JUSTIN

La noticia se propagó por todo el colegio en la mañana del lunes, e inmediatamente apareció la historia colectiva. Después de un mes de relativa tranquilidad y un poco de incertidumbre, Colin Creevey se convirtió en la primera víctima humana del heredero de Slytherin. Según los rumores, los profesores habían encontrado a Colin petrificado en las escaleras que conducían al ala de enfermería.

Nadie sabía con certeza la razón por la que Colin se hallaba en ese lugar a altas horas de la noche, pero muchos suponían que el pequeño niño se disponía a hacerle una visita nocturna a Harry Potter. Sin embargo, algo que la mayoría del colegio ignoraba era que Justin y Ernie se habían enterado del ataque antes que nadie.

Justin se había despertado a la mitad de la noche del sábado, debido a los inquietantes crujidos de la cama de Ernie, producto de que el muchacho no dejaba de revolverse entre sueños y murmurar cosas indescifrables.

El muchacho de cabello rizado se levantó de su propia cama, se quitó las lagañas que tenía pegadas en las esquinas de los ojos, y fue a revisar a su amigo. Recorrió cuidadosamente la cortina que cubría la cama, y descubrió a Ernie con la cara roja, el pelo rubio revuelto, y pequeñas gotas de sudor escurriendo por su frente. Parecía que se encontraba a la mitad de una pesadilla.

Justin estuvo apunto de despertarlo, pero un rayo de luz de luna caía directamente sobre el cuerpo de Ernie, y un objeto brillaba encima de su elegante pijama. Era el collar de salamandra.

-Ernie, despierta ahora -Comenzó a sacudirlo Justin, alarmado.

El aludido despertó cinco segundos después, confundido y alterado, y lo primero que hizo fue limpiarse el sudor del rostro y mirar a su amigo.

-¿Qué es lo que está pa... ?

-El collar -Se adelantó Justin-. Olvidaste quitártelo y creo que te está advirtiendo sobre algo.

Ernie se llevó una mano al pecho y apretó fuertemente el collar de salamandra contra su cuerpo.

-Se detuvo -Susurró Ernie-. Ya no siento nada, creo que paró en el momento que desperté.

Justin se hizo a un lado para que Ernie se levantara de la cama, y observó como él se aplastaba el cabello con la mano y caminaba hacia la puerta.

-¿A dónde vas? -Susurró Justin, para no despertar a Zacharias y a Wayne.

-Voy a investigar que fue eso.

Sin perder tiempo, Justin se colocó las sandalias que usaba en las noches y siguió a Ernie hasta la sala común. La chimenea estaba apagada, pero había unas pocas lámparas que iluminaban la sala.

-¿Estás loco? -Le dijo Justin, sujetándolo del brazo-. No puedes deambular tú solo por la escuela en la noche. El heredero de Slytherin podía petrificarte como a la señora Norris.

-El heredero de Slytherin ya atacó a alguien, Justin. El collar me lo acaba de advertir, y puede que ese alguien esté moribundo en alguna parte del castillo -Contestó Ernie, con un tono muy serio.

-¡Shhhh! -Los silenció el retrato de Helga Hufflepuff, que acababa de ser despertada de un cómodo sueño y vestía un fino camisón dorado.

Justin agarró a Ernie por el brazo y lo jaló hasta llegar al sillón más alejado del retrato de Helga Hufflepuff.

-Es más de media noche -Señaló Justin al reloj de madera colgado en la pared-. Ni siquiera los profesores o prefectos se encuentran vigilando los corredores a esta hora. Sí sales a investigar por tu cuenta, no habrá nadie que te ayude en caso de problemas.

-No puedo quedarme de brazos cruzados -Respondió Ernie, decidido-. No quiero que lo que ocurrió con Harry Potter y el profesor Quirrell el año pasado se vuelva a repetir. No me puedo volver a callar cuando yo sé que algo malo está por ocurrir.

-Entonces habla con un prefecto y que él le avise a algún profesor -Argumentó Justin-. Ni tu ni yo podríamos hacer algo contra el heredero de Slytherin, es mejor que le dejemos esto a Dumbledore o Lockhart.

Ernie no siguió discutiendo, y fueron a buscar a Gabriel Truman, el único prefecto a Hufflepuff al que se atreverían a molestar a la mitad de la noche. Tuvieron que tocar varias veces para que alguien dentro del dormitorio de Gabriel se dignara a abrir. Finalmente, los recibió el mismísimo Truman, con el cabello castaño enmarañado y los ojos entreabiertos por el cansancio.

-Chicos, ¿por qué tocan a mi puerta tan tarde? -Los interrogó Gabriel, después de soltar un bostezo.

No podían contarle a Gabriel sobre las reliquias de bronce, así que improvisaron una mentira que sonaba bastante convincente.

-Durante el partido de Quidditch, escuchamos a unos cuantos estudiantes que planeaban escaparse de sus dormitorios por la noche para investigar sobre la Cámara de los Secretos, y creemos que podrían estar en peligro -Mintió Ernie.

-¿Y por qué no le avisaron a algún profesor cuando se enteraron? -Dijo Gabriel, cruzándose de brazos.

-No queríamos que nos tacharan de chismosos -Respondió Justin, evadiendo la mirada del prefecto.

-¿Conocen a los estudiantes que planeaban escapar en la noche?

Ernie y Justin se miraron entre sí para acordar quien sería el siguiente en contestar.

-Eran mucho mayores que nosotros, y no llevaban el uniforme, por lo que no podríamos identificarlos -Respondió Ernie, inmediatamente después de percatarse que a Justin no se le ocurría que decir.

-Muchachos, seguramente esos estudiantes solo estaban alardeando -Concretó Gabriel, recargándose en el marco de la puerta-. Nadie sería tan tonto e ingenuo como para pasear por los pasillos de noche, mientras hay un chiflado suelto que petrifica a las mascotas de la gente.

Acto seguido, Gabriel se despidió de ambos y cerró silenciosamente la puerta de su dormitorio. Frustrados, Justin y Ernie regresaron a su habitación, pero ninguno pudo volver a dormir durante el resto de la noche.

Desafortunadamente, durante el desayuno de la mañana del lunes, descubrieron que Colin Creevey se había unido a la lista de víctimas petrificadas. Todos en el Gran Comedor no hacían más que hablar sobre el tema, e inventar complicados planes para evitar ser petrificados.

-A partir de ahora, cargaremos un saco de sal a todas partes para ahuyentar a las malas energías, y hay que conseguir dos herraduras viejas para la buena suerte -Le decía Leanne a Megan Jones, mientras almorzaban junto a Ernie y Justin.

Al igual que ellas, muchos alumnos empezaron a usar todo tipo de talismanes extravagantes para protegerse, y rara vez se veía a un alumno por los pasillos sin compañía.

Los profesores también se encontraban muy alterados, y recomendaban encarecidamente a sus alumnos que no rompieran la regla de no salir de los dormitorios por las noches, ya que ignorar esa instrucción había provocado que Colin fuera atacado.

La profesora Sprout había hablado con todos los alumnos de Hufflepuff en la sala común, y les había suplicado que trataran de ir a clase siempre en grupo, y que los estudiantes mayores intentaran cuidar a los más jóvenes.

Después, la profesora habló en privado con Justin, Hannah y Ernie y les avisó que, de momento, la Patrulla Tejón había sido suspendida y debían regresar las insignias que les permitían rondar por el colegio a cualquier hora. Esto los entristeció mucho a los tres, ya que eso significaba que no podrían ganar más puntos para Hufflepuff, o créditos extras para las clases.

Gabriel Truman no había vuelto a hablar con Justin y Ernie después de lo que sucedió con Colin, pero se notaba que se había vuelto muy estricto con los alumnos mayores de Hufflepuff, y amenazaba a los de primer año con quitarles puntos si veía a uno de ellos caminando por los corredores sin algún acompañante, aunque no era necesario, debido a que todos los estudiantes de primer año estaban aterrados de ser petrificados como a Colin.

Una semana después del ataque, Justin escuchó a una amiga de Cedric Diggory hablando al respecto en la sala común.

-¿Por qué alguien atacaría a ese pobre niño?

-Hablé con un par de chicos de Gryffindor, y ellos me explicaron que Colin le pedía a todo mundo que le permitieran sacar fotos de ellos haciendo magia, ya que su familia era muggle y quería mostrarles cómo viven los magos y brujas -Le informó Cedric, con una expresión seria en el rostro-. Parece que el heredero de Slytherin está cumpliendo su amenaza de atacar a los hijos nacidos de muggles.

Aunque no se daba cuanta, Justin se había vuelto muy callado y huraño en los últimos días. Lo que le había pasado a Colin lo había afectado mucho, y se negaba a reconocer el miedo que sentía por convertirse en la siguiente víctima.

Ernie y Hannah si se habían percatado de este cambio tan abrupto en la personalidad de su amigo, por lo que decidieron planear una tarde dedicada a animar a Justin.

Tuvieron que sacarlo del castillo casi a rastras, pero lograron llevar a Justin al campo de Quidditch, el lugar dentro de los terrenos de Hogwarts que estaba más alejado de la histeria por la Cámara de los Secretos. Afortunadamente, aquel día era uno de los pocos en noviembre en los que el cielo no estaba nublado y no hacía tanto frío.

-No deberíamos abandonar el castillo ahora, considerando lo que le sucedió a Colin -Comentó Justin, mientras cruzaban la entrada al estadio.

-Tranquilízate, Justin -Contestó Hannah-. Es pleno día y tenemos las reliquias de bronce para detectar cualquier peligro. Vamos a estar a salvo.

Una pequeña parte del campo de Quidditch había sido afectada por los demoledores rebotes de la bludger que había intentado asesinar a Harry Potter. Sin embargo, seguía siendo un buen y solitario lugar para hacer un picnic.

Hannah había visitado la cocina de la escuela en la mañana, y les había pedido a los elfos domésticos que le preparan una canasta llena de emparedados de jamón y queso, tres pásteles de chocolate, una jarra de jugo de naranja y un plato de uvas verdes.

Ernie había conseguido un enorme mantel de cuadros rojos, una sombrilla azul, tres platos, tres tenedores y tres cuchillos, aunque él fue el único que comió en plato y con cubiertos.

-Son emparedados y uvas, no necesitas comer con cuchillo y tenedor -Señaló Hannah a los hábitos tan formales de Ernie.

-Mi padre siempre dice que "lo único que nos separa de las bestias es la capacidad de demostrar nuestros mejores modales hasta en las situaciones más vacuas" -Citó el muchacho, mientras clavaba su tenedor en una uva, y la partía a la mitad con el cuchillo.

Justin había permanecido en silencio durante gran parte del picnic. Incluso, solo había consumido la mitad de un emparedado de jamón, cosa muy rara en él. Hannah y Ernie cruzaron sus miradas fugazmente, y concordaron mentalmente iniciar con su interrogatorio.

-Justin, lo que le sucedió a Colin y a la señora Norris es algo muy terrible -Comenzó a hablar Ernie, dejando su plato sobre el mantel-. Pero parece que esto te está afectando más de lo que deseas admitir, y nos gustaría saber si podemos ayudarte de alguna manera.

-Es verdad que todos en el colegio han estado muy alterados últimamente, pero creemos que a ti en especial te serviría desahogarte con alguien -Continuó Hannah, antes de colocar su mano encima de la de Justin, con el fin de demostrar cariño.

El muchacho de pelo rizado no respondió de inmediato. Bajó la cabeza y se quedó mirando al verde césped por un breve periodo de tiempo.

-Honestamente, no creo que ustedes puedan comprenderlo -Respondió Justin, finalmente-. O tal vez no en su totalidad.

-Intenta explicarte -Le contestó Ernie.

-Ustedes saben perfectamente que todo esto del mundo mágico sigue siendo nuevo para mí -Comenzó a explicar Justin, sin apartar la mirada del césped-. En sus familias hay un montón de brujas y magos, y estoy seguro de que a ustedes han estado en contacto con el mundo mágico desde que nacieron, pero yo crecí apartado de todo esto.

>>Durante casi toda mi vida, la magia, dragones y gente volando en escobas solo se encontraban en las páginas de los libros y películas animadas de fantasía. Y eso estaba bien, ya que era un excelente distractor de la realidad de mi mundo. Un mundo en dónde la gente está acostumbrada a que algunas personas las lastimen a diario solo por ser diferentes, o en donde el lugar y las circunstancias con las que naces definen una gran parte de tu vida, y en donde lo más probable que pueda pasarme es que termine haciéndome cargo de la granja familiar por el resto de mi vida.

>>Cuando descubrí que había todo un mundo lleno de magia a mi alrededor, y que yo pertenecía a él, finalmente sentí que tenía opciones. Entiendo que todavía soy muy joven para entender cómo funciona el mundo realmente, y sé perfectamente que mi madre hace todo lo posible para darme el futuro que yo quiero, pero siempre me he sentido acorralado en el entorno en donde he vivido desde siempre. Hogwarts y la magia me hicieron creer que existía la oportunidad de obtener una nueva vida diferente a todo lo que había conocido, y en donde los problemas de mi viejo mundo ya no me acosarían. Pero ahora sé que, en esencia, nada es diferente. Aquí también lastiman a las personas que son diferentes, el niño de once años petrificado en la enfermería lo demuestra. Hay gente que querrá lastimarme por ser hijo de muggles, y si no es por eso, seguro me menospreciarán por venir de una humilde granja. Creo que es eso lo que verdaderamente me ha afectado, este mundo ideal que me emocionaba conocer, ahora se ve igual de lúgubre que el que ya conocía, y todas las oportunidades de una vida diferente se han esfumado.

Justin dejó de hablar, y se creó un ambiente de silencio y tensión. Ni Hannah ni Ernie sabían cómo responder a lo que su amigo acababa de saber. Ambos estaban impactados por toda la angustia, amargura y tormento que había en el interior del que parecía ser el más feliz de sus amigos.

Ernie había descubierto un armario lleno de complejos y persistentes temores que había permanecido oculto detrás de risas y un rostro que siempre aparentaba positivismo, mientras que Hannah sentía que se había topado con una pequeña ave con un ala rota, que había sido derribada del cielo por un depredador mucho más grande y cruel llamado mundo, y ahora todo lo que Hannah quería hacer era curar el ala de esa pequeña ave antes de que fuera demasiado tarde.

-Tienes razón -Habló Ernie, después de un prolongado y tenso silencio-. Las circunstancias en que nací difieren mucho a las tuyas, pero eso no implica que no pueda hacer todo lo que está a mi disposición para consolarte y tratar de hacer que este mundo parezca un poco menos gris.

Justin miró a Ernie a los ojos, y sin necesidad de encontrarle algún sentido profundo, sintió que se encontraba a salvo. Luego, giró su cabeza hacia la derecha y vio como Hannah se inclinaba para darle un fuerte abrazo. Justin se sintió un poco incómodo al principio, pero poco a poco se fue acostumbrando. No bastaba para curar un ala rota, pero servía como un eficiente vendaje.

Después, los tres se dedicaron a guardar los restos del picnic en la canasta para no dejar ningún rastro de basura, y se recostaron sobre el césped para observar el paso de las nubes en absoluta tranquilidad. Era uno de esos pocos días en noviembre en los que el clima estaba cálido y soleado, y Hannah pensó que sería una mala decisión no aprovechar el momento para sacar una foto. Justin no se sentía con ánimos de fotos, así que el desafortunado terminó siendo Ernie, sin embargo, su cabello se había despeinado al recostarse en el césped, por lo que se colocó la capucha de la túnica e hizo un gesto exagerado para molestar a Hannah mientras sacaba la foto.

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Durante este último mes, ocurrieron muchos cambios importantes. Me mudé de ciudad y comencé la universidad, y todo esto me impidió seguir escribiendo. Voy a tratar de volver al ritmo natural de mi escritura, pero es probable que no haya capítulos tan seguidos. Sin embargo, seguiré esforzándome. 

Espero su compresión 🦝