Capítulo 44
ERNIE
El siguiente día fue probablemente uno de los más exhaustivos que habían tenido en Hogwarts. El ambiente en el castillo ya era bastante tenso y lúgubre, debido a las recientes petrificaciones y a la ausencia de Dumbledore y Hagrid. Sin embargo, todo el cansancio que acumularon la noche anterior les hizo casi imposible la tarea de soportar cada larguísima clase de ese día.
Ernie y Hannah solo habían dormido cuatro horas, pero afortunadamente nadie había notado que abandonaron la sala común. Zacharias y Wayne estaban completamente dormidos cuando Ernie llegó a su cuarto, lo cual fue una verdadera fortuna para él, ya que, de no ser así, Zacharias lo hubiera obligado a pasar otro par de horas preparando la poción herbovitalizante.
Como su compañero de cuarto seguía notablemente enfermo, Hannah y Ernie tuvieron que inventarle a la profesora Sprout la excusa de que Zacharias se había despertado con fuerte resfriado y que pasaría el día entero en cama. La enfermería estaba reservada exclusivamente para las víctimas de petrificación, por lo que a Hannah se le ocurrió añadir a la mentira que ella iría con la señora Pomfrey por un remedio para la gripe y que procuraría revisar el estado de Zacharias cada par de horas.
La profesora Sprout les creyó sin pedirles muchas explicaciones, y aunque ambos se sentían mal por abusar de la enorme confianza que ella les tenía, también debían admitir que les alivió mucho que así fuera. La realidad era que el personal del colegio estaba tan preocupado por la ausencia de Dumbledore y la crisis del heredero de Slytherin que cada maestro tenía un montón de responsabilidades que atender, lo cual hacía que el comportamiento inusual de unos pocos alumnos fuera lo menos importante a que prestarle atención. Además, tanto la señora Pomfrey como la profesora Sprout estaban tan ocupadas cuidando de los petrificados y las mandrágoras, respectivamente, que era muy probable que estás dos no cruzaran palabra en todo el día.
El resto de los profesores no permitían que los estudiantes fueran solos a ningún lado. Cada vez que tenían que cambiarse de aula o dirigirse al Gran Comedor, un profesor debía acompañarlos. Esto resultó bastante molesto debido a que Ernie y Hannah no tuvieron ni un solo momento para preparar la poción hasta que las clases del día finalizaron. Ernie y Hannah estaban terriblemente exhaustos y solo añoraban una larga sesión de descanso, pero no podían permitirse pasar otro día sin preparar la poción.
Zacharias no dejaba de fastidiarlos y apresurarlos en el dormitorio, por lo que tuvieron que usar un reducido cuartito de limpieza en la sala común para trabajar. Ernie y Hannah estaban muy apretados e incómodos, pero pudieron organizarse y pusieron manos a la obra.
Afortunadamente, ninguno de los frascos con ingredientes que habían sacado de la Bodega de Gianna se había roto durante el agitado viaje de regreso. Ernie se las había arreglado para meter un pequeño mechero del aula de Pociones en su mochila (el cual planeaba devolverlo al siguiente día), y Hannah ofreció el caldero que sus padres le compraron a principios del curso escolar para elaborar la pócima.
-Ernie, tú eres mejor para preparar pociones que yo. Creo que tú deberías liderar el proceso -Le sugirió Hannah, mientras acomodaba todos los ingredientes en fila a un lado del caldero.
-De acuerdo -Respondió él, no muy convencido.
Ernie abrió el libro de pociones, y recordando todo lo que el profesor Snape les había enseñado con severidad, tomó el frasco de sangre de salamandra y vertió suavemente un chorro dentro del caldero. Después, comenzó a revolver la mezcla hasta que adoptara un color verde.
-Podrías apartar cinco espinas de pez león -Le pidió Ernie a Hannah, cortésmente.
La chica asintió con la cabeza. Tomó un pequeño plato y comenzó a colocar en el la cantidad de espinas que le habían pedido.
-Fue una locura todo lo que ocurrió anoche, ¿verdad? -Comentó Hannah, acercando el plato con espinas a Ernie-. Descubrimos que una maldición le cayó a Zacharias por robarse tu collar, nos escapamos del colegio a la mitad de la noche, e irrumpimos en una tienda. Creo que ya nadie puede decir que los Hufflepuffs somos unos aburridos sin remedio, ¿no lo crees?
-Creo que sí, lastima que nadie lo sabrá nunca -Respondió Ernie, añadiendo las cinco espinas después de que la mezcla se volvió de color rojo-. Creo que son necesarias otras cinco espinas de pez león.
-Tal vez sea mejor que quede como una anécdota entre nosotros. Le daría un infarto fulminante a mi madre si llegara a enterarse de lo que hicimos -Continuó Hannah, colocando otras cinco espinas en el plato.
Ernie adivinó las intenciones de su amiga, y prefirió ir directamente al grano en vez de seguir con más rodeos incómodos.
-Aún quieres que te cuente sobre mi madre, ¿cierto? -Interrogó Ernie, sorprendiendo a Hannah.
Su amiga pareció muy apenada, pero aun así se atrevió a asentir despacio con la cabeza.
-No quiero que te sientas presionado o incómodo, pero en verdad creo que te ayudaría mucho hablar sobre eso con alguien -Se excusó Hannah, mientras le pasaba el frasco con mandrágora cocida.
Ernie no dijo nada por un breve rato, solamente añadió la mandrágora cocida y la pócima adoptó un color púrpura. Aunque no quería reconocerlo, sabía con toda seguridad que Hannah solo trataba de ayudarlo.
-No es tan fácil -Volvió a hablar Ernie cuando la mezcla se volvió roja-. Jamás lo he hecho. Me refiero a que nunca he hablado sobre mi madre con nadie, al menos no desde que se fue. Mi familia no es muy comunicativa respecto a ciertos temas, y mi madre es uno de ellos.
-Bueno, mi padre dice que los comienzos nunca son sencillos, de lo contrario, ni siquiera nos enteraríamos de que algo ha comenzado -Respondió Hannah. Ella y Hannah tenían la vista clavada en le líquido burbujeante en el caldero, lo cual hacia que les resultara más sencillo hablar entre ellos.
-Ni siquiera tengo alguna idea de por dónde empezar -Confesó Ernie, revolviendo la poción-. Yo era muy pequeño cuando se fue, si no estoy mal, tenía siete años en aquel entonces. Si me preguntaras si conozco la razón por la que se fue, te respondería con toda honestidad que jamás se me ha ocurrido una explicación coherente que justifique su decisión de abandonar a mi familia. Por lo que logro recordar, todo en nuestro hogar estaba bien. Tal vez no éramos la familia más feliz en la tierra, pero solíamos tener mucho buenos momentos. Recuerdo la música del piano de mi padre sonando en toda la casa, divertidos juegos en el jardín, y horas enteras en las que leíamos, pintábamos o simplemente nos dedicábamos a pasar un agradable momento en silencio sentados en la alfombra de la sala. Por supuesto que teníamos problemas y altibajos, pero nunca eran insuperables.
>>De hecho, recuerdo que un día antes de que se marchara, ella y yo tuvimos un día muy especial. Mi madre me despertó temprano y me llevó a pasear al bosque. No llevábamos con nosotros bolsas con comida o una sombrilla por sí llovía, pero mi madre si había traído su varita y una bolsa de dinero muggle. Caminamos por largos senderos llenos de flores en el bosque, de vez en cuando lográbamos detectar pájaros cantores escondidos entre las ramas de los árboles, veíamos las figuras de ciervos rojos merodeando por los campos a la distancia, incluso nos topamos a una familia de zorros que nos observaba curiosos desde la entrada de una madriguera. Mi madre me enseñó como llamar su atención amistosamente y uno de los cachorros se me acercó y me permitió acariciarlo. Fue muy agradable.
>>Luego, hubo un momento en el que llegamos a un enorme lago de cisnes que no nos dejaba avanzar. Íbamos a tardar mucho para rodearlo, y yo ya estaba un poco cansado, así que mi madre sacó su varita y creó un puente hecho de raíces y plantas que era tan sólido como uno de piedra. Mientras lo cruzábamos, mi madre realizó otro encantamiento que hizo que los cisnes comenzaran a volar con elegancia y gracia a nuestro alrededor. Era un espectáculo fascinante e inolvidable. Yo no quería irme del lago, pero mi madre dijo que quería mostrarme algo más. Para mi sorpresa, terminamos en el pueblo pesquero que está cerca de nuestro hogar. Yo ya había visitado ese lugar un par de veces, pero siempre era de paso, nunca nos tomábamos el tiempo para explorarlo. Sin embargo, aquel día fue diferente. Mi madre guardó un poco de dinero para que pudiéramos regresar en un autobús hasta Smallstar, y todo lo demás lo gastamos. Probamos varios platillos y dulces tradiciones del pueblo, muchos yo no los conocía. Después visitamos algunos puntos turísticos en los que se podía observar el océano, o en dónde sonaba música alegre y la gente se ponía a vender cachivaches, pinturas y artefactos raros.
>>Terminamos la excursión asistiendo a una función en un cine local, entonces yo no comprendía que era lo que iba a suceder, y mientras esperábamos sentados en una sala a oscuras con un montón de personas, sin previo aviso, imágenes gigantes llenas de diferentes colores aparecieron en una de las paredes de la sala. Eran como las ilustraciones de los cuentos, salvo que estas se movían y tenían sonido. Al principio creí que un mago estaba escondido en alguna parte del lugar y le proyectaba a los muggles esas ilusiones gigantes con su varita, pero después mi madre me explicó que todo era obra de un hombre que usaba una máquina para proyectar esas imágenes. Después, las figuras en la pared comenzaron a contar una historia, no lo tengo muy claro, pero sí recuerdo que se trataba de una chica y un chico que querían llegar a un castillo que flotaba en el cielo. Yo estaba completamente maravillado por lo que veía, como en el momento en el lago. Y cuando todo acabó, mi madre y yo caminamos por las calles del pueblo, debajo de las brillantes luces naranjas de las farolas, hasta que llegamos a la parada de autobús.
>>Fue un día muy especial, y creo que también fue el primero en el que entendí lo que nuestros dos mundos, el mágico y el muggle, son capaces de hacer. Yo crecí viendo a mis padres, vecinos y otros magos haciendo hechizos y encantamientos de manera cotidiana, pero cuando mi madre creó ese puente de la nada e hizo que los cisnes volaran a nuestro alrededor, fue entonces cuando de verdad entendí de que somos capaces los magos. Nosotros podemos interactuar con la creación y unir nuestra voluntad con lo que hay nuestro alrededor; manipulamos los elementos, nos transportamos de un lugar a otro en tan solo un parpadeó, y convertimos los sueños en realidad. Ese es el verdadero potencial de una bruja o un mago, no solamente truquitos para resolver problemas cotidianos. Pero tampoco somos los únicos que tienen la habilidad de hacer magia.
>>Antes yo pensaba en los muggles como seres divertidos que se complicaban exageradamente la vida para realizar actos simples o sin mucha importancia, no obstante, las cosas que descubrí durante esa excursión en el pueblo me hicieron darme cuenta de que los muggles poseen la habilidad de manipular su entorno para alcanzar sus objetivos, y sin requerir la ayuda de encantamientos o hechizos, ellos también pueden transformar sus sueños en realidad. Lo presencié en ese pequeño cine local. Ellos también poseen magia, tal vez sea diferente a la nuestra, pero la tienen.
>>Mi madre me enseñó eso aquel día. Las similitudes entre nuestros mundos, y el potencial que cada individuo puede tener en ambos. Descubrir eso me hizo muy feliz, y estaba emocionado por aprender más cosas de mi madre, sin embargo, jamás ocurrió. Al día siguiente me desperté temprano para ir con ella y averiguar a dónde iríamos en esa ocasión, pero mi madre ya no estaba en nuestro hogar. Estuve todo el día sentado en la entrada, esperando a que ella regresara, y cuando se hizo de noche, mi padre se sentó a mi lado y me dijo que ella no regresaría. No recuerdo con claridad los días siguientes, solo que yo lloraba mucho y el ambiente era gris. Tiempo después, mi madre comenzó a enviarnos cartas y paquetes en navidad y en nuestros cumpleaños. Yo nunca pude abrir ninguno hasta el año pasado, solamente los guardaba en el sótano de mi casa. Creo que eventualmente pudimos superar el abandono y seguir con nuestras vidas, aunque no sabría decir con exactitud cuando ocurrió, pero ya nunca volvió a ser igual. Mi padre dejó de tocar el piano, eran pocas las veces que mis hermanos se dignaban a jugar conmigo en el jardín, y por mucho tiempo sentí que todo era culpa mía. Tal vez había hecho algo mal o no había hecho lo suficiente. Después de todo, mi madre y yo habíamos vivido un día muy especial en aquel pueblo pesquero, y ni siquiera todos los buenos momentos bastaron para que ella se quedara con nosotros. Y por supuesto que muchas personas me dijeron que no debía sentirme responsable por lo sucedido, pero no evitó que me sintiera así por mucho tiempo.
Ernie dejó de hablar y se percató de que tenía las mejillas húmedas. Le hubiera gustado que se tratara de gotas de sudor por el reducido espacio en el que estaban y el calor que producía el caldero, pero eran lágrimas. Aunque no lloraba de una manera desesperada y ruidosa, estas habían comenzado a salir desde hacía un buen rato. Miró a Hannah a la cara y descubrió que ella también tenía los ojos llorosos.
-Lo lamento -Susurró ella, apenada-. No pretendía hacerte llorar.
El muchacho se limpió las lágrimas con la manga de su suéter y añadió la mandrágora cocida a la pócima.
-No te preocupes, solo querías ayudar -Contestó Ernie, esbozando una triste sonrisa-. Y creo que tuviste éxito. Ahora que finalmente he hablado de esto con alguien, de verdad me siento más ligero. No significa que todo se haya arreglado, pero me agrada como se siente.
-Tal vez, ahora que volviste a verla, ustedes podrían encontrar una manera de solucionar las cosas.
-No, Hannah -La interrumpió Ernie-. Se que intentas ayudar, pero yo no necesito a mi madre en mi vida, aprendí a vivir sin su presencia y honestamente no quiero que vuelva. Agradezco que ella nos haya ayudado y todo, sin embargo, yo no puedo admitirla de nuevo en mi vida sin tener la certeza de que se quedará. Aquel día en que recorrimos el bosque y el pueblo debía ser uno de los recuerdos más preciados en mi vida, y ahora cada vez que pienso en él, solamente me pongo triste y enojado. Créeme, las cosas serán más fáciles para mí y mi familia si ella se mantiene lejos.
Aunque no estaba convencida, Hannah asintió sin decir una palabra, y continuaron preparando la poción. Cuando la mezcla volvió a adoptar un color verde significaba que estaba lista. Guardaron la poción en tres frascos vacíos y ordenaron el lugar para que nadie sospechara que habían estado elaborando pociones fuera de la clase de Snape.
Cuando regresaron al dormitorio y Zacharias bebió un poco de uno de los frascos, este les confesó que la incomodad que su enfermedad le causaba había desaparecido por completo, sin embargo, Hannah estimó que las marcas en sus extremidades tardarían varios días en desvanecerse. Sin otra solución, Zacharias tendría que usar bufanda y guantes durante los siguientes días y soportar en silencio el sofocante calor de mayo.
Aquella noche, con la pulsera de plata y piedras de amatista guardada en el fondo de uno de los cajones del mueble junto a su cama, Ernie pudo dormir con una gran calma que no había experimentado en mucho tiempo.
🦝🦝🦝
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