un bonito inicio de fin de semana!

LAURA OSPINA

xx

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