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Capítulo 40

ERNIE

Su amiga se veía muy pálida y desorientada, pero Ernie sabía que pronto se recobraría de aquel estado. Supuso que Hannah no estaba acostumbrada a aparecerse de un lugar a otro en menos de un segundo, muy diferente a él que lo había hecho en varias ocasiones gracias a su elfina doméstica Riv Lee.

Ayudó a Hannah a ponerse de pie y la condujo hasta el sillón más cercano. Era un bonito mueble de color azul y con un estampado de flores doradas, y al igual que la alfombra roja en la que había caído Hannah, contrastaba exageradamente con el resto del ambiente rústico de la casa y sus muebles viejos y simples.

-¿En dónde estamos? -Le preguntó Hannah, luciendo un mejor aspecto que el de un minuto atrás.

-No tengo idea -Respondió Ernie, asomándose a la ventana más cercana-. Creo que seguimos en Hogsmeade, pero no estoy seguro en que parte.

Aunque Ernie si sabía que ahora estaban solos. Después de que la misteriosa mujer enmascarada apareciera con Hannah en el recibidor de la casa, salió por la puerta principal sin comunicarles ni una sola palabra. Ernie casi no había tenido oportunidad de hablarle a esa mujer, ni siquiera cuando ambos aparecieron en ese lugar.

-Mi amiga Hannah aún está en peligro. Ella está esperando en el techo de la vieja choza de ese vecindario. Debemos regresar por ella.

Fue lo único que Ernie alcanzó a decirle antes de escuchar otro estruendoso <<¡crack!>> y que la mujer se desvaneciera en el aire.

Afortunadamente Hannah y él habían logrado escapar de sus atacantes, pero aún debían regresar a Hogwarts antes del amanecer, y lo que probablemente era más importante, debían averiguar cuáles eran las intenciones de aquella misteriosa mujer con ellos.

De repente, se escucharon por toda la sala las escalofriantes campanadas que marcaba un viejo reloj de pared. Sus manecillas de oro indicaban que eran las dos de la mañana.

-Debemos regresar al castillo antes de que amanezca -Dijo Hannah, preocupada. Después, su rostro adoptó el gesto de haber recordado algo importante, y rápidamente comenzó a revisar el contenido de las dos bandoleras que colgaban de sus hombros.

-¿Se rompió algo? -Preguntó Ernie, acercándose a ella.

-Por fortuna todo se encuentre en orden -Respondió ella, con voz aliviada-. Estas bolsas que cogimos de la sala común deben tener algún tipo de hechizo que protege lo que está adentro de ellas.

Hannah cerró las bolsas y se percató de que Ernie no tenía zapatos puestos. Los calcetines tejidos a mano que ella le había regalado en navidad eran lo único que impedía que los pies de Ernie entraran en contacto con el frío piso.

-¿Qué le pasó a tus zapatos, Ernie?

Apenado, el muchacho se sonrojó un poco y dirigió su mirada a sus pies.

-Antes de esconderme en la casita del árbol, se me ocurrió arrojar mis zapatos por encima de la valla para despistar al olfato del gytrash -Explicó Ernie.

Esa era la razón por la que el gytrash había dejado a Canek sola y atravesado la valla: había detectado el olor de los zapatos de Ernie en el terreno baldío.

Aunque le pareciera increíble, Hannah finalmente estaba asimilando todo lo que había ocurrido en la última hora. Volviendo a sentir miedo, Hannah miró directamente a Ernie a los ojos y habló con voz débil.

-¿Por qué esas personas quieren hacernos daños?

El muchacho no supo que contestar. Se sentía terrible por ver a su amiga tan asustada, jamás imaginó que todo terminaría en aquella situación tan peligrosa. Se le había ocurrido la posibilidad de que alguien los descubriera y contactara con Hogwarts para meterlos en problemas, pero nunca pensó que había personas que estuvieran buscándolos con la intención de lastimarlos.

-Honestamente, tampoco creo entenderlo -Respondió Ernie, arrodillándose sobre la alfombra y tomando a Hannah de las manos para tranquilizarla-. Pero te prometo que no dejaré que te pongan un dedo encima.

-Conocen la existencia de las reliquias de bronce y dicen que les pertenece -Recalcó Hannah-. ¿No creerás que ellos son los legítimos dueños de las reliquias?

-Puede ser -Accedió Ernie-. Pero también nos acusan de habérselas robado, y eso no es cierto en absoluto. Yo jamás los había visto en mi vida, y las reliquias me las entregó el hombre que apareció en Smallstar. Tal vez ese hombre fue quien se las robó y ahora ellos creen que nosotros somos responsables. Quizás si nosotros se las entregáramos voluntariamente y les explicáramos lo sucedido...

-¡No! -Lo interrumpió Hannah-. Aunque ellos sean los dueños de las reliquias, no deben de quererlas para nada bueno. Cualquier persona que ataca a un par de niños solo para recuperar unos objetos mágicos no puede tener buenas intenciones.

-Tal vez ellos no se percataron de que éramos niños -Inquirió Ernie-. Llevábamos túnicas que cubrían casi todo nuestro cuerpo.

-No hace ninguna diferencia, Ernie. La forma en que nos cazaron dice mucho respecto a que tipo de personas son -Sentención Hannah-. No sé que vamos a hacer con las reliquias de bronce, pero no será entregárselas.

De pronto, Ernie recordó algo importante y se separó de Hannah para poder acariciar el anillo de bronce que llevaba en su mano derecha.

-A propósito, hay algo que quería preguntarte -Habló Ernie, retirando el anillo de su dedo-. Cuando estaba escondido en la casita del árbol, hubo un momento en el que me pareció escuchar tu voz en mi cabeza.

El rostro de Hannah adoptó una expresión de asombro, y todo su cuerpo se volvió muy rígido.

-Me advertías que mirara detrás de mí, y si no lo hubiera hecho, el hombre de humo me hubiera capturado -Continuó hablando Ernie, al notar que Hannah no emitía ningún sonido o hacía algún movimiento-. Esto ya me había ocurrido con anterioridad, con Justin. Fue poco antes de que lo petrificaran. Cuando salí corriendo de la biblioteca para ir a buscarlo, durante un par de segundos, escuché su voz en mi cabeza diciendo <<Nunca debí haberme alejado de mis amigos>>. En aquel entonces creí haberlo imaginado, pero ahora...

-No lo imaginaste -Habló finalmente Hannah-. Lo dije en mi mente. Estaba tan preocupada y desesperada por ti que los aretes de bronce debieron haberte transmitido el mensaje, como si se tratara de telepatía.

-¿Los aretes? -Preguntó Ernie-. ¿Segura de que no fue obra del collar?

Hannah negó con la cabeza.

-No lo creo. Una vez me contaste que Justin llevaba puesto los aretes cuando lo atacaron, y nosotros ya sabíamos que los aretes tenían la habilidad de comunicarse con otras creaturas.

-Con las aves -Señaló Ernie.

-Sí, pero también deben poseer el poder para comunicarse a distancia con cualquier persona que esté usando algunas de las reliquias. En ambas ocasiones llevabas puesto el anillo de bronce cuando escuchaste a uno de nosotros en tú cabeza.

Se hizo un breve momento de silencio en el que ambos reflexionaron.

-Me parece que tiene bastante lógica -Declaró Ernie-. Sin embargo, si llevamos casi dos años usando las reliquias, no entiendo la razón por la que no habíamos hablado antes por telepatía.

-Tal vez se necesita de los aretes para que ese poder se manifieste, no del anillo o el collar -Dedujo Hannah-. La persona que use los aretes debe iniciar el proceso. Justin solo los usaba cuando estábamos en la sala común o lejos de la supervisión de los maestros. Creo que simplemente nunca se presentó una situación en que esa habilidad fuera requerida hasta el día en que petrificaron a Justin.

La mente de Hannah siguió haciendo conexiones y rápidamente formuló otra posible conclusión.

-Creo que hablar con las aves y comunicarse por telepatía no es todo lo que pueden hacer los aretes -Confesó Hannah, mientras repasaba en su cabeza todos los sucesos resientes.

-¿A qué te refieres? -Le peguntó Ernie, con curiosidad.

-Después de que caíste de la casita del árbol y Canek se dirigió hacia ti, yo vi a un halcón que estaba escondido entre las ramas del árbol.

-¡¿Un halcón?! -Exclamó Ernie-. ¿Era eso lo que atacó a esa mujer?

-Correcto -Respondió Hannah-. Escuché al hombre que la acompañaba decir su nombre mientras yo me encontraba escondida en el techo de esa vieja choza. Y aunque pueda sonar como una locura, podría jurar que fui yo quien le ordenó al halcón que atacara a Canek.

-No es una locura -Habló de pronto otra voz.

Ernie y Hannah se alarmaron y se pusieron de pie. Retrocedieron de espaldas hasta topar con la pared antes de percatarse de que la mujer enmascarada había regresado a la casa y los observaba con una expresión indescifrable desde la entrada.

-Tú le ordenaste a mi pequeño amigo que impidiera que esa bandida lastimara a tu amigo, yo lo escuché todo en su pequeña mente -Declaró la mujer, señalando al halcón que posaba en su hombro izquierdo-. Dices que todo fue obra de esos aretes de bronce que llevas puestos, ¿verdad niña?

Ernie no sabía cuanto tiempo había estado aquella desconocida escuchándolos sin que ellos se dieran cuenta, pero mientras lo mujer se les acercaba, él se colocó frente a Hannah para servir como un potencial escudo.

-No sé que es lo que usted quiere de nosotros, pero le informo que nuestra intención es irnos de aquí lo más pronto posible -Anunció Ernie, esforzándose para que su voz sonara firme. Sintió como Hannah se aferraba con temor a su brazo derecho.

Creyó que la mujer reaccionaría de forma brusca ante su comentario, sin embargo, no estuvo preparado para lo que ocurrió después.

La mujer se acercó aún más a él, y con lentitud, removió la capucha sobre su cabeza. Una cascada de cabello largo y de color marrón oscuro quedó al descubierto. Aunque Ernie no podía apreciarlo con claridad debido al antifaz azul sobre el rostro de la mujer, la expresión de su boca delataba que se encontraba muy impresionada por algo. Ernie no lograba descifrar que era lo que tenía tan fascinados a los ojos turquesa de la mujer, ojos iguales a los de él.

-Has cambiado bastante, pero sigues siendo tú -Habló lo mujer, alargando un brazo hacía él.

Ahora que podía escucharla desde cerca, Ernie se paralizó al instante que reconoció su voz. Una voz que creyó que jamás volvería a oír. La mujer colocó con delicadeza la mano sobre la mejilla del muchacho, y él estaba tan impactado que no logró mover ni un solo músculo.

Después, la mujer utilizó su mano libre para retirarse el antifaz, el cual parecía haber sido fabricado con un material que era una combinación entre plumas y piedras preciosas, revelando un delgado rostro blanco con forma de diamante.

Con los ojos muy abiertos, Ernie no pudo hacer otra cosa más que pronunciar con voz débil una sola palabra.

-¿Madre?

🦝🦝🦝

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