Capítulo 15. Turbulencias.
Los días habían pasado rapidos en Eria, tan normales y comunes, que incluso los habitantes comenzaban a ponerse nerviosos pensando que el peligro podría encontrarse a la vuelta de la esquina.
Jimin y Yoongi seguían viéndose como siempre. Ante el mundo eran amigos, aliados para la guerra, pero de puertas para adentro eran fuego y pasión por todas partes. Eran caricias, eran besos, eran ardor y sexo a todas horas.
Esa mañana, ambos jóvenes se habían despertado en la misma cama después de una intensa noche de pasión entre las sábanas. Cansados pero con sonrisas radiantes, se habían vestido y había desayunado antes de tiempo en un cómodo silencio lleno de miradas cómplices.
Yoongi había cambiado ligeramente, su manera de ver a Jimin se había visto afectada por aquellos roces y se había vuelto insaciable del cuerpo de aquella hermosa criatura que lo torturaba hasta la saciedad con sus movimientos gráciles y su manera de ver la vida siempre con positivismo. Para Jimin, las cosas también habían cambiado en su manera de ver al rey, todo era más intenso, más fuerte. Tenían aquella conexión tan intensa que se desbocaba cuando Yoongi no estaba a su lado y que lo volvía loco cada vez que aquel tímido joven se volvía sensual y atrevido besando su boca y devorando todo su cuerpo.
-¿Jimin?-escuchó que le llamaba Yoongi en la lejanía. Agitó la cabeza y dejó ir la magia de Orka que había invocado. Parpadeó confundido cuando la brisilla del viento de Yoongi removió su cabello.
-Perdona, he perdido el hilo-contestó avergonzado porque sus pensamientos le hubiesen distraído.
-Ya te veo, ni siquiera me has atacado-dijo simplemente. Jimin lo miró a los ojos agobiado y completamente perdido. Se sentía aturdido por aquel sentimiento que surgía sin remedio cada vez que Yoongi se acercaba a él. -Si te pasa algo me lo puedes contar, criatura-aseguró Yoongi con ternura acariciando su mejilla.
El silfo alzó la vista y clavó sus ojos en los de Yoongi que lo miró con seriedad. Tragó saliva con las palabras quemando en su garganta y en su lengua, deseando fluir como tinta derramada de un tintero corriendo libre sobre un pergamino. Quiso escribir su historia, quiso decirle a aquel rey lo que sentía, explicarle cómo su corazón se aceleraba cada vez que se miraban, cada vez que se tocaban. Quiso ser tan valiente como todo el mundo pensaba que era, pero no dijo nada, se quedó callado y apartó la mirada de aquella azul intensa que le revolvía las entrañas con fuerza.
-Creo que deberíamos volver al entrenamiento con más gente-dijo Jimin de repente para interrumpir aquel silencio tan denso que se había formado entre ellos. Yoongi parpadeó y maldijo por lo bajo. Se había quedado tan absorto mirándolo que ni siquiera se había dado cuenta de que estaban a la vista de todo el mundo. Boqueó un par de veces y analizó la propuesta del silfo que se había alejado levemente de aquel contacto tan íntimo.
-No voy a volver a ponerte en peligro otra vez-dijo Yoongi con firmeza. Jimin rodó los ojos agotado por aquella conversación que habían tenido desde el mismo momento en que se había recuperado. Yoongi había insistido en encontrar una manera más segura de luchar contra los inhibidores sin ponerlo en peligro y el silfo había insistido cada día en volver a intentarlo.
-Yoongi, ha pasado más de un mes desde aquello, simplemente llama a nuestra gente de más confianza y déjame probar-replicó Jimin volviéndose hacia el rey.
-La magia no será tan intensa, ni siquiera se si podrás absorberla-replicó el rey disconforme.
-Tu llamalos y no me rechistes, por favor-pidió Jimin exasperado. El más mayor dejó escapar un sonoro suspiro dándose por vencido ante su insistencia.
-El rey de Eria tiene que obedecer las órdenes de un silfo, donde se ha visto esto...-murmuró Yoongi lo suficientemente alto para que Jimin lo escuchase. El silfo alzó una ceja y se cruzó de brazos.
-Yoongi, deja de murmurar y luego cuando estemos en tu habitación, cumpliré tus órdenes si es lo que quieres-contestó el silfo con picardía y una enorme sonrisa en su cara.
Un tirón en el estómago del rey lo hizo sonrojarse ante aquellas palabras y negó con la cabeza para luego encaminarse por los pasillos. Jimin lo vio marchar y cuando lo perdió de vista, borró aquella falsa sonrisa y se dejó caer agotado sobre uno de los bancos de piedra.
Bufó frustrado. Había estado a punto de confesar todos aquellos sentimientos que le rondaban la cabeza. Había estado a punto de confesarle a Yoongi que estaba completamente enamorado de él.
El murmullo era generalizado en la explanada donde todos sus amigos habían comenzado a reunirse. Vieron a Hobi aparecer apurado por la puerta con Namjoon a sus espaldas.
-Perdón, me he retrasado, tenía que terminar la guardia-excusó el primero con un leve sonrojo en sus mejillas. El sanador alzó una ceja y rodó los ojos disimuladamente. Nadie se dio cuenta, nadie excepto Jimin, que comprendió perfectamente que no venía de ninguna guardia. Rió por lo bajo y cuando Yoongi lo miró sin entender solo le quitó importancia y le guiñó un ojo a Namjoon que rió de la misma manera.
El rey se sintió extraño, desplazado y bufó amargado. La complicidad de Namjoon y Jimin era demasiado para su alborotado corazón, así que se levantó del banco de piedra donde estaba sentado junto al silfo y dio una palmada en el aire sorprendiéndolos a todos, que se agruparon en un semicírculo ante ellos.
-Jimin ha tenido una idea para volver a intentar aplacar los inhibidores de los carroñeros-comenzó a explicar con una mueca seria en su rostro. -Sinceramente yo no estoy de acuerdo en que se vuelva a exponer así, pero es su decisión, así que no tengo nada más que decir-añadió sin dejar aquel tono neutro de lado. Los demás no dijeron nada, solo contemplaron al silfo como si se hubiese vuelto loco. Este se levantó y se dirigió hacia sus amigos.
-Vale chicos, he estado pensando en cómo podemos hacer esto. La primera vez que lo intentamos, la única magia que no me hizo daño fue la de Jungkook y los Tankets, apenas la sentí. Reflexionando sobre eso, he llegado a la conclusión de que fue el único que usó su magia ancestral y he pensado que podríamos hacerlo así. Namjoon, Hobi, Jungkook Jin y Tae, utilizaréis vuestra magia sagrada para canalizarla en mi y mientras tanto, Yoongi vigilará y extenderá su escudo. Si ve que todo es seguro, se unirá a vosotros y entonces atacaremos a las dianas inhibidoras que hay colocadas por aquí-explicó. Todos lo miraron en silencio y luego se volvió hacia Yoongi que se encontraba a su lado. -Tenemos que conseguirlo, solo eso nos separa de tener una oportunidad en la batalla y confió en todos vosotros con mi vida-añadió como si lo dijese solo para él. Todos se quedaron en silencio un momento. Jungkook lo miró en la lejanía y luego asintió con fuerza.
-Mis llamas son vuestras, alteza-confirmó con respeto. Jimin asintió y luego se dio la vuelta para desprenderse del canalizador y dejarlo sobre el banco.
Taehyung recorrió los pasos que le separaban de él y se acercó por la espalda mientras los demás comenzaban a colocarse para lo que estuviese a punto de suceder. Tocó el hombro de su amigo que se volvió con una pequeña sonrisilla y sin decir nada, lo abrazó. El silfo acarició los rizos desordenados del tritón y cuando se separaron volvió a sonreír.
-¿Estás seguro? Hace años que no utilizo el agua sagrada-preguntó Taehyung un poco inseguro.
-Yoongi me protegerá con su escudo-afirmó únicamente. Su amigo suspiró intranquilo pero luego asintió y se dispuso a colocarse donde le había indicado Jimin.
-Primero comenzará Namjoon, luego os voy indicando-explicó el rey hacia los demás. Se acercó al joven silfo y acogió sus pequeñas y delicadas manos entre las suyas.
-Se que tienes miedo pero yo confío plenamente en ti, Yoongi-comentó Jimin con seguridad. El rey tembló ante aquel tono firme y seguro. Le hubiese gustado darle un beso, transmitirle con sus labios todo ese miedo feroz de hacerle daño otra vez y todo ese cariño indescriptible que sentía, pero recordó la presencia de los demás y tuvo que desechar esa idea, así que únicamente apretó sus manos y lo miró a los ojos profundamente. Azul contra azul. Jimin solo asintió y entrelazó tiernamente las manos con las de Yoongi que respiro intranquilo y se volvió ligeramente hacia los demás.
-Voy a desplegar el escudo, cuando diga vuestro nombre comenzáis-ordenó con voz temblorosa. Sus amigos adoptaron la posición adecuada y esperaron. Sintieron el aire ondear y revolverlo todo y unos segundos después, una enorme masa de aire fluyo por la explanada y Jimin sintió una pequeña corriente entre sus manos unidas. Fue cómodo y sintió la complicidad extenderse por el aire.
-¿Estás bien?-murmuró el rey apretando fuerte sus manos. Jimin asintió y tragó saliva.
-Voy a invocar mi poder sagrado-informó solo para que Yoongi lo escuchase. Este le devolvió el asentimiento y rezó con fervor a Eria para que nada hiciese daño a aquel muchacho tan valiente.
-Energo-susurró el silfo. De pronto una evocadora corriente, que le trajo recuerdos perdidos del pasado se hizo presente y por un segundo, temió dañar a Yoongi que se aferraba con devoción a sus manos manteniendo el escudo entre ellos. Cuando el poder aumentó en su cuerpo y lo meció como una balsa sobre el agua, dejó ir un suspiro relajado por la magia y abrió los ojos. Yoongi observó maravillado las dos perlas en las que se habían convertido sus ojos, de un azul tan claro que rozaban la transparencia y sonrió levemente cuando el silfo lo ubico con la mirada y sonrió de vuelta. Seguía allí, seguía estando con él.
-Nam, es tu turno-dijo el rey elevando la voz. El aludido asintió y plantó fuertemente los pies sobre el suelo. Dirigió una pequeña mirada agonizante a Jin que lo miraba desde el inicio de la fila y luego la apartó agradecido porque su amigo no lo hubiese expuesto otra vez al canto de los tritones.
-Terrae-dijo únicamente antes de llevar sus rodillas hacia el suelo y dejar reposar su palma sobre el mullido y húmedo césped. Un movimiento sísmico los removió a todos y Jimin dio un respingo al recibir la magia del sanador en su cuerpo. Respiró hondo y acogió el poder de la tierra en su cuerpo pero luego abrió de nuevo los ojos y se dio cuenta de que aquella magia tan pura y tan bonita no hacía daño en su cuerpo.
-Seokjin, Taehyung-indicó Yoongi únicamente. Los hermanos se miraron y se cogieron de las manos.
-Aqqua-dijeron al unísono. Jungkook se llevó las manos a los oídos cuando un chirriante canto se metió por sus oídos y lo hizo tambalearse. Cuando el sonido terminó, comenzó a llover, una lluvia cálida que los mojo hasta los huesos y que Jimin acogió tan tranquilamente como había acogido la magia de la tierra.
-Flama-invocó el Tanket cuando el rey le hizo una seña. Las llamas azules ondearon en sus manos una vez más y sintió la cristalina mirada de Taehyung puesta en él, como en una hipnosis. Sintió su magia desprenderse y vio conmovido como el silfo se apoyaba firmemente en aquellas manos que lo sujetaban, mientras la magia caliente se acoplaba a las otras. Luego se dejó ir envuelto por su magia.
-Hobi, ahora tú-gritó Yoongi intentando con esfuerzo no soltar el escudo.
-¿Y tú?-preguntó el aludido confuso.
-Me quedaré con él-murmuró únicamente. Su amigo lo miró seriamente y luego alzó la vista al cielo para invocar su poder.
-Aero-murmuró únicamente. El aire se volvió denso y removió los árboles cercanos atrayendo las nubes hacia el castillo. Cuando su amigo se abandonó a la magia, Yoongi se volvió a comprobar cómo las manos temblorosas de Jimin, que se aferraban a las suyas, comenzaban a brillar. Era un brillo diferente al de la primera vez que habían intentado aquello. Era un brillo singular, dorado y extremadamente intenso. Miró al silfo a los ojos y a pesar de su cara de esfuerzo, pudo comprobar que seguía allí, consciente y a su lado, sereno y paciente. Ambos se miraron a los ojos.
-Puedo hacerlo-dijo únicamente. Yoongi sonrió por aquel tono dulce y asintió. Claro que podía hacerlo.
Tan pronto como dejó caer su escudo, Jimin dejó explotar la magia dentro de su cuerpo y esta salió despedida hacia varios puntos por encima de sus cabeza, destruyendo las dianas en cientos de pedazos que saltaron por los aires.
Jimin se tambaleó, pero Yoongi reaccionó rápidamente y lo acogió entre sus brazos.
-Estoy bien-murmuró únicamente. Durante largos minutos se dedicó a desligar la magia de sus amigos de la suya propia y cuando el poder de Orka se quedó solo en su cuerpo y lo dejó fluir, tuvo ganas de llorar. Por el alivio y porque lo había conseguido.
La última muralla ante los carroñeros, podía ser derribada.
Todos los presentes aguardaron en silencio, contemplando al silfo y retirando sus magias con cansancio.
-Lo hemos conseguido-murmuró únicamente, mirando a cada uno de sus amigos. Durante segundos nadie dijo nada, pero Jimin no pudo evitar que de sus labios brotase el grito de felicidad más sincero que había proferido nunca.
En ese momento, todo se volvió un caos de alegría y vítores. Jimin sonrió y abrazó a sus amigos. Luego se acercó a Yoongi de nuevo que lo abrazó y giró con él en brazos
-Eres increíble, criatura-dijo emocionado el rey. Él joven solo sonrió y lo agarró con cariño de la mano. Ahora sí tenían una oportunidad.
Unos días después, mientras la mañana avanzaba, Jimin había decidido quedarse un rato más en la cama. Cuando Eleanor entró en la habitación, lo encontró tendido boca arriba con los ojos cerrados y alarmada se acercó hacia él para tocar su frente.
De pronto, el joven silfo abrió los ojos al sentir el peso de su amiga sobre el colchón y aquel suave tacto en su frente y sonrió adormilado. El hada dejó salir un suspiro aliviada.
-¿Estás bien? -preguntó la chica preocupada. Él solo asintió y se frotó los ojos intentando despejarte. -Me has asustado, no es propio de ti seguir en la cama a estas horas, no has ido a entrenar con Yoongi y ni siquiera has asistido al desayuno-comentó mientras Jimin se incorporaba en la cama. El silfo agachó la cabeza y frunció los labios intentando contener las palabras que luchaban por salir.
-Elsie...¿puedo hacerte una pregunta?-murmuró el joven agarrando con cariño la mano de su amiga. Ella asintió firmemente y Jimin se aclaró la garganta.
-¿Como sabes cuando alguien a quien amas te corresponde?-preguntó simplemente con un leve sonrojo en sus mejillas. Eleanor abrió los ojos desmesuradamente ante aquella pregunta. El chico se encogió y abrazó sus rodillas con sus brazos haciéndose pequeñito sobre el colchón.
-¿Perdón?-chilló la chica sorprendida por las palabras del silfo.
-Me has oído perfectamente, creo que estoy sintiendo cosas muy fuertes por Yoongi-confesó el silfo tremendamente compungido.
-Oh Jimin...cariño...eres el claro ejemplo del cazador cazado. Te metiste en todo eso de la conquista solo por chulería, por demostrarle a Yoongi que no era mejor conquistador que tu y ahora...-dijo la chica llevándose una de la manos a la larga melena oscura que ese día había dejado suelta a su espalda.
-Ahora me he enamorado...mi corazón lo ha elegido...es mi...-comenzó a decir. Eleanor sintió que su estómago daba un vuelco y sintió náuseas por la magnitud de lo que aquello significaba. Si Jimin se había enamorado, solo significaba una cosa.
-Destino-terminó la chica con los ojos muy abiertos. Jimin asintió con una mueca de preocupación en su bonito rostro. Los nervios se instalaron en su garganta y algo le revolvió el estómago al escuchar esa palabra. "Destino" Yoongi era su destino. Sonrió levemente por cómo sonaba aquello pero inmediatamente su rostro volvió a tornarse en aquella mascara de preocupación y miedo.
-Debes hablar con él-sugirió la joven hada. Jimin se quedó callado y luego asintió levemente.
-¿Sabes si está ahora en su despacho?-preguntó. Eleanor asintió y acarició con cariño los brazos de su amigo.
-Ha subido después del desayuno, me ha preguntado si estabas bien y por eso he venido todo lo rápido que he podido a buscarte-explicó la joven con calma.
Jimin suspiró frustrado. -Iré a decírselo-confirmó únicamente.
Eleanor se levantó y extendió la mano hacia su amigo que la tomó para salir de la cama.
-Antes déjame ponerte presentable, déjame que ese aura de príncipe confuso y enamorado se convierta en el aura de un rey destinado-sugirió la chica. Jimin asintió sonriendo con aquella dulce sonrisa y cuando se levantó del colchón y se mentalizó sobre lo que iba a hacer, un hormigueo recorrió su estómago como un dulce aleteo.
Si era la decisión de la diosa, Yoongi y él serían esa misma noche algo más que los ardientes amantes que eran hasta ese momento.
Jimin se plantó frente a la puerta del despacho media hora después. No podía parar de temblar. Desde que había tenido uso de razón, su madre le había hablado de aquel momento decisivo de su vida. Ese momento que lo cambiaría todo. Cuando su corazón eligiese a su destino, ya nada volvería a ser como lo había sido hasta ese momento. Solo ocurriría una vez en su vida, y lo sabría porque sería como si se enamorase pero multiplicado por cien. Su magia sólo podría ser calmada por la de la otra persona y su corazón sería única y exclusivamente para esa persona. Sus sentimientos deberían ser aceptados y desde ese momento, sus corazones latirían al mismo ritmo.
Quería entregarle a Yoongi su corazón. Le entregaría su vida si fuese necesario.
Respiró hondo y luego llamó a la puerta un par de veces. La voz del rey le puso los pelos de punta cuando le dio paso. Estuvo a punto de marcharse por donde había venido, pero al final agarró con fuerza el pomo de la puerta y se internó en la habitación.
-Grata visita en esta bonita mañana-murmuró Yoongi cuando levantó la vista hacia el joven. Salivó al observar a aquella preciosa criatura envuelta en una preciosa túnica azulada que se ceñía a su cuerpo haciéndolo parecer un dios en la tierra. -¿Que te trae por aquí, dulzura?-preguntó embobado. Jimin sonrió por la reacción a aquel bonito atuendo que había elegido para la ocasión y caminó un par de pasos para acercarse hasta el escritorio. El mayor hizo el amago de levantarse pero Jimin lo paró con un gesto de su mano. No quería tardar demasiado y distraerse sin decirle lo que había ido a decirle.
-Yoon, ¿podemos hablar?-preguntó únicamente. El rey asintió y enarcó una ceja extrañado por aquel rechazo. Se incorporó y se apoyó sobre el escritorio donde hasta hacía unos minutos había estado trabajando.
-Claro, siéntate, dime que te reconcome-ofreció Yoongi señalándole el lugar que solía tomar siempre cuando se encontraban allí. Jimin volvió a negar levemente y agachó la mirada aterrado cuando el rey lo miró lleno de confusión. El mayor se cruzó de brazos esperando a que el silfo reaccionase.
-Seré breve-advirtió. Eleanor se lo había dicho, que fuese conciso, que dejase fluir los sentimientos de su corazón y le dejase claros sus sentimientos. -Verás, no sé cuándo ha pasado, ni cómo exactamente, pero he descubierto algo importante. Tu y yo únicamente acabaremos con los carroñeros si estamos juntos, por una sola razón...-empezó a decir con un tono aterciopelado que caló hasta los huesos del rey. Su cuerpo tembló y se vio en la necesidad de interrumpir aquel monólogo antes de que se le fuese de las manos.
-Juntos podemos perdernos, criatura, ya lo sabes-advirtió el rey únicamente. Jimin elevó la mirada y clavó sus ojos en la oscuridad y la frialdad de los de Yoongi.
-Tu y yo ya estamos más que perdidos-comentó como si fuese obvio. Casi esbozó una pequeña sonrisa, pero cuando el rostro serio del mayor no demostró ninguna emoción, volvió a sentir aquella sombra de incertidumbre sobre sus hombros. -Yo estoy perdido en ti para siempre y tu...-intentó decir. Yoongi negó de pronto con la cabeza.
-No...yo no. Nosotros lo pasamos bien juntos, tenemos algo sin compromiso y es divertido, pero más allá de eso y del cariño que te tengo por ser quien eres, no hay nada más-explicó el rey con un tono frío como un témpano de hielo. Apretó los puños a su espalda y su cuerpo tembló con violencia ante aquellas palabras que habían salido de su boca.
-¿Por qué no quieres aceptar lo que siento por ti?-preguntó Jimin incrédulo. Se llevó las manos a los brazos y se los frotó con ansiedad ante aquella mirada. Luego los dejó caer hastiado a lo largo de su cuerpo.
-¿Lo que sientes por mi? Creo que te estás confundiendo, criatura-contestó el mayor. Vio al silfo agarrar con fuerza la tela de su vaporosa túnica y un pequeño puchero formarse en su labio inferior.
-No, Yoongi, tengo muy claro lo que siento-aseguró el joven sin saber muy bien qué más decir. En esos momentos no entendía nada, él había creído ver un sentimiento floreciendo entre ellos, en la manera en que cuidaban el uno del otro, en la manera en la que se tocaban. Por eso había dejado fluir sus sentimientos. Y de un momento a otro, todo se había esfumado, de un minuto al siguiente, las miradas, la dulzura se habían congelado y se habían convertido en dagas heladas que atravesaban su corazón.
-No puedes hacerme esto Jimin, no puedes-se quejó el mayor caminando con desesperación por la estancia para alejarse de aquel silfo. El momento que había temido había llegado y Jimin había sido mucho más valiente de lo que él pretendía serlo.
-Yo no te hago nada, solo te he dicho como me siento contigo-sentenció empezando a cambiar el sentimiento de frustración por el de enfado.
-Deja de repetirlo, yo no puedo amar a nadie y menos a ti-pidió casi en una súplica carente de sensibilidad alguna. Algo dentro de Jimin se rompió en mil pedazos.
-Que tontería, todos podemos amar-reprochó el silfo alzando la voz. El mayor negó y se volvió hacia el taladrándolo con la mirada más fría que le pudo dedicar. En su cabeza solo se repetía el mismo mantra una y otra vez. "Haz que te odio, no dejes que te ame, todo aquel que te ama, muere o se va de tu lado"
-El amor es debilidad-interrumpió Yoongi con un gruñido. El silfo lo miró dolido por aquellas palabras.
-El amor es poder y mi corazón te ha elegido, como el único amor que conocerá en su vida, te ha elegido como mi destino, Yoongi-chilló Jimin ofendido. Era el momento de decirlo en voz alta, para que se enterase y para aceptarlo. Para que se diese cuenta de que nunca amaría a nadie cómo había elegido amarlo a él. El joven rey abrió los ojos espantado ante aquella afirmación e inmediatamente negó con la cabeza intentando silenciar el alborotado latido de su corazón.
-No sigas con esto, no puedo, no hables de cosas tan serias entre nosotros-repitió alzando la voz. Jimin se quedó estático ante aquel tono y las lágrimas se acumularon en sus ojos. Guardó silencio unos segundos y cuando volvió a hablar, sintió la aceptación brotar en su cuerpo y el dolor destruyendo su entregado corazón.
-No digas que no puedes, di que no quieres y ya, pero no me pongas excusas tontas. Puedo aceptar un no por respuesta-dijo tranquilamente ignorando el insoportable dolor.
-Cuantas más personas ame, cuantas más personas entren en mi vida, peor lo pasaré cuando se vayan y mayor vacío dejarán en mi vida. Y contigo pasará igual, te irás, volverás al bosque que es a donde perteneces y me dejaras aquí. Por eso mi corazón no se ha doblegado ante ti ni lo hará ante nadie-dijo intentando sonar lo más frío y cruel posible. Jimin negó con la cabeza sin creer lo que estaba escuchando y dio un paso hacia él, que volvió a alejarse un par de pasos hacia atrás.
-Mira de verdad, siento muchísimo lo que les pasó a tus padres, pero no por ello vas a negarte a sentir amor por nadie más o a negar que nadie más sienta amor por ti-comenzó a decir el silfo. -Estoy intentando explicarte que eres el único consuelo que tengo ahora mismo en mi vida, porque pase lo que pase durante el día Yoongi, se que por la noche vuelvo a ti, a tus brazos, y a esta relacion tan bonita que hemos formado...-intentó explicar de nuevo. El rey alzó una mano y lo miró con seriedad como si lo estuviese juzgando.
-¿Relación?-preguntó casi con un toque de ironía en su voz. -Jimin, no hay ninguna relacion, es solo sexo, sin compromisos ¿recuerdas?-añadió en el mismo tono. El silfo tuvo ganas de patearlo allí mismo. Sus palabras dolían en el fondo de su alma.
-¿Qué te pasa? No lo entiendo, es como si no te conociese, ¿Por qué me tratas así? ¿Por qué has decidido ser un estúpido justo en este momento? Tu siempre eres bueno y dulce conmigo, siempre eres comprensivo-inquirió de carrerilla soltando todas las preguntas que se le pasaban por la cabeza. Yoongi lo miró de frente y sintió que su corazón se partía en pedazos cuando vio los ojos azules de aquel precioso muchacho inundados en lágrimas que se negaba a derramar.
Dolia, dolia como respirar, pero Jimin no pertenecía a ese mundo. Jimin debía volver al bosque y no quedarse con él en su mundo de frialdad y tristeza. Jimin tenía familia, una familia que le estaba esperando en Orka y tenía que irse en algún momento.
-Debes irte a Orka-dijo únicamente. Y Jimin se sintió caer en el agujero más profundo. Había sonado como una orden.
-¿A Orka? Tenemos un pacto-recordó Jimin con fiereza. El mayor negó alejándose de aquel joven que parecía a punto de explotar.
-Eso ya no importa-mintió de nuevo. Se guardó las manos temblorosas en los bolsillos del pantalón y luego se alejó hacia la ventana para cortar con aquel contacto de miradas que se tornaba tan intenso y tan íntimo si estaban a solas.
-Claro que importa, tu pueblo, nuestros amigos, todos confían en nosotros para librarlo de esta lacra que nos amenaza. Como te puede dar igual-dijo el joven alzando la voz ya sin evitar ser escuchado.
-Ya no importa nada, no podemos seguir con esto si tu te sientes así-comentó Yoongi intentando parecer frío. Hizo de tripas corazón y lo miró a la cara. Aquel bello rostro deformado por la incredulidad y el dolor.
-Muy bien, si esa es tu última palabra pues entonces me voy-gritó Jimin dando una patada al suelo. Yoongi lo miró y tragó saliva.
-Es mi última palabra-sentenció el mayor sentándose con firmeza en la silla tras su escritorio.
-Estupendo-bramó el más joven tras una dura guerra de miradas. Sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a descender espesas sobre sus mejillas y por un momento se odio a sí mismo de darle el poder a Yoongi de verlo llorar por él.
Dio un par de zancadas y se acercó a la puerta. Se miraron por última vez y el silfo tiró fuertemente del pomo para salir al exterior.
Jimin golpeó la puerta con toda la fuerza que pudo para que el portazo que diese resonase por todo el castillo. Dentro del despacho, Yoongi se estremeció con el golpe que hizo temblar las jambas de las puertas.
¿Por qué había hecho eso? Ni siquiera él lo sabía. Las lágrimas del corazón lacerado de su amado silfo le habían destrozado su propio corazón y por un momento había dudado de su fortaleza y de sí mismo, de aguantar sin abrazarlo o sin consolarlo.
Bufó frustrado y rezó a Eria para que el muchacho se marchase de nuevo a su hogar, a su bosque de Orka y encontrase a alguien, que lo amase al menos la mitad de lo que él lo amaba, y que lo hiciese feliz, que estuviese completo y pudiese darle la vida que ese joven silfo de mirada pícara y piel brillante merecía. El mismo del que él se había enamorado y que le daba la vida para después quitársela en un suspiro cuando sus labios gruesos y cálidos rozaban su piel.
Rezó a Eria, si, y rezó con fuerza. Para que Jimin se marchase, lo abandonase y él pudiese hundirse solo en el dolor de no tenerlo nunca entre las paredes de aquel castillo. Rezó pidiendo clemencia a la diosa, porque cuanto más se clavase Jimin en su corazón, más dolería cuando tuviese que marcharse.
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Hola a todos.
Hoy no pongo ni sonrisa en el saludo porque no tengo ni ganas de reir. Este capítulo me ha dejado devastada pero bueno, no pasa nada.
Otro miercoles aqui y de hoy saco la conclusión de que es muy fácil que todo se vaya al garete. Bueno, pues por fin, Jimin ha admitido que está enamorado de Yoongi y que su corazón lo ha elegido como su destino. Y Yoongi...él también está enamorado, pero creo que no sabe estarlo y tiene tanto miedo que lo ha hecho todo mal.
También hemos descubierto cómo acabar con los inhibidores de magia de los carroñeros sin morir en el intento. Importante si en algún momento se da una guerra.
Y bueno pues con este saborcillo agridulce quiero dedicarle este capítulo a BTS. Porque aunque la basura de premios a los que se presentaron el domingo no haya querido ver mas allá de sus narices, son los mejores. NADIE. NADIE lo hace tan bien como ellos. Así que este capitulo es para vosotros. Os amo.
Y bueno pues nada, hasta aquí hemos llegado hoy. Ahora sí...empieza el problema. Vamos a ver como se soluciona. Espero que os este gustando.
Nos leemos en el siguiente.
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