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"NAVIDADES EN FAMILIA"
Los primeros copos de nieve el día 24 de diciembre siempre fueron los favoritos de Hyusang. Le traía dulces recuerdos cuando su padre solía hornear galletas mientras él preparaba el kimchi navideño.
A veces, ambos se permitían romper las reglas y gastaban sus ahorros para hacer de ese día una ocasión memorable. Las risas no faltaban cuando al final del día admitían su desliz: «"Creo que tendremos que ahorrar un poco esta semana, gasté mis ahorros en el pavo,"» decía su padre. Hyusang, aun en su adolescencia, le respondía: «"Me parece justo, porque yo también utilicé los míos en las bebidas."» A pesar de las dificultades, nunca se quejaron. Hubo Navidades en las que carecieron de muchas cosas, pero lo que realmente valoraron fue la compañía mutua.
La primera nevada de Navidad sin el señor Lee fue la más amarga para Hyusang.
Regresar a casa tras sus prácticas y hallar la casa vacía le recordaba la ausencia de su único familiar, dejando una huella difícil de llenar en su vida. Buscó refugio en las cosas que su padre tanto apreciaba; así, gracias a esa hermosa herencia, Hyusang comprendió que no solo había adquirido un valioso legado, sino también la oportunidad de forjar una nueva familia y un segundo hogar.
Quitó los restos de polvo de su lápida, mirando de reojo aquellas que se encontraban a sus costados. Las cenizas de su padre descansaban en la tercera fila de la pared, permitiéndole contemplar su sepultura sin tener que elevar ni bajar la vista. En los primeros años, tras su partida, el rubio no lograba asimilar que ese nombre en aquella piedra pertenecía a su padre, que realmente se había ido para no volver nunca más. Luego, atravesó un prolongado periodo de negación, seguido de una resignación dolorosa.
—Eros Club ha logrado posicionarse nuevamente entre los diez lugares más seguros y populares de la comunidad en toda Corea del Sur este año. ¿Puedes creerlo? —Hyusang rompió el silencio mientras contorneaba las letras del nombre de su padre con su dedo enguantado—. Una vez bromeaste con querer destacar por encima de toda la ciudad y mira, lo logramos, llegamos más lejos.
El rubio tragó saliva mientras dejó las flores a su costado. Le iba comunicando las renovaciones, con algunas exageraciones que sabía que, si su padre las viera, se reiría de lo dramático que seguía siendo a pesar de su edad. Tal vez habría cosas que nunca lograría cambiar. Al terminar, apartó la mirada cuando el teléfono volvió a vibrar en su bolsillo. Era Jinwoo. Apagó este, soltando un pesado suspiro, tratando de ignorar la punzada que causó en su pecho esa acción.
Volvió su vista a la lápida de su padre, forzándose a sonreír para continuar hablando:
—Probablemente me dirías: "Deja de dramatizar, ya casi tienes treinta años", pero yo te contestaría que, a pesar de eso, aún me veo más joven que tú. —Este soltó una risita y se meció sobre los pies tiritando—. Estoy bien, papá. Estoy saludable y sigo los hábitos alimenticios que me enseñaste. Has hecho un excelente trabajo al criarme, ¿verdad? Estoy seguro de que estarás recibiendo buenas recompensas en tu siguiente vida. No olvides celebrar Navidad con tus nuevos padres, ¿de acuerdo? Y come sano, tienes que crecer fuerte y con un corazón dócil, como me lo enseñaste... Feliz Navidad, papá. Te extraño.
Le dio una tierna caricia a la fría piedra antes de dirigirse hacia Eros; en esos momentos, por lo general, no se abrían, ya que eran épocas dedicadas a la familia. Sin embargo, Hyusang solía tener la costumbre de adquirir pequeños regalos que dejaba en los camerinos de sus bailarines, así como en los casilleros de los demás miembros de su equipo. Ese año no fue la excepción. Le costó más trabajo de lo habitual cargar las bolsas por su cuenta después de estacionar en su lugar acostumbrado. Saludó algunos rostros conocidos de forma rápida y entró al edificio usando la llave que siempre cargaba. Justo cuando estaba a punto de dejar las bolsas en el primer mueble más cercano, las luces se encendieron, revelando a sus bailarines y a sus mejores amigos, Wooyoung y Minho.
—¡Feliz Navidad, Hyusang-nim! —fue una de las oraciones que apenas escuchó de los más cercanos.
—¡Bienvenido, jefe! ¡Tardaste demasiado! —fueron otras antes de ser envuelto en un apretado abrazo grupal. Cuando se apartó, abrazó a sus dos mejores amigos de forma individual.
—¿Pero qué demonios...? —apenas logró articular.
—Es la única forma en que te vemos la cara, ¿no es así? Agarrándote por sorpresa —Minho se burló apretándole las mejillas, haciendo quejar al rubio—. Oh, mírenlo. Está temblando, ¿Dónde demonios estabas?
—Ah, eso...
Wooyoung lo envolvió con su abrigo grueso, aprovechando que contaba con una doble frazada, un gesto que el más bajo agradeció de inmediato. Sus ojos, casi por instinto, lo buscaron entre los rostros de quienes servían los platillos en el área VIP. Al no localizarlo, dejó escapar un suspiro.
—Pensé que pasarían la Nochebuena con sus familias, no entiendo —admitió el mayor.
—Eso pensé, pero al parecer quisieron hacer algo diferente —Wooyoung dijo, entregándole algo de vino tinto—. Hicieron sus actividades más temprano, ya que querían hacer este día especial.
—¿Por qué? —Hyusang frunció las cejas con confusión.
Wooyoung, en vez de responder, señaló con su barbilla la entrada. El mayor siguió con la mirada a esa dirección y retuvo el aliento al verlo. Kim Jinwoo llevaba un elegante abrigo de cuello alto que se ajustaba perfectamente a su torso, complementado con unos pantalones formales y unos sofisticados zapatos de cuero puntiagudos. A su lado, abrazada a su brazo, se hallaba una delgada figura que reconoció: Park Yuna. Traía un elegante vestido negro entallado que realzaba su figura y su cabello caía en ondas alrededor de una cara angelical. Sus ojos resaltaban en un ahumado y labios rojizos.
Ambos irradiaban un aspecto impecable; la diferencia de altura era, incluso, encantadora, ya que la chica era más baja que Hyusang. Ante esto, el rubio no pudo evitar tragar saliva. No supo cómo reaccionar al verlos juntos en Eros; ni siquiera pudo procesar lo extraño que resultó encontrarla precisamente en Navidad allí. Los ojos de Yuna recorrieron el lugar con asombro, absorbiendo cada detalle de las instalaciones antes de fijarse en las personas que la rodeaban. Fue entonces cuando Jinwoo la llevó hacia el grupo más cercano, donde se encontraban las bailarinas de aire, y Sunny la recibió con un entusiasmo desbordante. Los chicos no tardaron en acercarse poco después, siendo más reservados que las chicas.
Los hombros tensos de Yuna y su sonrisa nerviosa revelaron a Hyusang lo incómoda que se sentía, lo que lo llevó a dudar sobre si debería acercarse a ella. Si bien sabía de ella por algunas cosas que Jinwoo le compartió en el pasado, su pensar de las personas como él lo hizo mantenerse en su lugar, siendo espectador de lo que estaba sucediendo mientras evaluaba si tendría bandera verde para hablarle o dejar que ella tomara la iniciativa.
—¿Puede tomar alcohol? —Wooyoung preguntó a su costado. Hyusang miró a Minho de forma expectante, quien después de darle un largo trago a su whisky, los miró.
—No sería recomendado en grandes cantidades —dijo este.
—Entonces, prepararé algo sin alcohol —Hyusang se sorprendió al pronunciar esas palabras; incluso sus mejores amigos lo miraron con curiosidad cuando se quitó el abrigo y se arremangó la camisa hasta los codos para acercarse a la barra.
—Aigooo, Lee Hyusang... ¿Hace cuánto no has preparado un cóctel decente? —Minho se mofó apoyando los codos en la barra para mirarlo con una sonrisa divertida.
Hyusang lo miró mal en respuesta. La canción que sonaba de fondo solo intensificó su incomodidad, ya que se trataba nada menos que de "Faithful" de Bob Andonov.
—Suelo hacérmelos cuando tengo tiempo libre; que no te invite no significa que haya perdido la práctica. —Wooyoung soltó una carcajada mientras tomó lugar frente a la barra junto a Minho.
Un estruendoso alboroto les llevó a dirigir la vista hacia su origen, donde avistaron a la pareja trasladando múltiples bolsas de regalos al lugar donde Hyusang había dejado los suyos junto a los demás. Su intención era dejarlos en sus camerinos, ya que creía que no estaban presentes, por lo que sus regalos reposaban sobre el montón acumulado.
Para entonces, ya habían compartido momentos con casi todos los miembros, así que, en cuanto tuvo las bebidas preparadas y servidas, se encontraron frente a él, bajo la atenta observación de los más cercanos amigos del rubio. Yuna comenzó saludando a su doctor, proporcionándole un breve resumen de su estado de salud actual, antes de dirigir toda su atención al hombre rubio que se encontraba frente a ella.
Lo primero que Yuna observó fue que, sin duda, el dueño de Eros era aún más atractivo en persona. Los comentarios de las bailarinas acerca de su apariencia y cómo las cámaras no lograban capturar su esencia resultaban ser muy ciertos, y no podía hacerse la ciega al respecto.
Desde que había llegado, imaginó encontrarse toda clase de situaciones. Se había preparado con antelación, había leído numerosos artículos en línea y visto numerosos videos de clubes cuyas temáticas similares la escandalizaban. Por lo que el enfrentar aquel sitio fue todo un despertar que jamás pudo imaginarse. El lugar era gigantesco. Todo destilaba orden, elegancia y mucho dinero. Los trabajadores mostraban una cordialidad y respeto notables. Al enfrentarse a su mayor desafío: los bailarines, comprendió que eran seres humanos... comunes, pero carismáticos. A simple vista, era difícil concebir que personas tan elegantes pudieran laborar en un entorno así; las chicas eran realmente encantadoras y sofisticadas.
Pero en definitiva, Lee Hyusang era otra cosa; lo supo desde el instante que reconoció su cabellera rubia. El hecho de ver a su doctor a su lado no solo validó sus sospechas, sino que también la hizo reflexionar sobre la posibilidad de que él estuviera involucrado en su tratamiento tan costoso. Yuna se aclaró la garganta antes de extenderle la mano luego de hacer una torpe venia.
—Usted debe ser el dueño de este sitio. Soy Park Yuna, la novia de Kim Jinwoo. Un gusto de conocerlo finalmente. —La chica se sobresaltó al sentir que la suavidad del agarre en su mano fue correspondida. De repente, un aroma a vainilla con un toque lácteo invadió sus sentidos, dejando sus pupilas dilatadas y aturdida.
¿Ese hombre olía de ese modo tan... intrigante?
—No es necesario que sea tan formal, señorita Park. He tenido el placer de conocerle a través de su novio y me alegra saber que goza de buena salud. —La chica asintió, con sus mejillas adquiriendo color.
Jinwoo observó aquel agarre, frunciendo levemente el ceño, especialmente al notar la reacción de su novia, mientras contenía un gruñido. ¿Cómo todas las chicas lograban caer en los encantos de ese hombre? ¿Acaso era algún tipo de magnetismo o hechizo que ejercía con o sin intención? El pelinegro lanzó una maldición al rubio justo en el momento en que este mostró una amplia sonrisa, lo que dejó aún más aturdida a su pareja, que parecía reacia a soltarle la mano.
—Le preparé un cóctel de fresas especialmente para usted, señorita Park. ¿Aprecia las fresas, verdad? La chica, algo torpe, asintió y se apresuró a sentarse frente a Hyusang, sin parpadear, manteniendo su mirada fija en él. Algo que motivó a bufar a los tres hombres presentes casi a la vez—. No contiene alcohol, así que no se preocupe.
La castaña sonrió con gratitud mientras levantaba la copa, sintiendo la intensa mirada de los cuatro hombres sobre ella, lo cual le generó algo de incomodidad. Fue Hyusang quien, reconociendo su inquietud, fue el primero en desviar la mirada.
Sus miradas se cruzaron y Jinwoo, que evidentemente había estado buscando su atención, al encontrarla, mostró en su rostro una tensión que delataba una clara inconformidad. Hyusang percibió de inmediato esa reacción y comprendió la causa detrás de ella.
Desde aquel encuentro en el nuevo apartamento del tatuado, donde se abordaron sus sentimientos, había estado evadiendo la situación. En el instante, Jinwoo contempló la idea de dejar a su novia por él, y esa reflexión había mantenido encendidas todas sus alarmas hasta ese día. Aunque habían cruzado límites, no estaba dispuesto a traicionar su lema personal: nunca entablar una relación seria con sus amantes por contrato, especialmente desde que había sido lastimado en su última relación.
Su vida había sido más sencilla al optar por abordar esos acuerdos como meros intereses compartidos. No estaba dispuesto a sacrificar su tranquilidad por una atracción emocional que, al final, no solo le causaría daño a él mismo, sino también a quienes le rodeaban. La situación con Jinwoo era inherentemente complicada debido a su insistencia en mantener su doble vida. Si intentara revelarse al mundo como su pareja, eso podría arruinar tanto su vida laboral como su prometedora carrera deportiva.
Sin mencionar que no tenía la cara para ni siquiera enfrentarse a la chica que tenía en frente, luego de haber presionado a su novio a acostarse con su persona, ocasionando una confusión en sus sentimientos y debilitando el vínculo que de seguro les había costado años en forjar. Era absurdo todo; en especial, estar planteándose sobre moralidad y de lo que en verdad era correcto a ese punto.
—¿Cómo han estado tus entrenamientos, Kim? —Jinwoo juró sentir un dolor similar a un golpe en su pecho.
Hyusang siempre se había comportado con respeto desde que lo conocía, pero la evidente formalidad en su forma de hablar coreano lo dejó sin palabras y sumido en una confusión abrumadora, incapaz de responder a una pregunta tan simple. Minho y Wooyoung intercambiaron una mirada antes de apartarse, creyendo que su presencia dificultaba la conversación. Sin embargo, lo cierto era que, una vez que se fueron, una palpable tensión se instaló entre los tres.
—Estoy haciendo lo mejor que puedo, señor Lee. —Jinwoo quiso que la misma formalidad le afectara a su mayor, pero a simple vista pareció no hacerlo. En vez de eso, este le extendió una nueva bebida con una sonrisa que solía compartir con sus trabajadores y eso le molestó aún más.
—¿Qué tal estuvo la pelea? —quiso saber.
—Hubo... Un empate —el pelinegro mencionó, y Yuna les echó un vistazo—. Pero al final perdí.
Hyusang se detuvo un momento y lo miró con las cejas levantadas. Jinwoo apretó la mandíbula, correspondiendo a la mirada mientras pasaba sus dedos por el borde del vaso.
—Lamento saber eso, Jinwoo-ssi. Estoy seguro de que tendrás éxito la próxima vez.—el rubio le animó.
—Exactamente, eso es lo que le comenté. Es talentoso en su trabajo y está poniendo un gran esfuerzo —dijo Yuna, mostrando una actitud más tranquila. Hyusang asintió en señal de acuerdo, manteniendo los labios apretados.
—Tiene razón, señorita Park. Jinwoo es excelente en lo que se propone; estoy seguro de que logrará superarse. No siempre se gana. Todos solemos tener nuestras falencias.
Se dispuso a prepararse una bebida para sí mismo llamada Sex in a Pineapple, algo que no le tomó tiempo en preparar por sus pocos ingredientes. Al concluirlo, no tardó en llevarse a los labios bajo la atenta mirada de la pareja.
—Sí, me esfuerzo por ser el mejor en todos los aspectos, y cuando fallo en algo, mis inseguridades tienden a desencadenar mi mal humor —Jinwoo manifestó un tono de hostilidad.
Yuna le acarició la espalda, acción que fue observada por Hyusang quien sonrió de nuevo.
—No pensemos en cosas que afecten el buen humor, ¿les parece? Es Nochebuena, y es un verdadero honor contar con sus presencias. Les invito a unirse a los demás para compartir la velada —dijo Hyusang con entusiasmo, mientras la castaña asentía y se terminaba la bebida para reincorporarse.
—El cóctel estaba delicioso, señor Lee.
—Me alegra escucharlo, linda. —La chica se sonrojó con fiereza. Jinwoo, aunque a regañadientes, se reincorporó y rodeó con un brazo la cintura de su novia, dirigiéndole una mirada desafiante a Hyusang, lo que provocó que este último se sintiera desconcertado.
—¿No piensas unirte con nosotros? —Jinwoo preguntó y Hyusang asintió lentamente.
—Iré en un momento. —Los vio alejarse y finalmente dejó salir un suspiro.
El rubio tomó lugar junto a Hwang y Seojun quince minutos más tarde, en el que trajo bebidas consigo. Al acomodarse en el sillón, contempló en silencio a las personas que tenía frente a él, sintiéndose extrañamente vulnerable; casi estaba convencido de que, si en ese instante alguien pronunciara algo emotivo, se dejaría llevar por las lágrimas. Porque para el rubio, era. Esas personas no eran simples trabajadores. Era su familia, su pilar que no cambiaría por nada en el mundo.
Había formado una linda familia; cada uno de ellos era importante para Lee Hyusang. Por lo que estaba agradecido de tenerlos en su vida. Cada uno, de alguna manera, le había brindado enseñanzas valiosas, desde el más anciano hasta el más joven. En su interior, sintió que su padre se sentiría orgulloso de él por los lazos que había forjado en su ausencia, por cómo había tomado en cuenta sus enseñanzas y hasta dónde había llegado. Ese pensamiento llenó de alegría su corazón en ese instante.
Le encantaba observar el cálido recibimiento que los chicos ofrecían a la novia de Jinwoo, pero no podía evitar sentirse un idiota por las punzadas de celos que le atravesaban el pecho cada vez que los sorprendía disfrutando de momentos de intimidad, como sonrisas cómplices, besos robados y caricias durante las comidas compartidas. Se sintió un ser humano terrible por experimentar celos de algo que estaba a punto de concluir, por lo que se esforzó en centrarse en los demás aspectos, en la celebración en sí.
La música era agradable. No era demasiado baja ni muy alta. En alguna de las canciones, Jinwoo tomó la iniciativa y sacó a su novia a bailar. No pudo evitar reír junto a ella por su falta de práctica, lo que llevó a los que estaban presentes a animarla. Esto solo la hizo sentirse más avergonzada, lo que llevó a Hyusang a reprender a los demás por intimidarla.
Una vez que se retiraron los platos, todos se reencontraron en el área VIP para el emocionante intercambio de regalos. Hyusang tomó la delantera, impulsado por la presión del público, y siguió con los líderes de los equipos de coreografía y baile. Fue Jinwoo quien sorprendió a todos al ser el primero en repartir sus obsequios, algunos de ellos cargados de humor, como el que le regaló a Woojin: condones con sabor, lo que dejó a Woojin avergonzado y, al mismo tiempo, provocó risas entre los presentes al sugerir que los usara esa noche con su esposa.
Al final, todos se mostraron satisfechos con los regalos del tatuado, brindándole abrazos y palabras alentadoras que destacaban lo notables que habían sido sus cambios en los últimos meses. Sobre todo, le expresaron sus mejores deseos para su carrera deportiva. Para concluir, solo quedaba el regalo de su jefe. Fue hasta él y se la entregó. Sus ojos nuevamente se encontraron, por lo que pareció toda una vida.
—Pasé horas buscando algo para ti; fuiste muy complicado —Jinwoo comentó con una pequeña sonrisa—. Espero que te guste.
Hyusang sonrió abiertamente echándole un vistazo a las dos bolsas que le venían dentro de una más grande.
—El que tiene papel diferente a los demás, ábrelo en privado —añadió el pelinegro y Hyusang asintió.
Hyusang notó que era su perfume diario en conjunto con su botella de licor favorita: Elysian Reserve. Algo que inspiró al rubio, quien le agradeció con una mirada antes de dejarlo cuidadosamente en el mueble donde estaba sentado. En especial, cuando junto a estos venían un par de vasos con sus iniciales grabadas en ellas.
—¡Hyusang-nim, muestre el regalo! —animó Sunny ganándose una mirada por parte del mencionado.
—Es licor, los conozco bien, así que no tengo intención de ofrecerles nada.—se excusó el mismo recibiendo quejas en conjunto. Hyusang volvió a mirar a Jinwoo con una sonrisa amplia, haciendo sonrojar al mismo.
La forma en que se miraban a vista gorda pudo ser inofensiva, pero Seoyeon y Sooji habían empezado a ser más observadores desde el cambio abrupto de actitud de Jinwoo meses atrás. Observaron al tatuado con ojo analítico donde todo su lenguaje corporal se aflojaba cuando Hyusang estaba alrededor. Había un brillo que jamás conocieron en sus ojos y se veía diferente incluso con su novia porque tenían la oportunidad de ver la interacción de la pareja.
—¿Estás viendo lo que estoy viendo? —Sooji le murmuró por lo bajo.
Seoyeon asintió sutilmente, observando como Hyusang intentaba mirar a escondidas el obsequio que Jinwoo le había dado y se negaba a abrirlo como los demás, siendo blanco de burlas de Wooyoung y Minho.
—¿Crees que los rumores sean ciertos? Que Hyusang-nim tenga el fetiche de voltear heteros... —le susurró Seoyeon.
—He escuchado eso y aunque en cierto punto lo dudé, hay ciertas actitudes del jefe que sí me han hecho considerarlo —Sooji susurró.
—¿De qué están hablando? —Sunny mencionó varios pasos, mirando aquel par murmurar desde hace un largo rato. Estas dieron un respingo.
—Nada, nada —mencionó Sooji. Sunny entrecerró los ojos en respuesta.
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