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"LA SOMBRA DE LA ESTRELLA NOCTURNA"

«"Cariño. En el momento en que crezcas, vas a enfrentar tipos de situaciones y personas que perturban el orden de nuestra sociedad, insultan la naturaleza y la plantean como una normalidad cuando no es así. Evita ese tipo de gente porque solo traen problemas con sus anormalidades"». Fue una de las primeras enseñanzas que recibió a temprana edad.

Desde que tenía uso de razón, Jinwoo era consciente de sus privilegios; después de todo había nacido fruto de unión en una familia adinerada, por lo que tuvo esa clase de vida en la que los límites eran difusos y siempre obtuvo lo que quería. Jinwoo entró a la etapa de rebeldía justo cuando inició sus cambios físicos como adolescente y manifestándolos antes que sus compañeros de clase: creció mucho; era el estudiante más alto de su grado, para no decir que su altura igualaba a los de último año de secundaria, a pesar de que apenas estaba iniciando. Su metabolismo le permitió darse el lujo de comer sin subir de peso, y su fascinación por los deportes le ayudó a obtener fácilmente músculo.

Sus ojos, con el paso de los años, adquirieron una frialdad conforme su rebelión lo motivó a tatuarse por primera vez cuando aún era menor de edad; oponiéndose de manera inconsciente a las exigencias de sus progenitores, ganándose así riñas por parte de ellos, quienes para ese entonces se sentían responsables por sus actitudes al haberle dado muchas libertades y gustos.

Bienvenidos a Gangnam-gu. Gracias por viajar con nosotros. Por favor, tengan cuidado al bajar del autobús —la voz en los altavoces lo sacó de sus pensamientos, por lo que se apresuró a bajar del mismo.

Jinwoo había continuado creciendo de manera sorprendente hasta convertirse en una persona atractiva y exitosa en lo que se propuso, porque para entonces, había triunfado en aquella área de la danza... Le gustaba, quizá, mucho, pero las artes marciales y el boxeo también formaron parte esencial en su vida. Probablemente, estaba predestinado a ser una gran estrella en aquellos deportes desde niño, y sus padres fueron los primeros en notarlo. ¿Quién iba a pensar que iba a terminar de ese modo?

La presión y la denigración de sus decisiones terminaron quebrantando la relación de Jinwoo con sus padres, porque Yuna, su novia, era de baja sociedad y el no renunciar al amor que le tenía... Los Kim olvidaron que tenían un hijo, y él olvidó que tenía padres en el instante en que decidió romper cualquier conexión que lo uniera a ellos. Después de todo, estaba enamorado y no pensaba arruinar una relación de años por los deseos de sus padres.

Jinwoo esquivó personas mientras sostenía su vieja mochila contra su hombro. Con su rostro tenso, iba a tiempo. Aun así, por alguna razón, cuando se trataba de su trabajo nocturno, siempre tenía prisa. Porque con los meses había desarrollado un pensamiento que lo ayudaba a llevar mejor las cosas: si llevaba temprano, podría irse del mismo modo. El considerar de nuevo al sitio que iba siempre le causaba cierto malestar físico. Por lo que siempre encontraba la forma de recordarse la razón por la que hacía eso:

«"La enfermedad poliquística del riñón es un laberinto silencioso en el cuerpo humano, donde cada quiste es un eco de la lucha silenciosa en que se libran los riñones, un recordatorio de la fragilidad de la salud renal".» Le había revelado Yuna días después de que se sumió en una profunda depresión sin revelarse el diagnóstico: « "Es una enfermedad hereditaria. Mis padres creían que podría ser diferente en mi caso, pero avanzó y no tengo maneras de pagar mi tratamiento".»

El sentimiento de impotencia y miedo que Jinwoo sintió aquel día no era nada comparado con cualquier experiencia vivida. El amor de su vida estaba enfermo. Había esperanza, pero aquella tenía un alto costo.

¿Por qué ella? ¿Por qué en el momento en que habían logrado tener algo de estabilidad en sus vidas? Eran las preguntas que se hacían diariamente, que jamás recibían respuesta. Pero no podía esperar a que llegaran. Debía actuar para salvarla.

Debido a que los tratamientos de Yuna eran demasiado costosos, intentó buscar más de dos trabajos, tres y cinco, los que fueran necesarios. La familia de la chica intentaba aportar lo que podían, pero llegaban momentos en los que lograba faltar gran parte del dinero. Sobre todo, cuando su salud empeoró y Yuna se vio obligada a dejar de trabajar. Dejando a Jinwoo con la carga.

Por lo tanto, preso de la desesperación y con sus ahorros a punto de terminarse, tuvo que recurrir a lo que consideraba su mayor humillación: ser un bailarín de un club nocturno. Fue entonces cuando toda aquella locura inició poniendo su vida patas arriba.

Jinwoo tenía sentimientos encontrados con su trabajo. No iba a negarlo; la mirada de ciertas personas en concreto lo hacía sentirse asqueado bajo su propia piel; sin embargo, su amor por la danza fue el consuelo de hacer lo que le gustaba en un sitio que le provocaba repulsión, pasión que aminoró de forma mínima sus largas noches laborales. El lugar y el personal que trabajaban en él le generaban incomodidad. No era partidario de ver a dos sujetos compartir saliva o encuentros de pareja; le parecía la cosa más... rara del mundo.

Casi podía escuchar el sermón de su madre cerca de su oído momentos antes de subir al escenario, donde su color asignado le indicaba su entrada.

«"Evita ese tipo de gente porque solo trae problemas con sus anormalidades".»

Estaba en la punta de un iceberg cuya cima se encontraba alejada de la realidad. Probablemente, sus días seguían volviéndose muy ocupados, pero eso no influía en que no pudiese notar la manera en la que todos disfrutaban de sus presentaciones en aquel lugar. Jinwoo limitaba su interacción dentro de Eros de la forma más profesional posible. En sus tres años laborando allí, podía contar con sus dedos las ocasiones en que habló con él, su jefe.

En realidad no le veía últimamente; parecía que aquel hombre de ojos grandes, sumamente rasgados, era muy ocupado. Cada vez que podía, se preguntaba: ¿Su vida era tan ostentosa como parecía? ¿Cuántos años tenía siquiera? Las ocasiones en las que interactuó con el dueño de Eros sucedían en la renovación de contrato, acuerdo que sucedía cada dos años. Por lo que apenas recuerda haberlo visto en su oficina al final del pasillo de camerinos. Y tampoco era que le fuera lo suficiente relevante para él. Lo único que sabía con certeza era que ese sujeto era... homosexual.

Para cuando llegó a Eros, el sol yacía descendiendo por el horizonte. Solía llegar un poco más tarde, pero aquella ocasión presentaría una nueva coreografía.

Sus ojos fueron a su entrada principal que se presentaba como un portal a un mundo de exagerada elegancia y misterio. Las puertas negras, pulidas hasta alcanzar un brillo espejado, están adornadas con detalles artísticos en colores plateados. A ambos lados, columnas de vidrio dan vista a lo que sería un pasillo, a cuyos costados yacen luces verticales que proyectan una iluminación suave y seductora que realza la majestuosidad de la entrada. El nombre del club, "Eros Club", se mostraba con orgullo en la parte superior, prometiendo una experiencia inolvidable.

—Aquí vamos de nuevo —murmuró para sí mismo.

Una vez atravesó aquel pasillo, el espacio se abrió a un amplio salón de gran medida, cuyas paredes oscuras tenían un diseño lineal vertical hacia el techo, moderno y elegante. El color negro predominaba en ellas, pero se interrumpían por unas franjas plateadas que reflejaban luz y añadían un toque de brillo.

El suelo tenía un diseño geométrico que consistía en azulejos negros que eran parcialmente iluminados por las luces LED incorporadas entre las mismas. El efecto era hipnótico y sugerente, en especial cuando cambiaba sus tonalidades de acuerdo a la presentación y el bailarín que estaba llevando a cabo su rol. Detalles no recomendados: si yacían con migraña, sería una tortura inhumana.

Después de dejar su mochila en el camerino, se dirigió al escenario donde pudo distinguir a Park en el segundo piso maniobrando los controles; solo entonces notó que había más iluminación de lo que recordaba en ciertas zonas del club. Mientras estiraba las extremidades paseándose por el espacio, observó éste de forma detenida.

El escenario principal tenía en su suelo pequeños compartimentos donde los poles yacían ocultos, al igual que las telas por encima de su cabeza fuera de la vista de los clientes. Después de todo, Eros era caracterizado por el pole dance. La gracia de la danza área y la energía contagiosa de los bailarines en conjunto se fusionaban en un torbellino que dejaba a su público extasiado.

A medida que los ojos oscuros de Jinwoo recorrieron el lugar, llegó a una conclusión: las instalaciones estaban meticulosamente diseñadas, abrazaban la estética elegante y minimista, donde su gama de colores predominaba el negro profundo, el plateado exageradamente reluciente y un rojo oscuro rayando a lo sensual, se entrelazaban para crear una paleta que era armoniosa para la vista.

Enormes bolas plateadas de disco eran sostenidas de tal forma que hacían creer que flotaban por encima del público. Los suelos del área preferencial en torno a las mesas estaban ligeramente más elevados. Esto permitió incorporar iluminación entre aquella desigualdad, que junto al escenario, como las áreas alrededor del interior del club, destilaban una gama de tonalidades de colores. En el momento en que se llevaban a cabo las presentaciones, estas adquirían una gama de tonos oscuros y claros que hacían armonía con toda la escena y acompañaban en conjunto al bailarín.

El suyo era el rojo.

Su cuerpo se detuvo en el momento en que reconoció la cabellera rubia de Lee Hyusang en el área general de bebidas junto a Sunny. La chica frente a él escuchaba con atención lo que sea que el dueño del club decía. La cabeza de Jinwoo se ladeó ligeramente a un costado mientras se quitaba el auricular de una de sus orejas, ignorando el hecho de que la canción que tenía programada para ensayar se había iniciado de nuevo.

—El jefe regresó de su viaje y tú eres el show principal de hoy; probablemente esas sean las causas de que el sitio se llene más de lo normal —Han Sungmin mencionó a su lado, uno de los bailarines principales junto a Jinwoo; ambos tenían la misma edad, aunque el azabache era uno de los bailarines más altos de la categoría masculina en Eros junto a Kim Woojin, quien tenía una altura de 1.96; Jinwoo medía 1.98.

El tatuado dedicó un vistazo a su dirección en respuesta, agarrando el teléfono que había dejado en el suelo varios pasos frente a él.

—Estoy al tanto, a excepción de su regreso —mencionó, buscando en su lista de canciones la otra que había elegido como dueto de aquella noche junto a Sungmin—. ¿Adónde fue esta vez?

—Tailandia. —El azabache asintió lentamente, jugueteando con el arete de su labio inferior para agarrar su botella de agua. ¿Cuánto tiempo crees que se quedará esta vez? Escuché que tenía pensado negociar con el local que está al lado para abrir algo.

—No es como si su ausencia vaya a dejar en pausa lo que hará con su dinero —Sungmin rió entre dientes—. ¿Ya calentaste?

El castaño asintió en respuesta, poniéndose en su ubicación para aguardar a que la canción iniciara desde el teléfono de Jinwoo. Los movimientos de ambos fueron coordinados como producto de horas de ensayo semanales previas, y claro, Jinwoo era la persona más exigente en ese ámbito. Muchos de los bailarines querían colaborar con él, pero pocos lograban soportar el ritmo y su exigencia. En especial, se debía tener una piel gruesa en cuanto a recibir críticas duras por parte de éste si la sincronización no salía como planeado.

Colaborar con Kim Jinwoo era un gran desafío que solo los experimentados lograban hacer. En especial, si se debía convencer a la cabeza fría detrás de la coreografía: Park Minjae, la mente maestra de todas las coreografías de Eros Club, o al menos las de tierra firme, ya que el que hacía la magia en los performances aéreos como de Pole no era nadie más ni menos que él, el heredero de Eros: Lee Hyusang.

Esa noche el escenario se veía más iluminado; parecía una de esas pasarelas de moda; en realidad todo el lugar era la clase de sitio para adultos donde únicamente asistían personas con esos gustos peculiares que Jinwoo seguía viendo como raros. El azabache se vio una vez más al espejo, mientras su piel brillaba producto del aceite corporal, y después de haberse estado dedicando a colocarse aquel atuendo, sencillamente esperó el momento en el que tuviese que salir de ahí...

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