Capítulo 23. Lucero
Jungkook bostezó con fuerza mientras caminaba por la planta baja del castillo. Había pasado toda la noche de guardia en la torre y la magia creciente de la bebé le había absorbido las fuerzas. Se sentía agotado, pero lo único que tenía en mente esa mañana era encontrar a Taehyung y poder achucharlo y mimarlo hasta la saciedad. Él, su otra mitad, le aportaría la fuerza que la magia le había arrebatado.
Caminó despacio hacia los establos y lo vio a lo lejos acariciando con cariño el hocico del caballo de Jimin. Cuando se acercó, el tritón sintió su presencia y se giró hacia él con una pequeña sonrisa.
-Hola-dijo Taehyung únicamente. Dio un par de saltitos y cuando Jungkook llegó a su lado, se abalanzó sobre él y enredó los brazos alrededor de su cuello para darle un beso. El menor se dejó mimar y se deleitó con aquel roce dulce de la boca del tritón sobre la suya.
-Hola pececillo-contestó cuando Tae dejó de repartir adorables y pequeños besos por toda su cara. Intentó sonreír, pero un nuevo bostezo interrumpió el momento.
-¿Estás bien?-preguntó el mayor intentando reprimir una sonrisilla. El Tantek asintió.
-Si, solo estoy cansado. Últimamente en este castillo no hay ni un solo día de paz-contestó apoyándose contra la puerta del establo. Sirio golpeó su brazo buscando atención y Jungkook se tomó la molestia de acariciar al caballo y robar una zanahoria de la bolsa de alimento para darle un capricho al animal.
-Es lo que tienen las guerras, no dan tregua ni descanso y nosotros tenemos al enemigo respirándonos en la nuca-comentó Taehyung. El joven asintió y suspiró asustado por lo que aquello significaba. Todos tendrían que pasar por ese trance, enfrentarse a los carroñeros y lo que más miedo le daba a Jungkook; perder a sus seres queridos ahora que volvía a tenerlos. Sacudió la cabeza para deshacerse de aquellos horribles pensamientos y se cruzó con la interrogante mirada de su pareja.
-Vienes de la torre, ¿verdad?-inquirió el tritón mirándolo con el ceño fruncido.
-Si, Nam me ha relevado en la guardia, Jimin no confía en nadie más y Hobi está con Eleanor y con el niño. Jimin se ha quedado con Yoongi, sigue inconsciente y está débil, pero si alguien puede salvarlo, ese es Jimin. Me he pasado por sus aposentos, se lo he dicho antes de irme, está agobiado, triste y débil por la magia debilitada de Yoongi y de la niña-explicó Jungkook con gesto apesadumbrado.
-¿Y tú cómo estás? Últimamente cuando salís de allí, todos estáis como abstraídos por la magia-volvió a preguntar el tritón. El Tanket suspiró agotado.
-No te preocupes, solo es cansancio-respondió intentando no preocuparlo demasiado con sus pensamientos. -Solo quería verte Tae, contagiarme de tu sonrisa y darte una cosa que llevo días intentando darte-añadió arrancando una tímida sonrisa de los labios del tritón.
-¿A mi?-preguntó este con voz ilusionada. Jungkook tomó su mano fría entre las suyas y sonrió también.
-A mi pareja, sí-afirmó el moreno. Taehyung sintió cómo a pesar del frío exterior, sus mejillas se calentaban por aquellas palabras.
-Si lo dices así suena más que bien-murmuró mientras escuchaba a Jungkook reír por la evidencia de su bonito sonrojo.
-Es una tontería, pero cuando estuvimos en una de las guardias del pueblo lo vi y no pude resistirme-explicó el guardia mientras se pasaba la mano por el pelo para colocar un par de mechones oscuros que se habían escapado de su recogido.
Abrió la pequeña bolsita de tela y dejó caer su contenido sobre la palma. Una fina cadena plateada brillo bajo la tenue luz que dejaban pasar las nubes. El joven tritón abrió los ojos emocionado.
-Es orfebrería fina de plata Eriense-explicó el más joven sin dejar de mirar la pequeña cadenita. Taehyung ahogo un jadeo al escucharlo y lo miró fijamente con los ojos brillantes.
-Te ha tenido que costar una fortuna-murmuró con la voz rota por la emoción.
-No es lo que haya costado, es que lo vi y pensé en ti, en cómo te arriesgas cada vez que te conviertes en el agua y dejas tu anillo lejos. Entonces se me ocurrió que esto podría ayudarte y darte paz si cada vez que te metas al agua llevas tu anillo cerca para poder usarlo si es necesario-explicó Jungkook. Su pareja sonrió enternecido por la preocupación del Tanket ante su seguridad y se acercó para abrazarlo.
-Te quiero, Jeon Jungkook-confesó colgándose de su cuello de nuevo. El Tanket lo abrazó por la cintura y sonrió colando sus cálidas manos bajo la liviana blusa del tritón.
-No es para tanto, solo es un detalle...-contestó modestamente. -¿Quieres ir a probarlo?-preguntó. Tae rió con fuerza.
-Cualquiera que nos escuche tan solo la idea de ir al lago con este frío, pensaría que estamos locos-objetó el mayor risueño. Jungkook dejó escapar una sonora carcajada.
-Vamos, soy un Tanket, mi piel está hecha para ser una estufa-comenzó a decir con convicción. -Y tu mi querido pescadito, estás acostumbrado al agua helada del mar de Ilma, esto solo será un baño refrescante-replicó el Tanket sin borrar aquella dulce sonrisa.
Y tal como lo habían dicho, ambos pusieron rumbo hacia el lago.
Caminaron durante unos minutos charlando animadamente mientras Taehyung se colgaba del brazo del menor sonriendo y agradeciéndole continuamente el regalo. Jungkook se contagió de aquella bonita sonrisa y contempló al tritón bajar corriendo por la ladera ansioso por volver a sumergirse en su elemento.
Cuando llegó a su lado, Taehyung volvió a agradecerle el regalo y el Tanket besó con cariño el lunar de la nariz del tritón. Luego se alejó un par de pasos.
-Te daré intimidad-dijo únicamente mientras se giraba hacia el camino por el que habían venido. Tae sonrió enternecido y procedió a quitarse la ropa para meterse en el agua. Cuando se metió en el agua, el frescor en su piel le hizo suspirar de alivio por el contacto de su elemento con su cuerpo.
Deslizó su anillo plateado por su dedo y lo colocó en la cadena que Jungkook le había regalado y que pendía de su cuello bajo la ropa. Segundos después, el agua empezó a ebullir a su alrededor haciendo renacer sus cola de brillantes escamas. Coleteó un par de veces y se salpicó a sí mismo acostumbrándose a la nueva condición.
-¿Jungkook? Puedes girarte, ya me he transformado-dijo el tritón alzando un poco la voz y girándose para ver a su chico de espaldas a él, dándole la privacidad que le había prometido.
El aludido hizo lo que Tae le habia dicho y cuando sus ojos se encontraron una pequeña sonrisa se extendió por los labios de ambos. Luego el tritón se zambulló bajo el agua para comenzar a nadar.
Lo vio chapotear desde la orilla con aquellas escamas relucientes bajo la luz del día y pensó una vez más en lo precioso que era. Y era suyo, era su amor y le correspondía. Se despojó de su ropa con timidez aprovechando que el mayor no lo estaba mirando y luego se sumergió en el agua helada que le puso los pelos de punta al contacto con su abrasadora piel.
Cuando elevó la vista, el tritón había emergido del agua y se había quedado mirándolo fijamente apoyado en una roca cercana.
-¿Disfrutas del espectáculo?-preguntó Jungkook con retintín elevando una ceja. Una enorme sonrisa se extendió por el rostro mojado de Taehyung.
-Que Tanket más creído, ni que fueses tan guapo-chinchó. Jungkook rió por aquel pícaro comentario de su chico mientras lo veía sumergirse al lado de la roca y chapotear con sus brillantes aletas hacia él. Cuando volvió a salir a la superficie justo a su lado, las escamas rozaron la piel de su piernas provocando una agradable sensación.
-Voy a quitarme el anillo para convertirme ¿vale?-avisó el mayor con un pequeño temblor en sus manos. El menor asintió y lo vio dudar. -No te asustes por favor-pidió bajando la mirada para ocultar el sonrojo de sus mejillas. Jungkook colocó delicadamente su mano bajo su mentón y lo obligó a mirarlo a la cara.
-Nunca me asustaría de ti-aseguró el menor en un murmullo. Taehyung asintió despacio y luego soltó la cadena de su cuello. Como si cuidase cada movimiento guardó en su mano el anillo y luego volvió a abrochar la fina cadenita para dejarla colgando sobre su pecho. Respiró hondo un par de veces y luego deslizó el anillo de nuevo por su dedo. Jungkook ni siquiera podía parpadear sintiendo la tensión del momento en cada poro de su piel.
Inmediatamente, a su alrededor, el agua comenzó a burbujear por la magia de la transformación del tritón y la expresión cruda de este le puso los vellos de punta. No sabía lo que estaba sintiendo el chico en ese momento, ni siquiera sabía si le estaba doliendo o si el exceso de magia lo agotaba, ya que nunca lo había mirado transformarse tan de cerca.
-¿Estás bien?-preguntó acercándose para sostenerlo entre sus brazos. Taehyung abrió los ojos enormemente y los fijó en el rostro serio de Jungkook. El Tanket contuvo el aliento y un escalofrio recorrio su cuerpo al caer en la cuenta de la desnudez del tritón.
-¿Tienes frío?-preguntó el tritón retirándose el pelo de la cara. Jungkook negó, su piel estaba acostumbrada al invierno y el calor de nacimiento no permitía que el frío se quedase en su cuerpo sin convertirse en una apacible sensación.
-Pero estás temblando-comentó de nuevo preocupado. Jungkook volvió a negar con la cabeza.
-No tiemblo por eso, es que soy un estúpido-contestó el menor sintiéndose realmente así. Entendiendo por fin, porque las mariposas de su estómago lo hacían ponerse nervioso cuando el tritón se le acercaba.
-Jungkook por favor no digas eso, ¿qué ocurre?-preguntó Taehyung afligido por la manera en que el Tanket se había referido a si mismo.
-Eres lo más bonito que han visto mis ojos, todo tu, tu forma de tritón, tu forma humana...creo que te amo...-declaró Jungkook embelesado por aquellos ojos tan bonitos taladrando hasta su alma.
-¿Lo crees?-inquirió en un murmullo el más mayor. El Tanket asintió levemente.
-Yo...nunca he sentido amor por nadie, no sé qué se siente, pero supongo que tiene que ser algo parecido a esto-explicó muy despacio meditando cada palabra. Y Taehyung tuvo ganas de llorar al escuchar aquellas palabras. Él siempre había sentido amor, primero con su familia, con su queridísimo hermano y luego con Jimin. Más tarde lo había encontrado a él y aquel odio que habían sentido y que luego había traspasado las fronteras del amor, le había aportado todo aquello que su joven, frío e inexperto corazón habían anhelado en secreto.
-¿Que sientes Jungkook?-preguntó el joven tritón en voz baja. El rubor cubrió sus mejillas por el tono profundo que estaba tomando la conversación.
-Mira-musitó llevando su mano a la delicada muñeca del mayor. Este se dejó hacer y contempló en silencio como el Tanket llevaba su mano hasta colocarla dulcemente sobre su pecho caliente. Taehyung suspiró al sentir bajo su palma el corazon acelerado de Jungkook.
-Cuando te miro, siento que no hay nada más a mi alrededor, siento que el mundo se me viene encima si te pasase algo, mi corazón late acelerado cuando sonríes y la vida tiene un poquito de sentido. Pienso en el futuro y en lo que se viene y tengo miedo Tae, miedo de que te arrebaten de mi lado, miedo de que puedas mirar a alguien como me miras a mi ahora. Eres lo único preciado que he tenido en mi vida y aunque a veces nos peleemos y salten chispas, sé que siempre te voy a querer y que mi promesa de protección te seguirá allá donde vayas-explicó sin dejar de mirarlo a los ojos. El tritón tuvo que parpadear ante aquellas palabras que habían cristalizado sus ojos. Jungkook tenía razón. Aunque a veces sus poderes saltasen como enemigos, era la muestra de que sin duda, eran el complemento del otro.
El silencio lo inundó todo en aquel bosque. Con la nieve derritiéndose por momentos a su alrededor y el sonido de las hojas moviéndose al compás del viento, aquel momento pareció volverse tan idílico que ninguno de los dos quería hacer el siguiente comentario. Jungkook respiró agitado cuando contempló los labios ajenos y una fugaz idea cruzó su mente. Esta vez no se reprendió, no, porque sabía que su pareja sentía lo mismo, asi que se preparó para decir con palabras lo que su cuerpo estaba proponiendo.
-Taehyung, quiero entregarme a ti de todas las formas posibles y que tu también te entregues a mí de esa manera-murmuró. Sintió el calor pudoroso recorrer su rostro e instalarse en sus orejas y sus mejillas. -¿Puedo tocarte?-añadió avergonzado por la propuesta que acababa de realizar.
Taehyung tragó saliva sin dejar de mirar aquellos ojos negros que lo estaban derritiendo. Asintió cuando el leve sonrojo de las mejillas ajenas le confirmó que estaba tan nervioso como él y dio un paso tembloroso hacia el cuerpo del joven Tanket que lo acogió entre sus brazos. Acarició sus mejillas coloreadas y deslizó su mano levemente por su cuello, notando el pulso acelerado del joven que inmediatamente se precipitó hacia su boca para saborearla con ansia.
Así pronto se convirtieron en un lío de cuerpos desnudos enredándose entre sí. Y fue allí, en aquel lago, donde Taehyung se sentía tan cómodo y poderoso que se dejaron llevar por todos aquellos sentimientos que se escondían bajo su piel. Y solo el bosque fue testigo de su pasión, acallando todos los sonidos que salieron de sus bocas cuando por fin, tritón y Tanket se fundieron en un solo cuerpo y un solo corazón. Aquello que había comenzado en una intensa pelea de cenizas, en ese momento se convirtió en el desenlace perfecto para admitir que ambos llevaban al otro en el alma y se habían enamorado sin remedio.
El silencio y la oscuridad eran aterradoras. No sabia cuanto tiempo llevaba caminando entre la espesa nada, ni sabía donde se encontraba exactamente, solo sabía que se dirigía con pesadez hacia una luz al final de aquel recorrido, una luz que le aterraba y que cada vez parecía más lejana.
A lo lejos, un par de siluetas grises aparecieron de la nada y caminaron despacio para colocarse delante suyo. Yoongi los escrutó y se tapó los ojos intentando que la luz no le molestase en los ojos. Pudo comprobar que la pareja de siluetas estaba compuesta por un hombre y una mujer. y que a mujer parecía llevar un vestido largo blanco y etéreo y el hombre, que era bastante alto, parecía llevar un traje muy conocido para él. Dio unos pasos más y la pareja se dirigió a su encuentro. Cuando llegaron casi al mismo lugar, el rey de Eria de quedó quieto en el sitio y sus piernas comenzaron a temblar exageradamente ante la visión que le ofrecían sus ojos.
-Yoonie-musitó la mujer casi al borde de las lágrimas. Yoongi parpadeó al oír aquel apodo cariñoso. Delante suyo estaba aquella mujer con los brazos extendidos y le había llamado por el mote cariñoso que utilizaba su madre con él.
-¿Mamá?-preguntó confuso. Cuando ella asintió, Yoongi dio un par de pasos hacia delante y la abrazó con fuerza casi elevándola en el aire.
-Hola tesoro-jadeo la mujer al sentir el fuerte abrazo que su hijo le estaba dando. De pronto, otro par de brazos los envolvió y Yoongi sonrió sintiendo que se pondría a llorar de un momento a otro.
-Hola pequeño-murmuró la voz grave de su padre.
-Papa-gimoteó dejando caer su cabeza contra el pecho de su padre.
-¿Qué hacéis aquí? ¿Estoy muerto?-preguntó el joven rey asustado. Su madre negó rápidamente con la cabeza y agarró sus manos con las suyas que estaban demasiado frías.
-Eso solo puedes elegirlo tú, solo queríamos hacerte una pequeña visita para recordarte lo orgullosos que estamos de ti-explicó su padre seriamente. Su madre avanzó de nuevo hacia el con una sonrisa ilusionada.
-Cuánto has crecido mi niño-murmuró su madre volviéndolo a abrazar. Yoongi asintió conmocionado por toda aquella oleada de emociones.
-Soy ese hombre que os prometí-anunció orgulloso recordando la promesa que hizo ante la tumba de sus padres. -He protegido Eria, me he unido con el hombre de mi vida y vamos a ser padres...vais a ser abuelos-añadió con una pequeña sonrisilla ilusionada. Sus padres se contagiaron de aquel gesto tan bonito y por primera vez pareció que nada había pasado y que seguían siendo los mismo que tantos años atrás. Yoongi volvió a sentirse muy pequeño y se dio cuenta de que ya no le debía nada a aquel niño que lloraba por las noches porque sus papás ya no estaban con él, ni tampoco a aquel adolescente coronado ante un pueblo temeroso por su futuro que depositaba en él todas las responsabilidades de un adulto. Por primera vez, Yoongi sintió que se había convertido en el hombre que debía ser.
-Lo sabemos, no sabes el orgullo que sentimos tu madre y yo. Has cuidado de Eria incluso mejor de lo que yo lo habría hecho, te has sabido ganar a tu pueblo y has conseguido vencer todas las barreras que tú mismo te has impuesto-comentó con orgullo su padre. Yoongi sonrió imperceptiblemente dándose cuenta de que todos sus miedos solo habían sido creados por su mente y que sus padres, allí donde estuviesen, lo veían y guiaban con orgullo. Cuando intentó contestar, sintió un fuerte pinchazo en el abdomen, justo donde recordaba haber sido herido y aquello le robó el aliento doblándolo por la mitad. Se dejó caer de rodillas y boqueó asfixiándose en el frío y marmóreo suelo.
-Hijo, ¿te encuentras bien?-preguntó su padre un poco asustado. Yoongi asintió despacio.
-Estoy cansado, papá, es como si algo me estuviese asfixiando y ni siquiera pudiese sentir la magia de Jimin-respondió asustado. Su padre solo se incorporó y lo sujetó del brazo para ayudarlo a levantarse con él.
-Fue la magia de Jimin precisamente la que te salvó y la que te tiene en este estado. Aunque él no lo sabe, tu bebé y tu esposo te están dando una nueva oportunidad para volver con ellos, pero, si decides irte y dejar de luchar, todo el mundo lo entenderá. Tus heridas son graves y tardarás en sanar, pero eso solo puedes elegirlo tú-explicó su padre con suma paciencia. Yoongi lo miró asustado. Debía tomar la decisión más difícil de su vida, vivir la vida que había planeado con Jimin y su hijo o morir y acabar con todo lo que había sufrido quedándose para siempre con sus padres. Su mente trabajó a mil por hora, pero no tuvo que pensar demasiado cuál era la respuesta a aquella silenciosa pregunta.
-No puedo dejar a Jimin, aunque nuestro bebé lo soporte, se hundirá en la tristeza de haber perdido a su destino y mi hijo me necesita, aunque se tienen el uno al otro, somos una familia-explicó sintiéndose un poco culpable por aquella decisión. Sin duda no quería volver a dejar a sus padres, pero ellos ya no estaban y Jimin y el bebé seguían estando vivos y esperaban su vuelta anhelantes de una vida lo más plena posible.
-Entonces no tienes nada que pensar, corazón, ese hombre te ha salvado la vida y te necesita a su lado, seréis una preciosa familia como lo fuimos nosotros-sentenció su madre.
-Recuerdale siempre a Simi que sus abuelos la adoran aunque no hayan podido conocerla-añadió su padre. El joven rey alzó una ceja.
-¿Simi?-preguntó Yoongi confuso. Su madre dejó ir una risita dándose cuenta de que su marido había metido la pata.
-No nos corresponde decírtelo a nosotros, pero, es una preciosa niñita la que te espera en esa torre hijo, Jimin te ha estado esperando para hacértelo saber-explicó la mujer con cariño. El corazón de Yoongi latió aceleradamente dentro de su pecho y sintió un picorcillo familiar en los ojos que le indicó que estaba a punto de ponerse a llorar. A pesar de los deseos de todo el reino de que los reyes de Eria tuviesen un varón, el siempre se había imaginado una pequeña nenita rubia, fuerte y valiente como Jimin con los ojos azules como los de cualquiera de sus padres y con los poderes de Orka y Eria surcando su cuerpo.
-Tengo que volver a su lado-aseguró con fuerza. Su madre asintió y acarició con delicadeza su pelo negro.
-Entonces ya está decidido-murmuró ella. Su padre a su lado sonrió débilmente y se acercó a él para dejar un par de palmaditas en la espalda de su hijo.
-Me encantaría volver con vosotros, de hecho hasta que Jimin apareció en mi vida no deseaba nada más, pero ahora tengo razones para seguir adelante, mi esposo y mi bebé me necesitan-intentó justificar Yoongi. Su madre negó levemente y posó un dedo sobre sus labios que el joven besó inconscientemente para sentirla cerca de nuevo.
-Lo entendemos perfectamente mi niño, acuérdate de que tus padres nunca te abandonan-declaró su madre.
-Estamos contigo allá donde vayas, hijo mío-sentenció su padre. La luz a su espalda se hizo mucho más potente, era hora de cruzar, debía seguir viviendo y luchar por Jimin y su hija, aunque eso significase que el anhelo de volver a estar con sus padres quedaría solo en eso; Un anhelo.
-Os quiero muchísimo y os echo de menos cada día-declaró finalmente. La voz se le quebró a medio camino por la emoción y tuvo que respirar un par de veces para no echarse a llorar como un niño y poder llegar a negarse a abandonarlos.
Y nosotros a ti mi amor-contestó su madre con una sonrisa emocionada.
Yoongi dio un par de pasos inseguros y miró una vez más sobre su hombro para observar a sus padres despidiéndose con una sonrisa en el rostro. Luego volvió a dar otro paso, cuando se sumergió en la luz, todo estalló en mil pedazos a su alrededor y gritó asustado, pero luego todo volvió a llenarse de paz. Solo una pequeña y melodiosa voz tarareando una canción rompió el silencio. Y entonces, sus sentidos volvieron a activarse y la espesa negrura que reinaba a su alrededor se disipó cuando abrió débilmente los ojos.
Seokjin suspiró abrumado mientras todo el mundo comía relajado a su alrededor. Los dos lugares a su derecha se encontraban vacíos por la falta de su hermano y el Tanket, así que supuso que estaban juntos y que por eso no habían aparecido a la hora de comer. A su izquierda, el lugar de Namjoon también se encontraba intacto ya que en aquellos momentos se encontraba realizando su guardia en la torre. Contempló los dos lugares un poco más allá y volvió a suspirar apenado. Hacía semanas que Jimin no bajaba a comer al comedor, sino que se dedicaba a velar todo el rato por su esposo malherido en sus propios aposentos y pedía que la comida se le subiese allí. A veces, el tritón se sentía realmente solo.
Cuando miró hacia delante, los ojos de Hobi estaban fijos en él.
-Es normal que te sientas asi, todos estamos algo ocupados y ya no pasamos el mismo tiempo juntos-comentó el joven guardia como si hubiese leído su mente. Jin se sintió descubierto y apretó los labios.
-A veces me siento un estorbo-contestó con sinceridad. Por fin lo había dicho, aquello que llevaba tanto tiempo guardando en el fondo de su corazón, por fin había sido revelado.
-No digas eso, eres nuestro amigo y la pareja de Nam, estamos encantados de que estés aquí-replicó Hobi casi molesto por aquellas palabras. -De todas formas, si quieres buscar alguna función, siempre puedes hablar con Jimin para que juntos encontréis algo que hacer-sugirió encogiéndose de hombros.
-Gracias Hobs-contestó únicamente.
El joven le quitó importancia y sonrió con aquella sonrisa blanca y sincera mientras se levantaba de la silla con Donghwa llorando a pleno pulmón. Jin lo imitó y se despidió de Eleanor para encaminarse hacia la torre y hacerle una visita a Namjoon antes de ir a hablar con Jimin.
Mientras caminaba, aquellas palabras que Hobi le había dicho se clavaron más en su corazón y aliviaron sus alborotados sentimientos. No era ningún estorbo y todos lo querían allí con ellos.
Al llegar al pasillo donde estaba ubicada la torre, pudo sentir la magia furiosa del bebé surcar la fría atmósfera del castillo. Al acercarse, pudo comprobar cómo el guardia al que estaba buscando, permanecía sentado en una silla, reposando con los ojos cerrados y un libro de plantas en la mano.
-¿Echándote una siestecita mientras estás de guardia, Kim?-preguntó irónicamente con una sonrisa. Namjoon ni siquiera se movió.
-Esta magia es tan fuerte que va a matarme-murmuró el aludido únicamente con un hilillo de voz. Abrió los ojos lentamente y los enfocó en el tritón que sonreía enternecido.
-Nos está afectando a todos, es increíble lo que puede hacer un bebé-apoyó este con un ligero asentimiento. El sanador asintió también y se incorporó un poco para acercarse a Jin y agarrar sus manos con cariño. Dejó un beso sobre sus nudillos y sonrió. Seokjin lo observó durante un breve momento y se repitió una vez más lo mucho que amaba a ese hombre.
-Nam, ¿puedo besarte?-preguntó tímidamente. El sanador sonrió encantado por aquella propuesta
-No tienes que pedirme permiso, para mi es toda una bendición-confesó el más joven. Jin sonrió encantado y deslizó las manos por los hombros del guardia. Ambos se fundieron y derritieron en aquel beso demasiado caliente y dulce como para evitar apegarse más el uno al otro. Seokjin enredó sus dedos en el cabello oscuro de su pareja, pero cuando una de sus manos se deslizó por sus pectorales y se coló tibia dentro de su camisa, el sanador dio un respingo y finalizó el beso.
-Espera Jinnie, cualquiera podría vernos y malinterpretar las cosas-murmuró Namjoon empujándolo ligeramente por los hombros para apartarlo.
El tritón iba a quejarse y a preguntar cuál sería la mala interpretación de que alguien los encontrase besándose, cuando el sonido de unos pasos acelerados los interrumpió. El rey silfo apareció junto a ellos unos segundos después, con la respiración agitada por la magia que recorría su cuerpo. Se apoyó contra la pared y suspiró agotado.
-Hola chicos-murmuró respirando entrecortadamente.
Jin lo abrazó como siempre hacía y luego Nam se acercó a él para elevarlo con cariño entre sus brazos y evitar que se agotase aún más al subir las escaleras.
-Florecilla, ¿como te encuentras?-preguntó el sanador utilizando aquel apodo cariñoso. Jin a su lado, frunció el ceño con un pequeño pinchazo en su corazón.
-Bien, gracias Nam, solo estoy agotado-contestó Jimin mientras se dejaba llevar por el sanador hasta la puerta de la torre.
-Avísame si necesitas algo-pidió el guardia. Jimin asintió y lo vieron desaparecer en silencio tras aquella puerta. El silencio lo inundó todo y se volvió denso y frío cuando ambos volvieron a encontrarse al final de los peldaños.
-Aún sientes algo por él ¿verdad?-preguntó el mayor con el corazón latiéndole a toda velocidad. Namjoon abrió los ojos sorprendido. No había entendido muy bien porque el ambiente había cambiado con la aparición del silfo, pero en ese momento pudo saberlo con certeza.
-No es lo que estás pensando-aseguró. -Siento un profundo respeto por Jimin, el es mi rey, el marido de mi mejor amigo y el padre de la futura princesa. Lo que pasó entre nosotros fue solo algo pasajero-explicó azorado. El silencio de Jin le erizó la piel y tuvo ganas de ponerse a llorar por la expresión dudosa en el rostro del tritón.
-Le llamas florecilla-dijo este únicamente.
-Es algo cariñoso, pero si te molesta dejaré de hacerlo-prometió tirando de su mano para que se sentase sobre sus rodillas. El tritón lo miró fijamente desde esa nueva altura y suspiró inseguro.
-No me molesta Nam, es solo que me siento inseguro, hace unos meses que nos declaramos y desde entonces siempre intentas esquivarme cuando quiero dar un paso más allá en nuestra relacion o quiero sobrepasar todas esas barreras que tú mismo te has impuesto y ya no se si es porque no te atraigo lo suficiente-declaró el tritón sintiendo su corazón estrujarse ante aquella posibilidad. El sanador agachó la mirada y suspiró frustrado dándose cuenta de que la conversación que había intentado evitar a toda costa debía ser llevada a cabo en ese preciso momento. Miró a su pareja a los ojos y nuevamente volvió a darse cuenta de lo profundo que se había colado en su corazón.
-No digas eso, eres precioso. Voy despacio contigo Jinnie, quiero respetarte y voy despacio porque tengo miedo de cometer un error, que cambies de idea y te vayas como pasó con Hee-Suuk. No quiero perderte-admitió el guardia con un nudo en la garganta. El tritón se acomodó más cerca sobre sus rodillas y negó ligeramente con la cabeza comprendiéndolo todo.
-Escuchame cariño, yo no soy ella, no voy a volver al mar nunca más. Cuando crucé las escaleras del Olimpo para buscar a Jimin, quería pedirle asilo en el bosque para huir del horror que habíamos sufrido bajo las aguas a manos de los humanos-explicó Jin con paciencia, intentando hacerle comprender que todos aquellos miedos nunca se harían realidad. Durante algún tiempo, se había dedicado a contemplar, cómo los miedos del joven sanador parecían no querer sanar en su corazón.
-¿Ibas a abandonar a tu hermano?-preguntó Namjoon incrédulo. El tritón asintió despacio con un gesto triste instalándose en sus labios.
-Si, porque sabía que algún día llegaría a entender el dolor de mi corazón al seguir en Ilma y me perdonaría-admitió encogiéndose ligeramente de hombros. Namjoon lo contempló. Aquel muchacho precioso que tenía entre sus brazos decía la verdad y le estaba entregando su corazón sin condiciones y el solo tenia uno y mil miedos que no le dejaban seguir adelante con Jin.
-No vas a irte, veo en tus ojos la verdad-comentó casi en un murmullo. Jin asintió y acarició el rostro del joven con las dos manos.
-Y una cosa más, tu no cometiste ningún error, fue ella la que lo cometió, y yo no pienso cometer el mismo error Nam, se perfectamente lo que siento por ti-añadió únicamente. El silencio los envolvió durante un segundo mientras se miraban fijamente.
El guardia respiró entrecortadamente por aquellas palabras y contempló aquellos ojos coralinos y llenos de verdad. Lo pegó más a su cuerpo afianzando sus dos grandes manos en la delicada cintura del tritón y este gimió sorprendido cuando sus bocas se pegaron en un beso caliente y furioso. De pronto un ligero carraspeo interrumpió aquel momento y Jin saltó para alejarse de Namjoon que se tocaba la frente avergonzado.
-Lo que tiene que oír un silfo por compartir destino con un hijo del aire-comentó Jimin risueño mientras sus amigos intentaban disimular y hacer parecer que allí no pasaba nada.
-Perdón-dijeron estos al unisono con un patente sonrojo en sus mejillas. El silfo rió y le quitó importancia con la mano.
-Me alegra ver que dos de las personas a las que más quiero en este mundo por fin son felices-admitió el más joven. Esas palabras los hicieron sonreír y Jin se acercó para abrazar a Jimin que parecía demasiado cansado y aun asi tenia bonitas palabras para ellos.
-¿Necesitas que te acompañemos?-preguntó cuando se separaron de aquel cálido abrazo. El silfo negó.
-Me viene bien pasear solo de vez en cuando-contestó con una sonrisa agradecida. Jin y Namjoon asintieron dándole su espacio y luego lo vieron marchar de camino otra vez hacia la alcoba real. El sanador carraspeó y cuando Jin se giró volvió a apegarse con firmeza a su cuerpo para besarlo apasionadamente.
-Te visitaré más tarde en tus aposentos si es lo que deseas-susurró Namjoon en medio de aquel beso. Jin tragó saliva y sintió como se le erizaba la piel ante aquel tono grave y seductor de su pareja. Cuando lo miró a los ojos asintió una sola vez, lleno de convicción.
-Te estaré esperando con la mejor copa de whisky herbolado-aseguró el mayor.
Juntaron sus frentes en un gesto de profundo cariño y luego Jin se marchó corriendo como un adolescente para perderse por los pasillos mientras el sanador se dejaba caer sobre la silla para continuar su guardia.
Durante días, Jimin no se había despegado de aquella cama excepto para atender las necesidades de su bebé en la torre. Se encontraba agotado y cuando por fin tenía un momento para descansar, la fiebre de Yoongi por las heridas que se infectaban constantemente, volvía y lo tenia en vela durante horas, incluso días esperando el peor desenlace.
Esa tarde, Namjoon los había visitado para curar de nuevo aquellas infernales heridas. Le había dado esperanza diciendo que no parecían infectadas, que incluso tenían un color bueno para la gravedad que presentaban. Tras la visita del sanador, Jimin había vuelto a su lado de la cama donde solía echarse a descansar después de hacerse cargo de los asuntos del reino en ausencia de Yoongi.
Bien entrada la tarde y presa del agotamiento, el silfo cerró los ojos. Estaba asustado, sentía el momento acercarse por la potente magia que desprendía su cuerpo y Yoongi no parecía despertar de su crónico letargo. No quería que su esposo se perdiese el nacimiento de su bebé, pero sobre todo no quería tener que hacerlo solo, ni mucho menos se veía capaz de aguantar el poder de tanta magia sin canalizarla en el hombre que era su destino. Un pequeño pinchazo lo distrajo de sus pensamientos y le hizo dolerse de músculos que ni siquiera conocía.
-Simi-susurró la voz de Yoongi en el tenso silencio de la habitación. Jimin abrió los ojos asustado y miró a su esposo que seguía inerte tendido sobre el colchón con los ojos cerrados.
-¿Yoongi?-preguntó inseguro. Se sorprendió cuando el silencio de la habitación le devolvió la leve y dolorida voz de su esposo.
-Simi-repitió Yoongi. Intentó abrir los ojos, pero la luz del atardecer lo cegó intensamente. Cuando pudo enfocar la vista y sintió el inmenso dolor en su cuerpo, supo que había vuelto a la vida. A su lado, el hermoso silfo rubio al que amaba, lo miraba como si estuviese viendo algo muy extraño. Su rostro estaba demacrado y las ojeras estaban presentes bajo sus bonitos y penetrantes ojos azules.
-Eria santa, es un milagro-gritó Jimin. Se incorporó y comenzó a dar tumbos sin saber muy bien qué hacer.
-Jimin...trae a Simi-murmuró Yoongi de nuevo. El aludido se volvió a sentar a su lado y agarró sus manos con delicadeza como había hecho durante todos los días que había permanecido en coma.
-No se que quieres decir mi amor, pero me alegro tanto de que estés despierto, estaba tan asustado por perderte-jadeó Jimin presa del llanto irrefrenable que le atenazaba.
-Agua-pidió intentando enfocar la vista. Jimin asintió sintiéndose estúpido mientras se enjuagaba las lágrimas de los ojos y se levantó corriendo hacia la repisa de la ventana donde había un vaso que llenó con el agua de la jarra que habían dejado en la mesilla.
Con sumo cuidado, ayudó a Yoongi a incorporar sólo la cabeza para poder beber y que ninguna otra parte de su cuerpo se moviese, intentando evitar cualquier desgarro o apertura nueva en las heridas. Jimin dejó el vaso en la mesilla y aquellos ojos pálidos lo miraron como si viesen un ángel.
-Voy a llamar a Nam-informó el silfo en un murmullo. Pero antes siquiera de poder moverse, la mano débil de Yoongi se aferró a su muñeca para detenerlo.
-¿Donghwa?-murmuró el mayor. Jimin asintió levemente.
-El pequeño está bien, quédate tranquilo. Luego lo verás, Eleanor lo ha traído cada día a visitarte. Lo salvaste y nos salvaste a todos una vez más-informó con una sonrisa tranquilizadora. Intentó sonreír, pero la sonrisa se desvaneció de su rostro cuando recordó a la joven niñera de Donghwa que había sido furtivamente asesinada en su propio castillo.
-Yo...Leora...-murmuró intentado incorporarse. Jimin lo paró poniendo una de sus manos en en su pecho y empujándolo levemente para que se quedase tumbado. El gesto de su rostro se ensombreció por un momento, pero consiguió recuperarse y calmarse a si mismo para no afectar más al mayor.
-Tranquilo cariño, Leora ya descansa-comentó para tranquilizarlo. Yoongi lo miró con los ojos encharcados en lágrimas como si estuviese a punto de echarse a llorar. -Realizamos un ritual según las costumbres de Eria y las del Bosque. Honramos su cuerpo durante tres días y luego la incineramos para que los mágicos poderes del viento pudiesen llevarse su cuerpo y su alma. Luego nos acercamos en comitiva al cementerio del acantilado. He hecho instalar una pequeña lápida con su nombre y debajo enterramos una rosa blanca para que con el tiempo y la energía mágica de las tormentas, pueda crecer un rosal y ella vuelva a vivir entre nosotros-explicó Jimin para intentar que su esposo se tranquilizase. Lo vio cerrar los ojos con fuerza y respirar agitadamente.
-No pude...yo, no pude...-comenzó a decir incapaz de contener las lágrimas más tiempo.
-No, no hagas eso-pidió el silfo intentando evitar que su convaleciente esposo se sintiera culpable por la pérdida de la joven. -No pudimos protegerla, pero nadie te culpa amor, nadie nos culpa por ello. Había signos defensivos en su cuerpo, Leora intentó defender a Donghwa y dio su vida por él-terminó de explicar. Dejó un segundo la mano de Yoongi y se enjuagó las pequeñas lágrimas que habían escapado de sus ojos
-¿Me llevarás a su lugar de descanso?-preguntó el mayor afligido. Jimin no pudo evitar sonreír ante la infinita bondad y respeto de su esposo hacia los habitantes de su reino.
-En cuanto te recuperes iremos a que puedas presentarle tus respetos-aseguró Jimin. Yoongi asintió despacio y se removió incómodo sobre el colchón.
-Quiero ver a mi hija-dijo de repente con un pequeño sollozo. Jimin abrió los ojos desmesuradamente, días antes, mientras dotaba la esfera de su bebé de magia, había sentido el sexo de su hija y emocionado había decidido contárselo a Yoongi, pero entonces la desgracia se había posado sobre el castillo de Eria una vez más con el secuestro de Donghwa y las heridas casi mortales del rey que lo habían sumido en un profundo coma. Por esa razón, la revelación de Jimin a Yoongi había sido aplazada y solo los más allegados a ellos conocían el sexo del bebé que los reyes de Eria estaban gestando.
-¿Cómo lo sabes?-preguntó Jimin sorprendido.
-He visto a mis padres-respondió el rey con un brillo de tristeza en sus hermosos ojos azules. Jimin ahogó un quejido en su mano y sus ojos volvieron a encharcarse en lágrimas entendiéndolo todo. Yoongi había estado muerto en algún momento y había luchado y abandonado a sus padres para volver a su lado. Como si leyese sus pensamientos, Yoongi alargó la mano para envolver la pequeña mano de su esposo.
-Mis padres...la llamaron Simi...es un nombre de Eria-procedió a explicar el mayor con la voz tomada por una profunda pena.
-¿Qué significa?-preguntó Jimin con curiosidad mientras se acercaba un poco más a Yoongi.
-Lucero del viento-contestó el mayor casi inaudiblemente.
-Ese será el nombre de tu hija-sentenció el silfo convencido. Yoongi parpadeó un par de veces y luego se recostó de nuevo en la cama mientras Jimin acariciaba sus manos con dulzura. -Haré lo posible para que puedas verla, te lo prometo, pero ahora debes descansar, tu fuerza es la mía y la de la pequeña princesa y ahora te necesitamos más fuerte que nunca-aconsejó el silfo volviendo a tapar con las gruesas mantas a su esposo. La habitación se fundió en un apacible silencio mientras ambos se miraban embelesados a los ojos.
-Jimin...te amo-murmuró Yoongi intentando reprimir un bostezo. El corazón del silfo revoloteó en su pecho a un ritmo frenético. Habían sido semanas pensando que jamás volvería a escuchar aquellas palabras de los labios Yoongi.
-Casi te mueres para poder volver a decírmelo-contestó con una sonrisilla emocionada tirando de sus labios.
Una pequeña y fugaz sonrisa escapó también de los labios del mayor que cerró los ojos para intentar descansar. Al cabo de unos segundos, su respiración volvió a ser pesada pero constante y Jimin respiró emocionado sabiendo que Yoongi había decidido luchar y volvería a despertarse.
-¿Quien es el bebé de papi?-gritó Hobi alzando a su hijo en el aire. El pequeño rió y babeó encima de su padre que no dudo en limpiarlo y volver a alzarlo en el aire.
Eleanor sonrió apoyando la cadera contra la cómoda mientras doblaba un pequeño pelele y lo guardaba en el cajón. Aquella habitación aun le daba escalofríos después del asesinato de Leora y el secuestro de su hijo, pero Donghwa y Hobi se habían ocupado de llenarla de risas y gorjeos a todas horas haciendo que sus pesadillas disminuyesen y se convirtiesen en sueños de un futuro mejor.
-¿Crees que Simi tardará mucho en nacer?-preguntó su esposo interrumpiendo sus pensamientos. Eleanor negó con la cabeza y se dirigió hacia ellos para acariciar con cariño la carita de su bebé, que no había dejado de reír por las atenciones de su padre.
-La magia de Jimin ya es insoportable y acercarse a la torre es un peligro para algunos de los seres mágicos del castillo, así que no, la pequeña estará muy pronto entre nosotros-respondió el hada recostándose contra el hombro de Hobi. Este deslizó el brazo por la espalda del bebé y lo afianzó contra su cuerpo para con la otra mano poder acariciar el rostro de su mujer.
-Más vale que Yoongi se recupere rápido, no quiero volver a verlo en coma en lo que me resta de vida-volvió a decir Hobi suspirando con fuerza. -Aun asi, Nam ha estado preparándose por si acaso-añadió dejando que Elsie cogiese a Donghwa de sus brazos.
-Lo se, pero Jimin no le dejará acercarse ni un centímetro a esa bendita torre llegado el momento. La fuerza del enlace de unión y la territorialidad de los silfos con sus bebés es demasiado grande en seres tan poderosos con ellos y el silfo solo puede canalizar en el padre-argumentó la chica abrazando al bebé. Este bostezó y cerró los ojos lentamente ante la melodiosa voz de sus padres.
-Podría ser peligroso para ambos-comentó Hobi preocupado. La chica encogió ligeramente de hombros y luego meció a su hijo entre sus brazos que comenzaba a quedarse dormido.
-Es su hija, podrán hacerlo, y sino todos estaremos aquí para darles hasta la última gota de nuestra magia-contestó únicamente. El joven guardia asintió firmemente. -Lo único que sé, es que esa niña va a nacer pronto-añadió su esposa con una sonrisilla. Y Eleanor no se equivocaba demasiado con aquella predicción.
Unos días más tarde, mientras Yoongi daba vueltas incómodo en la cama por la tirantez de las heridas en su abdomen, vio como Jimin jadeaba intentando no ahogarse en aquella magia tan potente.
-¿Estás bien?-preguntó Yoongi mientras se incorporaba en la cama para acercarse a Jimin. El joven silfo, que dormitaba agotado en la cama justo al lado de su esposo se giró para mirarlo con los ojos entrecerrados.
-Estoy muy cansado-murmuró únicamente. El mayor sintió un pinchazo en su cuerpo y luego se acercó un poco más para tocar con delicadeza la frente de Jimin.
-Estás ardiendo criatura, ¿crees que la niña va a nacer ya?-inquirió preocupado. Jimin asintió imperceptiblemente.
-Deberíamos llamar a Nam, no se si mi cuerpo me permitirá completar la gestación contigo-declaró Yoongi de nuevo incorporándose para salir de la cama.
-No-murmuró el silfo con voz grave y tomada por el dolor. -Si tu no puedes, lo haré yo solo, pero no llames a nadie-añadió. Su esposo se llevó las manos a las caderas y se armó de paciencia.
-Escuchame, amor, es mejor que haya alguien con nosotros, por si yo no puedo ayudaros-volvió a decir con cansancio.
-No-sentenció Jimin fríamente. -Nadie va a acercarse a mi bebé en un momento tan vulnerable-repitió firmemente. Yoongi suspiró abrumado por aquella tozudez del silfo que se negaba a ser ayudado y luego lo miró mientras la magia los envolvía y los ahogaba casi hasta quitarles la respiración.
-Entonces vamos, yo lo haré, yo estaré contigo-decidió Yoongi por fin. Jimin alzó los ojos y lo miró como si estuviese pidiéndole perdón por aquel instinto protector tan firme y que les podría complicar tanto las cosas. -No vas a hacer esto tú solo. Soy el heredero de Eria, podre ayudarte a traer a mi hija a este mundo-volvió a decir el mayor como si intentase convencerse a sí mismo.
El rey salió de la cama dando por finalizada aquella tediosa conversación y se vistió lo más rápido que pudo. No tenían tiempo ya que su hija estaba por nacer.
-Tengo que llamar a alguien para que nos ayude a llegar a la torre-murmuró el mayor entrelazando sus dedos con los del silfo y besando sus nudillos.
Jimin suspiró conmocionado por aquella petición. Tenía que ser así ya que Yoongi no podría ayudarlo a subir hasta la torre como tantas veces habían planeado
-Está bien-murmuró dejándose caer contra el colchón. El mayor acarició su pelo con dulzura y luego salió por la puerta lo más deprisa que sus heridas se lo permitieron.
Unos minutos después, mientras Jimin se aovillaba en la cama para reducir el dolor, la puerta se abrió de golpe y Yoongi volvió con Namjoon siguiéndolo de cerca.
Jimin, voy a cogerte en brazos y a llevarte a la torre-avisó el sanador. La respuesta fue muda y solo un pequeño gemido de dolor invadió los aposentos reales. De pronto, se sintió ligero como una pluma y el olor cítrico característico de Namjoon se coló por sus fosas nasales.
-¿Yoon?-preguntó débilmente.
-Estoy aquí criatura, estoy a tu lado-respondió su esposo acariciando su pelo. Escuchó un portazo tras su cuerpo y el frío del pasillo se coló por sus huesos en contraste con el calor excesivo de su cuerpo.
Caminaron deprisa hacia la torre con Jimin al borde de perder la consciencia y Namjoon subió las escaleras casi de dos en dos para llevarlo cuanto antes junto a su bebé.
-Estaré al otro lado Jimin, se que no me quieres ahí dentro, pero si no puedes más, avísame, te ayudaré-comentó el sanador. Yoongi terminó de subir las escaleras y entonces su esposo se dejó ligeramente contra su cuerpo. Él lo acogió entre sus brazos para guiarlo al interior de la cálida sala.
-Gracias-murmuró el silfo únicamente. Namjoon asintió, lo miró a los ojos, aquellos ojos azules demasiado profundos y aterrados y entonces cerró la puerta para darles la intimidad que pedían.
Yoongi lo guió despacio hacia el pequeño lecho de flores donde la esfera brillaba mucho más de lo que nunca la habían visto brillar y Jimin se precipitó de rodillas para dejarse caer a su lado
-Ya estamos aquí mi niña, tómate el tiempo que necesites-musitó el silfo. Yoongi respiró entrecortadamente cuando al agacharse, la herida de su abdomen comenzó a arder. -Podemos hacerlo-susurró más para sí mismo que para que Jimin lo escuchase.
La magia era tremendamente fuerte a su alrededor y los sonidos se mezclaban en su cerebro apabullándolo hasta casi hacerlo perder la cordura.
La esfera brillante, refulgía sin parar en el lecho y Jimin parecía estar a punto de echarse a llorar por el dolor de toda aquella magia surcando su ser. Yoongi se acercó despacio y quitó con delicadeza el canalizador del cuerpo del silfo para después dejarlo sobre la repisa de la chimenea. Respiró hondo un par de veces y volvió a acercarse a Jimin para dejarse caer a su lado.
-No te pongas en peligro, por favor, tu hija y yo te necesitamos-pidió el silfo en un lamento forzado que pareció una súplica.
-Tranquilo, si no puedo más me apartaré-prometió Yoongi para calmarlo.
Jimin asintió y lo miró fijamente a los ojos. Luego alzó un poco su rostro y rozó sus labios con dulzura como si quisiese agradecerle por quedarse a su lado. El mayor acaricio su mejilla y sonrió levemente.
-Te amo, criatura-murmuró. Bajo la vista hacia las manos temblorosas del silfo y las entrelazó con fuerza.
En ese mismo momento, un calor extremo cruzó su cuerpo, y la magia de Orka que residía en su cuerpo tras la unión, aleteó con furia alterando sus sentidos. Nunca había sentido tanta magia dentro de su ser, nunca se había sentido tan poderoso y a la vez tan débil, capaz de sucumbir ante aquella sensación tan fuerte.
Escuchó a Jimin esbozar quejidos cuando sus manos comenzaron a brillar al tocar la esfera y entonces empujó su magia hacia su esposo como tantas veces habían practicado. Lanzó todos sus escudos, toda la magia de Eria tibiamente combinada con la de Orka y la poca fuerza que había recuperado de sus dolorosas heridas se unió únicamente para dárselo a los dos seres más importantes de su vida. Largos minutos después, consiguió sentir un poco de alivio en toda aquella presión que le palpitaba en el abdomen y en la cabeza. Cuando abrió los ojos, el gesto contraído de Jimin, casi parecía sereno y se dio el pequeño lujo de desviar la mirada hacia abajo.
Acua se había recostado junto a la pequeña esfera casi invisible ya a sus ojos y estaba ayudando a canalizar la magia para hacerle más sencillo a Jimin el nacimiento de Simi. No sabía de dónde había salido la gata, ni como había llegado hasta la torre, pero dio gracias a Eria por haberla mandado.
-Acua-murmuró Yoongi a duras penas. Un ligero maullido en contestación irrumpió por encima del electrizante chisporroteo de la corriente de magia y Yoongi suspiró tranquilo al sentir como aquella infartante sensación iba desapareciendo. Sin soltar las manos de Jimin que seguía con los ojos cerrados, cambio la posición de su cuerpo y se acercó un poco más hacia el lecho de flores donde durante esos eternos meses, su hija había estado gestándose y creciendo.
Y entonces lo vio. La débil capa brillante de la esfera cayó como un delgado velo y se deslizó casi a cámara lenta. Jimin abrió los ojos despacio y su cuerpo se derrumbó con fuerza contra el de su esposo que lo abrazó contra su cuerpo para protegerlo, pero ni siquiera tuvo tiempo de preguntarle si se encontraba bien, ni de cerciorarse de que así era, ya que un ligero llanto muy parecido a los maullidos de Acua, partió el profundo silencio en el que se habían sumido.
Ambos llevaron la vista a las flores de colores donde había yacido la esfera y sus ojos se cristalizaron al descubrir en su lugar a su pequeña bebé. Se precipitaron hacia la niña y mientras el silfo la acomodaba entre sus brazos y la mecía para acallar su llanto, Yoongi se dio prisa en recoger una pequeña sabana azulada que habían preparado con anterioridad, para envolverla y resguardarla del frío.
La contempló de cerca, mudo, sin habla y totalmente petrificado. Observó aquellas pequeñas manitas arrugadas y el color rojizo de su piel de recién nacida. No pudo pasar por alto tampoco las pequeñas alitas transparentes en su espalda ni la ligera capa de pelo oscuro que asomaba en su pequeña cabecita. Y entonces rompió a llorar, abrazó a Jimin y ambos gimotearon como dos niños al compás del llanto de la pequeña princesa.
-¿Estás bien?-preguntó Jimin alzando sus ojos en busca de los de Yoongi. Este asintió y dejó que el silfo le acariciase la mejilla y limpiase sus lágrimas.
-¿Tú?-inquirió Yoongi de la misma manera. El silfo asintió esbozando una preciosa sonrisa.
-Estoy agotado, pero soy absolutamente feliz-admitió acomodándose y pegando la espalda a la parte trasera del sofá. Yoongi se acomodó a su lado y despacio, como si tuviese miedo de aquella nueva realidad acercó su mano a la frente de la pequeña bebé que gimoteaba en brazos de su padre.
-Hola Simi, soy papá-saludó en un susurro. Jimin sonrió enternecido y la bebé alzó la manita para encontrarla con la de su padre. Al primer contacto, la niña enredó rápidamente sus pequeños deditos en el dedo índice de Yoongi, y su marido creyó que en aquel momento volvería a llorar.
-Creo que ya te ama-murmuró Jimin, besando con delicadeza la mejilla del mayor. Este solo asintió sintiéndose incapaz de decir ni una sola palabra con sentido. A lo lejos, bajo la ventana y bañada por un rayo de luz de luna, Acua maulló con cansancio para llamar su atención.
-Acua, ven a conocer a Simi-pidió el silfo fijando la vista en el destruido lecho de flores donde la gata se había sentado a descansar.
La gata abandonó su lugar en la lejanía atraída por la suave voz de Jimin y se acercó despacio con las orejas tiesas en alerta. Sus ojos brillaban mucho más que antes por toda la magia que había ayudado a canalizar. El silfo dejó que la gata se acomodase en su pierna y se acercase despacio a la niña que había dejado de llorar.
Acua olió con delicadeza su mejilla y luego su mano y por fin, se dejó caer totalmente relajada, apoyando su cabeza en la barriga de la bebé.
Yoongi y Jimin sonrieron aguantando de nuevo las lágrimas.Eran todo y más en aquel momento. Eran largos años de anhelo convertidos en maravillosa realidad y eran dulce esperanza reflejada por los rayos de luz de luna en la piel lechosa y brillante de aquella bebé de gritos incontrolables.
Eran tres, cuatro porque no podían dejarse de contar a Acua.
Eran una familia.
--------------------------------------------------------------------
Bueno bueno, hola a todos :)
Ya estoy por aquí, una vez más perdón por la tardanza.
Bien, ya estamos aquí con un capítulo más, y este nos da el pistoletazo de salida para la cuenta atrás de Eria. Como ha dicho el Taekook al principio del capítulo, la guerra nos respira en la nuca y con ella el final de esta historia.
Y bueno hablando de lo de hoy, han pasado muchas cosas, he querido hacer un repaso por la vida de todos nuestros personajes, antes de presentaros a la nueva integrante de la familia. Así es, ya tenemos aquí a Simi, la hija de Jimin y Yoongi. Yo no sé vosotros, pero yo ya la amo.
Y bueno pues sin más que decir, espero que os haya gustado y nos leemos pronto espero.
Nos leemos en el siguiente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro