Capítulo 5
Poco antes de que las vacaciones terminaran, Edrick Macmillan había decidido visitar a su familia. Sin embargo, nadie esperó que regresara con el brazo izquierdo completamente vendado. Edrick trabajaba como Auror en el Ministerio de Magia, y había sido asignado a un caso de tráfico de animales mágicos en Estados Unidos. Al parecer, Edrick y otros aurores habían interceptado a un pequeño grupo de contrabandistas de mokes en la ciudad de Nueva Orleans, que eran lagartos valiosos con la habilidad de encogerse a voluntad, y loshabían capturado con éxito.
Lo único malo fue que, durante la redada, uno de los contrabandistas le lanzó a Edrick un maleficio que congeló completamente su brazo. Afortunadamente, recibió la atención de un eficiente equipo de sanación, brindado por la M.A.C.U.S.A., que logró salvarle el brazo por completo, pero debía usar vendaje y descansar por unas semanas.
-Su nombre era Jackson Lewis -Les contó Edrick la primera noche que llegó, mientras Riv Lee le cambiaba los vendajes-. Es un pequeño criminal que le ha dado algunos problemas al ministerio durante una década. El muy infeliz no se rindió hasta que tuvo a cuatro aurores encima de él. Lo trajimos con nosotros a Londres, y mañana mismo iré a interrogarlo.
-Creí que te habían ordenado que descansaras -Dijo Elber.
-No voy a dejar este asunto en manos de otros. Ese Lewis podría darnos la clave para terminar con todo esto de una buena vez. Además, fue una suerte que Erzulie tuviera que hacerse cargo del restaurante de su familia y pude zafarme de sus cuidados intensivos, aunque tengamos que retrasar los planes de la boda por un tiempo.
La prometida de Edrick atendía un salón de belleza, y recientemente, un restaurante en Nueva Orleans. Por esa razón no había podido acompañarlo en esta ocasión. Sin embargo, Edrick la extrañaba tanto que cada dos tardes obligaba a Ernie que lo acompañara al pueblo más cercano para usar el teléfono público y llamar a Erzulie.
Ernie pasaba cuarenta minutos sentado a un metro de la cabina telefónica, mientras que Edrick se ponía al corriente con su prometida. De vez en cuando, los escuchaba llamarse por cursis apodos y reírse como tontos. Esas demostraciones de cariño lo hacían sentirse incómodo y hasta extraño. Tal vez se debía a que Ernie aún no entendía bien lo que era el amor.
Pero algo aún más extraño era lo que ocurría en el pequeño puesto de flores al otro lado de la calle. Quien lo atendía era un muchacho un par de años mayor que Ernie. Tenía la piel morena, cabello rizado y cejas gruesas. A veces Ernie lo sorprendía sonriéndole, y en muy raras ocasiones, le guiñaba el ojo. Él jamás respondió en ningún momento, solamente se quedaba quieto y esperaba ansioso a que Edrick terminara su llamada.
Nunca habló de esto con nadie, y tampoco tenía intención de hacerlo. No sabía a qué se debía. Solo se sentía confundido.
-¿Cómo se enteraron de la operación de contrabando? -Le preguntó Ernie a Edrick en un intento de apartar ese recuerdo de la cabina telefónica de su mente.
-Recibimos una nota carta anónima que nos avisó la fecha y el lugar en que Lewis actuaría. Tomamos precauciones por si se trataba de una trampa, pero la información resultó ser verdadera -Respondió Edrick-. Supongo que debió tratarse de algún cómplice arrepentido, o de un enemigo de Lewis.
Edrick no dijo nada más sobre el caso, ni siquiera después de ir a interrogar a Jackson Lewis.
***
Unas pocas noches antes de volver a Hogwarts, Elric Macmillan organizó una pequeña cena en su casa para celebrar el inicio del último año escolar de Elber. También invitó a los Griffin debido a que la hija menor también cursaría su último año.
Antes de la fiesta, Elric hizo una intensa limpieza que involucró a todos los habitantes de la casa Macmillan. Jace, el gato de Ernie, se había revolcado sobre alguna sustancia mal oliente en el bosque, por lo que Elric obligó a Ernie a que bañara al gato hasta que se le quitara el olor, por lo cual recibió varios rasguños por parte de Jace. Afortunadamente, el collar de salamandra los sanaba al instante.
Cuando llegó el día de la cena, el piso estaba tan reluciente que era sencillo resbalarse si uno no se iba con cuidado. Edrick y Elber usaron sus varitas para decorar el comedor. Largas tiras doradas emanaron de la punta de la varita de Edrick, y Elber creo unos cuantos globos plateados. Ernie extendió un viejo y delgado mantel escocés sobre la mesa, el cual solo se podía utilizar en ocasiones muy especiales.
Los Griffin llegaron poco antes que el reloj marcara las nueve de la noche. La señora Griffin trajo consigo un enorme plato pudín de pan de soda, lo que demostraba que compartía la misma política que Elric Macmillan de no llegar a una casa ajena con las manos vacías.
Mientras Ernie conducía a la señora Griffin hacia la cocina, donde Riv Lee Laks terminaba de preparar los platillos para la cena, Elric se enfrascó en una animada conversación con Ryland Griffin, el patriarca de la familia Griffin.
En lo que se servía la cena, Ernie llevó a la abuela de los Griffin al comedor y le hizo compañía durante un largo rato. A través de la puerta del comedor, pudo ver a Mitchell Griffin bromeando con Edrick sobre su lesión del trabajo, igualmente, vio a Elber saludando a la hermana de Mitchell, Bridget.
Parecía muy incómoda y distante. Tenía el pelo liso, largo y de color naranja claro. Ojos cafés y almendrados, muchas pecas en la piel, un rostro alargado y era extremadamente delgada. También vestía un enorme suéter verde y una falda gris que hacían resaltar su cabello.
Ernie se percató de que Elber se esforzaba por mantener una conversación amigable con Bridget, pero ella apenas si lo prestaba atención. Parecía más interesada en el retrato que colgaba encima de la chimenea. La niña en el retrato estaba tan concentrada en su tejido que no se percató de que estaba siendo observada.
Afortunadamente para Ernie, porque ya no soportaba mantener una sonrisa falsa en su rostro mientras que la abuela Griffin le contaba cuantos caballos tenía de niña en Irlanda, la cena comenzó y el resto de la noche transcurrió con buen ritmo.
Riv Lee verdaderamente se había lucido con el banquete. Edrick hasta se olvidaba de su brazo malo cuando probaba la jugosa pierna de cerdo que la elfina doméstica había preparado.
-Nuestro elfo doméstico cocinaba así de delicioso, lástima que un dragón lo rostizó vivo -Dijo Ryland Griffin antes de engullir otro pedazo de cerdo.
Ernie notó como varios miembros de la familia Griffin se removían incómodos en sus asientos, en especial Bridget, pero nadie comentó algo al respecto y continuaron con la cena.
-Este cranachan es excelente -Comentó la señora Griffin, sonriendo por la dulzura.
El cranachan era el único platillo que Elric Macmillan había preparado con sus propias manos para la cena, y también era el único postre que le gustaba. En los Macmillan existía la tradición de que cada padre debía enseñarle a sus hijos a preparar el típico postre escocés, para que estuvieran preparados para cada ocasión especial. Edrick y Elber ya lo habían hecho, pero Ernie debía esperar hasta que fuera mayor de edad dado a que cranachan contenía whisky.
-¿Cómo van los planes de boda? -Preguntó Mitchell, limpiándose un rastro de nata de la mejilla con una servilleta.
-No tan bien como me gustaría -Confesó Edrick-. Erzulie y yo hemos tenido que retrasarlos por inconvenientes.
-Últimamente hay muchas inconvenientes y sucesos raros, ¿verdad? -Siguió la señora Griffin-. El escándalo de Gringotts del año pasado, los crímenes con criaturas mágicas en varios países, Gilderoy Lockhart dando clases en Hogwarts...
-Y el reciente ingreso a Hogwarts del niño Potter -La interrumpió su marido mientras se limpiaba trocitos de frutos rojos de la barba.
Se hizo un breve silencio en el que Ernie se sintió ansioso. Faltó poco para que el collar de salamandra lo volviera invisible. Desde su encuentro en el callejón Diagon con Justin y Hannah, había dejado de esconderlo. Cuando su padre preguntó por el collar, Ernie le respondió que fue un regalo de agradecimiento por parte de Hannah. A Elric no le gustaba, pero como era un regalo dejó que Ernie lo usara de día y de noche.
-Es sólo un chico de doce años. No puede hacer un gran alboroto -Dijo Elber.
-Hizo más que un alboroto cuando apenas era un bebé -Respondió Bridgett en voz baja, pero lo suficientemente fuerte para que todos en el comedor escucharan.
Volvió a reinar otro silencio incómodo. La señora Griffin miraba con una expresión severa a su hija, aunque la chica se dedicó a observar fijamente su copa de cranachan.
Elric fue el primero en romper el silencio. Empezó a hablar sobre un par de anécdotas divertidas en el trabajo, en un intento forzado por aligerar el ambiente. Pero Ernie siguió contemplando a Bridget, y durante un par de segundos, reconoció una expresión de envidia en el rostro de la chica. Y sabía perfectamente que era envidia porque Ernie había sentido lo mismo cuando pensaba en Harry Potter.
La cena terminó poco después, pero antes de que los Griffin se marcharan, Elric hizo un brindis por el inicio de un último y tranquilo año escolar para Elber y Bridget.
***
Últimamente, Ernie comía más de la cuenta. Sin saber exactamente a que se debía, Ernie experimentaba unas grandes ansias por comer. Después de meditarlos durante días, llegó a la conclusión de que su temprana adolescencia era la responsable de su descontrolado apetito. Sin embargo, las personas a su alrededor no lo veían de buena forma.
Su padre ya lo había reprendido en un par de ocasiones por comer dulces y pasteles de calabaza poco antes de alguna comida. Por ese motivo había utilizado la magia del collar para volverse invisible, y escabullirse en la cocina para devorar un par de galletas que Riv Lee había horneado en la mañana.
Cundo iba a la mitad de la segunda galleta, escuchó pasos que se aproximaban a la cocina y rápidamente se ocultó en el cuarto de alacena. Aunque era invisible, seguía viviendo en el mismo lugar que dos aurores altamente entrenados y que eran capaces de descubrirlo si detectaban algo fuera de lo normal.
Poco después aparecieron Edrick y su padre, conversando sobre asuntos del Ministerio de Magia. Ernie dejó la puerta de la alacena entreabierta para escuchar cuando los dos se fueran.
-El infeliz de Lewis se ofreció a cooperar con unos cuantos nombres a cambio de inmunidad. Sí de mi dependiera, le cortaría la mano con la que agarra la varita y lo arrojaría a una celda en Azkaban -Dijo Edrick con frustración, sentándose junto a la ventana.
-Sí de verdad quieres convertirte en un buen auror, debes mantener la compostura ante cualquier cosa. Sin importan lo frustrante o horrible que sea -Le contestó Elric mientras ponía a hervir agua para preparar té.
Aunque Edrick no lo demostraba, toda su familia, incluido Ernie, se daban cuenta de que los casos en los que trabajaba comenzaban a amargarlo. Edrick comenzaba a comprender la verdad que no te cuentan cuando aceptas el trabajo de mantener la ley y el orden, cada criminal que atrapas se lleva un fragmento de tu humanidad.
-¿Cómo va el caso que te asignaron? -Preguntó Edrick en voz baja.
Varias arrugas aparecieron junto a una expresión llena de cansancio en el rostro de Elric.
-Emelda Selwyn -Respondió Elric después de una breve pausa-. Una peligrosa bruja que aparentemente tiene una lista de nombres por asesinar.
-Escuche sobre dos muertes.
-Tres -Lo corrigió Elric, sirviendo agua caliente en dos pequeñas tasas-. Todos varones de edad adulta. Un testigo la identificó después de el último homicidio.
Edrick se levantó y se acercó a la barra para prepararse su té.
-¿Son asesinatos al azar?
-Lo dudo. Él marido está en Azkaban. Probablemente se trate de una venganza, pero solo es una teoría. No hay mucha relación entre las víctimas -Explicó Elric.
-¿Han descubierto algo más? -Dijo Edrick antes de darle un sorbo a su tasa de té.
-Solamente un detalle. El testigo que identificó a Emelda era la hija de la tercera víctima. Se ocultaba en el sótano mientras su padre mantenía un duelo con Emelda. Ella declaró que tenían una serpiente de mascota, una cobra, la cual siempre había sido inofensiva.
>>Sin embargo, la hija afirma que escuchó a Emelda sisear unas extrañas palabras en voz baja, e inexplicablemente, la cobra atacó a su dueño y ella aprovechó para asesinarlo con un maleficio. ¿Puedes adivinar que fue lo que siseó Emelda? -Le preguntó Elric a su hijo en forma desafiante.
Edrick tardó un momento en procesar la información, pero después de un par de segundos, la expresión en su rastro cambió a una de auténtica sorpresa.
-Lengua pársel -Respondió atónito.
-Exacto -Expresó Elric-. Yo que pensaba que los hablantes de esa maldita lengua ya estaban extintos. Pero son iguales que cucarachas, siempre sobrevive uno.
-Si una hablante de pársel está asesinando hombres sin ningún tipo de discreción, debe estar tramando algo muy grande.
-Es lo que me temo. El pársel es la marca de un verdadero hechicero tenebroso. Ninguna bruja o mago honorable tiene la habilidad de hablar con las serpientes, es una prueba de verdadera maldad.
De repente, Elric no pudo seguir bebiendo su té.
-A Salazar Slytherin lo apodaban "lengua de serpiente" -Comentó Edrick-. Eso era algo que comentábamos los de la casa Gryffindor en Hogwarts.
-Sí, lo recuerdo.
Los dos guardaron silencio y abandonaron la cocina cuando terminaron su té. Ernie se quedó sentado en el piso de la alacena. Procesaba toda la información que acababa de escuchar. A veces escuchar toda la maldad que su familia enfrentaba lo dejaba completamente pasmado.
***
El día en que regresaba a Hogwarts y volvería a ver a sus amigos finalmente había llegado. Tuvo problemas para meter a Jace a su jaula, ya que el gato no parecía querer abandonar la casa. Toda la familia Macmillan acudió a la estación King's Cross para despedir a los dos miembros más jóvenes.
Edrick prácticamente obligó a Ernie a que se llevara el mapache de peluche que Erzulie le había regalado en la última navidad. Ernie se sentía ridículo por llevar un peluche a la escuela, pero decidió que lo ocultaría debajo de su cama en cuanto llegara al dormitorio.
Días antes de que las vacaciones terminaran, y aprovechando que toda la familia estaba reunida, Elric convenció a todos para que se tomaran un retrato familiar. Ahora todos los varones Macmillan tenían un pequeño marco dorado con la foto de los cuatro, lo cual era muy útil dado que Elber y Ernie no volverían a ver a su hermano en un largo tiempo.
Antes de atravesar el muro mágico que los llevaría al andén nueve y tres cuartos, Elric abrazó a sus hijos y les pidió que se comportaran a la altura de un verdadero Macmillan. Ninguno de los cuatro sabía en ese momento que esa promesa se volvería muy difícil de cumplir.
🦝🦝🦝
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