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Capítulo 18. Luz.

Eleanor temblaba de los pies a la cabeza mientras caminaban los tres juntos por el pasillo. Habían pasado unos días desde que ella y Hobi se habían enterado de su estado y durante esos días habían estado ocultándose lo más posible, planeando cómo afrontar la situación y contárselo a la madre de la chica antes de que se enterase todo el mundo.

-Va a matarnos a los tres, a mi por deshonrarla, a ti por ayudarme a ello y a Jimin por acompañarnos y apoyarnos-murmuró mientras pasaban con cuidado entre la gente que salía de las cocinas.

-No seas así, tu madre comprenderá-replicó Jimin casi aguantándose las ganas de reir. Su amiga le dedicó una mirada furibunda y luego desplazó la vista hacia el muchacho que la sostenía de la mano. No parecía nervioso ni tan solo un poco inquieto, únicamente se le notaba alerta por toda la gente que caminaba a su alrededor pasando cerca de Eleanor y de su bebé.

Atravesaron la puerta de las cocinas mientras las sirvientas se hacían a un lado para dejarlos pasar y dedicaban respetuosas reverencias al silfo que las correspondía con educación.

Se adentraron en la enorme sala y notaron el asfixiante calor de los fogones y los hornos en contraste con el frío exterior. Jimin sintió un escalofrió recorrer su cuerpo y no supo si eran nervios o simplemente el cambio de temperatura. Todo el mundo se quedó mirando a aquellos tres jóvenes que acababan de llegar.

-Queremos hablar con Meriol a solas, solo serán unos minutos, salgan por favor-ordenó el joven con aquel tono dulce que siempre tenía para todo el mundo. La aludida levantó la cabeza y el silfo pudo ver como soltaba un suspiro cargado de muchas cosas que alborotó los cabellos que escapaban de su moño y se pegaban en su frente. Vieron a todo el mundo desaparecer a su alrededor y cuando por fin estuvieron solos, Jimin miró a su amiga que estaba a punto de echar a correr. Caminaron un par de pasos para acercarse un poco más hacia la mujer hasta que ella habló sorprendiéndoles con sus palabras.

-Mucho estabais tardando en venir-dijo la mujer con un dulce tono de voz. Los tres se pararon en seco y ella dejó escapar una pequeña sonrisilla ladeada mientras dejaba el trapo que tenía entre sus manos y se acercaba hacia los jóvenes.

-Buenos días alteza, Eleanor me contó que estabais indispuesto, espero que ahora os encontréis mejor-comentó la mujer con respeto inclinándose respetuosamente ante Jimin. Este asintió con gracia.

-Me encuentro mucho mejor, Meriol, gracias por su preocupación-contestó con una pequeña sonrisa. El hada asintió correspondiendo a aquel gesto y luego se volvió hacia la pareja que esperaban en silencio a su lado.

-Buenos días Hoseok, me preguntaba cuando mi hija y tu os dignariais a aparecer en mi presencia-saludó la mujer con una sonrisa. El chico se quedó totalmente tieso y no reaccionó hasta pasados unos segundos.

-¿Madre?-preguntó su amiga confundida. Meriol se cruzó de brazos y negó con la cabeza.

-Hija, ya sé lo que venís a decirme-aclaró para todos los presentes. El silfo se tensó en el sitio y espero impaciente durante los segundos en los que todos permanecieron en silencio.

-¿Lo sabes?-preguntó la joven abriendo mucho los ojos. Su madre asintió. -¿Y no te vas a enfadar por deshonrarte?-volvió a decir la chica con temor.

-Elsie cariño, el amor no es una deshonra. Soy tu madre y tu magia ha sido un caos estas últimas semanas. De veras me preguntaba cuándo vendrías a darme la noticia y a presentarme oficialmente a este muchacho-contestó la mujer sin poder evitar una sonrisilla hacia el muchacho que seguía allí totalmente en tensión. Nadie dijo nada hasta que el joven guardia reaccionó. Aclaró su garganta y luego dio un par de pasos hacia la madre de Eleanor.

-Señora, veníamos a pedirle permiso para unir nuestras magias-dijo educadamente mientras miraba al hada mayor a los ojos. -Contamos con el permiso de nuestros respectivos monarcas, pero no podemos hacerlo sin el suyo propio-añadió. La madre de la joven asintió despacio, miró un momento a su hija y luego devolvió su mirada hacia la azul del joven que esperaba nervioso una respuesta de la mujer.

-¿La quieres?-preguntó con seriedad. Hobi abrió sus ojos enormemente sin esperar aquella pregunta.

-Más que a mi vida-aseguró con firmeza. La mujer abrió los ojos ante la respuesta, aunque Jimin intuyó que ya sabía lo que iba a responder. Eleanor tembló a su lado y Jimin sujetó con más fuerza su mano para tranquilizarla.

-¿Y a ese bebé? ¿Lo quieres?-volvió a preguntar. Hobi asintió despacio.

-Con todo mi corazón, es un honor que esta maravillosa mujer vaya a darme el regalo más grande que un hombre como yo podría desear. No puedo esperar a tenerlo en mis manos y colmarlos a los dos de dicha-afirmó con sinceridad mirándola a los ojos.

-Hoseok, tu sabes lo que Eleanor y yo hemos perdido, nuestra vida y a mi marido, su padre. Por eso necesito que esta chiquilla nunca más vuelva a sufrir y tenga la vida más fácil posible. ¿Crees que puedes hacer eso por mí?-inquirió Meriol con los ojos cristalizados por las lágrimas. Hobi asintió y luego miró a Eleanor para hablarle a ella.

-No puedo prometerle grandes cosas, pero si todo el amor que merece y la promesa de hacerla feliz y darle una familia-comentó mientras alzaba su mano para entrelazarla con la del hada que sonreía emocionada. Su madre agarró con cariño la mano de Hobi sorprendiéndolo y luego extendió la otra mano para coger la de su hija. Los miró a los ojos y juntó las manos de ambos jóvenes para luego acogerlas entre las suyas.

-Tu padre estaría encantado con esta unión, este muchacho es el que tu corazón ha elegido y eso es lo único que importa-comentó únicamente. Jimin vio a sus amigos sonreírse emocionados.

Sintió una puñalada en su dolorido corazón, pero sonrió ante la familiar escena que se desarrollaba ante sus ojos. 

Un mes. Había pasado un mes desde aquel fatídico día en que Jimin había decidido confesarle sus sentimientos. Un mes de lucha interna contra sí mismo para no ir a buscarlo, un mes de daño, de magia descontrolada, de celos, de fatiga, de intentos de desenlace en vano. Un mes desde que su vida se había estancado. Había dejado de asistir al comedor a la hora de siempre, había dejado de pulular por el castillo, apenas salía, se escondía, como un mísero escombro de lo que el rey de Eria había sido. Se marchitaba como una flor arrancada de su hábitat natural. Anhelaba a Jimin con todo su ser. Anhelaba su sonrisa, su voz, sus gestos, su inteligencia...lo anhelaba todo, tanto que cuando se veían de casualidad por el castillo el dolor no lo dejaba respirar.

Se habían mirado con muchas por decir, pero luego cada uno se había dado la vuelta y ambos habían huido hacia extremos opuestos. Yoongi no había vuelto a ver a Acua tampoco. Sabía, por lo que le había contado Hobi, que la gata cada día era más arisca con todo el mundo excepto con el silfo, al que amaba de sobremanera. Había dejado de ser el animal sociable que los había cautivado a todos y se había vuelto sobreprotectora con Jimin hasta el punto de atacar a cualquier extraño que se acercaba al joven.

Esa mañana Hobi no había aparecido y Yoongi se había quedado encerrado en sus aposentos esperando el momento en que fuese inevitable salir. Había llegado el día, el día que tanto había temido desde que Hobi le había contado que pretendía unirse con Eleanor. Ese día había llegado demasiado rápido y ni siquiera era consciente de todas las cosas que podrían pasar cuando tuviese que compartir espacio en la ceremonia con el silfo que le quitaba el sueño.

Se miró al espejo, peinó su cabello hacia atrás a excepción del mechón que siempre dejaba sobre su frente y luego agarró la corona de Eria para colocarla sobre su cabeza. Sintió su peso y le devolvió una mirada a aquel fantasma del espejo que lo miraba con lastima. -Te lo mereces-parecía decir.

Suspiró con pesar y luego se dio la vuelta para salir por la puerta hacia el salón del trono, donde se oficiaría la ceremonia. 

Rezó por no encontrarse a nadie por el camino y caminó ligero hasta internarse en el enorme salón. Se acomodó en el trono y espero hasta que la gente comenzó a llegar con sonrisas ilusionadas que contrastaban intensamente con su rostro serio y amargado. Los invitados comenzaron a colocarse a cada lado de la sala para dejar la pasarela central a la pareja protagonista sin reparar en el sentimiento horrible que cruzaba su cuerpo en aquellos momentos.

Apenas unos minutos antes de la hora programada para el inicio de la ceremonia, Hobi apareció por la puerta y un escandaloso aplauso surgió entre los invitados.

El chico rió ilusionado e iluminó la sala con aquella sonrisa maravillosa. Dio las gracias a los invitados y se dirigió hacia donde se encontraba Yoongi. Este se levantó, lo miró impresionado y luego dejando de lado todos los modales y protocolos abrazó a su amigo con cariño.

-¿Cómo estás?- preguntó palmeándole la espalda. Su amigo se separó de él y se miraron a los ojos fijamente con una expresión indescifrable.

-Nervioso-admitió el guardia con una pequeña sonrisa. No habían vuelto a hablar de Jimin desde el día en que el joven guardia había ido a pedirle permiso a su rey para unirse con la madre de su hijo y el mayor lo había agradecido firmemente.

-Todo va a ir genial, ahora colócate en tu sitio, tu mujer y tu hijo están a punto de entrar por esa puerta-advirtió el mayor. Hobi sonrió y asintió para colocarse en su lugar.

Uno de los guardias de la puerta alzó la mano y entonces una dulce melodía comenzó a sonar por todo el salón. Yoongi se irguió en su sitio y contuvo el aliento cuando las puertas se abrieron con un ligero chirrido.

Quiso salir huyendo de allí cuando tras las puertas, la esencia de Jimin lo invadió todo y sintió un horrible dolor en el pecho cuando el joven silfo avanzó por el pasillo vestido con una impresionante túnica color crema. Boqueó ante aquella imagen idílica y sus rodillas temblaron cuando contempló la tela ceñirse a su pecho con firmeza, marcar su estrecha cintura y luego abrirse en un amplio vuelo que revoloteaba alrededor de aquellas impresionantes piernas. De sus hombros, adornados con unas preciosas cadenas doradas, partía un liviano paño de gasa azul casi transparente que caía por sus brazos cubriendo las mangas que ocultaban sus brazos del frío. No quiso saber cómo era la espalda de aquella prenda y dio gracias a Eria porque quedase cubierta por la capa que arrastraba tras su cuerpo.

El silfo se dirigió a paso ligero por el pasillo, fijó la mirada al frente por un segundo y cuando sus ojos volvieron a chocar con los de Yoongi que lo miraba absorto, volvió a ahogarse. Ahogó un quejido lastimero, agachó la cabeza y avanzó hasta su lugar en la parte delantera de los invitados. 

Todo el mundo desvió la mirada del joven cuando la música se volvió más suave y Eleanor apareció agarrada de la mano de su madre al final del pasillo. Todos excepto el rey de Eria, que se deleitó unos minutos más con aquella imagen idílica antes de volver la vista hacia la muchacha que había comenzado a caminar lentamente hacia el improvisado altar donde su futuro esposo la esperaba. Vio a su amigo sonreir emocionado entre un sinfín de pequeñas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas y por un momento entendió lo enamorados que estaban esos dos. Observó el bonito vestido de la muchacha de un color azul pálido, con el corpiño lleno de encaje y la falda amplia terminada en una inmensa cola llena de flores de colores evocando a su lugar de procedencia.

Cuando Eleanor alcanzó su lugar, Hobi la cogió de las manos ensimismado con la belleza de aquella muchacha y el silfo se dejó caer agotado sobre la silla. A su lado, Jin le preguntó por lo bajo si se encontraba bien y el solo asintió para que su amigo no se preocupase. Buscó a Tae por la sala y lo encontró al otro lado del pasillo al lado de Jungkook cuchicheándole algo al oído. El joven sonrió y entonces la celebración comenzó.

-Vamos a comenzar con la ceremonia-anunció el rey alzando la voz. -Los testigos que se acerquen por favor-ordenó. Jimin vio a Namjoon y a Jungkook levantarse de su sitio y dirigirse con firmeza hacia el lugar donde se encontraba la pareja.

-Esta pareja os ha elegido como los testigos de su amor, ¿dais fe de que así es?-preguntó hacia el sanador y el Tanket. Ambos asintieron con firmeza.

-Damos fe-respondieron al unísono.

-¿Estaréis a su lado en las inclemencias de la vida para acompañarlos en esta nueva y larga vida juntos?-volvió a preguntar.

-Si estaremos-volvieron a decir en tono solemne. La pareja les sonrió con agradecimiento y luego el rey volvió a alzar la voz.

-Entonces firmad vuestras promesas con magia sagrada-pidió el mayor dando un paso hacia atrás para dejar que los dos guardias sellasen sus afirmaciones.

Jungkook y Namjoon extendieron las manos y las juntaron frente a todos los presentes. Murmuraron sus palabras invocando la magia sagrada y un pequeño rayito surgió de sus manos enlazadas. Yoongi asintió satisfecho y luego los testigos se giraron de nuevo hacia los invitados para quedarse junto a la pareja en su unión como habían prometido.

Jimin miró a Jin removerse incómodo en la silla y llevar sus ojos hacia Namjoon que acababa de atestiguar el amor de su amigo ante su propio rey y por un momento, la mirada verde del sanador se fijó en la del tritón. La tensión se sintió en el ambiente y se palpó a su alrededor.

Y entonces vio al vencedor vencido. Vio caer al más fuerte ante el más feroz. Y observó por un momento a su amigo Kim Seokjin, porque aquel no era Jin, ni mucho menos Jinnie, el dulce tritón risueño. No, era él por completo. Traspasando con sus ojos coralinos el alma de aquel hijo de la tierra que lo había rechazado a pesar de sus sentimientos. Dejando claro lo que su corazón acelerado decía. Que quería ser amado, amado de la misma manera en la que latía de amor, sin miedos, sin prejuicios ni excusas a causa de su condición o de su procedencia. Kim Seokjin quería ser correspondido y amado hasta la saciedad por aquel hombre que ni siquiera se atrevía a mirarle a los ojos para evitar caer de rodillas ante él y cederle la luna si se lo pedía.

Cuando Yoongi pidió a los presentes que se levantasen para la unión de magias, el tritón a su lado lo hizo de manera tan seria y tan regia que estuvo seguro de ver como el aire de Namjoon se atascaba en su garganta. Sin saberlo, llenó el aire de un aura espesa que aceleró el pulso del guardia con su extremada combinación de seguridad y belleza. Se alzó y el ambiente se tensó en la lejanía de sus cuerpos. Y entonces supo que Jin no pararía hasta hacer ver al sanador que aquellos miedos infundados en prejuicios, no frenarían aquellos sentimientos que su amigo había comenzado a sentir y que sin duda eran correspondidos.

Ante todo el mundo, la pareja protagonista juntó sus manos y las entrelazaron con fuerza mientras una muchacha conocida de Eleanor y su propia madre colocaban por encima de sus cabezas un velo de tul simbolizando la unión. Bajo ese velo, Jimin pudo comprobar como ambos se sonreían enamorados.

En ese momento y con voz trémula, el rey de Eria pronunció su nombre para que se acercase. Jimin se levantó y caminó firmemente con su porte regio de siempre sin apartar la mirada de sus amigos para no depositarla en Yoongi y que viese su faceta más insegura. Se acercó a donde se le reclamaba y suspiró profundamente para comenzar su parte del ritual.

-Yo, Park Jimin, hijo de Park Hyungae y representante del bosque de Orka en este castillo, le doy a Eleanor Flora mi bendición para desposarse aquí y ahora con Jung Hoseok, bajo la promesa de un amor firme y puro hasta el final de sus días-recitó firmemente. Sus amigos sonrieron y Jimin se sintió orgulloso de poder hacer posible que aquellas dos almas enamoradas estuviesen juntas para siempre.

-Yo, Min Yoongi, rey de Eria, le otorgo a Jung Hoseok la bendición para desposarse aquí y ahora con Eleanor Flora, con la promesa de cuidarse y respetarse hasta el final de sus días-repitió el mayor. Contuvo el aliento cuando Jimin se acercó a su lado y extendió la mano sin mirarlo. Alargó su propia mano y depositó su palma sobre la del silfo. Una corriente recorrió sus cuerpos incluso antes de invocar sus poderes. Y ambos se ahogaron en todo aquello que les recorría por un momento. Agitados, invocaron su poder sagrado, sellaron aquella promesa y retiraron las manos del contacto del otro como si quemase. Yoongi avanzó un paso hacia la pareja y se alejó de Jimin intentando no marearse.

-Estáis aquí para uniros ante Eria, y como su representante yo os pregunto ¿Os unís libremente?-dijo solemnemente. Se dio cuenta de lo estúpida que sonaba esa pregunta cuando él mismo había podido comprobar su amor de cerca.

-Nos unimos libremente-respondieron en el mismo tono alegre.

-¿Os unís como iguales?-inquirió de nuevo el rey.

-Nos unimos como iguales-contestaron a la vez. Inmediatamente una bonita sonrisa se asomo en sus rostros. Los testigos y representantes se apartaron entonces un par de pasos para dejarles su lugar. Yoongi tuvo que alejarse un poco cuando la liviana tela de la túnica de Jimin rozó su mano y una corriente recorrió su cuerpo.

-Podéis unir vuestras magias-concedió el rey. La pareja se miró por un segundo rebosantes de felicidad y alzaron sus manos entrelazadas para que quedasen a la vista de todos los allí reunidos. Cerraron los ojos y un increíble fuego Tanket mezclado con un color verdoso inusual en las llamas envolvió las manos de la joven en señal del traspaso que Eleanor le hacía como símbolo de unión. Por su parte Hobi dejó ir su magia hacia las manos de la muchacha y una brisa como un suspiró removió los pequeños mechones que se habían salido del ordenado moño. Un te quiero susurrado al viento se coló por sus oídos y cuando ambos poderes se encontraron una bonita luz blanquecina surgió de sus manos indicando la unión.

-Mis queridos amigos, vuestras vidas han sido unidas para siempre, os deseo toda la felicidad que la vida os pueda aportar-comentó con sinceridad el rey para dar por finalizada la ceremonia.

Todo el mundo se quedó en silencio y a Jimin se le escapó una pequeña risita al ver la cara embobada de Hobi que no se movió ni un solo centímetro cuando el rey los dio por unidos. Los invitados esperaron durante largos segundo y nadie se movió hasta que el silfo escuchó al Tanket quejarse a su lado con fastidio y supo que se estaba impacientando. 

 -Eh Jung, ¿la besas hoy o nos esperamos a mañana?-chilló Jungkook hacia su amigo que parecía no enterarse de que la ceremonia había concluido.

Una risita conjunta se extendió por el salón del trono y entonces Hobi reaccionó. Cogió a su esposa entre sus brazos y bajo aquel velo de intimidad y promesas buscó sus labios y los enlazó con los suyos sellando así su unión. En un gesto que nadie esperaba, el chico hincó la rodilla en el suelo y besó el abultado vientre de Eleanor que se dejaba ver incipientemente bajo las capas de tela. Ella sonrió emocionada y pasó delicadamente sus dedos por las hebras castañas de su esposo.

Jimin se sintió desfallecer cuando al girarse ligeramente para darle privacidad a la pareja, los ojos oscuros de su destino lo estaban admirando inescrutables desde la distancia. 

Jungkook buscó por todo el salón al dueño de sus pensamientos y cuando lo encontró no se extrañó de verlo acompañado de su mejor amigo y su hermano, riendo a carcajadas, ajenos a todos los demás.

Desde que lo había visto aparecer entre los invitados a la ceremonia de unión con aquel bonito traje vaporoso de color menta no había podido apartar sus ojos de él y tampoco sus pensamientos. Había estado dando vueltas alrededor del lugar durante casi una hora, buscando la excusa y la manera para acercarse al tritón y pedirle un baile, pero no se había atrevido. Había sacado a bailar a Eleanor mientras Hobi bailaba con la madre de su esposa y la chica no había parado de darle las gracias por ser su testigo en la unión. Volvió a mirar en dirección y recordó cada uno de los momentos que habían pasado juntos durante aquel último mes. Desde que se había derrumbado entre sus brazos el día en que casi pierden a Jimin, su relacion había cambiado.

Ya no buscaban excusas para verse, si les apetecía buscarse o charlar, lo hacían sin pensar, si querían pasar un rato juntos, se buscaban y pasaban largos ratos paseando, incluso un par de veces, el joven Tanket los había acompañado a él y a su hermano al lago y había pasado la tarde con ellos observando como aquellos dos preciosos tritones de desenvolvían en su elemento.

Sus sueños también tenían nombre de tritón. Soñaba con sus ojos, con su sonrisa y con su piel. Y se levantaba envuelto en sudor cuando soñaba con el día en que el traidor a Eria había atacado al chico.

No sabía cómo, pero aquel joven había acaparado su corazón con su inteligencia y su carisma natural. Y ahora no sabía cómo dar el siguiente paso.

Caminó entre los invitados hasta llegar al lugar donde su mirada había estado puesta durante los últimos minutos y cuando llegó a donde se dirigía y se quedó parado allí sin decir nada, los tres muchachos alzaron la vista para encontrarse con su mirada oscura y reservada. Sin darles tiempo a nada más extendió la mano hacia el tritón.

-¿Bailas?-preguntó tímidamente. Taehyung dio un respingo y se volvió hacia su hermano que intentaba no sonreír ampliamente. Luego se volvió hacia Jimin que había abierto los ojos sorprendido. Volvió a mirar al Tanket que parecía profundamente avergonzado y luego miró su mano que siempre le parecía tan cálida, extendida en aquella íntima invitación. Sin pensarlo demasiado, elevó su mano y colocó su palma sobre la del muchacho que lo miró a los ojos y sonrió embelesado con aquella mirada.

En completo silencio, se levantó, ahueco su ropa y dio un par de pasos hacia Jungkook que lo condujo hacia donde las demás parejas ya bailaban alrededor de los protagonistas de aquel evento. Taehyung hubiese jurado que todo el mundo se había girado a mirarlo y que su hermano y Jimin habían cuchicheado a su espalda.

Con un delicado giro, juntos se incorporaron a la música y comenzaron a mecerse en un leve compás entre los demás bailarines. Se dedicaron a mirarse intensamente y sonreír durante la primera canción y ninguno tuvo interés en soltarse durante las siguiente melodías que sonaban. Jimin bailó con Eleanor y Jin con Hobi, pero ellos no cambiaron de pareja.

-El otro día no me contestaste a la pregunta que te hice-comentó el mayor por encima de la música. Jungkook no tuvo que preguntar a qué se refería porque lo sabía exactamente. Se tensó un segundo y perdió el ritmo de sus pasos, pero la sonrisa dulce del tritón lo calmó de nuevo.

-Si, Tae, yo también siento que soy el único que va sin rumbo-respondió en un susurro que solo el aludido pudo escuchar. Taehyung sintió como su piel se erizaba ante el contacto del cálido aliento del joven sobre sus labios y se preguntó cuando su cercanía se había hecho tan evidente. Lo miró a los ojos y siguiendo la música colocó las manos en los hombros del guardia para ser elevado levemente por la cintura. Jungkook lo movió con facilidad, se miraron a los ojos y luego el Tanket volvió a posarlo en el suelo. Ambos se sonrieron un poco avergonzados.

-¿Crees que algún día encontraremos nuestro lugar?-preguntó Taehyung para romper el denso silencio que los envolvía. Jungkook frunció el ceño y arrugó su nariz con un gesto adorable.

-A veces siento que esté es mi lugar, aquí, justo aquí donde estoy ahora. Yo nunca he tenido un lugar definido y nunca me había sentido tan en casa como me siento ahora. Se que mi madre hubiese querido esto para mi, un lugar seguro y una posición respetable. Se que ahora mismo no soportas la presencia de Yoongi, pero el me ha dado todo eso-confesó Jungkook con sinceridad. Tae asintió despacio.

-Lo entiendo-comentó únicamente. Se sumieron en un cómodo silencio únicamente roto por la agradable música que los hacía bailar a su son sin quitarse los ojos de encima. Jungkook agitó levemente la cabeza para salir de la hipnosis en la que lo había sumido aquel rostro precioso y carraspeó sabiéndose descubierto.

-¿Y tu? ¿Acaso no sientes que Eria sea tu lugar? Es decir, se que amas el mar, pero te he visto sonreír y se que te gusta este sitio-preguntó intentando averiguar que pasaba por la cabeza de Taehyung.

-Me gusta Eria y estoy empezando a aceptar que quizás Jin y yo hayamos encontrado nuestro nuevo hogar-explicó algo cohibido por aquella intensa mirada. -Hay muchas cosas que me atan a este sitio ahora-añadió casi en un susurro apagado. Jungkook dejó que su mano se deslizase con cuidado a lo largo de la espalda del tritón, como una dulce caricia donde pudo apreciar la firmeza de aquel espectacular cuerpo.

-Me alegra oírte decir eso, siento que aun no estoy preparado para que te vayas, te has convertido en un apoyo importante para mí-confesó en un murmullo el más joven. Tae alzó la vista y sus piernas temblaron con aquellas palabras. -A pesar de lo mal que nos hemos tratado, siento que nos entendemos y que somos muy parecidos en algunas cosas y ahora me va a costar mucho adaptarme a tu ausencia-añadió con sinceridad. El tritón abrió los ojos y su corazón latió desbocado por las palabras del muchacho. Se quedó en silencio analizando lo que le había dicho y algo en su estómago se alborotó como si un millar de mariposillas aleteasen por todo su cuerpo. 

-¿Que ves en tu futuro, Jungkook?-preguntó para romper el silencio que se había formado a su alrededor.

-Supongo que veo paz y una vida feliz junto a alguien especial. Lo mismo que ve todo el mundo cuando le preguntas-contestó el más joven. El tritón sonrió con dulzura.

-¿Ves niños?-preguntó el mayor casi con timidez. El Tanket abrió los ojos impresionado por la pregunta. ¿Qué le estaba preguntando exactamente el precioso tritón que tenía entre sus brazos?

-Me encantan los niños-contestó él únicamente sin saber qué más decir.

-Si, a mi también me encantan los niños-reiteró el tritón ocultando una pequeña sonrisa en uno de los giros propiciados por la música.

Ninguno de los dos dijo nada más. El tritón se dejó llevar por toda la pista entre los brazos fuertes de aquel encantador muchacho que se mecía al son de la música en aquella burbuja suya tan particular. Cuando dejó descansar la cabeza justo en el hueco del cuello de Jungkook y sus brazos llenos de tinta negra pasaron por su cintura atrayéndolo con cuidado hacia su cuerpo, sus corazones latieron al mismo ritmo acelerado y por la cabeza de ambos pasaron muchas cosas.

Durante largas semanas habían sido enemigos, se habían convertido en buenos amigos y en ese momento, solo quedaba un paso por dar, uno definitivo que apartaría para siempre al tritón de su amado océano. Un paso certero que ambos deseaban en silencio. Aquel que los acercaría para siempre. 

La gente a su alrededor había comenzado a retirarse y los pocos que quedaban seguían bailando al son de la música que seguía sonando en el comedor. Jimin charlaba animadamente con Jin mientras cuchicheaban sobre Jungkook y Tae que no se habían separado en toda la noche. Yoongi los miraba en la distancia y se preguntaba cómo iba a hacer toda su vida para vivir sin aquel hombre. Suspiró fuertemente y el mechón que sobresalía de su cabello en su frente revoloteó.

-Yoongi, me voy a retirar, ¿necesitas algo más?-preguntó Namjoon a su lado con un tono más seco y tirante de lo normal. El rey lo miró seriamente y negó con la cabeza. Apartó la mirada de su amigo y volvió a respirar. Sabía lo que unía a Namjoon con Jimin y lo había vuelto a comprobar días atrás cuando los veía hacerse compañía por los pasillos. Sentía celos de aquella relacion tan estrecha y de lo que habían tenido, incluso llegó a pensar que su amigo se estaba enamorando del silfo. Aquella idea lo volvía loco, pero a su vez sentía que no tenía derecho a reclamar nada, ya que él mismo había sido quien había intentado alejar a Jimin y apartarlo de su desastrosa vida. Le había hecho tanto daño y se sentía tan culpable...

-Son los hombres más bonitos de todo el castillo ¿verdad?-comentó su amigo mirando hacia donde se dirigía su mirada. Yoongi chascó la lengua y miró al sanador con seriedad. No se aguantaba a sí mismo, como para escuchar a nadie recordarle lo que estaba dejando escapar.

-¿No te ibas a retirar?-preguntó el mayor enfurruñado. El guardia alzó una ceja sin comprender aquellos humos que se gastaba el rey y asintió.

-Cuando quieras hablar conmigo, me llamas y me dices que te pasa-dijo firmemente. -Hasta entonces no te preocupes que no te voy a molestar más-añadió molesto. Luego se marchó por donde había venido.

Lo vio acercarse a Jimin para despedirse y a su vez comprobó al mayor de los tritones salir despavorido de allí intentando alejarse del sanador.

-Ve con él-vio que decía el silfo. Nam asintió levemente y luego se giró para salir detrás de Jin hacia el pasillo. Jimin suspiró y Yoongi sintió que se moría allí mismo cuando el rubio apartó esa bonita sonrisa de su cara y su ceño volvió a fruncirse, sumiendo su rostro en una expresión de agotamiento y absoluto dolor. Lo siguió con la mirada mientras se levantaba y se acercaba a Eleanor que se encontraba sentada en una mesa riendo con Hobi y su madre. Intercambió un par de palabras con ellos y luego los abrazó para después darse la vuelta y comenzar a caminar hacia la salida.

Hobi interrumpió su intenso escrutinio alzando la voz entre los invitados que quedaban y anunciando que Eleanor debía descansar y que iba a retirarse. Dio las gracias a todos por la asistencia y envolvió a su esposa con un brazo. Entonces Yoongi se despidió de su amigo y cuando se puso un pie en el corredor de salida, un asfixiante pinchazo recorrió su cuerpo y supo que algo iba mal cuando al alzar la vista, el liviano cuerpo de Jimin se balanceó y cayó bruscamente contra una mesa. Sin saber cómo, sorteó a la gente y su cuerpo se precipitó hacia aquel muchacho que parecía tan delicado de salud.

El silfo lo sintió llegar, su magia reaccionó contra su magia y su cuerpo reaccionó ahogándolo ante el dolor de la negación. Quiso salir corriendo pero sus piernas no le respondieron.

-¿Estás bien?-preguntó únicamente aquella voz que tan bien conocía. Se giró hacia él intentando respirar.

Jimin se asfixió de dolor cuando sintió la preocupación en su voz y cuando todo el mundo comenzó a moverse para dar la enhorabuena a la enamorada pareja, él corrió hacia el lado contrario intentando no tropezar con el suelo empedrado mientras dejaba al dueño de su corazón allí plantado. Sentía sus pulmones cerrarse y el aire no entraba por su garganta, así que cuando alcanzó el exterior del castillo y escuchó los grillos con su precioso cantar, solo pudo alzar la mirada al cielo mientras pedía clemencia en silencio para que cesase el dolor.

Un maullido le alertó y la pequeña figura de Acua apareció entre las sombras.

El canalizador vibró en su cuello como si le estuviese pidiendo a gritos una descarga, su mente se nubló por un segundo y cayó de rodillas sobre el pasto quemado que había dejado el verano y que todavía no había renacido a pesar de las lluvias. La gata corrió a su encuentro y se arrebulló contra su regazo. Entonces y solo entonces, el aire comenzó a fluir de nuevo llegando hasta sus pulmones aportándole el aire fresco que necesitaba.

Dejó sus manos apoyadas sobre la hierba reseca y se obligó a acaparar todo el aire posible impulsándolo con grandes bocanadas que parecía renovar su sistema. Y entonces se dio cuenta de que algo no estaba como siempre, de que su cuerpo se había asfixiado sin haberle dado un motivo. Y se dio cuenta de que en sus manos comenzaba a refulgir una luz, cegadora y hermosa a partes iguales, y que bajo sus manos, la hierba seca de la pasada estación, comenzaba a revivir, adquiriendo ese tono verde que había poblado Eria unos meses atrás. Levantó las manos quedándose de rodillas en el suelo, y cuando volvió a mirar hacia abajo, Acua se había acercado hasta la hierba nueva y viva olisqueando entre aquellos brotes verdes, un par de bonitas flores rosadas que acababan de surgir de su magia y de las palmas de sus manos.

Fue en ese momento cuando lo comprendió todo y un sonoro sollozo partió desde el fondo de su pecho arrastrándose por su garganta como si por fin se diese cuenta de todo lo que estaba pasando en su vida. Y tuvo miedo, porque aquello solo podía significar una cosa. Era el motivo por el que estaba vivo y había escapado de los brazos de la muerte. Se lo habían advertido muchos años atrás cuando comenzó a ser un jovencito en busca de su destino, su madre se lo había dicho muchas veces, que cuando llegase el momento, su magia sería más fuerte y sería capaz de cosas que no había logrado hasta el momento.

Volvió a mirar las dos pequeñas florecitas brotando entre la hierba escarchada en aquella fría noche y algo terminó de retorcerse en su estómago.

Acababa de dar vida con su magia, y eso solo podía significar una cosa. Miró al cielo y una lágrima acompañada de una hermosa sonrisa se instaló en su rostro. Por un instante sintió más felicidad y más dicha de la que había sentido en todo el tiempo que había durado su tormento, y por fin tenía algo a donde agarrarse. Cuando el rostro de su destino cruzó su mente que trabajaba a mil por hora, un escalofrío cruzó su cuerpo. 

Tenía que decírselo a Yoongi. 

¿O no?

Había días como aquel en los que no aguantaba más, vivir simplemente era una auténtica tortura. Llevaba mucho tiempo pidiendo ayuda a gritos, pero nadie parecía escuchar sus lamentos, solo pensaban que era el grito caprichoso de un niño sin rumbo que quería llamar la atención. Tenía miedo, un miedo feroz que le acechaba a cada paso echando de menos todo aquello que nunca había tenido y todo lo que nunca podría tener y en aquel momento, mientras contemplaba la gran altura del precipicio bajo sus pies, le pareció la solución perfecta a todos sus problemas. El vacío, el inmenso vacío le llamaba y quemaba su corazón.

-¿Qué haces aquí?-preguntó una voz grave y seca a sus espaldas. Jungkook parpadeó un segundo y luego se volvió. Aquellos ojos, aquellos ojos de un color parecido a los corales del fondo del mar lo contemplaban intentando indagar más allá de su rostro serio y triste.

-Solo pensaba-contestó únicamente. Taehyung negó un par de veces con la cabeza.

-Puedo leerte mejor de lo que me gustaría, ¿que te pasa?-volvió a preguntar acercándose un poco más al chico que no se apartó de su cercanía.

-Pensaba en mi madre, en mi vida y en cómo echo de menos todo aquello que nunca he tenido-murmuró Jungkook con un ligero temblor en su voz. Comenzaron a caminar alejándose un poco del borde del precipicio. 

-¿Como qué?-preguntó de nuevo el mayor. El Tanket suspiró frustrado y caminó un poco con el otro chico a su lado.

-El cariño...el amor...nunca lo entenderías, tienes a tu hermano, a Jimin...-comenzó a decir el más joven sin saber muy bien cómo explicarse. El tritón se paró en seco y su acompañante hizo lo mismo mirándolo fijamente a los ojos.

-Te mentí otra vez-confesó el joven moreno. Jungkook lo miró confundido y aquellos bonitos ojos que sentía que lo anclaban a aquel mundo de terror, se aguaron provocando que el estómago del más joven se contrajese por la pena. 

-Jin y yo si teníamos una familia, pero los habitantes de la tierra acabaron con todos ellos. Nosotros conseguimos escapar, pero nos quedamos solos, por eso me he empeñado en volver a nuestro hogar, porque siempre he creído que era lo correcto y lo que se esperaba que hiciésemos-explicó con pesar. El más joven se acercó, quiso retenerlo entre sus brazos y abrazarlo, pero supo que aquello no haría que dejase de doler.

-Tae...lo siento tanto...-murmuró el joven. Sin saber muy bien cómo tendió su mano hacia delante y Tae la agarró con seguridad sin perder un segundo. Se miraron a los ojos y con un ligero tirón, el cuerpo del mayor impactó contra el duro del más joven que lo escuchó sollozar escondido entre su ropa.

-Estamos bien, a veces el amor que nos falta lo encontramos en otro lado-confesó valientemente el joven tritón. Elevó su mirada y su cuerpo tembló cuando los ojos negros del Tanket se clavaron con decisión en los suyos.

-Tae...-balbuceó el chico sin dejar de sujetarlo entre sus brazos. El aludido asintió. Había llegado el momento de ser valiente y aceptar en voz alta todo lo que su corazón callaba.

-Lo que te estoy diciendo es justo lo que estás pensando-reafirmó cuando vio al joven boquear como un pez fuera del agua sin saber muy bien qué decir.

-Pero si nos odiabamos...-murmuró Jungkook un poco impresionado aún por aquella inesperada confesión. Vio al tritón negar. 

-Nunca te he odiado, pensaba que si, pero en realidad odiaba lo débil que me haces sentir cuando me miras y ves el fondo de mi alma, cuando tengo tantas ganas de besarte o de abrazarte que aunque soy un tritón me quemo solo por un roce tuyo-declaró mirándolo a los ojos. Y el joven se derritió, de tal manera que una pequeña sonrisa escapó de su labios. Agachó levemente la vista y luego siguió sonriendo durante largos minutos en silencio.

-¿Que nos ha pasado? Ni siquiera sé cuando nos convertimos en amigos-farfulló tímidamente el Tanket. Taehyung sonrió y cogió sus mejillas entre sus manos para mirarlo a los ojos. 

-Podemos dejar de ser amigos y pasar a la siguiente fase ahora mismo si tu lo deseas así-pronunció el tritón valientemente. El guardia lo miró a los ojos y suspiró aún incrédulo por lo que estaba sucediendo entre ellos.

-Taehyung yo...-comenzó a decir el Tanket. Buscaba las palabras exactas para describir como le hacía sentir. Él tritón apartó la mirada y se alejó un paso a lo que Jungkook le correspondió con una mirada confusa.

-Lo entiendo, quizas no sientas lo mismo, pero yo tenía que decírtelo porque después de ver lo mal que lo está pasando Jimin, no podía seguir guardándome mis sentimientos-explicó un poco apenado. Y entonces el Tanket lo comprendió todo y casi quiso echarse a llorar por oír aquellas palabras. Alzó su mano y la entrelazó con la de Taehyung.

-Que sí, que siento lo mismo, no seas tonto, ven aquí-dijo con una pequeña sonrisa. Dio un ligero tirón y lo juntó de nuevo a su cuerpo para luego pasar las manos por aquella fina cintura que lo volvía tan loco. -¿Como no voy a sentir lo mismo?-añadió en un murmullo cerca de su boca. El tritón sonrió ampliamente y deslizó con parsimonia las manos por la casaca del joven guardia.

-Entonces, ¿eso significa que me aceptas como tu pareja?-preguntó nervioso. Jungkook asintió levemente. No tuvo tiempo de decir nada más ya que el mayor agarró las solapas de su camisa y tiró de él con fervor hasta juntar sus bocas.

Ambos se deleitaron en saborear sus labios durante minutos, como si nunca hubiesen probado otro manjar más delicioso. Se dejaron llevar por todos aquellos sentimientos que había escondido para evitar las burlas o los prejuicios y dejaron a sus corazones latir, fundiéndose como sus bocas en aquel beso. Se separaron para mirarse profundamente a los ojos y en ese momento Jungkook agarró con cariño las manos del tritón entre las suyas. Las llevó delicadamente a sus labios, las beso y las colocó sobre su corazón que latía acelerado. 

-Te ofrezco por completo mi promesa de protección Tae. Mientras me quede un suspiro de vida en este mundo, jamás dejaré que nadie te haga daño, no te perderé si no me pierdo a mi mismo-declaró solemnemente. Taehyung sonrió emocionado y acarició con cariño su pelo alborotándolo con los dedos. Se había enamorado por completo de aquel muchacho. De aquel Tanket de mirada perdida y apasionada que acababa de entregarle la promesa sagrada de su pueblo. 

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Hola a todos :) 

Ya estamos aquí un miércoles más. 

Me paso híper rápido para dejaros este capítulo, ya que acabo de venir de trabajar y tengo que ponerme a estudiar para los exámenes que ya me están respirando en la nuca. 

Quiero dedicar este capítulo a todas las taekukas que leeis mis historias, y en especial a Janira. Mi queridisima Beta Reader, que te voy a decir que no sepas ya, si este capitulo no lleva tu nombre, no se cual lo haría. Espero que hayas disfrutado de este momento tanto como yo he disfrutado escribiéndolo. Te amo con todo mi corazón. 

Y sin más yo me despido, espero que os esté gustando. 

Nos leemos en el siguiente. 

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