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Historia 2: ¡Acción!

Con la correa de cuero adornando su cuello, ella movía las caderas adelante y hacia atrás, sacudiendo la cola de plástico que la penetraba analmente. Mientras él se introducía y salía con ganas de su zona íntima y tiraba de la cadena sujeta a la correa que, según él, embellecía el cuello femenino. A cada tirón, ella aumentaba la velocidad del follaje, haciéndola derramarse con cada estocada y tornarse los ojos a blanco en el momento que él sujetaba la cola para liberarla unos centímetros con tal de volver a enterrarla, coordinando ambos vaivenes que la llenaban de placer. Era tan encantadora la imagen para él que le provocaban ganas de levantar la mano y golpear una nalga para que gimiera de placer, luego la otra con mayor fuerza, dejándola marcada. Ello generaba que ella apretase aún más su cuerpo, haciendo la penetración más intensa y placentera para él.

Al mismo tiempo, en los pechos de ella colgaban dos pinzas con unos pesos que los tiraban hacia abajo. Con cada estocada, estos se movían, arrastrandolo más y más; de vez en cuando, él mismo tomaba uno y lo apretaba para, luego, tirar suavemente de los pesos haciéndola exclamar con fuerza. Ello sucedía porque estos sobresalían por dos círculos del apretado traje negro que usaba ella, que cubría su piel, mas no sus zonas erógenas, dándole una figura acentuada y libre de restricción para el acto.

Pero eso no era todo, porque no era los únicos que sentían ese placer en la penetración. En la boca de ella estaba el miembro de otro que se frotaba con mayor velocidad en la abertura de ella, desde la garganta hasta los labios, desde la vulva hasta un beso que terminaba en un jugueteo de lengua para volverlo a abrazar con la boca. La sujetaba por el cabello con fuerza para generar mayor efecto en su miembro y, con cada apretón que le daban en su zona, con más intensidad ella lo tragaba. Eso fue hasta que explotó su ser, haciéndola alimentarse del contenido con avidez, le tomó el rostro para alejarlo y contemplar como ella sacaba la lengua, muestra de que había tragado todo.

El que la penetraba sacó con fuerza la cola de plástico, tiró de la cadena para girarla hacia él mientras se tendían en el suelo y golpeaba ambas nalgas, luego las separó para que su compañero la penetrase con fuerza. Le sacó los pesos, dejándole las pinzas, los apretó hasta que ella gritó de placer mientras ambos asumían su rol en el vaivén, esta vez con velocidad, ella sólo gemía y disfrutaba cada estocada que la volvían loca.

Sintió que, aquel que la tomaba desde el ano, la levantaba con la cadena para apretar y tirar de las pinzas, haciéndola gemir. Mientras el otro, obsesionado con su trasero, lo golpeaba en el poco espacio que le dejaba su compañero.

De ahí, explotaron nuevamente en su intimidad, uno liberó su miembro, miró a su compañero con pasión, diciéndole lo que quería hacer. Al entender el silencioso mensaje, aquel que actuaba en la segunda entrada femenina dejó su juego para tomarla de las piernas y levantarla del suelo, provocando una profundidad hacia ella que le llegó hasta la garganta de felicidad. Avanzó un paso, posicionando la intimidad en la boca del otro que empezó a lamer y juguetear mientras adentraba sus dedos con avidez. Nuevamente se coordinaron ambas penetraciones en ella, haciendo que se corriera en cada segundo que pasaba, sintió que unos dedos pedían la entrada a su boca y ella los recibió con ganas para soñar que era un tercer miembro que la hacía ir a la luna y volver en cada vaivén que sentía.

El que lamía su zona empezó a morder con suavidad, sin parar la penetración dedal; el otro pasó a adentrarse en el ano de su compañero mientras que, con la otra mano (no con la que jugaba con la boca de ella) se insertaba en el agujero restante del cuerpo femenino para no parar con el placer.

Así siguieron hasta que los tres no pudieron más que alcanzar el éxtasis, cada uno a su manera, pero todos apretando sus diferentes zonas erógenas en la conexión que tenían del otro para derrarmarse con fuerza. No se detuvieron, sino que siguieron, jugando con las posiciones, imaginando la siguiente acción y sin parar. Todo ello hasta que sonase la voz de "Corte" del director.

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