Con ambas manos se cubre la boca, mientras cruza las piernas hasta encontrarse con el centro de su placer. Este le dispara con fuerza, misma que regulo ella, este se sujeta con el leve calzón que consiguió para apuntarlo directamente a donde quería. Se agarra con fuerza a los bordes de la bañera mientras ahoga un gemido que se desliza por sus labios como un susurro, flecta las rodillas mientras separa las piernas con dificultad, evitando cortar el placer del momento.

Suelta el borde con una mano y se la lleva al pecho para rodear la aureola con las uñas, para erectarla, la aprieta con fuerza provocando que se escape el gemido que falla en ocultar. Sigue jugando con uno, pero no es suficiente, así que libera la otra mano para masajear el otro pecho con la misma intensidad que el primero. Entonces, con ambos en cada mano, los junta con fuerza, rozándolos circularmente para aumentar las sensaciones.

Se arquea la espalda haciendo que el disparo la penetre con mayor intensidad en su zona, sujeta la manguera y la frota para que dispare de forma irregular, llenándola hasta la punta de los pies. Se retuercen las piernas liberando el placer. Sin embargo, no es suficiente, quiere más y más, sentir la zona erógena la corriente que descarga el relámpago en ella.

Lentamente, sin dejar de sujetar la vibración que provocaba la bañera, se posiciona en cuclillas junto con las rodillas separadas apoyando una mano en la pared para no caer.

Estiró el cuello mientras gemía y se apretaba con fuerza contra el muro, empezó a mover las nalgas hacia arriba y hacia abajo, imitando el movimiento de la otra mano. Sintió que le temblaba nuevamente todo el cuerpo, sintió que algo estaba a punto de explotar en su interior, por lo que aumentó la velocidad y la fuerza del disparó hasta que sintió que algo más se deslizaba junto al agua. Sabía lo que era, sabía que buscaba llegar a esa sensación. Sacó el agua y extrajo la mano de la zona para sentir el líquido pegajoso en sus dedos, jugueteo con él para, luego, introducirlo en su boca y lamerlos como si fueran de caramelo.

Después de devolver el regadero a su zona íntima y continuar tapando el ruido que pudiese salir de su garganta, extendió el brazo hacia el mismo y la penetró con dos dedos para frotar la zona G del cuerpo.

Con fuerza y agilidad coordinó ambas sensaciones para explotar de placer en un gemido de dientes que resonó suavemente por el baño. Los sacó junto con la regadera, cortó el agua con un pie y descansó del giro de eventos que la llevaron al máximo esplendor en la ducha.

Respiraba acompasadamente mientras seguía liberando el líquido que se mezclaba con el agua en un remolino que desaparecía en el desagüe, recuerdos de los gemidos, de las sensaciones y el placer del éctasis.

Quería más, quería venirse nuevamente, posicionó sus manos sobre la zona para volver a frotar y penetrar con velocidad, estaba húmeda y lo suficientemente dilatada. Así, empezó a gemir, ya no le importaba hacer ruido, solo el placer; continúo con el movimiento hasta que la mente se nubló por el movimiento, continúo porque aún sentía el calor de la llama que la recorría completamente. Entonces, arqueó la espalda y sus piernas empezaron a temblar junto con un último grito; vió como sé corría nuevamente, de la misma forma que cuando tenía la ducha apuntando su zona. Respiró profundo, sintió el corazón a mil por hora.

Se recostó en la bañera para descansar de tanta pasión, para recuperar el aliento y limpiarse.

Sonó la puerta.