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25

"DESEOS PROHIBIDOS"

Minho apareció en su campo de visión con una amplia sonrisa para sentarse junto a sus piernas. Apoyando su mentón en la rodilla del rubio, centró su atención en el tatuado.

—Cuéntanos qué tal te fue. Seguro que viste a chicas muy guapas —Hyusang rodó los ojos ante su descaro; casi tuvo la necesidad de tirarle del cabello.

—¿Te interesa su viaje o las mujeres con que se acostó allá? —Lo miró mal—. Sabes que tiene novia, es absurdo que preguntes eso.

—Tú eres el que está insinuando encuentros sexuales, yo solo pregunté por chicas. —Soltó una carcajada al ver la reacción del mayor.

Jinwoo abrió ligeramente sus labios para poder decir algo respecto a la recomendación de su jefe para dejar Eros y continuar con sus planes a futuro, detalle que apreciaba de forma considerable, sin mencionar que ese hecho lo hacía sentirse importante para él, aunque... No consideraba necesario irse; por ahora, todo estaba bajo control. Los contratos que estaban firmados eran ligeros. No quería dejar de bailar. Él lo tenía muy en claro.

Sus días solían ser agotadores porque también tenía que ir y venir directo al hospital, pero no le importaba si eso le mantenía ocupado. Jinwoo solía olvidarse de sus problemas en ese sitio.

Eso, quería decirle aquello, deseaba admitirle que el sitio que tanto lo incomodó era su lugar más seguro, o eso fue la idea hasta que fue interrumpido por el médico de su novia. Centró su mirada en la forma en la que ambos parecían ser bastante cercanos, la forma en que el tipo abrazaba la pierna del rubio con comodidad y este parecía estar acostumbrado a eso. Detalle que no debería importarle, pero en aquel momento, había diez mil dudas construyéndose en su cabeza de manera apresurada. Donde una de ellas encabezaba la lista: ¿Por qué él no podía hacer lo mismo?

—No. No tuve tiempo para ese tipo de planes; estuve muy ocupado con los entrenamientos y descansando. —Se negaba a verse como un aguafiestas, pero era la verdad.

Alejó su mirada del que ha estado hablando antes, y la desvió al centro del salón, arrugando levemente el entrecejo, aunque no era consciente del gesto; a simple vista parecía lucir poco conforme, casi molesto.

—Me pondré a ensayar —murmuró aquello, levantándose enseguida del suelo para continuar con su habitual práctica. 

Esa noche debía presentarse y esta vez debía hacerlo por su cuenta, por lo que, si quería rendir y volver a dar un magnífico show, entonces debía apresurarse a prepararse, ya que se ha integrado al resto de los bailarines, entablando charlas prontas con los nuevos.

Con lo que ha ganado en la competencia, podría darse unos cuantos lujos, pero era obvio que el sentimiento de ambición estaba siempre presente en él; que no había dudado en firmar y renovar más contratos cuando se le presentó la oportunidad que su entrenador le ofreció. 

Tampoco fue una sorpresa para nadie que apareciera en todos los sitios posibles conforme eso sucedía, donde marcas importantes de patrocinio no dudaron en tomar su popularidad para hacerlo modelar. A medida que los días fueron pasando, la popularidad de la última pelea que tuvo avanzó en gran escala y Jinwoo solo pudo observar la cantidad enorme de dinero que tenía bajo su nombre.

Probablemente, debería dedicarse de lleno a ello, pero no quería dejar de bailar, ni de frecuentar tal sitio, ni de ver a aquel hombre. 

Había tratado de ocupar su mente en algo más durante esa semana entera lejos de la ciudad, pero era imposible. Aún tenía fresca en su memoria la imagen y llamadas que había estado recibiendo días atrás de aquel rubio. Tan solo logró descansar de lo cansada que había sido la semana, cuando se encontró de vuelta en Seúl, después de haber dado múltiples declaraciones a la prensa.

Después de la presentación en la que la clientela estuvo desorbitante, Jinwoo agarró su teléfono y le envió un mensaje al rubio para que se encontraran en el hotel. Tomó una ducha y se cambió a sus habituales prendas holgadas, y cuando volvió a agarrar el aparato, notó que aún no tenía respuesta y, aun así, no la esperó. 

Agarró su mochila y puso un cambio de ropa adicional que tenía en el armario de su camerino: desodorante, cepillo de dientes y su perfume. Aun los condones y los lubricantes seguían desde aquella vez, por lo que se aseguró de que los últimos todavía tuvieran contenido.

Caminó a paso seguro a la estación, donde tomó un bus que lo dejó en el mismo lugar que la primera vez. Repitió el mismo camino, pero con determinación diferente; no sabía cuál, aunque se mantuvo vigente luego de aquel último encuentro en su oficina y después de su primer ensayo de vuelta a Seúl. Subió por el ascensor hasta la puerta de la habitación. La abrió y tiró su mochila, no sin antes quitarse los zapatos, acercándose al rubio, quien yacía presente.

Misma bata, igual habitación, diferente sentimiento. 

Lo agarró de las mejillas y le puso sus dos pulgares contra los labios para acercarse a su cara. Sus ojos destellaban un deseo difícil de controlar. Dio un beso sobre estos, respetando sus reglas, dejando paralizado al mayor.

—Jinwoo... —Le quitó el nudo de la bata, metiendo sus manos y rodeando sus caderas, subiendo por su cintura hasta llegar a su pecho. El cual delineó con sus manos y estas fueron hasta sus hombros, descubriéndolos. 

Acortó la distancia de sus torsos en el que sus labios desesperados fueron a parar a su cuello. El hombre entre sus brazos tembló ante sus acciones. Para ese punto a Jinwoo no le importaba lucir hambriento, porque realmente lo estaba.

—Esta semana me he tocado tantas veces que ni siquiera puedo recordar la cantidad... ¿Qué clase de hechizo me has hecho, Lee Hyusang? —El mencionado parpadeó aturdido.

Lamió y chupó el mismo, dejando salir un gemido bajo, gustoso de poder volver a sentir esa piel con sus labios. Su respiración era agitada; su semblante era otro, nada comparado con el que acostumbra estar. Se quitó la camiseta, dejándola por el suelo; bajo su pantalón, también tirándolo a algún sitio de la habitación. Se acercó de nuevo a su jefe bajo la atenta mirada del mismo, tanto que su nariz rozó con la del mayor.

—No he parado de sentirme celoso por ese sujeto y por aquel trago que tomaste, ¿me darás la misma atención?

La confusión se hizo notoria en el rostro andrógino del mayor.

—¿Te refieres a la mamada? —El pelinegro asintió apretando la mandíbula.

Apoyando las manos a sus laterales, Hyusang reincorporó el torso sin dejar de mirarlo, ocasionando que la bata se abra, dejando a la vista su pecho desnudo. El cabello semihúmedo caía sobre sus cejas debido a la reciente ducha. Detalle que a Jinwoo le dilató las pupilas.

—Así que te has tocado pensando en mí —preguntó luego de tragar saliva en vano—. ¿Por qué? ¿Acaso deseas ocupar aquel vaso? ¿Quieres el mismo trato, conejito?

—Maldita sea, sí. Lo quiero —demandó el tatuado.

Sabía que no estaba siendo el mismo de siempre. La mirada de Hyusang se lo confirmaba. Ni siquiera él podía pensar en una razón coherente que explicara su comportamiento. El deseo era demasiado intenso como para concentrarse en excusarse.

—Lo quiero, quiero tu boca en mi polla. —El rubio era hermoso; Jinwoo no era ciego para no verlo; algo en su cabello semi húmedo lo ponía muy mal. Rozó de nuevo su nariz con la del mayor, sus labios temblorosos.

De pronto, un nuevo deseo lo invadió. Quería besarlo. 

El querer sentir esos labios sobre los suyos incluso provocó un malestar ansioso en él. Lo anheló, como un alcohólico en recuperación que necesitaba meterse en un bar. Lo ambicionaba como un junkie que deseaba inyectarse las venas. Sabía que estaba entrando en un juego peligroso, pero no contaba con ser el perdedor. Su naturaleza competitiva la creía segura de no mezclar blanco con el negro, pero allí se encontraba, haciendo fusión con el bien y el pecado.

Le pasó la mano por la espalda, dando pasos atrás, jalando a Hyusang hacia él en cada uno, dando inicio a lo que sería una lucha de miradas que no se atrevía a interrumpir. La maldita tensión entre ambos se volvió tan palpable que podría cortarla con cuchillo. Cuando el menor sintió la parte de rozar sus pantorrillas contra la base de la cama, deslizó sus manos por los brazos del contrario hasta sus hombros, presionando hacia abajo para ponerlo de rodillas, algo que el rubio hizo de forma obediente. 

Las pestañas del rubio aletearon antes de levantar el mentón con sus labios entreabiertos, respirando por la boca. Las rodillas casi fallan al tenerlo así. Los ojos brillantes de Hyusang no ayudaban, no cuando eran de ese tipo de ámbar que permitía apreciar el nivel de dilatación en ellos.

Jinwoo se sentó en la cama delante de él. Muy cerca de la orilla, antes de abrirse de piernas y acomodar al ajeno entre ellas, a la vez que se acercó su mano al rostro del rubio; no pudo evitar inhalar con fuerza el aroma del mismo por simple necesidad, acariciando primero su mejilla con su pulgar. Luego este viajó hasta sus labios, delineándolos con suavidad. Tuvo el atrevimiento de meterlo a su boca, donde Hyusang lamió este, causando un gruñido del azabache. Todo esto, sin dejar de mirarlo a los ojos.

Tragó saliva, siguiendo con la mirada la forma en que sus dedos trazaron las curvas de su rostro y hombros; solo entonces se lamió los labios.

—¿Cómo quieres que mi boca tome tu polla? —Hyusang rompió el silencio con voz gutural, tomando su muñeca, deteniendo su traviesa aventura.

Jinwoo se inclinó hasta que su boca rozó la oreja del contrario. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro cuando notó el mayor temblar.

—Como si tu vida dependiese de ello... enloquéceme. Hazme adicto de esa bonita boca tuya que tanto te gusta profanar dando espectáculos a esos idiotas. —Le lamió el lóbulo antes de apartarse—. Hazlo, Hyung, hazlo, ahora. Porque, mierda, duele como un demonio.

Hyusang lo jaló de las caderas; la acción lo hizo casi gemir por la brusquedad, pero lo reprimió.

—Hyung...

—Dime, conejito. —Hyusang ronroneó; sus dedos se engancharon en su bóxer para tirar este hacia abajo con la misma intensidad, esto sin apartar la mirada de aquellos orbes oscurecidos. Su miembro no tardó en imponerse en medio de ambos, sacándole el aliento al rubio. Jinwoo se encontraba completamente erecto; su punta brillaba ante la presencia del líquido preseminal.

Hyusang se inclinó con elegancia, yendo primeramente a sus hinchados testículos. Lamió uno de ellos, dedicándole el mismo espectáculo que hizo con la bebida, donde utilizó sus labios como amplios besos antes de ascender hasta el nacimiento de su falo, provocando jadeos roncos por parte del tatuado, quien apretó las sábanas entre sus manos.

Hyusang fue deslizando su lengua a lo largo de este; dedicó besos húmedos a sus costados, rozando sus dientes antes de ir a su capullo, levantando la mirada al ajeno mientras lamía lascivamente para pasar la punta de su lengua por su hendidura antes de introducirlo por completo a su boca, ahuecando sus mejillas en una succión que arqueó la espalda del bailarín.

Jinwoo tragó duro una vez más; por el abrumador placer que lo abordó, dejó las palabras atoradas en su garganta, siendo reemplazadas por un gemido de sorpresa. Estaba tan sensible que cualquier toque lo exaltaba. Miró hacia donde su polla estaba siendo atendida por el mayor, su boca incluso haciéndose agua. 

Esos ojos, que no se despegaban de los suyos, eran demasiado hipnóticos como para que la vergüenza lo motivara a apartar la mirada; estaba tan clavado en su magnetismo que se sentía envuelto hasta la médula. La vista desde arriba era sin duda una obra de arte que quedaría grabada en su memoria de largo plazo. Aquellos labios rosados de su jefe lo rodeaban de forma sublime, mientras sus pálidas manos no dejaban de moverse, tomándolo, estimulándolo y llevándolo a un abismo sin fin.

Una de sus manos fue hacia al este y agarró un puñado del cabello de Hyusang. Los ojos del menor se voltearon con un gemido casi animal, alto y claro, cuando sintió una ola desorbitante de placer que le contrajo todos los músculos del cuerpo. Podía eyacular ahí mismo, pero se obligó a atrasarse. No quería que acabara tan pronto.

—¡Jodeeer, Hyung! —Se le escapó. Con su mano sosteniendo el cabello, hizo presión hacia abajo, incitando a que continuara introduciendo su polla aún más profundo. Quería dejar su huella en aquella garganta si fuera necesario, pero necesitaba que lo hiciera en aquel momento, o perdería la cabeza—. Trágatela. Estoy seguro de que puedes con ella.

Hyusang empapó todo su falo con su saliva en una inconsciente lubricación. Tomando bocanadas profundas, fue deslizando su boca hacia abajo a la vez que pasaba sus uñas por los muslos gruesos del bailarín. Para cuando llegó apenas a la mitad, ya estaba rozando el inicio de su garganta. Rodeó este con su lengua, dando lametones continuos antes de ejercer suave presión a su laringe y finalmente introducirlo por completo. Su garganta vibró ante un gemido de gusto.

Jinwoo dejó caer su cabeza hacia atrás con una ligera sonrisa en su rostro. Sus dientes atraparon el aro de su labio a la vez que sus cejas se fruncían, concentrándose en lo que estaba sintiendo. Sin embargo, esta situación no duró significativamente, ya que volvió a observarlo con sus labios, entreabriéndose, sin dejar de arrugar las cejas y soltando constantes siseos.

—Eso, muy bien. —Su voz sonaba temblorosa, excitada, perdida en un sucio placer que jamás había experimentado.

Cuando llegó hasta la profundidad, una nueva vibración de la garganta del rubio gracias a su gemido le provocó uno a él. Sacó parte de su polla, pues no quería ahogarlo; solo entonces guió los movimientos de su cabeza; su propia boca no podía parar de hacer sonidos de gusto, porque, vamos... ¿Hace cuánto no recibía esta clase de atención?

Tiró del cabello del mayor, haciendo que su polla abandonara su boca hinchada. Se inclinó hacia él y con el índice de su otra mano le abrió de nuevo. Sonrió de manera retorcida, dejando saliva hacia ésta. Luego reunió un poco más de la misma y escupió en ella. Hyusang no tardó en tragar.

Jinwoo tomó su propia polla para golpearle la mejilla con esta, volviendo a colocar parte dentro de su boca. Esta vez, se recargó hacia atrás y movió su cadera, embistiéndole. Gruñó por lo alto cuando su abdomen comenzó a contraerse y envió corrientes por todo su cuerpo.

—V-voy, voy a... —No alcanzó a articular palabra, pues el orgasmo se apoderó de él; hundió un poco más la cabeza del mayor mientras liberaba su semen en su boca.

Hyusang experimentó constantes punzadas en su pene a causa de las acciones ajenas. Lamió los restos de aquella sustancia salada de su falo después de tragar su descarga para dedicarle un inocente beso en la punta de este para reincorporarse como si nada hubiera ocurrido, luciendo igual de impecable de siempre.

Se limpió la comisura de sus labios con su pulgar. Con una sonrisa altanera volvió su atención al desastre que había dejado en el menor. Sus brazos y sus piernas temblaban con notoriedad; el cabello se le pegaba en la frente, resaltando la rojez de sus mejillas.

—¿Estuviste esperando esto mucho tiempo, conejito? —murmuró acercándose para apoyar sus manos en el espaldar de la cama a cada lado de la cabeza del tatuado donde había terminado; se cernió sobre él para acercar sus labios a su oreja—. Una buena mamada es satisfactoria... Sin embargo, me acabas de comprobar que el sabor de tu polla es más delicioso de lo que imaginé; un poco de crema lo haría un manjar exquisito.

—Mierda... —articuló el contrario entre dientes.

Hyusang soltó una risita mientras lo miraba de forma descarada, ladeando la cabeza a la vez que se mordía el labio inferior.

—Oh, Jinwoo... Mírate. Tan jodido y hecho un desastre por un hombre —murmuró con voz cantarina, bajando la mirada a aquella obscena imagen—. Te metiste de fondo en un mundo que puede atraparte. Voy a joderte como no tienes idea, Kim. Te volverás tan adicto a mí que no querrás tener de nuevo esa vida monótona que tuviste antes de que esto empezara.

Jinwoo tuvo que cerrar los ojos por unos segundos tratando de recuperarse. Si se levantaba, caería al suelo. Volvió a abrirlo y observó al mayor; lucía aún más radiante que nunca y lo maldijo por eso. ¿Este malnacido era inmortal o qué demonios?

Reconocía esa sonrisa, sabía que era consciente de lo bien que lo había hecho sentir, el desastre andante que lo dejó siendo. Tragó duro; se sorprendería si el mayor no lo hubiera escuchado para ese punto, sobre todo, cuando su ritmo cardiaco era un caos total.

—Si yo caigo, tú caerás conmigo, Lee. Después de todo, quien tiró la primera piedra fuiste tú. —Ambas bocas casi se rozaron, pero Jinwoo solo suspiró en éstos sin tocarlos; besó su barbilla y sonrió levantándose de la cama. Su cuerpo se sentía relajado; aun así sabía que Hyusang estaba duro luego de haberle mamado la polla.

—¿Deseas que te libere, Kitten? Te has comportado tan bien. —Bajó su mano hasta la polla del rubio.

Hyusang levantó las cejas con sorpresa, ¿cómo lo había llamado?

—¿Quieres apostar, conejito? —Le miró con una sonrisa desafiante, soltando un suave gemido al sentirlo tocar su hombría. Mordiendo su labio, guio la mano ajena al interior de su propio bóxer para que le tocara directamente—. ¿Me llamaste "Gatito"? ¡Qué adorable eres...!

Jinwoo se sonrojó con fiereza. ¿Realmente se atrevió a llamarlo así?

—Eres tan bonito. No sabes cómo me prende saber que tengo al indomable K. JW tan dócil frente a mí. Suplicando atención —El rubio murmuró, poniendo sus manos en sus pectorales, haciéndolo retroceder hasta empujarlo de nuevo a la cama, mientras se lamía los labios—. Eres tan predecible, Kim Jinwoo.

Se deshizo de su propia bata para tomar el preservativo que yacía en la mesita de noche. Lo puso antes de deslizar su longitud en su interior, soltando un suspiro de gusto.

Jinwoo no podía olvidar de quién era el experto en este juego. Era Hyusang, que quisiera o no. Él tenía el control. De pronto, se sintió acorralado. Las palabras del rubio surtieron efecto y, en ese instante, sí se sintió como un conejito siendo cazado.

Sus ojos de repente volvieron a ser aquellos brillantes que daban a entender que no rompía un plato ante la vista del mayor, causando que el mismo riera enternecido. Para Jinwoo, el deseo era más y empujó cualquier temor lejos de su mente. Mismo que aumentó cuando su espalda tocó la cama. Le acarició las caderas, sosteniéndolas a medidas que el placer solo aumentaba. Le agarró el trasero apretándolo a su gusto, abriendo sus nalgas para mejor acceso a su culo con su polla.

Jadeaba en sintonía con el mayor, moviendo su cadera contra el cuerpo del contrario, metiéndolo por completo. Un pequeño bulto formándose en su abdomen a raíz de eso. Con una de sus manos, presionó ahí mismo. Bufó algo molesto, pues... deseaba quitarse aquel condón y sentirlo completamente. Llevó una de sus manos hasta la polla de Hyusang. La cual danzaba gracias a los movimientos de su dueño. Lamió esta, volviendo a masturbarlo, dándole especial atención a la punta de este.

—Hyung, ¿me puedo venir sin el preservativo? ¿Por favor? —Le acarició con la otra mano el torso, su piel brillante por el sudor, el mismo que le pegaba el cabello en la frente.

—No. —Gimió entre dientes, moviendo sus caderas con más fuerza, sintiendo como su orgasmo estaba cerca. Apoyo las manos a los costados de la cara del tatuado mientras repartía besos por su cuello sin dejar de moverse—. Reglas son reglas, conejito.

En el momento que el orgasmo lo invadió en espasmos, soltó un fuerte jadeo de gusto.

—¿Satisfecho? —preguntó tratando de recuperar el aliento mientras acunó la mejilla del menor en su mano para acariciarla—. Te ves tan bien en esta posición, Kim Jinwoo.

Le dedicó una lamida a lo largo de su mandíbula. El mencionado en respuesta ladeó su cabeza, dándole mejor acceso a su cuello, cerrando los ojos en el proceso. Pasó sus brazos por la espalda de Hyusang cuando volvió a tener otro orgasmo dentro del forro, suspirando por largos segundos.

—Bastante. —Compartieron una larga mirada.

Jinwoo lo maldijo en ese instante, porque en aquel momento, por la manera en que su jefe lo estaba mirando, se sintió ser el humano más hermoso que había visto en su vida.

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