Historia 15: La bella durmiente
Las reglas eran simples, ella dormía tranquilamente y no la desataban ni la despertaban. Eso les dijeron.
Ella se encontraba con los brazos tras la espalda, amarrados con cintas adhesivas, ojos cerrados y piernas abiertas. Ellos lanzaron una moneda para turnarse; eran dos, y el tercero lo dejaron al final, por llegar tarde al encuentro.
El primero se fue a lo simple, enfiló el miembro en la zona, pequeño y grueso, arremetió contra la entrada de la chica sin pensarlo dos veces. Empezó a mover las caderas en un vaivén frenético, como si su vida dependiese de ello. Fue de una entrada a otra, dejando su huella en ambas. La chica solo arqueaba la espalda y abría la boca en sueños, sus labios formaban una perfecta "O", sus pechos rebotaban mientras la cama se desplazaba en el vaivén forzado. Pasó horas haciendo exactamente lo mismo, penetrándola con fuerza. Este se derramaba fácilmente y a grandes cantidades, no fue muy difícil para él ensuciar todo el lugar.
El segundo se esforzó un poco más, trajo diversión y tortura en una sola maleta. Le puso un collarín que le sujetaba la boca, para evitar que gritase, le sujetó las piernas con ayuda de unas cuerdas. Le dio la vuelta, dejándola con la cabeza sobre la cama, de la bolsa sacó un pequeño latigo que levantó hacia el techo para golpear con fuerza, disfrutaba infringiendo dolor, lo excitaba. El cuerpo de la chica quedó magullado por tantos golpes; entonces, sintió cómo le penetraban su recto con el latigo, lo movían en su interior haciendo amplios círculos y estocadas que la hacían arquear la espalda junto a la cabeza, no podía más. De ahí la giraron para que quedase boca arriba, el objeto seguía en su interior; el hombre sacó un juguete de prominente tamaño y lo encendió, se contraía y estiraba. Lo posicionó para introducirlo con cuidado hasta el fondo, todo el cuerpo de la chica vibraba, el no podía más que sonreír. Dio un par de pasos hacia atrás para contemplar su obra de arte, sacó su celular y fotografió el resultado con orgullo, la guardo en una carpeta que tenía especialmente para estas ocasiones.
Luego, volvió al cuerpo de la chica para sacarle el collarín y besarla, le abrió la boca para introducir su lengua y sorber con fuerza; no sabía besar, solo estaba improvisando. De ahí bajó hacia los juguetes que extrajo rápidamente para introducir su miembro, estaba que explotaba; sin embargo, empezó por la boca de la chica, se posicionó con las piernas abiertas en su cuello y volvió a abrirla, llegó hasta la garganta. Lo empezó a agitar con fuerza, movía la cabeza de la dormida para intensificar la acción, le costaba liberarse, por lo que siguió por unos minutos más hasta que su cuerpo dijo basta y entregó el líquido en la obertura de la chica. Le sujetó el cráneo para que no perdiese nada del contenido, la liberación caía por las comisuras de los labios, se lo limpió con la mano, luego esta pasó a sacudirse sobre la cama.
Entonces, bajó a su recompensa, volvió a girarla para penetrarla analmente, no podía más, rescató el juguete y lo introdujo en la otra entrada para encenderlo a máxima potencia, la vibración lo alcanzaba hasta a él. Era para que su miembro se parase con mayor facilidad, aunque, entre nosotros, venía preparado y se habían bebido una píldora para que le fuese más sencillo el procedimiento. Consiguió explotar una sola vez, terminó decepcionado y satisfecho por su esfuerzo.
El tercero le doblaba el tamaño a la chica y, al igual que los otros dos, venía a un solo objetivo; liberarse en el interior de alguien sin que lo juzguen. Se abrió la camisa para sacársela con cuidado, doblarla y guárdala en la mochila que llevaba cosigo. Después fueron los pantalones negros que le apretaban la entrepierna, de ahí la ropa interior junto con los calcetines. ¡Ah! Por eso le molestaba la prenda inferior, su miembro superaba los estándares de tamaño y grosor al punto de avergonzarlo.
Se posicionó para penetrar a la chica, introdujo su miembro con cuidado hasta el final, esta se infló y apretó todos los músculos. De a poco empezó con las estocadas, lentas e inseguras, que le daban miedo, hace tiempo que no tenía relaciones con alguien. A medida de que nada pasaba, asumió fuerza y velocidad, era hasta doloroso contemplar el rostro brillaba de felicidad.
Consiguió el éxtasis, liberó todo su ser. Continuó, continuó hasta quedar sin aliento, para satisfacer su placer de meses, de años, en que solo deseaba estar en contacto con otro cuerpo, aunque fuese uno frío y dormido.
Entonces, las ataduras de los brazos cedieron por la fuerza y velocidad, los brazos salieron disparados hacia los costados; casi golpeándolo. Gritó un fuerte "¡No!" Mientras veía como la chica se desinflaba en segundos, perdiendo su fuerza y apariencia, hasta quedar un cúmulo arrugado con su miembro aún en el interior.
Perdió el aire hasta quedar en nada.
Perdió el aire hasta quedar vacía.
Perdió el aire la fría muñeca.
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