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Capítulo 17

El lunes en la noche, después de que los estudiantes de Hufflepuff regresaran del Gran Comedor, encontraron a la profesora Sprout colgando un papel en el tablón de anuncios. Decía en letras grandes:

LA PATRULLA TEJÓN

Se trataba de una hoja de inscripción para voluntarios que quisieran presentar sus servicios al colegio. Justin, Hannah y Ernie le preguntaron a Cedric si sabía más al respecto.

—No puedo creer que la profesora Sprout siga insistiendo con esto —respondió Cedric con desgana—. Era una tradición de la casa Hufflepuff. Todavía existía cuando entré a Hogwarts, pero la profesora Sprout dejó de intentarlo en mi segundo año al ver que nadie se inscribía.

—Pobre de ella —dijo Hannah.

—¿Qué hacían los que se inscribían a la patrulla tejón? —preguntó Justin.

—Los viernes y fines de semana, ayudaban en algunas tareas como limpiar el invernadero, darle mantenimiento al campo de Quidditch, ayudaban a Hagrid con algunos trabajos, cosas de ese tipo. En recompensa, los estudiantes obtenían créditos para las clases o puntos para la casa de Hufflepuff. Pero nadie tiene el tiempo, y no me explico qué logró hacer que la profesora Sprout decidiera volverlo a intentar.

—Se parece mucho a mi castigo —declaró Ernie. Se despidió de sus amigos y se dirigió a su cuarto. El trabajo de los últimos días lo tenía totalmente agotado.

Por suerte para él, no había nadie en la habitación además de él y Jace. Se sentó sobre su cama y sacó de su mochila una carta que había recibido durante el desayuno. Era de su padre, y no había querido leerla hasta que se encontrara solo. Con manos temblorosas, rompió el sello rojo de la carta. Sabía que su padre nunca utilizaría una carta howler, debido a que le disgustaba la idea de hacer un escándalo y ventilar sus problemas en público, pero eso no hacía que el contenido de la carta dejara de asustarle.

Decidió acabar con todo el asunto lo más rápido posible y comenzó a leer la carta.

Ernest:

No sé por dónde comenzar a describir lo decepcionado que estoy. Apenas llevas un par de meses en la escuela, y ya he recibido una carta de la escuela sobre tu mal comportamiento. UN DUELO DE MAGIA EN LOS PASILLOS DEL CASTILLO. Jamás en mi vida me habría imaginado que un comportamiento tan vándalo pudiera provenir de uno de mis hijos. ¿No pensaste considerar lo que tal acto dice de ti?, ¿o de tu familia? Ahora Dumbledore y McGonagall deben de creer que tienen a un delincuente como estudiante.

No existe excusa alguna para lo que has hecho. Creí que ya tenías la madurez suficiente para saber de qué manera comportarte en público, pero solamente has estropeado tu imagen y la oportunidad de formar formales relaciones con tus maestros que tanto tienen que ofrecerte.

Ten por seguro que arreglaremos este asunto durante las vacaciones.

Esperaba mucho de ti,

Tu padre

Ernie arrojó la carta al suelo cuando notó que dos gotas habían salpicado el papel. Eran sus lágrimas. Estaba seguro de que su padre ni siquiera se había molestado en investigar el origen del duelo; solamente se había concentrado en el error que cometió y lo que los demás pensaban sobre él.

Se cambió de ropa lo más rápido que pudo y se ocultó debajo de las cobijas. Solo quería que esa noche terminara pronto.

***

Su desempeño en la clase de Pociones no mejoró en los siguientes días. Parecía que el profesor Snape se había ensañado con él y se la pasaba criticando cada poción que hacía. Incluso, le ordenaba a Ernie que limpiara todas las mesas del aula al finalizar la clase.

En una ocasión, Snape le dirigió unas palabras antes de abandonar el salón.

—¿Tu apellido es Macmillan? —preguntó con frialdad.

—Correcto.

—¿Tienes alguna relación con Elber Macmillan?

—Es mi hermano mayor, profesor —respondió Ernie, sintiéndose muy pequeño.

Durante un breve momento, Snape lo examinó de pies a cabeza, como si estuviera buscando algún parecido entre Ernie y su hermano. Finalmente, Snape volvió a hablar con el mismo tono frío y superior.

—Queda demostrado que el talento no siempre se hereda.

Ernie no supo cómo responder. Se sintió tan apenado que solo se le ocurrió salir corriendo del aula. Tampoco les contó a sus amigos lo que había pasado; no quería que ellos se preocuparan por él más de lo que ya lo hacían.

Decidió dedicarse a cumplir con su castigo y las clases lo mejor que le fuera posible hasta que las vacaciones comenzaran. Pero el viernes en la noche, inesperadamente, encontró a Hannah y a Justin limpiando las jaulas de las aves en la sala de transformaciones.

—¿Qué están haciendo? —les preguntó incrédulo.

—¿Qué parece?, nuestro trabajo —respondió Justin, escurriendo una esponja en una cubeta.

—Nos unimos a la Patrulla Tejón —añadió Hannah.

—No lo entiendo —dijo Ernie, caminando hacia ellos—. ¿Por qué lo hicieron?

—Para ayudarte con tu castigo y recuperar algunos cuantos puntos para Hufflepuff —confesó Justin, sintiéndose un poco avergonzado—. Matamos dos pájaros de un tiro. Ahora, ponte a limpiar para acabar temprano.

Ernie atrapó una esponja que Hannah le había arrojado. Se sentía muy conmovido y el corazón le latía rápido. Estaba por decir algo para agradecerles tal acto de solidaridad, pero se percató de que no había necesidad de decir nada. Ellos sabían lo mucho que los apreciaba.

🦝🦝🦝

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