La primera semana de sus vacaciones resultó extremadamente aburrida para Ernie. Como parte de su castigo, su padre le había prohibido abandonar la casa, privándolo así de la oportunidad de jugar en la nieve y forzándolo a pasar sus días encerrado en su habitación. Los hermanos de Ernie no regresarían a casa hasta unos días antes de Navidad, y dado que raramente recibían visitas, solo podía contar con la compañía de su padre y Riv Lee. Sin embargo, Elric apenas intercambiaba palabras con él, a menos que fuera estrictamente necesario, y las elfinas domésticas no eran conocidas por ser grandes conversadoras.

Ernie dedicaba largas horas a contemplar el cielo desde la ventana de su habitación, anhelando recibir una carta de sus amigos.

Su cuarto estaba separado de los demás. Estaba decorado con un tapiz blanco adornado con pequeñas coronas doradas que, a los ojos de Ernie, empezaban a parecerle un tanto infantiles. A un metro de distancia de su cama se encontraba la de Jace. Un par de estanterías albergaban la colección de libros acumulados a lo largo de su corta vida, mientras que al otro lado se encontraban dos pequeños muebles blancos que guardaban los libros de Hogwarts, una sencilla flauta que apenas sabía tocar, y dos figurillas de conejos, uno negro y alto, y otro blanco y pequeño. Además, una pintura de una ciudad costera colgaba sobre su cama, y después de haberla observado durante varias horas seguidas, comenzaba a volverlo loco.

No obstante, un lunes por la tarde, la monotonía se rompió cuando Ernie divisó a través de su ventana a Olive, la lechuza de Hannah. La emoción fue tal que por poco resbaló al abrir la ventana. Aunque no sabía si su padre aprobaría el hecho de que intercambiara cartas con sus amigos, Ernie rápidamente retiró el sobre marrón del pico de Olive y llamó a Riv Lee para que se encargara de la lechuza, cuyas plumas estaban cubiertas de escarcha. Riv Lee apareció en segundos, aceptó a la lechuza y se la llevó a la cocina.

Ernie se sentó en su cama y abrió el sobre con ansias.

Para nuestro amigo Ernie:

Lamentamos mucho que no pudieras acompañarnos durante las vacaciones, pero realmente esperamos que la estés pasando tan bien como nosotros. Los terrenos de Hogwarts lucen hermosos con la nieve cayendo sobre ellos, y según la profesora Sprout, nuestra sala común es la más cómoda y hogareña durante el invierno.

La decoración navideña en el castillo no tiene igual. En el Gran Comedor hay doce enormes árboles de Navidad llenos de luces, esferas y estrellas doradas, y del techo cae nieve, pero nunca hace frío. Las armaduras en los pasillos cantan villancicos, y se rumorea que el banquete navideño será el mejor de todo el año escolar.

Justin tiene el cuarto solo para él, pero yo tengo que compartirlo con Megan Jones. El chico Potter también se quedó en el castillo, pero se la pasa todo el día con los muchachos Weasley, por lo que no nos hemos animado a hablarle.

He tomado muchas fotos con mi cámara instantánea, pero mi favorita es la que le tomé a Justin el sábado. Él estaba practicando el encantamiento levitatorio con un paquete de semillas, pero un chico de Gryffindor se tropezó a pocos metros de él e hizo que Justin perdiera la concentración y el paquete de semillas se derramara sobre su cabeza. Varias semillas quedaron enredadas entre sus rizos, y Arquímedes, su lechuza, se subió a su cabeza como si fuera un nido.

A Justin no le hizo mucha gracia, pero yo no pude dejar de reír durante todo el día, y estoy planeando mostrarles la foto a todos en Hogwarts, así que cuídala bien.

Por favor, cuida de Olive y envíala de vuelta a Hogwarts lo más pronto que puedas; tengo que mandar otra carta a mis padres.

Te extrañamos mucho. Responde pronto,

Hannah

La foto de Justin resultó ser un gran consuelo para la soledad, y una buena dosis de humor para los días grises de Ernie.

🦝🦝🦝

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