Capítulo 6
Elber le dijo que iría a buscar a sus compañeros de Ravenclaw y que estaría con ellos durante todo el viaje. Afortunadamente, Ernie se encontró con Susan Bones al subir al vagón. Grande fue su sorpresa al notar que Susan había cambiado el estilo de su cabello de una larga trenza roja a un corte que le llegaba hasta los hombros. Se dieron un rápido abrazo y fueron a buscar un compartimiento vacío.
Mientras tiraban de sus pesados baúles por los corredores del tren, Susan le platicaba sobre sus vacaciones y de la vez que su tía la había llevado a un criadero de pegasos y le enseñó como volar en ellos.
Cuando Susan iba a la mitad de su historia, descubrieron a Hannah y a Justin esperándolos dentro de un compartimiento. Hannah llevaba en brazos a Venus, la panta carnívora que la profesora Sprout le había regalado en primer año, y Ernie no podía creer que la planta había alcanzado el tamaño de la mitad de su brazo.
Justin se levantó de su asiento para ayudarle a Susan a meter su baúl al compartimiento, lo que provocó que la chica se sonrojara y murmurara un tímido gracias.
-¡Tu cabello está hermoso! -Le dijo Hannah a Susan cuando esta se sentó a su lado.
-Gracias, Honey. Quería iniciar el año con un nuevo estilo, espero que el profesor Lockhart lo note -Respondió con un tono infantil en la voz.
Se escuchó el estruendoso sonido que producía el silbato del tren, y poco después sintieron como el vagón comenzaba a moverse. Abandonaron la estación King's Cross al cabo de cinco minutos.
-Mi hermano Elber dice que a partir de este año viajaremos en carretas para llegar al castillo -Comentó Ernie mientras se quitaba el caluroso abrigo gris que su padre le había obligado usar y lo doblaba cuidadosamente.
-Con lo que me había gustado navegar en bote por el lago -Se lamentó Justin.
Pasaron una hora hablando sobre todas las posibles cosas mágicas que aprenderían en ese año hasta que sintieron hambre e hicieron un pequeño torneo de piedra, papel y tijeras para que uno de ellos fuera a comprar golosinas al carrito. Ernie fue el perdedor y tuvo que memorizar, a regañadientes, las órdenes y la cantidad de dinero que cada uno de sus amigos le había entregado. Justin siempre le daba más dinero del necesario, prueba de que aún no sabía usar el dinero de los magos en su totalidad
Recorrió el silencioso corredor en busca de la señora que atendía el carrito de golosinas, pero tuvo que cruzar dos vagones mas para dar con ella. Hermione Granger estaba ahí y acababa de comprarse un pastel de calabaza, sin embargo, en su rostro se leía una expresión de preocupación.
A Ernie le agradaba Hermione y le preocupó verla en ese estado. Normalmente él no era de los que iniciaban conversaciones con personas que no eran muy cercanas a él, pero se armó de valor y caminó hacia ella.
-¡Es un placer verte, Hermione! -La saludó de la forma más amigable que se le ocurrió-. ¿Qué estás haciendo en este lugar?
La chica cambió su expresión a una más normal, y le mostró el pastel de calabaza en su mano derecha.
-Tenía un poco de hambre y vine al carrito a conseguir algo para el camino.
Ernie se sintió un poco tonto por preguntar algo tan obvio, pero siguió adelante con su investigación.
-¿Te molesta algo? Perdóname si me estoy entrometiendo, pero pareces un poco alterada.
-No te preocupes, no es nada grave -Dijo ella, agitando su mano para tranquilizarlo. Sin embargo, su rostro volvió a reflejar preocupación-. Es solo que no he podido encontrar a Ron y Harry por ninguna parte del tren, lo cual es raro porque sus hermanos y hermana están aquí y yo sé que Harry nunca se perdería la oportunidad de ir a Hogwarts.
La mención de Harry hizo que Ernie volviera a experimentar culpa y otras extrañas sensaciones.
-¿Quieres que te ayude a buscarlos? -Le sugirió Ernie.
-No, está bien. Ya no falta mucho para que lleguemos a Hogsmeade, los encontraré una vez que bajemos del tren, aunque gracias por preguntar.
Hermione se despidió en silencio y siguió recorriendo el tren. Ernie repasó mentalmente la lista de dulces que debía comprar y fue con la señora del carrito.
Después, Ernie caminó lentamente hacia el compartimiento en dónde estaban sus amigos. Llevaba en sus brazos un montón de cromos de ranas de chocolates, varitas de regaliz, algunas cajas de grageas de todos los sabores y varios pasteles de calderos. Rogaba por no haberse equivocado en nada y que sus amigos no se molestaran con él.
Cambiar de vagón le resultó difícil, incluso tuvo que detenerse en una ocasión para recoger uno de los cromos de ranas de chocolate que se le había caído al suelo. De repente, escuchó el sonido de una puerta corrediza abriéndose y una figura rubia pasó rápidamente frente a él. Faltó poco para que a Ernie se le cayeran los demás dulces.
En un tren llenó de niños mágicos nunca se podía saber que cosa rara podía salirse de control. Alterado, se levantó con cuidado y buscó lo que fuera que había sido esa mancha rubia. No le tomó mucho tiempo para descubrir que no se trataba de un algo, sino de un alguien.
Frente a él, una pequeña y delgada niña tenía el rostro pegado a la ventana, contemplaba el paisaje con sus enormes ojos saltones y formaba una "o" de asombro con su boca. Parecía más joven que él. Tenía el cabello largo, desgreñado y de color rubio pálido. Vestía un vestido de color rosa pastel y un suéter de lana azul con muchas estrellas blancas bordadas.
Ernie no podía comprender que era lo que tenía tan interesada a la niña, dado que aún faltaba mucho viaje para llegar a Hogsmeade y el paisaje se podía observar perfectamente desde los asientos.
Intrigado, el muchacho se acercó lentamente a la niña y trató de ver por encima de su hombro.
-¿Está pasando algo allí afuera? -Le preguntó.
-Un auto -Respondió la niña con una vocecita aguda.
-¿Viste algún accidente de auto? -Preguntó confundido.
La niña se separó de la venta y volteó a verlo.
-No, un auto celeste estaba dando vueltas a un lado del puente -Respondió, señalando un punto en la ventana-. Logré verlo planeando desde la ventana junto a mi asiento, creo que dio vueltas hasta quedar de este lado del tren.
Era cierto que el tren estaba cruzando un enorme puente, pero afuera de la ventana no había nada más que campos verdes y un cielo azul con nubes esponjosas. Ernie no sabía que contestarle a esa niña tan peculiar. Era cierto que pasaban cosas fuera de lo normal en el expreso de Hogwarts, pero un auto volador sonaba muy disparatado.
-Creo que debiste a verlo imaginado. Tengo que regresar con mis amigos, nos vemos luego... -Ernie se sintió apenado al percatarse que ni siquiera le había preguntado su nombre.
-Luna Lovegood -Dijo la chica, amigablemente.
-Ernie Macmillan, nos vemos en otra ocasión -Respondió Ernie, retirándose hacia la salida del vagón.
Cuando regresó con sus amigos, no dudó en relatarles su extraño encuentro con aquella chica.
***
Ernie había olvidado lo incómodo y complicado que era desvestirse en un lugar donde no tenía completa privacidad, afortunadamente, Susan y Hannah fueron a buscar otro compartimiento y Justin esperó afuera en lo que él terminaba de ponerse el uniforme de Hogwarts.
El tren llegó a la estación de Hogsmeade y los estudiantes empezaron a bajar de los vagones. El ambiente en la estación estaba muy fresco y la luna resplandecía en el cielo nocturno. Ernie reconoció a Hargid en el andén, el enorme y amigable guardabosques de la escuela, quien sostenía una vieja lampara y llamaba a los estudiantes de primer año para que los siguiera hasta al castillo. También reconoció a Neville Longbottom, un torpe muchacho de Gryffindor que acababa de tropezarse inmediatamente después de bajar del tren, y a Anthony Goldstein, un brillante chico de Ravenclaw con quien Ernie se llevaba bien.
-No te quedes parado o nos perderemos los carruajes -Le dijo Justin, tomándolo con cuidado del hombro y conduciéndolo ente el mar de estudiantes.
Ernie recordó que tenían que dirigirse a una calle oscura frente a la estación para encontrar los carruajes. Susan y Hannah ya habían subido a una y les estaban haciendo señales para que las acompañaran. Justin subió con naturalidad, pero Ernie necesitó de su ayuda para llegar hasta arriba.
Wayne Hopkins, su compañero de cuarto de Hufflepuff, estaba con las chicas. Tenía la cabeza rapada y un feo por encima del ojo izquierdo.
-Un accidente practicando Quidditch, no tuve el suficiente cuidado con la Bludger, lo qué es un gran problema si quiero convertirme en golpeador -Les explicó Wayne una vez que la carreta comenzó a andar, y curiosamente, no había ningún caballo jalándola, se movía por si sola.
De vez en cuando, Ernie se removía en su asiento para ver a los ocupantes de los otros carruajes.
-¿A quién estas tratando de encontrar? -Le preguntó Susan al percatarse de su comportamiento.
-A Cedric. No lo he visto en un largo tiempo, quisiera saludarlo -Respondió, esperando no sonar muy raro.
-Lo verás cuando estemos en el Gran Comedor -Le recordó Justin-. Me estás poniendo nervioso, siéntate o te caerás del carruaje.
Pero Ernie volteó hacia atrás por última vez. Quedaba una última carreta en la calle frente a la estación. La luz de la farola le permitió ver a una delgada chica pelirroja que usaba el uniforme de Slytherin y batallaba por subir al carruaje dado que no había nadie más con ella. La reconoció poco después, era Bridget Griffin.
🦝🦝🦝
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