Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

El padre de Hannah era un hombre bajito y con muchas canas, a Ernie le recordaba al pelaje de una cebra. Hannah tenía el mismo cabello rubio y ojos marrones de su madre.

Justin y Ernie se presentaron educadamente con los padres de Hannah y, después de unos minutos de conversación, lograron convencerlos de dejar que Hannah los acompañara a pasear por el callejón.

Estuvieron deambulando un rato por todo el callejón, platicando sobre lo que habían hecho durante el verano y expresando lo emocionados que estaban por regresar a Hogwarts. Más tarde, fueron a la Heladería de Florean Fortescue. Hannah pidió un cono de chocolate y Justin y Ernie pidieron conos de vainilla y nueces. Ernie se guardó un montón de servilletas en el bolsillo por si llegaban a ensuciarse.

-Tus padres parecen amables -Le comentó Ernie a Hannah mientras los tres pasaban frente a la tienda de Gambol y Japes.

-Los hubieras visto esta mañana -Respondió Hannah en tono burlón-. Mi madre discutió con mi padre por guardar todo nuestro dinero en Gringotts en lugar de optar por un banco normal.

>>Está mucho más seguro ahí. Decía mi padre. Pero mi madre nunca se ha acostumbrado por completo al mundo mágico.

-Seguro que no puede estar peor que mi madre -Contestó Justin-. Ahora cualquier cosa que ocurre en nuestro hogar lo atribuye a una explicación mágica o a una obra de algún duende.

Ernie y Hannah estallaron en risas mientras que Justin enrojeció de pena. Poco después de haber terminado con los helados, Ernie condujo a sus amigos hacia una parte privada del callejón.

-¿Han descubierto algo nuevo sobre las reliquias? -Les susurró en voz baja.

-¿Además de la habilidad de rastreo? -Dijo Hannah-. Nada fuera de la normal, salvo que últimamente he tenido menos escalofríos.

-Últimamente he estado tan ocupado con mis labores en la granja que casi no he tenido tiempo de probarme los aretes -Confesó Justin mientras se rascaba detrás de la oreja-. ¿Tú has tenido suerte?

Ernie esbozó una sonrisa y se agachó para recoger un pedazo de vidrio roto en el suelo.

-Miren -Exclamó en tono valeroso, dirigiendo el filo del vidrio hacia su palma izquierda.

Justin y Hannah gritaron para detenerlo, sin embargo, en menos de un segundo, Ernie se hizo un corte que recorrió la mitad de su palma. Sintió un dolor punzante, pero logró contenerse.

Justin se llevó una mano a la boca y Hannah apartó la vista por el horror.

-Tranquilos, todo está bien -Les dijo Ernie a sus amigos y los obligó a que miraran atentos la herida en su mano. Ellos obedecieron a regañadientes, y después de un par de segundos, fueron testigos de cómo la mano de Ernie sanaba por si sola.

Rápidamente, Ernie soltó el vidrio y sacó una servilleta de su bolsillo para limpiarse la sangre.

-Descubrí que el collar tenía la habilidad de curar después de rasparme la rodilla mientras paseaba al perro de mis vecinos.

-Impresionante, pero pudiste habérnoslo contado sin la necesidad de lastimarte -Lo regañó Hannah en un tono severo.

Ernie se disculpó por alarmarlos y comenzaron a caminar hacia Flourish y Blotts.

-Tal vez cuando regresemos a Hogwarts y nos dejen hacer magia podremos descubrir más sobre las reliquias -Propuso Justin.

Ernie estuvo a punto de responderle, pero cerró la boca y se detuvo en seco cuando vio a su familia esperando en la entrada de Flourish y Blotts. Había mucha gente dentro de la tienda, principalmente brujas adultas.

-Hannah -Susurró en voz baja, llamando la atención de la chica-. Sí mi padre pregunta, tú nos regalaste el collar y los aretes, ¿entendido?

Hannah asintió lentamente con la cabeza y continuaron avanzando hacia la tienda.

-¡Padre! -Exclamó Ernie-. ¿Creí que nos veríamos en el Caldero Chorreante?

-Ese era el plan, pero hay tanta gente en la tienda que tardaremos una eternidad para comprar los libros de texto -Contestó Elric, señalándole a su hijo la pancarta colgada de las ventanas del primer piso:

El rostro de Justin se llenó de emoción después de leer la pancarta, y Ernie juraba que su amigo estaba a nada de comenzar a saltar como un cachorrito alegre. Eso le pareció a Ernie muy adorable.

-Espero que Gilderoy Lockhart pueda firmarme mi ejemplar de Viajes con los vampiros -Confesó Justin.

-Ernest, pero que malos modales -Dijo su padre con una expresión severa en el rostro-. Aún no nos has presentado a tus amigos cómo es debido.

Las mejillas de Ernie se encendieron y bajó la mirada, apenado.

-Lo lamento, Padre. Ellos son mis amigos y compañeros de Hufflepuff, Justin Finch-Fletchley y Hannah Abbott. Chicos, él es mi padre Elric Macmillan.

-Es un placer conocerlo, señor Macmillan -Respondieron Hannah y Justin al mismo tiempo.

-El placer es todo mío -Contestó Elric, estrechando las manos de los dos chicos. Después, se retiró un poco para que pudieran ver a Elber.

-Y el muchacho que sostiene el caldero nuevo es mi hermano de en medio, Elber Macmillan -Dijo Ernie.

Elber estaba ocupado revisando una lista sobre el caldero, pero en cuanto escuchó su nombre, levantó la cabeza y se acercó a Justin para estrecharle la mano. Después, dejó el caldero en el suelo y tomó delicadamente la mano de Hannah, depositando un pequeño beso sobre los dedos de la chica como forma de saludo.

-Es un gusto conocerte, Hannah. Espero que el regalo por el cual mi hermano estuvo todas las vacaciones trabajando fuera apropiado -Dijo Elber.

Ernie enfureció al ver que su hermano trataba de dejarlo en ridículo, pero logró contenerse. Por su parte, Hannah quedó anonadada y por un rato no dijo ni una sola palabra.

Poco después, Justin divisó a su familia y a la señora Blunt saliendo de la tienda de túnicas, y les hizo una señal para que se acercaran. Hannah también quería que conocieran a su familia, por lo que dijo que iría a buscarlos en la tienda de instrumentos mágicos.

Elric Macmillan se presentó educadamente con las mujeres, y el rostro de Hayley Finch-Fletchley enrojeció de pena cuando este besó su mano. La señora Blunt se la pasó hablando un buen rato sobre la desastrosa organización de las tiendas en el callejón Diagon, en la actualidad.

-Las cosas eran muy distintas antes de la primera guerra mágica. Los dueños sabían administrar sus negocios adecuadamente, la gente no corría de un lado para otro todo el tiempo -Decía indignada.

Afortunadamente, Hannah llegó acompañada de sus padres segundos después. Elric se llevó muy bien con el padre de Hannah, y Hayley estaba tan aliviada por encontrarse con otra mujer muggle.

Poco después de las presentaciones, un mago parado en la entrada les indicó que ingresaran a la tienda de manera calmada y ordenada. La señora Blunt les informó que estaba muy cansada y que estaría esperando a la familia de Justin en el Caldero Chorreante, los padres de Hannah se ofrecieron a acompañarla y le dieron a su hijo el suficiente dinero para que comprara todos los libros que necesitaba.

Una vez adentro, se unieron a una enorme fila que conducía hacia donde Gilderoy Lockhart firmaba los ejemplares de sus libros. Frecuentemente se escuchaba como las tablas de madera crujían bajo el peso de muchas brujas y magos. Había pequeñas torres de libros distribuidas por todas partes, y las lámparas amarillas que colgaban del techo transmitían una luz cálida.

En cuanto Hayley Finch-Fletchley divisó la brillante cabellera de Lockhart, sacó una liga del bolsillo de su pantalón y empezó a arreglarse su alborotado cabello. Elric Macmillan no aguantó más y les comentó a sus hijos que los estaría esperando en el Caldero Chorreante como habían planeado.

Ernie observó a su padre abandonar la tienda, y fue testigo de cómo una numerosa familia conformada por pelirrojos ingresaba con aire apresurado. No tuvo oportunidad de mirarlos detenidamente porque Elber le avisó que la fila avanzaba y debían moverse de su lugar.

Aunque para Justin y su madre fue una eternidad, al cabo de quince minutos llegaron hasta la mesa en la que se encontraba Lockhart. Vestía una túnica de color añil y estaba rodeado de varias fotografías que se movían y les giñaban el ojo, sin embargo, parecía que a Hayley le sorprendía más el mismo Gilderoy en persona que a sus fotografías móviles. Tenía dientes muy blancos y una cabellera ondulada y dorada, adornada por un sombrero puntiagudo.

Elber y Ernie sonreían forzadamente, mientras los Finch-Fletchley caminaban despacio hacia la mesa.

-Pero mira que tenemos aquí, una dulce manzana de campo -Dijo Gilderoy Lockhart en tono coqueto.

La madre de Justin se ruborizó y esbozó una sonrisa tímida.

-Señor Lockhart, es un gran honor conocerlo. No se muchas cosas acerca del mundo mágico, pero lo que describe en sus libros es impresionante. Mis dos hijos adoran sus libros.

Justin tenía los ojos muy abiertos y tapaba la parte inferior de su rostro con su ejemplar de Viajes con los vampiros. Por primera vez en todo el día, Nora se veía entusiasmada por algo.

-Me alegra mucho escucharlo -Continuó Lockhart-. Es bueno que los niños crezcan con un modelo tan heroico. Si yo hubiera tenido a alguien como yo de pequeño, hubiera llegado incluso más lejos que ahora.

Ernie notó como Hannah se esforzaba por reprimir un gesto de irritación. Parecía que su amiga tampoco era muy fan del famoso mago.

-Es usted muy valiente, señor Lockhart -Dijo finalmente Justin después de un breve silencio.

Gilderoy firmó el libro de Justin y le regaló una foto autografiada de cortesía a Hayley. Después, se retiraron de la fila y fueron a pagar los libros que necesitaban para las clases. Justin parecía seguir en las nubes, y Nora le pedía que la dejara ver la firma de Lockhart. Elber se apresuró en pagar sus propios libros.

-Iré con padre al Caldero Chorreante. Me duelen los brazos por cargar con este caldero por todas partes, trata de no tardar mucho -Le comentó a Ernie antes de abandonar el local.

Ernie, Hannah y los Finch-Fletchley estaban a punto de irse cuando se escuchó un alboroto. Consternados, buscaron el origen y vieron a Lockhart levantarse de su mesa y atravesar la multitud de gente hasta la entrada. Poco después, regresó al frente agarrando a un chico del brazo.

Al principio, Ernie solo alcanzó a ver el cabello negro del chico, pero cuando Lockhart le estrechó la mano frente a un fotógrafo bajito, y el flash de la cámara le iluminó la cara, supo que se trataba de Harry Potter.

Allí estaban esos brillantes ojos verdes, detrás de unas gafas redondas, que habían atormentado a Ernie en pesadillas durante todo el verano. Harry tenía la cara roja por la vergüenza de estar frente a tantas personas y, por alguna extraña razón, tenía rastros de hollín por todo el rostro.

Lockhart pasó su brazo por los hombros de Harry y volteó hacía la multitud.

-Señoras y caballeros -dijo en voz alta, pidiendo silencio con un gesto de la mano-. ¡Éste es un gran momento! ¡El momento ideal para que les anuncie algo que he mantenido hasta ahora en secreto! Cuando el joven Harry entró hoy en Flourish y Blotts, sólo pensaba comprar mi autobiografía, que estaré muy contento de regalarle. -La multitud aplaudió de nuevo-. Él no sabía -continuó Lockhart, zarandeando a Harry de tal forma que las gafas le resbalaron hasta la punta de la nariz- que en breve iba a recibir de mí mucho más que mi libro El encantador. Harry y sus compañeros de colegio contarán con mi presencia. ¡Sí, señoras y caballeros, tengo el gran placer y el orgullo de anunciarles que este mes de septiembre seré el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en el Colegio Hogwarts de Magia!

La multitud estalló en aplausos y exclamaciones emocionadas, mientras que Gilderoy Lockhart le entregaba a Harry una pila de libros. Justin zarandeó a Ernie por el hombro para expresar su emoción, pero a él no podía importarle menos. Lo único que quería era no seguir en el mismo lugar que Harry Potter.

No lo odiaba, pero la presencia de Harry despertaba en Ernie muchas emociones confusas, pero la más sobresaliente era la culpa. Los sucesos del último año escolar en Hogwarts seguían muy recientes, y él no quería lidiar con eso en este momento.

Afortunadamente, la madre de Justin les dijo que ya era tiempo de regresar son los demás. Salir fue un poco difícil debido a que la entrada se hallaba atascada de personas, no les quedó de otra más que salir de uno en uno. Ernie era el último en salir, sin embargo, el sonido de una peculiar voz lo detuvo.

-¿A qué te gusta, eh, Potter? -Se trataba de Draco Malfoy, el odioso hijo de una odiosa familia adinerada de magos que tenía la reputación de ser bastante clasista y racista contra los muggles. Durante su primer año en Hogwarts, Ernie se había metido en problemas por culpa de uno de los amigos de Draco-. El famoso Harry Potter. Ni siquiera en una librería puedes dejar de ser el protagonista.

Ernie no había reparado en que Draco se dirigía a Harry y a una pequeña niña pelirroja. Ahora le quedaba claro que la familia de pelirrojos que había visto antes eran los Weasley.

-¡Déjalo en paz, él no lo ha buscado! -replicó la pequeña Weasley. Se veía muy enfadada y estaba dispuesta a hacerle frente a Draco.

-¡Vaya, Potter, tienes novia! -Dijo Malfoy, arrastrando las palabras.

Ernie reconoció a Hermione Granger, una inteligente chica con la que se llevaba muy bien, aproximándose junto con Ron Weasley, el mejor amigo de Harry Potter. Los dos cargaban varios libros de Lockhart

-¡Ah, eres tú! -dijo Ron, mirando a Malfoy como se mira un chicle que se le ha pegado a uno en la suela del zapato-. ¿A qué te sorprende ver aquí a Harry, eh?

-No me sorprende tanto como verte a ti en una tienda, Weasley -replicó Malfoy-. Supongo que tus padres pasarán hambre durante un mes para pagarte esos libros.

Ron se puso tan rojo como Ginny. Dejó los libros en el caldero y se fue hacia Malfoy, pero Harry y Hermione lo agarraron de la chaqueta.

A Ernie no le pareció correcto seguir contemplando aquella situación en la cual él no tenía nada que ver, y cuando vio al padre de Ron interviniendo en el conflicto, supo que lo mejor que podía hacer era retirarse de ahí. Sujetó firmemente los libros de Lockhart entre sus brazos y se dirigió hacia la salida.

Sin embargo, estuvo a nada de chocar con una figura alta y vestida de negro. Era el padre de Draco, Lucius Malfoy. Ernie lo conocía porqué tenía un alto cargo en el Ministerio de Magia, y su propio padre comentaba muy a menudo lo horrible persona que Lucius era.

Lucius y Draco eran muy parecidos. Ambos tenían un rostro pálido y puntiagudo, ojos grises, y pelo rubio platinado. Salvo que Lucius tenía el cabello largo y su rostro era mucho más cruel que el de su hijo.

Por alguna razón que no podía explicar con claridad, a Ernie le aterraba ese hombre. Tal vez se debía a su aspecto amenazador, o a todas las historias que su padre le habían contado sobre lo terrible que era.

Lucius no le prestó la más mínima atención, simplemente siguió su camino y puso una mano sobre el hombro de su hijo.

—Vaya, vaya..., ¡si es el mismísimo Arthur Weasley! -Le dijo Malfoy al padre de Ron con un pequeño tono de condescendencia.

—Lucius —dijo el señor Weasley, saludándolo fríamente.

—Mucho trabajo en el Ministerio, me han dicho —comentó el señor Malfoy—. Todas esas redadas... Supongo que al menos te pagarán las horas extras, ¿no? —Se acercó al caldero de Ginny y sacó de entre los libros nuevos de Lockhart un ejemplar muy viejo y estropeado de la Guía de transformación para principiantes—. Es evidente que no —rectificó—. Querido amigo, ¿de qué sirve deshonrar el nombre de mago si ni siquiera te pagan bien por ello?

De repente, Ernie sintió que el collar de salamandra comenzaba a advertirle sobre un peligro cercano. Justo cómo había ocurrido en Hogwarts la última vez, su corazón se aceleró y un horrible escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

Volteó hacia Lucius Malfoy, y observó como sacaba de su túnica un pequeño libro delgado con las tapas de color negro y adornos dorados en las esquinas. De un momento a otro, Arthur Weasley se abalanzó contra Malfoy y comenzaron a luchar. Se escuchó el estruendo de un caldero golpeándose contra el piso, libros volaron por todas partes y las personas en la tienda contemplaron impactadas la escena frente a ellas.

Ernie abandonó la tienda en el preciso instante en que la señora Weasley y un empleado corrían para separar a Lucius y a Arthur. Se encontró con Justin y Hannah esperándolo junto a las ventanas del primer piso. Desde hacía rato ninguno de los dos llevaba las reliquias de bronce puestas.

-¿Por qué tardaste tanto? -Le preguntó Justin, cruzado de brazos-. ¿Qué es ese escándalo allí dentro?

-Se los contaré en otra parte.

Ernie esperó a que llegaran a las afueras del Caldero Chorreante para explicarles que se había topado con Draco Malfoy y su padre, y que el collar de bronce le había avisado de la disputa entre los jefes de las familias Malfoy y Weasley segundos antes de que ocurriera.

No pudieron hablar mucho al respecto porque el padre de Ernie le avisó que ya era momento de regresar a su hogar y que se fuera despidiendo de sus amigos. Ernie dejó sus libros de Lockhart en el suelo, les dio a sus dos amigos un fuerte abrazo y les dijo que los vería pronto en Hogwarts. Hannah volvió a agradecerle por su regalo de cumpleaños y Justin dijo que les llevaría una bolsa de fresas que había cultivado en su granja.

Ernie se despidió por última vez y fue a buscar a su familia. El collar no dejó de advertirle sobre el peligro hasta que se marcharon del callejón Diagon. 


🦝🦝🦝

Si te gustó el capítulo, me ayudaría mucho tu voto ✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro