Capítulo 7
JUSTIN
Justin creía que su capacidad de asombro disminuiría la segunda vez que cruzara las puertas del castillo de Hogwarts. Pero se equivocó. Podría recorrer el castillo entero un millón de veces y jamás dejaría de asombrarse por los retratos parlantes, las blancas y transparentes figuras de los fantasmas atravesando los muros, y el cielo nocturno en el techo encantado del Gran Comedor. Incluso los bosques cercanos a los terrenos del castillo eran muy diferentes a los que veía en su hogar natal.
Sin embargo, la experiencia que había obtenido de su primer año escolar le otorgaba un sentimiento de grandeza y sabiduría, en especial cuando veía los temerosos e inexpertos rostros de los estudiantes recién llegados, los cuales esperaban muy atentos a que el sombrero seleccionador terminara su canción para el comienzo de la ceremonia. Claro que su experiencia no se comparaba con la de los alumnos de años superiores, quienes ya debían de estar un poco cansados de la misma ceremonia.
No pasó mucho tiempo antes de que el sombrero seleccionador comenzara a asignar alumnos en las cuatro casas de Hogwarts.
Después de que unos pocos estudiantes fueran seleccionados, llegó el turno de una pequeña niña pelirroja. Cuando la profesora McGonagall dijo su nombre en alto, todos confirmaron que era una Weasley. Se llamaba Ginny y parecía un poco asustada. Como buena integrante del clan Weasley, nadie se sorprendió cuando el sombrero Gritó:
-¡GRYFFINDOR!
Todos los hermanos Weasley se levantaron de la mesa y corrieron para recibir a su pequeña hermana. Sin embargo, a Justin le pareció que faltaba un integrante del grupo.
Llegó el turno de un pequeño chico llamado Colin Creevey. Tenía cabello claro y orejas grandes. Estaba tan emocionado que la profesora McGonagall tuvo que pedirle que se quedara quieto en el taburete para colocarle el sombrero seleccionador.
-¡GRYFFINDOR! -Gritó el sombrero y Colin salió corriendo hacia la mesa de los leones mientras estos estallaban en aplausos y gritos de victoria.
Después de Colin, un par de alumnos fueron seleccionados para Ravenclaw y una chica para Hufflepuff. Susan se encargó de darle un abrazo de bienvenida a la chica y le dijo que se sentara con ella. A Justin le agradaba que Susan estuviera tan dispuesta a hacer amigos y a probar cosas nuevas.
Después siguió el turno de un chico de nombre Humberto Shafiq. Era muy delgado, de piel morena, ojos felinos y de color café, pelo marrón, corto y un poco ondulado. Justin se percató de que el muchacho cuidaba obsesivamente que su túnica cubriera por completo su brazo derecho, como si estuviera ocultando algo. A diferencia del Colin, Humberto parecía muy serio y reservado.
El sombrero seleccionador tardó varios minutos en decidir en cual casa mandarlo, pero finalmente se decidió por Slytherin. Disimulando su apuro, Humberto caminó hacia la mesa de su casa.
-¡Lovegood, Luna! -Exclamó la profesora McGonagall después de leer el pergamino en sus manos.
Una delgada niña con el cabello tan largo que le llegaba hasta la cintura se separó del grupo de alumnos recién llegados y caminó lentamente hacia al taburete.
-¡Mira! -Le dijo Ernie, poniéndole una mano sobre el hombro-. Esa es la extraña chica que conocí en el tren.
Parecía que Luna le prestaba atención a todo menos al sombrero seleccionador. Movía los ojos de un lugar a otro, observando con asombro todo lo que había dentro del Gran Comedor. Justin se preguntó si ella también era nueva en el mundo mágico y por eso todo le parecía interesante.
-¡RAVENCLAW! -Exclamó el sombrero seleccionador después de un breve rato de meditarlo.
Como era de esperarse, la mesa de las águilas estalló en aplausos y Luna se bajó del taburete, sin embargo, la chica había empezado a caminar antes de que la profesora McGonagall le hubiera quitado el sombrero seleccionador y por poco se lo lleva hasta la mesa.
Muchas personas comenzaron a reírse al presenciar un comportamiento tan despistado, pero Luna no pareció darle la más mínima importancia. Finalmente, llegó el turno de la última estudiante.
-¡Zabini, Brina! -Volvió a anunciar la profesora McGonagall, y una robusta chica de piel negra caminó hasta el taburete.
La chica tenía un enorme cabello afro, por lo que el sombrero seleccionador batalló un poco en encajar en su cabeza. No pasó mucho para que el sombrero la mandara a Slytherin. Un muchacho del mismo grado escolar de Justin la recibió en la mesa de las serpientes. Los dos compartían cierto parecido, por lo que era fácil intuir que eran familiares, probablemente hermanos.
Justin dirigió su mirada hacia la mesa de profesores en el fondo del Gran Comedor. Había un lugar vacío, pero no recordaba quien era el maestro faltante. El director de la escuela, el profesor Dumbledore, se levantó de la mesa para dar un discurso de bienvenida. Aunque Justin sentía mucho respeto hacia Dumbledore, no pudo evitar dirigir su atención hacia otra persona sentada en la mesa de profesores. Se trataba de Gilderoy Lockhart, el más grande hechicero en la tierra que Justin conocía.
No había una sola cosa en Lockhart que el muchacho no encontrara fascinante. La túnica color aguamarina y la postura tan elegante que mantenía en todo momento eran la prueba de que ese mago era una auténtica leyenda. Justin había quedado maravillado desde el momento en que la señora Blunt le prestó un ejemplar de Paseos con los hombres lobo y leyó el primer capítulo.
Aunque en algunas ocasiones el mundo mágico lo intimidaba, los libros de Lockhart le dieron a Justin la confianza suficiente para arriesgarse en este peligroso mundo e intentar realizar sus propias hazañas. Seguía sin poder creer que, durante todo el año escolar, recibiría clases de su héroe más grande.
Estaba tan inmerso en sus pensamientos, que no se percató de que el banquete había comenzado hasta que Hannah usó su cuchara como catapulta y le lanzó un guisante a la cabeza.
-Si no empiezas a comer ahora, la comida se desvanecerá antes de que puedas terminar -Le dijo Hannah con un tono burlón.
Apenado, Justin le dedicó una falsa sonrisa y clavó su tenedor en la pierna de cerdo más cercana.
***
ERNIE
Tuvieron que esperar un rato en el sótano para que Gabriel Truman, uno de los alumnos mayores, terminara de darles el recorrido de bienvenida a los nuevos estudiantes de Hufflepuff.
Ernie había olvidado lo cómoda y cálida que era la sala común de Hufflepuff. Las alegres plantas distribuidas por todo el lugar, las figuras de madera talladas con forma de tejón, y la cálida luz proveniente de las lámparas de cobre creaban un ambiente hogareño y tranquilo.
La sala no tardó en llenarse de estudiantes de todos los cursos. Debido al mar de gente que caminaba de un lado a otro, Ernie y Justin decidieron que era mejor pasar un rato en su viejo dormitorio en lo que se calmaba el tráfico en la sala común.
Como era de suponerse, su equipaje y sus mascotas los estaban esperando encima de sus casas. Arquímedes, la lechuza de Justin, se movía inquieta dentro de su jaula, mientras que el gato de Ernie mordía los barrotes de su jaula con sus pequeños colmillos. Wayne aún no había llegado al dormitorio, y parecía que su otro compañero, el pesado Zacharias Smith
Sin perder tiempo, Ernie sacó a Jace de su jaula y comenzó a rascarle la cabeza con suavidad y Justin agarró la jaula de Arquímedes.
-Hannah y yo vamos a la lechucería para dejar a Olive y Arquímedes -Le informó Justin, caminando hacia la puerta-. ¿Vienes con nosotros?
Estuvo a punto de aceptar, pero recordó el cursi mapache de peluche que Erzulie le había regalado y que Edrick le había obligado a traer consigo a Hogwarts. Tenía que esconderlo de la vista de todos lo más pronto posible.
-Estoy un poco cansado. Voy a desempacar y a acostarme en la cama -Le respondió lo más relajado que pudo fingir.
Justin asintió lentamente y salió del cuarto. Ernie no se molestó en esperar a que regresara. Abrió su baúl y sacó al esponjoso mapache, el cual, por alguna razón, Ernie sentía que lo vigilaba con esos fríos ojos de botón.
Primero pensó en ocultarlo en un cajón, pero después pensó que cualquiera podría encontrarlo por accidente. También se le ocurrió dejarlo en el baúl, pero se arriesgaría a que alguno de sus compañeros lo viera cada vez que abriera el baúl.
Empezó a escuchar pasos acercándose al dormitorio, por lo que no lo pensó más y ocultó al mapache debajo de la cama. Se puso de pie y rápidamente comenzó a sacar mas cosas de su baúl y las arrojó sobre la cama.
La puerta se abrió unos segundos después. Giró la cabeza y se topó con Zacharias Smith parado en el umbral.
-Que gran placer es verte de nuevo, osado de Hufflepuff -Le dijo Zacharias con una expresión sarcástica en el rostro, la cual hacía relucir su respingada nariz. El ápodo que le había puesto a Ernie era una burla acerca de un problema que había tenido durante el primer año.
-Lo mismo digo, Smith -Respondió, secamente.
A Ernie le sorprendía como él y Zacharias eran muy parecidos físicamente; ambos eran rubios, se peinaban y vestían casi igual cuando no usaban uniforme, y tenían casi la misma estatura, aunque Zacharias era más delgado y parecía que crecería mucho en los siguientes años. Pero tenían personalidades totalmente opuestas.
Zacharias siempre hacía comentarios pesados y tenía un carácter difícil, mientras que Ernie se intimidaba mucho cuando estaba rodeado de personas que no conocía muy bien.
-Veo que ya escogiste la mejor cama -Le reprochó Zacharias, cerrando la puerta y caminando hacia la cama que tenía su equipaje encima.
-Es el mismo dormitorio del año pasado, el mismo lugar que tenía el año pasado y las cinco camas son exactamente iguales, Zacharias -Se defendió Ernie.
-Claro, tú no eres el que se despertará durante todo el año con el sol en la cara.
Ernie decidió ignorar a su molesto compañero y siguió desempacando en silencio. Rogaba por que Wayne o Justin aparecieran en cualquier momento, pero no le quedó de otra más que terminar con su labor lo más rápido posible mientras sentía los juzgones ojos de Zacharias en su espalda.
Puso el marco de su familia sobre el mueble a un lado de la cama, y suspiró de alivió por haber terminado su labor. Después, salió decidido de la habitación en busca de compañía más agradable.
La sala común parecía haberse calmado. Vio a Megan Jones y a Leanne sentadas en el sillón más cercano a la chimenea. Había unos cuantos alumnos que conocía en diferentes partes de la sala, pero el único con el que le interesaba hablar estaba en una mesa apartado de los demás. Era Cedric Diggory y estaba muy inmerso leyendo un ejemplar de Quidditch a través de los tiempos.
Sin saber exactamente a que se debía, Ernie se puso un poco nervioso. Cedric era uno de los estudiantes más populares de Hufflepuff y de la escuela, pero no solamente era eso, también se trataba de una de las personas más amables, optimistas y acomedidas que Ernie había conocido. Se sentía muy agradecido de que Cedric lo considerara un amigo, aunque él solamente era un muchacho unos pocos años menor que se metía en problemas de vez en cuando.
Se limpió el sudor que le corría por las manos en la túnica y caminó lentamente hacia la mesa en donde se encontraba Cedric.
-Me alegro de volver a verte, Cedric. No habíamos tenido oportunidad de hablar -Lo saludó Ernie, esperando no sonar como un fenómeno.
Cedric cerró su ejemplar y esbozó una amigable sonrisa.
-¿Qué hay de nuevo, Ernie?
-No mucho, en realidad. ¿Está interesante ese libro que tienes ahí? -Dijo en un desesperado intento por buscar un tema de conversación.
-Bastante. Mi padre me lo regaló después de que se enteró que había entrado en el equipo de Quidditch de Hufflepuff -Cedric sonaba muy satisfecho consigo mismo, parecía que le importaba el orgullo de su padre de la misma forma que a Ernie-. Es la tercera vez que lo leo.
-Si estás interesado, te puedo recomendar El animago de Edimburgo. Es una de mis novales favoritas, mi padre me la regaló para que yo aprendiera a leer.
Ernie estaba dispuesto a relatarle la sinopsis completa de la novela, pero Cedric aceptó antes de que pudiera empezar a hablar. Hablaron vagamente sobre las cosas que hicieron durante las vacaciones, pero minutos después, la puerta redonda de la entrada a la sala común se abrió y Justin y Hannah aparecieron en cuestión de segundos.
-¡Abbott! ¡Finch-Fletchley! Vengan a saladar -Gritó Cedric con júbilo.
Los mencionados parecieron apenados, pero aún así no se la pensaron dos veces para ir a saludar a su amigo más viejo. Justin tenía un par de plumas de ave atoradas entre sus castaños rizos, y el muchacho explicó que hubo un revuelo al momento de dejar a Arquímedes y Olive en la lechucería.
De repente, la entrada a la sala volvió a abrirse y Wayne apareció con un aire de apuro. Gotitas de sudor le resbalaban por la piel oscura, y parecía que buscaba con desesperación a alguien. Wayne volteó la cabeza hacia donde se encontraba el grupo de Ernie y rápidamente se abrió paso entre los muebles y estudiantes para llegar hasta ellos.
-Acabo de enterarme de la noticia del año -Les dijo emocionado.
-Pero acabamos de iniciar el año escolar -Argumentó Hannah.
Wayne jaló una silla de la mesa más cercana, y la arrastró hasta quedar entre Cedric y Ernie.
-¡Se trata de Potter! -Volvió a hablar-. Harry y su amigo Weasley no llegaron a Hogwarts en el tren, ¡llegaron en un auto volador!
Todos pusieron cara de asombro, en especial Ernie que se le había caído la mandíbula.
-¡Autos voladores! -Gritó Justin, llamando la atención de varios individuos en la sala-. ¿Eso es posible?
-Y esa no es la mejor parte -Sonrió Wayne, y esperó a que más gente se acercara a la mesa para seguir contando la historia-. Algunos dicen que el auto se estrelló contra el sauce boxeador -El sauce boxeador era un árbol antiguo que se hallaba dentro de los terrenos de la escuela, y tenía la fama de golpear con sus gruesas ramas a quien se le acercara- El profesor Snape y Filch fueron quienes los descubrieron durante el banquete de bienvenida.
-Es verdad -Interrumpió Justin-. Había una silla vacía en la mesa de profesores, Snape era el que faltaba.
-Harry y Ron no estuvieron durante la ceremonia de selección. Ron no estaba cuando los Weasley abrazaron a su hermana Ginny -Añadió Hannah.
-¿Creen que los hayan expulsado? -Inquirió Cedric en voz baja.
-Algunos dicen que Dumbledore intervino para que solamente les impusieran un castigo -Continuó Wayne-. Dumbledore siempre ha tenido consideración con Harry y sus amigos de Gryffindor.
Mientras todos seguían hablando del chisme de Harry, Ron y el auto volador, Ernie estaba reflexionado.
<<Después de todo, tal vez la niña rubia del tren no estaba tan loca>> Pensó Ernie.
🦝🦝🦝
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