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"FRAGMENTOS DE UN SECRETO REVELADO"

En la vibrante arena de boxeo en Seúl, Corea del Sur, Hyusang, Woojin, Seojun, Minho y Wooyoung fueron recibidos con el entusiasmo contagioso de una multitud expectante. El estruendoso rugir de los aficionados se fusionaba con la música enérgica que resonaba en el lugar, y como no, eran las temporadas finales donde los mejores competidores de la competencia finalmente se enfrentarían. 

Las pancartas exhibían los rostros de los participantes, cada uno elogiado y glorificado por sus fervientes admiradores. Hyusang, al observar la escena, sospechó que Kim Jinwoo no tardaría en alcanzar la fama, no solo por su impactante belleza, sino también por su innegable talento. Sin embargo, lo que más lo sorprendió fue la multitud de personas que estaban allí en apoyo de Jinwoo. Incluso pudo reconocer a los padres del joven, ubicados en la sección más cercana del área VIP, quienes lo saludaron desde la distancia con respeto, vistiendo encantadoras camisas blancas que llevaban impresa la imagen de su hijo.

El ambiente del lugar rebosaba de euforia y expectación, por lo que prometía ser una competencia inolvidable. Kim Jinwoo disfrutaba de una impresionante racha de victorias, al igual que su rival. Sin embargo, Hyusang no podía evitar sentirse inquieto por el bienestar del que fue bailarín. Nunca antes lo había visto pelear y ni siquiera había tenido el valor de ver sus competiciones en redes sociales. No era que no le interesara el joven, sino que se consideraba una persona muy nerviosa frente a la violencia. Solo el reconocer que estaba allí y lo verían en directo lo tensó tanto como una cuerda de guitarra, y su ansiedad se asemejaba a la de Wooyoung en sus años universitarios, cuando esperaba las calificaciones finales.

Trató de concentrarse en cosas banales solo para matar el tiempo. Observó los rostros lejanos como cercanos y también admiró las fotografías en las que Jinwoo se veía intimidante con esa expresión seria y con el torso brillante desnudo en varias otras. Sintió un nudo en la garganta al rememorar su último encuentro, apenas dos días atrás; la intensidad y crudeza con la que lo había vivido había dejado su cuerpo lleno de hematomas. Pero allí estaba él, queriendo tener un futuro encuentro igual de intenso como aquel.

Los llevaron a la primera fila, donde se encontraba el señor Jung, su entrenador, acompañado de su asistente. Estaba convencido de que el fisioterapeuta ya estaba cumpliendo con su función en los vestidores, por lo que saludó con educación cuando lo tuvo justo al lado. Desde allí, tenían una vista privilegiada del escenario vibrante, por lo que el estar tan cerca de todo lo que vendría después lo puso más nervioso.

Jinwoo se preparaba para enfrentar el desafío en uno de los eventos de boxeo más importantes de Seúl, y Hyusang sintió los nervios temblarle las piernas. Tragó saliva con fuerza mientras observaba a su oponente, incapaz de evitar que la impresión de su gran tamaño lo dejara paralizado al verlo subir al ring.

—Jinwoo-ssi ha competido contra oponentes similares, así que no hay razón para que esté nervioso —le dijo el mánager, mientras él dirigía su mirada hacia él, notando una ligera y tímida sonrisa—. Me alegra verlo de nuevo, Hyusang-nim.

—El gusto es mutuo, señor oh, ¿cómo se encuentra estos últimos días? —Este soltó una risita, avergonzado.

—Estoy lidiando con dolores musculares, pero creo que usted puede comprender mejor mi situación, considerando lo que me mencionó durante nuestra última llamada. —El rubio soltó una risita—. Quisiera nuevamente disculparme por mis actitudes iniciales con usted, señor Lee. No actué de forma profesional.

—Entiendo que estabas bajo presión de tus superiores. Te lo he dicho desde el principio, cuando comenzaste a disculparte de manera excesiva: está bien, no te preocupes. No hay rencores —se mofó el contrario, haciendo sonrojar al mayor—. ¿Aún vas a seguir insistiendo?

—Es lo más probable. —Este rio al ver al rubio rodar los ojos—. ¿Cómo ha estado usted?

—Mucho mejor, gracias por tu interés. —Ambos volvieron su vista al ring—. Es la primera vez que veo una pelea así, ¿será sangrienta?

—No lo creo. 

—Eso no me alivia. —Esto lo llevó a provocar una risa en el mayor antes de que el entrenador lo llamara. Minho ocupó la silla en que estuvo este con anterioridad.

—¿Estás seguro de que puedes soportarlo? —Miró a Hyusang con cierta preocupación.

—Puedo soportarlo, tranquilo. —Le dedicó una sonrisa agradecida cuando le facilitó una botella de agua.

Al enterarse de que el rubio había llegado con sus amigos, Jinwoo no pudo contener su entusiasmo, a pesar de haber estado intercambiando mensajes con él casi todo el día. En ese momento. Mientras se vendaba las manos, escuchó las instrucciones habituales de su entrenador, quien apareció ante él en ese momento. Una vez que estuvo listo, se dirigió al ring con determinación.

El momento que esperó se llevó a cabo.

—Oye, Jinwoo. —Su mánager lo detuvo en las gradas, por lo que lo miró expectante—. Ten cuidado.

—Lo haré, Hyung, gracias. —Ambos compartieron una pequeña sonrisa antes de que el tatuado subiera finalmente al ring.

En el centro del cuadrilátero, el sudor caía en gotas pesadas sobre el suelo resbaladizo. Con las piernas ligeramente temblorosas y el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Jinwoo se preparaba para enfrentarse a un rival cuyo nombre reverberaba en cada rincón del gimnasio: Park Joonhyuk. Era su debut como boxeador en el ámbito regional, y la arena estaba repleta de espectadores ansiosos, plenamente conscientes de la magnitud de este instante.

Park Joonhyuk lucía una experiencia que se notaba en cada movimiento; estaba en una postura firme. Su mirada fría y calculadora contrastaba con la intensidad de los ojos de Jinwoo, que resplandecían con una mezcla de determinación y un leve nerviosismo. Cada golpe intercambiado parecía un grito de desafío en el silencio tenso que envolvía el ring. Fue entonces que la campana sonó, y el primer round comenzó con un ritmo frenético. 

Jinwoo avanzó con pasos decididos, esquivando y respondiendo lo que parecía surgir de su pasión por el deporte. No obstante, Park respondía con una precisión meticulosa; sus golpes se deslizaban con una elegancia perturbadora, como si hubiera danzado en el cuadrilátero más veces de las que Jinwoo pudiera contar. Después de todo, el tatuado lo había estudiado desde días antes de su encuentro. Examinó sus enfrentamientos en busca de puntos ciegos y debilidades, pero resultó ser una tarea complicada que reveló, en ese instante, la verdadera maestría de su oponente.

Los dos luchadores se movían en perfecta armonía, y el eco de sus intercambios de golpes reverberaba en el gimnasio. La fatiga empezaba a manifestarse, pero una chispa de adrenalina los mantuvo en alerta. Su oponente, aunque calmado, no podía ocultar su admiración por la destreza de Jinwoo, como si intuyera que este estaba preparado para ofrecer mucho más de lo que se anticipaba. Cada vez que Jinwoo lograba conectar un golpe sólido. El público estallaba en vítores y aplausos. La respuesta del rival era inmediata, con una combinación de puños certeros. A pesar de la ferocidad del enfrentamiento, se podía apreciar una belleza visceral en el intercambio; una danza de estrategia y poder que mantenía a todos en un estado de expectativa constante.

Al llegar al tercer round, el cansancio era palpable en ambos luchadores. Jinwoo respiraba con dificultad, pero su mirada no se apartaba del oponente, dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad que se presentara. Su rival, aunque igualmente fatigado, mostraba una resistencia admirable. Cada vez que parecía que Jinwoo iba a tomar la delantera, su oponente respondía con un golpe certero o un movimiento ágil y calculado.

—¿Qué opinas sobre cómo estará sintiendo Jinwoo en este momento? —Minjae preguntó, motivando a Hyusang a apartar la mirada del tatuado.

—No tengo mucho conocimiento sobre el tema, pero tengo los nervios a flor de piel —confesó. Fue en ese momento cuando su mirada se posó en Wooyoung, quien, a su otro lado, parecía sumido en sus propios pensamientos desde que llegaron al punto de encuentro. Aunque no encontró el momento adecuado para preguntarle qué le preocupaba, no pudo evitar suponer que se trataba de asuntos relacionados con el negocio de su padre.

Ni siquiera pasó demasiado tiempo para que el minuto clave llegase. Sin mucho tiempo que perder, Jinwoo volvió a encontrarse arriba de aquel ring. Era la vigésima vez, y ya estaba acostumbrándose a ello, excepto que no estaba para nada familiarizado con hacer contacto visual con la persona que tenía a poca distancia. Sus ojos se conectaron brevemente con los ajenos, y enseguida se concentró en lo que estaba por suceder.

El penúltimo round inició y su mente se quedó en blanco por completo. Era una buena estrategia para pelear y para continuar con su vida cuando estaba atravesando por situaciones oscuras. Los golpes precisos y contundentes impactaron en el oponente del tatuado, quien yacía apenas sudoroso, como si fuera una costosa estatua, sin un solo rasguño que generara preocupación. El bullicio tampoco ha sido centro de su atención; únicamente se enfocó en ganar.

Sus reflejos son casi perfectos, y esquivó la mayoría de golpes, atestando varios después. Parecía que todo el mundo estaba inmutado ante lo ágil que ha sido. Parecía muy enfocado en ganar. La ambición de Jinwoo ha alcanzado un nivel tan extraordinario que, en su afán por conseguir sus objetivos, a menudo se olvidaba de todo lo que lo rodeaba. Agotado, apenas podía jadear cuando tuvo un breve descanso antes del siguiente round. Su equipo, siempre atento, se apresuró a secarle la frente en cuanto estuvo a su alcance. Con un guiño sutil, dirigió su atención al hombre de cabellera rubia justo cuando sus miradas se encontraron durante unos segundos. Este inesperado acto provocó un profundo sonrojo en él, quien, intentando disimular su vergüenza, tomó un sorbo de su botella de agua.

Hyusang no podía evitar apartar la mirada de su persona cuando su corazón dio un drástico vuelco en su pecho. Entrelazó las manos en su regazo, esforzándose por disimular al máximo la inquietud que le causaba ver a Jinwoo en ese estado. Sí, se trataba de un deporte rudo, lleno de testosterona y fuerza, donde solo el más fuerte y hábil podía alcanzar la victoria, pero aun así, para él era demasiado.

—Ahora comprendo por qué defendías a Kim con tanta insistencia, a pesar de que te reprendía por su falta de compromiso, incluso después de haber renovado su contrato —comentó Wooyoung en un susurro cercano a su oído, haciéndolo sobresaltar. Era la primera vez que hablaba desde que llegaron al lugar, así que lo observó atentamente—. Tu insolencia dio frutos, Lee. Enhorabuena.

Una sonrisa de autosuficiencia se dibujó en el rostro de su mejor amigo, causando así una sensación extraña al contrario. Era la primera vez que veía tal faceta y a Hyusang no le gustó.

—¿Qué estás tratando de decir? Le he brindado el apoyo que merece. —Hyusang murmuró. La sonrisa de Wooyoung se ensanchó; su vista recorrió las facciones ajenas con cierto interés, causando incomodidad en el mismo.

—Claro que lo has hecho. Lee, realmente has hecho un excelente trabajo, ¿verdad? —Se inclinó y rozó sus labios con la oreja del rubio—. A lo largo de nuestra amistad, he sido testigo de comportamientos denigrantes por tu parte, Lee Hyusang, pero lo que has hecho ahora supera con creces cualquier nivel de intolerable. ¿Tanto querías que su polla te llenara el culo, que olvidaste la razón por la que trabaja para ti? ¿Te sientes bien usando su debilidad como tu ventaja para satisfacer ese enfermo fetiche que tienes en voltear heteros, no?

Hyusang palideció a la vez que parpadeó aturdido. Wooyoung desbloqueó su teléfono y dejó a la vista una fotografía que el rubio reconoció. Era el contrato que tenía con Jinwoo. La bilis quemó su garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas. La vergüenza lo envolvió con una frialdad abrumadora, al punto de hacerle sentir que su cuerpo temblaba. Ni siquiera el dolor punzante en sus extremidades, producto de la tensión, pudo eclipsar la herida profunda que le causaron las palabras de su mejor amigo al tratarlo de esa manera.

Wooyoung era plenamente consciente del impacto que los rumores tenían sobre él, pero en ese instante, su irritación por las equivocaciones de su mejor amigo en los últimos seis meses eclipsaba cualquier preocupación. Desde el momento en que se dio cuenta de la situación, o más precisamente, cuando sus alertas se encendieron al observar el inusual comportamiento de ambos desde la cena de Navidad, comprendió que era necesario investigar el motivo del favoritismo de Hyusang hacia Kim Jinwoo. Sin embargo, nunca imaginó que el asunto fuera tan serio. Así, la decepción y el enojo dominaron tanto sus decisiones como las palabras que les dirigió.

—Puedo informar esto a recursos humanos, Lee. No solo enfrentarás una severa multa, sino que tu reputación profesional quedará comprometida de manera irreversible. Además, la suma de dinero que has invertido en tu víctima se triplicará. Incluso podrías perder tu puesto como dueño de Eros. ¿Te has detenido a considerar todas estas consecuencias? ¿O estabas demasiado cachondo como para pensar con claridad? —Hyusang se sintió profundamente mareado ante aquellas palabras; casi juró sentirse recriminado severamente.

—Wooyoung, eres mi mejor amigo, pero no voy a permitir que me hables de esa manera. —El rubio tragó saliva con dificultad—. Yo... Sé que he estado actuando de forma incorrecta. Déjame explicarte, yo...

—He tolerado todos tus dramas, Hyusang-nim. No te dije nada porque me vería como el malo de la historia. No voy a dejar pasar este asunto; es hora de que pongas fin a tu retorcido juego o te verás obligado a enfrentar las consecuencias —añadió antes de alejarse con una sonrisa, aplaudiendo con entusiasmo al concluir el enfrentamiento, sin hacer caso a la mirada desconcertante que Minho les dirigió, especialmente al notar lo pálido que se veía Hyusang.

Todos se pusieron de pie con energía para alabar al ganador. Pero Hyusang se mantuvo sentado, procesando lo que había sucedido, conmocionado. 

Estaba jodido.

Sabe que ha obtenido una nueva victoria, cuando han dictado aquel resultado a través de los altavoces. Fue cuando pudo jadear en alivio, y una pequeña sonrisa cohibida se ha formado en sus labios. Presentaba un pequeño corte en el pómulo, pero estaba seguro de que no era grave, ya que ni siquiera pareció preocuparle. En realidad, solo se dedicó a buscar de manera insistente al rubio que había avistado anteriormente en las gradas. Sin embargo, falló en su cometido al buscar su mirada. En el instante que lo vio tan pálido y decaído en su asiento, fue en el momento en que su sonrisa de victoria se desvaneció que empezó a preguntarse si algo le había ocurrido a ese hombre. A penas bajó del ring, y fue guiado por su entrenador para poder curarle. Jinwoo solamente supo que quería verlo.

Quería asegurarse de que estaba bien.

Tras cambiarse a un atuendo más cómodo y abrigado, se apresuró a recoger sus pertenencias. Como muestra de felicitaciones, recibió un pequeño postre de parte de todo el equipo, detalle que le dejó en custodia a su mánager apenas se lo topó. Dejó atrás aquella instalación y comenzó a buscar entre la arena, pero no logró encontrarlo. Detalle que lo dejó más confundido.

Soltó un profundo suspiro y, apenas sacando su teléfono, le envió un mensaje directo preguntándole dónde estaba y si podían encontrarse. Sin embargo, apenas envió ese mensaje, recibió una llamada de su madre. Sin perder tiempo, se dirigió rápidamente a reunirse con sus padres. 

El mundo de Jinwoo pareció tomar nuevos rumbos cuando después de muchos meses pudo retomar su relación con sus padres. Después de compartir lo que quedaba de noche con sus progenitores, volvió a su apartamento. No sabía muy bien qué hacer, pero parecía que no hubo señales de que el contrario respondiera a sus mensajes. Se preguntó lo que quedó de noche sobre el porqué. Habían hecho planes; habían quedado en verse después de la pelea. Se suponía que se pondrían al corriente.

Hyusang se detuvo después de conducir durante lo que pareció una interminable decena de minutos, aunque la realidad era que su mente estaba sumida en un caos total. Las palabras de su mejor amigo aún resonaban en su mente, aumentando la presión en su pecho. Solo entonces levantó la mirada y vio el letrero de su club. El club que su padre había protegido con tanto sacrificio se convirtió en una carga pesada para él. La simple idea de perderlo por sus propios deseos lo llevó a sentirse menos humano y más irracional. Bajó del vehículo y caminó a este para abrirlo y entrar.

No encontraría a nadie dentro, estaba seguro. Ese día, las puertas permanecían cerradas, y para entonces, el equipo de limpieza ya habría recolectado todo lo que se había acumulado la noche anterior. Por lo que el olor a incienso llenó sus pulmones. Inevitablemente, se dirigió al camerino de Jinwoo, y el peso de su conciencia se hizo más intenso mientras lo recorría. Sus ojos cristalizados analizaron la estancia, sintiéndose menos merecedor de lo que tenía en ese momento.

Se consideró una mala persona, un mal ser humano, un mal amigo, un mal jefe. Ni siquiera se sintió merecedor de la confianza que su personal tenía para él. Se sintió tan decepcionado de sí mismo en ese punto que incluso se molestó por ello, por llegar tan lejos, por llegar a ese límite de tener la valentía de realmente reflexionar lo que había ocasionado y bufó cuando las lágrimas desbordaron sus ojos.

—No mereces ni siquiera derramar una lágrima, Lee Hyusang —refutó mientras se limpiaba las mejillas, su rostro distorsionado en una mueca de descontento—. Eres tan patético.

Dejó la pequeña caja de regalo aterciopelada en su tocador, cuyo interior era un costoso reloj negro con las iniciales del bailarín. Aún había pertenencias de Jinwoo en el armario, por lo que asumió que vendría por ellas pronto. Mordió su labio inferior con fuerza, a tal punto de hacerlo sangrar.

¿Fetiche enfermo con voltear heteros? ¿Así lo veía su mejor amigo? ¿Así todos lo veían en aquel lugar? El simple hecho de recordar que Jinwoo había mencionado eso intensificó su malestar, tanto mental como físico. La sensación de dolor lo abrumó en todas sus dimensiones. Aprovechando la soledad del lugar, permitió que sus sollozos resonaran en el camerino. Fue cuando su mirada se cruzó con la propia a través del espejo. Tenía los ojos rojizos y un pequeño hilo de sangre bajaba a su barbilla.

—¿Qué demonios hiciste, Lee? —murmuró con voz ronca.

Su teléfono vibró nuevamente en el bolsillo. Esperaba un mensaje de Jinwoo o de Wooyoung, pero lo que encontró fue algo que le provocó aún más irritación.

Era un recordatorio con una alarma que le reveló que su cálculo mental de los días estaba equivocado; creyó que le quedaba una semana más, pero se dio cuenta de que no era así. Su teléfono le dijo lo contrario: «Día de finalización de contrato con Jinwoo: paga final». Lágrimas bajaron por sus mejillas ante aquella realidad. Jinwoo solo cumplía con su labor. Lo estaba satisfaciendo como acordaron, pero aun así... dolió.

Accedió a su cuenta bancaria y, a pesar de las lágrimas que nublaban su visión, logró introducir la cantidad de dinero. Después, envió un mensaje adjunto junto con la rescisión del contrato: "Gracias por cumplir hasta la flecha establecida; espero que las cosas mejoren para ti. No olvides tus sueños, Kim. Te deseo lo mejor". Apagó las luces y salió de allí.

Jinwoo ha estado esperando con gran anticipación una respuesta; aunque estaba lejos del lugar, estaba convencido de que lo volvería a ver esa misma noche. Sin embargo, tan pronto como la pantalla se encendió y él examinó con entusiasmo el contenido, su sonrisa se desvaneció con rapidez. Tragó saliva de forma dura, mientras releía una y otra vez dicho mensaje. Eso le sonaba casi como una despedida, y fue en ese preciso momento cuando se encendieron todas sus alarmas.

Sí, se había sumergido hasta el fondo, había cedido muy fácil, se había dejado llevar, no sabía qué fue lo que sucedió, pero las cosas escalaron hasta el punto en el que Jinwoo supo que tenía acumulados sentimientos, y era la parte más difícil si lo pensaba bien. Apretó sus labios entre sí, valiéndole una mierda la cantidad de dinero que ahora poseía en su cuenta. Únicamente quería verlo. No suponía que el año acabaría de esa forma.

Guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón, y en cuanto obtuvo un taxi, se dirigió camino hacia aquel mismo lugar donde solían reunirse siempre. Probablemente ya no estaría ahí más; a lo mejor le negarían pasar porque el contrato había acabado, pero Jinwoo era tan terco; se aferraba a la situación, aunque sabía que todo se había desmoronado.

Sabía que no estaba confundido, porque tenía conocimiento de lo que le sucedía. Siguió velando por Yuna, por el mismo cariño que le ha tenido desde que eran amigos, mucho antes de establecer un vínculo amoroso. Pero, si se lo preguntan, era tan jodidamente difícil no decir que aquel de hebras rubias le atrapó bastante fácil.

Quizás eso era lo que estaba destinado a suceder.

En cuanto bajó del vehículo, tras haber pagado, fue cómo se adentró al enorme edificio, acomodando su gorra y se puso su cubrebocas. Se abrazó a sí mismo debido al frío que estaba calando sus huesos en ese momento. Solo supo que su corazón iba a toda velocidad cuando ha abierto aquella puerta y nuevamente se encuentra con la misma soledad, con la que había estado lidiando antes de que ambos se liaran.

Sus ojos se entrecerraron en un intento de evitar las lágrimas, pero eso fue imposible, cuando al parpadear sabe que no podía retener nada. En ese momento la chica encargada de la limpieza de las habitaciones salió del baño luego de terminar su labor, dejando como nueva aquella habitación para el futuro cliente. Pero dio un respingo cuando vio a aquel hombre en medio de la habitación en tales condiciones. Por lo que no supo qué hacer o qué decir.

—Esto, Hoy finalizó el contrato del arrendatario, y hemos llevado a cabo la limpieza del lugar. Lamentablemente, dado que no puede quedarse, supongo que ha venido a entregar la llave de acceso. —La chica le extendió la mano a la expectativa de recibirla.

Hyusang estacionó en el estacionamiento subterráneo de su edificio y apagó el motor. Sacó las bolsas cuyo contenido eran ciertas prendas de ropa que había dejado en aquel hotel. Tomó el ascensor y subió el piso en que consistía su apartamento.

Al llegar. Acomodó la ropa limpia en su closet y metió a lavar otras prendas. Se dio una ducha y solo cuando se vistió de algo cómodo se tumbó en el sofá, sintiendo el dolor de cabeza aumentar acompañado de la tensión en su cuerpo, pero eso no duró mucho, porque el sonido del teléfono lo hizo abrir los ojos; al agarrarlo notó que se trataba del recepcionista, por lo que atendió el llamado.

—Disculpe la molestia, señor Lee, pero hay alguien en recepción que desea verlo. —Hyusang bufó y asumió que se trataba de Minho, ya que no había estado respondiendo a sus llamados aquel día.

—Dile a Minho-ssi que no estoy de humor, señor Min.

—No es el joven Kim Minho quien lo solicita; es alguien que nunca he visto. —Hyusang se reincorporó frunciendo el ceño—. Dice que se llama... Kim Jinwoo.

Todo su cuerpo se estremeció en respuesta; sabía que simplemente desaparecer sin dar argumento lo haría verse más idiota de lo que ya era. Descartó la idea de solo echarlo, por lo que suspiró con pesadez.

—Dile que suba —dijo sin más—. Gracias, Señor Min, tenga una buena noche.

—Se lo haré saber, igualmente a usted, joven Lee. —La llamada finalizó.

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