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"DESNUDEZ DEL ALMA"

—Me gusta su... piel —Jinwoo, con cierta duda, lo musitó; cuando se detuvo a pensar si estaba bien decirlo, ya lo ha soltado. 

Había pensado en voz alta, pero no le puso mucho cuidado. En cambio, volvió a subir hasta su espalda, apretando en las zonas correctas con la fuerza adecuada como para que fuese placentero y más no doloroso. Hyusang sonrió en respuesta, sintiendo sus mejillas calientes. ¿Kim Jinwoo acababa de admitirle que le gustaba su piel? 

—¿En serio te gusta?  —El contrario hizo un ruido de afirmación con la garganta.

 —¿Puede darse la vuelta? —Deprisa, Jinwoo se retiró de la posición en la que había estado, quedando arrodillado sobre la cama. 

Cuando Hyusang obedeció, aún tenía una amplia sonrisa en su cara mientras se aseguraba de que la toalla no se aflojara soltando un suspiro. Algo que solo intensificó el calor en la contraria. 

—A mí también me gusta tu piel, Kim Jinwoo. —El mencionado sonrió con amplitud.Ambos compartieron una mirada cómplice. 

—Te ves... mejor. ¿Ves? Tengo buena mano. —Jinwoo soltó en tono bromista. 

—Estoy muy de acuerdo con eso. Voy a pagarte. Has hecho un mejor trabajo que decenas de profesionales —murmuró Hyusang clavando su vista en el rostro ajeno; la manera en que la piel le brillaba bajo la luz artificial del bombillo lo motivó a sonreír. 

Pero esta se borró en el momento en que supo que así no podría disimular el hecho de que su toque lo estaba excitando, y maldijo para sus adentros, por eso, mientras recargaba las manos detrás de su cabeza. 

En cuanto volvió a estar encima, Jinwoo le vio a los ojos; sin embargo, enseguida agitó su cabeza en una acción de negación inmediata. 

—Claro que no. No vas a pagarme por esto, solo lo he hecho para ayudar también. —Jinwoo se quejó, soltando luego una risita ronca. 

Solo entonces Hyusang pudo notar cómo el sudor descendía a través del abdomen de Jinwoo. Estaba seguro de que la medicina se hallaba haciendo efecto pronto. Detalle que lo motivó a tragar saliva. 

—Seguramente. Usted parece ser de esas personas multitareas que hacen muchas cosas a la vez, tienen muchos talentos y todo lo ejecutan bien —declaró aquello, porque fue lo que había estado pensando de él desde que empezó a conocerle a fondo. 

—¡Para nada! —Hyusang se rio con ganas—. Aunque no lo creas, hay cosas que se me dificultan hacer. Pese a que mis conocimientos puedan atribuirse al hecho de que fui criado por mi padre, quien temía que no pudiera valer por mi cuenta cuando faltara, hay muchas tareas en las que me quedo corto. 

—¿El señor Lee le enseñó todo lo que sabe? —Hyusang asintió con sus ojos brillando. 

—Así fue. —Jinwoo quiso preguntar por su madre, pero una parte de él consideró que sería un tema que Hyusang le mencionaría por voluntad, por lo que no quería ser él quien sacara el asunto, por respeto. 

Sus manos se frotan de nuevo entre sí, bajando la mirada de regreso a su cuerpo cuando le tiene boca arriba. Mismas que se aferraron a su torso desnudo, sobando el sitio, ya húmedo, y luego va directo a su abdomen, que en realidad causaría envidia a cualquiera; solo por lo tonificado que luce presiona sus nudillos haciendo movimientos circulares en este. 

—Antes no me agradaba usted, señor Lee —confesó de repente, mordisqueando su labio. La punta de su lengua jugueteó con insistencia con la perforación mientras las puntas de sus falanges se hundían en su cintura. Kim le observó bajo las largas pestañas solo para admirar las reacciones de su toque. Hyusang, por su lado, le escuchó con atención, soltando ocasionales suspiros—. Pero me he llevado la lección de no juzgar a las personas por la portada. 

—Pensé que no te agradaba por el hecho de ser gay. —Jinwoo arrugó la nariz, avergonzado. 

Pero él, más que nadie, era consciente de los rumores que circulaban de sí mismo en Eros. Nunca le importó si era honesto, ni siquiera se inmutó ante ellos. Después de todo, no había alguien allí por quien temiera decepcionar, pero en aquel momento estaba pensando más en ello. 

—Sigue pensando que soy homofóbico, ¿no es así? —interrogó manteniendo aquella sonrisa, ahora sus yemas van en descenso por su abdomen bajo, hasta el inicio de su pelvis, en tenues movimientos circulares—. ¿Sigue creyendo que odio a la gente como usted, Señor Lee? 

Hyusang contuvo el aliento, el vello de su piel poniéndose de punta, al mismo tiempo que su ritmo cardíaco terminó perjudicado. 

Trató de mantener su mente en blanco, más las acciones y la voz enronquecida de Jinwoo le hacían la tarea complicada. Se vio a sí mismo ronroneando producto de las caricias del tatuado, detalle que fue notado tiempo atrás por el pelinegro, quien parecía sorprenderse cada vez más ante las ocasiones en las que comparaba a Hyusang con un felino. Quería dejar de hacerlo, pero le era imposible cuando situaciones como esa se presentaban frente a sus ojos. El flequillo rubio casi se le pegaba a los ojos cuando cerró sus párpados e inevitablemente cayó profundamente dormido. 

—No. Bueno, yo... —Jinwoo detuvo su palabrería a penas y observó aquel cuerpo dormitando, algo que causó que soltara una risita divertida. 

Se alejó de su cuerpo para poder levantarse de aquel espacio, extendió las sábanas pronto, y las colocó sobre la silueta ajena, apartó varios mechones rubios de su frente, y luego cerró las cortinas, percatándose de los fuertes truenos repentinos. Seguramente llovería a cántaros, por lo que entendía el calor de la mañana. Después de haber abandonado la habitación, llegó de regreso a la cocina. 

Con algo de pereza y a pasos lentos, salió de la habitación y fue a la cocina hasta el refrigerador, sacando algunas cosas para cocinar. Era bueno cocinando, no experto, pero se había valido de sus conocimientos en cocinar para sobrevivir viviendo, sin mencionar que Yuna también formó parte de ello. Si entonces él sabía cómo valerse por sí mismo, no estaba tan mal vivir solo en un apartamento, ¿cierto? Aun así había momentos en los que se volvía a preguntar si aquello estaba siendo cruel para él. Cuando se sentaba a comer en aquel comedor a solas, obtenía la respuesta. 

Por más que tratase de evadir sus pensamientos, reemplazando su tiempo libre para no sobre pensar. Haciendo cualquier cosa o trabajando, Jinwoo sabía que ese era su mecanismo de defensa para bloquear el dolor. Porque, aunque no fuese evidente, extrañaba a la chica con la que había empezado todo. 

Enseguida, aquella cocina y parte de la pequeña sala se habían contagiado con aquel exquisito olor que emanaba directamente de la misma y de la estufa donde Jinwoo se había dispuesto a hacer algo de cenar para ambos. 

Cuando su jefe despertara, seguramente se sentaría a comer con él para cenar. Después de todo, solo habían comido sopa, por lo que estaba seguro de que el hombre también estaba cansado al quedarse dormido solo al comer aquello y para cuando eso sucediera, la comida no se encontraría tan caliente.

Hyusang, en sus veintinueve años de vida, había tenido ciertas dificultades a la hora de querer obtener algo, no porque se le fuera difícil, o tal vez quiso creer que su orientación sexual pública sumada a su directorio como un club controversial tuvo algo que ver en convertirlo en una especie de blanco para los depredadores. 

Aquellos que en cierto modo lo vieron como un trozo de carne que podían echarle en manos, porque para ellos era más fácil de salirse con las suyas cuando los prejuicios sociales les daban favor a los agresores que a las mismas víctimas por el simple hecho de ser como eran. Cuando la realidad era todo lo contrario. 

A Hyusang le había costado sangre y sudor escalar a la posición actual, aun cuando fue heredero legítimo de un club que para entonces ya lo consideraban un tiempo perdido. 

Su compromiso con la promesa que le hizo alguna vez a su padre de mantener el sitio vigente lo motivó a partirse el lomo para hacer que cada sacrificio valiera la pena, y eso incluso el valorizar a cada empleado como si fuera parte cercana de su círculo social le había brindado de algún modo un apoyo al que le necesitaría; sin embargo, nunca imaginó que su benevolencia lo llevaría a tal situación. 

El heredero de Eros dejaba caer pequeñas gotas de sudor a causa de la exigencia física; sin embargo, el dolor muscular había desaparecido. Afianzando el peso de su cuerpo en sus cuatro puntos, tomó una gran aspiración, sintiendo cómo el cuerpo de Jinwoo se cernía detrás de él. 

El enorme tatuaje en la espalda de dragón del bailarín brillaba bajo la tenue luz y la capa gruesa de sudor; su cabello caía sobre su frente al mismo tiempo que sus ojos casi negros devoraban visualmente al hombre que yacía hincado en sus extremidades, aguardando a ser domado por él. Para ese punto, Jinwoo no tenía fuerzas para resistirse más. 

De hecho, nunca las había tenido. Desde el momento que cruzó esa puerta de hotel aquella noche, se había envuelto él solo en aquel sinnúmero de sensaciones, y luego, le atrapó, sin remedio alguno. Le jodía tanto el hecho de sentirse tan duro e impasible por el rubio, ese que lo había hecho tropezar tanto desde su llegada. 

Jinwoo todavía no lo sabía con certeza, pero le encantaban las provocaciones ajenas. Al haber terminado con aquella acción, a pesar de preguntarse aún, ¿era un desquiciado por ceder ante sus propios deseos de obtener tanto dinero como pudiese? Podría llevarlo al punto inicial de solo volver a lo que no fue antes de firmar aquel contrato. Aun así, no lo deseaba, no en ese momento. 

Se encontraba algo agitado, ansioso. Se dio cuenta de que lo tenía en sus piernas. Segundos después, lo tomó con suma facilidad, recostándolo boca abajo sobre la cama, alzando sus caderas con su brazo, y obligándolo a acercar aquellos blancos glúteos a su pelvis. 

Tan solo se dio cuenta de que se encontraba malditamente enterrado entre sus estrechas paredes, quejándose con aquel tono de voz profundo, ronco, después de haberse introducido de una sola estocada, al menos hasta la mitad, debido a las sensaciones tan calientes que manipulaban todo su ser. Estaba jodido. Se sentía más ligero al estar dentro de él y eso ya estaba en una maldita necesidad desde que habían iniciado todo aquello. 

Tenerlo así era un espectáculo demasiado sicalíptico. 

—¿Qué fue lo que dijiste? —Jinwoo preguntó con voz gutural. 

Hyusang tembló en respuesta. 

Jinwoo tomó con fuerza sus caderas al ver cómo las levantaba más, sin escatimar la enorme longitud que tenía dentro, ante los ojos del tatuado. Se veía tan bien en esa posición. Atrajo su torso desnudo y formado, así quedando su pecho contra aquella espalda desnuda y estilizada. Juntas, se asomó por su cuello y acercó sus labios a su piel. 

—Repítelo de nuevo. Hyusang-ssi. 

«No te corras aún, Lee Hyusang» se exigió el mencionado mentalmente una y otra vez. 

Aquella marca rojiza alrededor de su entrada ante el voltaje de sus estocadas solo le indicaba lo duro que lo estaba llevando. El bailarín gruñó, sintiendo su garganta tan seca; nada se comparaba al deleite de estar tan dentro, profundo, tocando aquel punto dulce en su interior, rozándolo con facilidad, su glande contrayéndose. 

—Lo quiero duro —el rubio repitió con voz inestable. 

Jinwoo sonrió. 

Estaba perdido en la escena frente a sus ojos oscuros y dilatados. Jadeó con profundidad tras sentir aquella intromisión de su parte, apretó el agarre en sus caderas. Una vez que disminuyó el ritmo que llevaba, su mano se deslizó a través del torso ajeno, acariciando cada punto del mismo, hasta que siseó, pudiendo palpar el contorno de su erección, resaltando en el abdomen bajo del contrario. 

Pronto, relamió sus labios con una sonrisa, sus largos dedos trazaron aquel contorno y luego apretó un poco, observándolo marchitarse debajo de él. Los glúteos del contrario chocan incesantemente contra su pelvis. Jinwoo se encontraba ido, y ocupado en sentir con atención cómo la dura erección se hundía una y otra vez en aquella entrada muy estrecha para él. 

El vientre de Hyusang se contrajo en medio de espasmos cuando se corrió, motivando al ajeno a jadear. 

—Mierda... —articuló entre dientes. 

Sus labios hinchados se entreabrieron en aspiraciones sonoras y bajó la mirada. Apreció cómo un ligero bulto se formaba en su vientre bajo cada vez que Jinwoo se introducía por completo. Su pecho cosquilleó de gusto, y una sensación de victoria lo motivó a sonreír con autosuficiencia. 

Tenía a Kim Jinwoo, el mejor bailarín de todo Seúl, follando su culo con tal necesidad que por un momento juró que este había pasado por un gran duelo de abstinencia. Lo estaba empotrando con intensidad, como si estuviera descubriendo un nuevo mundo al que estaba maravillado de conocer.

Pensamiento que solo alimentó su ego. 

El tatuado gemía deliciosamente cerca de su oído, casi como si fueran sonidos celestiales, y no estaba muy lejos de serlo. Kim Jinwoo se hallaba ofreciéndole el cielo y el infierno. Le estaba permitiendo sentir uno de los mejores polvos que alguna vez sintió en su vida. 

—Córrete, conejito —susurró cerca de su oído para morderle el lóbulo de su oreja antes de echar su cabeza hacia atrás, soltando un gemido de liberación en el momento en que se corrió por tercera vez. 

Jinwoo no pudo sostenerlo más. En el instante en el que sintió aquella corriente intensa a través de su espina dorsal, ahogó un gemido grueso, tan grave, su voz sonando tan rasposa, mientras perdió el control de lo que sucedía con su cuerpo. 

Solo entonces lo supo; él iba a quedar lo suficiente idiotizado e incrédulo por cómo se había llegado a sentir esa noche, de nuevo. Lo mucho que había hecho con él en un corto tiempo y cómo su percepción fue cambiando de forma radical a lo largo que se adentró en el mundo de Lee Hyusang. 

Echó la cabeza hacia atrás, sumergido en el orgasmo mientras soltaba crudos embates, aquel sonido escuchándose por todo el perímetro de la habitación a la vez que jadeaba, corriéndose de forma sucia en el profiláctico. Estaba tan abrumado por el extasis, su temple cayendo a medida que los chorros de semen se colaban por los muslos sucios del que era su jefe.

El sonido viscoso de ambas pieles, mezclándose, fue lo que continuó escuchándose. Sus brazos sostuvieron aquel cuerpo mientras seguía procesando el orgasmo que había arrasado con todo. Jinwoo parpadeó con incredulidad. Estaba tan satisfecho, en realidad, jamás creyó que sería así como iba a terminar todo. 

Dejó caer su frente sobre el cuello ajeno, cansado después de todo el acto tan descaradamente obsceno que habían vivido dentro de la habitación que suponía que no volvería a pisar hasta el día siguiente estipulado. 

Pero se vio incapaz de aguardar y eso fue lo que más le sorprendió. 

—Hyusang-ssi... ¿Quiere que me vaya? —inquirió ahora casi muy cerca de los labios ajenos, soltando una exhalación bastante fuerte, cuando se dio cuenta de que la ropa de ambos estaba desparramada sobre el piso, y que aquella superficie era un desastre lleno de semen y otros fluidos. 

Jinwoo analizó una vez más aquel rostro, queriendo descifrarlo. Hyusang apartó la cara de la cercanía del contrario, bajando la mirada para quitarle el condón. Hizo un nudo ciego con este para tirarlo en la cama. 

—Si quieres marcharte, entonces hazlo. La habitación es mutua, si deseas quedarte, quédate —el mayor respondió. 

El rubio buscó en el cajón de la mesita de noche los paños húmedos que había comprado y limpió el desastre que había hecho, tanto en él como al tatuado antes de meterse a bañar primero. 

Esperó a que el hombre pudiese salir del baño para imitar su acción, una ducha bastante corta. Al menos estaba seguro de ese modo; tenía alguna esperanza leve de que su novia iba a poder resultar con mejorías; en todo caso eso era lo que estaba esperando a que sucediera. Su mente quedó en blanco cuando decidió dejarse de martirizar a sí mismo. Luego se preocuparía por la falta de moral que no le cabía nunca en el cuerpo. 

En cuanto abandonó el cuarto de baño, y tras haberse secado bien, tan solo se colocó la primera bata de color oscuro que vio; volvió a sentarse en uno de los sillones más cercanos a aquel enorme ventanal, que en realidad dejaba la vista de la ciudad completa e iluminada ahí. Era tarde, había perdido la noción del tiempo, sin tomar en cuenta cuánto habían durado de ese modo sobre aquella cama. 

—Gracias. —Fue lo que Jinwoo mencionó enseguida cuando Hyusang volvió aseado a la habitación. 

A veces la vergüenza ni siquiera cabía por completo en su cuerpo. Cada vez que iba hacia él para que le adelantara su sueldo, era humillante, sobre todo porque era el único de sus compañeros que hacía eso. 

—¿Por qué me agradeces? —El rubio le miró con curiosidad. 

—Yuna se ve con mejor semblante de lo que pudo verse en muchos meses y eso... gracias a ti —reveló. Hyusang asintió con lentitud. 

Jinwoo se levantó y se deslizó fuera de la bata, tirando la misma al primer cesto que vio. Sin importarle mucho si le estaba dando un espectáculo nudista a su jefe, rebuscó algo de ropa limpia entre sus pertenencias. Acostumbraba a llevarla siempre; por lo general sus atuendos solían ser incómodos; era por eso que llevaba ropa de su estilo que en su mayoría era oversize callejero. 

—Será la última vez que le pediré un adelanto, quizá encuentre otro trabajo y las cosas mejoren, pero en realidad, solo quería agradecer por haber accedido demasiado fácil a lo que le pedí, en verdad. —Hyusang gruñó en respuesta. 

—No quiero que sigas abusando de tu salud, Kim. Recuerda lo que sucedió. 

—Lo sé, Hyusang-nim, pero no me gusta abusar de su amabilidad, señor Lee. 

—No eres el primer bailarín que ha acudido a mí por asuntos personales. Ustedes hacen que mi club funcione. Eros está donde está gracias a cada uno, en especial, a ti. —Le miró con una sonrisa sincera—. Has hecho más de lo que crees para mí, Kim Jinwoo, de lo que mi dinero jamás podrá pagar todos tus sacrificios. Sé que este trabajo es demasiado para ti, que no toleras a personas como yo, es algo que no puedo controlar, si bien puedes marcharte, Jinwoo. Siempre formarás parte del hogar que construimos en el club, aunque no lo consideres así. 

—Hyusang-ssi... 

—No tienes que intentar justificarte, Kim. Lo entiendo perfectamente. Lo has hecho bien. Jinwoo. Has hecho un excelente trabajo. —Se peinó el cabello húmedo hacia atrás para mirar la cama de forma pensativa—. Ahora he notado que sueles ducharte más rápido de lo que imaginaba. 

—¿A qué se refiere? —Jinwoo frunció el ceño con confusión.

Hyusang rio sin muchas ganas sin mirarlo. 

—Consideré que tomarías más tiempo de lo acostumbrado en la regadera, ya sabes, tallar tu cuerpo. —Hizo la demostración con una sonrisa. Jinwoo continuó con el rostro serio—. Quitar rastros de lo que pasó en esta cama.

El pecho de Jinwoo se comprimió; ¿realmente Hyusang consideró que hacía eso después de que acostaban? La sola afirmación incluso lo ofendió.

—¿Por qué cree que haría eso? —Hyusang se encogió de hombros en respuesta. 

Esa era la milésima vez que lo hacía en solo observarlo. Por esa noche ni siquiera pensó en dejar de hacerlo. En cambio, no pretendió disimular. Lo vio ponerse un pantalón de dormir y acomodar la cama. Durante ese tiempo Jinwoo intentó convencerse, o más bien, está convencido de que eso debía quedar en aquella noche, sencillamente fue como salió de su propio trance. Jinwoo sabía en lo que se estaba involucrando. Sabía que esto era serio. 

—Muchas gracias por sus palabras, señor, he tratado de dar lo mejor de mí, estoy contento de que se vean los frutos, prometo esforzarme lo más que pueda para continuar de esta manera —Fue todo lo que pronunció cuando dio varios pasos hacia atrás, colocándose ropa limpia, observándole de reojo de vez en cuando, creyendo que sus palabras fueron acertadas después de todo.

Así fue como Jinwoo le observó por última vez antes de recostarse a su lado.

Taeyang aplaudió con fuerza frente al rostro de Jinwoo, no solo trayendo a la realidad a un tatuado pensativo, sino también llamando la atención de las personas que yacían comiendo en las camillas cerca. Yuna compartía habitación con dos mujeres más. 

Su mejor amigo se había animado a visitar a su novia cuando lograron hacer un espacio en la apretada agenda de ambos, pero aun así, Jinwoo era más un ente de pensamientos que persona misma, yacía ensimismado en sus dilemas internos que Taeyang casi juró sentir que hablaba solo, que era acompañado por un fantasma cuya atención no era recíproca.

—Sigue así, Kim Jinwoo-ssi y podrás irte al diablo. Me iré. —Lanzó el chico de cabello castaño oscuro natural como ultimátum.

Jinwoo arrugó su nariz en respuesta. Yuna soltó una risita. Había pasado mucho tiempo desde que había visto aquel par en conjunto. Pues ella era más que consciente de cómo luchaban para encontrar un espacio para poder encontrarse. En esa ocasión sintió algo avergonzada, quería que su novio pasara un momento agradable con su mejor amigo, pero ambos quisieron ir a verla antes de armar un plan.

—Lo siento, Hyung. He estado pensando.

—¡Sí, has estado pensando más de lo que existes! —interrumpió Taeyang, frustrado—. Salgamos esta noche.

—Hyung...

—Deberías considerarlo, Oppa, será aburrido quedarse en casa en tu día libre. —Jinwoo escuchó a su novia, quien estaba verificando que sus vías intravenosas estuvieran bien puestas, después de haber sido trasladada al hospital más exclusivo de toda la capital. Recostada en la cama que parecía enorme mientras escaneó su brazo de forma distraída, Jinwoo niega al instante cuando la chica trató de convencerle una vez más.

—Salir con Taeyang equivale a beber —se quejó Jinwoo.

—¡Oye! —Taeyang le miró mal—. ¡Podemos hacer otra mierda!

El tatuado se levantó de la silla para agarrar su bolso.

—Estoy cansado, el alcohol es muy caro, tengo mucho trabajo, y no me emociona el simple hecho de salir a antros. Mejor me quedo en casa, tengo que hacer algunas cosas; te veo mañana, ¿sí, preciosa? —Yuna le asiente varias veces, viéndole a través del reflejo frente a la cama.

—Se vuelve más amargado con los años —refutó Taeyang antes de despedirse de la chica y seguir al pelinegro.

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