
Capítulo 24
Elber no podía conocer la clave secreta para acceder a la sala común de Hufflepuff, así que ambos tuvieron que despedirse en las escaleras que conducían al sótano. Elber no estaba seguro de dejarlo solo, pero sabía que los estudiantes de Hufflepuff cuidarían de Ernie.
Arrastrarse por el túnel hasta la sala común resultó ser una tarea sumamente agotadora, pero no se comparaba con el escándalo que Ernie tuvo que soportar después de abrir la puerta de madera. Todos los estudiantes de Hufflepuff se habían reunido en la habitación, esperando ansiosamente a que Ernie llegara y contestara sus preguntas. Algunas demostraban estar asustados, otros enojados, y unos cuantos estaban terriblemente curiosos por averiguar como había sido el ataque de Justin y si Ernie había alcanzado a presenciarlo.
En su estado actual, Ernie no era capaz de responder a ninguna pregunta. Sintiéndose exhausto y un poco desorientado, Ernie trató de abrirse paso hasta su dormitorio, pero cada paso que daba iba acompañado de una decena de preguntas que provenían de los Hufflepuff.
Vio a Hannah sentada en el sillón que estaba más alejado de la multitud, tenía los ojos rojos por tanto llorar y se veía más pálida de lo usual. Megan Jones y Leanne la acompañaban, cada treinta segundos le ofrecían un pañuelo para que se limpiara las lágrimas y la nariz. Ernie quería estar con ella, pero en ese momento no podía consolar a nadie, ni siquiera a sí mismo.
Siguió caminando en línea recta hasta que finalmente pudo escapar de la multitud, sin embargo, alguien lo interceptó en la entrada al túnel que conducía a los cuartos. Parada frente a él, con ojos vidriosos y la cara llena de angustia, Susan le hizo una pregunta que terminó por derrumbar la poca estabilidad que aún conservaba.
-Lo que todos dicen no es verdad, ¿cierto, Ernie? -Preguntó con voz lastimosa, aunque realmente sonaba como si ya supiera la respuesta-. Justin está bien, no pudo haberle pasado lo que todos cuentan, no a él. Esto debe tratarse de otra de sus bromas, ¿verdad?
Ernie trató de responder, pero en lugar de palabras su boca emitió un par de sonidos abatidos, seguidos de varias lagrimas que resbalaban por sus mejillas. Eso fue más que suficiente para que Susan rompiera en llanto y cayera de rodillas al suelo. Sin perder tiempo, Hannah, Megan Jones y Leanne se levantaron del sillón y fueron corriendo a ayudar a Susan.
Se quedó un par de minutos inmóvil, solamente observando como las tres chicas hacían todo lo posible por tranquilizar a Susan, pero parecía una causa casi imposible. Ernie no se sentía capaz de llegar solo a su habitación, afortunadamente, no tuvo que hacerlo.
No supo exactamente en qué momento apareció Cedric detrás de él, pero agradeció al cielo que así fue. Cedric gentilmente rodeó a Ernie con un brazo, y lo condujo el resto del camino hasta el dormitorio de segundo año. Por suerte, Wayne y Zacharias no se encontraban en el cuarto, sin embargo, el hecho de que la cama de Justin permanecería vacía durante mucho tiempo no hizo más que alterar a Ernie.
Se separó de Cedric y fue a sentarse a su propia cama. Rápidamente se liberó de su túnica como si se tratara de la cosa más desesperante del mundo, y la dejó caer a un lado de su cama, algo que no era nada común en él. Después, quiso desatar el nudo de su corbata a rayas negras y amarillas, pero sus manos estaban tan inquietas que no lo logró, y cada segundo que pasaba sentía que la corbata lo estrangulaba como si se tratara de una soga. Cedric notó que Ernie comenzaba a desesperarse y decidió ayudarlo.
-Déjame hacerlo, será más fácil y rápido -Habló Cedric, en voz baja.
Ernie volvió a sentirse como un niño pequeño, aunque no opuso ninguna resistencia. De repente, sintió que algo se movía debajo de su cama. Estuvo a nada de alterarse, pero mantuvo el control al ver que se trataba de Jace. Parecía que su gato había detectado su tristeza, ya que en un dos por tres fue a acurrucarse en las piernas de Ernie. Buscando un poco de consuelo, Ernie comenzó a acariciar lentamente el lomo de su mascota.
-Yo pensaba que todo estaría bien esta mañana -Habló Ernie, con voz débil-. Él quería irse del castillo desde lo ocurrido en el club de duelo, pero yo lo convencí de quedarse en el castillo para que nos hiciera compañía a Hannah y a mí. Le dije que yo podía protegerlo del heredero de Slytherin, y él me creyó. Puso su confianza en mí, y ahora es probable que nunca se cure de su petrificación.
-No te hagas esto, Ernie -Respondió Cedric, adoptando una expresión empática-. No era algo que estuviera bajo tu control, tú solo intentaste ayudarlo.
-¡Y fracasé catastróficamente! -Gritó Ernie, sintiendo como las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos.
De repente, Cedric caminó hacia él y lo sujetó de los hombros.
-Escúchame con mucha atención, Ernest Macmillan -Dijo Cedric, muy serio-. Hiciste todo lo que estaba a tu alcance para ayudar a Justin. Fuiste un buen amigo para él, nunca te atrevas a dudar sobre eso. Y recuerda, lo que le pasó solo es temporal, la profesora Sprout y la enfermera Pomfrey los curarán a él y a Colin Creevey cuando las mandrágoras estén listas.
Ernie asintió lentamente y se recostó en su cama, no tenía energías para quitarse el uniforme. Jace se acomodó a su lado, listo para hacerle compañía a su amo durante toda la noche.
-¿Podrías hacerme un favor, Cedric? -Preguntó Ernie, con voz débil.
-Pregunta -Contestó en un tono amable.
-¿Te quedarías conmigo hasta que me duerma? No quiero estar solo.
Cedric esbozó una triste sonrisa y asintió con la cabeza. Luego, apagó la lámpara de cobre que estaba más cerca de Ernie y se sentó en otra cama a esperar a que él se durmiera.
***
Después de que Ernie se quedara profundamente dormido, lo cual no tardó tanto tiempo a como ambos habían pensado, Cedric se marchó hacia su propia habitación. Sin embargo, regresó a los ocho en punto de la siguiente mañana para sacar a Ernie de la cama.
Ernie probablemente se hubiera quedado todo el día debajo de las cobijas, si no fuera por el hecho de que mirar la cama vacía de Justin lo alteraba de una forma insoportable. El exterior tampoco era una opción muy atractiva, pero al menos le ofrecía la oportunidad de ignorar por unos cuantos segundos que Justin ya no estaba. Su uniforme estaba totalmente arrugado, gracias a que no se lo había quitado antes de ir a dormir, aunque, con toda sinceridad, su apariencia personal no era algo que le importara ahora.
Cedric le había preguntado si quería darse un baño antes de ir a desayunar, pero Ernie solo se limitó a negar con la cabeza y ambos caminaron en incómodo silencio hasta el Gran Comedor.
Había pocos estudiantes en la mesa de Hufflepuff, sin embargo, Ernie se animó un poco al ver a Hannah sentada junto a Wayne y Leanne. Cedric y él fueron a sentarse con ellos, y como era de esperarse, varias miradas siguieron a Ernie y a Cedric durante todo el trayecto hasta la mesa. Al fin de cuentas, todos querían hacerle varias preguntas al chico que había descubierto a Harry Potter después de haber petrificado a dos víctimas.
Ernie ocupó el asiento libre junto a Hannah.
-Hola, ¿Cómo te encuentras hoy? -Habló Ernie, en un pobre intento por mostrarse tranquilo y estable.
-Creo que me quedé seca de tanto llorar -Respondió Hannah, con voz ronca. Sus ojos estaban ligeramente hinchados y sus trencitas rubias parecían obra de alguien inexperto. Había un humeante plato de avena frente a ella que casi no había sido tocado. A pesar de que no había cenado nada la noche anterior, Ernie tampoco se sentía con muchas ganas de comer-. Parece que ninguno de los dos puso mucho esfuerzo en su vestimenta de hoy.
Era obvio que Hannah se había percatado de sus arrugadas y mal acomodadas prendas.
-Bueno, no creo que nadie se atreva a hacernos un comentario al respecto -Respondió Ernie, desanimado.
-Al menos nosotros salimos de la sala común. Susan sigue tan afectada que no pudimos convencerla de salir de la cama.
-Megan está cuidándola -Intervino Leanne, hablando casi igual que una enfermera que conversa con la familia de algún paciente.
Siguieron un par de minutos sumidos en un silencio lleno de tensión, el cual pronto fue interrumpido por Cedric, quien llevaba dos platos de huevos estrechados, servidos con pan tostado, champiñones y salchichas de cerdo.
-Tuve que robarme estos platos de la mesa de Ravenclaw, toda la comida en nuestra mesa estaba fría y por alguna razón la de ellos siempre es la última en enfriarse. Supongo que deben conocer algún encantamiento extraño que mantiene la comida caliente -Explicaba Cedric, mientras dejaba uno de los platos frente a Ernie.
No sentía mucho apetito para acabar con todo el plato, pero con tal de no rechazar el amable gesto de Cedric, Ernie comenzó a comer lentamente. El sabor de la comida, aunque fuera delicioso, no lo ayudaba a sentirse menos vacío y miserable por dentro. De repente, Ernie recordó que solo el chocolate yule log que hacia su madre era lo único infalible que siempre le levantaba el ánimo de niño, pero ella ya no estaba para preparárselo. Ya no.
-Escuche que a Potter lo llevaron a la oficina del director Dumbledore anoche, pero no lo expulsaron -Soltó Wayne, en un intento desesperado por hacer plática.
-¡Wayne! -Exclamó Leanne, horrorizada-. No es correcto hablar sobre ese tema ahora.
-No -Contestó Ernie, con tono serio y frunciendo el ceño-. Quiero saber más.
-No creo que sea buena idea hablar sobre eso en este momento -Dijo Cedric, con tacto.
Sin importarle que pareciera grosero, Ernie ignoró deliberadamente la sugerencia de Cedric y volteó a ver a Wayne.
-¿Qué más escuchaste? -Habló con voz neutra.
-Muchos suponen que Dumbledore no encontró las pruebas suficientes para expulsar a Potter, por lo que decidió dejarlo libre, aunque algunos pocos también comentan que tal vez lo está protegiendo, Dumbledore y Potter siempre han mantenido una buena amistad. Lo que es indiscutible es que toda la escuela entró en estado de pánico después del último ataque. La mayoría quiere regresar a su hogar en las vacaciones, incluyéndome, no vaya a ser que al heredero de Slytherin le dé por atacar estudiantes mestizos como yo.
Leanne volvió a darle un codazo en las costillas a Wayne para que fuera más cuidadoso con las cosas que decía, sin embargo, ella misma se atrevió a aportar un poco de información extra que había escuchado en la sala común,
-Lo que más está preocupando a las personas es lo que le pasó a Nick Casi Decapitado, nadie se explica que clase de cosa podría dejar a un fantasma en tan mal estado.
Estaba seguro que Wayne y Leanne tenían más cosas por compartir, pero Cedric les ordenó que dejaran de hablar del tema, mostrando un semblante muy serio. El que Cedric fuera varios años mayor quizá fue la razón por la que los cuatro decidieron obedecerlo al instante, no obstante, Ernie no pudo evitar mirar hacia la mesa de Gryffindor. Potter no se encontraba ahí, y, con toda honestidad, Ernie no podía imaginar cuál sería su reacción de haberlo visto en ese momento.
Él no era de esas personas que utilizaban los golpes para resolver alguna situación, pero francamente sentía tanta rabia que desconocía de lo que era capaz. Aunque también sentía terror ante lo que Harry Potter, el heredero de Slytherin y hablante de Pársel, podría hacerle. Después de todo, Ernie solo era un chico de segundo año que no podía hacerle frente al niño que destruyó al mago tenebroso más grande de todos los tiempos. Pero tampoco iba a quedarse de brazos cruzados, mientras Harry cazaba a su próximo Justin.
Por alguna razón desconocida, Ernie sintió el impulso de voltear hacia la mesa de Slytherin. Algo había llamado su atención, y ese algo eran Brina y Berto, quienes se encontraban desayunando separados del resto de estudiantes pertenecientes a la casa de las serpientes.
-Ayer Berto Shafiq fue quien le dijo a Elber que yo me encontraba en la enfermería acompañando a Justin -Susurró al oído de Hannah-. No me explico por que razón lo haría.
-Brina me ayudó a regresar a la sala común después de que vi el cadav... -Hannah hizo una repentina pausa y cerró los ojos con fuerza como si se hubiera mordido la lengua- después de que vi el cuerpo petrificado de Justin. Se portó muy amable y atenta conmigo. Ella me preguntó si tenías algún familiar en el colegio y yo le conté sobre Elber. Le dijo a Berto que fuera a buscarlo y que le informara que necesitabas de su apoyo.
-Eso no responde mi pregunta. Los de Slytherin no se caracterizan por ser los más atentos.
-Son buenas personas Ernie, no todos los Slytherin tienen que ser unos completos cretinos -Contestó Hannah, cansada-. Tal vez Berto y Brina sentían que nos debían algo por haber sido amables con ellos. No parece que tengan muchos amigos.
Ernie no dijo nada más. Echó un último vistazo hacia Berto y Brina, a pesar de estar solos, ambos parecían contentos y cómodos. Aunque no se lo dijo en esos momentos, Ernie después le daría la razón a Hannah. No todos los Slytherin eran unos cretinos.
***
Después del almuerzo y de asistir a unas pocas clases, ya que algunas habían sido canceladas debido a los acontecimientos del día anterior, Ernie y Hannah se dirigieron a la lechucería para visitar a Olive y Arquímedes. Ahora que Justin ya no estaba disponible, Ernie se encargaría de cuidar de la querida mascota de su amigo. Cedric se ofreció a acompañarlos, pero ambos le habían dicho que querían un poco de tiempo asolas y que se reunirían con él más tarde en la sala común.
No había otra persona en la lechucería, de hecho, casi no había ningún estudiante en los exteriores del castillo. La mayoría probablemente no se atrevía a dejar sus salas comunes por mucho tiempo, si un fantasma había sido petrificado, cualquiera podría correr con la misma suerte.
Ernie acariciaba delicadamente las plumas marrones de Arquímedes cuando se le ocurrió un plan.
-Hannah, ¿tienes alguna idea aproximada de cuantos alumnos de Hufflepuff se quedarán durante las vacaciones? -Le preguntó en voz baja.
-Tengo entendido que aproximadamente serán ocho o diez personas, puede que más -Respondió ella, mientras quitaba unos trocitos de paja que se habían quedado atorados entre las plumas moteadas de su lechuza.
-Y de esas diez personas, cuatro seremos de segundo año -Inquirió Ernie, asumiendo que Susan y Zacharias también se quedarían en Hogwarts, ya que ellos eran los únicos de segundo año que no habían dicho alguna palabra respecto al tema.
Hannah dejó de limpiar el plumaje de su ave y volteó a verlo con ojos de preocupación.
-¿En qué estás pensando, Ernie? -Indagó ella, no muy segura de querer escuchar una respuesta.
-Lo que le pasó a Justin no le ocurrirá a otro Hufflepuff, no si puedo evitarlo -Contestó con mucha convicción. Su mirada estaba perdida más allá de lo que se alcanzaba a ver desde la ventana de la torre, pero las palabras que decía demostraban lo que sentía en el corazón-. Voy a organizar a todos los Hufflepuff que queden. Convenceré a los estudiantes más grandes para que cuiden a los de menor edad. Luego, formaré grupos, pensaré en horarios y trazaré rutas seguras en el castillo para que los alumnos puedan desplazarse hacia el Gran Comedor o a los salones de clase sin arriesgarse a ser petrificados.
-Ernie estás poniendo sobre tus hombros una carga demasiado pesada -Dijo Hannah, tratando de razonar con él.
-No permitiré que Potter ande por ahí con la libertad de petrificar a cualquier persona, haré que su misión sea muy difícil de cumplir.
Ernie parecía tan convencido y seguro que Hannah encontró inútil seguir tratando de disuadirlo. En realidad, permanecieron un largo rato en completo silencio hasta que la chica notó el anillo de bronce en el dedo del muchacho.
-Ernie -Llamó a su amigo, con voz débil-. ¿Podrías regresarme el anillo de bronce? No me siento muy segura sin él.
-Por supuesto -Respondió Ernie, retirando cuidadosamente el frio anillo-. Olvidé quitármelo anoche. En cuanto regresemos a los dormitorios me pondré el collar.
Después de entregarle el anillo, ambos caminaron a paso lento hacia la enfermería. Sería la primera vez que Hannah visitaría a Justin y Ernie no quería que lo hiciera sola. Tuvieron problemas para convencer a la señora Pomfrey de que los dejara ver a su amigo, ella estaba convencida de que lo mejor era que no lo vieran en esas condiciones, pero la insistencia de los dos niños terminó por vencerla.
De todas maneras, la visita no duró mucho. La piel de mármol de Justin y su expresión de horror permanente fueron más de lo que Hannah podía soportar. Ernie tuvo que llevársela de la enfermería a tomar aire fresco para tranquilizarla.
-No me imagino como debe sentirse el estar petrificado -Confesó Hannah, mientras caminaban por el puente.
-Creo que Justin no puede sentir nada -Contestó él, cabizbajo.
-Eso no me tranquiliza para nada.
Tampoco lo tranquilizaba a él, pero así eran las cosas y no podían cambiarlo hasta que las mandrágoras maduraran.
***
Ernie se despidió de Hannah y regresó a su habitación. Estaba completamente vacía, a excepción de Jace, quien se hallaba reposando encima de la cama de Justin. Sorprendentemente, eso hizo que Ernie sintiera menos incomodidad cuando miraba ese lugar.
Aprovechó la ausencia de Wayne y Zacharias para comenzar a trabajar en su plan de proteger a los estudiantes de Hufflepuff, sin embargo, antes debía buscar el collar de salamandra. Los aretes de bronce los había guardado en el mueble junto a su cama, pero no recordaba en donde había dejado el collar.
Tuvo un recuerdo fugaz de la mañana anterior en donde se veía a si mismo dejando caer el collar sobre su cama. Ernie hasta quitó las cobijas y sábanas, dejando al colchón completamente expuesto, y no encontró el collar. Pensó que tal vez el objeto se había caído debajo de la cama, pero no había nada salvo el peluche de mapache que Erzulie le había regalado en navidad.
Ernie estaba empezando a asustarse. Comenzó a vaciar su mochila y todos los cajones del mueble junto a su cama, en algún punto, la desesperación fue tanta que hasta se atrevió a revisar las cosas de Justin, pero no encontró el collar. Ahora sentía un hoyo en el estómago. Se sintió tentado de revisar las camas de Zacharias y Wayne, pero no llegó a tal extremo. No tenía sentido que alguno de sus compañeros lo hubiera agarrado, Justin no lo traía consigo cuando fue atacado, Wayne era muy noble como para tomar algo ajeno, y era popularmente conocido que la familia de Zacharias tenía dinero, así que robar no era algo que necesitara.
Sin embargo, Ernie también recordó que el muchacho había demostrado cierta atención hacia el collar en el pasado. Fue él quien lo delató con el profesor Flitwick de llevar el collar durante la clase de encantamientos, y Ernie lo había sorprendido en un par de ocasiones observando el collar muy detenidamente. Puede que la posibilidad de que uno de sus compañeros de cuarto tomara el collar si era más factible de lo que había imaginado. Aunque Ernie no podía actuar o decir nada sin pruebas, después de todo, acusar a alguien de robo no era algo que se tomara a la ligera.
Casi como si lo hubiera invocado, la puerta del cuarto se abrió y Zacharias apareció en la entrada. Miró a Ernie y a las cosas tiradas por todo el suelo con una expresión neutra en el rostro.
-¿Qué pasó aquí? -Preguntó Zacharias, su voz tampoco demostraba ninguna emoción.
-Nada -Respondió Ernie, de la misma manera-. No encontraba algo que me importa mucho.
Zacharias se limitó a caminar hacia su cama y a dejarse caer sin ninguna preocupación. Daba la impresión de que no se había enterado sobre el ataque de Justin, aunque también era probable que no le importara en absoluto. Lo que fuera, Ernie no le quitó los ojos de encima en un largo rato.
🦝🦝🦝
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