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"PREJUICIOS DESNUDOS"

El dueño de Eros escuchó con atención cómo Jinwoo finalmente pareció abrirse ante él, sus preocupaciones, sus dudas con respecto a los tratamientos que no sabía hasta aquel momento a quién eran dirigidos, sus asuntos familiares, su pequeño círculo social. 

Ni siquiera se movió luego de apagar la estufa, y aprovechó aquel instante que consideró como un milagro ante él. Porque ante sus ojos, la bruma oscura que tanto dispersaba en el recipiente en que consistía Kim Jinwoo fue aclarándose, permitiendo ver un humano, un ser tan vivo y emocional como él mismo, con inseguridades y defectos, un hombre con un gran peso encima y que por necesidad Hyusang quiso alivianar. 

El rubio quería convertirse en alguna clase de lugar de descanso para su bailarín. Deseó acicalar sus heridas internas, darle un tipo de consuelo que no fuera malinterpretado por su parte, pero sabía que intentarlo equivaldría a echar a perder aquella burbuja en que el menor le había brindado ser envuelto; rompería la magia de honestidad que los envolvía y el Kim Jinwoo frívolo y distante regresaría como lo hizo al día siguiente de su primer encuentro. 

—... Es por eso que terminé optando por trabajos nocturnos, y eso, aunque muchas veces nos ayudó, tratamos de hablar con sus padres, ellos están haciendo lo que pueden. Yuna ha sido una buena persona, y... La aprecio, no quisiera solo dejarla tirada ahí. —Jinwoo lució derrotado mientras jugueteaba con sus dedos—. Entiendo que también debería preocuparme por mí, pero siendo honesto, no sé qué propósito está teniendo mi vida justo ahora. Lo más probable por cómo me estoy sintiendo es que solo estoy respirando por costumbre.

—Entiendo, es admirable todo lo que has hecho. Has trabajado muy duro, Jinwoo-ssi. —El mencionado sonrió ligeramente, sintiendo confort en sus palabras—. De igual forma, si me lo permites, pienso ayudar en ese aspecto, así que no te preocupes por eso. Solo tienes que concentrarte en recuperarte, eso no es negociable, Kim. ¿Cómo crees que se sentirá Yuna si sabe que te pasó algo? ¿Cómo vas a justificar tu deterioro? Ella merece la verdad si lo pregunta. 

Le apartó el cabello de la cara, mirando con detenimiento las facciones ajenas. Aquellos ojos grandes y redondos se mantenían vigentes en aquel rostro que se había endurecido con los años. Jinwoo había crecido mucho. Era un hombre en toda la palabra en ese momento y ese detalle le hizo darse cuenta de lo mucho que le atraía. 

Su cuerpo fue inclinándose al suyo de forma inconsciente y su vista por un momento se clavó en la perforación del labio inferior del pelinegro. Detalle que no pasó desapercibido por parte de Jinwoo, quien quedó congelado en su lugar, casi reteniendo el aliento, incapaz de moverse o apartarse. Sin embargo, se sorprendió de que fuera Hyusang quien lo hizo al darse cuenta de lo que hacía. Dejándole una sensación extraña al tatuado, ante la distancia que tomó el rubio después.

Jinwoo se sintió molesto por alguna razón que desconoció. 

—¿Pasará la noche aquí? No poseo colchones espumosos, ni sábanas de satín, mucho menos almohadas con plumas de ganso que garanticen su descanso —Jinwoo aclaró, causando que el rubio frunciera el ceño—. ¿Cómo se llaman? Hästens, creo que le dicen. 

—Si debo quedarme para que cumplas tu palabra de guardar reposo y dormir en el suelo, lo haré. No me desafíes —mencionó el contrario, acomodándose las mangas arremangadas de su camisa en los codos. Sirvió un plano de sopa delante de él para después sentarse en frente con su porción—. Come, ahora. 

Jinwoo apretó la mandíbula antes de obedecerle. 

—Gracias por la comida —murmuró. 

Luego de dar la primera prueba, sorprendiéndose de lo deliciosa que estaba, le echó una ojeada al cocinero visiblemente sorprendido, algo que motivó a Hyusang a sonreír.

—¿Qué tal quedó? —quiso saber.

—Delicioso. —Jinwoo fue honesto, sus facciones suavizándose. 

Después de la comida, Hyusang batalló con arrastrar a Jinwoo a la cama, algo que le tomó más esfuerzo y tiempo de lo que esperaba; aun así, lo logró. 

Dejó un recipiente con toallas húmedas calientes a su alcance para que pudiera ponerlas sobre su frente por sí mismo, mientras él se encargaba de guardar y cocinar las guarniciones que había pedido para él. Al descubrir que la nevera carecía de alimentación comestible, estaba seguro de que Jinwoo ni siquiera se había inmutado en deshacerse de la comida caducada y algunas ya empezaba a dar indicios de tener hongos; la vista le revolvió el estómago al rubio. 

Pero al recordar el estado deplorable en que encontraba su bailarín, fue una razón para no darle un largo sermón de lo que se supone que debía hacer como un adulto responsable. O al menos su plan de que Jinwoo guardara reposo no duró mucho, porque diablos, ese hombre, aun estando en sus condiciones, seguía inquieto; no podía quedarse en la cama o, más bien, no tenía ganas de hacerlo. 

Por lo tanto, el mayor no tardó en notar que ya se encontraba intentando salir de la habitación algunos minutos después de que le había echado un vistazo tal cual como un niño. Incluso le había dado su teléfono para que se entretuviera y creyó que funcionaría en un comienzo hasta ese momento. Por lo que se vio a sí mismo arrastrando su trasero de nuevo a la cama, pero, como era de esperar, demoró más en intentar tumbarlo que este volviera a ponerse de pie con una mueca de inconformidad en su cara. 

En poco tiempo, Jinwoo se había inmiscuido en la cocina cuando Hyusang dejó de asomarse en su habitación, sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de pijama, luego de que pudo conseguir una de esas batas negras de seda. En cuanto la ató a su silueta, siguió al rubio a través del pasillo tenuemente iluminado en el momento en que llamaron a su puerta, observando la manera en la que ambos caminaban demasiado cerca el uno del otro.

—Este... ¿Pedido en nombre del caballero Lee Hyusang? —el repartido preguntó al otro lado de la puerta. 

Su vista se levantó al notar la intensa mirada de Jinwoo en su persona, motivándolo a tragar saliva ante lo alto que era. Lucía terrorífico, apenas iluminado por la luz del pasillo desde atrás, ensombreciendo y marcando más sus facciones.

—Sí. Soy yo —indicó Hyusang con una sonrisa abierta. El desconocido parpadeó aturdido ante la diferencia de ambos. Este recibió el documento para firmar mientras el repartidor dejaba las cajas en el recibidor con cierta incomodidad ante la vista fija del tatuado—. ¿Es todo lo que pedí?

—S-sí, jovencito. Es todo —tartamudeó el contrario. Hyusang asintió satisfecho para despedirse con inclinaciones antes de cerrar la puerta, dándose cuenta finalmente de la presencia del tatuado, llevándose un buen susto.

«Eso explica la cara del repartidor», pensó con amargura mientras tomaba la mayor cantidad de bolsas que podía.

—Jinwoo, maldita sea, vuelve a la cama —el mayor se quejó llevando las bolsas consigo, siendo el mencionado aquel que le siguiera de cerca llevando las sobrantes. 

—Me dolerá el trasero si me quedo todo el día acostado —se defendió, dejando las bolsas en la isla. 

—¡Pues que te duela el trasero! ¡Vuelve a la cama! —Jinwoo soltó una suave risita ante su respuesta. Sin embargo, pronto se encontraron dentro de aquel espacio. 

El bailarín se apresuró a buscar entre sus estantes, encontrando una caja con sobres de lo que Hyusang pudo reconocer como té de distintos sabores bajo la atenta mirada del ajeno. 

—¿Crees que eso va a ayudar? —interrogó el rubio, viéndolo colorar la pequeña caja sobre la isla de la cocina, y empezó a leer las indicaciones de estos. 

—No pierdo con intentarlo —replicó el pelinegro sin dejar de leer, y Hyusang rodó los ojos en respuesta—. Hyusang-nim... 

—¿Qué pasa? —interrogó, empezando a clasificar la verdura en los refectorios que había encontrado en los compartimentos. 

Estaba seguro de que su novia tuvo algo que ver con aquella compra, algo que lo motivó a sonreír al ver lo adorables que eran algunos con pequeños estampados de animales animados. 

—Escuche, yo, estoy muy agradecido con usted, tenía un concepto equivocado. Pero, la verdad, ha sido de mucha ayuda para mí, a pesar de que lo más probable es que usted no me conozca del todo, e incluso llegue a parecerle desagradable —Jinwoo confesó, mientras mostraba una leve sonrisa, y de pronto, se dio la vuelta, quedando frente a frente con él, manteniendo aquel sobre de té de menta entre sus dedos—. Quizás tiene razón, yo hago muchas cosas mal, pero, en verdad, usted me ha salvado demasiado estos últimos meses y pienso cambiar muchas cosas que usted me ha aconsejado mejorar. 

El ceño de Hyusang se suavizó mientras escrutaba el rostro ajeno, aun sosteniendo la zanahoria en una de sus manos. Por un momento pudo ver aquel Jinwoo inseguro que conoció en sus audiciones y no del que todos hablaban. 

—Tienes peores conceptos de mí que lo que yo podría tenerlos de ti, Kim Jinwoo. —Observó cómo el mencionado metía una taza de agua al microondas—. Hago lo que cualquier jefe decente hace. No me glorifiques como algo extraño cuando debería ser normal; habría hecho lo mismo por cualquier otro empleado. 

—Lo sé. Mierda, lo sé. 

—Vocabulario, Jinwoo —el contrario lo regañó reteniendo una sonrisa; el rostro del tatuado se enrojeció. 

Sorry. My bad. —Hyusang chasqueó la lengua, volviendo a lo que se encontraba haciendo mientras una ligera mueca se dibujaba en su rostro. Como no, el dolor muscular para ese punto le estaba pasando factura y le era difícil de disimularlo todo el tiempo, detalle que no fue desapercibido por Jinwoo—. ¿Todo va bien con usted? Quiero decir, sé que tiene muchos negocios encima, debe ser estresante, ¿no? 

—Cómo no tienes idea —admitió Hyusang introduciendo el primer set de verduras en la nevera previamente limpiada y cortada; poco a poco acomodó la dispensa de la misma forma que él lo hacía de modo inconsciente—. Desearía que solo fuera un simple tormento mental y se mantuviera como tal. Pero para mi desgracia cuento con un cuerpo... quejumbroso. Los nudos musculares todo el tiempo más allá de un hábito son una tortura que no te deseo, aunque estoy seguro de que un té me podría ayudar... un poco. 

—¿Has intentado con medicamentos?

—Estas últimas semanas estoy a ellas más acostumbrado de lo normal, pero no he encontrado modo de relajarme. El gimnasio solo atormenta mis músculos apretados y... bueno. Lo demás es una pérdida de tiempo —explicó de forma quejumbrosa—. Fármacos, masajes costosos y toda clase de tratamientos que existen en el mercado que estuvo a mi alcance no me brindaron una solución a largo plazo más allá del sexo. 

Hyusang movió su cabeza con brusquedad, haciendo tronar su cuello e hizo una mueca ante eso. Sí. Por supuesto, debería tener en cuenta el uso de masajes o acupuntura. Si no cuidaba de sí mismo, seguramente sería el próximo en enfermar. 

—Quizás te parezca una pregunta estúpida, pero que tengas un cuerpo "quejumbroso" como dices se me es difícil entender debido a la vida que traes. —El microondas pitó; Jinwoo sacó la taza con cuidado para introducir el sobre de té. 

—Crees que mi vida es sencilla por tener dinero, pero no es así. Sé que suena egocéntrico. Pero es la verdad. Hay muchas bocas que comen por mi negocio, muchas personas dependen de mí para vivir y el club debe seguir en pie. ¿Tienes idea de la presión que tengo? —Hyusang soltó una risa sin humor—. Tener dinero no siempre es de color de rosa. Requiere de mucha responsabilidad, esta clase de negocio es competitiva, como lo sabrás; necesito mantener a los patrocinadores, los convenios con las empresas que me brindan las bebidas e incluso con los mismos clientes exclusivos. De eso debo ocuparme yo mismo, y ahora que lo menciono, más me estreso. 

El rubio golpeó sus propios hombros, soltando un gruñido bajo la atenta mirada de Jinwoo. En aquel momento se sentía curioso por el adverso; sin embargo, había tratado de dejar ese asunto de lado e ignorarlo, porque ante la vista de Hyusang, el menor lucía indeciso. Los carnosos labios del tatuado se entreabrieron más; no salió otra palabra más de su boca. De cualquier modo, terminó por llevar la taza a los mismos.

Jinwoo relamió suavemente el arco de su labio inferior, su lengua topándose con un metal contra el mismo. Cuando alejó su mirada de aquella escena, debía encontrar la manera de guardarse su asombro y su curiosidad también. 

Se acercó a su jefe enseguida, sus codos aferrándose al mármol frío de la isla, y sus manos yendo a su mentón, analizando la manera en la que estaba viendo más allá de la realidad mientras se inclinaba hacia adelante, intentando captar la mirada del ajeno. 

Algo que había logrado desde el instante que Hyusang lo vio rodear la isla para ubicarse frente a él. Aun así, logró disimularlo quien continuó cortando la verdura faltante.

—Hyusang-ssi... También lo entiendo; no opino lo contrario, porque sé qué suele suceder; de igual forma, solo quería agradecerle. —Una nueva sonrisa se dibujó en su rostro, después de haber escuchado aquello. De inmediato, una idea bastante rápida se había colado a través de su neurología afectada por la fiebre que había estado teniendo. 

Hyusang tragó saliva. Se había acostumbrado tanto al rostro serio de Jinwoo que cada oportunidad de que sonreía le sorprendía; casi se sentía cautivado en cada ocasión que eso ocurría. 

»También entreno, así que creo que lo mejor es que tome uno de esos masajes. De esa forma sus músculos dejarán de estar tensos, ¿no cree? Si me lo permite, yo puedo hacerlo; he tomado muchos de ellos en varias ocasiones, sé algo... del tema —casi estuvo suplicando por ello; de algún modo, también quería ayudarlo a como fuese, sin mencionar que el joven se sentía profundamente en deuda con el contrario. 

Hyusang levantó la mirada finalmente, mirándolo con curiosidad. Ocasionando que Jinwoo soltara una brusca y pronta exhalación, cuando supo que en definitiva estaba llevándose nuevas impresiones con respecto a él. Sin embargo, no había nada imposible, ¿cierto?

Ambos comparten un largo contacto visual en el que Hyusang intentó descifrar mensajes ocultos bajo sus palabras, algo que le dé indicio de lo que podría ser su modo de sentirse luego de los medicamentos. Quería creer que su ayuda ha traído un pronto alivio a su malestar, por lo que lo examinó haciendo una comparación mental con la forma que lo había encontrado al llegar. 

—Jinwoo-ssi... 

—No me siento tan afectado ahora, así que, en el momento en que quiera que le ayude, estaré dispuesto a hacerlo —el mencionado le interrumpe. 

Hyusang finalmente asiente después de considerarlo. 

—Eso me vendría de maravilla —murmuró aliviado ante ello—. Déjame terminar con esto. 

—Puedes hacerlo después, ven a la cama. —Hyusang se sonrojó con fiereza mientras fue arrastrado por Jinwoo a su habitación. 

—Solo me tomará unos quince minutos, puedes prepararme una ducha caliente mientras tanto. —Jinwoo le miró por encima del hombro con su ceño fruncido—. No tardaré, lo prometo. 

Después de meditarlo, le soltó la muñeca. Hyusang volvió a la cocina e hizo lo cometido mientras Jinwoo regulaba la temperatura de la regadera, dejó una toalla blanca a disposición y se aseguró de que los productos de aseo estén a su alcance. Una vez que se inspeccionó que todo estaba bien, volvió a la habitación. El rubio ya se encontraba en ella desabotonándose la camisa, algo que le dio una sensación de vértigo al verlo. 

—¿Está lista? —el rubio preguntó. Jinwoo asintió aturdido casi a la vez. 

Hyusang pasó de largo y cerró la puerta detrás de sí. Jinwoo se apresuró con cierta torpeza a estirar las arrugas de su cama. Acomodó las almohadas y aguardó a que el mayor apareciera, algo que le tomó varios minutos. Este se acercó y gateó sobre la cama para tumbarse bocabajo, soltando un gruñido. 

—No seas gentil. Los nudos son los más difíciles de aflojar. Las masajistas sufren cada vez que me tratan —mencionó acomodando sus brazos bajo la almohada. 

—¿Tienes algún tipo de aceite corporal? —Hyusang hizo un ruido de afirmación. 

—En mi bolso, está junto a tu mesita de noche. —Jinwoo se encontró rebuscando entre las cosas del mayor, mientras pensaba si aquello era un poco distinto; nunca había hecho tal cosa, pero, como fuera, quizá solo iba a devolverle el favor, aunque fuese un grano de lo que él había hecho por él durante tanto tiempo. 

El pelinegro juró que el frío en su anatomía se ha desvanecido enseguida, cuando sintió que había empezado a transpirar de repente, suponiendo que la enfermedad está abandonando su sistema, y también sabía que era por los cuidados del hombre que yacía sobre su cama. Los orbes curiosos de Jinwoo viajaron a través del húmedo cabello rubio que, debido al agua, lucía un poco más oscuro de lo que era. Y luego, se deslizó por su espalda. 

Empujando cualquier pensamiento repentino que tuvo en el instante en que Hyusang se desnudó el torso, y en aquel momento Jinwoo debió combatir con el calor que de repente había atacado a su dermis, se colocó detrás de él. 

Sus rodillas se hundieron en las sábanas y avanzó hasta tenerlo en medio de sus piernas. Las caderas ajenas bajo su cuerpo le trajeron recuerdos que mandó escalofríos por sus extremidades; sabía que no era la posición adecuada, pero también entendía que de alguna manera para ese punto existía confianza entre ambos, y de algún modo se sintió más cómodo de esa forma.

De modo que Jinwoo se afianzó contra sus pantorrillas y, a penas se estiró, pudo percibir el dulce aroma que emanaba aquella piel que hizo su boca salivar. No perdió mucho tiempo, y se dejó de rodeos; de una vez, había llenado sus palmas con aquel líquido aceitoso, y acabó frotándolas sobre sus hombros. Las puntas de sus dedos se apretaron con firmeza contra el nudo en el cuello ajeno y causaron un tembloroso suspiro por parte de Hyusang. 

Jinwoo no dejó aquella zona hasta que se percató de que los músculos estaban en su sitio, y luego fue directo a su espalda. Parecía que fuera un experto, pero no lo era. Varias veces había obtenido muchas sesiones parecidas, pero nunca había tomado la iniciativa de hacer lo mismo con alguien más. 

Sus largas y masculinas manos se presionaron contra la suave piel ajena, aunque tampoco ocultó su asombro ante lo perfecta que lucía; en algún punto del masaje había adquirido una apariencia... Raramente atractiva cuando está cubierta con el aceite que emana un suave aroma a coco. Casi se vio inclinándose para olerlo más de cerca.

Imágenes de Hyusang siendo embestido por sí mismo mientras este gemía su nombre. Mandó punzas a su entrepierna; el tacto tibio contra sus manos callosas solo hizo más vívido el recuerdo donde sus ojos se oscurecieron. 

—¿Se siente bien? —Jinwoo preguntó aquello, hundiendo con suavidad sus yemas en sus omóplatos y en los costados de su espalda, masajeando con divinidad sobre la zona. 

—Mierda, sí. Más de lo que crees. —El tatuado sonrió de forma abierta al escucharlo maldecir. 

Hyusang, por su parte, cerró los ojos, disfrutando del toque del contrario, al igual que el calor que emanaba su anatomía. 

Casi sintió su propia ingle palpitar bajo su cuerpo cuando Jinwoo le acarició zonas sensibles en su cintura y espalda baja. Sensación que lo motivó a ronronear por lo bajo mientras clavaba su nariz en la almohada, disfrutando el aroma del tatuado impregnado en la tela. 

—¿Hay algo que no sepas hacer, Kim Jinwoo? Es una pregunta seria —preguntó momentos después de que volvió a sacar la cara de esa área. 

El mencionado soltó una risita. Pero su sonrisa se borró al escucharlo quejarse cuando presionó el hombro derecho. Hyusang sintió la amargura invadirle. Ya que no pudo evitar recordar su lesión en el área, aquella que le recordaba que jamás podría volver a bailar de nuevo. 

—¿Te lastimé? —Jinwoo interrogó, preocupado; Hyusang negó con la cabeza. 

—Estoy bien. No te preocupes. Esa área suele dolerme más —el contrario explicó. Solo entonces una nueva duda invadió al dueño de Eros—. ¿Te sientes incómodo haciendo esto, Kim? 

Sus manos yacían calientes debido a la fricción con su piel y el aceite, que se clavaron más tarde en la zona baja de sus caderas. Las yemas de sus dedos se presionan en la zona, hundiendo su entrecejo al escuchar la pregunta y después de ver aquel nudo de la toalla, siendo desatado por sus dedos cuando sus manos van directamente al inicio de la cara externa de sus muslos. 

—No. No lo estoy —no dudó al momento de decirlo, porque extrañamente no se sentía incómodo cómo pensó que sería. 

Asimismo, también siguió rondando la duda de por qué no se sintió de ese modo la primera vez que habían estado juntos. Apartó esa serie de interrogantes, porque no quería entrar a debatir con su mente justo en aquel momento. En cambio, Jinwoo relamió sus labios resecos, negando con su cabeza. 

—¿Estás seguro? Puedes detenerte si... 

—Estoy bien, solo disfrútelo —le interrumpió casi susurrando aquello, mientras aprieta sobre la piel.

El cuerpo ajeno, enteramente, brillaba solo por el líquido que Jinwoo había vertido. Sus ojos se entrecierran, notando ciertos lunares en su espalda, que Jinwoo no se había detenido a detallar antes, detalles que le parecieron hermosos ante su vista y no dudó en tocar aprovechando la oportunidad.

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