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Capítulo 5. Cicatrices.

Jimin atravesó la puerta a la velocidad del rayo con Eleanor detrás siguiéndole los pasos y pidiéndole que le esperase. Aunque era verano, el suelo de piedra del castillo estaba frío y los gruesos muros no dejaban pasar el calor sofocante del exterior.

Juntos corrieron escaleras abajo y cuando alcanzaron el primer piso se encontraron con todos los guardias transportando aquel cuerpo a una habitación vacía. Jimin se alzó sobre sus puntas pero no pudo ver ningún rasgo de la nueva víctima, sin embargo pudo ver a aquel encantador guardia que le había recibido en el desayuno cuando Yoongi lo había presentado ante toda la corte. Compartieron una mirada de miedo intenso y los ojos de Namjoon cambiaron de ese verde tan bonito que a Jimin le había llamado tanto la atención, a un marrón oscuro como la tierra.

La puerta se cerró y cuando el silfo se precipitó para entrar, una imponente figura se interpuso en su camino para impedirle el paso. 

-Yoongi, ¿que ha pasado?-preguntó preocupado echándose unos pasos hacia atrás para no chocar directamente contra el rey. Lo vio cruzarse de brazos con aquellas facciones preciosas impregnadas de una mezcla de miedo y dolor. 

-Jimin, ve a tus aposentos por favor-pidió este sin contestar a la pregunta que el joven le había hecho.  El joven silfo elevó las cejas y frunció los labios.

-No, he visto que traían a alguien-negó el chico rotundamente sin moverse un solo paso de donde se encontraba.

-Por eso mismo te lo digo, porque no sabemos si es peligroso o que clase de ser es y no quiero ponerte en el punto de mira desde ya-explicó el rey haciendo acopio de toda la paciencia que podía tener en esos momentos para retener al joven.

-Está herido, déjame ayudar-exigió Jimin intentando pasar por uno de los lados de Yoongi. Este negó y le cerró de nuevo con su cuerpo el paso.

-Namjoon lo curará y mandaré inmediatamente a buscar al médico para que se presente aquí lo antes posible-intentó decir para hacerle razonar.

-Ah, Namjoon, mucho mejor, voy a ayudarle-insistió empeñado en entrar en aquella habitación. Volvió a arremeter contra la puerta pero Yoongi volvió a impedirle el paso chocando contra él.

-Te digo que obedezcas-ordenó enfundándose en su papel de rey. Jimin no se inmuto y se cruzó de brazos frente a él.

-Y yo te digo que no-volvió a repetir tozudamente. Yoongi suspiró frustrado y se frotó la frente con desesperación alborotando el mechón rebelde que siempre escapaba de su pelo perfectamente peinado.

-Maldita sea, haz lo que quieras, pero entraré contigo-maldijo el rey cediendo ante la perseverancia del silfo. Jimin asintió firmemente, con un regustillo agradable por su victoria. El rey le hizo una señal con la mano a Eleanor para que se quedase fuera y Jimin se abalanzó sobre la puerta para abrirla. Cuando entraron, los guardias allí reunidos miraron hacia su rey, pero nadie dijo nada. Namjoon no levantó la vista de su tarea y continuó concentrado en su tarea de rasgar ropa e inspeccionar heridas.

-Jimin quiere ayudar con su magia-informó el rey a todos los allí presentes. Todos dirigieron sus miradas a Namjoon que tenía los ojos cerrados mientras curaba una herida en el pecho de aquel chico. El joven solo asintió y Yoongi empujó levemente a Jimin para que se acercase al lecho donde yacía la víctima de aquel ataque.

Jimin caminó un par de pasos hacia delante acercándose al lecho donde habían dejado descansar a aquella pobre criatura y contempló la sangre por todas partes y la luz emanando de las manos del guardia sobre el abdomen desgarrado del muchacho. Cuando analizó su rostro, las piernas le temblaron y el corazón se le paró reconociendo las suaves facciones del magullado rostro de su amigo.

-¡Jin!-chilló con un agudo tono de voz. Se abalanzó sobre el cuerpo del chico moreno y sollozó con las manos en la boca. El sanador simplemente retiró las manos y se apartó como pudo para dejar paso a aquel desconsolado muchacho.

-¿Lo conoces? -preguntó Namjoon confuso. Jimin asintió completamente asustado sin poder dejar de sollozar por el estado del joven que se encontraba inconsciente sobre el colchón.

-Es mi amigo-murmuró impactado llevando la mano con delicadeza a la frente del joven para retirarle el pelo que estaba pegado en ella por el sudor y la sangre. Su corazón latió demasiado rápido cuando sus dedos sintieron el calor intenso que emanaba la piel del muchacho -¿Está muy grave?-preguntó con un gimoteo. Namjoon lo miró y las palabras se atascaron en su garganta cuando vio las mejillas de aquel chico hermoso surcadas por las lágrimas.

-Lo encontramos cerca del segundo desierto de tierra balbuceando palabras sin sentido, está débil y ha perdido mucha sangre por los mordiscos. No tenemos mucho tiempo, pero estoy seguro de que Nam podrá estabilizarlo, ¿verdad compañero?-explicó Hoseok intentando tranquilizar un poco al silfo que gimoteaba sin parar.

-¿Es un hada?-preguntó Namjoon mirando a Jimin seriamente. En ese instante la sangres se heló en sus venas e hizo acopio de todas sus fuerzas para que su magia no se descontrolase. Sin saber como, se vio negando con la cabeza, bajo la atenta mirada de todos los hombres allí presentes.

-No, él...no, no lo es-balbuceó el muchacho sin dejar de mirar a su amigo.

-Vale, entonces tendré que usar otro tipo de magia con él para que sane más rápido-comentó únicamente el sanador moviendo un poco a Jimin para hacerse hueco y comenzar a curar las heridas de aquel chico.

-Sálvalo, por favor, sálvalo-pidió el silfo con los ojos llenos de lágrimas agarrándose con desesperación al brazo de Namjoon. Este lo miró agobiado, pero no pudo decirle que no a aquella hermosa criatura que le pedía un milagro. Puso la mano sobre la de Jimin y lo miró profundamente a los ojos.

-Voy a hacer todo lo posible, pero necesito que salgáis todos. Hobi que se quedará a ayudarme-pidió el castaño. Yoongi asintió hacia él y agarró al silfo delicadamente por los hombros. Este lo miró con los ojos encharcados por las lágrimas.

-Ven Jimin, esperaremos fuera-murmuró con comprensión. Ver llorar a aquel precioso joven que siempre tenía una sonrisa en la cara le había dejado un sabor amargo en la garganta. 

-Por favor-musitó el joven hacia Namjoon dejándose llevar por Yoongi hacia el pasillo. Echó un último vistazo al cuerpo ensangrentado de su amigo que parecía ahogarse en su propia respiración y luego se dejó guiar de nuevo hacia afuera de la habitación. Cuando la puerta se cerró tras ellos, Yoongi dejó caer los brazos a lo largo de su cuerpo y Jimin caminó un par de pasos para alejarse de su cuerpo. 

-Esperaré aquí a que Namjoon acabe, si no te importa-declaró apoyándose en la fría pared. Dejó caer su cuerpo deslizándose hasta el suelo y luego alzó la vista para mirar al rey que se mantenía serio y callado.

-Esperaré contigo entonces-murmuró éste ante aquella intensa mirada llena de pena.

-Ve a descansar si quieres-ofreció el joven. Yoongi negó con la cabeza y llevó las manos a su pecho para empezar a desabrochar uno de los botones de plata que enganchaban la capa azul marino que colgaba en su espalda.

-No descansaré y menos si se que estás aquí en el pasillo frío y solo,  vestido de esa guisa-aseguró sin mirarlo mientras seguía desbrochando los enganches de la prenda.

-Estoy bien-reiteró el silfo.

-Anda, deja que te ponga esto por encima-murmuró Yoongi acercándose a él y pasando la capa por alrededor de su cuerpo. Jimin no se negó, ni siquiera se movió, solo pudo esbozar una sonrisa de amabilidad hacia el joven que se sentó a su lado en el suelo.

Durante horas el ir y venir en aquel pasillo fue incesante. Eleanor les llevó té caliente y varios guardias movieron hasta ese pasillo un pequeño sofá de dos plazas para que no estuviesen sentados en el suelo. Luego Yoongi los mandó a todos a descansar y Jimin volvió a negarse a ir a su cuarto. Allí sentados en aquel pequeño sillón, los minutos parecían no pasar por la expectación de que la puerta se abriese y les arrojase algo de esperanza.

Pero eso no ocurrió hasta bien entrada la madrugada. Jimin dormitaba acurrucado contra el hombro de Yoongi que se mantenía firme leyendo un libro con ojos demasiado cansados por la falta de sueño y la escasa luz de las velas. Cuando la puerta se abrió, el silfo se incorporó como si hubiese escuchado el sonido más intenso de su vida y de repente el rey se dio cuenta de cómo volvía a sentir el frío de la noche en su hombro, donde hasta ese momento había estado apoyado el joven.

Jimin se levantó y se apresuró hacia el alto joven que se apoyaba en el marco de la puerta, agotado por el uso tan intenso de su magia y por el cansancio que aquello le producía.

-Puedes pasar, está estable por el momento-comentó el mayor reprimiendo un bostezo cuando Jimin se colocó delante suyo.

-Gracias-murmuró Jimin colándose por entre su cuerpo y la puerta.

-¿Como está? ¿vivirá?-preguntó Yoongi acercándose también para entrar en la estancia. Namjoon lo miró con una mirada esperanzada mientras el silfo se dejaba caer el lado del lecho de su amigo.

-He hecho todo lo posible, ahora mismo está en manos del destino y de Eria-explicó simplemente. El rey asintió.

-Me quedaré con él-advirtió el silfo sin siquiera mirar a los otros dos y a Hoseok que estaba limpiando sus manos en un cuenco con agua tibia.

-Debes descansar-replicó Yoongi como si hubiese dicho aquello muchas veces. -Todavía te estás recuperando de tu propio ataque-añadió. Jimin se giró para mirar directamente al rey.

-No voy a moverme de aquí, tú te quedaste conmigo cuando estuve en su situación, no me hagas alejarme de él ahora,  por favor-pidió desolado. Yoongi clavó su mirada en aquellos ojos azules acuosos y su corazón se derritió de pena.

-Déjale que se quede, le vendrá bien tener a un ser de magia cerca para que actúe rápido en cuestión de que empeore-alegó el sanador hacia el rey. Yoongi lo miró unos segundos y luego asintió sin ganas de comenzar una absurda discusión.

-Vendré a ver como está por la mañana, cualquier cosa que necesites, no dudes en llamarnos-dijo únicamente. Jimin no dijo nada, solo asintió despacio y los tres amigos se despidieron de él dejándolo completamente a solas.

Esa noche nadie durmió en el castillo. Jimin pendiente de cada respiración de Jin y Yoongi presa de las pesadillas, pesadillas que cobraban forma en la oscuridad de la noche incluso con los ojos abiertos. Pesadillas que no eran como las que había tenido hasta el momento. No dejó de soñar con unos preciosos ojos azules intenso ahogados por las lágrimas. 

Hicieron falta varios días con sus respectivas noches para que aquel joven moreno, con la piel pálida y brillante comenzase a mejorar notablemente. Cada día era la misma rutina. Yoongi llegaba por la mañana y durante un par de horas, le hacía el relevo a Jimin para que fuese a descansar a su habitación. Más tarde, el silfo volvía con Acua en brazos, charlaban durante otra hora y luego el rey se retiraba. Por la tarde pasaba largas horas sentado en la ventana jugando con la gata que parecía haberse enamorado de aquel muchacho que la quería tanto. Casi por la noche, Namjoon aparecía para curar las heridas del joven en silencio y Jimin recargaba su magia prestándole su colgante con la luna que pendía siempre de su cuello. Las noches eran largas, e incómodas, rezando a la diosa Eria con esperanza para que su amigo despertase de la inconsciencia.

Al amanecer del octavo día Jimin sintió como la mano de su amigo comenzaba a moverse y se entrelazaba con la suya estirada sobre el colchón.

-¿Jinnie?-preguntó en la oscuridad. Un quejido hizo maullar a la gata que dormía tranquila a los pies de la cama.

-¿Ji...min?-murmuró el joven sintiendo la boca pastosa. El aludido terminó de despertarse y emitió un breve gimoteo.

-Tranquilo, tranquilo Jinnie, estoy aquí contigo, bebe un poco de agua-ofreció incorporando un poco la cabeza de su amigo y luego poniéndole un vaso en los labios.

-¿Dónde estoy?-preguntó el joven desorientado.

-A salvo en Eria, en el castillo-explicó el silfo dejando el vaso de nuevo en la pequeña mesita colocada al lado de la cama.

-¿Ellos saben?-volvió a balbucear. Jimin se apresuró a negar con la cabeza.

-No, no saben nada, no diremos nada si no es necesario, quédate tranquilo-comentó Jimin para tranquilizarlo. -Jin, ¿sabes dónde está tu hermano? ¿Estabais juntos cuando te atacaron?-preguntó esta vez temeroso por la respuesta que recibiría.

Jin negó con la cabeza  mirándolo desorientado. -Ilma-dijo únicamente. El silfo suspiró algo más tranquilo sabiendo que su otro amigo estaba a salvo y luego no pudo evitar dejar ir un sollozo cuando el herido volvió a desmayarse.

Unas horas después Eleanor entró silenciosa por la puerta. Jimin la miró y esbozó la primera sonrisilla en todos aquellos días.

-¿Cómo está?-preguntó la chica con una pequeña sonrisa.

-Se ha despertado, pero se ha vuelto a dormir hace poco-explicó el silfo levantándose para estirar un poco las piernas. Un pequeño mareo le sobrevino al incorporarse. Estaba débil y sus fuerzas comenzaban a fallar.

-¿Quieres que te haga el relevo un rato?-volvió a decir la chica amablemente. Jimin suspiró y se paró un segundo a pensar. Luego asintió levemente.

-Si, tengo algo que hacer, pero antes, tengo que contarte una cosa que no puedes decirle a nadie ¿de acuerdo?-pregunto. Ella asintió. -Tienes que mantenerlo hidratado y mojarle la piel lo más que puedas, es un tritón-explicó Jimin sin dejar hablar a la chica.

Un gritito sorprendido salió de los labios de la muchacha que se llevó inmediatamente las manos a la boca.

-No grites Eleanor, por favor, es un hijo del mar, es amigo mío de toda la vida-explicó Jimin para tranquilizarla. La chica miró al joven que yacía pálido en la cama y luego al príncipe que la miraba esperanzado. Dejó salir un pequeño suspiro frustrado y se adelantó un par de pasos.

-Está bien, quédate tranquilo, no diré nada-murmuró. Luego Jimin le cedió su sitio en la butaca que había colocado al lado de la cama y se dirigió a la puerta.

-Si se despierta dile que eres amiga mía y que vuelvo en un rato-recordó. Ella asintió y dejó ir un suspiro cansado cuando la puerta se cerró. 

Jimin caminó por los pasillos de la guardia mirando a cada lado como si buscase a alguien con la ansiedad picandole bajo la piel y cuando no encontró a quien estaba buscando, atajó por la cocinas para dirigirse hacia el patio de armas donde muchos soldados ponían sus armas a punto para salir a patrullar por los caminos. Un poco antes de dejar el castillo encontró a la persona que había estado buscando durante largo rato.

-Kim Namjoon-dijo Jimin con su dulce voz convertida en algo diferente. Algo más cálido...mucho más sensual. El joven aludido se volvió despacio ante la llamada y el silfo corrió a su encuentro con una sonrisa mientras la sobretela de su túnica revoloteaba a su espalda al compás de sus pasos.

Cuando se paró a su lado pudo darse cuenta de nuevo de lo enorme que era aquel guardia. Con sus hombros anchos amenazantes y esa altura demoníaca que lo ponía tan nervioso. Pero luego lo miró a los ojos y contempló aquella sonrisilla atrevida marcada por aquellos dulces hoyuelos y se encontró a sí mismo queriendo besar aquellas mejillas.

-He venido a agradecerte lo que has hecho por Jin-dijo únicamente con una sonrisa. Namjoon lo miró con dulzura y se maravilló con aquel ser tan bonito que le daba las gracias en ese momento.

-No teneis nada que agradecer, alteza-aseguró sin saber muy bien qué decir.

-¿Estás seguro de eso? Dije que tomaría tus servicios si los requería y creo que es un buen momento para hacer uso de ellos, en agradecimiento únicamente y solo si tu quieres-murmuró pegándose más a aquel duro cuerpo para pasar sus delicados dedos por la mandíbula del sanador contraída por la tensión. El mayor abrió los ojos sorprendido y jadeó por la propuesta. Cuando se recuperó unos segundos después, dejó su mano reposar sobre la mejilla de la criatura y se acercó intensamente hacia su boca para sellar un ardiente beso contra aquellos labios cálidos y hambrientos. Ambos se recrearon en aquel beso, saboreando la boca del otro y disfrutando del  placer que les otorgaba aquel contacto.

-Si es lo que deseáis-tanteó de nuevo Namjoon separándose y sujetando con delicadeza la barbilla del silfo.

-Es lo que deseo-confirmó Jimin muy seriamente con un asentimiento.

-Entonces acompañadme, alteza-dijo únicamente el sanador entrelazando su mano con la del joven y tirando un poco de él hacia el pasillo de los aposentos de la guardia del rey. 

-Eres un amante maravilloso-murmuró con una sonrisa Jimin anudando las cintas de su vestido en la cintura para remarcar su bonita figura.

Namjoon sonrió acostado en la cama cuando el silfo se apoyó en el colchón para acercarse de nuevo a él. 

-Tu eres el ser más bonito que he visto en mi vida-pronunció el más mayor con voz ronca. Jimin sonrió y lo señaló con un dedo acusador.

-No hace falta que me adules, si quiero volver a estar contigo volveré-sentenció mirándolo seriamente. Luego dejó salir una bonita sonrisa que iluminó la habitación. El mayor rió y negó levemente con la cabeza. Los carnosos labios del chico se posaron de nuevo sobre los suyos con una mezcla de agradecimiento y cariño.

-Déjame que me vista y te acompaño-pidió el guardia incorporándose en la cama.

Jimin asintió y contempló de nuevo el corpulento y musculoso cuerpo del muchacho que rápidamente se enfundó en su traje de guardia mientras él cotilleaba la pequeña habitación.

Dejó sus dedos repasar una bonita pluma saliente de un tintero recién recargado y sonrió cuando se acercó a una pequeña estantería y contempló los libros de especialidades sobre medicina y plantas que el muchacho guardaba allí.

-¿Estas bien y eso no?-preguntó el joven guardia acercándose a él por la espalda. Jimin se volvió y asintió con una sonrisilla. Se encontraba renovado como si días atrás no hubiese sido atacado por un banda de carroñeros que casi lo matan.

-Eres precioso-murmuró Namjoon dándole un ligero toque en la nariz. Con dos bonitas sonrisas plantadas en la cara, juntos se encaminaron hacia el pasillo para despedirse. En la puerta, Jimin se volvió hacia el guardia y este lo atrajo hacia su cuerpo para besarlo. 

-Gracias una vez más por salvar a Jinnie-reiteró Jimin después de dejar los labios de aquel hombre que lo miró con una sonrisa embelesada. El sanador abrió la boca para contestar, pero una voz interrumpió lo que estaba a punto de decir.

-¿Así que estabas aquí? llevo toda la tarde buscándoos a los dos-dijo la voz gruesa y seca del rey a sus espaldas.

-Yoongi-balbuceó Namjoon soltando bruscamente la cintura de Jimin que se quedó callado como si lo hubiesen pillado haciendo una trastada.

-Namjoon, tenías guardia con Hobi, únete a él ahora mismo y haces también la siguiente-ordenó el rey muy seriamente. El aludido agachó la cabeza y asintió lentamente. Miró por última vez a  Jimin y luego se marchó hacia el patio para cumplir las órdenes que el moreno le había dado. Un silencio frío y denso se instaló en aquel pasillo y una pequeña rafaga de aire congelado les alteró el cabello.

-No te enfades con él, ha sido culpa mía, quería agradecerle por salvar a Jin y nos hemos distraído un poco...-explicó el silfo volviéndose hacia Yoongi. Este lo miró serio, demasiado serio y Jimin bufó frustrado por ver aquel rostro sin la bonita sonrisa habitual que lo adornaba.

-Lo sé, sé que ha sido culpa tuya, te ha faltado tiempo para olvidarte de porqué estás aquí. Se supone que vas a ayudarme a mi y a Eria y no se te ha ocurrido otra manera de agradecerle a uno de mis mejores guardias que salve a tu amigo, que acostarte con él-reprochó Yoongi con el ceño fruncido.

-Soy un silfo y tengo mis instintos y necesidades, además tu amigo es mayorcito y no se ha negado, no es como si le hubiese obligado-replicó el joven.

-Me da igual todo eso, solo te pido que no distraigas al personal con todos esos encantos y esa belleza y que te centres en ayudar a Eria y a tu pueblo-volvió a decir  Yoongi con aquel tono tan serio. Jimin no se amedrentó ante aquella reprimenda.

-¿Piensas que tengo encantos, majestad?-contraatacó para ponerlo nervioso mientras daba un par de pequeños pasos hacia él. 

-Sería un idiota si no pudiese ver tu belleza, pero a mi no vas a distraerme así, hay maneras diferentes de conquistar a alguien sin necesidad de recurrir a tu cuerpo ¿sabes?-alegó el joven rey sin saber muy bien qué decir.

-¿El rey de Eria es un experto conquistador?-murmuró coqueto acercándose a este que tragó fuertemente con las mejillas sonrosadas. 

-Ni mucho menos-pensó Yoongi para sí mismo. Se cruzó de brazos poniendo distancia entre aquel delicado cuerpo y el suyo, y aun con el color surcando su rostro, se irguió firme ante el silfo.

-El rey de Eria ve otras cosas más allá de las apariencias físicas-resolvió rápidamente antes de darse la vuelta para marcharse. Jimin lo miró asombrado por aquella fortaleza y frialdad y continuó su juego intentando molestar al rey que le había regañado minutos antes.

-Ilumíname entonces con tu sabiduría-dijo el silfo irónico alzando la voz. Con el eco en las paredes rebotando en su cabeza, el rey se quedó quieto en medio del pasillo. Jimin lo vio titubear pero luego se volvió hacia él con aquella pequeña sonrisa encantadora que esbozaba de lado y lo miró fijamente. No sabía realmente lo que estaba a punto de hacer, pero las palabras escaparon de su boca sin poder retenerlas.

-Si te interesa Nam, puedo ayudarte con él, es uno de mis mejores amigos y lleva toda la vida aquí en el castillo. Aunque no es el tipo de hombre que anda solo con una persona, parece que tu lo desarmas-explicó Yoongi con seriedad. Jimin lo miró de incrédulo por aquel ofrecimiento. 

-No es que me interese o no, solamente ha sido un buen rato entre dos personas que se atraen físicamente-comentó acercándose de nuevo hacia el rey que no se había movido de su sitio. Ambos se miraron con curiosidad y por inercia Yoongi dio un paso hacia el silfo acortando la distancia entre sus cuerpos.

-¿Entonces qué quieres saber?-preguntó bajando la voz y mirándolo fijamente a los ojos. Un escalofrío recorrió la espalda de Jimin que negó levemente y retrocedió un poco ante aquellos ojos oscuros impactando con los suyos. 

-Tengo que ir con Jinnie-objetó sin moverse de su sitio. ¿Por qué sentía tanta curiosidad ante aquella propuesta? Yoongi sonrió sintiéndose vencedor por un momento y comenzó a alejarse para caminar hacia la torre. Sin saber porque, el silfo lo siguió de cerca en silencio. 

-Eleanor cuidará a tu amigo como lo ha cuidado hasta ahora, ven conmigo, te enseñaré algunas de las cosas que he aprendido con el tiempo-ofreció tendiéndole la mano mientras subía un par de escalones para alejarse de los pasillos.

-Seré un buen alumno entonces-bromeó Jimin para aliviar la tensión que se había creado en ese momento. Caminó a su encuentro y agarró su mano con una ligera sonrisa.

-Espero que el mejor-dijo Yoongi con una sonrisa suficiente. Aunque su corazón guardaba un secreto que hubiese sorprendido al mismo silfo, no dijo nada al respecto.

-Punto uno, conocer a tu conquista-comenzó a decir el rey.

Y con solo aquellas palabras, ambos se adentraron en la torre donde el rey pasaba su tiempo a solas, donde dejaba fluir sus emociones y sentimientos más profundos. Y se adentraron en algo más, en un juego peligroso donde ambos podrían salir damnificados. Y eso lo sabían.

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¡¡Hola a todos!! 

Ya estamos por aquí otro miércoles. Este miércoles con M de Minimoni.

Bueno, no se que os haya parecido, pero a mi es que esos dos me dan una vibes de amigos con derechos jajaja

Por otro lado ya sabemos quien es la nueva víctima de los carroñeros, nada más y nada menos que nuestro queridisimo Jin. Ahora bien, ¿dónde está su hermano? y ¿qué es ese secreto que guardan?

En fin, me paso rapido hoy porque estoy en examenes y casi no tengo tiempo ni de respirar, así que espero que os haya gustado y nos vemos el próximo miércoles con un nuevo capítulo de Eria. 

Nos leemos en el siguiente.

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