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Capítulo 43

HANNAH

La sensación que provocó el viaje fue menos desagradable que antes. Hannah sintió un gran alivio cuando la presión cesó y pudo respirar otra vez. Sus ojos necesitaron varios minutos para acostumbrarse a la oscuridad del bosque. Requería mucho esfuerzo para distinguir con claridad las ramas y los gruesos troncos de los árboles.

Junto a ella, Ernie parecía estar igual de confundido y nervioso.

-¡Horus! -Exclamó la voz de la madre de Ernie-. Sobrevuela los árboles y guíanos hacia la orilla del lago.

Alessa levantó el antebrazo para darle un poco de impulso a Horus, y en cuestión de segundos, el halcón se elevó hasta que solo pudieron distinguir su figura contra el cielo estrellado. Lo perdieron durante cinco minutos, afortunadamente Horus regresó justo antes de que empezaran a desesperarse y comenzó a volar en círculos sobre ellos como una indicación para que lo siguieran.

-Adelante -Les ordenó Alessa y comenzaron a seguir al halcón.

Hannah sentía como su corazón se detenía con cada crujido que se producía cuando pisaban alguna ramita, o cuando creía ver por el rabillo del ojo a una sombra moviéndose entre los árboles. Rogaba desesperadamente al cielo por encontrar lo más rápido posible un sendero que los guiara a Hogwarts.

Más adelante, comenzaron a distinguir neblina, lo que significaba que se encontraban cerca del lago. Apresuraron un poco el paso y finalmente dieron con él.

Desde ese lugar, y por encima de las copas de los árboles, se podía apreciar la parte superior de la torre más alta del castillo. Aunque les faltaba caminar media hora para llegar al castillo, Hannah sintió un gran alivio.

De repente, los tres notaron que la neblina comenzó a elevarse hasta cubrir mayoría de los árboles y se volvió más espesa de lo normal. Aquello no podía ser obra de la naturaleza, y la advertencia de las reliquias de bronce sobre un peligro cercano solo se los confirmó.

-Nos encontraron -Declaró Ernie, asustado.

Adoptando una pose ofensiva, Alessa apuntó su varita hacia la dirección en la que se encontraba el castillo y pronunció en voz alta un hechizo.

Ventus!

Una ráfaga de viento en espiral emanó de la varita y separó la niebla, creando un sendero completamente despejado.

-¡Háganse invisibles y sigan adelante! -Les gritó Alessa, antes de dar media vuelta para conjurar un escudo.

Dos segundos después, dos rayos amarillos cruzaron la niebla y se estrellaron contra el escudo invisible. Sin esperar a que algo más ocurriera, Ernie tomó la mano de Hannah y ambos comenzaron a correr por el sendero. Mientras escuchaban detrás de ellos gritos de combate y sonidos de hechizos chocando contra los gruesos troncos de los árboles, Ernie convocó la magia del collar de bronce y se volvieron completamente invisibles.

Sin embargo, aunque ellos ya habían abandonado el espectral manto de la niebla, esta no parecía querer dejarlos ir. Corrían en línea recta, esquivando árboles y tratando de no tropezar con las raíces que sobresalían del suelo, mientras que la niebla los perseguía pisándoles los talones. Por encima del ruido de sus respiraciones agitadas y sus gemidos de cansancio, alcanzaron a oír los aterradores ladridos de los gytrash. Estaba claro que esas bestias habían detectado su aroma y no necesitaban verlos para ubicarlos con precisión.

Sin previo aviso, la neblina se dividió en dos y ahora lograban distinguir la figura de los gytrash, las cuales ahora se asemejaban a dos cometas que se les acercaban por ambos flancos.

Hannah se dio cuenta de que Ernie estaba demasiado concentrado en mantener la magia de invisibilidad del collar activada como para usar su varita, ya que, aunque no era muy efectiva con los gytrash, ser invisibles aún podía despistar a Canek y a sus secuaces. Por esa razón, Hannah se armó de valor y usó su mano libre para sacar su varita del bolsillo de la túnica. Con firmeza, la chica apuntó su varita hacia el gytrash que tenía a la derecha.

Vermillious! -Gritó Hannah.

Chispas rojas salieron disparadas como proyectiles y se estrellaron directamente en el cuerpo del gytrash. Se escuchó un aullido de dolor antes de que la criatura y la neblina que producía se desvanecieran en el aire.

Sin poder creer lo que acababa de hacer, Hannah apuntó la varita hacia la izquierda y repitió el hechizo. No obstante, en esta ocasión el gytrash esquivó el ataque y siguió avanzando mostrando sus mortíferas fauces. Hannah no tuvo más remedio que esperar a que el gytrash se les acercara para volver a intentarlo. Sintió el espectral aliento de la bestia a pocos centímetros de su espalda, y con el corazón en la boca, Hannah soltó otra explosión de chispas bermellón. El gytrah soltó un gemido antes de que su cuerpo se desvaneciera con el resplandor rojo de la explosión.

-¡Bien hecho, Hannah! -Exclamó Ernie, con voz entrecortada.

La chica no tuvo tiempo de disfrutar de su victoria, ya que, a pocos metros frente a ellos se alzaba un enorme muro que había surgido de la mismísima tierra. Ambos se detuvieron abruptamente para no chocar contra el muro, aunque no pudieron evitar resbalar y caer al suelo. Ernie había perdido la concentración y ahora eran visibles de nuevo.

Adolorida, Hannah se fijó en el muro y se percató de que era tan alto que probablemente bloqueaba la vista del castillo y era tan extenso que tardarían un buen rato en rodearlo.

De repente, se escuchó el crujido de una ramita al romperse y ambos se levantaron alarmados del suelo. Canek estaba frente a ellos y lucía más feroz y enojada que nunca, sin embargo, también lucía un aspecto más enfermizo y demacrado que el de horas atrás. Su piel morena estaba exageradamente pálida, se podía apreciar un rastro de sudor encima de su frente, tenía cinco puntos negros dibujados con pintura en la frente y unas líneas blancas sobre la nariz y por debajo de los ojos.

-¡Suficiente, mocosos! -Les gritó Canek, con voz exhausta-. ¡Devuélvanme las reliquias de bronce en este preciso instante, o van a desear que los gytrash los hubieran atrapado antes que yo!

Temblando, Hannah y Ernie retrocedieron hasta que sus espaldas se toparon con el muro de tierra. Hannah rogó con desesperación que Alessa acudiera a su rescate, pero la habían dejado muy atrás después de la persecución con los gytrash. Aunque ya no estuviera combatiendo con los ayudantes de Canek, no habría forma de que ella pudiera llegar corriendo hasta ese lugar a tiempo.

-¡Primero muertos antes de entregarle las reliquias a personas tan malas como ustedes! -Sentenció Ernie, con las pocas energías que aún le quedaban.

La mujer frunció el ceño y sujetó su varita con fuerza.

-Si así lo quieren -Respondió con voz amenazadora.

Canek comenzó a caminar hacia ellos con paso lento, pero decido. Era muy fácil notar que ella también se encontraba cansada, de lo contrario, ya habría acabado con ellos desde el momento en que levantó el muro. Por ese motivo Hannah no dudó en atacarla con chispas rojas.

Vermillious! -Exclamó desesperada.

Canek logró desviar el ataque moviendo su varita como si fuera un escudo. Ernie también intento utilizar el encantamiento Expelliarmus contra ella, pero incluso exhausta, Canek demostraba gran habilidad para repeler encantamientos.

Ya no había nada más que hacer. Canek iba a capturarlos y la madre de Ernie no podría ayudarlos esta vez. Solo les quedaba esperar que la mujer tuviera un poco de misericordia con ellos.

Y cuando todo estaba perdido, un inusual sonido agudo se escuchó por todo el bosque. Al principio Hannah creyó que el sonido fue producido por algún tipo raro de animal salvaje, y pocos segundos después, dos luces amarillas aparecieron en el horizonte y se aproximaban con gran velocidad hacia ellos. Hannah temió que aquellas luces fueran un par de ojos brillantes que le pertenecían a una mortal bestia que había sido despertada por todo el alboroto que habían producido en el bosque y que ahora se disponía a atacarlos. Sin embargo, Hannah nunca se esperó lo que presenciaría a continuación.

Apareció un viejo coche de color turquesa que se dirigía a toda marcha hacia ellos, dispuesto a atropellar a Canek si era necesario. Sorprendida, la mujer tuvo pocos segundos para impulsar su cuerpo hacia un lado y quedar fuera de su alcance.

El coche se detuvo frente a ellos. Su motor rugía igual que un león y uno de los faros parpadeaba como una luciérnaga. La carrocería estaba abollada en varias partes, la pintura era un completo desastre, y estaba cubierto por una capa de polvo, musgo y otras sustancias del bosque. A pesar de todo el descuido, el coche parecía funcionar casi a la perfección. La puerta se abrió por si sola, y cuando miraron el interior, descubrieron a la madre de Ernie en el asiento del conductor.

-¡Suban! ¡No hay tiempo que perder! -Les ordenó Alessa.

No necesitaron de una segunda orden. Hannah se metió lo más rápido que pudo y atravesó el estrecho espacio entre los asientos del conductor y el copiloto para llegar a los de atrás. No tardó ni dos segundos en colocarse el cinturón de seguridad (un hábito que su propia madre le había inculcado hasta el cansancio), y que bueno que lo hizo, ya que en cuanto Ernie cerró la puerta del copiloto, el coche arrancó como un bólido y salieron disparados hacia uno de los extremos del muro de tierra.

La espalda de Hannah se pegó contra el respaldo de su asiento, miró por la ventanilla trasera del coche y se sintió feliz al descubrir que habían dejado a Canek. Después, la chica miró hacia su derecha y descubrió un pequeño bulto azul recostado en el asiento. Lo observó más de cerca y se percató de que se trataba de Horus que estaba completamente inconsciente.

-¿Qué fue lo que le ocurrió a Horus? -Preguntó ella, preocupada.

-Uno de los dos malditos con los que combatíamos le asestó un encantamiento aturdidor. Cayó desde dos metros de altura -Explicó Alessa, con un notable rencor en la voz-. Creo que se rompió un ala al caer, pero estará bien.

El coche giró cuando llegó al extremo del muro, y dio un brusco brinquito al pasar sobre la raíz sobresaliente de un árbol. Sin saber que más hacer, Hannah se puso a meditar respecto al origen de este peculiar coche, y fue entonces cuando la respuesta le vino a la mente de sopetón.

-¡Ernie! -Exclamó Hannah, con voz aguda-. ¡Este es el auto con el que Harry y Ron llegaron volando a la escuela a principios del año escolar!

-¿Dónde lo encontraste? -Le preguntó Ernie a su madre, sin despegar la mirada del parabrisas.

Alessa soltó una pequeña risita antes de responder.

-Este auto me encontró a mí. Creo que tiene mente propia, alguien debió haberlo encantado para que así fuera. Justo después de que Horus fuera herido y los sujetos con los que combatía empezaran a ganar ventaja, el auto apareció de la nada y por poco arrolla a uno de mis contrincantes. Me imaginé que era muy probable que se encontraran en problemas, así que tomé a Horus y salimos inmediatamente del lugar en busca de ustedes.

Cada par de metros el auto se sacudía violentamente para evadir troncos y enormes rocas. Alessa estaba muy concentrada manipulando el volante, incluso, hasta parecía disfrutarlo.

-¡Caray! ¡Hace mucho que no conducía uno de estos transportes muggles! -Confesó Alessa, emocionada.

-Solo trata de no provocar que terminemos volando en pedazos -Respondió Ernie, con aspecto mareado.

De pronto, Hannah alcanzó a distinguir a través de las ventanas a tres cometas hechos de humo gris que volaban esquivando los árboles y perseguían sin cesar al pequeño coche azul.

-¡Están muy cerca de nosotros! -Chilló Hannah.

-¡Ya no falta mucho para llegar a Hogwarts! -Respondió Alessa, sin quitar la mirada de enfrente-. ¡Aguanten un poco más!

De vez en cuando, el vehículo esquivaba rayos de tonos azules y amarillos que provenían de las nubes. Ernie intentó usar la magia del collar para volver invisible al coche, pero las condiciones del viaje eran tan turbulentas que no le permitían concentrarse para desaparecer algo tan grande como un coche.

Afortunadamente, y gracias al cielo, ya no iban a necesitar ser invisibles. Vieron el linde del bosque a menos de diez metros de ellos, y más pronto de lo que se imaginaron, el coche salió de los árboles y se dirigió directamente hacia la cabaña de Hagrid. Sin embargo, por alguna razón desconocida, el auto se detuvo con brusquedad frente a la entrada de la choza y se negó a avanzar un solo metro más.

-¡Vamos! ¡Muévete! -Le suplicó la madre de Ernie al coche, pero este no respondió a sus deseos. Luego, agarró su varita con frustración, la cual había estado reposando sobre el tablero del auto, y abrió la puerta-. No queda de otra. Salgan del auto y corran a toda velocidad hacia el puente cubierto. No paren hasta llegar al interior del castillo.

Ernie abrió la puerta del copiloto y le extendió una mano a su amiga para ayudarla a salir rápido del coche. Angustiada, Hannah tomó la mano de Ernie y abandonó tan apurada el interior del auto que se golpeó la rodilla contra la palanca de cambios.

Adolorida, Hannah trató de apoyar la mayoría de su peso en la pierna buena, y salió corriendo junto a Ernie hacia el puente. Sin embargo, los dos vieron algo por el rabillo del ojo que los obligó a detenerse.

Cerca del linde del bosque, los tres cometas de humo gris comenzaron a desplomarse rápidamente y chocaron violentamente contra el suelo. Segundos después, los cometas tomaron formas humanas y se levantaron con dificultad.

Canek, Cabrera y Yaak, sus tres perseguidores, tenían mal aspecto, no obstante, no era eso ni de lejos lo más perturbador en ellos. Unas misteriosas y brillantes líneas blancas habían aparecido sobre las pieles de los tres individuos. Estas se cruzaban unas con otras y formaban un patrón similar al de una red de pesca, y por las expresiones en los rostros de sus portadores, daban la impresión de que eran intensamente dolorosas.

Luciendo firme e irradiando fortaleza, Alessa se acercó hasta que solo quedaron un par de metros de distancia entre ella y Canek, quien, a pesar del dolor, aún trataba de seguir avanzando.

-¡Ya basta! -Bramó Alessa-. Dense por vencidos y retírense de aquí. Es obvio que ninguno de ustedes puede seguir combatiendo. Y si no se marchan de aquí en este instante, llamarán la atención de los poderosos magos que viven en ese castillo.

Alessa señaló con su mano libre a la gran estructura imponente de Hogwarts, pero Canek solo se limitó a escupir a sus pies.

-Maldita bruja -Respondió Canek, con fiereza-. Tu no vas a impedir que recuperemos lo que es nuestro por derecho. Esos mocosos ladrones no se saldrán con la suya,

-Yo no tengo que hacer nada -Le contestó Alessa. Se acercó más y presionó la punta de su varita contra el cuello de la mujer, esta última experimentaba tanto sufrimiento físico que no pudo levantar los brazos para defenderse-. El encantamiento que hay en ustedes terminará por asesinarlos si siguen adelante. No sé quien los habrá maldecido, pero mi consejo es que desistan de atormentar a dos inocentes niños.

-¡Esos rateros no son inocentes! -Rugió Canek.

De repente, Yaak, el hombre robusto que había adiestrado a los gytrash, se apoyó en una rodilla y le gritó a su compañera:

-¡Debemos irnos ahora! Ya hiciste el hechizo localizador dos veces esta noche. Ya no te quedan energías para seguir combatiendo.

-¡Cállate! -Le contestó Canek.

Después, Cabrera, el hombre que cargaba una espada en su cinturón, retrocedió hasta apoyar su brazo en el árbol más cercano.

-Deja de ser tan terca -Dijo Cabrera, con voz ronca-. Sabes perfectamente que él nos lo prohibió. No lograremos seguir adelante sin terminar muertos. El destino nos jugó una mala broma y ya no hay nada que hacer. Vámonos antes de que esto se haga más grande.

Llena de impotencia, y reconociendo que estaba vencida, Canek miró con un intenso odio a Alessa, y después dirigió esa mirada hacia Hannah y Ernie.

-Esto no se ha acabado -Sentenció con frialdad antes de comenzar a retroceder de espaldas. Sus compañeros la imitaron.

Hannah logró captar el detalle de que, entre más se internaban en el bosque, las líneas blancas en sus pieles se desvanecían con más rapidez. Después de un breve rato de haberlos perdido de vista, en algún lugar entre los árboles, se escuchó un fuerte estruendo, señal de que los tres se habían marchado del bosque.

Aliviada, Hannah no pudo evitar dejarse caer al suelo. Por primera vez en toda la noche, sintió que podía respirar con tranquilidad. Incluso el pasto del campo se sentía más cómodo que de costumbre.

Ernie le extendió los brazos para ayudarla a levantarse nuevamente, y ella los aceptó de buena gana.

-Vámonos, Hannah -Le dijo Ernie-. Hay que volver al castillo antes de que alguien se percate de que abandonamos la sala común.

-¿No se van a despedir antes de marcharse? -Les preguntó la madre de Ernie, mientras se removía el antifaz de la cara.

Incomodo, Ernie se separó de Hannah y adoptó un postura rígida y recta.

-Te agradezco mucho toda tu ayuda para hacer que volviéramos a Hogwarts sanos y salvos, y espero que podamos mantener este pequeño incidente entre nosotros -Ernie hablaba como si lo costara mucho trabajo pronunciar esas palabras, o como si se estuviera conteniendo para no decir otra cosa por error.

-No te preocupes, no se lo diré a nadie. No obstante, me temo que debo ser firme cuando digo que espero que lo de esta noche no se vuelva a repetir y que van a ser todo lo posible por mantenerse alejados de los problemas -Dijo Alessa, con voz suave pero firme.

Al ver que Ernie no respondía, Hannah decidió hacerlo por él.

-Lo intentaremos, señorita Alessa -Dijo la chica, estrechando con delicadeza la mano de la mujer-. Muchas gracias por habernos protegido esta noche.

-No tienes que agradecerlo, Hannah. Gran parte del trabajo lo hicieron ustedes, y estoy muy sorprendida por el gran valor y disposición de protegerse el uno al otro que ambos demostraron esta noche. Arriesgaron el pellejo al internarse en Hogsmeade a la mitad de la noche solo para ayudar a un compañero, y no permitieron que el miedo los dominara. No muchas personas pueden decir que son capaces de tales hazañas.

Alessa soltó a Hannah y caminó hasta quedar frente a frente con su hijo.

-Conejo... -Susurró la mujer-. Estoy muy sorprendida de la persona en la que te has convertido. No eres alguien que se deje vencer fácilmente y estoy segura de que te volverás aún más fuerte, leal y valiente. No te voy a quitar más tiempo, pero quiero que sepas que siempre estaré cuando me necesites.

Acto seguido, Alessa metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una pulsera de plata decorada con piedras de amatista.

-Cada vez que quieras verme -Volvió a hablar ella, entregándole a Ernie la pulsera- deberás sujetar esta pulsera con fuerza y pensar en mí. Yo acudiré lo más rápido posible a tu llamad, tenlo por seguro.

Ernie no pronunció ni una sola palabra. Ni siquiera la veía a los ojos, tenía su mirada fijada en el suelo. Solamente se limitó a guardar la pulsera en su bandolera y a esperar a que su madre se alejara.

Sabiendo que no había nada más que hacer, Alessa agitó la mano en el aire como señal de despedida, y comenzó a caminar hacia el coche de color turquesa.

-¿Qué dices, amigo motorizado? -Le preguntó Alessa al auto-. ¿Te gustaría darme a mi y a Horus un aventón a casa?

De pronto, el motor y las luces del coche se encendieron, y la puerta del conductor se abrió por si sola. Alessa soltó una risita y se metió al vehículo. Hannah y Ernie observaron en silencio al Ford Anglia ponerse en marcha y dirigirse al linde del bosque, pero en un lugar de atravesar el espacio entre los árboles, el coche se elevó en el cielo nocturno y desapareció en la distancia.

Exhaustos y sucios, los dos Hufflepuffs se dirigieron al puente cubierto en completo silencio. La noche estaba tan tranquila y pacífica que les resultaba difícil de creer todos los momentos aterradores que les habían sucedido desde que abandonaron el castillo.

No fue hasta que ambos abandonaron el puente que Hannah se atrevió a preguntarle a Ernie algo que le había rondado la cabeza durante horas.

-Ernie -Habló ella en voz baja-. Nunca me habías dicho que tu madre estaba viva.

El muchacho no contestó de inmediato, de hecho, Hannah llegó a creer que su amigo estaba tan conmocionado por los sucesos recientes que simplemente no la había escuchado. Sin embargo, Ernie le respondió medio minuto después.

-Esta viva, ¿y eso qué? -Respondió él, sin molestarse en usar el elaborado vocabulario con el que normalmente hablaba.

-Nada, es solo que... -Hannah no estaba segura si seguir indagando en la vida privada de su amigo era buena idea, pero su preocupación por Ernie la obligaba a intentarlo-. Tu siempre hablas de tu padre o de tus hermanos. Me refiero a que cuentas muchas historias sobre ellos. Pero nunca dices nada sobre tu madre. Justin y yo habíamos supuesto que tu madre había muerto y que no te gustaba hablar de ella, por esa razón nunca nos atrevimos a preguntártelo.

-Bueno, se equivocaron y mi madre está viva, ¿suficiente información?

-De hecho, no -Insistió Hannah-. Ernie no creo que sea algo normal simplemente omitir a tu propia madre de toda tu vida. Quizá si tú me explicaras por...

-¡Hannah! -Exclamó Ernie, alterado-. Mi madre me abandonó cuando tenía siete años, por eso no me gusta hablar de ella.

Hannah se quedó pasmada. Sin quererlo, había tocado una fibra muy sensible en Ernie. No sabía que decir o hacer para remediarlo. No era capaz de entender lo que Ernie sentía en ese momento, solo comprendía que, aunque no lo demostraba, él estaba lidiando con mucho, en especial si consideraban todo lo que habían vivido desde la petrificación de Justin. Ambos permanecieron varios minutos en absoluto silencio, y contra todo pronóstico, Ernie fue el primero en romperlo.

-Por favor, Hannah -Dijo él, sujetándole con suavidad la mano-. Fue una larga noche. Regresemos a los dormitorios antes de que se le caigan los brazos a Zacharias.

Hannah asintió con la cabeza y esperó pacientemente a que Ernie los volviera invisibles con el collar. Después, los dos caminaron en silencio hasta la entrada principal del castillo. Sus cansados y adoloridos cuerpos les hacían extremadamente difícil aquella tarea, pero lograron llegar a los dormitorios antes de que la fatiga los dominara. 

🦝🦝🦝

Nota del autor: En la película de la Cámara de los Secretos, Harry y Ron van con Hagrid y Arargog la misma noche en que atacan a Hermione (el 8 de mayo), en los libros Harry y Ron van con Arargog semanas después del ataque de Hermione. Después de analizarlo, me he dado cuenta que este cambio no afecta mucho los acontecimientos del libro o de la película, por esa razón he decidido utilizar la versión de la película en esta ocasión, para que de esta forma tenga más sentido la aparición del coche volador de los Weasley.

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