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Historia 6: Rutina

Su vida era la rutina, por lo que ya sabía que hacer. La chupaba o la penetraban, una vez, dos veces, hasta tres en casos especiales; le daba lo mismo, mientras pagasen al final la cantidad que ella exigía, no le importaba.

Sin embargo, una vez le tocó algo distinto. Su cliente era un viejo de esos que tenían el aire de político de cuarta que todo el mundo insultaba desde el televisor, pero amaban cuando lo tenían en frente. Primero le pidió que le modelara desnuda, la devoró con la mirada para, después, pedirle que se acercara. Le tocó el pecho, las nalgas, le ordenó que se sentara en una silla y abriera las piernas para inspeccionar su intimidad.

Vió que le tendía un bolso junto con la orden de ponerse el atuendo que se encontraba en el interior con rapidez, eso la confundió, pero no alegó ni preguntó, simplemente lo tomó y se dirigió al baño para vestirse con lo que había en el bolso. Al sacar el atuendo descubrió un traje de tela fina y muy ornamental, lo estiró con cuidado para notar que de sirvienta, pero estilo erótico, con medias y guantes, incluso el adorno de la cabeza. Se lo puso con cuidado y se miró al espejo, el vestido negro era altamente apretado, haciendo que su pecho prácticamente se desbordase por el acentuado escote blanco. La falda le llegaba un poco más arriba de las rodillas, pero tenía tantas capas debajo, que casi parecía tutú, provando que se viese todo al agacharse; los calcetines eran largos y blancos, se sujetaban por un liguero blanco que se ajustaba en su cintura. Se puso los guantes cortos del mismo color que las medias. Finalmente, los tacones, unas plataformas gruesas y extremadamente altas que le matarían los tobillos.

Al salir del baño, el hombre se encontraba en el sillón de la habitación fumando un puro y tapado con una simple bata de terciopelo.

Cuando la vió, su boca formó una sonrisa llena de placer, le ordenó que modelase delante de él, ella caminó, dió un griro que levantó la falda, demostrando la falta de ropa interior y el liguero. El viejo no pudo más que aplaudir ante la situación, estiró una mano y le apretó el pecho con fuerza para darle una nalgada con la misma fuerza, haciéndola saltar de la impresión.

Entonces, le dijo dos frases: "Me llamarás "Amo" para todo" y "Harás lo que yo te ordene sin rechistar". La chica asintió, confundida.

La primera orden fue que se acomodase en la cama con las piernas abiertas y se tocase a sí misma, zona íntima y pechos. Y así hizo, se sentó en la cama y separó las piernas, poniendo los tacones sobre el colchón, mostrándose completamente ante el viejo que seguía fumando.

Con una mano empezó a masajear un pecho, lo apretaba y tiraba sintiendo que el apretado traje la incomodase para respirar, haciendo que cada exhalación sonase como un resoplido que retumbaba por toda la habitación. Y, con la otra mano, empezó a redondear su zona para exitarla lentamente, lamió sus dedos y continuó. El viejo sonrió lentamente mientras observaba a la chica realizar sus órdenes, comúnmente lo rechazaban por sus extrañas peticiones al momento de contratar servicios, pero vió que la chica se dejaba llevar desde la ignorancia. Bueno para él, mal para ella.

Ella empezó a gemir de a poco, a medida que aumentaba la velocidad en el roce de la zona; apretaba los dedos de los pies y tensaba los músculos, hace mucho que no se tocaba con el objetivo de darse placer. Allí siguió hasta que la corriente eléctrica la recorrió completamente, haciéndola gemir suavemente; miró al cliente que sacaba algo de otro bolso que llevaba consigo, se lo lanzó junto con la orden "Úsalos". Vió lo que eran y palicedecío, no podía creer el tipo de cliente que le había tocado, nadie le había dicho nada de que sería del tipo que disfruta los jueguetes. Y no lo que ella usualmente hacía.

Tomó el primer objeto, era una mariposa que vibraba y, el segundo, un dilatador anal en forma de triángulo isósceles curvado; respiró profundo y pensó "Todo por la paga". Empezó con el vibrador, parecía ropa interior, solo que eran simples cordeles lo que sujetaba el armazón y dejaba la zona íntima libre para cualquier penetración posible; luego miró el dilatador, tragó con fuerza y le dijo al político "¿Y el lubricante?". Este la miró serio y levantó una ceja, señal de que la chica olvidaba la primera orden que le dió, ella carraspeó y repitió "¿Y el lubricante, amo?", aquel sonrió y le pasó una pequeña bolsita plástica con el contenido, la chica sonrió agradecida y lo abrió para liberar el contenido en el objeto, lo posicionó sobre el lugar a insertar para, lentamente, introducirlo. "Completamente adentro" comentó el viejo, ella lo miró espantada pues, el objeto se veía incómodamente largo. Lo introdujo hasta el fondo, solo la base quedaba afuera, apretó los dientes con fuerza por el leve dolor que le provocó la penetración.

Cuando iba a levantar la mirada, sintió el vibrador accionarse en ella con fuerza; soltó un gemido, casi un grito por lo inesperado y haciéndola juntar las piernas. "Sepáralas" ordenó, y lo hizo con dificultad mientras que apoyaba los brazos en la cama, por la posición, la vibración se distribuía con mayor concentración en su zona, mientras que apretaba más el dilatador. Inconscientemente masajeo sus pechos con fuerza, bajó el escote que no ocultaba mucho y tiró con fuerza, gritando de por medio; la sensación aumentó por culpa del viejo que tenía el control del aparato. Aumentaron, no podía parar de temblar y rogaba mentalmente que se acabase el tiempo de juego, pero el político se había asegurado toda la noche con ella; algo que ahora se arrepentía de haber aceptado.

Entonces, volvió la corriente eléctrica con más fuerza haciéndola correrse sin siquiera haberse tocado. El político apagó juguete para levantar una mano y señalarle que se acercará mientras abría la bata para revelar el miembro erecto, al fin algo que ella sabía, supuso la chica. Se levantó temblando, sentía como el líquido se deslizaba por sus piernas, pero no le tomó importancia, se posicionó con las extremidades separadas y en cuclillas para no topar con el juguete que molestaba su zona íntima, aunque estuviese apagado.

Empezó con la lengua, como siempre lo hacía, rozando desde abajo hacía arriba hasta llegar a la punta e introducir el miembro en el interior de su boca para comenzar el clásico vaivén del momento. Sin embargo, paralelamente a dicha acción, sintió el vibrador encenderse junto con el pie del viejo que lo empujaba para que se acercase más a la zona, gimió con fuerza. Iba a protestar, pero sintió como su cabeza era empujada hacía el miembro; afuera, adentro, afuera, adentro hasta que este liberó todo su interior. Sacó con fuerza su boca, tosía por el ahogo que le provocó la acción, iba a alegar hasta que sintió que la tiraban hacia la cama de la habitación mientras la penetraba con fuerza, no pudo más que apretar los dientes.

Le tomó el pelo para tirar hacia atrás mientras se sujetaba a la chica desde la nalga que, de vez en cuando, golpeaba para que ella también se moviese y provocase que la penetración se intensificase, ella apoyaba el resto de su cuerpo en el colchón mientras sus piernas se encontraban afuera, estiradas.

Entonces, le levantaron la cabeza mientras el viejo sé corría en su interior al momento que ella gritaba de placer, pero no se detuvieron, continuaron con más fuerza que antes. Le soltaron el pelo, haciendo que su cabeza cayese sobre el colchón para morderlo, lo sujetaba con sus manos, sintió un fuerte dolor en las nalgas, la estaba golpeando lo suficiente para saber que mañana no podría ni sentarse. Agarraba, soltaba y golpeaba hasta dejar las manos marcadas en la piel. Así estuvieron hasta que el político sé corrió de nuevo en el interior de ella y le sacaba el dilatador con rapidez mientras apagaba el vibrador, el líquido corría por las piernas de ella hasta el suelo, manchándolo en el camino. Sacó su miembro para buscar otro bolso, más pequeño, que había traído.

La chica captó el dildo grande y negro que sacaban, dio un paso atrás insegura, no sabía si su cuerpo aguantaría más juguetes de ese estilo, en especial de ese tamaño. El viejo se acercó a ella y la miró, después se tendió en la cama con su enorme estómago hacia arriba, "Levántalo" dijo con voz grave; ella fue a la cama y se posicionó para montarlo. "El otro", señaló con firmeza; la chica avanzó un paso con sus rodillas temblando, se levantó la falda del traje junto con el miembro del político y lo insertó lentamente en su ano.

Por una vez, agradeció el dilatador, ayudó a que fuese más fácil. Apoyo las manos en la cama, arqueando la espalda hacia atrás y movió su trasero hacia arriba y hacia abajo rítmicamente, lo suficiente para erectar el miembro, "Más fuerte" dijo el viejo mientras encendía el vibrador para que ella apretase más el cuerpo. Y así lo hizo, empezó a gemir lentamente mientras se movía cada vez más fuerte, "Amo, amo" susurraba con cada estocada. Todo eso hasta que sintió que algo se insertaba en su zona íntima con lentitud, abrió los ojos y vió que el político estaba con el dildo en sus manos, poniéndoselo; "No pares" dijo mientras que, con una mano, le agarraba el trasero con fuerza y lo golpeaba. La chica aumentó la velocidad y gritaba de placer, el viejo sujetaba el dildo con fuerza, provocando una doble penetración para ella, él estaba sudando y cada vez se excitaba más. Movió su mano hacia el atuendo y tiro del escote para apretar el pecho de ella.

Entonces, el viejo no aguantó más y explotó en el interior de la chica mientras ella se corría con un fuerte gemido, haciéndola detenerse y sujetarse de las piernas de él para no perder nada del líquido que expulsaba. La tiró nuevamente para posicionarla en cuatro patas.

Le sacó el dildo para penetrarla directamente en la zona, sintió que se llenaba de gloria por lo húmedo que se encontraba el lugar, las estocadas eran imparables, con cada gemido de ella se excitaba con mayor fuerza. Después de explotar y ver cómo se desbordaba el contenido por la zona, la posionó para que volviera a la boca de ella, la chica ya no sentía nada más que excitación, por lo que cumplió con la orden al pie de la letra.

Así continuaron hasta el amanecer, la chica se había acostumbrado a las penetraciones hasta el grado de que ella misma tomaba los juguetes y los introducía en diferentes zonas. Mientras que el político no dejaba de disfrutar el hecho de encontrar a alguien que pudiese seguir su ritmo y sus excéntricos gustos, ni siquiera su esposa lo conseguía. Al final de las horas, la chica se encontraba completamente cubierta del líquido del político, completamente exhausta y llena de placer, uno que jamás había experimentado en todas sus jornadas de sexo.

Una semana después la chica se encontraba con un traje de color rojo, lo levantó para revelar las cuerdas que sujetaban un dildo de mayor grosor que la anterior vez, este vibraba con fuerza haciéndola humedecer con cada pasó . Le ordenó que se acercará, ella caminó lentamente y se agachó para chupársela, no sin antes decir con una sonrisa "Sí, amo" y empezar con su nueva rutina, que cada vez era distinta. Empezó con la lengua...

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