Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21. Donghwa.

Yoongi se giró en la cama, apenas había dormido esa noche y sentía el cansancio a través de los párpados. A su lado, Jimin dormía plácidamente con los labios entreabiertos y la respiración acompasada. Suspiró cuando el cuerpo del silfo lo reclamó en sueños y se acercó más a él para abrazarlo.

-Buenos días-murmuró el más joven aún sin abrir los ojos.

-Buenos días, criatura-contestó Yoongi con una pequeña sonrisa. Jimin le devolvió el gesto. Elevó la cara para encontrarse con la del mayor y abandonar ese lugar seguro en el hueco de su cuello, con la única finalidad de encontrar y saborear sus labios.

Yoongi lo recibió gustoso. Jadeó contra su boca cuando las peligrosas y pequeñas manos del silfo se colaron bajo su ropa y arañaron delicadamente su estómago. Jimin abrió los ojos y sonrió lascivamente, pero justo cuando iban a volver a juntar sus labios en un beso desesperado, un par de golpes resonaron en la puerta. Yoongi bufó frustrado y Jimin se dejó caer de lado en la cama con una sonrisa.

-¿Quién será el oportuno?-murmuró el mayor frotándose la cara para intentar despejarse. -Adelante-añadió con pesar.

El pomo de la puerta giró lentamente y la cabeza de Hobi asomó por la puerta con la mirada baja.

-Tenías que ser tú, el mensajero del diablo-se quejó hacia su amigo. -Y encima traes invitada-añadió mirando a Acua que había corrido por la habitación para subirse de un salto a la cama.

Su amigo enarcó una ceja y Jimin rió abriendo los brazos para que la gata se refugiase en ellos. La achuchó y esta maulló pidiendo que la soltase.

-Venia a deciros que la familia real de Orka espera ya en el comedor-informó Hobi mirando únicamente a Yoongi intentando no incomodar al silfo. Al escuchar aquellas palabras, el rey se quedó callado y Jimin tuvo que calmar el aire que había comenzado a desencadenarse en la habitación.

-Ahora mismo bajamos, gracias Hobs-contestó Jimin con una bonita sonrisa.

Hobi asintió y se dio la vuelta para irse. Cuando Yoongi se giró para buscar al silfo, este ya estaba sentado al borde de la cama con Acua rondando por alrededor buscando atención. Se vistieron en silencio, con los nervios a flor de piel y con una energía extraña entre ellos.

-Tienes que dejarme el anillo, sino no podré hacerlo-murmuró Yoongi acercándose a Jimin que estaba cepillando su cabello frente al espejo que habían colocado sobre la cómoda. Sorprendido por sus palabras, el más joven se volvió para mirarlo. 

-Todos me han visto ya con él-objetó dejando el cepillo. Por un momento había sentido la necesidad de aferrarse a la joya como si esta realmente le perteneciera.

-Si, lo se, pero es tradición del rey de Eria pedir a su pareja con el anillo de la familia real-explicó el mayor sin poder creerse aun aquellas palabras que acababan de salir de su boca.

Jimin suspiró apenado y estiró la mano para deslizar con cuidado el anillo por su dedo. Miró a Yoongi receloso y luego lo dejó sobre la palma de su mano.

-Volverá a su lugar en unos poco minutos-aseguró con una sonrisa. Acarició con dulzura la mejilla del silfo y luego se acercó para dejar un pequeño beso en su nariz y luego en su frente. 

-Tengo ganas de ver la cara de mi padre cuando le diga que vamos a darle un heredero a Orka-comentó Jimin con una pequeña sonrisa mientras se volvía hacia el espejo. El mayor asintió y lo miró a los ojos a través del reflejo.

-Espero que se ilusione al menos la mitad de lo que yo lo estoy, criatura-contestó únicamente. El joven silfo hizo un sonidito afirmativo con la boca y asintió.

Terminaron de prepararse rápidamente y salieron de la habitación agarrados de la mano. Caminaron por el pasillo charlando sobre la familia de Jimin y bajaron las escaleras con lentitud como si quisiesen alargar ese momento previo a que su relacion fuese de dominio público oficialmente.

Cuando llegaron a la planta baja, unas risitas alborotadas se hicieron eco por el pasillo y se giraron hacia ellas. Al final del pasillo, Tae huía riendo de Jungkook que intentaba alcanzarlo con una enorme sonrisa. Cuando el Tanket alcanzó al tritón ambos volvieron a reír en alto. Taehyung paseó sus manos por las solapas de la camisa de Jungkook y de pronto lo arrastró hacia su cuerpo para besarlo. El más joven correspondió encantado y en la lejanía, Yoongi dio un respingo sorprendido.

-¿En este castillo todo el mundo está enamorado?-preguntó girándose hacia Jimin que sonreía al ver la tierna escena que habían protagonizado aquellos dos. Después de verlos pelear hasta la saciedad, a él también se le hacía un poco raro verlos así de enamorados el uno del otro.

-Eso parece-comentó Jimin agarrando del brazo al mayor para girarse hacia la puerta del comedor y darles a los más jóvenes un poco de intimidad. -Será el invierno que nos tiene a todos revolucionados-añadió con una sonrisa. Yoongi frunció el ceño y sonrió. 

-No me sirve de excusa, se supone que es la primavera la que altera los corazones-replicó únicamente. 

-En Eria todo es diferente Yoongi, es tu reino, deberías saberlo ya-chinchó Jimin con una sonrisilla.

El rey se encogió de hombros. Caminaron en silencio hacia el comedor y ya en la entrada, Yoongi extendió su brazo para que Jimin se agarrase de él. Caminaron hacia la mesa central donde la familia real de Orka los esperaba. Cuando se giraron ligeramente para no dar la espalda a nadie, ambos, como si estuviesen sincronizados, dedicaron una pequeña reverencia a la familia de Jimin. Este gesto fue correspondido y los jóvenes también recibieron un gesto respetuoso. Cuando terminaron de saludarse, el rey de Eria carraspeó para llamar la atención de toda la sala sin saber muy bien cómo comenzar con lo que quería decir.

-Queridos amigos, antes de comenzar con el desayuno, hay algo que a Jimin y a mi nos gustaría anunciar-anunció el rey. Todos los allí presentes enmudecieron y le prestaron toda su atención a su rey.

-Ya era hora-escuchó murmurar a Hobi a través del viento. Lo fulminó con la mirada y luego prosiguió armándose de valor y volviéndose ligeramente hacia los padres de Jimin.

-Majestad, creo que es más que evidente el lazo que comparto con su hijo y como se habrá dado cuenta, el corazón de Jimin me ha elegido como su destino. Por eso los he reunido a todos aquí. Yo, Min Yoongi, rey de Eria, señor de las cinco provincias y el eterno servidor de su hijo, Park Jimin, le pido su mano en presencia de toda la corte, para que nos conceda el gran honor de unir nuestras magias en una sola-pronunció Yoongi solemnemente. Un espeso murmullo se extendió entre todos los presentes, acompañado de algunos grititos ahogados de júbilo y algunas expresiones incrédulas de los que todavía no se habían enterado de aquel romance entre el rey de Eria y el príncipe de Orka. El padre de Jimin se quedó muy serio por un segundo y luego sonrió. Su mujer sonreía a su lado y Nikki, acompañada de su esposo, no cabía en sí de felicidad. 

-Min Yoongi, es un auténtico honor y un privilegio que Jimin te haya elegido como su destino. Tenéis mi permiso y mi bendición para uniros si es esa la decisión de mi hijo-respondió el rey feérico únicamente. Yoongi suspiró dejando marchar la presión intensa que su cuerpo había acumulado por el miedo a que aquel hombre se negase a su amor con su hijo. Se giró ligeramente hacia Jimin que lo miraba con una pequeña sonrisa y entonces todo el mundo desapareció a su alrededor. El azul casi transparente de los ojos del silfo impactó con el suyo y entonces no hubo nada más. Cogió con delicadeza la pequeña mano entre las suyas y la acarició como si fuese el tesoro más delicado y precioso del mundo. 

-Jimin, mi vida, con la bendición de tu padre te vuelvo a preguntar. ¿Me harías el honor de unir tu magia con la mía y convertirte en mi esposo?-preguntó de nuevo con una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios. Era real, estaba pasando y desde ese momento su cuento de hadas se hacía oficial. 

El silfo sonrió y asintió varias veces. -Mi corazón te ha elegido, deseo fervientemente unir mi magia con la tuya y ser uno sólo-declaró solemnemente. Yoongi sonrió visiblemente emocionado y esperó hasta que Jimin extendió su mano hacia él para deslizar la joya en su lugar. Entrelazó sus dedos y sonrió a sus padres que parecían absolutamente complacidos y felices.

-Criatura-llamó Yoongi en voz alta para tener la atención de Jimin que en ese momento contemplaba su mano con el anillo brillante bajo la luz del día. Este levantó la vista lentamente y siguió con su mirada la de Yoongi que se dirigió a sus propias manos. Abrió la mano derecha lentamente y una gruesa arandela recubierta de filigranas simulando ramas apareció contra su piel blanquecina. Jimin jadeó emocionado y luego sonrió.

-Dijiste que te gustaría que lo llevase y he nacido para complacerte-explicó el rey timidamente. Todo el mundo los estaba mirando con muecas de sorpresa en sus caras, ya que en toda la historia de Eria, nunca un rey había portado una joya gemela de compromiso con su pareja.

 -¿Me lo pones?-preguntó en voz baja intentando no reír por la expresión de la cara de su destino. Este asintió levemente, parpadeando para que las lágrimas que amenazaban con derramarse de sus ojos no lo hicieran y extendió la mano para sujetar el anillo y observarlo más de cerca. Ahogó un jadeo cuando contempló las finas ramas entrelazarse en el anillo.

-Orka y Eria en un solo anillo-murmuró Jimin casi sin aliento al sujetar entre sus dedos la brillante joya. El rey sonrió con aquella sonrisa que ni podía evitar mostrar al mundo cuando se encontraba en presencia del silfo.

-Te amo con todo mi corazón, Min Yoongi-pronunció alto y claro cuando deslizó el anillo por el dedo de su destino. Sin importar la gente a su alrededor, se juntaron un poco más y dejaron sus frentes juntarse y descansar sobre la contraria.

-Somos uno, vida mía-dijo el mayor entrelazando sus manos con cariño.

-Somos uno-susurró Jimin en respuesta.

Segundos después la risita de Nikki en respuesta a algo que Jungkook había murmurado y al codazo que había recibido por parte de su pareja interrumpió aquel momento. Jimin carraspeó saliendo de su ensoñación y Yoongi únicamente miró hacia el techo totalmente sonrojado.

-Hay algo más papá-comentó Jimin dándose cuenta de que faltaba el detalle más importante de contar. Yoongi dio un respingo y quiso que se lo tragase la tierra cuando vio las intenciones del silfo de contar que iban a tener un bebé frente a toda la corte.

-Pensaba que no ibas a contármelo-se quejó el rey con una sonrisa. El silfo bufó sorprendido y alzó una ceja. Mantuvo la mirada fija con su padre durante unos segundos como si se estuviesen leyendo la mente y luego se cruzó de brazos. El rey de Orka dejó salir una risita.

-Pero, ¿cómo lo sabes?-inquirió su hijo frustrado. El mayor frunció los labios para fingir seriedad y luego cabeceó hacia la izquierda para señalar a su mujer que miraba hacia todos lados intentando disimular.

-¡Mamá!-se quejó Jimin llevándose las manos a las caderas. Una risita nerviosa se extendió por toda la sala y Yoongi los acompañó con una sonora carcajada.

-Perdona cariño, se me escapó-respondió la mujer con una sonrisa. Jimin maldijo por lo bajo y luego dirigió la mirada a su padre.

-¿Estás enfadado porque no he respetado las tradiciones del bosque?-preguntó el silfo entre avergonzado y asustado. Su padre lo miró seriamente.

-Jimin, estoy muy orgulloso de ti y estoy tremendamente orgulloso de ese nieto que vais a darme. Ese bebé es el futuro de Eria y del bosque de Orka-respondió acercándose con una mirada cariñosa hacia los dos jóvenes.

-Yoongi, Jimin, que los dioses os colmen de felicidad-dijo con firmeza. Agarró sus manos y se volvió hacia el gentío. -Por Min Yoongi, rey de Eria, por Park Jimin, príncipe heredero del bosque de Orka y por mi futuro nieto o nieta, que heredará todos los reinos y los unificará en uno solo. Larga vida-pronunció haciéndose eco por todo el comedor mientras alzaba la copa que le habían servido.

-Larga vida-escucharon repetir a alguno de sus amigos.

La sala se llenó de vítores y de alboroto. Yoongi sonrió y alzó la vista hacia los enormes ventanales del comedor para ver el cielo a través de ellos. Volvía a tener ganas de vivir y todos los que lograban aquel sentimiento estaban bajo ese techo. Cuando el ambiente se calmó un poco, la pareja se sentó y todo el mundo comenzó a desayunar.

-Tus padres estarían muy orgullosos de ti, Yoongi, de como llevas este reino y de la persona en que te has convertido-halagó la reina en medio de todo el alboroto mientras cortaba un pedazo de fruta y se lo llevaba a los labios. Yoongi le dedicó un amable asentimiento de agradecimiento.

-Gracias majestad, Jimin les hubiese encantado, lo hubiesen amado como yo lo hago-comentó de vuelta. La reina sonrió y continuaron charlando animadamente con Nikki y Seulki.

Una profunda ráfaga de aire alborotó entonces su cabello. Asintió al aire mientras sentía la mano de Jimin entrelazarse con la suya bajo la mesa. Donde estuviesen, ellos también se habían enamorado de Jimin. 

Esa tarde, un portazo sacó a Jimin de su profunda lectura sobre plantas medicinales acuáticas. Cuando elevó la vista se topó de frente con la amplia y tímida sonrisa de Yoongi que caminaba hacia él con las manos a la espalda.

-Te he traído algo-comentó sacando una bonita caja de madera que llevaba escondida entre sus manos. El silfo contempló el objeto con curiosidad y lo cogió entre sus manos cuando el rey se agachó a su altura para que lo sostuviese.

-No tienes porque llenarme de regalos, con el anillo es suficiente-objetó Jimin. Yoongi negó con la cabeza.

-No es un regalo cualquiera, es algo para que lleves a partir de ahora-explicó con dulzura. Al ver el rostro sorprendido de Jimin, volvió a sonreír ampliamente. -Abrela-apremió nervioso.

Jimin dejó el libro que había estado leyendo a un lado y cogió la caja de madera oscura que Yoongi le tendía. Cuando la abrió, una bonita corona plateada brilló bajo la tenue luz de la chimenea. Jimin boqueó sorprendido por la belleza de la joya. La sacó de la caja y la analizó con un nudo en la garganta. Su destino lo contempló durante minutos sin decir nada, embelesado en los ojos azules que escudriñaban la corona sin perder detalle. 

-Quería que fuese especial, que representase todo lo que eres, quien eres y de donde vienes. Te lo explicaré, verás. Las ramas obviamente son por el bosque al que perteneces, porque aunque seas rey de Eria también serás el rey de Orka en algún momento. Le he añadido esa piedra brillante en el centro porque me recuerda a la luna que llevas al cuello y porque es el color de los rayos y tus poderosas tormentas eléctricas. Además, quedará justo sobre tu frente y con el color de tu pelo y de tus ojos quedará estupenda-termino de explicar el rey imaginando emocionado como quedaría aquella corona en la preciosa criatura.

-¿Y el cervatillo...?-preguntó Jimin con la voz rota por la emoción. -Me recuerda a Acua- añadió con una pequeña sonrisa. La gata que estaba recostada en la cama levantó la cabeza y maulló un par de veces haciéndolos reír. Yoongi inclinó un poco hacia él y limpió aquellas espesas lágrimas con sus dedos. Sin que ellos se diesen cuenta, Acua se bajó de la cama y se escabulló hacia una de las ventanas entreabiertas para salir al exterior.

-El cervatillo es como tu, un ser maravilloso, perfecto y libre-murmuró Yoongi juntando su frente con la del joven. Jimin ahogó un jadeo por aquellas palabras tan delicadas y bonitas.

-Aún no me creo que esto esté pasando-susurró Jimin rozando delicadamente su nariz con la del mayor.

-Vas a ser el rey de Eria, Jimin, y sin saberlo, llevo mucho tiempo pensando, que serías el rey ideal para mi reino-confesó Yoongi. El silfo abrió los ojos lentamente impactado por aquella confesión. Se levantó despacio del alféizar donde estaba sentado y abrazó con fuerza a Yoongi que se estremeció entre sus brazos.

-Llevame a la cama-pidió el silfo con urgencia hablandole al oido. Yoongi elevó una ceja confundido y se separó ligeramente para mirarlo a los ojos.

-¿No puedes caminar tu solo?-preguntó con un leve sonrojo perlando sus mejillas.

-No seas tonto, estoy intentando seducirte, Min Yoongi-chinchó Jimin golpeando su brazo con una pícara sonrisa. El joven rey dejó escapara una sonora carcajada juntó sus cuerpos un poco más.

-No tienes que intentarlo, ya me tienes seducido por completo-confesó en un murmullo.

-Si, pero esta noche quiero demostrártelo-añadió Jimin juntando sus carnosos labio con los de Yoongi. Este se dejó besar guiando sus manos hacia la cintura del joven.

Caminaron torpemente entre besos y caricias dejando un reguero de ropa esparcida por el suelo. Esa noche se entregaron en cuerpo y alma a sus sentimientos, reforzando ese hilo grueso que unía sus corazones, colmándose del placer más auténtico y puro que jamás habían sentido. La magia desbocada de Jimin, mezclándose con la de Yoongi en aquella cama y el roce extremo de sus cuerpos, solo hicieron que aquel amor que sentían el uno por el otro se intensificase un poco más si podía. Y cuando acabaron de amarse y se dejaron caer sobre el colchón exhaustos de tanto placer, ambos volvieron a preguntarse si aquella felicidad podría ser para siempre. 

En la oscuridad de la noche, un fuerte espasmo recorrió el cuerpo de Hobi, que se agitó en la cama. Abrió los ojos y tanteó la cama vacía a su lado.

-¿Elsie?-murmuró con voz ronca. Un fuerte dolor volvió a cruzar su cuerpo y entonces se incorporó asustado al no recibir respuesta de su esposa. Se levantó de la cama cuando la oscuridad le devolvió un gemido de dolor y entonces supo que algo no andaba bien. Caminó deprisa por la habitación, intentando no chocar con ningún mueble y cuando se acercó a la pequeña estancia de aseo que colindaba con la habitación, dejó ir un grito de espanto. Se precipitó rápidamente hacia Eleanor que se encontraba sentada en el suelo y apoyada en la pared rodeada de un rastro de sangre que empapó las rodillas del guardia.

-¿Hobs?-murmuró la chica en su estado semiinconsciente. Su esposo no pudo evitar que las lágrimas rodasen por sus mejillas sin control alguno y la meció contra su cuerpo.

-El bebé-volvió a decir la joven luchando contra el dolor que le sobrevenía.

-Tranquila pequeña, vais a estar bien-prometió el joven recogiendo a su mujer y llevándola en volandas hasta la cama. Acarició su frente y casi sintió un poco de alivio cuando Eleanor suspiró relajada al reposar sobre el colchón. La contempló por un segundo y luego salió corriendo por el pasillo hacia la habitación de Namjoon.

Llamó a la puerta a gritos sin parar de golpear la madera y sin importarle quien pudiese despertar por el alboroto. Cuando su amigo abrió la puerta, Hobi casi se abalanzó sobre él.

-Nam, tienes que ayudarme, es Elsie-pidió con desesperación. Namjoon abrió los ojos y se giró ligeramente para coger una chaqueta de la parte trasera de su puerta.

-Vamos-dijo únicamente. El sanador se volvió hacia un par de guardias que habían acudido alertados por los gritos.

-Avisad a la madre de Eleanor y traed a Taehyung y Jimin por favor, los voy a necesitar-ordenó. Ambos guardias asintieron y salieron corriendo uno en cada dirección. 

Poco después, todo el mundo se había reunido en el pasillo. Jimin juntó su frente a la de Yoongi, se susurraron algunas palabras y luego se abrazaron antes de que el silfo se alejase de los brazos del rey para entrar a toda prisa en los aposentos de Hobi y Eleanor. Jungkook dejó un pequeño beso en los labios de Taehyung antes de verlo recorrer el mismo camino con cara de absoluto terror.

Cuando la puerta se cerró, Namjoon se puso manos a la obra para intentar controlar la magia de la chica que se había desbocado por completo. Tae por su parte comenzó a usar sus poderes para invocar el agua más caliente posible y calentar la que tenían allí almacenada. Jimin caminaba de lado a lado intentando concentrarse en el control de su magia para poder quitarse la joya que pendía de su cuello

-Hobs, se que quieres estar con ella, pero es mejor que salgas-advirtió el silfo arrancándose del cuello el canalizador.

-No voy a moverme de aquí-interrumpió con firmeza. Jimin cabeceó. Lo entendía, lo entendía perfectamente porque si él estuviese en su lugar tampoco podría marcharse. La madre de Eleanor, que había llegado rápidamente cuando la habían avisado y que había escuchado la conversación del muchacho con Jimin se acercó lentamente hacia él. Agarró las manos del chico entre las suyas y lo miró a los ojos.

-Escucha cariño, te prometo que haremos todo lo posible para que ambos estén bien, pero toda esta magia unida a la tuya, puede ser una catástrofe para tu cuerpo, no queremos arriesgarte a ti también-explicó la mujer con infinita paciencia. La habitación se quedó en un absoluto silencio solo interrumpido por los quejidos de dolor de la joven hada.

-Meriol...no dejes que se vaya, no puedo vivir sin ella-suplicó el joven dejando correr gruesas lágrimas de impotencia por sus mejillas.

-Es mi niña, ya perdí al amor de mi vida, no dejaré que ella se vaya también-sentenció la mujer abrazando con cariño al joven. Cuando se separaron, ambos se miraron fijamente a los ojos.

Hobi asintió. Se acercó una vez más a la cama donde Eleanor yacía pálida y apagada, junto sus frentes y susurró unas palabras de amor que no sabía si la chica estaba escuchando. Luego se levantó y se acercó a la puerta bajo la atenta mirada de todos los allí presentes. Giró la cabeza, observó a su mujer una vez más y luego salió al pasillo cabizbajo.

Solo pudo derrumbarse sobre Yoongi que lo acogió entre sus brazos y lo arrulló como si fuese un niño que lloraba desolado. 

Las siguientes horas fueron angustiosas para todo el mundo en el pasillo. A pesar de los intentos por no despertar a más gente de la necesaria en el castillo, la noticia del parto prematuro de Eleanor corrió como la espuma y todo el mundo quiso concentrarse a las puertas de la habitación para infundir su fuerza, rezar juntos a Eria o simplemente apoyar a Hobi que caminaba de lado a lado desesperado.

A su lado, Yoongi no había dejado de seguirlo ni por un segundo. Sentía la desesperación en el ambiente y los nervios de su amigo removiendo el aire sin control. Y lo comprendía, lo comprendía muy bien, porque desde que había recibido la noticia de Jimin de que iban a ser padres, todo había girado en torno a ese bebé y a que nada pusiese la integridad del futuro heredero. Lo entendía muy bien porque lo único que Yoongi quería es que Jimin estuviese bien para poder traer a su futuro hijo a este mundo con dignidad e integridad.

Con la llegada del día, muchos de los allí reunidos se fueron retirando e incorporando a los quehaceres del castillo. Cuando la puerta se abrió, solo unos pocos allegados se encontraban allí presentes. Todo el mundo dio un respingo ante la imponente figura de Namjoon que parecía totalmente agotado. Hoseok no dijo nada, solo se levanto del suelo en el que estaba sentado y se acercó a su amigo.

-Necesitará mucho reposo, ha sido un parto muy duro y ambos están débiles, pero Jung, eres padre de un precioso y sano bebé. Entre todos hemos conseguido estabilizarla. Jimin ha ayudado con su magia y es como si tu hijo hubiese florecido-anunció Namjoon esbozando una pequeña sonrisa. Hobi respiró por fin, dejando ir todo el miedo que había pasado sabiendo que su dulce Elsie y su pequeño seguían allí con él.

-Gracias Nam, por Eria, gracias-repitió abalanzándose sobre su amigo para abrazarlo. Namjoon rió por aquella efusividad y palmeó la espalda de su amigo.

-No me las des, entra y cuida de tu mujer y tu hijo-contestó únicamente. El joven asintió y desapareció por la puerta. Inmediatamente, Jungkook, Jin y Yoongi se precipitaron para pasar tambien detras de su amigo. 

-¿A dónde creéis que vais todos vosotros?-preguntó el sanador cruzándose de brazos delante de la puerta. Los tres jóvenes lo miraron como si no fuese evidente la respuesta a aquella pregunta.

-A ver a Elsie y al bebé, obviamente-contestó Yoongi únicamente. Nam negó con la cabeza despacio.

-De uno en uno, y poco rato, ambos necesitan descansar-advirtió el sanador antes de volver a entrar por la puerta a la habitación.

-Yo primero-gritó Jungkook anteponiéndose a los demás. 

-No te lo creas, voy yo, mi hermano está ahí dentro-declaró Jin poniéndose a la altura del Tanket. Un carraspeo a sus espaldas los hizo callar a los dos.

-Mi prometido y padre del futuro heredero está ahí dentro, creo que ni se discute quién entra primero-comentó Yoongi pasando entre ellos y acercándose a la puerta. 

-¿Estás usando tus privilegios de rey para hacer trampas?-inquirió el Tanket alzando una ceja. Jin le pegó un codazo sin ningún disimulo pero el joven ni siquiera se inmutó.

-Estoy ordenando que me dejen pasar a mi primero, renacuajo-dijo volviéndose hacia él con una sonrisilla prepotente. -Cuando seas rey de Eria me llamas-sentenció dejándolos a todos pasmados. Yoongi sonrió mientras escuchaba al hijo del fuego refunfuñar por detrás y luego se asomó por la puerta con timidez para no molestar a la joven hada que descansaba en la cama.

-¿Cómo está?-preguntó en un susurro mirando el bulto bajo las mantas. Su amigo sonrió levemente.

-Está dormida-contestó Hobi en el mismo tono. Yoongi cerró la puerta tras su espada y se acercó ligeramente para comprobar la pesada respiración de la chica. Sonrió levemente y luego se giró hacia su amigo que lo fulminaba con la mirada. Se agachó a su lado y Hoseok alzó un dedo delante de sus narices.

-Su corazón se ha parado, el suyo y el de mi hijo, ambos han estado muertos durante minutos, pero Jimin los ha salvado, les ha dado su magia y los ha devuelto a la vida. Vuelve a hacerle daño a ese silfo y te mataré con mis propias manos-amenazó el más joven sorprendiendo al rey. Este se encogió levemente bajo su capa y tragó con fuerza.

-Jimin es un milagro-contestó Yoongi únicamente. Un pequeño carraspeo los interrumpió. A su lado el menor de los hermanos tritones se estaba terminando de secar las manos con un pequeño paño. 

-Yo me voy ya-avisó Taehyung acercándose a la puerta a paso lento.

-Taehyung-llamó el rey con un pequeño titubeo. El tritón se volvió lentamente y lo miró seriamente. -Muchas gracias por ayudar a Elsie-dijo el rey mirando al tritón a los ojos. Este se quedó en silencio y luego asintió con firmeza. Yoongi volvió a asentir y lo vio desaparecer por la puerta hacia el pasillo.

El portazo resonó por toda la habitación y de pronto un gritito y un quejido interrumpieron el silencio del lugar.

Cuando se giró y levantó la vista para mirar hacia el lugar de donde provenía el llanto, todo el control escapó de su cuerpo, su magia se entremezcló furiosa con la de Jimin que se encontraba al lado de la ventana, meciendo con suavidad al dueño de aquellos gritos. Contempló a Jimin sonriendo con ternura hacia el pequeño bultito rojo y gritón que zarandeaba sus manitas pequeñas entre las mantas que lo arropaban. El silfo le estaba transfiriendo su magia con los ojos cerrados mientras susurraba palabras mágicas intentando calmar a la criatura. Y con aquella imagen idílica de su destino iluminado levemente por su aura mágica mientras mecía con tanta ternura a esa pequeña criatura recién llegada a ese mundo, Yoongi se dio cuenta de lo perdido y enamorado que se encontraba y de lo mucho que anhelaba ver cada día esa imagen en su habitación, con su propio bebé gimoteando entre los brazos de su padre.

Avanzó como un autómata hacia Jimin que lo sintió acercarse y abrió los ojos para mirarlo fijamente.

-Te presento a nuestro pequeño sobrino, Jung Donghwa-comentó con una sonrisa mientras el bebé seguía llorando. Yoongi sonrió y su corazón dio un vuelco al escuchar aquellas palabras.

-Es tan pequeñito-balbuceó mirando fijamente al pequeño.

-Así será el tuyo-comentó Jimin buscando su mirada azul. Yoongi sintió un profundo anhelo en el fondo de su ser y tuvo que respirar hondo para no llorar.

-¿También chillará así?-preguntó intentando cambiar de tema ligeramente. El silfo sonrió y retiró con cuidado la mantita del bebé para dejarlo más a la vista del rey.

-Más, majestad, será mi bebé tambien asi que se pasará el día chillando-afirmó intentando chinchar al mayor. Ambos se miraron profundamente y dejaron escapar una pequeña risita tonta ante la afirmación del más joven.

-Que Eria me ayude-contestó Yoongi dramáticamente. Jimin frunció el ceño y la nariz en un gesto de queja y luego le dio un leve caderazo a su destino. Este lo atrapó por la cintura y lo abrazó todo lo que el bebé les permitía. Justo cuando Yoongi pretendía besar a Jimin, un carraspeo interrumpió el momento.

-Min Yoongi, te presento a mi hijo-dijo Hobi apareciendo por detrás de su amigo. -Intenta no pervertirlo ya desde su nacimiento-añadió risueño mientras se acercaba hacia el silfo y cogia a su hijo en brazos para mecerlo.

-Es precioso. Eres un hombre muy afortunado Hobs-murmuró Yoongi sonrojado por el comentario de su amigo.

-Si lo soy-admitió Hobi mirando embelesado al pequeño. -¿Quieres cogerlo?-preguntó mirando a su amigo. Este enarcó las cejas y lo miró un poco temeroso. Luego se acercó lentamente y Hobi procedió a pasar con cuidado al pequeño hacia los brazos de Yoongi. Jimin se acercó lentamente y le ayudó a acomodar la pequeña cabecita del bebé.

-Elsie y yo hemos pensado que no hay nadie mejor que tu para ser el protector de nuestro hijo-comentó Hobi mirando a su amigo con cariño mientras sostenía al bebé y lo movía lentamente para mecerlo.

Yoongi abrió los ojos exageradamente. Que Hobi y su mujer hubiesen decidido que él fuese el protector de su hijo en caso de que les pasase algo a ellos, no solo demostraba la eterna fidelidad de la pareja a su rey, sino también el enorme amor que sentían por él.

-Gracias, no sé qué más podría decir que no fuesen palabras de agradecimiento por confiarme tu tesoro más valioso-admitió el rey con los ojos encharcados en lágrimas. Hobi palmeó su espalda con cariño.

-Perdonad que os interrumpa, pero si no me necesitáis más, me iré a descansar, estoy agotado-comentó Namjoon captando la atención de sus amigos. Yoongi asintió. 

-Ve amigo, te llamaremos si necesitan cualquier cosa, gracias por todo-contestó Hobi realmente agradecido. Nam se acercó e hizo una pequeña carantoña al bebé que se estaba quedando dormido en brazos de Yoongi. Luego salió por la puerta dejándolos a solas.

Se encontró de frente con Jungkook y Jin que seguían peleando por ver quién sería el siguiente en entrar a conocer al pequeño recién nacido.

-Te digo que me toca, fui su testigo en la boda, me toca primero-reclamó el Tanket dando un golpe con su bota al suelo. 

-Y yo te digo que respetes a tus mayores-contraatacó el tritón cruzándose de brazos.

-¿Seguis peleando?-preguntó el sanador pasándose las manos por la cara. Ambos se volvieron hacia él y lo miraron un segundo en silencio. Luego, Jin se dio prisa para contestar y no dejar que aquel ambiente se tensase más aún entre ellos.

-Es este niño, que no me tiene ni una pizca de respeto-se quejó lanzándole una mirada furiosa a Jungkook. El menor solo se encogió de hombros con una sonrisilla.

-Nada de entrar hasta que salga alguien, Eleanor y el niño necesitan descansar-advirtió Namjoon negando levemente con la cabeza.

-Si, tranquilo-contestaron los dos a la vez. Namjoon cabeceó y luego se guardó las manos en los bolsillos. El silencio volvió a hacerse presente en aquel pasillo.

-Bueno, yo os dejo, necesito descansar-dijo finalmente reprimiendo un bostezo. 

Se despidió de los dos muchachos y los escuchó murmurar a sus espaldas, pero estaba tan agotado que ni siquiera les presto atención. Se alejó de allí a paso lento, arrastrando los pies, solo deseando meterse en la cama y dejar reponer su magia.

-Espera Nam-escuchó a sus espaldas. La voz de Seokjin lo sorprendió haciéndose eco en el pasillo. El sanador se dio la vuelta rápidamente para verlo llegar. -Sé que estás agotado, no te quitaré mucho tiempo-comentó el tritón únicamente. 

-Tengo todo el tiempo de este mundo para ti- contestó sin ser consciente totalmente de lo que sus labios pronunciaban. Jin abrió los ojos y carraspeó incómodo desviando la mirada de aquellos ojos que le estaban abrasando hasta el alma. Quería seguir enfadado con él, pero aquel sentimiento que florecía en su interior, lo hacía también desear perdonarlo y volver a ser lo que eran antes si el guardia no podía ofrecerle más.

-Te quería agradecer personalmente lo valiente que has sido ahí dentro-murmuró para evitar que aquel hielo que había entre ellos los congelase de nuevo. El joven sanador negó con la cabeza y acompañó el movimiento de un pequeño gesto de la mano.

-Era lo que tenía que hacer, Elsie es nuestra amiga y la esposa de mi mejor amigo, ella y el niño tenían que vivir-justificó con una pequeña sonrisa. El mayor suspiró con un asentimiento y luego ambos se miraron a los ojos fijamente.

-Nam...¿porque no estamos juntos? Es lo que deseo y sé que tú también lo deseas, tu lo dijiste, escuchaste mi canto...-empezó a decir con nerviosismo el tritón. El joven retiró la mirada un segundo y luego la clavó fieramente sobre la de Jin que le atravesaba hasta el alma. 

-Tengo tanto miedo de que te vayas. Todo lo que amo se va o se rompe...no quiero perderte a ti también cuando ni siquiera te tengo...-confesó con tristeza. Jin negó rápidamente y se acercó un par de pasos hasta él para acoger las manos del chico entre las suyas. Nam lo miró inseguro.

-No seas tonto, tus manos dan vida, tus manos curan y sanan. Has salvado a Elsie y al pequeño...salvaste a Jimin dos veces y me has salvado a mi-comenzó a decir. Dejó ir una pequeña maldición que casi hizo reír al sanador, prendado de aquella dulzura. -Te he encontrado y has recompuesto mi vida Nam, todo vuelve a tener sentido ahora que te conozco-terminó por confesar dejando su corazón de nuevo en las manos de aquel hombre.

Este mordió ligeramente el interior de su mejilla y apretó ligeramente las delicadas manos que se agarraban a las suyas. Había llegado el momento de ser valiente y ya no había marcha atrás. Suspiró pesadamente y miró aquellos ojos coralinos que fundieron el frio de su corazón por un momento.  

-¿Alguna vez te he hablado de Hee-suuk?-preguntó Namjoon con una mueca incómoda en el rostro al volver a pronunciar aquel nombre. Jin negó con la cabeza y el guardia imitó su gesto. Claro que no, nunca le había hablado de ella.

-Hee-Suuk era una sirena que conocí hace mucho tiempo. Nos conocimos en uno de mis primeros viajes con la guardia. Yo era muy joven y totalmente inexperto. Quedé cautivado por su belleza el dia que la vi y desde entonces no pude separarme de ella. Estaba tan enamorado y tan ciego que al pasar los meses, le pedí matrimonio-comenzó a explicar el más joven con inseguridad. Tartamudeó un par de veces y el tritón sintió su incomodidad viajar a su alrededor.

-No hace falta que me lo cuentes si no estás preparado-interrumpió el mayor intentando que el joven sanador no se sintiese tan incómodo como parecía. 

-Quiero hacerlo, necesito que sepas porque he estado intentando evitar que mi corazón latiese por ti-confesó únicamente Nam con un pequeño nudo formándose en su garganta ante aquellas palabras. Jin asintió despacio y le indicó con un gesto de su mano que continuase con lo que le estaba contando. 

-Como te decía, le pedí matrimonio. Ella se sorprendió, pero luego aceptó. Yo no cabía en mí de felicidad, iba a dejar el mar e iba a vivir conmigo en la tierra esa vida que habíamos planeado juntos. Quedamos de vernos al dia siguiente, pero cuando fui a buscarla al lugar donde nos reuníamos siempre, no estaba. Me extraño y entré en pánico pensando que podía haberle pasado algo, así que crucé las escaleras del Olimpo con las consecuencias que eso acarreaba para mi y mi magia. La llame durante horas pero no apareció. Durante días, fue lo único que hice, buscarla, cruzaba las escaleras hacia el mar de Ilma desgastando mi magia cada día más, pero Hee no volvió a aparecer.

Casi un mes después, acudí a la playa como hacía todos los días y me sorprendió ver sobre una roca un pedacito de pergamino y algo que brillaba bajo los rayos del sol. Cuando me acerqué era el anillo con el que le había propuesto matrimonio y una nota escrita de su puño y letra.

-¿Qué decía?-preguntó con curiosidad.

-Que no podía abandonar el mar, ni siquiera por mí-contestó Namjoon agachando la cabeza con pesar. El mayor siseó furioso.

-La odio-admitió Jin con firmeza. El joven negó con la cabeza levemente.

-Yo no, ya la he perdonado, aunque el temor siga ahí-aseguró el sanador reprimiendo un pequeño bostezo. Se quedaron en silencio durante unos segundos sin saber muy bien qué decir. Namjoon contempló a Jin mientras su mente daba vueltas a toda velocidad planteándole lo fácil que sería besarlo, declararle sus sentimientos y acabar con todo aquel sufrimiento innecesario de una vez por todas. Hizo el amago de hablar, pero como si le leyese la mente, Jin habló primero. 

-Nam, se que estás tremendamente asustado, pero es en serio cuando te digo que no quiero volver al mar. Ilma ya no es mi hogar, mi hogar es aquí, a tu lado, en tus brazos-aseguró el tritón dejando salir todo lo que su corazón anhelaba decir.

Namjoon suspiró dejando ir todo el aire que había contenido en sus pulmones e hizo una mueca que rozó casi el dolor.

-Jinnie-dijo casi en un suspiro. Aquella voz delicada traspasó sus oídos y se coló en su corazón.

-¿Sí?-respondió el tritón casi por inercia.

-¿Sabes cuantos marineros han perecido por escuchar el canto de las sirenas?-murmuró Nam con una delicada y dulce sonrisa en su rostro.

El mayor alzó una ceja. Si era una pregunta en serio, no sabia que contestar. El sanador sonrió, dejando ver en sus mejillas aquellos dos preciosos hoyuelos. Tomó con cuidado las mejillas sonrojadas del tritón y se acercó lentamente. Dejó un pequeño y casto beso en su labios y luego se apartó un segundo. Aquella preciosidad era más que digna de admirar. Jin había cerrado los ojos y aun saboreaba ese ligero contacto anhelando por más. Y Kim Namjoon lo supo entonces. Si no arriesgas, no ganas, y si arriesgas no pierdes nada. Juntó sus bocas en un simple gesto y se dedicó a deleitarse con cada roce de sus labios. Quizás no era su primer beso, pero sería uno de muchos.

Al separarse, ambos mantuvieron los ojos cerrados por unos segundos más como si al abrirlos todo ese sueño fuese a desvanecerse, pero no fue así, cuando volvieron a mirarse a los ojos, ambos seguían allí.

-Si está es la recompensa, pereceré en tus labios entonces como tu fiel marinero-murmuró Namjoon rozando con sus pulgares las mejillas del tritón. Este jadeó intentando contener las lágrimas por aquellas palabras.

-Vamos a descansar, dormiré a tu lado-comentó Jin entrelazando sus dedos con los del sanador. Este asintió levemente.

-¿No te habrás ido cuando me despierte?-preguntó con ese miedo enfermizo a perderlo.

-No me iré nunca Nam, me quedaré contigo hasta que mi corazón deje de latir si es lo que quieres-afirmó el mayor con una pequeña sonrisa en su rostro. El joven asintió despacio.

Juntos, agarrados de la mano caminaron por los pasillos del castillo, asfixiándose en tantos sentimientos que por fin habían sido descubiertos. Y cuando la respiración del joven sanador se volvió pesada sobre el colchón de su cama, el tritón lo observó durante horas empapándose en todo lo que sentía. Y se juró a sí mismo que jamás volverían a separarse. 

Esa misma noche, Jimin se había retirado después de la cena. Había alegado un enorme cansancio tras todo el dia paseando por Eria con Nikki y sus padres, pero la realidad era que había sentido su magia desbocarse de tal manera que había necesitado retirarse. Había caminado hacia la torre donde Yoongi y él solían reunirse cuando todavía no tenían nada juntos y donde varias veces habían dado riendo suelta a su amor más tarde.

Agachado en el suelo, la magia le había abandonado por completo centrándose en sus manos y los pétalos de las florecillas habían comenzado a aparecer formando un espeso lecho de flores de colores variados sobre la fría piedra de la torre. Durante largo rato, Jimin sintió que la fuerza escapaba de su cuerpo y se ahogaba en su propio poder, tan fuerte y espeso que sentía su cuerpo levitar adormecido a varios centímetros de la alfombra que cubría el suelo.

-Acua-había murmurado únicamente. Sin saber como, la gata había entendido y se había bajado del alféizar de la ventana para dirigirse a él con sus pequeños pasitos y juntar su pequeña naricilla con la mejilla sudorosa del silfo.

Largo rato después, tanto él como Acua habían salido a hurtadillas de la torre y habían sellado con magia la puerta para que nadie pudiese acercarse.

Para cuando Yoongi llegó a sus aposentos, el silfo ya se había cambiado de ropa y rodaba por la cama jugando con Acua y un grueso hilo que colgaba de la manga de su jersey mientras la gata intentaba cazarlo en vano.

-¿Qué hacéis?-preguntó el rey internándose en la habitación. Cerró la puerta tras su cuerpo y avanzó lentamente despojándose de las botas de invierno y los gruesos calcetines.

-Te estábamos esperando y Acua se ha metido en una guerra que no puede ganar-contestó Jimin con una sonrisa huyendo de la gata que se abalanzaba sobre él.

Esta maulló y volvió al ataque mientras Jimin se reía y volvía a alzar el brazo para alejarlo de ella. El mayor sonrió y se desprendió de la gruesa capa de invierno que lo cubría y de la chaqueta azul que llevaba debajo. Cada vez que se internaba en sus aposentos y Jimin y Acua actuaban de aquella manera, su corazón se ablandaba y se caldeaba deseando un para siempre.

-He estado hablando con tu padre, por eso he tardado un poco más-murmuró Yoongi rompiendo el silencio de la habitación.

-¿Sobre qué?-preguntó Jimin girándose ligeramente hacia Yoongi que se había sentado de lado para mirarle de frente.

-Me ha dicho algo interesante sobre Acua, no me lo había planteado pero creo que puede tener razón-comenzó a decir el rey con un tono misterioso. Jimin se incorporó un poco y dejó a la gata juguetear y mordisquear el hilo de su jersey del que la había privado durante un rato para diversión de los dos.

-¿Y que te ha dicho sobre esta pequeñaja?-volvió a preguntar el silfo acariciando el cuerpo de la gata.

-Dice que la ha estado observando estos días, como te sigue allá donde vas y como se tensa cada vez que alguien se te acerca. Piensa que puede ser un Miaro, un ser milenario de las profundidades del bosque. Ambos se quedaron un momento en silencio contemplando al animal peleándose con el hilo entre sus patitas bicolores.

-Aunque ahora que la veo así, es bastante simple para llevar dentro un pedazo del alma de la diosa Eria-murmuró Yoongi en voz baja sin poder evitar que una pequeña sonrisa se deslizase de sus labios. Jimin le lanzó una mirada furibunda y Acua se volvió hacia él y le bufó como si hubiese entendido su comentario. El silfo únicamente lo pasó por alto y se arropó con las mantas.

-Eso explicaría muchas cosas, a donde va cuando desaparece y porque es tan absolutamente protectora conmigo desde que sabe lo del bebé-comentó mientras Yoongi se metía también en la cama. -Y explicaría el poder que desprende cuando se me acerca, que podría ser por la conexión entre la diosa Eria, que está en mi por ti y por nuestro hijo y el dios Orka que me acompaña desde mi nacimiento- añadió pensativo el silfo. Acua paseó lentamente entre ellos y se colocó junto a las brillantes manos de Jimin que la acogió con cariño.

-Me echó de tu habitación la noche en que discutimos, me echó sin miramientos y casi me muerde cuando intenté acercarme a ella-explicó el rey recordando acongojado esos momentos. El joven silfo abrió los ojos exageradamente.

-¿Acua? ¿Hiciste esas cosas tan feas a papá?-preguntó el silfo sorprendido. La gata levantó las orejas y ronroneó por las caricias que Jimin le estaba dedicando. Maulló ligeramente y luego volvió a acostarse. El silfo soltó una carcajada y palmeó con cariño la cabecita de Acua. -Muy bien pequeña, que sepa de qué pasta estamos hechos-añadió el joven con firmeza sin dejar de lado su pequeña sonrisa.

-Me estoy arrepintiendo de formar una familia con vosotros dos-se quejó el mayor tendiéndose sobre el colchón boca arriba con la vista clavada en el dintel azul de la cama.

-¿Familia?-preguntó Jimin alzando una ceja. Era la primera vez que los llamaba así. Yoongi giró levemente la cabeza hacia el lado contrario de donde se encontraba el muchacho y sintió el sonrojo subir por las mejillas bajo la suave luz que desprendía la chimenea.

-Jimin, duérmete-pidió intentando evitar aquella conversación que él mismo había provocado.

-Me gusta como suena-murmuró el silfo acomodándose delicadamente contra su hombro. Yoongi sonrió levemente contra su pelo y aspiró el aroma a frutos silvestres que desprendía el joven entre sus brazos. Dejó pasar unos segundos donde el silencio calmó sus corazones y luego cernió sus brazos alrededor de la fina cintura de Jimin.

-A mi tampoco me disgusta-admitió. Se acurrucaron más el uno contra el otro y el sueño acabó venciendo a sus cuerpos.

Unas horas después, mientras Yoongi dormía plácidamente a su lado en la cama, Jimin no paraba de dar vueltas incómodo, rezando por volver a dormirse. Se había despertado un buen rato atrás con una pesadilla provocada por la magia descontrolada de su cuerpo que ni siquiera el canalizador de su cuello era ya capaz de calmar. Siempre había escuchado a los silfos del bosque de Orka que cuando un bebé venía en camino, su magia se descontrolaba según avanzaban los días hacía el momento de depositar la magia. Pero nunca imaginó que tanto, ya que aquello se sentía insoportable. 

Se levantó despacio para no molestar al rey y pasó las manos por su rostro intentando despejarse. La habitación dio violentas vueltas a su alrededor y tuvo que agarrarse a uno de los postes de la cama cuando se puso en pie. Acua elevó las orejas inmediatamente al sentir la magia demasiado intensa de Jimin y corrió a colocarse a su lado frotándose entre sus piernas.

El silfo caminó descalzo hacia la puerta, movido por aquella fuerza extraña que le hacia sentir tan mal y cuando tomó el pomo para abrir la voz somnolienta de Yoongi lo distrajo de aquella ensoñación en la que parecía estar sumergido.

-¿Jimin? ¿Te encuentras bien?-preguntó el joven incorporándose en la cama. Jimin lo miró con los ojos más azules que Yoongi había visto en su vida y se levantó asustado para correr hacia él. Cuando cogió sus manos, la electricidad que irradiaba el silfo y que tantas veces había sentido abrasó sus dedos y tuvo que retirarlos al instante.

-Ven conmigo-susurró Jimin únicamente. Yoongi frunció el ceño pero aún así lo siguió de cerca en la oscuridad. Los tres se deslizaron silenciosamente por los pasillos desiertos a esas horas y caminaron durante minutos en el más absoluto de los silencios mientras el silfo se dejaba guiar por la energía que emanaba de su cuerpo. Cuando sus pies dieron en la oscuridad contra los fríos escalones de la torre consiguió entenderlo todo.

-Es el momento-murmuró volviéndose ligeramente hacia Yoongi que estaba completamente callado tras su espalda.

-¿Es el bebé?-preguntó el mayor un poco nervioso. Jimin asintió despacio.

-Voy a depositar la magia para la esfera de nacimiento-explicó el joven únicamente. Vio a su destino abrir los ojos exageradamente y dar un paso en falso hacia su cuerpo. Recordó el dolor infernal cuando lo había tocado en la habitación, así que se quedó quieto y maldijo enfadado.

-No puedo tocarte mi amor, ¿podrás hacerlo tú solo? ¿Necesitas que llame a alguien? ¿A tu madre?-preguntó Yoongi ansioso sin saber muy bien qué hacer. Jimin solo negó con la cabeza.

-No te preocupes, solo quédate a mi lado y Acua me ayudará si es necesario-explicó el joven con una pizca de inseguridad en su voz. Yoongi asintió asustado, quería abrazarlo o simplemente cogerlo de la mano, pero la magia era demasiado fuerte para poder soportarla .

Subieron las escaleras en silencio y cuando se internaron en la estancia, Yoongi contempló por primera vez el pequeño círculo de flores, hojitas y brotes que Jimin había formado. Admiró la magia que revoloteaba por todos lados y al contrario de parecer el lugar frio que siempre parecía, Yoongi tuvo la sensación de que aquel lugar se había llenado de calidez y que en verdad era el lugar adecuado para el nacimiento de su heredero.

Jimin caminó despacio por la torre, se arrodilló al lado del pequeño y redondeado lecho de flores que había estado entretejiendo esa misma noche y Yoongi se colocó a su lado después de correr las cortinas para dejar entrar algo de luz que emanaba de la luna. 

Se quedó cautelosamente al lado del silfo que respiraba entrecortadamente con los ojos cerrados y cuando un rayo de luna impactó sobre las flores colocadas sobre la alfombra la magia desbordó del cuerpo de Jimin envolviéndolo en un hermoso halo de luz brillante. El rey pudo observar de nuevo a la hermosa criatura en todo su esplendor, con las alas brillantes a su espalda y la magia surgiendo por cada poro de su ser. Y mientras lo miraba embobado, pudo contemplar como entre el espeso brillo que Jimin estaba depositando sobre las flores, una pequeña bolita ovalada que se estaba formando poco a poco.

Se acercó un poco más y observó la magia fluir como si fuesen pequeñas gotas brillantes que abandonaban su cuerpo para unirse a aquel cúmulo redondeado de magia. Era una imagen casi idílica y bañado por los rayos de luna era incluso más increíble de ver.

-Acua-pidió Jimin en un murmullo. El rey se giró alarmado para buscar al animal, pero no hizo falta nada más ya que la gata se acercó a Jimin y restregó su cuerpo entre los brazos extendidos del silfo. El semblante del joven cambió en el mismo momento en que Acua tocó su piel y durante largos segundos ambos trabajaron en silencio y armonía.

Yoongi no se movió, casi no se atrevió a respirar, pero cuando el flujo de energía y el ambiente se volvieron más livianos, sintió el hilo invisible que lo unía a Jimin tensarse un segundo antes de ver al muchacho balancearse mareado. Lo envolvió entre sus brazos y notó que la energía ardiente que un rato antes había abrasado sus manos se estaba diluyendo. Los músculos del silfo comenzaron a relajarse y su cuerpo se sumió en la más absoluta calma tras todo el torrente de magia feérica que había inundado su cuerpo.

Jimin descansó levemente la cabeza en el hueco del cuello del mayor que acarició su pelo delicadamente y lo abrazó más contra su cuerpo mientras dejaba que la magia totalmente alterada fuese volviendo a su cauce poco a poco en el cuerpo de Jimin.

-Ahí dentro está nuestro bebé-comentó el silfo en una débil afirmación.

-Es lo más maravilloso que he visto en toda mi vida-murmuró el mayor sin poder quitarle la vista de encima. Jimin asintió entre sus brazos y con un gesto desganado acarició la cabecita de Acua que descansaba sobre sus piernas.

Esa noche, ninguno de los tres se movió de allí. Durante las largas horas que restaron hasta el amanecer de un nuevo día, la pareja se dedicó a dormitar en los dos grandes sofás frente a la chimenea sin poder quitar los ojos de la pequeña esfera brillante que relucía sobre el lecho de flores. 

---------------------------------------------------------------------------------------------------

Hola a todos :)

Bueno, ya estoy aquí, perdonadme por estos casi dos meses de ausencia. Ha sido espantoso. No paraban de pasar cosas malas en mi vida y los exámenes no ayudaban. 

No tengo nada que decir más que pediros perdón por la espera y daros las gracias por esperarme siempre y por vuestros comentarios de ánimo. El dolor sigue ahí, pero va sanando la herida. 

Por otra parte quiero dedicarle este capítulo a Ale. Soy feliz porque existes y estás en mi vida. Gracias siempre por todo, te amo. 

A los demás, espero que lo hayáis disfrutado mucho, ha sido un capítulo largo en el que han pasado muchas cosas. Donghwa ya está en el mundo, Elsie se recupera favorablemente, el Namjin por fin está junto y el Taekook más enamorado que nunca. 

Nuestros protagonistas no pueden ser más dulces, su bebé ya se está preparando para nacer y ahora ya sabes que Acua posee en parte el espíritu de la diosa Eria. 

En fin, espero poder seguir escribiendo, coger ritmo y no haceros esperar mucho más para el siguiente capítulo. Ya no habrá Miercoles de Eria, ahora cualquier día puede ser para un nuevo capítulo. 

Nos leemos en el siguiente :) 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro