Capítulo 14
ERNIE
Aunque el personal del colegio intentó fervientemente limpiarla, la inscripción en el muro no se desvaneció ni un poco en los siguientes días. Las sangrientas palabras seguían tan rojas y vivas como en la noche que fueron pintadas.
Lo mismo ocurrió con la noticia de la petrificación de la señora Norris. Todos los estudiantes no hacían más que propagar sus teorías sobre el posible responsable del ataque a la gata, y lo que la cámara de los secretos podía significar.
Argus Filch pasaba la mayoría del tiempo montando guardia frente a la inscripción, convencido de que el culpable regresaría tarde o temprano a la escena del crimen. Ernie, Hannah y Justin hacían todo lo posible por evitar a Filch y al grupo de Harry. Los tres habían acordado que era mejor no buscar culpables hasta que aparecieran más pruebas, sin embargo, también era buena idea mantener distancia con ellos por un tiempo.
-El responsable del ataque a la señora Norris debe ser un miembro de Slytherin -Le comentó Anthony Goldstein a Ernie durante la clase de pociones.
-¿Por qué estás tan seguro? -Preguntó Ernie, mientras echaba en un caldero los ingredientes para una pócima infladora.
Antes de responder, Anthony se aseguró de que el profesor Snape no les prestaba ninguna atención.
-Todos saben que la mayoría de magos tenebrosos provienen de esa casa. Muchos Slytherin odian todo lo relacionado con muggles. Es simple racionamiento.
En ese momento, Snape apareció detrás de ellos y golpeó con fuerza las cabezas de ambos con un pequeño cuaderno azul.
-Será mejor que los dos dejen de parlotear y pongan más atención a sus pócimas, si no quieren que sus calderos se inflen como globos y ensucien el techo -Les advirtió Snape, hablando con un tono macabro.
Ernie y Anthony no siguieron conversando por el resto de la clase, pero quedaba bastante claro que muchos Ravenclaw pensaban igual que Anthony, aunque algunos también sospechaban de Harry.
Al finalizar la clase, Hannah les contó que ayudaría a Susan a transportar sus cosas desde la enfermería hasta los dormitorios de Hufflepuff. En lugar de ofrecer su ayuda, Justin comenzó a sudar y anunció que tenía que ir a la lechucería para que Arquímedes le entregara una carta a su madre. Poco después, el muchacho de cabello rizado se marchó, dejando muy confundidos a Hannah y Justin.
-Yo tengo que ir a buscar a mi hermano para preguntarle si conoce algo sobre la cámara de los secretos -Le explicó Ernie a Hannah.
Se dirigió solo al campo de Quidditch. Era probable que Elber estuviera entrenando con su equipo. Sin embargo, mientras Ernie cruzaba el puente colgante, distinguió a Bridget Griffin sentada en el linde del bosque prohibido. Era fácil verla desde lejos gracias a que su cabello naranja la hacía resaltar de entre la fila de árboles.
Nadie mas le hacía compañía. Parecía que dibujaba algo en un cuaderno apoyado en sus piernas, pero su rostro alargado no mostraba ninguna emoción. Ernie recordó el favor que Elber le había pedido y decidió hablar con ella por un rato para saber si se encontraba todo bien.
Bridget no se percató de su presencia hasta que la sombra de Ernie tapó los rayos de sol que caían sobre ella.
-Excelente manera de pasar el tiempo libre, ¿verdad? -Dijo Ernie, en un esfuerzo desesperado por iniciar una conversación-. Dibujar al aire libre. Una actividad verdaderamente relajante.
Bridget lo observó en silencio por lo que pareció un cuarto de minuto. No parecía estar de humor de hablar con él, o con nadie, pero aun así le respondió.
-El ambiente dentro del castillo es muy caótico.
-Sí, es verdad -Concordó Ernie-. Todos están muy agitados por lo que pasó con la señora Norris en Halloween.
-Y se pondrá peor -Contestó Bridget, en voz baja.
Ernie se alarmó por la forma tan natural en que hablaba Bridget, como si la chica supiera lo que estaba a punto de pasar.
-¿A qué te refieres con que se pondrá peor?
Bridget soltó el gis verde con el que dibujaba, se acomodó un hilo de cabello naranja que la caía sobre el rostro, dejando una pequeña mancha verde sobre su piel pecosa, y miró a Ernie a los ojos.
-Lo que pasó con la gata del conserje no fue una cosa de una sola vez -Comenzó a explicar en un tono serio-. Lo que estaba escrito en el muro y la manera en que la gata fue descubierta, son preludios de algo verdaderamente siniestro que está por ocurrir. En la casa de Slytherin corren varios rumores. El año pasado el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras intentó una maniobra contra el colegio, y ahora aparece una víctima inocente junto a una advertencia escrita con sangre.
>>Cuando una catástrofe está por ocurrir, primero tiene lugar un evento repentino, seguido de varios eventos que van escalando en gravedad, y todo desemboca en una fatal explosión que arrasará con todo aquello que no pueda escapar de su radio de destrucción. Huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, así funciona la naturaleza, ni la magia puede hacer algo para cambiarlo.
El corazón de Ernie comenzó a latir velozmente. La frialdad con la que Bridget hablaba podía helarle la sangre hasta un demonio de fuego. Sin embargo, Ernie no pudo evitar seguir preguntado.
-¿Qué crees que pasará después? -Dijo, temeroso.
Bridget cogió un gis amarillo de su caja de materiales y reanudó su dibujo.
-No es muy complicado de descifrar. Primero aparecen animales petrificados, dada la naturaleza tan siniestra del mismo acto, lo más lógico es que sigan humanos.
Ahora Ernie estaba seguro de que no quería más respuestas. Giró su cuerpo hacia el campo de Quidditch, pero antes de marcharse, miró de reojo el dibujo de Bridget. Era un fondo verde con varios ojos de pupilas rasgadas dibujados por toda la hoja, y Bridget coloreaba cada ojo con el intenso gis amarillo.
La práctica de Quidditch acababa de finalizar cuando Ernie llegó al estadio. Los miembros del equipo de Ravenclaw caminaban pacíficamente por el sendero que conducía al castillo, pero Elber no se encontraba entre ellos. Ernie echó un vistazo al interior del estadio, y descubrió a su hermano batallando para guardar las dos Bludgers dentro de una caja grande de madera.
Se necesitó un par de minutos para que Elber lograra guardar una de las Bludgers en la caja, sin embargo, la que faltaba se le escurrió de entre los brazos y comenzó a botar violentamente contra el suelo. Cada bote levantaba pequeños trozos de césped, si Elber no lograba detener a tiempo a la bludger, el estadio terminaría tan lleno de hoyos que parecería un campo minado.
Frustrado y enojado, Elber se levantó del césped y sacó su varita. Ernie no alcanzó a escuchar las palabras del encantamiento que su hermano entonaba, pero un resplandeciente látigo púrpura emanó de la punta de la varita del muchacho mayor.
Elber giró su muñeca un par de veces, y el látigo creció hasta atrapar a la bludger en el aire. Como si se tratara de un carnero violento, Elber jaló el látigo e hizo que la pelota se estrellara un par de veces contra el suelo. Atontada, la bludger disminuyó su movimiento y Elber aprovechó para atraparla y meterla en la caja. El muchacho sudaba, tenía la cara roja, el pelo castaño revuelto y el uniforme azul manchado de barro.
-¡Fascinante! -Exclamó Ernie, maravillado por las habilidades mágicas de su hermano mayor-. Nunca había visto un encantamiento como ese, ¿Cómo se llama?
Elber parecía sorprendido por la presencia de Ernie, pero se las arregló para sonar fastidiado.
-¿Qué estás haciendo aquí? Ya es tarde para que merodees los exteriores del castillo -Lo interrogó Elber, tratando de recuperar el aliento.
-Quería hablar contigo y no pude encontrarte en ninguna parte del castillo -Se defendió Ernie. Odiaba con toda el alma cuando alguno de sus hermanos lo trataba como un chiquillo latoso e imprudente.
-Pues ya es muy tarde para estar afuera, en especial con los acontecimientos recientes -Dijo Elber, agarrando la caja de madera con la mano izquierda y el hombro de Ernie con la derecha.
De repente, ambos vieron a una pequeña figura delgaducha que se asomaba de entre las gradas. Elber soltó el hombro de Ernie y le ordenó que se ocultara detrás de él. Acto seguido, Elber desenfundó su varita como si se tratara de una espada y la apuntó hacia la figura.
La figura soltó un gritito de terror y abandonó las gradas con las manos en alto. Era pequeño y delgado hasta el punto de la desnutrición, pero tenía unos enormes ojos saltones de color verde. orejas de murciélago y una larga y puntiaguda nariz. Supieron al instante que se trataba de un elfo doméstico, el cual parecía ser esclavo de una familia tan cruel que solo le permitía vestir una sucia funda de almohada.
-¡Se lo suplico, señor! ¡No mate a Dobby! -Rogó el elfo, con una voz tan aguda y patética que inspiró una profunda pena en Ernie-. ¡Solo quería ofrecerle mis servicios! ¡No era mi intención asustarlos a ambos!
-Lo lamento, solo reaccioné a lo que creí que era una amenaza -Explicó Elber, volviendo a guardar su varita en el bolsillo de la túnica.
El elfo doméstico se acercó lentamente a ellos, con actitud nerviosa y apretando sus diminutos puños.
-Déjeme compensarlo -Dijo el elfo-. Permítame guardar el cofre de madera en su lugar correspondiente, ¡hasta limpiaré las pelotas para que estén listas para el siguiente juego!
-Te tomaré la palabra, elfo -Elber extendió el cofre hasta la criatura, pero cambió de parecer en el último segundo-. Nunca te había visto en el castillo. ¿Acabas de llegar a Hogwarts?
El elfo puso una cara nerviosa y comenzó a frotar sus manos con rudeza.
-Así es, señor. Dobby comenzó a trabajar en el castillo hace unos pocos días. Dobby quería saber si su ayuda era requerida en el campo de Quidditch.
Los elfos domésticos jamás se atrevían a mentirle a los magos para los que trabajaban, por lo que Elber no lo dudó una segunda vez y le entregó la caja con las pelotas para Quidditch.
Después, los dos hermanos Macmillan abandonaron el estadio y se dirigieron al castillo.
-¿Por qué tu equipo te dejó solo con las bludgers? Es un trabajo para más de una persona -Preguntó Ernie, mientras cruzaban el puente colgante. Ya no había ninguna señal de Bridget junto al bosque.
-Están resentidos conmigo por haberme ido durante todo un año -Explicó Elber.
-No sabía que había Elfos domésticos trabajando en Hogwarts -Confesó Ernie.
-¿De verdad? La mayoría de Elfos viven y trabajan en la cocina, casi enseguida de la sala común de Hufflepuff. Son ellos quienes se encargan de toda la limpieza en Hogwarts. Los prefectos solemos toparnos con ellos por las noches, mientras vigilamos los pasillos en busca de alumnos que rompen el toque de queda.
Ernie dejó que su hermano le sacara ventaja por un par de pasos. Si quería obtener un poco de información de Elber, debía pensar cuidadosamente sus palabras.
-Elber, ¿recuerdas que me pediste de favor que te ayudara a vigilar a Bridget?
-Yo no diría que "vigilar" es la palabra adecuada, pero sí lo recuerdo -Respondió Elber, con un tono reservado.
-La cosa es que...
-El asunto es... -Lo interrumpió Elber-. No digas "la cosa es que", suena de muy mal gusto.
-El asunto es que me topé con ella hace un rato -Dijo Ernie, irritado por las constantes correcciones de su hermano-. Estaba sola, dibujando en las cercanías del bosque prohibido. Traté de hablar con ella, y parece que lo que le ocurrió a la señora Norris la afectó de una manera... inusual.
Elber dejó de caminar súbitamente. No volteó a ver a Ernie, pero habló con una voz más profunda.
-¿A que te refieres con inusual?
-Ella dice que lo que le pasó a la señora Norris y la inscripción en el muro son advertencias de un mal mucho mayor -Ernie hablaba con el temor de decir algo que hiciera ver a Bridget como una loca, pero no conocía otra forma de expresarlo-. Elber, sé que suena muy descabellado, pero me daba la sensación de que Bridget sabe lo que está por ocurrir, o que al menos tiene una idea aproximada.
Elber no respondió de inmediato. Caminó hacia un extremo del puente y se quedó meditando por unos minutos, con la mirada perdida en el bosque.
-No te preocupes -Habló con voz seria, después de lo que parecieron cinco minutos-. Seguramente solo estaba bromeando. Trataré de hablar con ella durante la cena.
Elber reanudó la caminata hacia el castillo. Ernie no quería perderse la oportunidad de preguntarle a su hermano sobre la Cámara de los Secretos, por lo que corrió por el puente hasta alcanzarlo.
-Elber, respecto a la inscripción en el muro, ¿tú sabes algo sobre la Cámara de los Secretos? ¿al menos sabes qué cosa es?
-No tengo nada que te sea de ayuda, y aunque supiera algo, ¿tú que ganas con saberlo? -Elber fruncía el ceño y lo miraba con la misma expresión que tendría un detective en un interrogatorio.
-Una gata apareció petrificada junto a un mensaje amenazante, sería buena idea contar con un poco de información útil -Argumentó Ernie. Cada vez se le daba mejor el hábito de mentir.
Se hizo un silencio incómodo que duró varios minutos. Ernie comenzaba a creer que su hermano no le contaría nada cuando, sorpresivamente, Elber comenzó a relatar en voz baja.
-No estoy muy seguro, pero creo recordar que Edrick me contó algo parecido después de que yo ingresara a Hogwarts. Padre le había prohibido hablar sobre el tema en la casa, pero Edrick estaba empeñado en hacerme pasar un mal rato y esperó a que los dos estuviéramos en Hogwarts.
>>Supuestamente, hace un par de décadas, un estudiante de Hogwarts descubrió una habitación secreta en el castillo, nadie sabe en que zona se encontraba, pero el estudiante aprovechó para esconder a una criatura peligrosa en aquella habitación. Naturalmente, el sujeto no pudo controlarla y la criatura se le escapó. Todo terminó con la muerte de otro estudiante a manos de la criatura, y el responsable fue encarcelado, sin embargo, la criatura jamás fue atrapada. Se dice que la criatura aún sigue rondando los terrenos del castillo, buscando nuevas víctimas.
Sin darse cuenta, Ernie había comenzando a temblar de miedo por el relato de Elber.
-Por el amor de Dios, Ernest -Exclamó Elber, al darse cuenta del estado de terror de su hermano menor-. Solo es un cuento que algunos antiguos estudiantes se inventaron para aterrorizar a los más pequeños. Alguien se lo contó a Edrick, él me lo contó a mí, y yo le escribí una carta a padre para que supiera que Edrick no dejaba de molestarme, y vaya que fue reprendido después de eso.
-¿No te preocupa que yo haga lo mismo con padre? -Preguntó Ernie, un poco más tranquilo.
Elber colocó su mano sobre la cabeza de Ernie, y comenzó a sacudirle cariñosamente el cabello rubio.
-Si tu le cuentas una sola palabra de esto a padre, voy a convertir a tu querido gato en un escarabajo y lo voy a soltar en el bosque -Le amenazó Elber, esbozando una sonrisa inquietante.
Después de eso, Ernie no dijo nada hasta que entraron al castillo
🦝🦝🦝
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