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Capítulo 22

JUSTIN

La sala común se vació más rápido de lo que Justin hubiera imaginado. Dado al frío tan extremo que hacía en el castillo, pensó que la mayoría de estudiantes de Hufflepuff preferirían pasar su tiempo en la sala común, ya que esta era conocida por ser la más cálida de las cuatro casas. Sin embargo, Justin se había quedado en completa soledad. Hasta el retrato de Helga Hufflepuff se hallaba vacío; probablemente había ido a visitar a otra pintura en el castillo.

Aprovechando que se encontraba solo, Justin se colocó ambos aretes en los oídos. Se había alterado un poco al principio, pero después de pasar un largo rato sin que los aretes le hicieran alguna advertencia, finalmente pudo relajarse.

Justin estaba tan aburrido que decidió agarrar uno de sus cuadernos y pasó el tiempo haciendo garabatos y bocetos que nunca acababa. Desde muy pequeño sus maestros y parientes habían detectado una pequeña habilidad para el dibujo en él y en su hermana menor, pero Justin nunca la había desarrollado seriamente. Y cuando descubrió que tenía habilidades mágicas, el dibujo se volvió algo tan normal y tedioso que se terminó olvidando de él por mucho tiempo.

<<Tal vez ahora que estoy encerrado en el calabozo, tendré suficiente tiempo para convertirme en el próximo Van Gogh>> Pensó Justin, mientras daba la vuelta a la siguiente página en blanco en su cuaderno. Trazaba un montón de diferentes formas irregulares que poco a poco fue transformando en objetos, animalitos caricaturizados y plantas.

Sin previo aviso, una voz femenina los sobresaltó, y Justin dejó caer su lápiz al suelo por el susto.

-¿Qué estás dibujando? -Le decía la voz, en tono suave. Se trataba de Susan, quien lo observaba desde la pared en la que colgaba el tablón de anuncios.

Justin y ella no se habían dirigido la palabra desde hacía mucho tiempo. Aunque Susan parecía estar serena, ambos sabían que las cosas estaban muy tensas entre los dos como para aparentar normalidad. Justin se limitó a recoger su lápiz del suelo y respondió con voz clara.

-Nada en específico. Solo estoy garabateando.

-¿Te relajas un poco después del día tan intenso que tuviste ayer? -Le preguntó Susan, sonando casi como si caminara sobre cristal.

El muchacho continuó dibujando en todo momento, y no se molestó en apartar la vista del cuaderno cuando contestó:

-Algo así.

Esa respuesta pareció no ser muy del agrado de Susan, ya que, en el momento exacto después de escucharla, la chica se apartó de la pared y caminó rápida y decididamente hacia Justin. Le arrebató el cuaderno con un movimiento fugaz, y él soltó una exclamación de protesta.

-¡Por Dios, Justin! ¡Solo quiero saber si te encuentras bien! -Gritó Susan. El color de su rostro había adoptado un tono rojo parecido al de su cabello-. ¡¿Está es la forma en qué nos vamos a comportar entre nosotros de aquí en adelante? ¡¿Solo frases simples y cortantes?! ¡¿Evitaremos vernos a la cara por siempre?!

-No sé de qué me estás hablando, devuélveme mi cuaderno por favor -Respondió Justin, con voz serie y evadiendo su mirada.

-¡Sabes exactamente a que me refiero! -Replicó Susan, arrojando el cuaderno de Justin lo más lejos que pudo. El objetó cayó al suelo y se arrastró hasta quedar debajo de un sillón-. Yo no entiendo cómo se desmoronó todo tan de repente. Primero me visitabas todos los días en la enfermería sin falla, y al siguiente instante ya ni siquiera te esforzabas en hablarme.

Sintiéndose atacado, Justin se levantó del sillón y vio directamente a Susan a los ojos por primera vez en semanas.

-Tu tampoco te molestaste en hablar conmigo, en su lugar, preferiste arrojarme pelotas a la cabeza en clase de encantamientos -La voz le temblaba por el enojo-. ¡Así que no trates de echarme toda la culpa a mí!

-¡¿Entonces dime por qué nos hacemos esto?! -Le espetó Susan, con voz llorosa-. Siempre nos habíamos llevado muy bien, ¿por qué de repente nos ignoramos y nos tratamos tan mal?

-¡No lo sé! -Explotó Justin. Fue en ese instante en que se percató de que ni él sabía la razón exacta por la que se habían distanciado. No era algo que él quería. Tampoco quería sacar a Susan de su vida para siempre. Pero Justin desconocía completamente el método para que todo regresara a lo que era antes, cuando todo era más sencillo.

Ambos habían descubierto algo nuevo e intangible en aquel día en la enfermería; algo que había despertado nuevos y abrumantes sentimientos entre los dos, y que ninguno sabía cómo lidiar con ellos. Por eso era mucho más fácil ignorarlos y fingir que nada había sucedido.

-Sin importar lo mucho que me esfuerzo por comprenderlo -Continuó Justin, después de un breve silencio- No logro entender lo que despertó en mi la última vez que te visité en la enfermería. Sea lo que sea, me hace sentir como si me faltara el aire, como si estuviera ahogándome en un inmenso lago.

-¿Quieres decir que te asfixia estar junto a mí? -Preguntó Susan, herida.

-¡No! ¡No es a lo que me refiero! -Contestó Justin, con voz temblorosa-. ¡Pero me asusta mucho el sentir algo tan intensamente, y que no pueda ser capaz de controlarlo o entenderlo! No tienes idea de lo mucho que desearía que todo regresara a antes de...

Justin dejó de hablar en cuanto se percató de la forma en que sus palabras podrían interpretarse, pero ya era demasiado tarde. Susan no necesitaba que él terminara la frase para entender a lo que se refería.

-¿Antes de que empezaras a sentir eso por mí? -Terminó Susan por él. Una brillante lágrima resbalaba rápidamente por la mejilla de la chica, y Justin se sintió como la peor persona que alguna vez había puesto un pie en toda la historia de Hogwarts.

Él estaba por decir algo que la hiciera sentir mejor, pero Susan rápidamente le dio la espalda y corrió hacia el pasadizo secreto. Justin pudo escuchar claramente como ella rompía en llanto, sus lamentos hacían un lastimoso eco en el estrello túnel.

Justin sintió la fuerte necesidad de ir tras ella y pedirle disculpas, pero también creía que era mejor idea darle a Susan su espacio hasta que estuviera más calmada. Él también necesitaba un poco de tiempo en soledad, muchas sensaciones e ideas alarmantes le inundaban la cabeza.

Permaneció un par de minutos sentado en silencio hasta que recordó el cuaderno en el que había estado dibujando minutos atrás, y que Susan había arrojado al piso. Lo buscó con la mirada por toda la sala, y no tardó en descubrir que una de las esquinas del cuaderno se asomaba debajo de un sillón verde. Sin ánimo, Justin arrastró los pies todo el camino hacia el sillón, sin embargo, en el momento exacto en que se agachó para recoger el cuaderno, un desconcertante escalofrío le recorrió todo el cuerpo. No necesitó tocar los aretes de bronce para saber que eran ellos los que le advertían de una amenaza.

Asustado, Justin dio una brusca media vuelta para averiguar si alguien se encontraba detrás del él; por poco se le escapaba un <<Potter>> en forma de grito, pero se contuvo al ver que no había nadie más en la sala. Estaba completamente seguro de que todos los dormitorios se hallaban vacíos, y la única forma de acceder a la sala común era a través del pasadizo secreto, el cual solo un Hufflepuff sabría como abrirlo.

Como había dicho Ernie, él estaría seguro en el interior de la sala común. El heredero de Slytherin no tendría más opción que esperar en algún rincón oscuro del castillo por su siguiente víctima, y ese no iba a ser Justin. Sin embargo, había otra persona que Justin conocía y que seguramente se encontraba recorriendo sola los pasillos del castillo en esos momentos, completamente vulnerable a un posible ataque del heredero de Slytherin.

Susan.

Justin no se permitió el tiempo para meditarlo, o para pensar en otras opciones. Un poderoso impulso por proteger a Susan lo había invadido y practicante controlaba todas sus acciones. Esa es la razón por la que Justin olvidó todo lo que Ernie le había advertido, y no lo pensó dos veces antes de abandonar la sala común.

***

ERNIE

Los alumnos de Hufflepuff en la mesa de la biblioteca prefirieron continuar con sus estudios en lugar de discutir la fuerte riña que había sucedido minutos atrás. Ernie aún sentía como el corazón le latía aceleradamente. No recordaba la última vez que se había enojado y asustado de una manera tan intensa, y al mismo tiempo.

Y cuando finalmente el ambiente recobró un poco de normalidad, Hannah sorprendió a todos en la mesa con un corto, pero agudo, grito de espanto.

-¿Qué está pasando aquí? -Les regañó la señora Pince, mientras se acercaba a su mesa-. Este es un lugar tranquilo. Ya tuvimos suficiente alboroto, y el reloj ni siquiera a marcado las doce.

Hannah se agarró la mano y miró a la bibliotecaria con angustia.

-No es nada, señorita Pince. Es que me dio un fuerte y repentino calambre en la mano. Eso es todo.

Dicho esto, Hannah se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia el corredor. Todos continuaron con sus labores como si nada hubiera pasado, pero Ernie se dio cuenta de que Hannah sostenía el dedo que llevaba el anillo de bronce puesto.

Sin perder ni una milésima de segundo, Ernie abandonó la mesa y fue a seguir a Hannah. La encontró en el pasillo junto a la biblioteca, con su rostro apuntado hacia la pared y observando con horror al anillo.

-¡Hannah! ¡¿Qué fue lo que te pasó? -Dijo Ernie, agarrando con cuidado el brazo de la chica.

El pecho de Hannah subía y bajaba aceleradamente, la mirada en sus ojos exclamaba pánico y su boca hacia una desconcertante mueca. A pesar de esto, Hannah logró controlarse y pudo responderle a Ernie.

-El anillo me estaba advirtiendo sobre algo. Creo que significa que el heredero de Slytherin está por atacar a alguien.

-Justin -Susurró Ernie, sintiendo como se le caía el alma a los pies.

Aunque no tenía la intención de ser brusco, Ernie sujetó con fuerza la mano de Hannah y le removió el anillo del dedo con un solo tirón. Con su dedo adolorido, la chica se alarmó al entender las intenciones de su amigo.

-¡No, Ernie! -Exclamó ella, sujetándolo con fuerza por la manga de la túnica-. No puedes ir a arriesgarte a que el heredero de Slytherin te petrifique. Debemos pedirle ayuda a un maestro.

-El aula de Transformaciones no está muy lejos de aquí, corre y busca a la profesora McGonagall, o a cualquier profesor que encuentres primero, y llévalo a la sala común de Hufflepuff.

Ernie se liberó de su agarre y salió corriendo hacia el sótano de Hogwarts. Hannah comenzó a gritarle desde la entrada a la biblioteca que se detuviera y que mejor optara por acompañarla a buscar a un profesor, pero Ernie estaba demasiado decidido a ayudar a Justin como para escucharla.

Se colocó el anillo de bronce mientras corría, y la sensación de peligro aumentó con cada paso que daba. En su mente, Ernie le rezaba desesperadamente a cualquier poder superior que no fuera muy tarde para ayudar a Justin.

***

JUSTIN

Había revisado en el Gran Comedor, pero se hallaba sorprendentemente vacío, al igual que la mayoría de los corredores del castillo. Lo siguiente que hizo fue ir a la Gran Escalera y les preguntó a algunos de los retratos si habían visto a una niña pelirroja pasar por ahí recientemente. Todas las personas en los retratos le respondieron lo mismo, aquella niña de la que hablaba se había ido corriendo hacia el segundo piso.

Los aretes le transmitían más escalofríos conforme avanzaba, pero por más que deseaba hacerlo, Justin no se permitía regresar a la sala común. Él había lastimado a Susan, y ahora ella corría el riesgo de convertirse en la próxima víctima del heredero de Slytherin. Sin importar que tan extraño se habían vuelto las cosas entre ellos, Justin jamás abandonaría a Susan a su suerte.

Avanzaba tan deprisa que estuvo a punto de caer al suelo en un par de ocasiones. Las antorchas que colgaban de los muros no lograban alumbrar toda penumbra en los viejos corredores, lo que solo hacía más difícil distinguir si había alguien ocultándose en las esquinas de los pasillos o detrás de alguna estatua de piedra.

De repente, Justin se topó con la puerta del baño de niñas. Recordó la noche en que el piso del corredor se había inundado por culpa de las tuberías del baño. La misma noche en que la señora Norris había sido descubierta petrificada y colgando de una argolla junto a la inscripción sangrienta de la Cámara de los Secretos.

Una idea llegó a su mente. ¿Qué tal si Susan había decidido ocultarse en algún cubículo del baño?

Sintió el impulso de entrar a revisar, pero recordó que su madre siempre le había enseñado que no era apropiado que un caballero entrara en los baños de mujeres, por lo que mejor optó por darle un par de fuertes golpes a la puerta.

-¡Susan!, ¡¿te encuentras ahí?! -Preguntó en voz alta, ansioso por cualquier respuesta. Los aretes de bronce seguían provocándole terribles escalofríos-. ¡Susan, por piedad! ¡Se que estás muy dolida, pero si te encuentras ahí, necesito que mes respondas ahora! ¡No estamos seguros en este lugar!

Justin estuvo a punto de volver a golpear la puerta, pero un ruido a su derecha lo frenó a tiempo. Giró la cabeza hacia esa dirección, y descubrió que alguien lo observaba desde la esquina del corredor. Ese alguien era una chica. Se encontraba muy lejos de él, la mitad de su cuerpo y rostro estaban ocultos por el muro de piedra, pero su pequeña estatura, piel pálida y cabello pelirrojo hicieron que Justin actuara impulsivamente.

-¡Susan! -Exclamó él.

Pero la chica no le respondió, simplemente se alejó del muro y desapareció por el corredor. Justin estaba tan desesperado por rescatar a Susan que no dudó en salir corriendo tras ella, aunque, en ese momento tan tenso, cualquier persona con el cabello pelirrojo y largo podría parecerse a Susan para él.

Justin corría todo lo rápido que sus piernas le permitían. Por momentos solo veía una mata de pelo naranja que se fundía con la oscuridad de los pasillos. Sin embargo, Justin no se rendiría. Ya había dejado de prestarle atención a las advertencias de los aretes, solo sentía el impulso de proteger a Susan, no importaba lo molesta que ella pudiera estar con él.

Dobló la esquina del siguiente corredor, y, sin previo aviso, una figura flotante y neblinosa apareció frente a él. Justin se llevó tal impresión que cayó de espalda al duro suelo.

Se dio un fuerte golpe en la parte trasera de la cabeza, todo comenzó a dar vueltas y la vista se le nubló por un par de segundos. Pero a pesar de todo esto, Justin logró reincorporarse y se levantó lentamente. Se sobó la cabeza con una mano, y en lo que su vista de normalizaba, comenzó a inspeccionar a la figura flotante.

Era un fantasma. El fantasma de un hombre específicamente. Vestía ropa muy antigua, faltaba en posición horizontal, y la cabeza le colgaba del cuello por un trocito de carne. Este último detalle hizo que Justin supiera inmediatamente de quien se trataba. Nick Casi Decapitado.

Algo malo le había sucedido. No se movía y tampoco parecía que pudiera hablar. Más que un fantasma, parecía una imagen hecha de humo negro. La mirada en su medio-cercenada cabeza estaba completamente perdida, y Justin observó con profundo impacto la expresión de horror en su rostro.

Sintió ganas de ayudarlo, pero desconocía completamente el método para ayudar a un fantasma en ese estado. Justin se preguntó cuanto tiempo llevaba Nick en ese estado; no podía ser demasiado tiempo, dado que algún estudiante o profesor ya lo hubiera descubierto.

El corazón de Justin latía con tanta fuerza que parecía que estaba a punto de salirse de su pecho. Aunque quería ser valiente en ese momento, no podía evitar que las piernas le temblaran. Se dio media vuelta para apartar la mirada del horrorizado rostro de Nick Casi Decapitado, y deseó estar en la seguridad de la sala común de Hufflepuff. Deseó con todas sus fuerzas estas rodeado por sus seres queridos, su familia y amigos. Se arrepintió profundamente por no haber manejado las cosas mejor con Susan, tal vez no se encontraría en esa situación si lo hubiera hecho.

Pero más que nada, deseó no estar solo. Necesitaba con desesperación la comprensión de Susan, la actitud protectora de Ernie, o el talento de Hannah para hacer que las cosas mejoraran un poco en cualquier situación. Lo deseaba con tanto anhelo, que no notó el resplandor que ambos aretes de bronce habían comenzado a emitir.

<<Nunca debí haberme alejado de mis amigos>> Pensó Justin.

De repente, creyó escuchar un sonido agudo que era muy parecido al canto de un ave. Confundido, Justin miró al techo en busca de algún pájaro que se había ocultado de la nevada en el interior del castillo, pero no encontró nada. Sin embargo, no tardó en volver a escuchar ese mismo sonido, pero está vez, estaba acompañado de una voz que le era muy familiar y que jamás podría confundir.

<<Justin, ¿eres tú?>> Dijo la suave voz de Ernie en alguna parte.

Con repentina esperanza, Justin dio media vuelta, esperando encontrar a Ernie a su espalda, pero no era Justin a quien descubrió. Tampoco era Susan, o alguien que él conociera.

A través de la cortina de humo negra que era el cuerpo fantasmagórico de Nick Casi Decapitado, Justin vio directamente a un rostro. Un rostro verde y escamoso que seguramente había salido de algún cuento macabro, o de algún inframundo indescriptible.

Lo último que Justin vio antes de caer nuevamente al suelo, y antes de que su cuerpo se endureciera como si fuera una estatua, fue a un par de ojos amarillos, brillantes, filosos y sin vida. Unos ojos que lo acompañarían por el resto de su vida en sus pesadillas, si es que alguna vez volvía a soñar.

***

ERNIE

Ernie tropezó cuando entró al pasillo que conducía a las escaleras del segundo piso. Ese era el camino más rápido para llegar a la sala común de Hufflepuff. Se dio de bruces contra el suelo, pero eso no lo detuvo. Experimentaba tanta adrenalina que no sentía casi ningún dolor. En su mente solo existía el pensamiento de llegar a Justin.

Respiraba aceleradamente y tenía los pies y la parte inferior de la túnica empapados por la nieve. Pero nada de eso importaba. Él no podía detenerse.

El anillo seguía advirtiéndole sobre el peligro, y se intensificó aún más en cuanto Ernie puso un pie sobre el primer escalón. Al igual que antes, Ernie no se detuvo, pero si comenzó a avanzar más lentamente.

Comenzó a temer que el heredero de Slytherin podría encontrarse en el corredor del segundo piso, lo que solo provocó que sus pasos se alentaran un poco más. No se había percatado del temblor incontrolable en sus manos hasta que subió la mitad de la escalera, sin embargo, sintió como el anillo vibró por un segundo en su dedo. Desconcertado, Ernie se detuvo a esperar a que pasara algo, posiblemente algún nuevo poder del anillo de bronce que se había activado en ese momento. Pero lo único que ocurrió fue que Ernie captó un sonido agudo y fugaz.

Sin embargo, lo que realmente lo tomó desprevenido fue lo que escuchó inmediatamente después.

<<Nunca debí haberme alejado de mis amigos>> Escuchó la voz de Justin, que provenía de algún lugar incierto

-Justin, ¿eres tú? -Preguntó Ernie, para confirmar sus sospechas.

No hubo respuesta, por lo que a Ernie no le quedó de otra más que subir las escaleras e investigar el piso de arriba.

Era cierto que tenía mucho miedo, cualquiera lo hubiera notado, pero eso no bastaba para que él abandonara a Justin. Decidido, Ernie se adentró en la penumbra de los pasillos del segundo piso.

Caminó por un par de minutos sin un rumbo fijo. De un momento a otro, el anillo dejó de advertirle sobre el peligro, y se quedó tan inerte como cualquier anillo común. Y por muy sorprendente que pareciera, esto no calmó a Ernie en absoluto. Seguía teniendo un mal presentimiento, como si algo terrible acabara de ocurrir y ya no había nada que hacer al respecto.

De repente, descubrió una silueta que era alumbrada por una antorcha y que ocupaba gran parte del muro frente a él. Ernie no podía darle forma a la silueta, por lo que la curiosidad se apoderó de él y fue a investigar que era lo que la antorcha alumbraba.

Se dirigió con lentitud al siguiente corredor, y una vez ahí, Ernie sintió como su corazón se desmoronaba hasta convertirse en poco más que polvo. No había podido distinguir la silueta en el muro, ya que esta era la combinación de tres figuras. La primera, el cuerpo flotante y nebuloso del Fantasma Sir Nicholas Casi Decapitado. La segunda era el delgado cuerpo de Harry Potter, quien estaba arrodillado sobre un pie a un lado de la tercera figura. El cuerpo pálido y petrificado de Justin. Su mejor amigo, quien ahora lucía una espantosa expresión de horror en el rostro que era imposible de borrar.

Harry vio a Ernie con sus ojos verdes llenos de sorpresa y angustia, y Ernie solo sintió un poderoso e invasivo sentimiento de ira y desprecio hacia él.

-¡Te han cogido con las manos en la masa! -Fue lo primero que a Ernie se le ocurrió gritar. 

🦝🦝🦝

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Nota del autor: En las películas es Filch quien encuentra a Harry junto al cuerpo de Justin y Nick Casi Decapitado, en los libros es Peeves, pero yo he decidido hacer que Ernie sea el que lo descubra, ya que me parece que ayuda a mejorar la tensión entre Ernie y Harry, y en el libro Ernie es el que descubre a Harry después de Peeves.

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