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Capítulo 27. Ending.

-¿Jimin? Jimin, despierta-escuchó que lo llamaban a lo lejos. Abrió los ojos lentamente y enfocó poco a poco el rostro de Taehyung que lo miraba asustado desde arriba.

-Maldita sea, ¿que te ha pasado?-preguntó su amigo a gritos. Su cerebro trabajó a toda velocidad y el llanto de su hija se hizo patente de nuevo en su realidad.

-Me ahogaba-contestó con rapidez. Intentó levantarse pero la habitación le dio vueltas, así que Tae corrió a ayudarlo de nuevo. -¿Donde está Simi?-preguntó asustado. Su amigo lo ayudó a incorporarse y por fin pudo focalizar a su hija llorando desalmadamente en brazos de Eleanor que intentaba calmarla en vano. Alzó los brazos hacia ella y la joven hada se la pasó con cuidado. Allí, sentado en el suelo la acarició y meció con delicadeza hasta que ambos se sintieron mejor.

-Ya está mi niña, estamos juntos-susurró juntando su frente con la de la pequeña.

-Jimin, la guardia apareció en el horizonte hace un par de horas, están a punto de llegar-explicó Eleanor comprobando como Donghwa se había quedado dormido encima de la cama.

El silfo enarcó una ceja. Después de todo el torrente de magia, no había vuelto a sentir a Yoongi, de hecho cuando buscó en los resquicios de su alma, en la lejanía de su vínculo estirado, no sintió que se encontrase tan cerca como su amiga acababa de asegurarle. Se levantó con cuidado de no molestar a Simi y se acercó a su amigo.

-Sujetame a la niña-pidió alarmado. Taehyung la recibió entre sus brazos y contempló cómo su mejor amigo caminaba a grandes zancadas hacia la ventana. Pudo observar los caballos y los estandartes entrar al trote en el patio del castillo, sin embargo, no sintió a Yoongi en la cercanía que debería. Lo sintió débil y lejano y eso terminó por asustarlo. Se giró bruscamente hacia sus amigos que lo miraron confusos mientras mecían a los dos niños con cuidado para que no notasen el nerviosismo reinante en aquella habitación.

-Elsie, llama a tu madre para que se quede con Simi y Donghwa, que sellen la habitación con magia si es necesario-ordenó

-Pero, ¿qué ocurre?-preguntó confusa. Jimin negó con la cabeza mientras se ponía unos zapatos y se cubría con una fina capa para evitar el frescor nocturno que comenzaba a llegar a Eria.

-No lo se, pero no me gusta-contestó angustiado por la lejanía que sentía en su unión con Yoongi. Se dispuso a salir por la puerta con Tae pisándole los talones, pero Eleanor volvió a pararlo sin comprender nada.

-Pero, Jimin-volvió a quejarse la chica. El silfo se volvió hacia ella respirando agitadamente antes de salir por la puerta.

-Por Eria, haz lo que te digo-volvió a pedir desesperado. Eleanor hizo lo que su rey le había pedido. Llamó a su madre e inmediatamente después, se deslizó detrás de los dos jóvenes escaleras abajo para ver lo que estaba pasando.

Cuando llegaron abajo, Taehyung salió corriendo hacia Jungkook que lo alzó en brazos y lo abrazó tan fuerte como pudo. Hoseok, agotado, se acercó hacia ellos para abrazar a su mujer que entró en pánico al verlos en aquel estado. Jimin se adelantó un paso y se colocó al frente de su guardia que parecía herida y cansada.

-Majestad...-comenzó a decir el señor Song con un ligero titubeo en su voz. Jimin avanzó felino y paró en seco frente a él.

-¿Donde esta Yoongi?-preguntó Jimin con prudencia. A su alrededor, todo el mundo lo contempló en silencio. El señor Song agachó la mirada y luego miró a Jimin de nuevo a los ojos.

-Nos tendieron una emboscada...nos tenían rodeados y perdimos a algunos de nuestros hombres. El rey hizo un pacto con las bestias...se entregó para salvarnos y nos ordenó que volviésemos al castillo para defenderlo. Atacaron al joven Tanket pero pudimos salvarlo gracias a su majestad-explicó el hombre casi temeroso. Vio al silfo quedarse estático, con la vista perdida y el rostro descompuesto, pero nada le preparó para la inerte respuesta del joven.

-¡No!-gritó Jimin ante aquellas palabras. El eco de su voz resonó por todo el patio y el pueblo a su alrededor enmudeció. El silfo, sintió como el corazón se le desgarraba dentro del pecho y como la magia de Eria comenzaba a levantar grandes ráfagas de aire que no sabía si podría controlar. Ocultó la cara en sus manos un par de minutos y luego sintió el frío tacto de unas manos sosteniéndolo con cuidado.

-Jimin...-comenzó a decir Jin que se había acercado hasta él. El rey elevó la vista y lo miró fijamente. Todo el mundo quedó mudo ante la seriedad y la frialdad de su rostro.

-Ensillad mi caballo-ordenó únicamente. A su alrededor, todos se quedaron estáticos ante aquel mandato.

-Jimin-dijo Tae únicamente soltándose de los brazos de Jungkook para llegar hasta su amigo. El aludido lo encaró y agarró sus manos con cariño negando con la cabeza.

-No Tae, ni Jimin ni nada, si Jungkook no hubiese vuelto ¿qué hubieses hecho?-preguntó el silfo. El tritón suspiró pesadamente, miró al Tanket que tenía varios cortes en el rostro y asintió hacia su amigo.

-Iría corriendo a buscarlo-aseguró el chico. Se quedó un segundo en silencio y luego asintió un par de veces. -Te acompañaré-dijo únicamente.

-No, tienes que quedarte, te encargué cuidar de mi hija en caso de que algo malo nos pasase a Yoongi o a mi-objetó Jimin. Taehyung negó con la cabeza. No iba a abandonarlo esa vez.

-Iremos todos a por él, nuestros poderes son más fuertes cuando estamos juntos-sugirió Namjoon. Jimin hizo rechinar los dientes ante la falta de obediencia de sus amigos, pero entendió que aquella necesidad que los había hecho volver a buscarlo, era la misma que les impulsaba a todos a regresar al lado de su rey.

-Está bien, preparad a Sirio mientras me aseguro de los cuidados y la protección de mi hija-ordenó con tono imperativo. -Todavía puedo sentirlo, no dejaré que nos arrebaten a nuestro rey-añadió girándose hacia la entrada empedrada del castillo. 

Todos se dispersaron por el patio y la guardia se dedicó a ensillar a Sirio y alistarlo para la batalla. Jimin subió las escaleras casi de dos en dos y se dirigió a su habitación. Cuando entró, Meriol, con su nieto en brazos, abandonó los aposentos para dar privacidad al rey y a su hija. Este, cerró despacio la puerta y se quedó plantado en la entrada sin poder evitar que una avalancha de sentimientos lo apabullase en ese momento. 

Contempló durante un segundo la habitación en silencio y cerró los ojos recordando todo lo que habían vivido allí. Casi pudo escuchar la bonita risa de Yoongi mientras rodaban por la cama enredados entre las sábanas. Pudo escuchar el llanto de Simi irrumpiendo en el silencio de la noche los primeros días tras su nacimiento, el dolor de la magia alborotada y todas aquellas primeras veces que se habían dado allí, contrastadas con todos los sentimientos que habían surgido entre esas cuatro paredes.

Cuando abrió los ojos, vio a Acua arquear el lomo ante su presencia, pero la gata se relajó de inmediato al darse cuenta de que era él. Jimin se acercó a la cama, besó con cariño la peluda cabeza bicolor de la gata y luego se dirigió hacia la pequeña y delicada cunita que allí se encontraba. Cogió a su hija en brazos que hizo un puchero y se dio un segundo para mecerla con ternura. Sintió su corazón aletear ante el infantil olor de su hija y tuvo ganas de llorar cuando se dio cuenta de que cabía la posibilidad de no volver a verla nunca más. Recordó a su esposo y su pesar al haber crecido como rey sin sus padres y entonces se prometió a sí mismo que lucharía con la fuerza de un tornado para volver al lado de la pequeña que balbuceaba entre sus brazos.

-Simi...papá y yo te amamos-murmuró hacia la bebé mientras juntaba delicadamente sus frentes. La niña agitó sus manitas sin comprender y el chico sonrió con tristeza. La abrazó durante un par de minutos, como si pudiese robar el tiempo y encapsular ese momento para siempre y luego volvió a dejarla en la cuna. Antes de alejarse de ella, suspiró y llevó la mano a su cuello. Arrancó el canalizador y lo dejó sobre el pecho de la niña, entre las mantas que la cubrían.

-No voy a necesitar esto si quiero liberar a tu padre y si no vuelvo...creo que te ayudará a controlar tu gran poder, mi princesa-musitó Jimin. Realizó una pequeña reverencia ante su hija y volvió a besarla en la frente. Antes de irse, se arrodilló a los pies de la cama y buscó con insistencia la mirada felina de Acua.

-Acua...mi pequeño espíritu de Eria...cuida de mi pequeña en mi ausencia y cuida de nuestro hogar-pidió con tristeza. Como si entendiese perfectamente lo que le acababa de pedir, Acua se acercó a su rostro, junto su pequeña naricita con la frente de Jimin y luego se levantó para encarar la cuna de Simi.

Jimin se levantó. Observó unos segundos más a su hija y luego salió apenado por la puerta de los aposentos.

Ya en el pasillo se despidió con cariño de Meriol, que con lágrimas en los ojos le dedicó una pequeña reverencia, y antes de marchar, Jimin dejó una pequeña carantoña cariñosa sobre la mejilla de Donghwa.

Después de todas aquellas despedidas, bajó de nuevo por las escaleras y tuvo que aguantar las lágrimas al ver como Eleanor se abrazaba desesperada a Hobi. Si Yoongi había caído, la posibilidad de no volver estaba ahí más presente que nunca. 

Vio a su amigo abrazar a su esposa y ella se refugió en su pecho con las lágrimas brotando de sus ojos, por unos minutos eternos hasta que el guardia se separó de la joven y besando sus labios una última vez se giró para marcharse. Ellos habían tenido esa segunda oportunidad y si tenían que morir por su pueblo, él pensaba luchar también por la última oportunidad de ver al gran amor de su vida.

Terminó de bajar los últimos escalones y recorrió el breve espacio que le separaba de su amiga. Cuando estuvo a su lado, dejó caer la mano sobre el hombro de la chica, que sin necesidad de verlo, apoyó la mejilla en su mano y luego se volvió para encararlo. Los ojos apenados de Eleanor le removieron las entrañas.

-Lo siento-murmuró acogiéndola entre sus brazos. El hada ocultó su rostro entre las finas sedas que vestía su amigo y se aferró a él aterrada.

-No es tu culpa, no es tu culpa-repitió su amiga en un sollozo.

-Te juro que no los voy a arriesgar en vano...-comenzó a decir Jimin intentando calmarla. Ella se alejó unos centímetros y con confianza llevó los dedos a los labios del silfo para callar aquella promesa.

-Vete y regresad sanos y salvos. Tráelos a todos de vuelta Jimin, devuélvenos a Yoongi. Confío en ti con mi vida-respondió únicamente. Volvieron a abrazarse y entonces Jimin se dio cuenta de que había algo que necesitaba hacer antes de irse.

-Eleanor, si Yoongi y yo no volviésemos...-intentó volver a decir. Eleanor volvió a negar con la cabeza visualizando el rumbo de aquella conversación y el corazón se le hizo pequeñito en el pecho adivinando las intenciones de su amigo.

-No digas eso, ni siquiera lo pienses-murmuró alarmada el hada. Él negó con la cabeza y la obligó a mirarlo a los ojos. Acogió sus manos entre las suyas y se las llevó a los labios para besarlas, a lo que la chica no pudo evitar que algunas lágrimas volviesen a escapar de sus ojos. 

-Si Yoongi y yo no volvemos, te entrego a mi hija como tuya propia y te pido que no dejes que olvide a sus padres-volvió a decir Jimin. Eleanor agachó la cabeza sin poder retener el llanto y luego elevó la vista y fijó sus ojos verdes en los azules de Jimin.

-Jamás dejaría que olvidase de donde procede, Jimin, pero vas a volver y volverás con Yoongi. Criareis a la pequeña vosotros mismos, lo sé-aseguró con confianza. -Eres el mejor rey que Yoongi podría haber elegido para nuestro reino y eres el mejor amigo y la mejor persona que he conocido nunca-volvió a decir. Jimin suspiró limpiando la mejilla húmeda de su amiga.

-Digamos que a Yoongi no le dejé muchas opciones-replicó haciendo reír ligeramente a su amiga.

-Ni a mi tampoco-aseguró ella. -No me diste ni una sola oportunidad, el día que te conocí ya sabía que serías el mejor amigo que he tenido nunca-añadió con seguridad. Jimin dejó ir una pequeña risita triste y luego abrazó a la joven contra su cuerpo, que lo abrazó como si no quisiese dejarlo ir. El joven silfo, dejó un beso en su frente y con una sonrisa apenada, el rey de Eria y Orka se dirigió con paso solemne hacia el patio donde Sirio esperaba nervioso como si se oliese lo que se avecinaba. En aquel patio, la desesperación volvía a ser palpable como lo había sido unos días atrás, y el miedo atacaba con crueldad el corazón de todos aquellos que se quedaban otra vez en el castillo. 

Jimin acarició con infinita tristeza y miedo el morro del caballo y junto sus frentes intentando infundirle algo de paz.

-Vamos a salvar a papá-murmuró hacia el caballo. Este dejó ir un pequeño relinche como si le diese la razón, pero todo se volvió un caos cuando la ira surcó el cuerpo del silfo y su magia alcanzó el cielo para partirlo en dos en un rayo.

Los caballos se removieron asustados aún atados a sus respectivos postes y todo el mundo se quedó helado con el sonido y la luz cegadora que desprendió aquel rayo.

-Valientes guerreros de Eria, nuestro señor está en peligro. Os hablo como rey, pero también os hablo como amigo, esposo y como padre que desea volver a ver a su hija cuando todo esto acabe-comenzó a decir Jimin con solemnidad alzando la voz entre el gentío reunido en el patio. -Vamos a la batalla por él y por nuestros hijos-gritó de nuevo elevando el puño. Un sinfín de gritos fieros y valientes vitorearon a su rey. 

-Hoy somos nosotros, no quiero oír un solo nombre que no sea el nuestro, porque somos los habitantes de Eria los que luchamos contra esas viles alimañas. Hoy luchamos y hoy vencemos-proclamó a los cuatro vientos. Miró a Tae que asentía con fiereza removiendo nervioso su anillo cambiaformas en su dedo. -Por nuestros hermanos-añadió Jimin.

-Por nuestros hermanos-gritaron los demás alzando sus puños.

De un salto colocó el pie en el estribo y subió con maestría a lomos de Sirio. Contempló como toda su guardia, sus amigos y los valientes guerreros de Eria montaban en sus caballos. Tras unos segundos todos salían por el puente al trote hacia la batalla.

Jimin miró hacia atrás un segundo y pudo ver la luna del eclipse tras la torre más alta del castillo, allí donde Eleanor le mostraba a la pequeña Simi entre los cristales. Y luego el castillo desapareció en el horizonte. 

Durante un par de días, el ejército de Eria al completo, con su rey a la cabeza viajó atravesando los frondosos bosques y las áridas laderas que llevaban hacia el asentamiento carroñero donde suponían que se encontraría Yoongi apresado por las bestias. Esos últimos días de viaje habían sido agotadores para todos. Habían descansado en periodos muy breves de tiempo y el agotamiento era patente en todos. A pesar de todo, nadie había desfallecido y aunque el miedo estaba presente en cada paso que daban y en cada conversación que mantenían, todos habían seguido adelante en unidad.

Jimin había sentido a Yoongi en numerosas ocasiones. Había sentido el terror y había sentido el dolor de las torturas infligidas a su esposo, casi hasta el desmayo. Pero nunca había dado un signo de debilidad ante su guardia a quien había alentado con valor. En sus momentos de retiro, Jimin había sollozado con tristeza y con miedo entre los brazos de Jungkook que lo había consolado mientras compartía miradas de desesperanza con Taehyung. Namjoon también lo había visto temblar de miedo cada vez que las torturas a Yoongi llegaban a su cuerpo a través del vínculo de unión que ambos compartían. Aún así, Jimin siempre se había levantado, se había limpiado las lágrimas y había dirigido su ejército con valor hacia el campamento carroñero.

Esa tarde, después de llevar todo el dia de viaje, cuando divisaron el lugar de asentamiento enemigo, Jimin tuvo que reprimir un sollozo. Desde una de las colinas cercanas, agazapados entre la maleza para no ser vistos, pudieron contemplar la extensión que antes habían ocupado los desiertos de tierra, con sus frondosos oasis acuosos y su preciosas dunas brillando bajo el sol. Para ese momento, ya nada quedaba de aquello. La superficie de la tierra se había sumido en la negrura, los oasis habían sido reemplazados por piras humeantes y tremendas hogueras llameantes que iluminaban el nebuloso cielo que cubría todo hasta donde les alcanzaba la vista.

Jimin se giró levemente hacia la formación y buscó entre los hijos de la tierra a Namjoon. Cuando lo encontró, una mueca de desolación cruzaba su rostro mientras se dedicaba a mirar con vehemencia el suelo para no ver la impactante escena frente a ellos. A su lado, saltándose la formación por completo, Jin se aferraba a su brazo y le susurraba palabras reconfortantes.

Jimin suspiró y negó levemente con la cabeza. Dio la orden pertinente y abandonaron el lugar internándose en el oscuro bosque donde durante minutos que parecieron eternos, caminaron en busca de un lugar cercano donde poder aguardar para el rescate.

Esperaron durante casi dos horas agazapados en un pequeño claro que se abría entre los árboles más cercanos al campamento, repasando el plan una y otra vez hasta que un movimiento los alertó. Jimin se preparó para la lucha, pero la escena que se desarrolló ante sus ojos lo dejó estático. Un par de carroñeros bastante menudos se arrastraron desde una de las tiendas con el cuerpo magullado, ensangrentado y semidesnudo de Yoongi. Tras él, un enorme monstruo con apariencia lupina y posición bípeda salió para cerrar el círculo que se había formado. Arrojó al lado de Yoongi un objeto dorado y brillante que al principio ninguno supo identificar, pero pasados unos segundos, Jimin se llevó las manos a la boca y ahogó un feroz gruñido que amenazaba con salir de su boca. La metálica voz de la bestia irrumpió por todo el claro con la potencia de un puñal.

-Señor de Eria...vuestro momento ha llegado-dijo con voz nauseabunda el enorme ser. Jimin tragó saliva y espero viendo a Yoongi allí, en medio del círculo de esbirros carroñeros con la corona de su reino rota y aplastada en el suelo como si fuese un objeto inservible. La sangre caía por su rostro e incluso desde la lejanía, podía ver las magulladuras en sus costillas. Sentía su poder hervir, pero el miedo de poder hacer daño a su amor lo hacía controlarse y no atacar directamente.

-Debiste morir aquella noche cuando devoré a tus padres...nunca olvidaré el horror de la cara de tu madre cuando le desgarré la garganta mientras encontraba el cuerpo de tu padre ya sin vida-comenzó a decir el líder. A su alrededor, el ejército carroñero coreó sus palabras y Jimin tuvo que contemplar con horror, como algunos de los esbirros se acercaban a su esposo para levantarlo del suelo sin ningún tipo de cuidado y arrodillarlo ante su propio rey. -Los valientes reyes de Eria murieron sin una oportunidad, y ahora el gran superviviente, perecerá de la misma manera-sentenció enseñando los colmillos. El silfo reprimió un escalofrío.

-Eso es lo que tú te piensas-murmuró Jimin. -Jungkook, tu turno-ordenó volviéndose hacia él. El aludido asintió y se giró hacia Tae que lo miraba asustado.

-Tranquilo cariño, estoy contigo en un segundo-prometió Luego lo agarró y lo besó apasionadamente durante largos segundos que a ambos les parecieron demasiado poco. Cuando se soltaron, el joven desapareció entre los arbustos y todos los allí presentes se quedaron en silencio.

-Min Yoongi, es tu hora de morir, ¿quieres decir unas últimas palabras?-preguntó con una sonrisa diabólica el enorme bicho.

-Pudrete en el infierno-balbuceó el rey ahogándose en su propia sangre. En ese momento, una barrera de fuego se extendió velozmente por el árido desierto de tierra negra que conformaba el campamento carroñero

-Que así sea-murmuró Jimin apoyando las palabras de su esposo. Hobi cerró los ojos y trasladó aquel mensaje a través del viento depositándolo con rabia en aquellas peludas orejas. El carroñero abrió los ojos desconcertado por un momento pero luego ablandó el rostro y una risa demasiado tenebrosa surgió de su cuerpo.

-Ya están aquí los seres mágicos de Eria que quieren desafiarme...- escucharon decir al carroñero. -Ilusos, vais a morir junto a vuestro rey y cuando salga el sol, vuestras familias me servirán de desayuno-añadió en una amenaza. Jimin iba a levantarse para comenzar a organizar la siguiente ofensiva, pero un horroroso dolor cruzó su pecho y sintió como el aire comenzaba a faltar en sus pulmones.

-No, no, no-murmuró Jimin doblándose sobre su propio estómago. De pronto todos sus amigos se encontraban a su alrededor para socorrerlo.

-¿Jimin que te ocurre?-preguntó Jin acercándose despacio a su lado. El silfo jadeó asustado intentando no ahogarse.

-Se desvanece, mi unión con Yoongi, se está debilitando-intentó explicar manoteando a su alrededor como si así pudiese encontrar el aire que escapaba de su cuerpo a causa del dolor. Namjoon se acercó a su lado y lo miró a los ojos intentando canalizar la magia desbordada.

-Tranquilo, respira, todo va a ir bien-respondió el sanador cogiendo su muñeca para tomarle el pulso. Él negó con los ojos encharcados en lágrimas y se soltó de su agarre.

-No lo entiendes, lo está matando-chilló con desesperación. Todos los allí presentes se quedaron mudos por el terror que denotaban las palabras de Jimin.

El rey, respiró entrecortadamente y luego se incorporó un poco para mirar de nuevo entre los arbustos. Un sollozo parecido a un lamento abandonó su pecho cuando vio al líder carroñero elevar entre sus largas y afiladas garras el frágil cuerpo de Yoongi.

Sintió cada resquicio de dolor atravesando su alma cuando una de las zarpas rasgó sin piedad el pecho del rey y se hundió muy cerca de su corazón. Jimin chilló y pataleó intentando liberarse de todos los brazos ajenos que intentaban sujetarlo para que no saliese corriendo.

-Soltadlo, nuestro rey es la única esperanza-ordenó una voz trémula en aquel claro. El silfo sintió que el agarre de sus amigos se aflojaba y antes de salir corriendo dirigió un segundo a la voz que había hablado en su favor. El señor Song lo miraba fijamente agazapado como el resto de la guardia entre los árboles y Jimin únicamente pudo realizar una pequeña reverencia con su cabeza en señal de agradecimiento y respeto. 

Se alejó a toda prisa de sus amigos que gritaban su nombre, corriendo como si el dolor en su cuerpo y en su alma no le perteneciesen, pero a medio camino, un profundo dolor laceró su corazón como un cuchillo cortando su alma en dos y cuando alzó la cabeza, el cuerpo de Yoongi que había sido un pelele entre las garras del líder carroñero, cayó de rodillas por un segundo y luego, se precipitó hacia el costado, ajeno, frío e inerte.

Jimin sollozó con fuerza. Las piernas le fallaron y se cubrió la boca con las manos cuando intentó buscar desesperadamente dentro de su cuerpo un resquicio de su unión con Yoongi pero no lo encontró. Porque Yoongi ya no estaba allí, no estaba con él, se había ido. Se lo repitió con fuerza como si el propio dolor que lo estaba matando a sí mismo no fuese suficiente para ser consciente de lo que estaba pasando. A su alrededor, todo se había vuelto frío y silencioso, a pesar del barullo, de la guerra en sus oídos, todo estaba en silencio, porque su destino, su mitad y el corazón al que estaba ligado, ya no lo acompañaba.

Por un momento pensó en la rendición, en la muerte, en irse con Yoongi, pero luego el raciocinio cruzó su mente y centró un poco aquel dolor para dejarlo pensar. En su cabeza, una macabra escena se abrió paso erizándole la piel.

Ese asqueroso carroñero, después de haber acabado con la vida de Yoongi y la suya propia, entrando en el castillo, matando a todos aquellos a los que amaba, atacando a Eleanor y Donghwa hasta llegar a los aposentos reales. Acua, defendiendo la cuna de Simi y perdiendo la vida en ello y luego el silencio. Su propia hija entre las zarpas sucias y sangrientas de aquel bicho hizo que su estómago diese un vuelco y una arcada cruzase su garganta.

Y entonces sintió la furia, el poder de Orka y Eria entremezclándose en sus venas. Levantó la cabeza y solo pudo visualizar al carroñero que sonreía victorioso con aquella petulante sonrisa de dientes ensangrentados y pensó en Yoongi. El dolor horrible se convirtió en ira y la ira en la tempestad más furiosa que jamás hubiese desatado. Gritó, gritó desgañitándose y la magia surcó su cuerpo hasta desbordarse. Un rayo partió el mundo en dos y atravesó el campamento acertando en un grupo de carroñeros que flanqueaban a su líder y que cayeron muertos sobre el frío suelo al instante.

Aquello bastó para que el caos inundase la llanura. Los habitantes de Eria cruzaron al galope a su alrededor y descargaron sus poderes contra la primera bestia que encontraron. Aquella explanada se convirtió de pronto en un campo de batalla.

Y Jimin se levantó a pesar del inhumano peso de su cuerpo. Las rodillas raspadas por la árida arena amenazaron con devolverlo al suelo y el corazón machacado por la visión del cuerpo cadavérico de su esposo, arrancó otro acongojado suspiro de dolor desde lo más hondo de sus pulmones. Entonces supo cuál era su siguiente golpe, tenía que ser lo suficiente inteligente para que aquel carroñero no entendiese su plan.

Presa del dolor, el pánico, la furia y todos aquellos sentimientos confusos que se entremezclaban en su cuerpo, pateó el suelo y comenzó a correr.

Un espeso escudo de energía surgió a su alrededor y entonces, el impacto que esperaba, llegó antes aún de que su cerebro pudiese asimilarlo. Sintió el cuerpo peludo del carroñero impactar contra el suyo propio, luchando para quitárselo de encima. Intentó llevar sus manos al pecho de aquel animal para freírlo sin piedad, pero no lo consiguió y una potente corriente surgió de su cuerpo impactando de pleno contra el carroñero.

Por el brutal impacto de la magia, Jimin salió despedido hacia atrás como una marioneta sin control alguno de su cuerpo y sintió el dolor de los huesos al chocar con el pavimento cuando por fin tocó el suelo. Intentó ubicarse por un segundo. Vio al líder carroñero a lo lejos con una misión similar a la suya, intentando saber donde se encontraba y cuál era su siguiente paso, pero cuando giró la cabeza, el cuerpo de su esposo que yacía inerte en el suelo con los ojos cerrados volvió a aplastarle el corazón.

A pesar de la situación, no pudo evitar arrastrarse hacia el. Lo contempló un segundo en silencio y no pudo evitar alzar uno de sus brazos y acariciar su mejilla. Agachó la cabeza y la ocultó en su pecho sin poder evitar que la tibia sangre empapase sus mejillas.

-Somos uno-murmuró contra el pecho inerte de Yoongi. Sintió la magia de Eria burbujear en su interior y entonces lo comprendió todo. Aquellas palabras que Yoongi siempre utilizaba para ellos y que posteriormente había utilizado también para Simi, eran las más reales que habían dicho nunca. Jimin estaba vivo y su magia era más potente que nunca unida a la de su hija.

Allí, en el fondo de su alma destruida, Jimin sintió un latido débil. Tan débil como la primera brisa del verano. Elevó la cabeza un poco y contempló el pétreo rostro de Yoongi preguntándose qué era lo que acababa de sentir. Nuevamente sintió aquel pequeño latigazo en su pecho y entonces lo entendió todo. Miró sus lágrimas saladas empapando la camisa sangrienta de Yoongi y miró su carne desgarrada a través de los jirones de la ropa y se dio cuenta de que aquellas heridas mortales parecían estar regenerándose. Su mente galopó a toda prisa y llegó a Simi sin esfuerzo. Cuando estaba gestándola, ella le había otorgado el don de dar vida que desde entonces se había quedado en su cuerpo y toda la desesperación que habían compartido en la lejanía, padre e hija, se había convertido en fuente de vida y en la regeneración de aquella unión que Simi protegía sin saberlo.

Durante largos segundos, Jimin aguardó asustado, mirando de reojo cada movimiento del rey de los carroñeros, para evitar un ataque inesperado.

Finalmente, cuando una débil y fría mano acarició la suya levemente, Jimin pensó que se moriría en aquel mismo momento por el milagro que estaba presenciando. Apartó la vista de la bestia infame y sonrió con los ojos encharcados en lágrimas cuando el azul oscuro de los ojos de Yoongi chocó débil contra el suyo.

-Mi amor-musitó únicamente Jimin. Yoongi lo miró perdido, intentando enfocar la vista en el silfo que lo mecía entre sus brazos.

-El carroñero...-musitó su esposo ahogándose ligeramente por las heridas interiores que estaban tardando más en curarse. Jimin acarició sus labios con las yemas de sus dedos haciéndolo callar y negó ligeramente con la cabeza.

-Tranquilo, no hables, yo me encargo-dijo únicamente. Volvió a abrazarlo con fuerza como si fuese a escapársele de nuevo de entre las manos y besó con cariño sus mejillas sin dejar de sostenerlo.

-Que bonita visión, parece que hoy me llevaré dos cabezas reales en vez de una y luego...luego iré a por la pequeña que lloriquea en el castillo esperando a sus padres-chilló la bestia con aquella voz chirriante y metálica.

Jimin se incorporó ante la alusión a su hija y dejó delicadamente a Yoongi apoyado en una roca tras su cuerpo para poder protegerlo.

-¿Todavía te quedan ganas de amenazar a mi bebé? Tengo la sensación de que ese primer ataque no ha sido suficiente para ti-comentó en el mismo tono condescendiente en el que había hablado el carroñero. No quería mostrarle el miedo que tenía y por supuesto no quería distraerse con sus provocaciones.

-Que os voy a decir, majestad, siempre me ha gustado la carne de los niños...es más tierna...como la de aquella preciosa niñita de los desiertos de tierra...¿como se llamaba?-comenzó a decir mientras se incorporaba de nuevo sobre sus dos enormes patas traseras. Jimin boqueó nervioso ante la provocación. -Ah, si ya me acuerdo. Park JunHa-vociferó el carroñero cínicamente. La sangre de Jimin ardió bajo su piel al escuchar el nombre de su sobrina de aquella asquerosa boca y dejó de escuchar todo lo demás a su alrededor. Dejó de escuchar porque lo único que podía oír eran las chispas en su interior bramando y clamando venganza. 

Se agachó lentamente y tocó la tierra humedecida y fertilizada por las manos de sus amigos. Comprobó alrededor el fuego de Jungkook y vio a lo lejos a Hobi avivarlo con su viento. Y entonces lo supo. Con los cuatro elementos hacían uno, el suyo, y con ese poderoso conjunto nada podría pararles aquella noche.

Cerró los ojos y por su mente pasaron infinidad de recuerdos que envalentonaron su corazón embravecido. La risa de su hermano, las palmadas en la espalda de su padre, la primera vez que besó a Yoongi, la primera vez que hicieron el amor, las largas conversaciones con Eleanor, cada una de las sonrisas de sus amigos...Y por último en su cabeza apareció la imagen de la esperanza. Una bebé de brazos regordetes y pelo oscuro con los ojos de los azules más intensos que se habían visto nunca. Y supo que había llegado el momento de vencer, de saborear la victoria y el descanso.

Todos aquellos recuerdos picaron en la punta de sus dedos convertidos en electricidad. Miró una vez más por encima de su hombro al hombre al que amaba, a su esposo, al cabezota y dulce Yoongi y recordó sus bonitos sonrojos en aquella piel blanquecina que en ese momento parecía tan apagada. Una inmensa luz salió de sus manos cegándolos a todos y con un grito hondo y lleno de furia dejó salir todas aquellas cosas bonitas convertidas en fuerza y energía. Un primer rayo surcó el cielo e impactó sobre su cuerpo que impulsó aquel poder hacia delante para hacerlo impactar sobre el horroroso ser. Éste, recibió el impacto y clavó con fuerza las garras en la negra tierra. A la vista de los demás, aquello era todo un espectáculo de poder. El potente rayo de Jimin impactando sobre el cuerpo del carroñero, el férreo gruñido desesperado de este ante la resistencia a aquel enorme poder y la luz, la luz intensa de la energía del silfo. Aquello parecía una metáfora de la fuerza y la persistencia imparable luchando contra el objeto inamovible por un lugar en aquel terrorífico mundo.

En la distancia, Yoongi entreabrió los ojos con agotamiento y una vez más pudo contemplar a su esposo tal y como era. Entre la luz cegadora comprobó su bonita figura agazapada en el suelo, impulsando la energía hacia el carroñero y, pudo comprobar sus preciosas alas transparentes llenas de brillo naciendo de la parte superior de su espalda. Se juró en ese momento que si sobrevivia, jamás olvidaría aquella imagen y nunca podría agradecer lo suficiente a Jimin que aquel caluroso día de verano hubiese aparecido en su vida. Un quejido brotó de su pecho cuando escuchó lo que Jimin murmuraba entre ahogadas respiraciones. 

-Esta es por Leora, por Simi, por mis suegros, por mi hermano y por su familia. Esta es por Eria, bicho inmundo y por los cinco reinos, porque son cinco y no hay lugar para vosotros. Los elementos no aceptan bestias, los elementos construyen juntos uno solo y no os necesitamos-enumeró mientras seguía provocando su propia magia para que tomase la fuerza y el impulso que necesitaba para matar al carroñero.

-¿Y cual es ese quinto elemento, majestad?-preguntó con cinismo. Jimin tomó aire y reoxigenó sus pulmones que se sintieron demasiado frescos después del agotamiento de sus ataques hacia el líder de las bestias.

-Yo soy el quinto elemento-dijo únicamente. Dejó que la magia de Eria y Orka se entremezclase en su cuerpo, cerró los ojos para concentrarse pero un movimiento imprevisto lo alertó y lo hizo abrir los ojos. El carroñero se preparaba para atacarle de nuevo y su magia todavía no había podido enlazarse con la de sus amigos que se encontraban esparcidos y ocupados para focalizar su poder sagrado en el. Entonces volvió a cerrar los ojos esperando el zarpazo. Había sido lento y confiado y había entregado su vida a cambio.

Pensó en Simi, en Acua y en Yoongi y un vacío surgió en su pecho al pensar que sería el mayor quien lo viese morir a él en ese momento. Ese fue su último pensamiento mientras esperaba el impacto, el dolor y la muerte. 

El golpe que debería haber impactado contra su cuerpo se detuvo en el aire y la criatura chilló desesperada haciéndose daño. Jimin abrió los ojos y contempló el conocido fulgor del aire bailando a su alrededor y del tímido escudo que se extendía frente a su cuerpo. Asombrado se giró ligeramente hacia Yoongi y comprobó como este intentaba en vano incorporarse mientras se apoyaba en la pequeña roca donde lo había dejado descansando. Hacía unos minutos, su corazón no latía, había estado completamente muerto, pero en ese momento, su único propósito era alejar a la bestia del cuerpo de Jimin.

El silfo sonrió levemente esperanzado y luego se giró de nuevo hacia el carroñero. Absorbió con vehemencia la magia de sus amigos que peleaban a su alrededor y las magias sagradas profanaron su cuerpo agitándolo con violencia. Exhaló un poderoso grito e impulsó un potente rayo de energía que abandonó su cuerpo segando con fuerza al monstruo que tenía delante.

Todo el mundo dejó de pelear a su alrededor. Las bestias aullaron como si algo los estuviese asfixiando y de pronto el campo de batalla volvió a convertirse en un caos. Los habitantes de Eria aprovecharon esa distracción para tomar su ventaja sobre los carroñeros. Algunos de ellos recularon y huyeron hacia las profundidades del bosque, pero los que permanecieron en la pelea, fueron aniquilados.

Jimin respiró agitadamente intentando salir del trance en que le sumergía la magia, así que cuando lo consiguió, únicamente pudo fijar su enfurecida mirada en la bestia enorme que había recibido todo el impacto y caminar hacia ella con parsimonia mientras contemplaba cómo la sangre lo poblaba todo a su alrededor.

Cuando se acercó, contempló la marca en su pecho que coincidía con el filo de una espada que lo había herido muchos años atrás salvando la vida de Yoongi tras el asesinato de sus padres y dejó ir una pequeña exhalación.

-¿Quieres decir tus últimas palabras?-concedió Jimin frustrado.

La bestia emitió una pequeña risa metálica que quedó interrumpida por la sangre surgiendo en su garganta para ahogarlo.

-Yo moriré hoy aquí, rey de Eria, pero la lucha no termina, ¿podrás proteger a tu pequeña niña de mi ejército?-murmuró el carroñero sin siquiera abrir los ojos. Jimin sintió un escalofrío por todo su cuerpo. No pudo evitar que sus dientes rechinasen dentro de su boca ante la sola mención de su pequeña en el asqueroso hocico de aquel malnacido.

-M hija derrotará a tu sucio ejército, sus padres la entrenarán para ello-sentenció con la voz apagada. Esperó una respuesta irónica o una burla que nunca llegó y contempló al carroñero retorcerse de dolor allí frente a él, agonizando y muriendo.

Posó la mano sobre el abultado pecho de la bestia. Toda la rabia y la sed de venganza se acumularon bajo la palma de su mano y silenciosamente toda la energía de los allí reunidos se infiltró bajo la piel del ser, apagándolo para siempre.

Se apartó del cadáver del carroñero y corrió a reunirse con Yoongi que lo miraba agotado. Cuando lo alcanzó, el mayor se dejó caer sobre su esposo que lo meció y acarició contra su cuerpo mientras intentaba en vano no llorar. Lo había perdido y lo había recuperado y dio gracias Eria, a Orka y a todos sus dioses por haberle dado la fuerza, la valentía y su valioso don de la vida.

Jimin y Yoongi se agarraron de las manos mientras permanecían resguardados en los restos de aquel convaleciente escudo y las nubes se disiparon en el cielo dejando paso a la claridad.

No sabían si los muertos habían sido en vano o si podrían proteger a Simi de lo que aún estaba por venir. Solo sabía que aquello que había pasado allí, marcaría un antes y un después en sus vidas, y que pasar al menos un tiempo lejos de los campos de batalla, disfrutando de su reino con su hija y el amor de su vida, no parecía algo de lo que poder arrepentirse.

8 AÑOS DESPUÉS

Yoongi sonrió hacia Hobi cuando lo vio aparecer en el patio del castillo. El muchacho de nueve años lo saludó en la distancia y siguió correteando con Simi que lo llamaba a gritos.

-¿Cómo está Jimin?-pregunto Hoseok cuando se sentó a su lado en el banco de piedra. El rey suspiró agotado.

-Descansando, últimamente no estamos durmiendo nada, esta vez está siendo más complicado que con Simi, gestar a dos gemelos se está llevando su energía sin clemencia-explicó el rey dejando ver el agotamiento que poblaba su cuerpo.

-¿Y no deberías estar con él? tu magia lo cuida después de todo-preguntó Hobi. El mayor negó con la cabeza.

-Está con tu esposa, me han gritado esta mañana y me han obligado a traerme a Simi con Donghwa porque no paraban de dar chillos y alborotar-explicó el rey dejándose caer sobre la fresca fachada empedrada. Hobi abrió los ojos exageradamente.

-¿Eleanor te ha gritado?-preguntó sorprendido. Su amigo asintió y cerró los ojos pellizcándose el puente de la nariz.

-Hobs, creo que sabes lo que significa-musitó con los ojos cerrados. Durante un segundo, el joven no reaccionó pero luego abrió los ojos alarmado y cuando Yoongi lo miró con los ojos entrecerrados, su cara había perdido el color y parecía a punto de desmayarse.

-No creo que sea eso, sino me lo hubiese dicho ¿no?-preguntó Hobi secándose las manos que habían comenzado a sudarle en el pantalón.

A lo lejos, Yoongi vio como Simi recibía los ataques de Donghwa en su pequeña espada de madera. Se abalanzaba sobre el niño que la paraba como podía y si se caía al suelo, se volvía a levantar como si nada.

-Simi, pequeña, ten cuidado-gritó para llamar la atención. La niña lo miró un segundo, asintió con rapidez y volvió a hacer lo que estaba haciendo un segundo antes. 

-Tiene ocho años, ¿por que mi hija pelea como un animal?-preguntó incrédulo. Su amigo suspiró a su lado y se giró de nuevo para prestar atención a los niños. 

-Porque es fiera como sus padres. Es apasionada y valiente como Jimin e inteligente como tú-explicó sin dejar de mirar a la pequeña princesa. -Será una gran reina-añadió el general con la voz teñida de absoluta devoción.

-Aún me asusta lo que ha sido destinado para ella-admitió Yoongi sin mirar a su amigo. Este colocó una mano en el hombro del rey y apretó con cariño.

-Lo hará muy bien, Simi traerá a Eria la paz que siempre hemos buscado. Nos tiene a todos a su lado y tiene a mi hijo que bebe los vientos por ella, llegado el momento, él también luchará a su lado-aseguró el guardia. Yoongi rodó los ojos y aquel gesto no pasó desapercibido para su amigo que rió levemente.

-Sé perfectamente lo que piensas, pero es lo que siento. Creo que la sangre silfo de tu hija ya ha elegido a su destino-aclaró Hobi ganándose una mirada reprobatoria del rey de Eria.

-Callate Jung o te destierro-amenazó este muy seriamente. Lejos de hacer lo que Yoongi le había ordenado, Hoseok sintió la necesidad de seguir atacando el lado sobreprotector de su amigo solo para molestarlo. 

-Eleanor me dijo que Jimin le había contado que en los diarios secretos de la princesa se repite demasiadas veces el nombre de nuestro hijo, parece que al final sí que seremos familia, amigo mío-explicó el guardia con una sonrisa de oreja a oreja. Yoongi se incorporó y se giró hacia él.

-Hoseok...-gruñó el rey haciendo reír a su amigo. Haciendo caso omiso de la advertencia Hobi sonrió y volvió a palmear el hombro de su amigo.

-No puedes pedir nada mejor, Donghwa la quiere desde el día que nació y la respeta-replicó el más joven -Además, tu hija lo lleva bien a raya, si a mi hijo se le ocurre hacer algo que la disguste, lo atravesará con su espada y se quedará tan tranquila-añadió. Yoongi lo miró y dejó que un sonoro suspiro abandonase su cuerpo.

-Cállate ya, hombre, como dices eso. Además, solo son dos niños, míralos, lo único que quieren es competir por ver quien es mejor con la espada-objetó señalando a los pequeños que peleaban incansablemente.

-Deberías comenzar a asumir, Yoongi, que cuando llegue el momento, él será el elegido y tu y yo seremos familia-sentenció el guardia.

-Que Eria me acoja, eres un cotilla-se quejó Yoongi pasándose las manos por la cara.

-Es la sal de la vida, Min Yoongi-respondió Hobi únicamente sin dejar de sonreír.

-No te soporto-murmuró mirando alrededor intentando huir de su amigo. -Por cierto, ¿donde están los demás?-preguntó intentando cambiar de tema. Hoseok rió levemente y decidió dejarlo en paz al menos por ese momento.

-Jungkook y Taehyung han ido al lago. Lia está preparada para conocer la forma mágica de Tae y afrontar la suya-explicó tranquilamente. Yoongi asintió y una sonrisa asomó en sus labios. 

-Ya era hora, la niña necesita saber cuál es su verdadero origen-respondió únicamente. Su amigo le dio la razón.

-Es normal que la protejan, a Jungkook le aterra que sufra lo mismo que Taehyung cuando era joven-argumentó el rey recordando los sucesos tras la llegada del tritón. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar que aquello pudiese pasarle a la pequeña Lia. Era la primera hija que sus amigos habían querido adoptar y aunque era mucho más pequeña que Simi, en cierta parte le recordaba mucho a ella.

-¿Y Namjoon y Jin?-preguntó de nuevo el rey intentado disipar los pensamientos que le habían surgido sobre la pequeña sirena.

-¿Te contesto?-respondió Hobi irónico. Yoongi abrió los ojos y sus mejillas se colorearon al instante.

-No gracias, me hago una idea-murmuró cohibido. Su amigo se rió y palmeó su pierna. -Les ha costado pero por fin están como debieron estar desde el principio-añadió el rey. Un pequeño atisbo de alivio cruzó su pecho al comprobar que la vida en esos momentos era tan fácil como seguir adelante y esperar.

-Pues si, ahora solo nos queda esperar viejo amigo-contestó Hobi como si leyese su mente. Ambos se sonrieron y se prepararon para pasar una agradable tarde bajo el sol del verano vigilando a sus hijos que no paraban de jugar. Apenas habían pasado unos minutos cuando uno de los guardias que se había incorporado en los últimos meses a la guardia de Eria, apareció con cara de circunstancia en el patio.

-Majestad, el rey Jimin le reclama en sus aposentos-informó el joven. Yoongi resopló.

-Voy ya mismo, gracias-contestó. El joven guardia asintió y se giró ligeramente hacia Hobi que lo miró con seriedad.

-General, será mejor que usted también le acompañe, lady Eleanor también reclama su presencia-añadió el guardia. Hobi resopló de la misma manera que anteriormente lo había hecho su amigo y escuchó una pequeña risita proveniente de este.

-Ahora vamos, gracias Hyun-respondió también el aludido con visible cariño hacia aquel muchacho al que él mismo había entrenado.

-Simi, Donghwa, no os mováis de aquí-gritó Yoongi levantándose del banco. Los niños se giraron un segundo pero luego siguieron a lo suyo.

-Yo la cuidaré, tío Yoongi-gritó el niño mientras intentaba que Simi se quedase quieta.Esta dejó salir un gritito de frustración y volvió a golpear a su amigo con laespada.

-No necesito que me cuides, yo me defiendo sola-replicó la niña sin dejar de atacar al muchacho.

-Ves, creo que se gustan-afirmó el más joven. -¿Cómo llevas que en el futuro tu hija vaya a elegir a mi hijo como destino?-volvió a preguntar para seguir chinchando a su amigo. Este suspiró cansado.

¿Y tú cómo llevas la idea del destierro?-preguntó Yoongi antes de que ambos rompiesen a reír a carcajadas.

Ambos amigos se marcharon entre risas caminando al lugar donde sus respectivas parejas los habían reclamado, mientras los dos pequeños seguían peleando con sus espadas de madera. En el último golpe, Simi acertó a evitar el ataque de Donghwa y este cayó al suelo sin poder evitarlo. La niña celebró su victoria y luego se cruzó de brazos.

-¿Que es un destino Donnie?-preguntó Simi con inocencia. Había escuchado a sus padres y a sus tíos hablar de aquella palabra cientos de veces, pero nunca había sido capaz de conseguir que nadie le explicase qué era. Donghwa se quedó sentado en el suelo y miró a su amiga antes de encogerse de hombros confuso.

-Supongo que es un postre-contestó el niño con indiferencia. Simi se encogió de brazos y se preparó para volver a empuñar la espada contra su amigo que se estaba levantando del suelo después de su último ataque. 

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Hola a todos :)

Bueno, ya estamos aquí con el penúltimo capítulo de Eria. Si, si, como leeis, esto se acaba. No nos queda nada y estaremos diciéndoles adiós a estos personajes a los que amamos tanto. 

Bueno, sé a ciencia cierta que ahora mismo, debéis estar deseando matarme por la montaña rusa de emociones en las que os he subido, pero bueno, espero que haya merecido la pena. 

Sin más que decir, porque todo está dicho ya. Espero de corazón que os esté gustando. Y...

Nos leemos en el siguiente :)

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