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Capítulo 11

ERNIE

Nunca se supo si algo malo había ocurrido durante esa noche en que las reliquias de bronce les advirtieron sobre un peligro cercano, tampoco se supo algo fuera de lo normal en los siguientes días. Pero Ernie y sus amigos nunca bajaron la guardia. Aunque aparentaban normalidad, recorrían los pasillos del viejo castillo completamente nerviosos y alerta.

A diferencia de la última vez, Harry Potter y sus amigos parecían estar en completa seguridad, lo que tranquilizó un poco la inquieta conciencia de Ernie.

Octubre estuvo lleno de días lluviosos y grises. Una fuerte epidemia de catarro llenó la enfermería de estudiantes y profesores y mantuvo a la señora Pomfrey, la enfermera del colegio Hogwarts, preparando día y noche varias dosis de su poción Pepperup para los enfermos. Lo malo es que uno de los efectos secundarios de la poción era que hacía que las personas echaran humo por las orejas durante horas.

El resfriado de Susan empeoró a tal grado que tuvieron que trasladarla a la enfermería por unos días. Sin embargo, la poción de la señora Pomfrey tuvo un efecto poco común en Susan que hizo que el color de su piel cambiara a un intenso tono carmesí, el cual no hacía una buena combinación con el cabello pelirrojo de la chica, y, de vez en cuando, escupiera unas abrasadoras llamas.

El resfriado desapareció por completo, pero Susan tuvo que quedarse el resto del mes en la enfermería bajo la estricta vigilancia de la señora Pomfrey. Ernie y Hannah iban a visitarla una vez al día, mientras que Justin se levantaba temprano para visitarla antes del desayuno y en las tardes le llevaba los deberes de las clases para que no se atrasara.

En ciertas ocasiones, a Ernie le parecía molesto la manera en que Justin se preocupaba tan intensamente por Susan, pero sabía que esa era la manera de ser de su amigo y tenía que aceptarlo.

Pocos días antes de la fiesta de Halloween, la profesora McGonagall contrató a la Patrulla Tejón para que dedicaran todo un día a orientar a la nueva generación de estudiantes, ya que durante los primeros dos meses los alumnos nuevos no habían parado de extraviarse y deambular por el castillo.

El taller era opcional, por lo que no todos los alumnos de primer año se presentaron el sábado en la mesa de Hufflepuff. Anotaron los nombres de los alumnos que iban llegando en pequeños papelitos y los metieron en una copa de plata. Luego, los tres miembros de la Patrulla Tejón se fueron turnando para hacer volar los papelitos con sus varitas hasta que caían en sus manos.

Se formaron tres pequeños grupos, y cada uno estaba conformado por estudiantes de diferentes casas que probablemente nunca habían hablado entre sí. Hannah fue la que creyó que sería una buena idea que alumnos de diferentes casas socializaran entre sí.

Hubo un pequeño cambio de último minuto debido a que, cuando un estudiante perteneciente a la casa Slytherin llamado Harper fue seleccionado para el grupo de Justin, este exigió retirarse del taller y se marchó sin dar ninguna explicación.

Ernie sintió que la sangre le hervía de furia. Era bastante claro que Harper se había negado a participar cuando se enteró que su guía sería un mago de familia muggle. Al ver que Justin se esforzaba por ignorar lo ocurrido, Ernie decidió seguirle la corriente y continuar con el taller.

El grupo de Hannah estaba conformado por Colin Creevey, el chico de Gryffindor que siempre llevaba una cámara consigo, una niña de Ravenclaw de pelo negro y de nombre Marian, y un chico robusto de Hufflepuff llamado Roger Boot.

En el grupo de Justin se hallaban Brina Zabini, cuyo cabello parecía que había dejado de ser atormentado por los duendecillos de Cornualles, una niña de baja estatura de Hufflepuff llamada Rachel Fay, y ocupando la bacante que había dejado Harper, un niño de Gryffindor llamado Steven Lloyd, quien acababa de llegar de último momento.

Por último, en el grupo de Ernie había tres niños de diferentes casas. La primera era Luna Lovegood, la extraña chica de Ravenclaw con quien Ernie había platicado en el expreso a Hogwarts. Miki Nakahara, una chica de Gryffindor que tenía el pelo corto y era bastante alta para su edad. Y Berto Shafiq de Slytherin, un delgado chico de piel morena, ojos felinos y cejas anchas.

Era fácil intuir que Berto y Brina eran buenos amigos, y ambos habían quedado decepcionados al no ser seleccionados en el mismo grupo. Sin embargo, Berto destacaba de entre todos los alumnos de primer año debido a que la manga derecha de su túnica era inusualmente larga. Pero ni Ernie ni nadie se atrevió a hacer algún comentario al respecto.

El grupo de Hannah fue el primero en abandonar el Gran Comedor y dirigirse al campo de Quidditch. La noche pasada los tres habían trazado varias rutas para que los de primer año pudieran familiarizarse con cada rincón del castillo, y para que también pudieran disfrutar de un día entretenido.

Luego, Justin y su grupo se dirigieron hacia la torre de Astronomía. y Ernie dirigió a su grupo hacia la torre del reloj. El día estaba lluvioso y con un poco de viento, por lo que Ernie le indicó a su grupo que se pusieran las capuchas de las túnicas. Se secarían la ropa con un encantamiento después de que el paseo terminara.

Miki Nakahara se la pasó todo el camino enlistando en voz alta una serie de curiosidades sobre cada parte del castillo que visitaban. Ernie pensó que Miki había leído Historia de Hogwarts la misma cantidad de veces que Hermione Granger, algo verdaderamente impresionante. Tuvieron que detenerse en un par de ocasiones, ya que Luna Lovegood se distraía frecuentemente y se quedaba contemplando con asombro cada rincón del castillo. Por su parte, Berto permanecía siempre callado y distante, como si algo le hiciera sentirse incómodo.

Una vez que se encontraron en la parte alta de la torre del reloj, Ernie les mostró los atajos que utilizaba para llegar al campo de Quidditch y al lago negro con facilidad. Después, tomaron uno de los atajos para llegar al campo de Quidditch. No había ningún rastro del grupo de Hannah, pero si contaron con la suerte de ver al equipo de Gryffindor durante un entrenamiento.

Aunque a Ernie no le gustaba reconocerlo por respeto a Cedric, los de Gryffindor eran un equipo formidable. Luna, Miki, e incluso Berto, se habían quedado maravillados al ver a Katie Bell, Angelina Johnson y Alicia Spinnet pasándose la Quaffle entre sí con gran rapidez y precisión, al capitán Oliver Wood defendiendo ferozmente los tres aros, a los gemelos Weasley combatiendo con sus bates a las mortales Bludgers, y, como no podía faltar, a Harry Potter volando por todo el campo en busca de la pequeña y veloz Snitch.

-¡Son un equipo fabuloso! -Exclamó Luna-. Desearía tener un enorme sombrero de león para apoyarlos en los partidos.

-Pero, Luna -Intervino Miki con un tono educado-. Eres de Ravenclaw. Se supone que debes apoyar a tu propio equipo.

-En los deportes se apoya al mejor equipo. No he visto que el equipo de Ravenclaw sea mejor que el de Gryffindor. Por lo tanto, sigo con la idea de tener un sombrero enorme de león.

Miki no siguió cuestionando la lógica de Luna, aunque a Ernie le parecían divertidos los argumentos brutalmente francos de la chica peculiar.

-Me gustaría poder practicar Quidditch -Habló Berto por primera vez en lo que llevaban de paseo.

-Dentro de unos pocos años podrás hacer las pruebas para el equipo de Slytherin -Comentó Ernie, incentivando a Berto a convivir más con el grupo.

El ánimo se le esfumó a Berto y cambió su expresión por una más dura y negativa.

-No, no podré hacerlo -Respondió con amargura.

De repente, Berto se separó del grupo y comenzó a caminar hacia la salida del campo. Ernie notó como Berto usaba su mano izquierda para agarrar con fuerza la larga manga derecha de su túnica.

En ese momento llegó Oliver Wood volando en su escoba. Su expresión se endureció cuando notó que Ernie usaba el uniforme de Hufflepuff y les dijo que la práctica era privada y debían abandonar el campo.

Ernie no quería ningún problema, por lo que se llevó a Luna y a Miki del estadio y se reunieron con Berto en la salida. Pensó en llevar a los chicos a dar un paseo por la orilla del lago, pero el viento se intensificó al punto en que las túnicas se les levantaban como capas y no tuvieron de otra más que volver al interior del castillo.

Aprovechó para enseñarles las rutas más rápidas para llegar a los salones de clases desde el Gran Comedor y como diferenciar las puertas de los baños en cada piso de los armarios de escobas, ya que en un castillo tan viejo como Hogwarts todo parece exactamente igual.

-Mi amiga Hannah dice que en el baño de niñas del segundo piso hay una fantasma muy molesta llamada Myrtle la Llorona, será mejor que traten de evitar esos baños -Dijo Ernie, dirigiéndose específicamente a Miki y Luna.

-Me gustan los fantasmas. Son tan transparentes que nunca ocultan secretos -Contestó Luna.

Mientras caminaban por un corredor desierto rumbo hacia la Gran Escalera, se toparon con una figura blanca y transparente que flotaba cerca del techo. Se trataba del Fraile Gordo, el amistoso fantasma de la casa Hufflepuff, y parecía que buscaba algo o alguien con desesperación.

-Buenas tardes, Fraile -Saludó Ernie-. ¿Se encuentra todo bien? ¿necesita ayuda de algún tipo?

-Nada grave, Ernest -Respondió el fantasma, tan transparente como una cortina-. Solamente estoy buscando a sir Nicholas Casi Decapitado. El pobre ha estado muy nervioso en estos últimos días. Tiene problemas para acceder a un club muy exclusivo para fantasmas de cabezas decapitadas.

Ernie escuchó a sus espaldas como Luna le susurraba a Miki y a Berto:

<<¿Es el fantasma al que le cuelga la cabeza?>>

-Nosotros venimos del patio de la torre del reloj, si mal no recuerdo, me parece haber visto a sir Nicholas merodeando por esa zona.

El gordito fantasma de color blanco perla le agradeció por su ayuda y voló hasta a atravesar el muro más cercano. Ernie se tomó un par de minutos para recordarle a su grupo a que zonas conducían las escaleras móviles y cuales áreas estaban prohibidas para los estudiantes.

Poco después, Ernie llevó a su grupo hasta la entrada del Gran Comedor. Los grupos de Hannah y Justin ya habían llegado ahí desde hacía unos pocos minutos. La profesora McGonagall también se encontraba ahí. Vestía su usual túnica esmeralda y su cabello negro se hallaba de bajo de un puntiagudo y torcido sombrero de bruja. Junto a ella se hallaban un pergamino amarillo y una pluma que flotaban a la altura de su cara.

La profesora se acomodó sus gafas cuadradas y empezó a preguntar el nombre de cada uno de los participantes del taller, la pluma escribía velozmente cada uno de los nombres sobre el pergamino. Cuando terminó de escribir, el pergamino se enrolló por sí solo y ambos objetos volaron hacia las manos de la profesora.

-Todos los estudiantes de primer año que asistieron al tour recibirán dos puntos para sus casas, y ustedes tres -Dijo la profesora McGonagall, volteándose hacia Ernie, Hannah y Justin-. Recibirán diez puntos cada uno.

Los tres se alegraron al oír eso, ya que significaba que Hufflepuff iba a la delantera en la copa de las casas de ese año.

La cena estaba por comenzar, por lo que los grupos se disolvieron y cada niño se dirigió a su mesa correspondiente. Brina se reunió con Berto, y sin perder ni un segundo, comenzó a platicarle sobre todos los lugares que había visitado con su grupo.

La profesora McGonagall también se fue, pero los miembros de la Patrulla Tejón se quedaron discutiendo a un lado de las gigantescas puertas.

-¿Qué tal les fue con sus grupos? -Les preguntó Ernie, sobándose el cuello por todo el cansancio del día.

-Llevé a mi grupo a recorrer el lago y Steven Lloyd terminó resbalando hacia las aguas frías -Relató Justin, mientras Ernie y Hannah comenzaban a reír-. Cayó en una parte honda, pero afortunadamente el calamar gigante lo ayudó a salir.

-Al menos no te fue tan mal como a mí. Colin Creevey se escabulló del grupo para tomarle un par de fotos a las ramas del sauce boxeador que Harry y Ron habían roto con su auto volador, y estuvo a nada de morir aplastado. Gracias a Dios que Hagrid estaba cerca y pudo rescatarlo ileso -Confesó Hannah, frotándose la sien.

-Pues a nosotros nos corrieron del campo de Quidditch -Dijo Ernie-. Seguramente Oliver Wood pensó que éramos espías.

En el Gran Comedor, la cena acababa de aparecer mágicamente sobre las mesas y cada estudiante comenzaba a servirse.

-¿No vas a cenar esta noche? -Preguntó Justin después de percatarse que Ernie no los estaba siguiendo a él y a Hannah.

-Acabo de recordar que necesito ir a la biblioteca por un libro de Pociones y otro de Transformaciones para las clases de la próxima semana. Es probable que alguien me los gane si espero hasta mañana.

Ernie se despidió de sus amigos y les prometió que trataría de apurarse. Pero cuando llegó a la biblioteca, la señora Pince, la bibliotecaria, no se encontraba por ninguna parte. Esto hacía más difícil que Ernie encontrara los libros que necesitaba.

Ernie creyó que se encontraba solo, pero al llegar a la parte trasera de la sala descubrió a Hermione Granger sentada en una mesa y completamente sola.

-Qué bueno es volver a verte, Hermione -Se presentó Ernie, cordialmente-. Si no estoy equivocado, no habíamos hablado desde que nos encontramos en el tren.

-Correcto, y también me da gusto hablar contigo -Contestó Hermione. Como de costumbre, la chica había esparcido un montón de libros sobre la mesa y parecía que se encontraba terminando la tarea de alguna clase-. ¿Qué has estado haciendo últimamente?

Ernie se tomó un breve descanso de su búsqueda y fue a sentarse en la silla al lado de Hermione.

-Bueno, en Hufflepuff tenemos un pequeño club llamado la Patrulla Tejón, y básicamente nos dedicamos a hacerle favores a los profesores a cambio de unos cuantos puntos para Hufflepuff, o por créditos para las clases. Y hoy la profesora McGonagall nos pidió que hiciéramos un tour por todo el colegio para los estudiantes de primer año que tienen problemas para orientarse.

-Entonces fue un día productivo, ¿verdad? -Inquirió Hermione-. ¿Pasó algo interesante?

-No mucho, salvo que un niño del grupo de mi amigo Justin se cayó en el lago, y otro niño del grupo de mi amiga Hannah por poco es aplastado por el sauce boxeador -Dijo Ernie, tratando de sonar divertido.

-He hablado con Justin, es un chico muy sociable -Dijo Hermione, terminando de escribir unos apuntes en su cuaderno-. Y Hannah es muy... buena en Herbología.

Ernie notó que Hermione no sabía mucho acerca de sus amigos, aunque habían asistido a varias clases juntos desde hacía una año y medio. Pero no podía culparla, ya que él tampoco conocía muy bien a Harry y a Ron. De hecho, Hermione era de las pocas personas, fuera de Hufflepuff, que Ernie podía considerar como amigas.

-¿Y en donde se encuentras tus amigos? ¿Por qué no estás con Potter y Weasley? -Le preguntó él.

La expresión del rostro de la chica se endureció igual al de una madre que acababa de recordar las travesuras de sus hijitos.

-Seguramente deben de estar cumpliendo con sus castigos por estrellar el auto volador contra el sauce boxeador, o ideando nuevas maneras de romper las reglas del colegio y salirse con la suya.

Cualquiera que conocía a Hermione, aunque fuera superficialmente, podía intuir que la escuela y las reglas eran muy importantes para ella. Y parecía que todavía no perdonaba del todo a Harry y Ron por la manera tan escandalosa en que llegaron a Hogwarts.

-Aún sigue en boca de todos -Añadió Ernie-. Algunos la denominan como una de las bromas más legendarias en toda la historia de Hogwarts.

-¡Eso es ridículo, Ernie! -Continuó Hermione, poniéndose de pie y caminando hacia la estantería más cercana. Su espeso cabello marrón se levantó y volvió a bajar con la misma gracia que el pompón de una porrista-. Todos hablan del suceso como si fuera algo que admirar, pero Ron y Harry pudieron haberse matado, o peor, ¡pudieron haber expuesto al mundo mágico!

-Tal vez su intención fue no querer perderse el año escolar -Abogó Ernie.

-¡Había más opciones además de hurtar el auto de los padres de Ron! -Hermione comenzó a devolver todos los libros que había sacado y los colocaba en sus lugares correspondientes en las estanterías. Cuando terminó de acomodar los libros, su actitud cambió de enojada a frustrada-. ¿Te digo cual es la peor parte?

Consternado por el cambio de humor de Hermione, Ernie se limitó a asentir lentamente con la cabeza.

-Lo peor de todo es que a veces siento que ellos no me toman en cuenta. Me refiero a que, en ciertas ocasiones, tengo la impresión de que Harry y Ron piensan que son ellos dos contra el mundo. Ambos pueden meterse en un millón de problemas, y nada importaría siempre y cuando estén juntos. Eso me hace sentir como una marginada.

-No puedes hablar en serio, Hermione. Toda la escuela sabe lo unidos que son ustedes tres. Estoy seguro que ellos harían cualquier cosa para tu bienestar -Dijo Ernie, intentando animar a la chica.

Hermione se distanció de él y le mostró una sonrisa melancólica.

-Realmente espero que estés en lo correcto, Ernie. Y también espero que Justin y Hannah sean esa clase de amigos que hacen cualquier cosa por tu bienestar -Dijo ella, guardando sus materiales escolares en la mochila y dirigiéndose hacia la salida de la biblioteca.

Ernie se quedó quieto y en completo silencio, repasando las palabras de Hermione en su cabeza. De repente, se llevó una mano al pecho y sujetó con firmeza el collar de salamandra.

-Honestamente, yo espero ser esa clase de amigo -Murmuró para sí mismo. 

🦝🦝🦝

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