Capítulo 25
La primera semana de clases transcurrió rápido. Para Ernie, el castillo no había cambiado casi nada, excepto por la decoración navideña que se había ido por completo. Las trenzas de Hannah estaban más largas y el cabello de Justin era un enredo de rizos, tal y como se veía en la foto que Hannah le había mandado. Por su parte, sus amigos decían que él no había cambiado en absoluto.
Ernie no se topó con Cedric durante el viaje en el expreso de Hogwarts, por lo que pasó su primer día en el castillo esperándolo en la sala común de Hufflepuff. Estaba decidido a darle las gracias por hablar bien de él frente a su hermano Edrick, ya que gracias a eso su padre le había levantado el castigo y hasta se había disculpado por ser tan severo. Cedric no apareció hasta la hora antes de cenar.
Ernie lo interceptó junto a la chimenea y le entregó una caja de pasteles de caldero, que había comprado ese mismo día en el tren, como una forma de agradecimiento.
—¡No tienes por qué agradecer! —había dicho Cedric, aceptando el regalo con una brillante sonrisa—. Fue un favor para un amigo.
Ernie se alegró mucho al escuchar a Cedric llamarle amigo. No había estado muy seguro si el muchacho mayor lo consideraba un amigo o solamente un estudiante de primer año con el que había sido amable. Pero ahora Ernie se sentía dichoso por saber que eran buenos amigos.
Durante la cena en el Gran Comedor, Susan se había sentado junto a Justin para hablar de todo lo que habían hecho en las vacaciones, y Hannah se entretenía alimentando a Venus, su planta carnívora que estaba más verde y grande que la última vez que la había visto, con pequeños trozos de pechuga.
—Se enfermó un poco durante diciembre, pero la profesora Sprout me ayudó a sanarla —le contó Hannah, pero Ernie tenía su atención en otro lado.
Desde la mesa de Hufflepuff, contemplaba a Harry Potter sentado con sus amigos de Gryffindor. Ahora que conocía más a fondo la historia de los padres de Harry, lo veía de una forma distinta. Aún le parecía una leyenda, pero también estaba rodeado por un aura gris. Era el pasado tan violento y desgraciado que Harry y su familia habían sufrido.
Ernie se preguntaba qué tanto sería diferente si los otros Potter siguieran con vida hoy en día. Su padre había mencionado que conoció a los Potter cuando trabajaba en Hogwarts. ¿Eran cercanos? ¿Tuvieron una amistad como la que Ernie tenía con Cedric? ¿Habrían vivido en Smallstar? ¿Harry y él habrían sido amigos desde pequeños?
Se cansó de pensar en preguntas que jamás tendrían respuesta. Apartó la vista de Harry y se concentró en lo que Hannah decía.
***
El doceavo cumpleaños de Justin se celebraba el siete de febrero. Ernie, Susan y Hannah le organizaron una pequeña fiesta en la sala común de Hufflepuff. Ernie había hablado con el Fraile Gordo para que le consiguiera un pastel de la cocina. Susan le había escrito a la mamá de Justin una semana antes para que le mandara los regalos mediante una lechuza. Hannah adornó un rincón de la sala con muchas flores, tiras doradas que había conjurado con su varita y un letrero con la leyenda: ¡Feliz cumpleaños, Justin!, que los tres habían hecho la última noche.
Susan distrajo a Justin mientras Ernie llevaba los regalos a la sala común. Se topó con Cedric en el sótano y le contó lo que estaban planeando.
—Debo ir al entrenamiento de Quidditch, pero dile a Justin que le regalaré unas clases de vuelo el domingo —dijo Cedric, subiendo las escaleras.
Justin y Susan llegaron a los dormitorios quince minutos más tarde. Al parecer, el muchacho no había sospechado nada sobre la fiesta, y rápidamente, su atención se centró en el enorme pastel de chocolate que Ernie había traído del Gran Comedor.
Wayne, Leanne y Megan Jones se unieron a la fiesta poco después, lo cual fue afortunado ya que el pastel era demasiado grande para solo cuatro personas. La madre de Justin le había enviado la foto de una nueva bicicleta que le estaba esperando en casa.
—Si tan solo mi pobre madre supiera lo aburrida que parece una bicicleta comparada con una escoba voladora —bromeó Justin.
La señora Blunt, la bruja que era vecina de Justin, le regaló un Chivatoscopio.
—Es un artefacto que gira y hace ruido cuando hay alguien cerca que no es confiable o hace algo malo —le explicó Ernie a Justin.
La hermana menor de Justin le regaló un par de guantes de lana de un feo color verde.
—Es una muestra de que aún está un poco molesta conmigo por irme a estudiar tan lejos —dijo el muchacho.
Fue una linda tarde, y Justin se los siguió agradeciendo días después.
***
Cedric había estado muy ocupado con los entrenamientos de Quidditch, por lo que las pocas veces que Ernie y sus amigos lo veían era desde las gradas en el campo o durante la cena en el Gran Comedor. Ernie no sabía mucho sobre el juego, pero cualquiera podía notar que Cedric contaba con cierta habilidad.
El profesor Snape arbitró el partido de Hufflepuff contra Gryffindor, y aún más extraño, parecía que favorecía al equipo de Hufflepuff, como si se hubiera olvidado de que en esa casa se encontraba el estudiante de primer año que había hechizado a uno de los de Slytherin. Sin embargo, Gryffindor resultó ganador. Cedric puso todo su esfuerzo, pero Harry, el buscador de Gryffindor, atrapó la Snitch con una velocidad impresionante.
—¡Es lo más rápido que he visto a alguien atrapar una Snitch! —escuchó a Wayne hablando con Leanne.
El humor de la casa Hufflepuff bajó un poco debido a que habían quedado fuera de la copa de Quidditch, pero Ernie se alegró cuando vio que Cedric se mostraba optimista por el próximo año.
***
El cumpleaños de Ernie era el 22 de abril, pero no le avisó a nadie.
Antes de regresar a Hogwarts, Ernie había ocultado en su equipaje la bolsa con las reliquias de bronce. No podía dejar la bolsa en su casa, ya que existía la posibilidad de que su padre la descubriera, por lo que decidió traerla al colegio y ocultarla debajo de su cama.
Había sido un buen escondite hasta que Jace empezó a juguetear con la bolsa. Tuvo que esconderla detrás del mueble junto a su cama para asegurarse de que nadie la viera. Sin embargo, la bolsa se abrió durante el proceso y un sobre dorado cayó al suelo. Era el mismo sobre que su madre le había escrito.
De repente, las ganas por celebrar su cumpleaños desaparecieron. Pero otra idea tomó su lugar.
Cada vez que estaba solo, se dedicaba a observar las tres reliquias de bronce y el cuaderno con las iniciales B.T grabadas en la tapa. No había tenido el valor de volver a usar una reliquia, y el cuaderno seguía completamente en blanco.
Ahora sabía que aquellos objetos poseían magia, y el deseo por averiguar cuáles eran todas sus habilidades nublaba su mente. Pasó semanas reflexionando si era buena idea tentar a la suerte y averiguar los poderes de las reliquias.
Finalmente, su ingenua mente fue vencida por la intriga. Decidió esperar hasta que cumpliera doce años, pero no lo haría solo.
La mañana del 22 de abril, Ernie se levantó más temprano de lo usual y se llevó la bolsa consigo. Tres cartas enviadas por su padre y sus hermanos llegaron durante el desayuno. Las leyó rápidamente y decidió contestarlas al día siguiente. Vio a Justin y a Hannah entrando al Gran Comedor y rápidamente guardó las cartas en su mochila antes de que las vieran.
—Te levantaste temprano hoy, ¿verdad? —le dijo Justin.
—Me desperté a las seis de la mañana y no pude volver a dormir —mintió.
Les preguntó si querían acompañarlo a un lugar después de las clases y ellos aceptaron un poco extrañados.
En enero, Justin y Hannah habían convencido a Ernie de unirse a la Patrulla Tejón, por lo que ocasionalmente hacían trabajos para los maestros y Hagrid a cambio de unos cuantos puntos para Hufflepuff. Los trabajos consistían en limpiar algunas aulas, transportar objetos de un lugar a otro y ayudar a Hagrid con sus labores de guardabosques.
La profesora Sprout le había entregado una insignia dorada con forma de tejón a cada uno. Con esta tenían el permiso de pasearse libremente por el interior y exterior del castillo, siempre y cuando estuvieran realizando algún trabajo de la Patrulla Tejón y no entraran ni al bosque prohibido ni al pasillo del lado derecho del tercer piso. Los Hufflepuff se caracterizaban por ser obedientes, así que no tenían supervisión de algún maestro. Ernie, Hannah y Justin casi siempre respetaban las normas, pero ahora Ernie tendría que romperlas por el bien de su misión.
Al terminar las clases, Ernie le avisó a la profesora Sprout que irían a revisar si Hagrid necesitaba ayuda con algún trabajo. La amable mujer se mostró muy contenta con la idea y les dio permiso, lo que hizo que Ernie se sintiera más culpable por mentirle.
Condujo a Hannah y a Justin hasta la cabaña de Hagrid, pero al pasarla de largo Hannah preguntó:
—¿No se suponía que iríamos con Hagrid?
—Necesito hablar con ustedes sobre algo y no quiero que alguien nos escuché —contestó, secamente.
Hannah y Justin se miraron el uno al otro con expresión de preocupación, pero decidieron seguir a su amigo.
—Entonces... ¿a dónde vamos? —preguntó Justin.
—Al prado de unicornios en el que trabajé con Hagrid durante mi castigo.
Aunque difícilmente verían uno ya que lo más probable era que todos los unicornios se hubieran trasladado a otro lugar por el invierno. Llegaron a la mitad del prado y se sentaron sobre la nieve formando un círculo.
Ernie colocó la bolsa en el centro y miró por primera vez en todo el día a sus amigos a los ojos.
—Algo muy extraño me ocurrió durante las vacaciones...
Y comenzó a relatarles todos los acontecimientos que había vivido desde aquella tarde. A veces Justin le pedía que se detuviera para que le explicara ciertas cosas. Hannah soltó un suspiro de horror cuando llegó a la parte en que aquel desconocido controló su mente y le entregó las reliquias.
—Me quité el collar y regresé a la normalidad. No me he vuelto a probar ninguna de las reliquias, y el cuaderno está totalmente en blanco.
—Excepto por las iniciales —señaló Hannah—. B.T.
—¡Ernie! —exclamó Justin—. Esto puede ser peligroso. Debes contárselo a algún adulto.
—¡No!, ¡no se lo pueden decir a nadie! —dijo Ernie, asustado—. Pasaron meses para que mi padre me perdonara por meterme en problemas en el colegio. No se imaginan lo que hará si se llega a enterar de esto.
Los tres guardaron silencio durante un par de minutos mientras observaban la bolsa en el centro del círculo. Hannah fue la primera en hablar.
—¿Por qué decidiste mostrarnos los objetos de bronce?
—Necesitaba hablar de esto con alguien, además, quería saber si estaban interesados en descubrir todos los poderes de las reliquias —dijo Ernie.
—Deberías deshacerte de ellos, ¡podrían estar malditos! —contestó Justin.
—Me puse el collar durante días y nada malo ocurrió —explicó Ernie—. El collar se activó en el momento en que deseé ser invisible. Lo mismo podría pasar con los demás.
—El que no hagan ningún daño no significa que no sean peligrosos —dijo Hannah, poniéndose de pie—. Alguien debe de estar buscándolos y es probable que esa persona sea capaz de lastimar con tal de conseguirlos.
—Por eso debemos averiguar con qué estamos tratando. Una de las reliquias podría tener el poder de mostrar algún mensaje oculto en el cuaderno. Sé que esto es muy arriesgado, pero podríamos estar frente a algo importante. ¿No les gustaría ser parte de un gran descubrimiento o tener algo especial que nadie más tiene?
Hannah y Justin no respondieron inmediatamente. Lo que Ernie había dicho sonaba muy tentador, y un collar que te hace invisible no era algo muy extraño en el mundo mágico. Al igual que había pasado con Ernie, la ingenuidad de sus infantiles mentes hizo que terminaran aceptando.
—Si algo peligroso pasa, se lo contaremos a la profesora Sprout —sentenció Hannah.
Ernie asintió lentamente y abrió la bolsa. Dejó el cuaderno en el interior y sostuvo las tres reliquias de bronce en la palma de su mano.
—Supongo que tú quieres los aretes, ¿verdad, Hannah? —dijo Ernie.
—Son demasiado extravagantes para mí. Prefiero el anillo —respondió antes de agarrar el anillo.
—Así que yo me quedo con los aretes —dijo Justin, tomando por sorpresa a los demás.
—¿Seguro? —preguntó Ernie.
—Por supuesto, mi hermana me convenció de perforarme las orejas a los diez años —explicó Justin y se guardó los aretes en el bolsillo.
Ernie conservó el collar. Ahora cada uno de los tres tenía una reliquia, y pasarían las siguientes semanas intentando averiguar qué poderes tenían.
🦝🦝🦝
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