Capítulo 12
JUSTIN
Era la mañana del 31 de octubre y Justin se disponía a visitar a Susan en la enfermería, lo cual ya era un hábito. El color de piel de Susan ya había regresado a la normalidad, pero aún tenía un poco de aliento de fuego. Durante los últimos días, Justin visitaba con más frecuencia a Susan debido a que ella era la única paciente que seguía en la enfermería y pasaba gran parte del día completamente sola.
-La señora Pomfrey dice que me dará de alta en unos pocos días -Le contaba Susan, mientras terminaba de comerse un enorme tazón de helado de fresa. La enfermera le había explicado que los alimentos fríos ayudaban a combatir el fuego que había en su interior-. Qué horror. Llevo una semana comiendo helado todas las mañanas. Cuando salga de aquí, me veré igual que una vaca.
-No seas ridícula -Objetó Justin-. Siempre te ves excelente. Si fueras una vaca, serías la vaca más atractiva en el planeta.
Susan se ruborizó, y por poco se atraganta con el helado en su boca, ya que los inoportunos comentarios de Justin siempre le provocaban risa. Justin también reía. Casi todos los momentos que pasaba junto a Susan le provocaban entrar a un estado mental relajado y alegre.
-Gracias por venir a visitarme, incluso cuando parecía un trol rojo del bosque -Le dijo Susan, cuando los dos terminaron de reír-. Creo que me hubiera vuelto loca sin tus visitas.
-No era el único que te visitaba. Hannah, Ernie y tus compañeras de cuarto también merecen su crédito.
Un rojo mechón de pelo caía delicadamente sobre el rostro de Susan. Justin no pudo resistir el impulso de agarrarlo con suavidad y acomodarlo detrás del oído de la chica.
De repente, el tono de las mejillas de Susan cobró más intensidad, y la chica soltó una frase que paralizó la mente de Justin.
-Pero tú eras el único que de verdad me interesaba que viniera.
Después, ambos se quedaron en completo silencio. Ninguno sabía que era lo siguiente que debían hacer, o como podían regresar al ambiente tan natural y normal de hacía unos pocos minutos atrás.
Finalmente, a Justin se le ocurrió ponerse de pie y caminar de espaldas hacia la salida de la enfermería.
-Tengo unos cuantos asuntos pendientes, así que debo irme ahora -Dijo, tratando de que su nerviosismo no lo delatara-. Vendré a visitarte después.
-No te preocupes -Respondió Susan, igual de incomoda-. Voy a estar bien. Tomate tu tiempo para arreglar todo. Disfruta la fiesta de Halloween.
-Gracias, haré que Hannah y Ernie me ayuden a guardarte algunos dulces.
Justin no esperó a oír la respuesta de Susan. Se dio media vuelta y salió de la enfermería lo más rápido que pudo.
En realidad, no tenía ningún lugar a donde ir, y tampoco se sentía con las ganas de hablar con alguien. Su única opción era deambular por el castillo hasta tranquilizarse.
Sentía muchas emociones confusas e intensas al mismo tiempo, y lo peor de todo es que no podía darle nombre a ninguna. Cada una era más extraña y difícil de interpretar que la anterior. A Justin le desconcertaba la facilidad en que Susan despertaba todos esos sentimientos en su interior, pero también debía reconocer que le intrigaba descubrir que otras sensaciones podían despertar, o más aún, muy en el fondo deseaba saber si él provocaba que Susan sintiera lo mismo.
Y es que cualquier chico podía percatarse de que Susan era bonita. Con su cabello pelirrojo cortado hasta los hombros, sus grandes ojos cafés, y las adorables pecas sobre su rostro que hacían que Justin se sintiera tranquilo y en harmonía con tan solo verlas.
Sin embargo, todo lo fascinante sobre Susan no opacaba el miedo de Justin por adentrarse a un terreno completamente desconocido y que, debido a sus escasos doce años de edad, no podía comprender del todo.
Los pensamientos de Justin fueron interrumpidos cuando vio a una figura alta y transparente flotando por el corredor a unos pocos metros de distancia. Era muy común ver fantasmas vagando por los pasillos de Hogwarts, por lo que Justin no dudó en acercarse al fantasma.
Era Nick Casi Decapitado, el fantasma de la casa Gryffindor. Justin nunca había hablado con él antes, pero Ernie le contó que últimamente Nick estaba muy preocupado, y no se le veía muy distinto ahora.
-¿Se encuentra todo bien, Sir Nicholas? -Preguntó Justin, acercándose a él lentamente.
El fantasma giró tan rápido que su cabeza se tambaleó durante dos segundos sobre su casi cercenado cuello.
-¡Estupendamente, muchacho! -Habló Nick Casi Decapitado, usando un tono formal que le recordaba bastante al de Ernie-. Hoy es el aniversario de mi muerte número 500, y tengo bastantes asuntos que arreglar antes de la fiesta que daré esta noche en las mazmorras.
-No sabía que los fantasmas celebraran el día de su muerte -Respondió Justin.
-Tu debes ser el estudiante de Hufflepuff nacido de muggles del que el Fraile Gordo me ha hablado tanto, ¿verdad?
-Me llamo Justin Finch-Fletchley -Justin estuvo a punto de estirarle la mano para estrecharla, pero recordó que los fantasmas atravesaban todo lo que se les ponía en frente. Apenado, bajó el brazo y trató de disimular su error.
-Sir Nicholas de Mimsy-Porpington, pero ya sabes que todos en el castillo me dicen Nick Casi Decapitado. Y claro que los fantasmas celebran el día de su muerte, es como un segundo cumpleaños. Será una celebración muy importante -De repente, el estado de humor de Nick Casi Decapitado cambió de amable a irritado-. A menos de que Peeves haga algo que lo eche todo a perder.
-¿Se refiere al poltergeist del colegio? -Preguntó Justin, y Nick asintió lentamente.
Peeves era conocido por todos en el colegio por ser un fantasma muy travieso, hacer bromas pesadas, e inventar apodos crueles que se hacían muy populares entre los estudiantes.
-No tuve más opción que invitarlo a la celebración -Explicó Nick Casi Decapitado-. El otro día le pedí de favor que estrellara un armario evanescente sobre el techo de la conserjería, no pienses mal, fue para salvar a un estudiante de un injusto castigo de Filch, y Peeves me lo cobró con una invitación a la fiesta.
-No creo que fuera necesario pedírselo de favor, estoy casi seguro de que Peeves habría estrellado el armario con solamente sugerirlo.
-Correcto, fue mi error quedar en deuda con él. Y lo peor de todo es que también invite a Myrtle la llorona. Esa pobre niña es un desastre andante, y Peeves siempre aprovecha cualquier oportunidad para atormentarla. Ya me imaginó el drama que se formará esta noche.
-¿Puedo hacer algo para ayudarlo? -Preguntó Justin, pero el fantasma rápidamente comenzó a negar con la cabeza y a hacer ademanes con las manos.
-No te preocupes, muchacho. Ya tengo algunos candidatos para apoyarme en esta noche, pero gracias por preguntar.
Dicho esto, el fantasma se apartó de Justin y flotó hasta atravesar el techo.
Hablar con Nick Casi Decapitado hizo que Justin olvidara lo incomodo que se había sentido después de hablar con Susan, por lo que se dirigió a la sala común de Hufflepuff, esperando encontrar a sus amigos allí.
Mientras bajaba las escaleras del vestíbulo, Justin descubrió que una pequeña y peluda criatura lo observaba fijamente al pie de las escaleras. Era la señora Norris, la gata de Filch. Justin había pasado toda su vida rodeada de diversos animales y no recordaba haber conocido a otra gata que tuviera el cuerpo más esquelético, los bigotes más largos, y los ojos más amarillos que la señora Norris.
Justin sabía perfectamente que, en donde fuera que la señora Norris estuviera, Filch no podía estar demasiado lejos, y tenía razón. El conserje de la escuela cruzó el umbral del vestíbulo al cabo de un par de minutos. Tenía una expresión de furia en el rostro que hacía que las arrugas y bolsas de bajo de sus ojos se vieran más pronunciadas. Además, el abrigo marrón que siempre vestía estaba lleno de quemaduras y parecía que todavía humeaba un poco.
-¡Esos malditos gemelos Weasley! -Gruñó Filch, con voz ronca y quitándose el abrigo-. ¡Soltar una salamandra de fuego en el patio! Si tuviera una sola prueba, haría que los expulsaran de aquí tan rápido como vuela una escoba.
Filch le hablaba a su gata, pero en cuanto vio a Justin de pie en las escaleras, dirigió su desmesurada ira hacia él.
-¡¿Qué estás haciendo parado ahí, muchachito fisgón?! -Le rugió Filch, mientras le apuntaba con el dedo índice-. ¡¿Te parece gracioso lo que me han hecho?! ¡¡¿Te crees superior a mí?!
-P-Por supuesto que n-no señor Filch -Respondió Justin, verdaderamente asustado-. Solamente me dirigía a mi sala común.
-Pues más vale que te apresures si no quieres que te ponga a sacarle brillo a cada uno de estos escalones por burlarte de mí -Lo amenazó Filch.
Justin no perdió ni un segundo y bajó velozmente los escalones restantes. La señora Norris no le quitó los ojos de encima hasta que cruzó la puerta que conducía al sótano de Hogwarts.
***
Justin esperó hasta el banquete de Halloween para contarle a sus amigos lo que había sucedido con Filch. Las enormes calabazas que cultivaron con Hagrid habían sido convertidas en lámparas y adornaban el Gran Comedor, acompañadas de decenas de murciélagos vivos y telarañas reales. Pero Hagrid le había regalado la calabaza más grande a Hufflepuff, y esta se encontraba adornando el centro de la sala común. Los estudiantes de Hufflepuff habían acordado reunirse alrededor de la lámpara y contar varias historias de terror después del banquete.
Cedric Diggory y sus compañeros de cuarto habían acordado disfrazarse como un grupo de vampiros, mientras que las chicas de Hufflepuff del mismo año se disfrazaron de mujeres lobo.
Hannah le había ayudado a Cedric a maquillar su piel para que pareciera como si jamás hubiera sido tocada por los rayos del sol, y Cedric se hizo un encantamiento a si mismo para cambiar el color de sus ojos a amarillos, y otro para que sus orejas se volvieran puntiagudas. Incluso, se había dejado crecer las patillas durante todo el mes para obtener un estilo de vampiro victoriano. Lo único que Cedric no pudo cambiar con magia fue la forma de sus dientes, ya que si no se hacía bien Cedric corría el riesgo de pasar varios días con los dientes del tamaño de su brazo, y tuvo que usar unos colmillos postizos.
-Tal vez deberías dejar que Ernie hechice tus dientes, ya tiene experiencia haciendo que la dentadura de la gente crezca -Sugirió Justin, en forma de broma.
Hannah, Cedric y Wayne soltaron unas cuantas risas al recordar lo que Ernie le había hecho a Crabbe durante el primer año.
-Yo creo que tu vestimenta de vampiro se ve fenomenal, Cedric -Respondió Ernie, mientras le arrojaba un dulce de maíz a Justin por su chiste.
Cedric le agradeció el cumplido y fue a sentarse junto a sus amigos vampiros. Hannah agarró un plato de gelatina verde y volteó a ver a Justin.
-¿Y que fue lo que Filch te dijo en el vestíbulo?
-Que yo me creía superior a él o algo por el estilo -Respondió Justin, llevándose un enorme trozo de pastel de chocolate a la boca-. No sé a que se refería.
-Es normal, se lo dice a todos los estudiantes -Le explicó Ernie-. Mi hermano Edrick me contó que Filch no tiene magia.
Justin por poco se atraganta con el trozo de pastel que masticaba.
-¿Es un muggle? Creía que los muggle no podían entrar a Hogwarts.
-No es un muggle, es un squib -Intervino Wayne-. No muchos lo saben, pero Filch proviene de una familia de magos, solo que la magia no funciona en él. Mi padre conoce a su familia y me lo contó antes de venir a Hogwarts, para que no le buscara problemas.
-Por eso está tan resentido con los estudiantes y siempre busca excusas para castigarlos -Inquirió Hannah-. Me siento mal por él. Debe ser feo ser la única persona sin habilidades mágicas en una familia o en un lugar repleto de magos.
-Pero ser un ogro con los estudiantes no lo justifica -Argumento Ernie, usando elegantemente un tenedor y un cuchillo, y cortando en pequeños pedazos un pastel de calabaza.
Algunas de las lámparas de calabaza comenzaron a apagarse, lo que significaba que no faltaba mucho para que el banquete terminara. La mayoría de dulces y pasteles habían sido devorados por los estudiantes, pero Hannah había juntado varias golosinas y un trozo de pastel de calabaza en un plato para llevárselo a Susan.
-Debemos ir a la enfermería ahora si queremos que Susan reciba sus dulces de Halloween -Les dijo Hannah, poniéndose de pie-. Después los prefectos nos prohibirán caminar por el castillo de noche.
-P-Por supuesto -Respondió Justin, con la voz baja y sintiendo una angustiante sensación en el estómago.
Un viento helado los recibió al salir al patio. Unas pocas calabazas alumbraban el camino hacia la enfermería, pero casi todo lo demás estaba en tinieblas. El collar de salamandra alrededor del cuello de Ernie y el anillo con forma de perro en la mano de Hannah resplandecían bajo la luz de la luna. El camino estaba tan desdibujado por las sombras que Ernie salvó a Hannah de tropezar en un par de ocasiones.
La angustiante sensación que Justin sentía en el estómago se intensificó cuando llegaron a las escaleras que conducían a la enfermería.
-Ustedes vayan con Susan. Yo los espero aquí -Anunció Justin, y Ernie y Hannah lo miraron confundidos-. Tengo el estomago revuelto por tantos dulces. Temo que voy a vomitar si subo las escaleras. Díganle a Susan que le deseo una buena noche de brujas.
Parecía que la excusa había funcionado, porque Ernie y Hannah se fueron sin hacerle alguna pregunta. Justin se sentía mal por no visitar a Susan, pero sabía perfectamente que no sería capaz de ver a la chica a los ojos sin que el ambiente se volviera incómodo.
En su lugar, decidió caminar por el jardín del castillo para despejar su cabeza. No le molestaba la oscuridad en absoluto, había pasado muchas noches caminando por los campos alrededor de su granja completamente solo y jamás le había ocurrido algo malo.
De repente, escuchó el macabro canto de un ave. Logró distinguir a un cuervo descansado sobre uno de los tejados. Eso le recordó el pequeño episodio traumático que había vivido en el lago, y también recordó que llevaba los aretes de bronce en el bolsillo derecho de su pantalón. No los había usado desde la noche en que las reliquias les habían advertido de un posible peligro.
Le daba miedo intentarlo, pero quería saber si los aretes le permitirían saber lo que el cuervo estaba diciendo. Gilderoy Lockhart no lo dudaría dos veces si él estuviera en su lugar. Y ese razonamiento fue todo lo que Justin necesitó para intentarlo.
Sacó los artes de bronce de su bolsillo y se los colocó cuidadosamente en cada oído. Concentró toda su atención en el cuervo, el cual tenía la mirada fija en algún punto del patio, y se acercó lentamente para no asustarlo. Sorprendentemente, no pasó mucho tiempo para que los tétricos graznidos del cuervo se convirtieran en palabras, y sonaban iguales a las de cualquier humano.
<<Arañas>> Escuchó la ronca voz del cuervo <<Todas en fila. Huyen aterradas. Todas para mí>>
Justin se extrañó por los pensamientos hambrientos del cuervo, ya que no había señal de ningún grupo de arañas. Pero al dirigir su atención hacia una de las lámparas de calabaza, descubrió una fila de arañas de buen tamaño que pasaban a un lado de la lámpara y se dirigían al bosque. Justin sabía que ese comportamiento no era usual en las arañas, por lo general, las arañas en grupo no siguen una sola dirección al huir.
Escuchó a Hannah y Ernie caminando por el pequeño túnel junto al patio, pero siguió concentrado en el extraño comportamiento de las arañas.
-¿Qué estás haciendo Just...? -Empezó a hablar Ernie, pero guardó silencio repentinamente.
Ni Justin ni Hannah tenían que preguntar que le había sucedido, porque ellos también sintieron lo mismo. Un horrible escalofrío que les erizaba el pelo corporal, y era capaz de enfriarles la sangre y acelerar el ritmo de sus corazones.
-Hay que volver al interior del castillo -Les ordenó Ernie y comenzó a correr hacia la entrada más cercana.
-¡Tenemos que regresar por Susan! -Gritó Justin.
-Ella estará a salvo en la enfermería. Nosotros podemos correr riesgo aquí afuera -Le dijo Hannah, tomándolo del brazo y arrastrándolo con ella.
Encontraron una entrada al castillo a unos veinte metros de donde habían estado antes, pero el primer piso estaba en completa oscuridad, así que decidieron subir las escaleras y probar suerte en el segundo piso, que aún estaba iluminado por algunas antorchas.
El lúgubre corredor del segundo piso se extendía frente a ellos. Había muy pocas antorchas encendidas y sabían que todos los estudiantes y profesores se encontraban en el Gran Comedor.
Empezaron a recorrerlo lentamente, pero se paralizaron cuando empezaron a escuchar pasos que provenían del otro extremo del corredor. El sonido de los pasos no fue lo que los paralizó, sino la abrumadora sensación de peligro que crecía junto a ese sonido.
-Lo que sea que las reliquias intentan advertirnos, se está acercando a nosotros -Dijo Ernie, alarmado.
Justin comenzó a mover la cabeza en todas direcciones, en busca de un buen lugar para esconderse. Finalmente, encontró una puerta no muy lejos de las escaleras que habían subido momentos antes.
-Allí hay una puerta -Habló en voz baja. Acto seguido, agarró las túnicas de sus amigos y comenzó a jalarlos hasta el escondite.
Por fortuna la puerta no contaba con ningún seguro. Dejó que Hannah y Ernie entraran primero, y después se aseguró de que nadie estuviera observándolos.
-Por favor -Susurró Hannah, después de que Justin había cerrado la puerta-. Que no sea otro trol.
-Las pisadas de los trols son más sonoras y pesadas. Las que escuchamos eran de una persona -Aclaró Ernie, separándose lo más que podía de la puerta-. ¿En qué lugar nos escondimos?
Con tan solo ver muebles repletos de cartas, y varios retratos que se movían de Gilderoy Lockhart, supieron que se trataba del despacho del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. En circunstancias diferentes, Justin se habría emocionado hasta el punto de gritar, pero ahora le importaba más estar a salvo.
Entreabrió la puerta un poco para revisar si la amenaza ya se había alejado del corredor. No supo de quien se trataba, pero alcanzó a ver una figura encapuchada que bajaba por las escaleras, y logró distinguir un poco de cabello rojizo que se escapaba de la capucha. La sensación de peligro también se fue mitigando, sin embargo, ninguno se atrevió a abandonar el despacho.
Pasaron poco más de diez minutos en completo silencio.
-¿Crees que ya se haya ido? -Preguntó Ernie, a sus espaldas.
-Creo que ya, pero escucho voces -Contestó Justin. Abrió un poco más la puerta y vio a varios alumnos caminando por el corredor.
-Son más de las nueve -Dijo Hannah, señalando el reloj de pared a un lado de la puerta-. El banquete de Halloween ya debió haber acabado.
-Vámonos de aquí. Si Lockhart nos encuentra en su oficina, nos meteremos en problemas -Dijo Ernie, caminado hacia la puerta.
Justin se quitó los aretes antes de abrir la puerta y los guardó en el bolsillo de su pantalón. Abandonaron la oficina discretamente y se mezclaron entre los alumnos de Hufflepuff y Gryffindor que cruzaban el corredor. Las múltiples conversaciones y el caos de estudiantes yendo de un legar a otro, ayudaron a que Justin y sus amigos pasaran desapercibidos.
Sin embargo, los estudiantes se sorprendieron al sentir agua empapándoles los zapatos y las calcetas. Parecía que una de las tuberías del baño de niñas había reventado e inundado los corredores del segundo piso. Pero por muy sorprendente que sonara, eso no era lo que había atrapado la atención de los estudiantes y lo que había provocado un silencio inquietante entre los estudiantes.
Justin, Ernie y Hannah no lo vieron al principio. No les quedó de otra más que hacerse paso entre los estudiantes perplejos, y llegar al frente de la multitud. Pero no había nada que pudiera prepararlos para lo que estaban a punto de contemplar.
Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger se encontraban parados junto a un muro de piedra, separados del resto de estudiantes. Por encima de ellos había una argolla que se usaba para colgar antorchas, pero en lugar de una antorcha, colgaba el cuerpo inmóvil de la señora Norris. Tenía los ojos y la boca bien abiertos, como si hubiera querido escapar de algo.
Pero lo más escalofriante de todo era una inscripción hecha con sangre y que estaba sobre el muro de piedra.
LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA
TEMED, ENEMIGOS DEL HEREDERO
🦝🦝🦝
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