Capítulo 8. Cenizas
Jimin había salido del despacho de Yoongi donde había ido a buscarlo sin éxito y caminaba acelerado para encontrarse con Taehyung que había pasado toda la mañana con Jin. De pronto y sin saber muy bien cómo, un cuerpo enorme y duro se interpuso en su camino y chocó contra él. Reconoció ese olor fresco y masculino al instante.
-Discúlpame, iba pensando en otra cosa y no te he visto-se excusó casi chillando por el susto inicial. Tragó saliva con incomodidad cuando los amables ojos de Namjoon se posaron en los suyos.
-No te preocupes, ¿estás bien?-preguntó el guardia con aquella sonrisa llena de hoyuelos que siempre tenía para él.
-Sí. De verdad, no ha sido nada-reiteró con impaciencia evitando su mirada. Nam arqueó una ceja y lo miró confuso sin saber por qué estaba tan tímido en su presencia después de lo que había pasado entre ellos.
-Oye, no hace falta que me evites. Si te pasa algo conmigo me lo puedes decir-pidió elevando su mentón para que le mirase a los ojos. El silfo volvió a retirar sus ojos de los del sanador totalmente incómodo.
-No sé si es malo o no-contestó Jimin titubeante. El mayor dejó escapar un pequeño suspiro y se pasó la mano por el pelo, alborotándolo.
-Creo que tenemos una conversación pendiente-rebatió Namjoon intentando aclarar las cosas.
-Sí, la tenemos-aceptó el silfo. El mayor le cedió la palabra con la mano para que comenzase a hablar y Jimin carraspeó un poco incómodo, sin saber muy bien por dónde empezar.
-En primer lugar siento haber estado tan distante estos días, necesitaba aclararme y pensar. Desde que nos acostamos y luego volvimos a encontrarnos, me he sentido raro en cuanto a esto. Nunca me había pasado, pero creo que fue...-siguió explicando.
-¿Un error?-preguntó el castaño interrumpiéndole con una nota de tristeza en la pregunta.
-No, un error no. Ambos lo deseábamos y tú sabes que los silfos necesitamos estas cosas a menudo, pero es como si ya no lo desease tanto, ¿entiendes?-intentó explicar el joven. El mayor lo miró con una pequeña sonrisa y luego asintió comprensivo.
-¿Hay otra persona que te esté satisfaciendo?-preguntó el sanador con más curiosidad de la debida. Jimin boqueó ante la inesperada pregunta y luego dejó ir una risita intentando no sonrojarse.
-No, ¡por Eria!, no. Nam, te lo dije en serio. Tú eres maravilloso, pero es mi cuerpo, que está pasando por una de esas fases y tengo demasiado en la cabeza como para pensar en sexo-volvió a decir el joven con las mejillas levemente encendidas.
-Tranquilo, yo tampoco tengo la cabeza para pensar en eso ahora mismo-masculló sonriente. Pasó una mano enorme por la mejilla del silfo que sonrió ante el contacto y dejó fluir su magia para provocarle un dulce cosquilleo. De pronto, un fuerte movimiento de cristales golpeó en la ventana más próxima a donde se encontraban, sacándolos de la pequeña ensoñación en la que estaban metidos.
-¿Jinnie ocupa tus pensamientos?-preguntó inesperadamente el silfo. El sanador negó fervientemente, adquiriendo un ligero color rosáceo en sus mejillas y Jimin asintió con gracia entendiendo lo que aquella negación significaba. Un silencio tenso se hizo presente entre ellos una vez más.
-No sé qué le pasa a Yoongi, pero está histérico últimamente-comentó Namjoon haciendo referencia al huracanado viento para cambiar de tema.
-¿Cómo sabes que es él y no cualquier otro?-contestó Jimin ladeando un poco la cabeza y mirando de reojo por la ventana.
-Solo él sería capaz de preparar semejante vendaval-explicó Namjoon totalmente consciente del poder de su amigo.
-Estará nervioso por la llegada del Tanket, los ataques y todo eso...-excusó el silfo buscando una explicación a aquel viento repentino que había hecho aparecer ciertas nubes en el cielo, que habían tapado el hermoso sol.
-Puede ser, últimamente todo se está descontrolando. La frontera de los carroñeros cada vez se acerca más a los límites de Eria...es demasiada presión para una sola persona-afirmó el sanador cruzándose de brazos y apoyándose ligeramente contra la empedrada pared del castillo.
-Yoongi es muy fuerte, puede con esto y con más-aseguró Jimin. -Además, nos tiene a todos con él-añadió firme. Namjoon asintió, él también creía en la fuerza de su amigo. Sin saber muy bien por qué, se vio obligado a preguntarse qué era aquel brillo extraño en los ojos de Jimin al hablar del joven rey.
Durante un buen rato, ambos jóvenes continuaron hablando de temas triviales, como dos buenos amigos, pasando tiempo juntos y riendo animados, sin saber que, a lo lejos, un rey molesto por su propia molestia, abandonaba ese pasillo a grandes zancadas, con la magia descontrolada y los ojos de un fluido color azul intenso.
Taehyung y Jimin paseaban tranquilamente por los pasillos con los brazos entrelazados mientras charlaban de cualquier cosa que se les pasaba por la cabeza. Namjoon los había echado esa tarde a los dos de la habitación cuando había llegado para continuar con las curas pertinentes de Jin. Con un poco de reticencia, el hermano pequeño había salido hacia el pasillo, no sin antes comprobar la extensa y bonita sonrisa que se extendía en los labios de su hermano al hacer contacto visual con el sanador.
-¿Me cuentas qué se trae Jin con ese sanador?-preguntó hacia Jimin cuando dejaron el pasillo de las habitaciones para dirigirse hacia la salida y seguir paseando.
-Supongo que le gustará, yo que sé-comentó Jimin encogiéndose de hombros con una mirada taciturna.
-¿El guardia? ¿Cómo va a gustarle? ¿Has visto la preciosidad que es mi hermano?-comenzó a decir Tae, hablando demasiado rápido y soltando una verborrea de preguntas sin ni siquiera darle tiempo a contestar. Jimin miró a su amigo con una mueca extraña en su rostro.
-Oye, Namjoon es un hombre guapísimo, no seas así-defendió el silfo recordando aquella hermosa sonrisa que remarcaba los dos hoyuelos que se le formaban al chico y que tan adorables le habían parecido desde el principio.
-¿Te gusta?-inquirió el joven analizando a su amigo. Este sonrió. No sabía si estaba preparado para decir en alto aquella verdad que llevaba días quemándole en el estómago.
-Tuve algo con él cuando llegué al castillo, pero no, no me gusta Nam-aclaró Jimin únicamente con una tímida sonrisa para intentar desviar el tema.
-¿Perdón?-preguntó Taehyung como si no hubiese escuchado bien.
-No tiene nada de malo, fue algo sin compromiso, él no quiere nada serio conmigo y digamos que ambos nos hemos ayudado a satisfacer nuestras necesidades, nada más-explicó Jimin de nuevo, un poco cohibido. Vio a su amigo abrir los ojos exageradamente y pararse en medio del pasillo como si le hubiese contado que había matado a alguien.
-¿Tu te oyes?-preguntó alarmado su amigo. Jimin lo miró confundido. -¿Y Jin?-añadió cruzándose de brazos.
-Tu hermano me preguntó si tenía vía libre con él, así que he supuesto que le gusta-respondió el silfo encogiéndose de hombros mientras se ponían en marcha para seguir caminando.
Taehyung fue a contestar pero un golpe impactó contra su brazo y lo hizo tambalearse. Se volvió hacia quien le había molestado y se quedó helado cuando vio aquel rostro de bonitas facciones y sonrisa tenebrosa que un día antes se había atrevido a sisearle, incluso siendo prisionero de la guardia real de Eria.
-Vaya, ¿quién podría ser, sino un maleducado? ¿Quien te ha dejado libre, bicho?-preguntó irónicamente hacia el muchacho. Este se quedó estático en su lugar y se volvió hacia él altivamente. Jimin le dio un codazo a su amigo para que lo dejase en paz.
-El mismo rey de Eria-comentó con total normalidad. Los dos amigos se miraron de reojo y luego volvieron a mirar a ese chico, que los analizaba de brazos cruzados sin ningún tipo de disimulo.
-No se como has podido engañar al rey, pero a mí no me engañas y sé que no eres de fiar-afirmó Taehyung dañinamente. El moreno abrió los ojos y luego los entrecerró dejando salir de entre sus labios un gruñido tétrico que les heló la piel a todos.
-No busco tu aprobación, hada. Y vete acostumbrándote a mi presencia porque el rey me ha elegido para que me quede en este castillo y pasaré a formar parte de su guardia próximamente-informó este, sonando más como una advertencia.
-Qué bien-comentó irónico. -Ahora dormiremos todos bajo el mismo techo que un asesino-atacó Taehyung con maldad. Vio al muchacho adoptar una posición defensiva pero no se amedrentó ni por un segundo y se preparó por lo que pudiese pasar. A su lado, Jimin comenzó a perder los nervios.
-Tae...-comenzó a decir en un murmullo el silfo que había contemplado la escena en total silencio hasta ese momento.
-Mira ricura, no sé quién te crees que eres, pero yo no soy un asesino-respondió el moreno a la defensiva. -Pero ten cuidado y no te cruces mucho en mi camino con esos aires de grandeza, porque podría serlo-añadió con una pizca de malicia en su voz intentando asustar a Taehyung. El tritón gruñó, pero la figura de su amigo plantándose en medio de los dos le hizo retroceder.
-¡Suficiente!-gruñó Jimin alzando la voz. Aquellas palabras habían colmado su paciencia y un rugido interno lo había despertado como a una fiera dormida. -No voy a permitir estos comportamientos y estas faltas de respeto entre los muros de este castillo-dijo alertando al joven desconocido que dio un par de pasos hacia atrás intentando contener su rabia.
-¿Y tú quién eres? ¿La primera dama?-preguntó el más joven con desprecio mirando a Jimin. Este abrió los ojos y se adelantó un par de pasos hacia el joven moreno. La magia fluyó por todo su cuerpo y la elevó como Yoongi le había enseñado para que no impactase sobre nadie que estuviese cerca suyo. Un trueno furioso partió el cielo soleado asustándolos a todos.
-No sabes con quién estás hablando, tú no eres nadie aquí-advirtió el silfo más enfadado de lo que había estado en mucho tiempo. -Si Yoongi ha confiado en ti, muy bien. Pero no te pases porque no sabes lo que soy capaz de hacer, alimaña-añadió haciendo rechinar sus dientes. Sus manos picaron por la magia pero el canalizador en su cuello hizo su efecto y, como si fuese una ligera brisa en su organismo, toda aquella energía desapareció.
-¿No tenéis nada más con que atacar? Muy bien, pues si yo tengo que respetaros, respetadme vosotros a mí también. No soy un carroñero, soy un Tanket, un hijo de las fronteras de fuego y mi nombre es Jeon Jungkook-dijo mirándolos fijamente. Echó un último vistazo a Jimin y luego fijó la vista en el otro joven que le mantuvo la mirada con furia, del mismo modo que lo había hecho durante todo ese rato. Luego extendió una mano y con un chasqueo de sus dedos una furiosa llama azulada crepitó en su palma.
Con chulería, Taehyung alzó también su mano y unas pequeñas pero poderosas gotas de agua, lo suficientemente discretas para no desvelar su procedencia, se elevaron en el aire e impactaron contra la poderosa llama. Una nube de pequeñas cenizas se elevó en el aire y se pegó a la piel y al pelo de los jóvenes. Nadie habló, nadie dijo nada, pero no hizo falta. El Tanket se dio la vuelta y se marchó dejando a los dos amigos allí plantados.
-Debemos tener cuidado-murmuró Taehyung viendo al joven marcharse por el pasillo.
-Sí, pero si Yoongi ha confiado en él es por algo, nadie cuida más de su reino que él-se quejó Jimin un poco confuso.
-Pues habrá perdido el coco porque ese tipo no es seguro-volvió a decir el más joven. Jimin se quedó pensativo. ¿Qué habría pasado allí abajo para que Yoongi hubiese tomado aquella decisión tan rápidamente?
-Hablaré con él-aseguró el silfo decidido a investigar. -Tú intenta mantenerte alejado mientras eso ocurre y ten cuidado también con tu magia si no quieres que todo el mundo sepa que Jin y tú sois tritones-aconsejó Jimin. -Y por favor, deja de intentar molestarlo llamándole carroñero-añadió el silfo mirando fijamente a su amigo. Este cabeceó levemente.
-Me hubiese encantado enseñarle de lo que soy capaz y reducirlo a cenizas en un par de segundos-comentó el tritón presuntuoso. Giró su mano y una bola de agua helada apareció levitando enfrente de sus narices. Jimin abrió los ojos alarmado y le dio un manotazo rezando porque nadie hubiese visto aquello que los pudiese delatar.
-¡Guarda eso!-pidió nervioso. Una sonrisilla orgullosa se extendió por el rostro del hijo del Mar de Ilma. -¿Acaso crees que él no es poderoso? Ya lo has visto, es un nómada y algo me dice que ha tenido que aprender a sobrevivir solo, así que no lo molestes mucho si no queremos tener problemas-replicó el silfo hacia su amigo que cambio su sonrisa pretenciosa por una de fastidio. Después de prometerle a Jimin que dejaría al Tanket en paz, ambos abandonaron los pasillos y se dirigieron hacia el patio de armas, donde Jimin le presentó a algunos miembros de la guardia real y a Hobi, con quien conectó inmediatamente.
-Me ha llamado hada-masculló cuando salieron hacia los caminos que llevaban al pueblo. Jimin lo miró como si no entendiese de que hablaba. -El Tanket-aclaró Taehyung ante la confusión de su amigo que abrió la boca como si por fin comprendiese.
-Eso es bueno, ¿no?-contestó este simplemente.
-¿Acaso me ves cara de ser como tú? Soy mucho más guapo-chinchó su amigo terminando con toda la tensión que habían vivido hasta ese momento. Jimin boqueó sin saber que decir y luego se echó a reír.
-Anda calla, vamos a dar un paseo a ver si dejas de decir tonterías-pidió el silfo elevando un poco su túnica para poder andar mejor sin mancharse los bajos de la ropa.
-A ti te ha llamado primera dama-volvió a picar el joven. Jimin lo miró incrédulo, pero una sonrisilla tonta por el apelativo relacionado con el rey se extendió por su rostro.
-Taehyung, ¡que te calles ya!-volvió a pedir mientras empujaba levemente a su amigo que caminaba con su sonrisa más molesta.
Llevaba toda la tarde paseando por las laderas colindantes al castillo pensando en la conversación de la mañana anterior con Yoongi. El joven rey parecía convencido de que los ojos azules y la corona real de la que hablaba la profecía eran los suyos. Había visto la esperanza de aquel joven depositada en unas palabras que le señalaban a él como la propia esperanza del pueblo de Eria. Pero Jimin tenía dudas, muchas dudas...
¿Realmente creía que había sido el destino quién lo había llevado a Eria? ¿Que aquel horrible ataque que había sufrido días atrás, había sido cosa de un destino guiado por una antigua profecía? Se respondió a sí mismo. Sí, lo creía firmemente. Creía que Jimin era el destino del reino y de todos los territorios que lo conformaban.
Cuando se quiso dar cuenta, y sin saber muy bien por qué, sus pasos le habían llevado a un paraje demasiado conocido para él en aquellos días: la zona de entrenamiento. El lugar donde durante días había entrenado con Yoongi consiguiendo solo una leve mejora en el control de sus poderes. Cuando quiso darse la vuelta y marcharse, algo especialmente tenso en el ambiente lo detuvo e hizo fluir su magia. Jimin arqueó la ceja cuando por la puerta trasera de salida del castillo vio aparecer a Yoongi totalmente distraído sin percatarse de su presencia y una estúpida sonrisa se extendió por su rostro al comprobar el ceño fruncido del rey mientras se sentaba en un banco y leía un pedazo de papel que llevaba entre sus manos.
Alzó la vista a un cielo totalmente soleado y con un suspiro dejó fluir su magia provocando un sonoro trueno que distrajo al rey. Este miró un segundo al cielo confundido y luego reparó en la presencia del silfo, que estaba mirándolo con una pequeña sonrisa. El mismo gesto se extendió por el rostro de Yoongi, que se levantó del pequeño banco de piedra y dejó lo que estaba leyendo guardado en el bolsillo de su chaqueta.
-¿Estás bien? ¿Qué haces aquí tú solo?-preguntó el rey acercándose lentamente hacia el joven que se encontraba apoyado en el muro donde solían dejar su ropa cuando entrenaban juntos. Jimin solo lo miró confundido. ¿Había sido él quien, sin saberlo y con aquella extraña fuerza, lo había retenido para que se quedase?
-¿Quieres que me vaya y te deje entrenar?-preguntó acercándose hasta donde él se encontraba.
-No venía a entrenar, solo estaba...paseando -dijo intentando buscar una razón lógica para explicar porqué sus pasos le habían llevado a ese lugar. Yoongi solo asintió y el silencio, junto con la suave brisa que se estaba despertando, lo inundó todo llenándolo de una relajación inexplicable para ambos. Al contrario de lo que podría haber sido, el silencio más cómodo y las sonrisas más entrañables se instalaron en el ambiente. Caminaron tranquilamente cada uno sumido en sus pensamientos hasta que Jimin se vió obligado a interrumpir aquella calma.
-¿Puedo preguntarte por qué has incluido al Tanket en la guardia real de Eria? ¿O sería entrometerme demasiado en lo que no me incumbe?-preguntó por fin, soltando aquello que le quemaba en la garganta desde por la mañana. El rey se quedó muy serio y luego elevó ligeramente los hombros.
-Jungkook parece buen chico, solo que ha estado perdido mucho tiempo-explicó simplemente ante la mirada asombrada del silfo. Este suspiró y negó levemente con la cabeza.
-Eres demasiado bueno con todo el mundo-afirmó Jimin contemplando al rey. Y sabía perfectamente que estaba en lo cierto, Yoongi era bondadoso, lo había sido con él, lo había sido con Jin y, recién llegados, lo había sido con Taehyung y con Jungkook. Era una de las muchas cosas que admiraba de él: su bondad. A pesar de todo lo que había sufrido, Yoongi seguía siendo increíblemente bueno.
-Solo te digo que le des un voto de confianza, no dudó en someterse a los lectores de auras cuando lo interrogamos y efectivamente no hay una pizca de maldad aparente en su cuerpo. Es un niño. Un huérfano que ha viajado solo durante años sin pertenecer a ningún sitio-explicó Yoongi con paciencia. El silfo se encogió un poco sobre sí mismo como si le estuviese regañando.
-No sé qué decirte-confesó Jimin un poco cohibido mientras agachaba la cabeza. Yoongi se acercó un par de pasos hacia él y con un delicado toque en su mentón lo hizo mirarle a los ojos. Un escalofrío recorrió su espalda.
-Sabes perfectamente como soy con las cosas que pertenecen a Eria. Sabes que jamás añadiría a mi guardia a nadie que pudiese haceros daño a ninguno de los que pertenecéis a este castillo-reiteró aquel joven enfundado en su papel de rey. Jimin sintió un extraño regocijo en su corazón cuando se encontró incluido en aquella declaración.
-Si es importante para ti, le daré una oportunidad al Tanket, ¿contento?-preguntó un poco incómodo con aquella decisión. Yoongi asintió.
-Mucho, ahora cuéntame. ¿Qué es eso que tienes en mente?-pidió el mayor con una sonrisa. Jimin lo contempló extrañado.
-¿Cómo lo sabes?-preguntó sin saber cómo reaccionar ante aquello.
-Estabas frunciendo el ceño. Soy observador y me he fijado en como haces ese gesto cuando algo te reconcome-comentó tranquilamente. Se guardó la explicación que hubiese sido más difícil de dar: que lo había sentido, en su piel y en su ser cuando aquel trueno lo había distraído de su lectura. Sin saber cómo, algo le había dicho que Jimin no se encontraba del todo bien.
-¿Podemos probar una cosa con tu escudo defensivo? He estado dándole vueltas y quizás un pensamiento positivo pueda ayudarme-explicó Jimin un poco reticente. Yoongi lo miró con curiosidad y no pudo negarse a aquella media sonrisa ilusionada. Extendió la mano y Jimin dejó en su palma el colgante canalizador que había desprendido de su cuello. El rey lo guardo en el bolsillo de su chaqueta y se la quitó para dejarla donde siempre lo hacía.
-No tienes que forzarte, ¿vale? Tenemos mucho tiempo para esto-comentó comprensivo mientras lo veía titubear como cada vez que se encontraban en aquella situación. Jimin asintió con lentitud y suspiró cansado. El mayor sonrió levemente para infundirle un poco de paz, luego se dio la vuelta y con aquel porte regio se dirigió hacia su posición. Jimin lo vio marchar y carraspeó confuso cuando la magia que ya no estaba siendo frenada por su canalizador comenzó a alterarse sin siquiera invocarla. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Yoongi lo ponía nervioso, nervioso a niveles que nadie nunca nadie había traspasado, tanto que alteraba su magia mucho más de lo que ya de por si se encontraba descontrolada.
-¿Preparado?-preguntó el rey desde la distancia.
-Preparado-aseguró en voz más baja. Aquel tono dulce y mentolado, le llegó a Yoongi como un dulce suspiro que le puso el vello de punta.
Cerró los ojos y se concentró como hacía siempre. Cuando los volvió a abrir, no quedaba ningún rastro de los ojos azules claros y amables que siempre dejaba ver. Allí estaba el rey, el ser mágico y poderoso, con los ojos de diferentes tonos azules en forma de torbellino. Pensó en Jimin un segundo y entre sus manos compuso una invisible bola de aire que creció con fuerza en unos minutos. Dejó fluir el viento y por su cuerpo pasaron miles de imágenes, inspirando su fuerza. Luego estiró los brazos hacia delante y dejó ir su poder unos metros más allá de su propio cuerpo, proyectando un escudo defensivo fuerte y potente.
Jimin supo exactamente cuándo el joven rey desplegó el escudo y unos nervios tontos revolvieron su estómago. Se agachó y tocó la hierba un poco húmeda que refrescó la punta de sus dedos cargados de electricidad. Sintió sus alas desplegarse en su espalda y focalizó su mente solo en recuerdos que le aportasen felicidad. En su mente aparecieron su madre y sus bonitas coronas de flores, todos aquellos momentos antes de la aparición de los carroñeros, el mar de Ilma y todas aquellas tardes al sol riendo con Jin y Tae. Y los reflejos del sol sobre el agua, ese agua azul casi irreal, del mismo color que los ojos de Yoongi.
El pulso de Jimin se aceleró cuando visualizó los profundos ojos del muchacho en su mente y la energía fluyó por su cuerpo, salió por sus manos y Jimin suspiró preparándose para el fuerte y cruel impacto que siempre se producía. En el último momento, cuando abrió los ojos y vio la tensión en el cuerpo del rey, un tirón en su magia frenó el rayo y el golpe fue débil, tan débil como una caricia. Yoongi abrió los ojos impactado por la diferencia con los otros días cuando el rayo de Jimin traspasaba su escudo, electrocutaba lo primero que pillaba o simplemente lo precipitaba a él varios metros hacia atrás, pero esa vez no habia sido asi. Esa vez una ligera corriente eléctrica había recorrido el escudo y se había depositado en sus manos como una pluma. Algo dentro de su corazón saltó de alegría y cuando el viento que había retenido para formar el escudo se dispersó, se incorporó en su altura para mirar con entusiasmo a Jimin. Un Jimin cansado, agotado que se desplomó sobre la hierba ante sus ojos.
Gritó su nombre y corrió atravesando la distancia que los separaba. Luego se agachó y movió al joven ligeramente para comprobar que tenía los ojos abiertos de par en par y luchaba fervientemente para controlar su respiración.
-Solo estoy cansado-dijo con un hilillo de voz para tranquilizarlo. Yoongi dejó de contener el aliento y lo ayudó a incorporarse un poco.
-Está muy bien por hoy, Jimin. Eso ha sido increíble-alabó el rey con una preciosa sonrisa. El silfo lo miró allí, agachado a su lado, y respiró entrecortadamente.
-He respetado tu escudo-dijo como si aún no llegase a creérselo. Yoongi asintió y retiró un par de mechones rubios de su frente que se habían pegado por el sudor del esfuerzo. -Y he retenido el rayo-volvió a murmurar. El joven rey parpadeo un par de veces y volvió a hacer un movimiento afirmativo con su cabeza.
Un grito lleno de júbilo rompió el silencio y la tranquilidad de aquel lugar y de pronto Yoongi se encontró tirado de espaldas en el suelo con Jimin encima abrazado a su cuerpo.
Se quedó rígido al sentir el contacto del cuerpo del joven contra el suyo y la calidez de aquella piel contra la suya tan tibia. Una gran masa de aire se levantó en Eria, pero la energía que emanaba de aquella criatura mágica que se acurrucaba emocionado contra su cuerpo calmó el viento y los envolvió en una burbuja de paz y armonía. Y entonces, solo en ese momento, Yoongi se permitió ser libre y reír mientras acomodaba sus brazos sobre la cintura de aquel precioso silfo que seguía sobre su cuerpo.
Ninguno de los dos se dio cuenta de cómo, a su alrededor, pequeños rayos celestes se esparcían para perderse entre la hierba.
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¡¡Hola a todos!!
Ya estamos por aquí de nuevo con un capítulo más. Esta semana no os podeis quejar, con la excusa de San Valentín, habéis tenido doble capítulo.
Bueno, como lo habéis visto? espero que bien, las cosas empiezan a ponerse candentes por aquí con toda esta gente. Y además, ahora ya lo puedo decir, YA ESTAMOS TODOS JAJAJAJA
Ya tenemos con nosotros a Tae y Jk que nos van a dar mucho de qué hablar, estoy segura.
Y bueno pues nada, gracias por leer hasta aquí, espero que os esté gustando.
Nos leemos en el siguiente :)
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