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Capítulo 4

Se les informó en el tren que sus pertenencias serían llevadas al castillo por separado. Una mar de cuerpos de estudiantes se formó en el pasillo, todos apresurándose por bajar del tren.

Justin y Ernie vieron a Hannah bajar del vagón acompañada de otras chicas de primer año, pero tuvieron que esperar a que el tren se vaciara para salir. Una vez que lo lograron, observaron que el resto de los alumnos prestaba atención a un enorme hombre con una lámpara en la mano.

¡Los de primer año, síganme! —gritó a todo pulmón.

Justin y Ernie aceleraron el paso y siguieron al hombre por un estrecho sendero que conducía al borde de un gran lago negro. A lo lejos, en la cima de una montaña, se distinguía la imponente figura de un enorme castillo. Ernie pudo reconocer cada torre gracias a los relatos que sus hermanos mayores le habían contado sobre Hogwarts.

—¡Mira, Justin! —exclamó Ernie, apuntando hacia el castillo—. La torre más alta es la de Astronomía.

—Me duelen las piernas solo de pensar en todos los escalones que subiré durante el resto del año.

Había varios botes alineados sobre la cristalina agua. Se indicó a los alumnos que abordaran en grupos de cuatro. Ernie y Justin eran los últimos, así que compartieron un bote con una chica que llevaba un moño rosa en su cabello castaño claro y un chico de cabello arenoso que hablaba con acento irlandés.

Navegar a través del lago resultó ser más pacífico de lo que Ernie había imaginado. Los botes los llevaron hasta una especie de muelle subterráneo. Los estudiantes tuvieron que trepar por las rocas para salir de los botes. Justin casi termina en el agua cuando escuchó al enorme hombre gritar.

¡Eh, tú, el de allí! ¿Es este tu sapo?

¡Trevor! —gritó un chico de cara redonda, atrapando a su sapo.

Ernie ayudó a Justin a salir del bote. Después, subieron por un pasadizo que los condujo hasta el jardín del castillo. El hombre golpeó fuertemente las puertas del castillo y, poco después, una bruja alta las abrió.

Ernie la reconoció de una fotografía mágica que su padre tenía en la sala de su casa. El cabello negro y el rostro severo eran idénticos a los de la foto.

—Esa es la profesora McGonagall —le susurró a Justin—. Dicen que es una excelente profesora, pero muy estricta.

—Por la expresión de su rostro, no me gustaría recibir un castigo de ella —confesó Justin.

El enorme hombre se apartó y señaló al grupo completo.

Los de primer año, profesora McGonagall —dijo el hombre.

Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.

Hizo una señal y los estudiantes comenzaron a entrar al inmenso vestíbulo. Cada uno de los alumnos miraba asombrado cada detalle del castillo. Las antorchas en la pared, el mármol en el suelo y las realistas estatuas de piedra. Subieron una escalera de mármol que conducía a los pisos superiores, y la profesora McGonagall los condujo hasta una pequeña habitación.

—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor, deberán ser seleccionados para sus casas.

>>La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasarán el tiempo libre en la sala común de la casa.

>>Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos; cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque.

>>La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.

La profesora examinó al grupo de alumnos rápidamente, y por la expresión de sus ojos, resultaba evidente que algunos alumnos no estaban en sus mejores condiciones. Ernie pasó sus manos por su túnica para quitarle las arrugas y acomodó su corbata.

—¿Cómo se ve mi cabello? —le preguntó a Justin.

—Perfecto —respondió con una sonrisa—. ¿Y el mío?

El cabello de Justin estaba tan rizado y desordenado que parecía un pequeño nido, pero Ernie no quería ser grosero con él.

—Dale una pasada con la mano y quedará estupendo.

—Gracias —dijo Justin, siguiendo su consejo.

—Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperen tranquilos.

Y abandonó la habitación.

—¿En qué consiste la ceremonia? —preguntó Justin, mostrándose muy preocupado—. ¿Debemos hacer magia? ¡No sé ningún hechizo!

—No te preocupes. Según mi padre, dicen tu nombre y debes pasar al frente para que te pongan el sombrero. Luego, el sombrero dictaminará a qué casa perteneces.

Justin iba a preguntar otra cosa, pero en su lugar, soltó un grito de terror y se aferró al brazo de Ernie.

Ernie lo miró extrañado, pero varios alumnos comenzaron a gritar. La causa de los gritos era que veinte fantasmas acababan de traspasar la pared. Sus blancos y transparentes cuerpos flotaban por toda la habitación.

—No te lastimarán —le susurró Ernie a Justin, apartándose gentilmente de su agarre—. Los fantasmas en Hogwarts son inofensivos, a excepción de...

—¡Peeves! —exclamó un fantasma que usaba medias y una gorguera—. ¡Ese pequeño bribón!

Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad —dijo un gordito fantasma vestido como fraile.

Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué estáis haciendo todos vosotros aquí?

El fantasma estaba tan disgustado que no se había percatado de la presencia de los de primer año. Ningún alumno sabía qué responderle al fantasma.

Estáis esperando la selección, ¿no? —dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos—. ¡Espero veros en Hufflepuff!, mi antigua casa, ya sabéis.

Los fantasmas volvieron a enfocarse en sus asuntos, y sin que nadie se percatara, la profesora McGonagall regresó a la habitación y les informó que la Ceremonia de Selección iba a comenzar.

Formaron una hilera y siguieron a la profesora hasta el Gran Comedor. Había cuatro largas mesas repletas de platos, copas y cubiertos dorados, y en cada una de las mesas, había estudiantes con uniformes distintos. Los profesores se sentaban en su propia mesa, que estaba frente a las otras. Algunos fantasmas se deslizaban entre las mesas sin mover un solo objeto. Miles de velas encendidas flotaban por encima de todos, y en lugar de un techo, había un precioso cielo nocturno repleto de brillantes estrellas. Ernie escuchó a una niña susurrar que el techo estaba encantado para parecerse al cielo nocturno.

Todos en el comedor guardaron silencio y contemplaron a la profesora McGonagall mientras ponía un sombrero viejo y remendado sobre un taburete. No duró mucho tiempo ya que, para sorpresa de los de primer año, el sombrero comenzó a cantar.

Su canción trataba sobre sí mismo y sobre las cuatro casas de Hogwarts. Invitaba a los estudiantes a que lo desafiaran y a que descubrieran las cualidades de cada una de las casas.

Una vez que la canción terminó, el comedor estalló en aplausos.

La profesora McGonagall se colocó a un lado del sombrero. Pidió silencio, y desplegó un largo pergamino.

Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para ser seleccionados —comenzó a leer el pergamino—. ¡Abbott, Hannah!

Justin y Ernie se abrieron paso entre la multitud de estudiantes para ver mejor. Hannah avanzaba a paso lento, y con el rostro rosado por los nervios. Sus trencitas se veían más rubias bajo la luz de las velas. Con manos temblorosas, se puso el sombrero y se sentó sobre el taburete. Se veía muy incómoda, pero para su suerte, no pasó mucho tiempo antes de que el sombrero gritara:

¡HUFFLEPUFF!

Aunque no era la casa que ella escogió, lucía muy contenta. Pero probablemente se debía a que ya no tenía que estar sentada enfrente de todos. Hannah fue recibida en la mesa de Hufflepuff con aplausos y saludos. El fantasma del Fraile Gordo la saludó personalmente.

Después de ella, llegó el turno de una chica bajita y pelirroja.

¡Bones, Susan!

Se veía incluso más asustada que Hannah. El color de su cabello y el sonrojo en sus mejillas le daban la apariencia de un tomatito.

¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

Después de ellas, siguieron un chico llamado Terry Boot y una chica llamada Mandy Brocklehurst. Ambos terminaron en Ravenclaw. Luego, la chica con la que Ernie y Justin habían viajado en el bote, Lavender Brown (Gryffindor). Y Millicent Bulstrode (Slytherin).

¡Finch-Fletchley, Justin! —anunció la profesora McGonagall.

Justin se puso más pálido que los mismos fantasmas. Se paralizó por completo, y Ernie tuvo que sacudirle suavemente el hombro para que regresara a la realidad.

—Será rápido. Nada malo puede ocurrirte.

<<A menos de que termines en Slytherin y se enteren de que eres de familia muggle>> pensó Ernie, pero nunca se lo diría en voz alta.

Justin reaccionó a sus palabras, y comenzó a caminar hasta el taburete. Una chica de cabello castaño y alborotado le deseó suerte cuando abandonaba la hilera.

Al contrario de Hannah, Justin se dirigió al taburete lo más rápido que pudo y por poco se sienta sobre el sombrero puntiagudo. Con la cara llena de pena, Justin se colocó el sombrero y esperó el veredicto.

El sombrero tardó un poco más con él, pero después de un minuto y medio, exclamó:

—¡Ya lo decidí, HUFFLEPUFF!

La cara de Justin se llenó de alivio y rápidamente se dirigió a la mesa de Hufflepuff. En cuanto se sentó, Hannah lo felicitó con un abrazo. Ernie también estaba aliviado por Justin. Los de Hufflepuff se caracterizaban por ser amables personas, y nunca ha existido un mago tenebroso proveniente de esa casa.

Después de Justin, siguió el otro chico irlandés que los había acompañado en el bote, Seamus Finnigan (Gryffindor). Luego, Vincent Crabbe y Gregory Goyle (Slytherin). Dean Thomas (Gryffindor). Y la chica que le había deseado suerte a Justin, Hermione Granger.

A diferencia de Justin, que quería terminar rápido, la chica se apresuró al taburete porque estaba ansiosa por conocer su nueva casa.

—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero.

Después llegó el turno del chico que había perdido a su sapo, Neville Longbottom. El pobre chico tropezó con el taburete, provocando varias risas. El sombrero tardó en decidirse, pero terminó colocándolo en Gryffindor.

Los siguientes fueron Morag MacDougal (Ravenclaw), Wayne Hopkins (Hufflepuff), Michael Corner (Ravenclaw). Y por desgracia para Ernie, Draco Malfoy. Su padre le había contado barbaridades sobre esa familia, y aunque solo había cruzado palabra con Draco en una ocasión, fue suficiente para que Ernie no quisiera encontrárselo de nuevo.

Para sorpresa de nadie, el sombrero solo necesitó rozarle la cabeza para mandarlo a Slytherin.

Siguió Lily Moon (Ravenclaw), Leanne (Hufflepuff), Theodore Nott y Pansy Parkinson (Slytherin). Dos gemelas de apellido Patil, una fue a Gryffindor y la otra a Ravenclaw. Megan Jones (Hufflepuff). Sally-Anne Perks (Slytherin). Y un chico con el ceño fruncido, Zacharias Smith. A Ernie le sorprendió ver que terminó en Hufflepuff, aunque Zacharias no parecía estar contento al respecto.

El siguiente nombre que la profesora McGonagall pronunció hizo que todo el comedor guardara silencio.

—¡Potter, Harry!

🦝🦝🦝

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Nota del autor: Opté por utilizar el ejemplo de las películas, donde los nombres en la lista están en orden aleatorio, ya que si los dispusiera alfabéticamente (como en los libros), no lograría transmitir lo que buscaba.

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